Esa Bella Luna
Capítulo 10: "Este es mi dolor"

Luna miraba tristemente por la ventana, mientras jugaba con su anillo de compromiso, ese anillo que sellaba algo irrompible, ese anillo en el cual estaba puesta su vida, su futuro, su todo. Se le calló al suelo. Hubiese preferido salir corriendo, pero como no era su estilo y, con o sin anillo las cosas no cambiaban mucho. La verdad... no cambiaba nada. Ya estaba todo hecho, decidido, realizado, planeado antes de que ella supiera. Tendría que terminar el resto de su vida con alguien a quien no amaba ni un poco, era algo, despreciable.

Caminó con la mirada de una persona que va a un funeral, hacia lo que ahí era su habitación. Agarró sus maletas, ya estaba lista para ir directo a Hogwarts, donde tendría que enfrentar a alguien al cual no quería ni siquiera ver en estos momentos, ¿Cómo daría la cara ahora? Todos sabían que ella lo amaba ¿no? Y resultaba que volvía siendo prometida de ese Slytherin, popular, guapo, codiciado y demás cosas, pero Slytherin al fin y al cabo. Aunque sabía muy bien que muchas chicas la querrían matar, ya era muy molestada, ahora, que la trataran de asesinar sería algo más grabe.

Ginny la estaba esperando, a decir verdad, todos la estaban esperando. Ya estaban listos para volver, desgraciadamente, a Hogwarts. A su colegio. Ginny estaba nerviosa, aún retumbaba en su mente las palabras, la conversación entre Malfoy y Kevin ¿Se lo diría a Luna? A cada minuto se atormentaba ¿Hablaba o no? Valla dilema se le presentaba justo ahora. Y un pensamiento se le cruzó por su cabeza. Su hermano. Vio como Luna respiraba hondo, ahora si, bien sabía que su amiga caminaba hacia su tumba, bueno, no tan trágicamente.

El camino hacia Hogwarts fue muy tenso y nada divertido. Kevin llevaba esa sonrisa molesta en su rostro, aunque se asimilaba más a una sonrisa verdadera. Una sonrisa salida del corazón. Luna llevaba una expresión triste, hasta ni tenía ganas de leer la revista de su padre. Y ya se había olvidado de investigar a los extraños duendecillos de color rosa que salían cuando llovía con sol. Y eso era poco decir.

Un majestuoso carruaje tirado por un thestral los llevaría hasta el castillo. Luna miró con ternura al thestral. Se subió al carruaje. Ahora ni siquiera se escuchaba sonido alguno, realmente si parecían venir o ir a un velorio.

Luna bajó casi corriendo, y se internó en los terrenos del colegio, entrando en el castillo y a toda prisa hacia la sala común de Ravenclaw. Nunca había tenido tantas ganas como ahora de estar en ese lugar donde nadie la apreciara siquiera un poquito. Dijo la contraseña y entró, fue hacia su habitación y se tiró sobre ella y lloró, lloró amargamente, lloró sin consuelo, odiaba su estúpida realidad, y nunca había extrañado tanto a su madre, la extrañaba mucho, la necesitaba, necesitaba un cálido abrazo de un ser querido, necesitaba que la quisieran, y el ser que tanto la podía querer y que ella quería que tanto la quisiera y la abrazara, no podía, y todo por ese estúpido anillo de compromiso que tenía en el dedo. Un compromiso que la tendría atada de por vida, y que la haría muchísimo más infeliz de lo que siempre fue jamás. Y siguió llorando, las lágrimas hacían que se ahogara una y otra vez y los sollozos eran más constantes, audibles y desgarradores, que a uno le llegaban hasta el alma, eran sollozos de tristeza, de dolor. Y siguió llorando con un dejo de amargura, un dolor la recorrió, un dolor que solo siente un corazón triste, que se le acaba de prohibir amar. Y amar de verdad.

Sollozaba entre sueños, tenía pesadillas. Se encontraba en una oscuridad, su cabello estaba recogido a un lado y unos mechones rebeldes y rubios le caían a los costados de su blanco rostro. Miraba para todos lados, con un sentimiento de desesperación. Se aclarecía poco a poco y vislumbró a un ser, un pelirrojo, un sentimiento de calidez la recorrió y corrió hacia él, con una alegría inmensa, y se paró en seco. El amor de su vida estaba acompañado, y con la peor persona que ella podría haber pensado. Hermione Granger. No le simpatizaba en lo absoluto. Y estaban abrazados. Luna se sintió mal, y comenzó a llorar. Y ellos se besaban...

- ¡NOOOOOOOOOO! – gritó, despertándose de pronto, y varias lágrimas comenzaron a salir de sus hermosos ojos plateados. Se llevó una mano al pecho. Había sido tan real... ¿Acaso esa sería una predicción? Comenzó a temblar de pies a cabeza. Su equipaje estaba a un costado de su cama. Y comenzó a sollozar... ¿Tendría que aceptar de una vez que había perdido al ser que nunca le perteneció? Nunca.

Miró hacia la mesa de Ravenclaw sabiendo que no la encontraría. Miró tristemente su plato y lo alejó. No tenía hambre. Hermione lo miró con tristeza pero ignoró su mirada. Miró hacia la entrada del Gran Salón y vio algo que revivió aunque sea un poco su estado de ánimo. Su pequeña hermana se dirigía hacia la mesa de su casa, por lo que vio estaba a punto de sentarse con los de su curso, pero Ron la llamó. Ginny comenzó a sentirse muy nerviosa pero se sentó con su hermano, y este la miraba con curiosidad. No podía contenerse más. Ella le tendría que decir donde rayos se encontraba SU Luna.

- ¿Dónde está Luna Ginny? – preguntó más violentamente de lo que quiso.

- Yo estoy bien gracias, no te preocupes por mi ¿Sabes? – le contestó, tratando de desviar lo más que podía el tema.

- No me contestas donde está Luna – replicó. No tenía tiempo para vueltas.

- En su habitación. ¿Dónde más? – contestó lo más natural.

- ¿Y donde habían ido? ¿Por qué no se despidieron?

- Eso no me lo preguntes a mí ¿Quieres? Es asunto tuyo y de ella, y yo no tengo nada que ver. Así que si no te importa, déjame comer mi desayuno en paz.

Ron se levantó de golpe sin importarle las llamadas de Hermione que estaba más triste que nunca. Se dirigió hacia su sala común lleno de una impotencia y una bronca terrible. Estaba enojado. Y quería explicaciones, y si su adorable hermanita no se las daba... ¡Esta bien! Luna se las tendría que dar. Y esperaba que sean buenas, unas que justificasen que no se halla siquiera despedido de él, tenían una charla pendiente. Y no podía esperar más, ya no podía esperar más el momento de decirle cuanto la amaba, cuanto quería abrazarla, protegerla, cuidar a ese ser indefenso para que nadie más se atreviera siquiera a burlarse porque él estaba ahí para cuidarla, y más que nada, para amarla. Dio vueltas en su habitación y pareció que en cualquier momento se haría un gran hoyo en él, caminaba muy nervioso y eligiendo cuidadosamente las palabras que tendría que usar. Era muy importante. Era, sin duda, el gran día. Agarró la mochila de arriba de su cama, y sin dar más vueltas, se dirigió a las clases. Pero antes... tenía que buscar a Luna.

No se molestó en peinar su cabellera rubia, se miró su mano y ahí seguía el anillo, adornando su blanco dedo y atándola a algo que no quería. Ató las agujetas de su zapato, y con mochila al hombro abandonó su triste habitación. Recorrió la sala común con los mismos murmullos de todos los días, burlándose, sin duda, de todo su ser. No les dio importancia y caminó mecánicamente. Miraba el piso, y parecía muy interesada en un punto indefinido, que en fijarse si pudiese chocar a alguien. "Luna" escuchó. Alguien la llamaba y su corazón comenzó a latir más violentamente que nunca. Reconocía esa voz y su corazón, al mismo tiempo se encogió y dio un vuelco inesperado. Una tristeza la recorrió a pesar de en su estómago revoloteaban unas alegres mariposas. Ahí estaba él. Plantando frente a ella. Ese ser que hacía instantes tenía el entrecejo fruncido debido a su enojo por su ausencia, ahora sonreía abiertamente por tenerla cerca de vuelta. La abrazó inesperadamente, y ambos sintieron ganas de no separarse nunca más. Querían permanecer así el resto de sus vidas, y que nunca nadie se atreviese a osar en separarlos. Pero eso era simplemente una ilusión, un desesperado deseo de su corazón enamorado, olvidándose de la cruel realidad que llamaban a su puerta. Una realidad en la que ninguno de los dos podría escapar. Luna se separó de ese abrazó con pesadumbres, no quería, pero recordó lo que adornaba su mano. Ron la miró con extrañeza. Luna desvió la mirada. Quería desaparecer...

- Luna, tenemos que hablar... – comenzó él.

- ... – ella no contestó. No podría articular palabra. ¿Qué le diría? "Oh Ron, quisiera hacerlo, pero no puedo, porque estoy comprometida con un Slytherin que no le agradaría para nada que charlásemos" Absurdo.

- ¿Luna?

- ... – o sino... "mira Ron, yo te amo más que a nadie, pero no puedo ahora porque me comprometí con ese fastidioso chico de Slytherin".

- ¿Qué te sucede?

- No es le momento para hablar Ron – dijo al fin, tenía que ganar un poco más de tiempo. Desvió su mirada hacia el suelo, y escondió su mano atrás de ella.

- ¡Si es el momento Luna!

- ¿Qué no escuchaste a MI NOVIA, Weasley? No quiere hablar contigo, así que déjala en paz ¿Quieres? – dijo una voz a sus espaldas arrastrando cada una de las palabras que pronunció. Y haciendo un especial énfasis en "mi novia".

- ¡No me molestes! Además, Luna no es tu novia

- ¿Qué no? – dijo mientras se ponía al lado de Luna, y levantó su mano (sacándosela de atrás de la espalda) y la de él – Bueno novios no, pero prometidos sí.

Ron retrocedió dos pasos. Y se alejó de ahí. No podía creer, no podía... ¿Luna comprometida con ese Slytherin? ¿Y que había sido esas hojas de su diario? ¿Ella lo amaba a él, no? ¿Por qué le pasaba eso a él, por qué? Había encontrado la felicidad... ¡Y se comprometía con otro! Eso era... lo peor que le podría haber pasado en su vida...

Corrió, no miró hacia atrás... no podía voltear la mirada, no podía creer lo que sus ojos habían visto. Si alguien le hubiese contado aquello, no lo creería, nunca. Pero él fue testigo, esos anillos en sus manos, no podía ser... ¿Comprometidos? Ellos estaban comprometidos, y él... con el corazón hecho añicos. Dejó de correr y sin importarle nada cayó al suelo, lleno de impotencia, dolor. Lloró como nunca antes lo había hecho, posó sus manos en su cabeza agarrándose el pelo, se ahogaba con sus lágrimas, sus sollozos podrían conmover a cualquiera, era una imagen tan triste, de un ser enamorado, muy enamorado con el corazón destrozado y con la ilusión de amar desparramada por el suelo. Lloró. Estaba sufriendo, estaba destruido... ¿Por qué le pasaba justo eso cuando se había decidido al amor? ¿Tan mala persona era que se le había negado el placer de amar? Él que se había decidido a gritarle al mundo entero, a pleno pulmón, que amaba a ese ser tan especial, tan distinto a todos, que daría su vida por Luna Lovegood... ¿Y ella estaba comprometida? Había algo que no cuadraba... Pero no tenía tiempo para pensar en eso. Se sentó contra el muro de esa pared, aún lloraba, se tapó los ojos con las manos, no podía callar los alaridos de ser, los sollozos desgarradores y su sufrimiento tan inmenso que no cabrían en todo el castillo. Él no significaba nada para ella... ¿Podría él entender eso? ¿Podría entender eso su pobre corazón? ¿Alguien podría asimilar esa realidad? Nadie, a nadie le cabría en la cabeza que un ser que declara que estaba enamorado de otro ser, vuelve de vaya saber donde comprometido con otro tercer ser que no tendría que tener ninguna participación entre los dos primeros seres. Era absurdo.

Se levantó del suelo. Se secó las lágrimas en un arrebato de furia. Estaba muy furioso con él mismo... no podía seguir pensando en eso, no tendría. Bien, si ella había aceptado comprometerse con ese idiota, perfecto por ella. Él trataría de olvidarse de ese ser que tanto daño le estaba haciendo. Si ella no quería hablar, no insistiría, pero le daba mucha pena perderla. Pero tendría que aceptarlo... no podría permitirse hacerse tanto daño. Ya todo estaba dicho. O eso parecía... ¿Acaso Ron podría dejar de lado ese sentimiento que llenaba toda su alma? ¿O solo lo decía porque estaba furioso?

Llegó hasta la sala común de los leones, sus dos mejores amigos estaban esperándolos junto a la chimenea, y su hermana menor también estaba con ellos. Los tres se quedaron callados cuando él entró. Se quedó mirándolos. Ellos le devolvían la mirada como si pudieran entenderlo. Ron se enfureció más, no tenía ganas de hablar, no tenía ganas de que sintieran lastima por él. Quería estar solo. Cruzó la sala común y vio como Hermione quería llamarlo, pero Harry y Ginny la detuvieron. Les agradeció en silencio, por lo menos, aunque sea un poquito, ellos dos lo entendían.

Fin del capítulo 10

Tengo que pedir MILLONES de disculpas y muchísimas gracias por todas esas palabras de aliento, no sé como hacer para devolverles tanto afecto que me brindaron, se los agradezco tanto. Aunque no crean, sus palabras me dieron fuerzas para seguir adelante, no solo con este fic, sino con mi vida, porque estoy pasando momento, durísimo,, y muy difíciles que nunca pensé que podría pasarme, y pensaba que no podría seguir adelante. Y aquí me tienen, con este capítulo que me conmovió mucho, y que me vino justo porque necesitaba desahogarme, así que les transmití mi dolor a ellos, aunque mi dolor no es esencialmente por amor. Bueno, dejo de hablar de mí... espero que el próximo capítulo me salga un poco más largo, porque este salió muy cortito. Demasiado cortito. No les prometo que el once saldrá rápido, pero trataré que para la próxima semana ya pueda subirlo. Me interrumpieron mientras escribía, ahora tengo más bronca que Ron... bueno, espero me dejen un bonito review, aunque sea una línea que diga: "Hola".

Lolit xD (de vacaciones de Invierno)