NOTA:
Quiero aclarar una cuestión. Hay varias personas que me han planteado la duda de "¿Cómo es posible que Ginn no supiera qué es la regla?". Pues bien. He creado varias opciones posibles:
A, Molly tiene alzheimer, y no recuerda que a las chicas a esta edad les viene la regla.
B, Molly piensa que su hija ya sabe sobre la existencia del fenómeno femenino.
C, Molly cree que Ginny es chico.
Recibiré de buen agrado todas las ideas descabelladas sobre la pregunta.
IIIIIIIIIIIIIIIIIII
Disclaimer: Todos los personajes mencionados pertenecen a J.K. Rowling y la Warner Bros. Company.
Summary: ¿Qué haces cuando por accidente acabas dentro del cuerpo de tu peor enemigo? Convertirte en el mejor sly posible (aunque eso signifique afeitarte cada mañana y putear al amor de tu vida). Al menos esto piensa Ginny Weasley, quién por una desagradable catástrofe se ve obligada a vivir durante dos semanas dentro del cuerpo de su mayor enemigo (Draco Malfoy), y en terreno enemigo, las mazmorras. Poco a poco, la pelirroja (ahora rubio) irá descubriendo muchas cosas sobre sí misma y los demás.
Beta Reader: Booh
"MI VIDA COMO DRACO MALFOY"
2- El día en que yo fui él (parte II).
En fin, hay que entrar... a la de una... a la de dos...
Doy un paso al frente y pongo una cara que hubiera dejado en ridículo (y sin trabajo) al gato de Shrek. Abro la puerta de forma impetuosa, llamando la atención de todos los estudiantes. El profesor Snape (también conocido como Snapia, debido a sus desproporcionadas dimensiones nasales) me mira entre las dos cortinillas de baño que forman su grasiento pelo.
-Llega tarde, señorita Weasley- Me dice con un gesto de "ya puedes ponerte a rezar que nadie te saca de aquí sin un castigo y doscientos puntos menos para tu casa".
-Verá profesor Snape, tuve un problema personal- le solté, tal y como había planeado dos segundos antes de abrir la puerta- y tuve buscar a la señora Pomfrey, pero resulta- suelto una lagrimilla- que no estaba en la enfermería y a mi me dolía mucho la tripa y me encontré con Hagrid, pero él tampoco sabía dónde estaba y se echó a llorar, contándome que echaba mucho de menos a Norberto, que según creo era un amigo suyo que le quemaba la barba, o algo así... Además Monik se rompió la nariz y tuve que ayudarla a encontrar uno de los trozos. Ya sabe, se le cayó la punta, como a Michael Jackson. Pero no fuimos capaces de encontrar a la enfermera y Monik quedó tirada en el suelo, desangrándose, y yo eché a correr mientras mi compañera me gritaba "Corre, Ginny, corre". Me hice el tour de Hogwarts en menos de diez minutos buscando a la enfermera perdida, y me dolían las piernas, porque aunque iba a coger la escoba de mi hermano no la encontraba y tuve que ir a pie, sniff, sniff, cuando logré encontrar a Pomfrey me dolían las piernitas tanto como cuando tenía seis años y Fred me lanzó un petardo bajo la falda...
Después de diez minutos le había contado todas mis penas infantiles hasta aturdirle de tal modo que sólo fue capaz de gruñir con desgana, gesto que interpreté como "Esta bien, señorita Weasley me apiadaré de sus patéticas desgracias"
Me siento al lado de Lunática Lovegood y abro el libro de pociones. No es que piense usarlo, en realidad sólo me sirve de parapeto para terminar el dibujito de Cho-qué desgraciada soy (y qué guarra)-Chang siendo aplastada por un Thestral hambriento mientras Harry y yo volamos con su escoba por los terrenos bajo el sol otoñal.
En esto que estoy yo esforzándome (siempre he dicho que llevo una artista dentro) en perfilar las gotitas de sangre que bordean el cuerpo de la asiática roba-futuros-maridos, cuando una mano se posa de golpe sobre mi pupitre.
Miro a su dueño y me encuentro con mi higiénico profesor de pociones, que me pregunta:
-¿Se está divirtiendo señorita Weasley?
Estoy a punto de contestarle que sí cuando me doy cuenta de que es una pregunta con trampa. ¡Tengo tantos reflejos mentales!
-No, profesor- le contesto pestañeando a velocidades peligrosas, corriendo el riesgo de echarme a volar cual snitch.
-Entonces quite esa cara de psicópata y deje de reírse, molesta al resto de alumnos.
"Ups"
-Lo siento profesor, no era mi intención..."...reírme mientras mentalmente desparramaba los órganos vitales de Zorra Chang por todo el colegio, muajajajajaja"
Controlo mis instintos homicidas derivados de la posesión de Voldie-Pooh, o "el-que-no-puede-dejar-de-tocar-los-cojones", como yo le llamo cariñosamente, y comienzo a hacer una lista mental de formas infalible para matar a la Ravenclaw:
Plan: Matar a Chang sin acabar en Azkaban.
Posibilidades:
Número uno: Echar veneno en su zumo de calabaza y ver como vomita hasta caer muerta por innanición (demasiado arriesgado, no es natural que una alumna vomite hasta caer muerta, aunque siempre puedo decirle a Dumbly que era bulímica. Aún así, ya todos conocemos la extraña afición de Snape de inspeccionar cuerpos muertos, descubriría que ha sido envenenada. Su sueño es crear un CSI Hogwarts)
Número dos: Lanzarle un desmaius cuando esté volando y ver cómo su cuerpo se esparce por todo el campo de Quidditch. (Problema: Harry y su complejo de Superman. Posibilidad de que el niño que sobrevivió no sobreviva al golpe por tratar de proteger a la Zorra. También hay que considerar la experiencia de Dumbly a la hora de parar cuerpos en caída -que nos demostró hace tres años, salvando a mi Dios Sexy-. Dios bendiga a Dumbledore).
Número tres: Someterle a una sesión crónica de veritaserum hasta que confiese todos sus defectos, se de cuenta de que es escoria y se corte las venas delante de la mesa de Slytherin, para que salpique. (Perfecto)
De repente Lunática me zarandea del brazo, para que le preste atención y entonces me doy cuenta de que Snapia está paseando entre los alumnos (que se supone debían estar haciendo un resumen sobre las múltiples posibilidades de la poción multijugos, no sobre las múltiples posibilidades de tirar a una alumna desde la torre de astronomía) y pasándoles cuadernos en los que anotar la evolución de la poción, la cual empezarían a preparar el día siguiente y tardarían un mes en terminar.
De pronto se me enciende la bombilla ¿Qué tal si hago una complicada poción de transfusión de cuerpo, me meto en la Chang y me tiro por la torre de astronomía con tiempo suficiente para volver a mi cuerpo en el momento justo de la caída?. Mejor ¿Y si utilizo la poción multijugos para verme como la asiática y mando a la mierda a Harry?... Ummm, aún más interesante ¿y si lo desvirgo y luego le coloco un cinturón de castidad mágico, de los papá le coloca a mami cuando está va a estar asolas en casa con Sirius?…
Al pasar frente a mí, Snapia me arroja con desgana un librito de color vino y me gruñe que tengo que emparejarme con Lovegood, (al parecer se había hecho la repartición de grupos mientras estaba rompiéndole la nariz a Monik). Yo asiento sumisa, pero él, sin siquiera dignarse a mirarme, sigue de largo.
Miro el cuaderno, que me recuerda sospechosamente a otro que ya he visto antes y tras un par de segundos lo abro y escribo en la primera página "Diario de elaboración de una poción multijugos, por Ginny Weasley", a todo esto Lunática está clavando sus ojos descaradamente en un chico de Hufflepuff. No quiero preguntar a qué parte de su cuerpo está mirando, pero el caso es que el chico parece bastante asustado.
Luna nota que la miro y me susurra casi imperceptiblemente "Estoy aprendiendo a desarrollar una visión de rayos X, si me fijo mucho en un punto podré vera través de él". Eso explicaba por qué tenía la mirada clavada en los pantalones del chaval.
Devuelvo mi mirada al cuaderno y compruebo con histerismo cómo las letras se evaporan y con la misma tinta que he usado aparecen unas nuevas palabras. "Hola Ginny, soy..."
Me entra un ataque de pánico, y sin terminar de leer las palabras del cuaderno me pongo en pie, haciendo ruido con la silla, y alertando a toda la clase.
Lanzo el libro hacia la mesa de Snapia (con la misma fuerza que hubiera empleado para deshacerme de un gnomo en una competición internacional de desgnomización) mientras grito "¡Otra vez nooooooooooooooooooo!" y doy un salto (olímpico) alcanzando con un tirabuzón de tres rizos el lugar donde está mi profesor. Snapia me observa, incrédulo, mientras sostiene uno de los ejemplares de "libro diabólico" en sus manos.
Doy otro brinco y me encaramo a él, apretando las piernas cual tenazas alrededor de su escurridiza cintura y estrechando mis manos alrededor de su cuello.
-¡Vuelve a por mí!. ¡No permita que me coja!- chillo con los ojos desorbitados y señalando la mesa del profesor, donde reposa la libreta poseída, tras derribar un tarro de ojos de oveja en salsa mayonesa que ahora está encharcando todo el escritorio- ¡ANTES MUERTA QUE VOLVER A DECAPITAR UN POLLO CON LOS DIENTES!
Agarro más fuertemente la cabeza de mi profesor, presionándola contra mi pecho, sin darme cuenta de que Sevy está adquiriendo tonos morados en la piel, síntoma inequívoco de que mis nunga-nungas no le dejan respirar ¿Pero qué importa que Snape la palme si estoy siendo atacada (de nuevo) por el mismísimo Lord Voldie-Pooh?.
Usando toda su fuerza, el profesor trata de apartarme de él (al menos lo suficiente para no morir de asfixia). Me empuja desde la cintura, intentando tirarme al suelo, pero yo, que tengo unas extremidades fuertes, me resisto y ya en el suelo consigo abrazarme a sus piernas. Ése resultó ser un mal sitio para agarrarse por tres razones:
A, Sevy perdió el equilibrio y cayó de espaldas. Un movimiento suicida, que tuvo como resultado que yo también me cayera encima de él, y en una posición nada "políticamente correcta".
B, Os puedo asegurar que la posición horizontal con el profesor Snape no resulta agradable en absoluto, sobre todo cuando éste te mira con una mueca llena de deseo reprimido y destellos de locura transitoria (que apostaría cualquier cosa a que usaba cuando quería enloquecer a algún auror en sus tiempos de "Dark Sevy"), haciéndome plantearme durante unos segundos la posibilidad de lanzarme a mi misma un "Avada Kedavra". No, no puedo hacer eso, que sería de Harry sin mí... Tanto frotamiento me estaba mareando (y otras cosas que no reconoceré ni por todo el oro de Gringotts).
C, Mi cara quedo directamente enfocada hacia sus partes pudorosas. Y como su túnica se olvidó de estar en la posición adecuada, ante mis ojos se desplegó una panorámica tridimensional de la longitud de su... cosita (Y con cosita... lo digo todo)
Me incorporo y quedo a cuatro patas sobre él. Del trauma que me causa la revelación de "La Jungla de Sevy" (¡Merlín!. ¿Por qué no podía comprarse ropa interior de su talla?), todo mi pánico hacia el objeto endemoniado desaparece, justo a tiempo para ver cómo Snapia (recostado sobre sus hombros) clava sus ojos de demente en mi, que combinados con el toque fucsia de su piel y su mirada de "Recuerda que he sido mortífago y conozco algunos maleficios simpáticos" le hacen parecer aún más terrorífico, (sí, es posible).
Entonces se levanta, incrustando su rodilla en mi mejilla (haciéndome un corte con su extremidad afiladas) y gritando maleficios que no repetiré (algo sobre que yo había profanado su cueva secreta).
Cuando me doy cuenta ya se ha apartado de mí y comienza a caminar hacia su escritorio. Yo, que vuelvo a recordar el ataque del diario asesino, empiezo a chillar que no se acerque y le agarro del bajo de la túnica, algo que definitivamente tampoco debí hacer por otras dos razones:
A, Las túnicas de Sevy son o muy viejas o de muy mala calidad, pues con un par de tirones la rasgue y me quedé con ella en la mano, dejando no sólo su cosita al fresco, sino también su trasero de pollo de mazmorra.
B, Tendré que ir a terapia después de ver en primer plano su peludo culo y su tanga azul cielo.
Snapia, también conocido como "el-depravado-que-utiliza-tangas-de-mujer-dos-tallas-menores-a-la-suya", y que no se ha dado cuenta del incidente llega a su mesa, recoge el cuaderno que había intentado poseerme (no en ese sentido, mal pensados) y se vuelve hacia mí, que estoy en estado de shock, a punto de un ataque epiléptico (muchas emociones en poco tiempo).
El hombre sigue con la retahíla de insultos, me impresiono al ver que durante el tiempo que ha tardado en decir esos doscientos mil derivados de "loca" no ha respirado ni una vez, rebasando en algunos momentos la velocidad de la luz. Alguien debería inscribir esto en el Guiness de los Records, podría ir acompañado de una foto del momento histórico. ¿Dónde está Colin cuando lo necesito?. ¡Oh, mira!. ¡Está ahí, vomitándole a ese rubio! Pobre chico, siempre lo he dicho, a mi la comida de mamá me ha fortalecido el estómago. Recuerdo una ocasión en que sin querer aliñó una ensalada mágica con arsénico. No nos dimos cuenta hasta que Scabbers tuvo que ser hospitalizado en un veterinario durante más de dos meses por intoxicación al comerse las sobras.
Estaba preguntándome cómo era posible que él no sintiera una brisa embriagadora recorriendo la zona baja de mi cuerpo, cuando por primera vez percibo (con desagrado) que en la parte delantera de su tanga azul está bordada en rojo la letra "S" (N/A: El tanga simula a la típica camiseta de Superman)
Siempre he sabido que mi profesor estaba celoso de mi futuro esposo y padre de mis numerosos hijos, pero tanto como para hacerse bordar en la ropa interior… El caso es que Superseverus, avanza hasta colocarse frente a mí con el empapado cuaderno entre sus manos, el cual está abierto por la página escrita.
Supersevy me encara, deleitándome con otra panorámica de sus partes menores (menores por no decir microscópicas) que me costara más de una sesión de desmemorizantes olvidar, y se agacha, zarandeando la jodida libretita frente a mí.
Como estoy demasiado aturdida recordando las nalgas peludas de Sevy (por Navidades le regalaré una Silkepil mágica para que se quite esos matorrales de entre las nalgas), (N/A: La Silkepil es un aparatito muggle para arrancar lo pelos de raíz. Recalcar que a la autora le duele cuando se la pasa, XD), no me asusto ante la nueva aparición del objeto maldito, que además desprende un olorcillo a oveja muerta que alimenta. Puedo distinguir nuevos sonidos en el aula, y un olor nuevo, a huevos fritos y bacon, para ser más exactos, perfuma la sala. Deduzco que Colin ya no es el único que vomita…
Por fin me enfoco durante un segundo y termino de leer la inscripción de la página. "Hola Ginny, soy... tu diario de pociones personal. Podrás anotar en mí todas tus averiguaciones y acabado el trabajo, elaborar una redacción sobre la preparación de la poción en cuestión"
"Anda,
va a ser que la libretilla pestilente ésta no es un producto
Artilugios Voldemort S.A"
Miro a mi profesor con cara de cordero degollado. Este ya ha acabado de insultarme (seguramente porque no sería capaz de encontrar más adjetivos de "niña demente") y ahora se conforma con mirarme con un gesto digno de sus tiempos de mortífago. Yo, que aunque normalmente meto la pata de forma estrepitosa, soy muy orgullosa le digo:
-Profesor, debería darle vergüenza gastarle este tipo de bromas tan crueles a sus alumnos, y por amor de Merlín... ¡TÁPESE!- le digo con tono indignado, pasándole lo que queda de su túnica, restos que aún sostengo en la mano.
Lo que sucede entonces me descoloca un poco.
Snape dirige una mirada a sus partes bajas (y pequeñas, y peludas…) y luego a la tela destrozada que sostengo en mis manos. Se escucha como una chica se desmaya al fondo de la sala. El depravado vuelve a mirarse, luego a mí, luego a él, luego a mí (voy a mi maleta, saco el bocadillo de media mañana y me lo como). Después de diez minutos el profesor parece despertar del bucle en que se encontraba y adquiere un tono rojo-Weasley por todo el cuerpo.
Me arranca la tela de las manos en plan Hulk, poniendo cara de "Niña del Exorcista", pero sin pelucón. Me susurra en plan diabólico "Es un regalo de mamá". Intuyo que se refiere al tanga de tía, o tal vez a la túnica roñosa. Puede que ambas. Llego a la conclusión de que Dumbledore explota a sus trabajadores, tal vez si los pico un poco se ponen en Huelga.
"Nota Mental: Lanzar por la ventana a Crookshanks, utilizar la poción "Pelo Afro" en Hermione mientras duerme, decirles a papi y mami que estoy preñada, atar a Monik al calamar gigante con su propio uniforme, formar un grupo de profesores revolucionarios y en huelga por condiciones laborales más dignas. Para esto último me vendría muy bien la foto de Snape en ropa-súper-interior y la túnica rota en la mano. Miro a Colin, sigue vomitando… tenía que indisponerse cuando lo necesito¡qué desconsiderado!…"
Salgo de la clase a toda leche antes de que Snape alcance algún objeto punzante con el que arrearme (he dejado en clase la maleta, los utensilios y el ex-diario maldito, seguro que Colin me lo trae. No es por parecer engreída, pero sé que me adora). Aún veo el culito peludo de Snapia mientras me dirijo a la enfermería, con un poco de suerte encuentro algún desmemorizante fuerte, me da igual no recordar mi nombre si es capaz de borrarme algunas situaciones de esta mañana (para que engañarme, esto me traumará de por vida) o por lo menos algo que cicatrice el corte de mi mejilla antes de que me desangre…
Pero antes de ir a la enfermería decido ir al baño, a ver si con un poco de agua se me pasa el sofocón. Entro en el primer baño que encuentro y me dirijo al lavamanos, donde me remojo la cara hasta dejar de sentirme una antorcha humana; posteriormente me seco con la varita y me miró en el espejo que hay frente a mí.
"Joder, que buena estoy ¿Por qué el gafotas de frente tatuada (y sexy) no se fija en mí? Tendrá un rayo en la cabeza, pero para algunas cosas es muy lento"
Hay veces que me he planteado entrar en su cuarto a media noche, en ropa interior y gritando "soy tuya, tómame"; pero tampoco creo que se diera por aludido. Hasta con un corte en la mejilla me veo sexy. Se podría decir que parezco peligrosa. ¡Vamos, si fuera tío me excitaría a mí mismo!
Con mi mirada libre de miopía y astigmatismo puedo percibir que pronto me va a salir un granito en la nariz, ya se le ve la punta. De forma completamente profesional me saco la varita y lo resuelvo aplicándome un hechizo anti-acné heredado de mamá, que en su pubertad (y según me ha contado) parecía una paella humana.
Bueno, va siendo hora de irse a la enfermería. Noto que la puerta del baño se abre, pero no le presto atención, debe de ser alguna chica que ha salido de clase con la vejiga a tope (a todas nos ha pasado alguna vez). Empiezo a caminar hacia la salida cuando de repente todo se vuelve borroso y noto con impotencia como mi "sexy body" se aproxima peligrosamente a las baldosas negras del baño.
¡AUCH! Me duele hasta el cordón umbilical ¿pero dónde narices estoy? Mmmmm, me encuentro en un lugar mullidito, yo diría una cama, y desde mi posición puedo oír unas cuantas voces cuchichear. Abro los ojos con desgana y descubro que frente a mí se encuentran Pomfrey y Dumbledore.
"Pues sí que fue fuerte el golpe"
De repente los dos adultos se percatan de que he despertado y se acercan rápido a mí, mirándome reprobatoriamente.
-¿Se encuentra bien?- Me pregunta Dumbledore. Asiento con desgana, me duele hasta el alma.
-El dolor de cabeza se le pasará en un rato, no se preocupe- me explica la enfermera.
-En ese caso creo que ya puede retirarse a su sala común. Necesita descansar- Me dice el abuelillo con un tono muy diferente al habitual, más seco. El pobre, ya está mayor para tanto trote.
Antes que nada paso una de mis manos por la mejilla. El corte ha desaparecido. (Menos mal, porque entre eso y el grano iba a conseguir que Harry no sólo me ignorara, sino que además me evitara) Me levanto y me pongo de pie de forma temblorosa. ¡WOOOOOO! Pierdo el equilibrio y casi me caigo, menos mal que Pomfrey me sujeta y consigo mantenerme en pie.
No sé si es debido al dolor de cabeza o al mareo, pero de repente el suelo está más abajo de lo normal.
Sonrío como una niña buena a la enfermera y Dumbledore (que me miran como si se me acabara de caer un ojo y un chorrillo de sangre brotara de la cuenca vacía) y salgo de la enfermería en dirección a la torre de Gryffindor.
No creo que haya pasado mucho tiempo desde que me desmayé, pero los demás deben de haber llegado ya a la sala común. Espero que Colin (o cualquier otro tío que se pirre por mí) me haya llevado la maleta hasta la torre, porque ni con un par de firewhiskys encima me presento yo en la clase de Snape, y menos sola, que nunca se sabe… me mira raro…
A mi lado pasa un grupo de veinte rubias de bote que al verme empiezan a cuchichear y pestañear de forma extraña. Una de ellas, la que sonríe más estúpidamente, se acerca a mí y me besa en la mejilla, susurrándome "Que tengas buen día". Luego se vuelve a su jauría de amigas histéricas y todas empiezan a gritar emocionadas escaleras abajo.
"¡Puaaaaaaaaaaaaaaj!. ¡Será posible!. ¡Consigo que hasta las lesbianas se fijen en mí y el tío al que llevo insinuándome 7 años ni me mira el escote!... vale, el uniforme no tiene mucho escote que digamos, pero en cualquier caso hasta Peeves lo mira (y silba, y babea) cuando paso cerca"
Total, que ya estoy pensando en cambiarme de acera y dedicarme a las faldas, cuando de repente me encuentro con el pobre de Neville (este chico siempre me ha dado pena. Creo que el día que él consiga atinar con algo yo me casaré con Harry… Vale, ahora estoy depre). Le saludo como de costumbre, guiñándole un ojo y deleitándole con una de mis encantadores sonrisas.
Pero Neville, o no se ha dado por enterado o ha salido huyendo gracias a mi grano (¿me habré equivocado de poción y en lugar de la anti-acné me he aplicado la de verrugus totalus?) porque el caso es que mi amigo del alma ha puesto cara de haber visto a Snape en tanga y ha salido escopetado hacia el otro lado.
"No pensar en Snape. No pensar en el pequeño tanga de Snape. No pensar en el culo peludo y blanco de Snape… Mierda, demasiado tarde…"
Me palpo la cara, en busca de la verruga delatora, pero no encuentro nada. Eso sí, no sé por qué noto que algo me está raspando la palma. ¡Por Merlín! Necesito un espejo.
Empiezo a estar preocupada, cuando por fin llego a la ansiada puerta de mi querida Señora Con Sobrepeso. Sí, lo reconozco, yo le enseñé a cantar. No es que afine demasiado, pero os puedo asegurar que desde que yo la entreno ha mejorado considerablemente.
Alzo mi voz para cantar nuestra aria secreta de saludo, pero en lugar de reaccionar a la opereta va la gorda esta y me dice:
-Lo siento, sólo pueden entrar Gryffindors.
"¿Y qué te crees que soy, vaca ciega ¿La dependienta de Honeyduckes?"
En serio que no sé qué está ocurriendo, pero definitivamente éste no es mi día. Todavía me duele mucho la tripita, fruto de ese encuentro majestuoso con mi feminidad (cómo lo llamo Monik). Majestuoso sería para ella, yo me revolqué por el suelo desangrándome como un cochino. Hasta la feminidad está contra mí…
Todo el buen humor que puedo tener se va a la mierda, así que directamente le digo que tengo la contraseña. Al principio se muestra un poco reticente (¿será que las grasas afectan al cerebro?), pero no es capaz de poner pega cuando por fin le recito la contraseña (nota mental: no decírsela a los lectores por si acaso les entran ganas de profanar nuestro círculo).
Por fin la puñetera gorda menea sus grasas y se quita de mi camino. Hogar, dulce hogar. Definitivamente necesito descansar, por eso me muevo más rápido de lo habitual. Hay algo extraño en mis movimientos, es como si algo extraño, grande y molesto entre las piernas me dificultara el caminar. Mejor no pensar en ello, debe ser la compresa super absorbente que me dejó la de la nariz rota.
Una vez dentro trato de pasar desapercibida. En dos saltitos de un Flitwick cada uno (Nota: Un Flitwick equivale a 50 cm.) me sitúo frente a la escalera que lleva al cuarto de las chicas. Entonces las cosas empiezan a complicarse:
1- Empiezo a subir las escaleras.
2-Cuando llevo sólo unos peldaños la escalera se convierte en un tobogán. Genial, otro tío ha tratado de subir.
3-Me pilla tan de improviso que me caigo y empiezo a rodar escaleras abajo como una bolita pelirroja.
4- Mi cabeza se estampa contra el suelo de piedra dura y de mi garganta sale una voz que chilla "¿QUIÉN ES EL GILIPOLLAS QUE HA TRATADO DE SUBIR ESTA VEZ?"
5-Mierda, espera un momento¡esa no es mi voz!
6-La sala común entera se gira hacia mí, que me levanto como si tuviera un resorte en el culo y me llevo una mano a la garganta.
7- De la multitud veo cercarse a Harry (que bueno está hasta cuando parece enfadado), Hermione y el petardo de mi hermano, seguido de mí. (Joder… pues sí, sí que estoy buena…)
8- Espera un minuto…
9- Inspira, expira.
¡¿DE MÍ!
- ¿Qué haces aquí, Malfoy?- me dice casi chillando el Dios de mi paraíso. (Mmmm… paraíso… ¿En el paraíso no se llevaban sólo taparrabos?) Pero un momento, me estoy desconcentrando. Estábamos en que yo estoy aquí, pero también estoy detrás de mi Adán. Me estoy mirando. Creo que sufro alucinaciones…
"¡Lo de Snape ya me ha pasado factura. Soy muy joven para morir!"
Un momento… ¿Malfoy?. ¿Cómo que Malfoy?. ¿Malfoy dónde? (¿Me ha llamado Malfoy?. ¿Qué tiene que ver él en todo esto?) Ahora estoy mirando a todas partes, pero no veo a Malfoy por ningún lado. Eso sí, mi clon es un poco subnormal porque no para de hacerme señas ¡Qué brusca es por Dios!. ¿Es que no puede ser un poco más femenina? Como siga moviendo así los brazos le va a salir un bíceps tremendo.
Por fin miro a mí alrededor. Todos me miran acusadoramente. (Ron me está clavando sus ojos con tanta ira que por una vez el blando de mi hermano hasta me está dando miedo… Y Harry ¿Por qué me miras así?. ¡Te he dado los mejores años de mi vida y me lo pagas así!)
- ¡Pero se puede saber que narices está pasando! - Grito por fin.
