Hermione recogía acelerada los papeles regados de su escritorio, los Weasley la habían invitado a la fiesta sorpresa de Ginny y de nuevo llegaría tarde a una reunión con ellos. La noche pasada se había desvelado trabajando duro hasta muy tarde y no tuvo tiempo siquiera de ir a comprarle un detalle a su amiga.
Tenia cuarenta minutos de retraso, por lo que podía deducir que la fiesta ya había comenzado. Cuando hubo terminado de coger todo y ponerlo en el lugar indicado, abrió un pequeño cofre azul con incrustaciones doradas y tomó un puñado de lo que parecía ser polvos flu.
"Espero que eso de 'Sin rastro de hollín' sea verdad"Se introdujo en la chimenea y gritó fuerte y claro "A la Madriguera" echó los polvos flu y enseguida desapareció dejando un humo verde desvaneciéndose.
Mareada, instintivamente sacudió su ropa quitándose la suciedad, pero se llevó la sorpresa de que aquellos polvos flu que compró en el Callejón Diagon habían dado resultado, no tenía rastro de suciedad. Se sobresaltó cuando una mano suave y masculina le tomaba del brazo.
- Creí que no llegabas, pero me alegra de que lo hayas hecho
Sí, a mí también me alegra haber llegado a tiempo – Hermione se acercó a Harry y le saludó con un beso en la mejilla - ¿Qué tal te ha ido con las pruebas de Quidditch?
- No han estado mal – comentó revolviéndose el pelo – los Appleby Rows me han dicho que tengo un buen futuro... pero no con ellos. – Hermione alzó sus cejas sorprendida, ella sabía perfectamente que Harry siempre ha sido un buen jugador – Los Chudley Cannos esperan mi confirmación pero no me interesa demasiado. Son con los Monstrose Magpies que quiero estar, hice las pruebas de buscador hace dos semanas y aún no me han llamado.
- Ya verás que lo lograrás – Harry le agradeció con un gesto - ¿Sabes donde está Ginny? Quiero entregarle su regalo
- Está con la señora Weasley, en la cocina
Hermione atravesó la sala deteniéndose a saludar a compañero o amigos que no veía desde varios años atrás. Al llegar a la cocina saludó calurosamente a la señora Weasley y felicitando a Ginny con un fuerte abrazo.
- ¡Feliz cumpleaños, Ginny! – dijo la chica castaña sonriéndole
- Gracias – agradeció devolviéndole la sonrisa.
El rostro de la pelirroja no estaba del todo contento, algo andaba mal. Conocía a Ginny desde hace mucho tiempo y creía tener una pequeña intuición que le advertía que algo le preocupaba.
- Salgamos a tomar aire – sugirió Hermione con la intención de ayudar a su amiga pudiendo notar que tenía razón, Ginny le brindaba una cálida sonrisa agradeciéndole haber conseguido sacarla de todo aquel tumulto donde no hacía mas que sonreír falsamente.
Caminaron hacia la salida de la madriguera lentamente y con grandes esfuerzos, los invitados llegaban cada vez más y la detenían para felicitarla y hacerle halagos sobre su notorio cambio físico. Era verdad que cuando se hablaba de Ginny Weasley todos la catalogaban como la "pequeña niña e infantil" que todos podían manejar fácilmente, pero eso ya era pertenencia del pasado, ahora cuando se habla de Ginny Weasley es sinónimo de "Madurez y belleza" todo eso gracias a su mejor amiga, Hermione Granger.
Ginny no había sido tomada en cuenta como varias de sus compañeras sanadoras en práctica en el Hospital San Mungo donde trabaja en "Daños Provocados Por Hechizos", los pacientes y los medimagos la pasaban por alto. Su amiga Luna Lovegood, que trabaja en el Ministerio de Magia en el departamento de "Regulación y Control de Criaturas Mágicas" le recomendaba un nuevo cambio de apariencia, pero parecía que sus intentos eran simplemente en vano. Hermione sabía que detrás de aquel disfraz de niña inocente se escondía una mujer con cualidades y virtudes que si lograba hacerlos aparecer... conseguiría a una nueva Ginny Weasley.
Así fue como por base de métodos muy efectivos logró convencer a la chica pelirroja de realizar un cambio de "look" para favorecer su apariencia, comenzando con un cambio estético y comprándole un nuevo guardarropa. En una semana Ginny Weasley era simplemente... una de las mujeres más atractivas y bellas del Hospital San Mungo.
-Bien, creo que estás más cómoda aquí
Ginny asintió lentamente con la mirada perdida.
- ¿Te sientes bien? - la pelirroja de nuevo permaneció en silencio y se limitó a negar con la cabeza – Creo que no avanzaremos mucho si seguimos así – trató de animarla con el comentario – Bien, Ginny. Soy toda oídos.
- No puedo, Hermione, no estoy preparada aún – dijo a la vez que un par de lágrimas resbalaban por sus rosadas mejillas. – ¡Estoy en un gran problema! – exclamó sollozando en silencio.
- Cálmate, Ginny, sea lo que sea se solucionará, ya lo verás
- No, Hermione, esto no se solucionará... ¡fui una inconsciente! ¡Me dejé llevar y ahora no sé cómo voy a salir de esto! – se abrazó fuertemente a Hermione y comenzó a llorar. La castaña no sabía que hacer o decir, por lo que se limitó a acariciar su pelo. – Tengo miedo...
Vamos, Ginny... no puede ser tan malo – Hermione levantó la cabeza de su amiga y le limpió las lágrimas con un pañuelo – Todo tiene solución, y tu problema no será la excepción.
¡Hermione, tengo miedo a lo que piensen mis padres de mí, a cómo reaccionen mis hermanos! ¡Cuando les diga que yo..
- Chicas, ¿Qué están haciendo afuera? – dijo una voz detrás de ellas – Se pueden resfriar con este viento.
- Ya vamos, Harry – dijo Hermione mirando al ojiverde con enfado, ¿Cómo se le ocurría interrumpir en ese mismo momento?
-Ginny, el profesor Dumbledore ha llegado, quiere felicitarte – Harry le sonrió cálidamente – Ve a con él, seguro y su compañía te reconforta
Ginny se giró lentamente caminando hacia la madriguera dejando a sus amigos solos. Ambos guardaban silencio, sólo se escuchaban los murmullos y risas de los invitados que irrumpían en la casa de los Weasley. El suave y frío viento jugaba con sus cabellos y los revolvía cada vez más.
Hermione suponía que Harry sabía lo que le ocurría a Ginny y no iba a desaprovechar ese momento a solas para preguntarle.
- ¿Qué tanto sabes? – preguntó mirando fijamente sus ojos verde esmeralda, esa noche brillaban más que nunca.
-Saber de qué... - se hizo el desentendido sonriendo levemente
-Vamos Harry, yo sé que lo sabes – Harry arqueó vagamente la ceja – Sabes lo que le sucede a Ginny, ¿cierto?
- Todos cometemos errores, Hermione – dijo Harry sentándose sobre la hierba e indicándole a Hermione que hiciese lo mismo– pero lo de ella sólo fue falta de responsabilidad.
-Sigo sin entender
-Era algo demasiado raro o mejor dicho... era una gran coincidencia ver a Ginny y a Malfoy en el Ministerio de Magia, en las Tres Escobas, En San Mungo, en el Caldero Chorreante o en partidos de Quidditch. Alguien muy despistado diría que era una simple coincidencia de que ambos concordaran en el mismo sitio frecuentemente. – Harry colocó sus brazos sobre sus rodillas – pero yo siempre pensé que eran pésimos actores.
- ¿Me tratas de decir que Ginny y Malfoy mantenían una relación en secreto? – acertó Hermione asombrada – Pero... cómo... - y enseguida recordó al novio de la pelirroja - y cómo es que Milton no la ha sospechado
-Me sorprende que no lo hayas deducido tú misma, siendo que eres muy observadora e inteligente...
-Es un halago para mí, y te lo agradezco, Harry, pero el que no me diera cuenta de que ellos se veían a solas y en secreto...
-De acuerdo, de acuerdo, siento interrumpirte – Harry le sonrió y levantó su mirada hacia la luna que en esos momentos se encontraba más brillante que nunca, y por si fuera poco se encontraba llena.
Al mirar hacia aquella gran esfera le recordó a su antiguo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, Remus Lupin, que seguramente vagaba por el tenebroso Bosque Prohibido como hombre lobo, al menos le alegraba que pronto regresaría a Hogwarts desempeñando el puesto que había dejado años atrás.
-Si seguías seguramente hubiera desperdiciado gran parte de la fiesta escuchando un seguro sermón – comentó con gracia, pero al ver la cara que ponía Hermione supuso que cometió un error.
-Así que mi compañía es una pérdida de tiempo- dijo con resentimiento en su voz, se puso de pie y caminó hacia la madriguera con paso decidido.
Harry, algo mosqueado por el repentino cambio de actitud de su mejor amiga, la siguió a lo lejos ¿Por qué demonios le tomaba importancia a un simple comentario?. Habían pasado dos semanas que no se veían, y quizá Hermione hubiese querido un trato más afectivo, algo en lo que perfectamente había fallado.
Incluso Hermione se asombró de su actitud arrogante hacia con él, sabía exactamente que el comentario fue sólo una de las típicas frases "bromistas" que solía hacer, pero era obvio que tenía muy poco tacto. Pasaron dos semanas en las que se mantuvo sumergida en trabajos pesados, trabajos que ocupaban gran parte de su tiempo, y lo único que recibe cuando llega es un comentario ofensivo, sin duda estaba demasiado sensible.
Lo que la tranquilizó un poco fue el ambiente festivo que abundaba en toda la madriguera, inclusive Ginny se mostraba más contenta y accesible que minutos atrás. Se sentó a un lado de Colin Creevy, ex compañero de Gryffindor, un chico bastante interesante, según Luna, quien trabaja como fotógrafo para la revista "Corazón de Brujas". Pasaron alrededor de diez minutos cuando alguien se colocó a su lado y le tomó por el hombro.
- Hola otra vez – saludó Harry sonriendo, en la mano izquierda sujetaba una botella de cerveza de mantequilla – me extraña que te alejes de nosotros
- Te equivocas – respondió de nuevo con esa voz indiferente – me alejaba de ti
-Dime que no te lo has tomado en serio – Hermione no le respondió, sino que giró su vista hacia otro lado donde platicaban amenamente Ron y Luna
-Seguro y ellos terminarán juntos pronto – comentó Harry para no perder la conversación y conservando esa perfecta sonrisa.
-¿Ron y Luna? Imposible – soltó una risa mientras negaba levemente – son muy diferentes.
-¿Quieres apostar? – propuso el valiente Gryffindor mirándole fijamente a sus castaños ojos, algo muy dentro de él le obligaba a no dejarlos de ver.
-Apostar qué...
-Que...- Harry se detuvo a pensar – dentro de un mes ese par terminará junto
-Eso es absolutamente ridículo, tú mas que nadie sabe que eso es imposible. ¿Para qué apostar?
-Entonces temes que tenga la razón y te gane ¿cierto? – Harry dio justo en el blanco
-En tus sueños, qué si gano
-Veamos, si tú ganas...- a Harry no se le ocurría nada, por una extraña razón el apostarle a Hermione le parecía una buena excusa para compensar el tiempo en el que no se habían visto.
- Será mejor que lo pienses muy bien – dijo dispuesta a ganar la dichosa apuesta - mañana yo te diré lo que harás cuando yo gane.
-¿Estás afirmando tu victoria?
Sólo te prevengo de lo que pudiera pasar
Sus miradas se encontraron y Harry sonrió, extendió su mano hacia Hermione para sellar y dar por efectiva la apuesta, pero en el momento que ella se disponía a imitarlo un gran estruendo proveniente de la chimenea los puso alerta y ambos sacaron sus varitas con un ágil movimiento.
Un humo espeso color verde se dispersaba por todo el piso de la madriguera, unos cuantos tosían disimuladamente y la silueta de un hombre alto se aclaraba a la vez en que el humo se extendía, Harry distinguió de inmediato a aquel hombre, su cabello platinado era inconfundible, cualquier persona que lo veía acertaba que era despreciable, sus gestos lo delataban, pero aquella mirada gris se había tornado cálida.
Draco Malfoy buscaba con la mirada entre toda la multitud a una chica pelirroja, parecía desesperado, los invitados e incluso la misma Ginny se limitaban a observarlo sin hacer o decir algo, pero el único que pudo reaccionar fue Ron que, iracundo, se abalanzó sobre él, no quería echar a perder la fiesta de su hermana menor ni armar ningún escándalo que dañara su imagen delante de los funcionarios del Ministerio de Magia, eran igual de altos y ni la mirada de desprecio que Malfoy le descargaba a Ron lo intimidaba, lo sujetó con fuerza del cuello de la camisa y lo empujó hacia la pared fuertemente.
- ¡¿Qué crees que haces aquí, Malfoy?!
-Ni creas que vengo a verte a ti, Weasley – otra mirada de desprecio se hizo visible en Malfoy.
-Entonces a qué se supone que vienes – Ron descargó su ira rompiendo un jarrón que se encontraba cerca del Profesor Dumbledore quien con un simple hechizo lo dejó tal y como estaba segundos antes.
-No vine a darte explicaciones – Draco se sacudía la ropa despreocupadamente donde Ron lo había tomado con anterioridad fuertemente.
-No necesito de tus explicaciones, lo que quiero es que te marches ahora mismo – Ron le señaló con su brazo la puerta de salida
-No me iré – dijo Draco sin alterarse bajando el brazo del pelirrojo lentamente
-¿Ah, no? Estas bajo el techo de mi casa, así que tengo el derecho a indicar quien es bienvenido y quien no, por lo tanto tú no eres bienvenido. Márchate
-No lo haré – insistió rotundamente sin moverse
-Ya déjalo, Ron – se le escuchó decir a Hermione con voz temblorosa, sabía muy bien del temperamento de su amigo y en cualquier momento podía descontrolarse.
-No me digas lo que tengo que hacer
-Ron, tú tampoco deberías de obligar a Malfoy a hacer algo que él no quiera – esta vez fue Harry quien habló.
Los invitados seguían en silencio contemplando la escena, varios intercambiaban miradas pero ninguno se atrevía a decir algo.
- Vete – le ordenó Ron aún más furioso
-Que no lo haré
-¿Y sólo porque tú lo dices?
- No, Ron – una voz tímida e igual de temblorosa que la de Hermione se enfrentó a la del pelirrojo – él no se irá porque lo digo yo
-¿Ginny? – dijo Milton desconcertado aproximándose en donde se concentraba toda la atención, un chico alto, de cabellos oscuros, ojos azules realmente encantadores la tomó del hombro delicadamente, y entonces miró fríamente a Malfoy - ¿Quieres que lo echemos?
-¡No!
-No sé que es lo que te sucede, Ginny – dijo Ron que seguía mirando a Malfoy – pero si no se va, yo le haré el favor – levantó rápidamente su varita: ¡Flipen...
-¡Detente! – Ginny se colocó delante de Draco, de sus rosadas mejillas corría una lágrima – No lastimarás al padre de mi hijo
Enseguida lo único que se escuchó fue un gran sollozo de Ginny y la estrepitosa caída de la señora Weasley al desmayarse.
