sappy, gracias por tu review :) por supuesto que seguiré la historia, únicamente que tardaré en ir colgando los capitulos... estudiar y crear no es compatible a veces ;)
III: Cacería conjunta.
Cuando el camión dio la vuelta a la esquina de Cornwall, Dante vio con estupor que la impresionante Harley ya estaba allí. Miró su reloj para comprobar la hora y después enarcó una ceja, repasando de arriba abajo a la esbelta vampira, que fumaba tranquilamente apoyada en el asiento de la moto. Llegaba con quince minutos de adelanto, y ella ya estaba esperando. Si que era puntual, si. Miró a Mike con algo de sorna.
-No mentía cuando dijo que era asquerosamente puntual…
Mike no le hizo caso, ya que estaba mirando completamente embobado a la hermosa chica rubia que esperaba pacientemente, con el cigarrillo entre los labios. Dante esbozó una media sonrisa divertida antes de darle una palmadita en el hombro y bajar del camión. Se acercó a ella a grandes pasos, sin dejar de sonreír. Realmente verla le estaba alegrando la noche, y la perspectiva de trabajar juntos… interesante. Podría comprobar personalmente cuan eficaz era.
-Buenas noches.
Michelle ladeó su rostro en su dirección y sonrió, sin molestarse en quitarse el cigarrillo de la boca, con los brazos cruzados. Ahora vestía unos ajustados pantalones de cuero negro, muy ceñidos, con un cinturón que llevaba adheridas unas pistoleras a la altura de los muslos, atadas a ellos. Botas altas hasta la rodilla, con placas de acero y de fuerte aspecto, con lo que parecían ser dos vainas acopladas a ellas completaban el aspecto de sus hermosas piernas. Llevaba un top de cuero ajustado, cerrado con cremallera y de cuello alto, y encima la gabardina larga de cuero negro. Bella, perfecta, mortal. Justo como le gustaban. Todo el vistazo duró apenas un segundo y después volvió a clavar su mirada en sus arrebatadores ojos azules, justo cuando ella respondía.
-Buenas noches. ¿Vamos?
-Eres puntual.
-Ya te lo dije.
Dante sonrió aún más y con toda su chulería le dio una palmadita en el hombro mientras ella subía a la moto.
-No vayas muy deprisa, el niño lleva un pesado y complicado camión…
Ella le sonrió de medio lado, encantadoramente, pero muy fríamente y muy, muy sexy… y sin responder arrancó y la moto salió disparada, doblando la esquina con un ruido ensordecedor. Dante se quedó mirando la esquina con sorpresa.
-Será zorra… ¡Mike!
El chico puso el camión en marcha mientras el cazador corría a subirse a él.
-¡Síguela!
-Si, bwana. –Mike aceleró el camión cuanto pudo para doblar la esquina. Y al girarla, vieron que alli estaba la moto, con la vampira girada de medio lado, esperando verles aparecer. Dante vio como una sonrisa divertida afloraba a esos labios rojos como la sangre y una vez más ella aceleró, pero esta vez condujo a velocidad más normal, guiándoles mientras negaba con la cabeza.
Mientras conducía, Mike miró de reojo a Dante.
-¿Quién es ella? No es humana¿verdad?
Dante le miró y sonrió.
-Qué¿te gusta? No, no es humana… y te prohíbo que te acuestes con no-humanos¿te enteras? – rió ligeramente ante la previsible reacción de Mike.
Efectivamente, el chico dio un bote, mosqueado.
-¡Oye¡Ni que tuviera oportunidades y todo! Eres un cabrón, sólo veo no-humanos, así nunca conoceré chicas normales, no te jode… - se quedó pensativo un momento y luego le miró, fulminándolo con los ojos. - ¡Serás mamón¡Tú ya le has echado el ojo!
Dante enarcó una ceja, mirándole.
-No digas gilipolleces, anda… Conduce y calla.
Tras un rato no excesivamente largo, la moto se detuvo junto a la pared de un gran edificio de pisos, en apariencia abandonado. Michelle detuvo la moto por completo y bajó, quitándose la gabardina. La dobló cuidadosamente y la metió en un compartimento bajo el asiento de la moto. Bajo ella, cruzando su espalda y sujeta a sus hombros, llevaba una sobaquera, de la que asomaba la culata de una pistola bastante grande, una Desert Eagle. Acoplada a la sobaquera, en la espalda, había una vaina de cuero negro en la que pendía una espada de antigua y ornamentada empuñadura. El top de cuero no tenía mangas, y en los antebrazos, del codo a la muñeca, llevaba unos extraños armazones de cuero rígido, de aspecto bastante macizo.
Ella se puso a observar una finca descuidada que había al otro lado de la calle mientras el camión aparcaba y Dante bajaba tras dar instrucciones a Mike de que esperara allí a que le llamara para limpiar.
-Y espera aquí, eh… No bajes a menos que yo te lo diga.
Tras un par de tacos del chico, el cazador se acercó pausadamente a la vampira.
-Espero que esta vez tengas el gatillo menos suelto, nena. – en las manos traía dos subfusiles de pinta bastante potente, y en los bolsillos de la gabardina cargadores de balas demoníacas.
-Mis balas aquí no sirven a menos que haya más vampiros del que vengo a buscar. –ella ni se inmutó por la pulla, comprobando las balas del cargador de sus berettas.
Dante le lanzó dos cargadores.
-Toma, quizá te sirvan. No me gustaría que te frieran ese bonito culo antes de tiempo.
Ella tomó los cargadores al vuelo y los metió en las berettas. Perfectos.
-Gracias. ¿Vamos?
Dante asintió e hizo una seña a Mike mientras hablaba con él por el micrófono de la gabardina.
-Probando, Mike… di algo.
-Yo también quiero cazar demonios e ir por ahí con tías que estén buenas… no te jode… ¡capullo!
Michelle soltó una risita, y Dante la miró de reojo antes de enseñarle a Mike el dedo índice de la mano izquierda.
-Te ha oído, idiota.
Riendo, el cazador se volvió hacia la vampira.
-Vamos.
Los dos empezaron a cruzar la calle.
Dante miraba de reojo a la vampira, con disimulo, mientras caminaban hacia la finca. La impresión de que caminaba como si fuera sobre una nube se reafirmó. Contoneaba las caderas con un movimiento tan sensual como natural, como si no se diera cuenta, mientras miraba a un lado y otro de la calle con calma mientras andaban. De improviso un tintineo metálico llegó a sus aguzados oídos, y la miró directamente.
-Tantas armas no te servirán de nada, nena… Solo para que puedan descubrirte con mayor felicidad…
-Tú tienes tu forma de trabajar y yo tengo la mía. Y yo no cuento con tus poderes de demonio.
Dante la observó de más de cerca atentamente. Parecía aún más joven de lo que parecía a distancia, exceptuando sus ojos. Solamente sus ojos demostraban que tenía muchos años, y que habían visto cosas que la habían llenado de dolor y amargura. Con curiosidad se preguntó que historias tendría esa extraña mujer para contar.
-Que poco confías en ti misma, nena… ¿Vamos a llamar a la puerta o simplemente la tirarás abajo de una patada?
-¿Para qué coño quieres llamar a la puerta? – ella le miró con auténtica sorpresa y después su expresión pasó a ser de auténtico sarcasmo, e imitó la voz del cazador. – 'Hola, señor vampiro, abra la puerta haga el favor, que venimos a matarle por invocar demonios, si se porta bien y se deja matar facilito le regalamos una piruleta de tipo A+…' por favor… - puso los ojos en blanco mientras abría la puerta de la cancela y le dejaba pasar primero.
Dante se detuvo y le apuntó con un dedo, clavándolo insistentemente en su pecho, duramente, mirándola a la cara, muy serio.
-Tú eres vampira¡imbécil! Puedes pedirle asilo… Si no sabe que podrías llamar a los Justicars podrías colarte dentro… ver lo que hay o no hay y acabar el trabajo sin mayores problemas. Usa la puta cabeza y no sólo para llevar tu bonito pelo rubio. –alzó la mano para volver a golpearle la frente con el dedo índice, intuyendo que la vez anterior a ella no le había gustado nada. Y acertó.
Ella apartó su mano de un manotazo, enfadada, y sus bellos ojos llamearon, mientras cambiaban de color a un tono violeta, pero antes de llegar a ser rojos, volvieron a su azul normal, y más calmada, susurró.
-Escúchame, gilipollas, es la puta Camarilla la que me envía a cargarme a este grandísimo hijo de puta, y él lo sabe perfectamente¡así que no me hables de algo de lo que no tienes ni pajolera idea!
Dante empezó a mosquearse en serio, pero en el fondo estaba encantado con la discusión. Hacía mucho tiempo que no encontraba a un igual para discutir. Pero los instintos pudieran, y antes de darse cuenta, ambos estaban apuntándose con sendas armas. Michelle tenía el cañón de Ivory clavado en la mejilla mientras una de las berettas de ella presionaba con el cañón la blanda piel de debajo de la mandíbula inferior de Dante.
-¿Y sólo te envían a ti¿A una niña de mierda? Puede tener kilómetros de túneles y laboratorios arcanos, y sabe dios que cosas andarán por ese sitio… y envían a una cría con el gatillo suelto y la lengua también. Manda huevos.
-¡Como si a ti te importara y todo…¡Y mira quién habló de críos de gatillo suelto¡Seguro que tengo más años que tú!
De pronto ambos se dieron cuenta de lo estúpido de la situación y enfundaron de nuevo las pistolas, malencarados. Pero casi enseguida negaron con la cabeza y se giraron hacia la casa de nuevo.
Michelle esquivó la casa y se dirigió a la parte trasera, y cuando Dante la alcanzó se percató de que la vampira tenía los ojos cerrados.
-¿Qué coño haces?
-Huelo.
Dante rió ligeramente, con cara de inocencia.
-Yo no he sido.
Michelle abrió los ojos y le miró, con expresión indignada.
-¿Te cuesta mucho tomarte esto en serio? – pero la sombra de una sonrisa aleteaba en las comisuras de sus labios, y terminó sonriendo de verdad.
-No me cuesta, pero estás mejor sonriendo que con cara de cabreo. – Dante le guiñó un ojo, sonriendo de manera que él creía irresistible. Michelle negó con la cabeza y escrutó el suelo cuidadosamente a su alrededor, olisqueando, hasta que encontró una trampilla de metal, medio camuflada por la hojarasca. Pero la trampilla estaba recien engrasada y nuevecita, con señales de haber sido usada recientemente.
-Mira por donde… Parece que tenemos premio.
Dante se acuclilló a su lado y pasó los dedos sobre la trampilla. Percibió algo oscuro, muy oscuro debajo… una maldad sin nombre… una sensación que ya conocía.
-Ha invocado.
Michelle asintió, sin mirarle.
-Me lo temía. Bueno, yo primero.
-No, yo primero.
-¿Y lo de 'las damas primero'?
Dante sonrió de medio lado.
-No voy a dejar que una dama se enfrente al peligro a solas.
-¡Mira este! Bajo YO, primero, chulo piscinas.
-Y un cuerno. Bajaré yo primero.
Ambos se miraron, fulminándose con la mirada, durante un rato. Luego, Dante sacó una moneda.
-A ver… Cara, bajo yo, Cruz, te quedas aquí arriba. –sonrió taimadamente. Michelle le arrebató la moneda.
-Cara, bajas tú, Cruz, bajo yo.
-Hecho.
La moneda se elevó por los aires y cayó de nuevo en la palma de la mano de Michelle. Ella, sin mirar, la puso al revés en el dorso de su otra mano, y ambos cazadores se inclinaron para mirar. Cruz. Dante resopló.
-Parece que es tu noche de suerte.
Michelle esbozó una enorme sonrisa que dejó a la vista sus blancos dientes y luego abrió la trampilla sin apenas esfuerzo.
