TITULO: REBELDE
Capitulo Dos
Libro: Harry Potter
Pairings: S/B
CategorySlash
Raiting: G, R.
DisclaimerYo no poseo a los personajes de Harry Potter. Ellos pertenecen a J. K. Rowling y a sus respectivos socios comerciales. Esta solo es una historia escrita de fan para fans, sin fines lucrativos.
TiempoHistoria en AU.
LugarLondres, Inglaterra.
WarningEsta historia contiene escenas Lemon. Si no te agrada este tipo de lecturas, entonces ya sabes que hacer se acercó lentamente al pelirrojo a su lado y con ojo inquisidor le miró.
Sean que estaba frente a él sofocó una risita que hubiera sacado de concentración a su pelirrojo amigo, el cual se encontraba mordiendo sus labios y divagando en alguna cosa que ellos desconocían.
¡William Weasley!. Exclamó Steve en tono retador.
El pelirrojo salió de sus cavilaciones buscando el origen de aquel llamado.
¿Qué significa todo esto?. Indagó Steve con fiereza.
¿Qué significa qué?. Preguntó Bill, mirando que Sean seguía aguantando la risa.
Steve, cuyos ojos verdes centellaron ante la respuesta de Bill, le arrebató los anteojos a su compañero y se los puso a un pelirrojo que seguía sin comprender nada.
¿Qué significan esas marcas?.
Bill parpadeó un par de veces, hasta que su celeste mirada se enfocó en uno de sus hombros desnudos, que el rubio Steve había despejado para mayor contemplación del espectáculo.
Tú sabes bien que significa. Exclamó Bill con una sonrisita diabla, ocultando nuevamente su hombro con ayuda de la camiseta.
Yo sé que significa¿pero cómo es posible de que ni siquiera lo ocultes?.
¿Para que?. Como si aquí todos fueran unos SANTOS. Exclamó el pelirrojo, ladeando su cuello y mostrándole a sus amigos los cardenales rojos y morados que también su piel tenía en ese lugar.
Wow. Exclamó Sean colocándose nuevamente sus anteojos.- ¿Quién te dejó así amigo?. En verdad tuviste una estupenda noche. Sonrío Sean, felicitando al pelirrojo que guiño un ojo con descaro.
Steve analizó el rostro de Bill y sin pedir autorización levantó la camiseta roja del muchacho y ahí su boca calló al suelo.
Caramba viejo¿a caso lo de anoche fue una orgía?.Vaya. Volvió a exclamar Sean, al mirar que no solo el cuello y hombros del pelirrojo habían sufrido los ataques de su amante nocturno.
No. Solo fue uno. ¡Pero que uno!. Suspiró Bill, lamiéndose los labios al recordar su noche de pasión.
¿Quieres decir que le permitiste a ese...desconocido marcarte así?. Cuestionó Steve, mirando una vez más los cardenales, pero sobre todo una descomunal mordida muy cerca de su pezón izquierdo.
Fue inevitable. Guiñó Bill con sonrisa en labios.- Y él también recibió regalos míos.
¿Y cuanto duraron?. Quiso saber Sean, que a pesar de pasar por "nerd" era bastante curioso en cuanto a las aventuras de su rebelde amigo pelirrojo.
¡Sean!. Retó Steve, ocultando los cardenales de su amigo a ojos curiosos.
Te diré Sean. Respondió Bill como si no hubiera escuchado el reclamo del rubio.
Que lo hicimos hasta que nuestros cuerpos nos dijeron "ya no puedo". Así que ya te imaginarás.
Sean se sonrojó, pero después sonrío con malicia.
Bill, deberías de darme clases. Guiñó el de anteojos y el pelirrojo solo sonrió.
William Weasley. Dijiste que solo sería algo rápido, no de toda la noche. ¿Por eso llegaste tan tarde a casa?. Indagó el rubio, que al parecer era el más enérgico de aquel trío.
Pues...de verdad me cansé. Cuando desperté era casi de día y solo llegué a ducharme y...aunque anoche también me duché. Esto salió de eso. Comunicó el pelirrojo, haciendo alusión a la marca de dientes que tenía en el tórax.
Steve gruñó y Sean lanzó tal carcajada que la mitad de la cafetería lo observó con molestia.
Aquel primer días de clases, había sido sin duda el más aburrido para Bill, por eso y en cuanto tuvo un tiempo libre se dedicó a recordar lo que la anoche anterior había efectuado y se encontró con que quería más.
Aunque era imposible.
Bill, solo te recuerdo que debes de permanecer atento en tus clases, de lo contrario perderás la beca. Indicó Steve con severidad.
El rubio era un chico demasiado voluble en su carácter y bien podía ser en momentos todo un seductor, o transformarse en un ogro. Pero aun así era muy querido por sus amigos.
Ya lo sé. Suspiró Bill, recordando que si estaba en aquella prestigiosa Universidad, era solamente por la Beca que lo sostenía desde que comenzara con su educación.
Bill procedía de una familia humilde. Jamás le faltó nada, pero tal vez eso influía en que su rebeldía fuera más evidente.
Tenía un carácter noble y amaba a su familia como a nada en el mundo. Pero cuando se trataba de ser él, no dudaba ni un minuto en serlo.
En ocasiones pienso si habremos elegido bien nuestra carrera. Yo voy a dedicarme a la traducción de libros antiguos y Steve a la restauración de materiales antiquísimos. ¿Qué harás tú Bill?.
El pelirrojo miró con atención a Sean y suspiró.
Ciertamente aquella carrera universitaria requería de bastante capital, pero él confiaba en que su suerte cambiaría y que al cabo de su carrera, tendría el respaldo de varios museos o personas adineradas que pudieran sustentar sus aventuras en Egipto.
Arqueología, era su rama y por nada del mundo la dejaría.
Él sabía que había nacido para eso y no se arrepentía de haberse ido lejos de casa para lograr sus mayor sueño.
Yo Sean, seré lo que siempre he deseado: Un arqueólogo o "saqueador de tumbas". Como prefieras llamarle. Guiñó quitándole al aire ese peso que en ocasiones le molestaba. Pues sus amigos se preocupaban por él y su capital.
Steve palmeó el hombro de Bill y Sean le sonrió con sinceridad.
En realidad el pelirrojo era más de lo que aparentaba.
Hey, hola, hola¿cómo amaneció nuestro conquistador número uno?.
La voz de cierta jovencita morena terminó con la "dulzura" en el lugar.
Lidia era la persona que faltaba para completar aquel cuadro tan singular.
La chica era morena, bajita y con cabello oscuro ondulado, pero de ojos tan verdes, que dejaban incluso atrás los del propio Steve.
Tenía ángel y por tal, permanecía en aquel grupo.
Bien. Sonrió Bill, saludando con un beso en la mejilla a su amiga.
Pues me alegro que haya valido la pena tú escape de toda la noche. Guiñó la chica y se sentó al lado de Sean.- ¿Qué te ocurre Steve?.
Déjalo. Le aconsejó Sean.- Está molesto porque Bill no quiere ocultar los cardenales que le dejaron.
¿En serio?. Déjame ver Bill. Sonrió la chica y cuando el pelirrojo le mostró los moretones del cuello, la morena lanzó tal gritito de emoción que alcanzó a fastidiar completamente al rubio frente a ella.
Cállate Lidia. Pidió el muchacho, regresando a su molestia.
Bueno, bueno ya don "mal humorado". E hizo una imitación perfecta de la pecesilla azul que salía en la película infantil "Finding Nemo".
Tal vez por eso de cariño la llamaban: "Doris". Era igual de despistada que la pecesilla.
Bill reprimió la risa. Pensaba seriamente que si su condición sexual fuera distinta, amaría completamente a la morena que gozaba fastidiando a Steve.
¿Ya escucharon la nueva?. Indagó Lidia cambiando de tema.
¿Cuál nueva?. Preguntó Sean.
Pues que a la clase de segundo curso de Arqueología, nos darán Filosofía General. Posteriormente cambiará de titulo. Sonrió la chica.
Steve enarcó la ceja y Bill gruñó.
No me gusta la filosofía. Exclamó Bill con un puchero.- Prefiero Historia o algo así. ¿Por qué a los de primeros años siempre nos ponen materias tan tontas?.
Sus tres amigos se encogieron de hombros. Ellos pensaban lo mismo.
Míralo por este lado. Indicó Sean.- Si logras sacar al filósofo que traes dentro, entonces podrás alcanzar la sabiduría del antiguo egipcio. ¿Es lo que quieres, no?.
Pero no con un vejete loco como profesor. Rió Bill, imaginando la clase de persona que impartiría la clase.
Pues de buena fuente se que es un hombre joven y atractivo. Tal vez pueda hacer que nos guste un poco la clase. Sonrió Lidia, pisando a un Steve que le hacía caras graciosas.
Bill rió cuando Lidia y Steve riñeron. Era usual verlos enfrascados en rabietas y luchas.
Solo el par comprendía el significado de ellas, porque después de indagar al respecto, ni Bill ni Sean lograban dar con el verdadero motivo de estas.
Bien, en marcha entonces. Nos toca Filosofía en el aula "5 E". Indicó Bill consultando su horario.
Después se puso de pie y varias miradas siguieron su figura.
¿Qué te dijo tu madre cuando te miró así?. Cuestionó Lidia dejando a Steve de lado.
Lo mismo de siempre: "Corta tu cabello y vístete decentemente¿a caso no te da vergüenza?". Pero claro, no quise decirle que gracias a esto. Dijo señalando su cuerpo y atuendo.- Es que consigo "acompañantes". Guiñó con seducción.
El trío río. Bill simplemente era incorregible. Así que se encaminaron al aula indicada, a pasar una tarde entre Filósofos antiguos y cosas que no les interesaban.
Sirius bajó de su "Harvy" negra y con naturalidad se quitó el casco que dejó al descubierto su sedosa cabellera negra.
Después y con algo de pereza colocó el candado a su "bebé" y caminó hacia el interior del edificio.
No evitó sonreír a las personas que le habrían el paso o se cruzaban con él.
Aquel primer día en la Universidad era ocasión de contemplar nuevos y viejos rostros atractivos, que podían hacer de su vida en aquel lugar, un poco más divertida.
A su espalda llevaba una mochila negra de tirantes y su look, si fuera estudiante, sería el ordinario.
Gustaba de la moda cómoda y juvenil.
Jeans negros y camiseta azul con letras de una conocida banda de rock en frente.
Usualmente gustaba vestir con más atrevimiento, pero debía acostumbrar a los nuevos rostros a su manera de ser.
Buenas tardes Charlotte. Sonrió a la joven profesora de historia que derramó un poco de café al mirar a quien le saludó.
Hola Sirius. ¿Qué tal las vacaciones?. Sonrió la mujer, limpiando su desorden.
Me hacían falta. No me quejó. Guiñó el hombre, caminando hacia su gaveta en aquella aula de profesores.
Con total naturalidad sacó su carpeta y miró sus nuevos horarios.
Era común en aquella Universidad el orden y los métodos indirectos de comunicación.
Si un profesor tenía que enterarse sobre algo, solo debía acudir a su gaveta en aquella aula y tendrían lo que deseaba.
Por eso no le sorprendió encontrar también anexado, el nuevo plan de estudios de aquel nuevo semestre.
Sigo sin comprender el porque teniendo tanto dinero no emplean las "juntas de profesores". ¿Qué no pueden ser una Universidad normal?. Se quejó el hombre, cerrando su gaveta.
Sabes que este sistema nos ahorra la "vocecilla" adormilada del director. La verdad yo prefiero esto que escucharlo a él. Sonrió Charlotte, saludando a un par de profesores más que en ese momento entraban.
Sirius olvidó el asunto y se dirigió a la mesita donde reposaba la cafetera. El hombre era adicto a la cafeína, por lo que no fue sorpresa mirarlo servirse una taza de café negro bien cargada que le regresó la vitalidad que necesitaba recobrar.
Sus ojos azules se cerraron y no pudo evitar recordar su maravillosa experiencia nocturna.
Su cuerpo tembló y sin ocultarlo deseó obtener aun más de aquel pelirrojo de apariencia rebelde.
Aquello era lo que más llamaba su atención. Pero obviamente no podía hacer nada más que recordar y sonreír con lujuria a sus recuerdos.
Vaya, vaya. Pero si se trata de Sirius Black, el profesor de Filosofía y próximo escritor de esta nuestra prestigiosa Universidad. ¿No les da gusto tenerlo entre nuestras filas?.
La voz mordaz del trigueño Marco Elenin le hizo sonreír con ironía.
Aquel hombre, también profesor, ciertamente le crispaba los nervios.
Hola, Marco. Saludó Sirius sin siquiera mirarlo.
Qué¿el profesor Black amaneció de mal humor?. Sonrió el hombre trigueño, acercándose a Sirius para tomar una gaseosa.
En realidad estoy de excelente buen humor Marco. Sonrió Sirius mirando por vez primera a su interlocutor, quien estaba bastante cerca de él.-Tuve una noche magnífica. Susurró, felicitándose por el estremecimiento que ocasionó en el trigueño.
Vaya. Tan zorro como siempre¿no?. Habló Marco.-El director debería de obtener referencias antes de contratar a su personal.
Si, claro. ¿Eso te incluye a ti Elenin?. Cuestionó Sirius, amando el sonrojo de furia que el hombre evidenció.
Al menos yo no ando exhibiendo mis "regalitos".
¿Envidia?. Exclamó Sirius, girando un poco su cuello para que Elenin mirara mejor sus cardenales.
Ya quisieras. Masculló este, gruñendo por lo bajo.
Sirius amaba molestar a aquel hombre. Era su mayor rival en Filosofía, pero a pesar de todo él siempre salía triunfador. No solo en los conocimientos, sino en la materia.
Los estudiantes por lo general se inscribían en las clases de Sirius y los que no conseguían un lugar con él, eran remitidos a Marco Elenin.
Tal vez por eso el hombre trigueño odiaba a Sirius o tal vez, por alguna otra razón oculta.
Bueno, yo me retiro. Mis alumnos esperan por mi. Comunicó Sirius cerrando aquella "charla".
Eres un haragán Black. ¿Lo sabías?. Desafió Marco con rabia.
No, solo es el privilegio por ser un excelente profesor. Yo elijo mis horarios y como vez, llego más tarde que tú.
Sirius tomó su mochila y se encaminó hacia la salida, saludando a aquellos que le dedicaban una tímida sonrisa.
Marco entonces gruñó cual león enfadado.
Maldito Black. Algún día me las pagarás. Ya encontraré la manera. Susurró el trigueño.
La rivalidad que Marco Elenin se había forjado con Sirius, era milenaria. Pero el hombre de finta rebelde no le tomaba mayor importancia.
Más Elenin si, y como siempre, buscaba afanosamente alguna manera de desterrar de la preferencia a Sirius, el cual según él no era digno de estar en tan prestigiosa y solemne Universidad.
Más solamente él lo pensaba. Sirius en realidad agradaba mucho.
Celos profesionales y tal vez...de algo más.
Bill
Bill
¡WILLIAM!.
El grito propició ricitas en todo el salón y el aludido simplemente frunció el entrecejo.
¿Qué quieres?. Indicó el pelirrojo a su rubio compañero.
Te he estado hablando. ¿En que diablos piensas?. Has estado distraído toda la mañana.
Creo que lo que piense no es público. Respondió el pelirrojo con enfado.
Ya lo sé, pero al menos ten la decencia de atender a lo que te digo.
El rubio se cruzó de brazos y volteó su cuerpo.
Bill entonces aceptó que había sido un poco desconsiderado, pero ciertamente los pensamientos de su apasionada noche no lo dejaban en paz.
Aun en su mente, seguía recibiendo los labios y manos de aquel diestro y atractivo hombre que había sido sin duda el amante más selecto y fantástico que había tenido.
Sirius. Como el hombre se hizo llamar solamente, lo dejó completamente complacido. Cosa que jamás lograba alcanzar.
Su cuerpo temblaba de solo recordar las caricias del hombre y no podía evitar hundirse en los espléndidos recuerdos. Que al final eran eso, recuerdos que no se harían nunca más realidad.
Lo siento Steve. Hoy no es mi día. Se excusó el pelirrojo, dejando que su llamativa coleta roja se posara en su hombro.
Steve sonrió. No podía enfadarse con Bill, pero si podía, al menos, hacerse el "digno".
Esta ofensa te costará un postre en la cafetería, Weasley.
Lo que pidas, amigo. Guiñó el pelirrojo, sabiendo que su "ofensa" estaba saldada.
Hey, que el profesor se ha tardado. ¿Qué ocurrir�?. Indicó Lidia a su espalda.
El aula estaba repleta. Era una de esas clásicas aulas de película, donde los asientos se situaban a desnivel.
Y no era para menos. La Universidad en verdad era prestigiosa.
Lo extraño de todo, era que el aula estaba a reventar y con alumnos que no eran exactamente de "primeros años".
¿Por qué Filosofía es tan asediada?. Indagó Sean, que enfocaba la habitación con mayor claridad.
No lo sé. Pero escuché que esta clase era la mejor y por eso nos he apuntado a ella. Aunque me costó mucho hacerlo. Indicó Lidia, siendo ella la encargada de la elección de clases pares.
Bill solo sonrió. A él en realidad no le agradaba demasiado la Filosofía, pero en cambio Historia antigua era su preferida.
Podía pasar días enteros enfrascado en un libro antiguo, mirando el como los pueblos pasados vivían y se las ingeniaban para subsistir.
Era en lo único en lo que el rebelde William podía quedarse quieto por unos minutos.
Pero debía asistir a aquella materia. No sabía para qué le serviría en un futuro. Pero debía hacerlo.
Creo que ya viene.
Escuchó el pelirrojo que varias chicas decían.
A Bill le pareció una tontería, por lo que regresó a su lectura de Historia de la Antigua Alejandría, y se olvidó por completo de lo demás.
Pero en cuanto la puerta del aula se abrió y los claros pasos del profesor que comenzaba a ascender por los escalones de la puerta trasera se escuchaban, el pelirrojo se percató de que toda la bulliciosa aula quedaba en silencio.
Steve le dio un codazo en el costado para que pusiera atención a lo que sucedía.
El rubio tenía tremenda sonrisa de sorna en el rostro. Steve solía mofarse de profesores incompetentes o de sus compañeros. Así que Bill entonces, indagó el verdadero motivo de aquella actitud.
Más cuando el pelirrojo sonriente también, miraba con atención al profesor que había llegado ya a su puesto original, tuvo que sofocar un grito de sorpresa ante lo que encontró.
¿Qué te ocurre?. Te has puesto pálido. Le susurró Steve a su lado.
Bill negó con la cabeza. Sus gestos eran más de asombro que de espanto.
Sin duda la vida era una Ironía.
Cuando el profesor depositó su mochila sobre el escritorio, sonrió y miró a su "concurrencia".
Como siempre, tenía "sala llena" y la mayoría de los rostros ya los conocía.
Gustaba de mirar a sus alumnos, pero cuando llegó a la primera fila y enfocó su azulada mirada con su similar, su vívido color bajó de improvisto.
Fue entonces cuando Bill sonrió con seducción y se acomodó de mejor manera en el asiento.
Había reñido con Lidia por hacerlos sentar en aquellos lugares, pero sin duda había sido una excelente elección.
Desde ahí su visión era completa.
"Vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí?". Se dijo Sirius mentalmente, regresando la sonrisa cómplice a la primera fila.
Sin duda se había sorprendido tanto como el pelirrojo que seguía observándolo.
Pero ambos eran rápidos en alcanzar la calma y como su porte lo indicaba, recios a exponerla ante tantas personas.
Bienvenidos a mi clase. Pronunció Sirius, desviando levemente su mirada azul de la de un Bill que se mordió los labios con erotismo.- Algunos rostros ya los conozco. Guiñó a un par de chicas que se sonrojaron al extremo.- Otros tantos son nuevos, y los restantes...no tanto. A esta frase miró a Bill, quien despegó un poco sus labios y pasó su lengua por estos.
Sirius solo sonrió por respuesta.
Para los que no me conocen, mi nombre es Sirius Black y durante este semestre haremos un pequeño viaje por lo que es, sin duda, lo mejor del mundo: La Filosofía.
La mitad de la clase suspiró al tono encantador que Sirius empleó ante esta frase.
No es nada común. Susurró Lidia siguiendo detalladamente al profesor.
Es un engreído. Susurró Steve por respuesta.
A mi me parece bastante...justo para la materia. Indicó Sean inspeccionando las palabras del hombre.
¿Qué opinas Bill?.
El pelirrojo que permanecía atento a los movimientos de Sirius, solo sonrió y guiñó un ojo con seducción. Algo que sus amigos no miraron, por la rapidez de la acción.
A mi me parece que es...perfecto.
Vaya. Ha sido sin duda la clase más...encantadora que he tenido en mi vida. Sonrió la joven morena, al salir del aula de Filosofía.
¿Clase?. Si te la pasaste mirando al profesor. Riñó Steve, quien a su parecer la materia y el docente eran inservibles.
Pues yo concuerdo con Lidia. Ha sido una experiencia diferente. Sonrió Sean, limpiando sus anteojos.
Bill movió un poco la cabeza y sonrió a la nada, lo que provocó que sus compañeros lo miraran con extrañeza.
Se ha pasado la clase completa coqueteándole a alguien. Indicó Steve a sus dos amigos en un murmullo.
Si. Por más que quise saber a quien. No pude. Lidia hizo un puchero. Por lo regular su pelirrojo amigo gustaba de elegir partidos atractivos y la chica disfrutaba de admirarlos.
Pues...yo creo que fue al profesor. Indicó Sean y como si de blasfemia se tratara, tanto la joven como el rubio pararon en seco.
¿Estas loco Sean?. Sabes que eso...
Está prohibido. Finalizó Steve, mirando a un Bill conversar con unas chicas.
Sean sonrió. Amaba esos debates.
Se oyen como un par de ancianos del siglo pasado. Bill no es ningún niño. Tiene veinte años y sabe lo que hace. Indicó Sean, procurando que el pelirrojo no los escuchara discutir sobre su intimidad.
Ya lo sabemos y no se lo reprochamos. Respondió Lidia mirando al pelirrojo.
Pero esta Universidad es demasiado prestigiosa y sobrepasa toda expectativa. Si Bill se "encuentra" con un profesor, sería como...
Una expulsión directa. Ya lo sé. Indicó el mismo pelirrojo, que se había acercado a sus amigos.
Los tres chicos guardaron silencio. Bill era un chico que no gustaba indagaran en su vida. Ni siquiera sus amigos.
Nosotros solo...
Les agradezco su preocupación Lidia querida, pero ya soy lo suficientemente grande para cuidarme.
Yo sé en que me meto y descuiden, que las reglas se hicieron para romperse. Guiñó el muchacho, quitándole importancia a tan delicada temática.
Ninguno de los tres chicos objetó nada.
Era sabido que el instituto Universitario en donde estudiaban, era severamente recio en la imposición de normas.
No por nada los mejores alumnos y docentes se encontraban ahí.
La quiebra de alguna regla, por sencilla que pareciera, ameritaba el peor de los castigos contemplados.
Bill gustaba de romper esas reglas. Hasta ese momentos había salido ileso de todo, pero...¿quién le aseguraba que continuaría así?.
Eso era lo que sus amigos temían y ante la posibilidad de un "ataque William", tenían que prevenir.
Cuando Bill se proponía algo, no había poder humano que pudiera hacerlo desistir.
En esos momentos el profesor de filosofía salió del aula, conversando con varios alumnos que embelesadamente le miraban.
Si alguien con la suficiente atención hubiera mirado, habría observado el brillo que cruzó en los ojos azules del pelirrojo Weasley y del profesor.
Un brillo que duró escasos segundos, pero que era muestra clara de que ambas miradas volvían a reconocerse.
¿Recuerdan cuando Jerry regularmente gana a Tom?. Indagó Bill, siguiendo con la mirada a un Sirius que estaba casi fuera de su visión.
Si. Exclamaron sus amigos ante el súbito cambio de tema.
El pelirrojo sonrió con diablura.
Pues creo que un nuevo capitulo viene en camino¿Cómo Tom, casa a Jerry?.
Lidia jaló la camiseta de Steve en una clara tentativa a que dijera algo en contra del nuevo plan de su amigo.
Pero el rubio no dijo nada, solo miró a Bill tan intensamente que de haber sido real el propósito de este, el pelirrojo seguramente estaría ya atado con unas fuertes sogas.
Déjenlo. Él sabe lo que hace. Susurró Sean, aunque no tan convencido de sus palabras como hubiera querido estar.
Bill se lamió los labios y sintió como su cuerpo comenzaba a encenderse.
Por primera vez en la vida iba a ser algo que jamás había planeado: Regresar con un amante.
Sin duda lo excitante de todo sería lograr que el rebelde profesor cediera a él. Sabía que sería difícil, más no imposible.
La cacería, iniciaba.
Sirius dejó las llaves de su motocicleta sobre la mesa del recibidor y tras quitarse su clásica chamarra de cuero, se sentó en el sofá y suspiró con verdadero placer.
Sus manos viajaron entonces a su cuello, donde encontraron por compañía sendas marcas moradas de una pasión desenfrenada.
Sus labios se curvaron en una sonrisa y solo atinó a pronunciar un nombre: Bill.
Era increíble que la vida fuera tan paradójica.
Por la mañana el profesor suspiraba por encontrara a su amante nocturno y en esos momentos, sin ningún esfuerzo, contaba ya con la ubicación de tan sublime y perfecta aventura pelirroja.
Sin duda el mirarlo en la primera fila de una de sus clases lo sorprendió demasiado, pero constató, imaginándolo ya de antemano, lo coqueto que el pelirrojo podía resultar.
Había sido una clase bastante interesante y entre el conceder la palabra a estudiantes "embobados" y atender a que nada del material le faltara, había sido complicado seguirle el juego al pelirrojo quien a cada momento incitaba con cualquier movimiento a sus hormonas.
Sirius rió de buena manera, al pasarse una mano por los ojos.
¿Quién hubiera dicho que en realidad estás prohibido?. Se recordó con sarcasmo, pues perfectamente sabía que en la Universidad en donde estaba, cualquier tipo de relación que fuera indebida, estaba prohibida.
Así que con frustración se hizo a la idea de que el pelirrojo, al igual que muchos más, estaban descartados de su lista.
En ese momento el teléfono sonó, recordándose que debía sentarse frente a su computador y continuar tecleando el libro a medias que aun tenía guardado.
¿Ocupado?.
No, esperaba tú llamada. Sonrió Sirius, metiendo al microondas su cena congelada de ese día.
¿Alguna novedad?. Cuestionó la voz con tono dulce.
Si te refieres a mi vida...no, ninguna. Sonrió sabiendo que era mentira.
¿Y sobre el libro?.
Pues...creo que tampoco.
¡Sirius!. Retó la voz cuando el de cabello negro rió con deleite.
Tranquilízate¿quieres?. Terminaré ese libro aunque me cueste ojeras.
Mas te vale Sirius Black, no pienso permitir que nos demanden por incumplimiento de contrato.
Oh Remus, continua hablando así y terminaré por creer que en verdad no me quieres. Murmuró Sirius con voz aniñada, esa que sabía llegaba al corazón de su mejor amigo.
Y en efecto, tras el auricular un suspiro de resignación se escuchó, muestra de que no había perdido su toque.
Solo trabaja más y distráete menos¿quieres?. Veré si puedo conseguirte un plazo más largo. Añadió el hombre de nombre Remus, que en realidad era un pan de azúcar, como Sirius muchas veces le llamaba.
Gracias, eres un amor. Sonrió el de cabello negro, verificando que su cena se hubiera calentado perfectamente.
Aun no comprendo el como te ayudo en estas cosas. Debería dejarte solo para que escarmientes. Sirius, ya no eres el adolescente de diecisiete años que coqueteaba con medio mundo, desobligado y rebelde. Ya casi tienes...
No me recuerdes mi edad. Gruñó el de ojos azules, abriendo un cajón para tomar cubiertos.- Ya se que ya no soy adolescente ¿pero que tiene de malo que me comporte como deseo?. Nadie se ha quejado, por el contrario, muchos me lo agradecen. Sonrió con lujuria en la mirada.
No le veo nada de malo. Añadió Remus al instante.- Solo creo que deberías comenzar a buscar estabilidad y a una persona con la que puedas compartir tu vida. Sabes que te adoro Sirius y no me gusta verte correr de cama en cama en busca del sexo que calma tus instintos.
Sirius rió un poco. Su idea del sexo no era precisamente la que su amigo tenía en mente.
Te agradezco tú preocupación Remus y sabes perfectamente que yo también te adoro. Suspiró el ojiazul.- Pero por el momento no deseo encontrar eso que dices. Aun debo hacer varias cosas antes de siquiera pensar en estabilizarme, de hecho, no se si crea realmente en el amor.
Remus permaneció en silencio por unos minutos, mientras Sirius memoraba que la única persona a la que había amado en su vida, había muerto a causa de un accidente automovilístico.
Había sido un golpe duro para él recuperarse de todo aquel shock emocional, pero había salido adelante y no estaba seguro de querer volverse a enamorar.
Lamento haber ahondado en este tema Sirius, yo solo quiero tú bien. Susurró Remus con voz acongojada.
Y yo te lo agradezco, pero en verdad estoy bien. Trató de sonreír el de cabello negro, pero las emociones de sus recuerdos comenzaban a envolverlo por completo.
Debo irme Sirius. Comunicó Remus tras maldecirse por revivir el pasado.
¿Qué, a caso Quejicus te está molesto de nuevo?. Bromeó Sirius, recobrando su estado de ánimo.
¡Sirius, no llames así a mi novio!. Se exaltó Remus, procurando no ser escuchado por su pareja.
Es que es inevitable. Solo tú sabes que le ves a esa masa de grasa con...
¡SIRIUS!. Gritó Remus y el aludido se imaginó a un pálido muchacho sumamente exasperado y sonrojado por el enfado.
Sinceramente amaba hacer enfadar a su amigo, más aun cuando su pareja estaba de por medio y él se ensañaba con él llamándole con infinidad de apelativos.
Y es que Black y Snape, la pareja de su amigo, no podían ni verse en pintura.
Algo gracioso, a pesar de las cosas.
Buenas noches. Pronunció Remus, para ser él mismo quien cortara la comunicación de tajo.
Siius rió un poco más. Remus detestaba que él insultara a su pareja pero era inevitable, así como lo era su amistad y que el pálido chico fuera su editor.
La vida era una paradoja al fin y al cabo.
Depositó el teléfono en su lugar y después se sentó a la mesa a tratar de degustar algo que al final dejó de lado.
No le reprochaba nada a Remus, pero su charla había abierto en él heridas que creía curadas.
James. Suspiró, evocando la imagen del que él creía su único y verdadero amor.
Habían sido amigos, los mejores desde siempre, pero al cabo de los años James se había casado con una buena amiga y él entonces había ocultado su amor en el fondo de su corazón, hasta el día en que una sollozante Lily le había llamado comunicándole que su esposo, el amor de su vida, había muerto en un accidente.
Recordó entonces el frío y las lágrimas en sus ojos.
Sus esperanzas y razón de vivir se habían marchado.
Desde entonces vagaba por el mundo, procurando no enamorarse, solo disfrutar. No quería amar y volver a perder.
¿Entonces porque escribo sobre el amor?. Se preguntó con sorna, moviendo la cabeza de lado a lado.
Pasando de largo su computador, se dispuso a ducharse y a entrar en su cama. Por esa noche solamente se olvidaría del sexo, del pasado y del vacío que en verdad sentía en su interior.
No quería pensar en nada, ni siquiera en un par de ojos azules que hacían juego perfecto con un cabello color de fuego.
CONTINUARÁ...
Gracias por el apoyo, espero que el capitulo les haya gustado.
Leo todos los comentarios.
Gracias de nuevo y bueno, mis locuras continúan
KATRINNA LE FAY
