TITULO: REBELDE
Capitulo Tres
Libro: Harry Potter
Pairings: S/B
CategorySlash
Raiting: G, R.
DisclaimerYo no poseo a los personajes de Harry Potter. Ellos pertenecen a J. K. Rowling y a sus respectivos socios comerciales. Esta solo es una historia escrita de fan para fans, sin fines lucrativos.
TiempoHistoria en AU.
LugarLondres, Inglaterra.
WarningEsta historia contiene escenas Lemon. Si no te agrada este tipo de lecturas, entonces ya sabes que hacer se miró varias veces en el espejo antes de dar su aprobación total a lo que veía.
El conjunto de esa mañana consistía en unos jeans azules bastante ajustados, junto con una camiseta sencilla de color rojo oscuro, que marcaba perfectamente su torso plano y resaltaba sus brazos blancos pero ejercitados.
Cepilló su cabello demasiadas veces, hasta que cada hebra roja supo que debía permanecer en su lugar y sin defecto alguno, sujetos como siempre en la coleta atractiva que combinaba con el zarcillo en la oreja izquierda del muchacho quien sonrió ante el toque final: perfume. Del más fino que tenía y gracias a sus amigos.
Ese que utilizaba solo en ocasiones especiales y que más de una vez le había funcionado a la perfección.
Se mordió los labios, dejando en ellos el efecto rojo que deseaba y antes de salir procuró tomar su mochila. No podía faltar su objeto casual de "simple estudiantes".
Durante toda la noche había estado divagando en escenas que su cabeza no dejaba de idear.
Muchas de las cuales eran sin duda producto de sus más secretos deseos y que por primera vez las miraba con un rostro perfecto como protagonista: Sirius Black.
Bill era demasiado joven tal vez para algunas cosas, pero sin duda muy experimentado para otras y aunque jamás en su vida se había sentido tan atraído hacia alguna persona en particular, en ese momento si experimentaba la sensación de querer obtener algo como fuera y a como diera lugar.
No era pretencioso, era bastante noble, pero en cosas que tenían por protagonista a la letra "s", él era impaciente y porque no decirlo, el número uno.
Wow, Bill, te has esmerado el día de hoy. Lo aduló Lidia, quien leía un tanto aburrida el diario matutino que Sean solía comprar por las mañanas.
Gracias. Quiero causar buena impresión. Sonrió el pelirrojo, ocultando que el profesor de filosofía era en realidad "viejo conocido" de él.
Solo espero que sepas lo que haces Bill. Guiñó la chica, deseándole lo mejor a su amigo.- Y claro, que Steve no te vea o juro que va a ponerte una gabardina muy larga sobre los hombros. Rió la de ojos verdes, recordando la polifacética personalidad de su rubio amigo y compañero de departamento.
Bill rió también, pero no le tomó demasiada importancia. Sus amigos respetaban su vida y decisiones, y no planeaba hacer nada del otro mundo, solo..."cazar de nueva cuenta a un excelente e inolvidable amante".
El pelirrojo sabía que no le era indiferente a su "profesor", por lo que sería sencillo alcanzar su objetivo cuando hacía dos días apenas había logrado acostarse con Sirius Black.
Así que revolviendo los cabellos de su amiga, salió hacia la universidad. Ese día él tenía clases más temprano y claro, aprovecharía para buscar a su "presa".
Marco Elenin caminó a paso lento hacia el interior de la universidad. Usualmente era sonriente, al menos en algunas ocasiones y con sus amigos, pero en la universidad era todo lo contrario.
No se dudaba de sus capacidades como profesor, en realidad era muy bueno, pero odiaba que las personas rebajaran sus posibilidades.
La filosofía siempre fue para él una segunda oportunidad de mirar a la vida de diferente manera. De tocarla y de besarla como muy pocos podían hacerla.
Para él era algo sagrado y sin duda pensaba que ciertas personas, para ser más preciso, "colegas", no le daban la importancia real a tan bonita rama.
Encontró, sin creerlo demasiado anormal, a Sirius Black conversando animadamente con un grupo de jóvenes alumnas que reían estrepitosamente ante los comentarios y coqueteos del profesor.
Elenin gruñó y paso de largo al grupo.
Él era de la idea de acatar las reglas como tal, cosa que Black no hacía y odiaba.
Hablando con sinceridad, llevaba bastantes años tratando de encontrar un punto débil en el hombre de faz atractiva, pero hasta ese momento aun no daba con él.
Era como si el seductor hombre lo diera y lo reservara todo por igual.
Era sin complicación alguna, un hombre especial e interesante, que tal vez en otras circunstancias él habría apreciado mejor.
Se te ve enfadado Marco. Sonrió Charlotte al mirar al joven hombre entrar al salón de maestros.
¿Cómo quieres que esté con ese Black rondando la escuela tan temprano?. Terminó de decir, como si el mundo en realidad debiera estar conciente de su estado de ánimo.
Lo siento, pero no comparto tu punto de vista. Sonrió la mujer, bebiendo rápidamente de su café y verificando la hora en el reloj sobre la puerta.-Debo irme, mi clase está por iniciar y no quiero que me dejen plantada. Sonrió la profesora de Historia, tomando su bolso y útiles para después salir a toda prisa hacia su siguiente clase.
Elenin gruñó. Odiaba a los que compartían simpatía hacia Black.
Pero cuando se sintió solo y sin ojo alguno que pudiera mirarlo, suspiró.
En realidad aun no encontraba el porqué de ese sentimiento que lo hacía enfadar.
Se miró en un pequeño espejo junto a la mesa de servicio y observó que en realidad era atractivo. Su gusto por la ropa formal era tal vez lo que lo hacía ver demasiado inaccesible y claro, también su carácter dentro de la Universidad.
Más la mayoría de sus amigos lo apreciaban en el alma.
Dejó que su mano despeinara un poco sus cabellos perfectamente acomodados y sonrió ante la imagen informal que el espejo le regresaba.
Él podía ser y hacer lo que quisiera. Él podía dejar de aparentar y él podía...
Buenos días. Oh, pero si solo estás tú.
La voz de Sirius al entrar en la habitación desvaneció sus sueños, para que inmediatamente su careta de frialdad suplantara la sonrisa antes expuesta.
Black. Repitió, acomodando su cabello y acercándose a su gaveta.
¿Amanecimos de mal humor?. Chispas, que mal. Te recomendaría algo para eso pero simplemente me es imposible lidiar con tan suprema carga de carácter. Rió Sirius, tomando algunas hojas que le esperaban ya con su nombre.
Marco gruñó. Si alguna vez había pensado que el hombre frente a él era agradable, en ese momento todo se desvanecía.
Sirius Black era desagradable y nadie le quitaba de la cabeza que no podía continuar dentro de aquella institución.
Me voy, solo vine por esto. Una de mis clases está por empezar y...¿pero a quién le hablo?. No creo que la pared me responda. Adieu. Se despidió Black tras lanzar al aire una de sus sonrisas de burla.
Elenin estalló, estrellando una de las tazas de café en el piso.
Maldito seas Sirius Black, verás que encontraré la manera de vengarme de t,i ya sea lo último que haga en este maldito mundo. Gruñó, sin evitar plasmar en sus rasgos el fino odio que sentía por su colega. Un sentimiento que provenía de otro rechazado.
Sirius amó, como siempre, el rostro enfadado de Marco y se apuntó otro punto a su favor.
Aquello era para él un deporte. Tal vez porque gozaba del enfado de ciertas personas o porque le recordaba su adolescencia, esa donde solía hacer enfadar al novio de su amigo Remus en arrebatos de rabietas terribles, que él disfrutaba con sonoras carcajadas.
Es que me recuerdas mucho a Quejicus. Rió Sirius, deteniéndose para reír a pulmón abierto ante aquello que hasta ese minuto se había percatado.
Te dije que no llamaras así a mi novio.
La voz a su espalda lo exaltó, pero tras ver el rostro de quien le hablaba, retomó su risa.
No se porque tú empeño en molestar a Severus. ¿A caso esa es tú manera sádica de entretenimiento?.
Un par de ojos dorados indagaron dentro de los azules que sonreían con burla.
Pues...solo con él. Sonrió Sirius, ganándose un pequeño golpe en su hombro.
Oye, me dolió.
Pues para la otra no será precisamente en el hombro. Anunció el joven de dorada mirada, que tras alejarse un poco de Sirius Black, pudieron reconocerse mejor sus suaves facciones, su delgada figura y su tono pálido de piel.
Oh, Remus, no te enfades conmigo. ¿Qué hago yo sin ti?. Musitó Sirius, haciendo un puchero que solo provocó la risa de su amigo.
Sirius, no se como logras que no pueda enfadarme contigo.
Es que soy irresistible, muñeco. Guiñó el de cabello negro, haciendo reír completamente a su pálido compañero.
Sirius entonces no evitó el impulso de abrazar a su amigo, el cual y tras la risa regresó el abrazo.
¿A que debo tu vista tan temprana?. Susurró Sirius, sintiéndose protegido en la intimidad de aquel abrazo exclusivo de Remus Lupin.
Solo quise visitarte antes de ir a la editorial y claro, para comunicarte que te han concedido un plazo más largo.
Sirius, mirando la soledad del pasillo, reposó su cabeza en el hombro de su amigo y se dejó mimar como cuando se sentía demasiado triste o desesperado.
El aura de Remus era maravillosa y eso Sirius lo apreciaba en el alma. Más en esos momentos en los que necesitaba de total y franco cariño.
No sé como consigues cosas que nadie más puede.
Es que no todos tienen mi toque. Guiñó Remus y el de cabello negro asintió a ello. Remus Lupin tenía un toque especial que podía abrirle mil puertas al instante si quería.
Es bueno tenerte a mi lado.
Yo siempre estaré a tú lado Sirius. Eres mi mejor amigo. Murmuró el de ojos dorados, acariciando un poco el lacio y largo cabello azabache.
Lastima que quejicus no te suelta para nada más.
¡Sirius!. Retó Remus y ante esto el aludido lanzó una carcajada. Cómo amaba ese apelativo.
No entiendo el porque siempre agredes a mi Sev. Remus se cruzó de brazos cuando Sirius se apartó de él riendo.
Es que "ese" es una cosa espantosa. Solo tú le encuentras lo atractivo.
Pues para mi lo es, aun más en la ca...
Los colores subieron al rostro pálido de Remus, cuando escuchó que había hablado demasiado.
Él era un muchacho recatado y algo reservado en cuanto a su intimidad y aunque podía escuchar todo lo que su mejor amigo hacía, no era lo mismo con él.
Remus, me sorprendes. Sonrió con cierta maldad el de cabello negro, haciendo sonrojar aun más al pálido muchacho.- Pero al menos sé que te hace feliz tener sexo con él.
Para algo debía de ser bueno, no solo para lanzar gritos de "suéltame Black o te acusaré con el director". Imitó Sirius, riendo de solo recordar sus juegos en la secundaria.
El de ojos dorados prefirió no decir nada y recuperar el color. Entre más defendía a su novio, Sirius más lo agredía. Con el paso del tiempo comprendió que era la fraternal manera que su amigo tenía de protegerlo de cualquier daño.
Lo agradecía, pero en ocasiones pensaba que era demasiado.
Ejem...olvidemos el asunto¿quieres?.
Ah, no, no lo haremos. Quiero que me digas si al menos vale la pena tener sexo con ese papanatas de Snape grasoso.
Anda, dímelo.
Remus negó, sintiendo que el color rojo regresaba a sus mejillas.
No te diré algo tan personal Sirius Black.
Oh, vamos Remus. Dime al menos si te hace gemir con intensidad.
¡SIRIUS!. Gritó Remus mirando en derredor, comprobando que nadie los había escuchado.
Entonces el de cabello negro acorraló al de ojos dorados contra la pared y una seriedad inusual atravesó sus rasgos blancos.
Remus tragó con fuerza. Sirius no solía ser tan serio y algo no estaba demasiado bien en todo aquello.
¿Si...rius?. Tartamudeó Remus cuando el de cabello negro se acercó peligrosamente a él, mientras sus azulados ojos miraban los suyos.
Remus
¿Si?.
Cerca, muy cerca...respiraciones agitadas y un Remus tembloroso de hacer algo contra aquel acercamiento indebido.
Remus...
Voz muy lenta y cerca del oído del pálido muchacho. ¿Qué estaba sucediendo?.
Remus...anda, dime¿si¿si¿si?.
Sirius rió cuando pronunció aquellas palabras, ganando solo un golpe bastante fuerte en su brazo derecho.
Eres un insoportable Sirius Black. Sino fueras mi amigo ya te habría...arggg. Gruñó el siempre paciente Remus Lupin, admirando como su mejor amigo se doblaba por la risa.
Sirius volvió a abrazar al enfurruñado Remus, esperando que la acción lo reconciliara con su siempre cordial amigo.
Lo...siento. Es que no puedo...resistirme. Decía aun entre risas, escuchando que poco a poco Remus también comenzaba a reír.
Ambos, abrazados, rieron cual niños al realizar una broma.
En su infancia habían sido los mejores bromistas del mundo, pero en ese momento tal vez la risa era necesaria para la tensión, relajación y vida de los dos hombres que habían olvidado lo que aquella pequeña palabra podía conllevar.
Después de un momento, decidieron tranquilizarse y quedar unos minutos en aquella posición que les beneficiaba tan plácidamente.
El pasillo continuaba desierto. Muchos alumnos se encontraban en clase y otros ni siquiera habían llegado aun.
Pero ciertamente hubo uno que por azares de la "causalidad" llegó a aquel pasillo, encontrando una escena que no le gustó demasiado.
Sus ojos azules se ensancharon y lentamente sintió como cierto sentimiento terminaba por abrumarlo un poco.
Bill parpadeó varias veces, pero No, la escena continuaba ante sus ojos.
¿Qué era lo que hacía su presa abrazado a ese hombre pálido?.
No lo sabía, pero trataría de averiguarlo.
Lo siento. Se disculpó hablando en voz alta.- No sabía que a estas horas de la mañana los profesores solían tener sus encuentros amorosos en el pasillo.
Si, golpe bajo e hiriente, pero Bill era un Rebelde de normas y vida de corazón.
Sirius escuchó la voz suave pero molesta, y en el acto se desprendió del calor de los brazos de un Remus sonrosado y a punto de salir corriendo del lugar.
Oh, buen día señor Weasley. Sonrió Sirius quitándole importancia a la escena y oración del chico.
Bill frunció un poco el entrecejo. ¿A caso Black no había escuchado su comentario?.
Observó a Remus y no se inmutó siquiera en mirarlo descaradamente de arriba a abajo con cierta indagación.
No era demasiado atlético ni musculoso. Pero ciertamente tenía un aura atractiva.
Gruñó por lo bajo. Aquello no le daba buena espina.
Sirius sonrió discretamente, mirando que su "alumno" recorría con la vista a su mejor amigo.
Así que él hizo lo mismo con el pelirrojo que esa mañana lucía verdaderamente apetecible.
Lamió sus labios con igual discreción y procuró mirar con más detenimiento el cómo los jeans se ajustaban a las piernas torneadas y perfectas del muchacho.
Sin duda un manjar para deleitar la pupila.
¿Se le ofrece algo señor Weasley?. Indagó Sirius momentos después.
Bill viró hacia el de cabello negro y enarcó una ceja. No le gustaba que precisamente él lo llamara con aquel apelativo tan formal.
Pero eso podía cambiar de inmediato.
Nada, Sirius. Sonrió. ¿No merecía aquella excesiva confianza hacia un profesor una sanción?. Si, pero a él no le importó.
Por eso puso su mejor pose de seducción, invitando silenciosamente al de cabello negro a entrar en acción.
Sirius entendió el mensaje. Habría querido lanzarse sobre el pelirrojo. En verdad lo deseaba, pero debía respetar las normas.
Al menos era tal vez lo único que su carácter le permitía no romper.
Entonces le sugiero que continúe su camino señor Weasley. Las clases comenzaron y un alumno no debe estar fuera de ellas.
La fría respuesta de Sirius desilusionó un poco a Bill, quien sintiéndose derrotado por esa ocasión asintió a las palabras del profesor y continuó con su camino. Eso si, avanzando de manera sugestiva, sin rayar en lo excesivo. Solo lo justo, para la sugestión.
Sirius siguió muy de cerca al joven pelirrojo y mentalmente alabó el contoneo de aquel cuerpo que conocía a la perfección.
Lamió sus labios e hizo lo imposible por controlar sus instintos. Seguramente de lo contrario saltaría sobre el muchacho.
Remus miraba todo con atención y no supo si la sonrisa maliciosa que se formó en sus labios era para bien o para "jugar".
Es un bombón. Murmuró Sirius, regresando su atención a su amigo.
Lindo muchacho¿es tú estudiante?. Remus fingió demencia.
Si. Respondió el de cabellera negra, pensando aun en Bill.
¿Entonces...?.
¿Entonces que?. Indagó Sirius sin comprender.
Vamos Sirius, esa mirada no la tienes todos los días. Es bastante atractivo y al parecer de tú gusto. Sonrió Remus con picardía.
Ah no, él no. Negó Black con risa en labios.- Ya sabes que me comerían vivo si hago lo que estás pensando.
El pálido muchacho rió. Ahora era su turno de divertirse un poco.
Si no te conociera entonces creería en lo que dices. Pero eres Sirius Black. Tú lo puedes todo cuando deseas algo. ¿No me digas que ahora las normas de la escuela te detendrán a ti, el gran rebelde del colegio?.
El aludido sonrió ante la sarcástica frase de su amigo. Para él no había imposibles, pero ciertamente ya había descartado al pelirrojo y no podía retractarse aunque quisiera "tenerlo" nuevamente.
Pues siento informarte que esta vez así será.
No lo creo. Sonrió Remus con incredulidad.
Pues hazlo. Ese chico está prohibido...aunque ya me acosté con él. Murmuró lo último. No deseaba rebelar aun nada sobre su encuentro con el pelirrojo Weasley.
El de ojos dorados solo rió. Tal vez su amigo solo se estaba haciendo del rogar.
Bueno, lo que digas. Solo...
¿Solo?.
Nada. Pensé que continuabas siendo el mismo Sirius seductor de siempre. Pero creo que me equivoque. En fin. Te veré después, solo he venido de paso.
El muchacho pálido se encaminó hacia la salida con sonrisa en labios. Él conocía demasiado bien a su amigo como para no saber sus intenciones.
Y claro, después de sus palabras, solo era cuestión de tiempo para lo inevitable.
Más pronto cae un hablador que un cojo. Susurró Remus, cuando tras un guiño desapareció de la vista de su amigo.
El de ojos azules solo río, retomando su camino.
Remus estaba equivocado si pensaba que con su jueguito de palabras caería.
No, él ya había tomado una verdaderamente difícil decisión y no volvería a tocar al joven Weasley.
Aunque me vuelva loco. Mencionó, verificando su reloj de muñeca.
La clase de Filosofía de esa tarde finalizó igual que siempre: con ovaciones y con deseos de que durara más allá de una hora.
Los estudiantes comenzaron a abandonar el aula con renuencia, esperando que llegara la siguiente oportunidad de volver a ver al atractivo profesor Black, que hacía sin duda de sus clases algo especial.
Bill, como desde el primer día, se sentó en la primer fila, siendo este el lugar más asediado por todos.
Recogió sus libros con total lentitud y los guardó en su mochila.
Sus pensamientos continuaban vagando sobre el encuentro que había tenido con Sirius y su...¿amante, novio?. No sabía, pero si le molestaba el hecho de haberlo encontrado tan cerca del otro hombre.
Maldición. No te intereses demasiado Bill. Se dijo así mismo, procurando no perder los estribos totalmente.
Colgó su mochila al hombro, bajó tres escalones y se dirigió a la puerta de la parte baja del aula.
Cavilando en sus propios problemas y sentimientos, no se percató de que una mirada azul le seguía con atención. No hasta que una voz varonil y profunda le llamó.
Espera un momento. Deseo hablar contigo.
Bill paró en seco y giró casi instantáneamente hasta donde la voz provenía.
Sirius le estaba pidiendo que se quedara y eso él lo miró como una oportunidad, por eso volvió a morderse un poco los labios y a impregnar en ellos un color rojizo carnoso que sin duda resultaba más que apetecible.
Caminó hasta situarse muy cerca del profesor, quien prefirió no mirarlo para evitar tentaciones indebidas.
Dime. Ofreció Bill con total confianza, imprimiéndole a su voz un toque de coquetería infalible.
Sirius sonrió mentalmente, el muchacho sabía lo que hacía. Sin duda alguna un "rebelde de corazón".
Dejó su carpeta sobre el escritorio y tras asegurarse de que no quedaba nadie más dentro del aula, habló con inusual seriedad.
Voy a pedirle un inmenso favor señor Weasley. Habló sin tutear.
El pelirrojo asintió sin dejar su porte seductor.
No vuelva a indagar de esa manera en mi vida privada. Si mantengo mi distancia con usted, al menos espero reciprocidad. No le he dado motivos para que aparezca de manera descarada indagando sobre mi vida, mucho menos sobre las personas que la comparten.
En otras palabras, manténgase lejos de mi privacidad.
Bill abrió sus ojos azules con inmensa impresión, mirando que Sirius hablaba más que en serio.
Decepcionado ante su nuevo y directo fallo, asintió con toda la dignidad que le fue posible recolectar y giró sobre sus pasos sin esperar nada más.
¿Por qué estaba fallando de tal manera?.
¿A caso había perdido el toque?.
¿O sería a caso que Sirius en verdad no deseaba nada con él?.
Pero yo vi su deseo. Murmuró casi llegando a la puerta.
Ah, y otra cosa señor Weasley. Pronunció Black con total tranquilidad.
Bill se dio la vuelta, esperando encontrar una retractación de lo pasado, pero lo único que encontró fue la misma pose distante de hacía momentos.
Dime.
No vuelva a llamarme con tanta familiaridad. Soy el profesor Black. Qué no se le olvide.
Bill se sintió herido en su propio orgullo de rebelde sin causa, por lo que volviendo a girar salió del aula con el rostro sonrojado, sin despedirse siquiera de su interlocutor.
Es lo mejor. Suspiró Sirius, sintiendo que tal vez si el pelirrojo se quedaba más tiempo a su lado, no resistiría el impulso de lanzarse, acorralarlo y besarlo con pasión.
Solo el cielo sabía cuanto le atraía aquel chico prohibido.
No, no, no, no. Repetía Bill con verdadera rabia. ¿Por qué le salían las cosas mal cuando su plan era infalible?.
Se detuvo y golpeo despacio pero repetidas veces su frente contra la pared.
¿En qué fallé, en qué?. Yo sé que me desea tanto como yo a él. Yo sé que no ha olvidado esa noche al igual que yo.
Si nos anhelamos tanto¿por qué no puede dejarse llevar por sus deseos?. Maldición. Dijo, reanudando su marcha hasta la biblioteca. Sin duda a parte de fallar en su plan "infalible", había recibido una humillación y un sonrojo de cierta frustración en el rostro.
Momentos después se sentó en la mesa de la biblioteca tras un gruñido bastante sonoro para el volumen permitido en el lugar.
¿Y ahora que te sucede?. Sean le miró con bastante asombro. Bill casi nunca se enfadaba.
Nada. Volvió a gruñir el muchacho, dejando caer la mochila en el piso.
Sean miró a Lidia y esta alzó los hombros. No entendía el estado anímico de su amigo cuando en la mañana había sido perfecto.
¿Por qué te retrasaste tanto¿algo anda mal?. Indagó Steve, dejando la enciclopedia de lado.
No. Murmuró Bill, sacando un par de libretas de su mochila.
Lidia le hizo una señal al rubio de que no continuara indagando. Si el pelirrojo no deseaba hablar entonces no lo haría.
Los tres chicos asintieron en silencio, retomando sus deberes.
Solo un par de minutos habían pasado, cuando la molesta voz de Bill los sacó de concentración.
Me riñó.
Los tres le miraron sin comprender.
El tonto profesor de Filosofía me riñó.
¿Te retó?. ¿Qué hiciste?. Susurró Sean con algo de emoción.
El pelirrojo gruñó nuevamente, pero terminó por explicar el motivo de su enfado.
Cuando el relato terminó, los tres rostros frente al pelirrojo hicieron un esfuerzo grande por no reír.
Era la primera vez que Bill fallaba y que se sentía tan curiosamente ofendido.
Yo creo que es una señal de que no sigas adelante. Comunicó Lidia, superando su risa.
Yo también lo creo. No es sano que persigas al profesor de esa manera. Mejor que sean así las cosas. Indicó Steve, mirando de soslayo su enciclopedia.
Pues yo creo que ha sido el mejor reto que te han dado en toda tu vida. Rió Sean, tapando su boca para no ser reprendido.
Bill gruñó y frunció el entrecejo. ¿Cómo se suponía que él saliera adelante sin el apoyo de sus amigos cuando estos hacían todo lo contrario?.
Sin duda aquel no era su día.
No te enfades Bill. Es solo que...
Olvídenlo¿si?.
El pelirrojo guardó sus cosas y se incorporó de la silla. No estaba para bromas.
Cuando el chico salió, el trío rió con bastante simpleza.
Pobre Bill. Ojalá esto le enseñe a desistir.
¿Tu crees?.
Apoyo a Lidia. Informó Steve con conformidad.
No se hagan demasiadas ilusiones. Bill no es de los que se quedan quietos cuando algo desean.
Lidia y Steve miraron a Sean quien regresaba a su lectura.
El de gafas tenía razón. Bill no se quedaba con los brazos tranquilos y aquello en lugar de causarles gracia, los incomodó un poco, seguramente el pelirrojo tenía un plan de reserva.
CONTINUARÁ...
Agradezco enormemente su espera y sus comentarios.
Tal vez esta historia no sea una de las más asediadas ni leídas, pero me conformó con saber que unas pocas personas la siguen y claro, con escribirla pues es mi inquietud desde hace un tiempo.
Un saludo afectuoso y espero que el capitulo haya sido de su agrado, su amiga:
KATRINNA LE FAY