TITULO: REBELDE
Cuatro
Libro: Harry Potter
Pairings: S/B
CategorySlash
Raiting: G, R.
DisclaimerYo no poseo a los personajes de Harry Potter. Ellos pertenecen a J. K. Rowling y a sus respectivos socios comerciales. Esta solo es una historia escrita de fan para fans, sin fines lucrativos.
TiempoHistoria en AU.
LugarLondres, Inglaterra. semanas habían pasado desde aquel episodio en el aula de filosofía.
Bill se mantenía al margen de toda situación, lo que incluía por supuesto a cierto profesor.
El pelirrojo ya no se sentaba en primera fila, sino en las últimas y pasaba toda la hora de aquella clase leyendo sobre Historia antigua o preparando cualquier otra clase que tuviera pendiente.
Su forma de vestir también había cambiado, y aunque el pelirrojo se veía perfectamente bien con cualquier atuendo, ciertamente no era lo mismo mirarlo vestir con esmero que con simpleza.
Sirius comenzó a notar el cambio. Había alejado al pelirrojo y eso en vez de alegrarlo, lo mortificaba.
Ya no habían coqueteos ni sonrisas pícaras.
Ya no había ojos centellantes ni necesitados, mucho menos el deseo que era común mirar en los azules ojos de Bill Weasley.
Si, Sirius había perdido al pelirrojo y aunque se esmeraba en no admitirlo, extrañaba las pequeñas muestras de halagos o sensualidades que se obsequiaban mutuamente.
La clase de aquel día finalizó similar a las de siempre, pero en lugar de que los ojos de Sirius se enfocaran en sus libros y mochila en el escritorio, buscaron con insistencia la figura de cierto chico que ese día portaba pantalones negros y playera blanca.
Demasiado común si se trataba de cualquier persona, más no para Bill. Él era diferente.
El profesor miró bajar a su alumno en compañía de cierto rubio que ya antes había visto con el pelirrojo.
Tal vez eran amigos, tal vez no, pero ciertamente pasaron a su lado sin siquiera mirarle, o al menos lo que el profesor deseaba era que sus "iguales" lo buscaran y le proporcionaran esa chispa que deseaba en realidad.
Cuando ambos muchachos salieron del aula, Sirius se permitió suspirar hondamente.
¿Qué sucedió Bill?. Pensé que eras más persistente, pero tal vez me equivoqué. Musitó, guardando sus cosas en su mochila.
¿Se te escapó el muchacho?. Que mal. Debiste actuar cuando pudiste hacerlo.
La voz en la puerta solo le hizo mover la cabeza con negativa.
Era lo mejor. No quiero perder este trabajo Remus y él, como ya te lo había dicho: está prohibido.
Ese día Remus había invitado a comer al de cabello negro, con el fin de charlar sobre los aspectos más importantes del libro de Sirius.
Si ese jovencito en verdad está "prohibido", como tú dices¿por qué entonces tienes esa sombra de decepción en tú rostro?.
Sirius gesticuló y trató de mantener su usual y despreocupada sonrisa de siempre.
En verdad¿por qué se sentía decepcionado cuando él mismo había propiciado ese final?.
Tienes razón. Soy un tonto. Pronunció quitándole valor a sus "penas".- Vamonos antes de que cierren ese restaurante de comida italiana¿por qué puedo comer lo que quiera verdad?. Bromeó Sirius y Remus solo asintió.
Sirius caminaba con el rostro alegre, saludando y bromeando cual era su costumbre, pero no en vano Remus conocía perfectamente bien a su mejor amigo.
Sin duda el chico pelirrojo que había conocido hacía algunos días, era bastante más que una aventura para Sirius.
El de ojos dorados pensó que era la primera vez que miraba verdadero interés en los ojos de su amigo, claro, aparte de James.
Tal vez era deseo reprimido y frustrado. Tal vez solo sería cuestión de una noche para que todo en Sirius regresara a la normalidad. Pero aventura o no, Sirius Black se miraba diferente y el "culpable" era el atractivo pelirrojo Weasley.
Debo hacer una observación. Llamó Steve al sentarse con Bill en la cafetería.
Dime. Sonrió el pelirrojo, mirando el menú de ese día.
Deseo felicitarte por tu buen comportamiento. Guiñó el rubio, quien palmeó fraternalmente el hombro de su amigo.
Bill parpadeó sorprendido, pero de inmediato comprendió a lo que el rubio se refería.
No es buen comportamiento Steve, tan solo...pongámoslo como un "Braque". Sonrió, pidiendo un sándwich de jamón y queso.
¿Cómo es eso?. Indagó el rubio sin comprender del todo a su amigo.
Bill negó con la cabeza. No deseaba hablar sobre el asunto.
Steve se relajó. Desde hacía días que miraba a su amigo más concentrado en sus trabajos y menos interesado en cierto profesor.
Para él había sido un descanso que el pelirrojo dejara de asediar al profesor de filosofía, pero dadas las circunstancias de todo aquello lo que menos quería era que su amigo dejara su personalidad de lado y apagara su mágica luz.
Yo sé que ese sujeto hirió un poco tu orgullo Bill, pero eso no es motivo para que te estanques sin hacer nada más.
Hace días que no sales a divertirte y...¿no es obsesión lo que tienes con ese sujeto, verdad?.
Bill, quien miraba de reojo a un atractivo chico de color, dio un respigo ante las palabras de su rubio amigo.
¿Obsesión?. No, claro que no. Rió con gracia.- ¿Por qué piensas esas cosas?.
Porque te conozco perfectamente William. Agregó el rubio con seriedad.
Bill rió un poco más fuerte y al finalizar habló con tono alegre y despreocupado.
El que no haya salido a divertirme no significa que deje de lado mi personalidad o que...ese tipo me tenga obsesionado.
En realidad necesito concentrarme más en mis estudios porque...papá está pasando por problemas económicos y lo que menos deseo es que se preocupe por mi. No quiero derrochar el dinero innecesariamente. Es todo.
Steve se preocupó un poco por Bill. El asunto de su economía no era secreto, pero ciertamente temía que el pelirrojo sufriera algo y no lo dijera.
¿Estás corto de dinero?. Porque yo podría...
No. Denegó Bill con gentileza.- Gracias Steve, pero estoy bien. Sabes que si me muero de hambre entonces se los diré. Sonrió, mordiendo con ansias su sándwich recién servido.
Steve solo asintió. Bill era todo un caso, pero podía respirar tranquilo ya y sin el remordimiento de velar a su amigo.
"Al menos te has olvidado de ese sujeto". Pensó el rubio, acompañando a su mejor amigo en la comida de ese día.
Sirius¿de verdad te sientes bien?.
Por supuesto¿por qué habría de ser lo contrario?. Indagó el de cabello negro.
Remus alzó los hombros. No iba a dar respuestas que su amigo aun no había pronunciado.
Llevaban una hora en aquel restaurante, donde habían afianzado cabos sueltos sobre el lanzamiento del próximo libro de Sirius, aunque este continuaba sin teclear absolutamente nada.
Sirius había perdido por completo la musa de su inspiración y siempre que se sentaba frente al computador y miraba una y otra vez la misma frase sin finalizar, sentía que no podía continuar escribiendo. Algo le faltaba.
Sabes, yo sé que tú libro será todo un éxito. Claro que aun falta que lo termines y ponerle un titulo adecuado, pero auguro muy buen futuro a tu "sueño". Sonrió el de ojos dorados para disipar un tanto los pensamientos de su amigo.
Gracias. Siempre confiando en mi Remus. Sonrió el de cabello negro, de la forma especial que solo utilizaba con su mejor amigo.
Es que yo creo en Ti Sirius y siempre creeré.
En verdad te lo agradezco, no se que haría sin tu apoyo.
Pues...ser el mismo loco de siempre pero sin control.
Ambos rieron ante la broma. Más que amigos eran hermanos y cada uno disfrutaba a la par del otro.
En ese momento el móvil de Remus sonó, excusándose por la interrupción, cosa que Sirius aprovechó para mirar detenidamente el lugar.
Aquel restaurante era su favorito y ciertamente acudían a él personas muy atractivas y llamativas, pero aunque en esa ocasión hubo más de una mirada insinuante hacia él, Sirius no hizo nada por coquetear como era su costumbre.
Hacía días que no salía en busca de compañía nocturna o de fiestas, y extrañamente no añoró ese factor. Solo se dedicó a suspirar y a recordar a cierto pelirrojo de ojos azules.
¿Por qué no podía quitarse la imagen del chico Weasley de la cabeza?
Era un enigma sin resolver para él.
Pero suponía que la única noche que había compartido con el entonces desconocido de nombre Bill, tenía mucho que ver con la cuestión de no poder olvidarle.
Cerró los ojos mientras Remus continuaba charlando por el móvil y evocó la silueta salvaje de Bill sobre su cuerpo.
Sintió escalofríos al añorar el contacto quemante de la piel lechosa y exquisita del muchacho.
Había sido una noche inolvidable, donde la pasión fue la guía en toda la extensión de la palabra, pues había habido desde besos lentos y delicados, hasta los más voraces y hambrientos que jamás él hubiera imaginado.
Había sido la mejor noche de sexo que él jamás había tenido y ciertamente el tan solo recordar lo que el pelirrojo y él habían hecho, bastaba para erizarle el cuerpo y hacerlo desear más del implacable y rebelde Bill.
Si, tal vez en esos recuerdos se encontraba el porqué de su problemática. Pero sinceramente no deseaba perder su empleo y enrollarse con un estudiante significaban graves problemas.
Coqueteaba con ellos, más nunca jamás otra cosa. Lo de Bill había sido casualidad, pero no podía volver a repetirse.
Sin embargo le dolía la indiferencia del pelirrojo. Indiferencia que él mismo había provocado.
Salió de sus cavilaciones cuando escuchó la voz de Remus un tanto apenada.
Discúlpame. No fue mi intención dejarte así. Pero si gustas paso por ti en...no, no hay ningún inconveniente¿cuándo los ha habido si las cosas son para ti?.
El tono endulzado en la voz de su amigo, le indicó al de ojos azules quien era la otra persona tras el auricular.
¿Ahora, en este momento?...no puedo. Estoy comiendo con...sin, con él. Murmuró Remus demasiado bajo para ser escuchado.
Dile a quejicus que no te comeré y que cuando llegues a casa lo recompensarás con una larga sesión de sexo. Mencionó Sirius, haciendo sonrojar a su amigo.
Yo...Sev no grites...Sev...Sev...si, entiendo que lo olvidé pero...¿no podrías perdonarme?. Es la primera vez que no asisto en todo lo que llevamos juntos, amor.
Sirius rió por lo bajo. Le encantaba escuchar las conversaciones "amorosas" de su amigo.
Te...lo prometo. Remus sonrió especialmente ante esta frase, lo que le indicó al de cabello negro que su amigo había cerrado un trato del tipo "sexual".
Te cumplirá quejicus, tenlo por seguro. Casi gritó el ojiazul, haciendo sonrojar y reír con nerviosismo al de cabello castaño.
Después de eso Remus cortó la comunicación y continuó con su comida.
¿No me vas a decir lo que "ese" te dijo?. ¿Gritó mucho cuando se enteró que estabas conmigo¿me maldijo como siempre?. Dime, dime. Exclamó Sirius cual niño impaciente.
Remus solo rió divertido.
Olvidé que teníamos una cita para comer con sus padres. Es la primera vez que no asisto y pensó que me había ocurrido algo. Es todo. Indicó el muchacho pálido tras un suspiro de amor.
Sirius hizo una mueca, pero tuvo que reconocer que su mejor amigo se hallaba totalmente enamorado y la verdad, aunque no le gustaba, era correspondido.
El ojiazul reconoció también que Severus Snape se preocupaba al extremo por su pareja, aunque le daba su espacio personal.
Siempre que el de ojos dorados tardaba demasiado en arribar a su hogar, el de cabello negro y de apodo "quejicus" para Sirius, lo buscaba con desesperación y viceversa.
Aquella era una relación bonita después de todo y por primera vez una voz en su cabeza le susurró: "Yo quiero algo igual".
Le prometí que llegaría temprano a casa y que comeríamos pizza en recompensa de mi falta. Terminó por decir el muchacho pálido.
Sirius enarcó una ceja. Eso de comer pizza le había sonado a otra cosa. Pero simplemente asintió y dejó el tema por la paz.
Mientras su amigo fuera feliz, él mismo lo sería.
Así que no hablaron más de asuntos relacionados a sus vidas, sino que se enfocaron más en el trabajo y en el libro inconcluso de Black.
Pero era difícil hacer olvidar a Sirius que algo en su cabeza y corazón comenzaba a reclamar atención verdadera.
Miró los rostros sudorosos e inexpresivos. No es que fuera masoquista, pero adoró cada milímetro de aquella su "divina tarea".
Época de exámenes y una de las nuevas normas del colegio era que al menos uno de los exámenes del semestre serían supervisados por otro colega de la misma rama.
Marco Elenin fue designado entonces a "buena voluntad" para supervisar el examen de Sirius y sonrió internamente al comprobar que la mayoría de los alumnos de su colega, parecían estar en blanco total.
Habían pasado solo quince minutos después de comenzado el examen y la mayoría de los estudiantes de Filosofía querían salir corriendo del lugar.
Ciertamente Sirius era un excelente profesor, pero sin duda el examen que tenían entre sus manos había sido hecho para niveles superiores.
¿O sería que el profesor Elenin los estaba presionando demasiado?.
Esa era la cuestión que varios alumnos tenían en mente, entre ellos los amigos de William Weasley.
Demonios. Masculló Lidia al leer mejor la pregunta número quince.- Esto no lo vimos en clase. ¿A quién diablos le interesa cual es la primicia de Platón?. Ni que saqueando tumbas me vaya a servir tal idiotez. Masculló la chica, procurando que el profesor en turno no la escuchara.
Lo mismo digo...Black se ensañó con nosotros. Murmuró Steve y de reojo miró a Sean, que al ser tal vez el más listo y preparado sufría igual o más que ellos.
Solo relájense. Susurró Bill desde el asiento de arriba.- Todo esto es sencillo. Solo es cuestión de que recuerden y se tranquilicen.
¿Alguna cosa que quiera compartir señor...?.
Weasley profesor. Indicó Bill tras el asalto de Marco.- Y no, solo estaba repasando lo que estudié. Sonrió con "inocencia".
Hágalo entonces pero en voz baja o de lo contrario no habrá una segunda llamada de atención. Indicó Elenin, subiendo los escalones para mirar más de cerca a una chica que sudaba sin poder evitarlo.
Bill permanecía despreocupado y tras la mirada de sus tres amigos, sonrió, infundiéndoles confianza.
El trío comprendió y pasaron veinte minutos antes de que la clase completa pudiera relajarse.
Muchos pensaron, después del horrible examen, que la influencia de Marco Elenin había sido el detonante para su repentina amnesia.
Seguros estaban de que con el profesor Black, nada de aquello habría pasado. Pero las cosas estaban hechas y solo faltaba la calificación definitiva.
Ha sido la cosa más difícil que he hecho en mi vida. ¿A quien se le ocurre poner a ese estresante hombre en frente?. Ahora comprendo porque casi nadie quiere sus clases. Indicó Lidia tras un sonoro resoplido.
Es solo diferente, pero al final me pareció todo muy sencillo. Sonrió Sean, procurando que sus anteojos no resbalaran.
Pues yo sigo pensando que esta clase es una pérdida de tiempo¿verdad Bill?.
El pelirrojo solo alzó los hombros. Era el más tranquilo de los cuatro y nadie sabía si era porque le había ido perfectamente bien en el examen o todo lo contrario.
Relájense ya, ni que fuera el primer examen que hacen. Les propongo una buena taza de té y una amena charla para este estrés. Verán que después de eso se sentirán mucho mejor.
Los tres chicos fruncieron en entrecejo. ¿Bill Weasley ofreciendo té?. Eso si era insólito.
Oh, Bill. Creo que debemos llevarte de urgencia a la enfermería. Ya estás desvariando. Pronunció Lidia con exaltación, tomando el pulso de su pelirrojo amigo quien lanzó una sonora carcajada.
No Lidia, solo...quiero relajarme.
Sabes, normalmente te daría la razón Bill, pero tú no eres de té. Tú eres de cerveza, vino y de sexo. Y la verdad, ninguna de esas tres palabras has mencionado. Analizó Sean, mirando atentamente al pelirrojo.
Steve enarcó una ceja y asintió. Bill continuaba extraño y los temores que pretendía ocultar salieron a flote.
¿Tienes algo en mente verdad?.
¿Yo?. Cuestionó el aludido con tono infantil.
Si. Tú tienes algo entre manos William Weasley y todo eso se reduce a...
Nada. Interrumpió el pelirrojo sin dejar de sonreír.- Ya se los había dicho, mi padre tiene problemas económicos y en realidad, aunque me muera de ganas de mover el cuerpo al ritmo de rock, no estoy en condiciones de ello.
Pero si el dinero es la cuestión, entonces...
Te lo agradezco Lidia querida, pero por ahora estoy bien.
Unos momentos de silencio se otorgaron mutuamente. Bill continuaba carismático y si, había vuelto a coquetear, esta vez con cierto chico de mayores grados, cuya rama era la política, pero de ahí en fuera no se había suscitado nada más.
Tal vez el pelirrojo tenía razón y solo quería guardar un poco su capital hasta que las cosas en su casa se tranquilizaran.
Era un buen hijo después de todo y aunque Rebelde su carácter continuaba siendo, primero estaba en él la lealtad y después la diversión.
Bueno...creo que pediré un té de menta.
Y yo de frambuesa. Es exquisito.
Yo deseo un Café. No se me da demasiado el "culto inglés". Guiñó Steve y es que por sus venas sangre Australiana corría.
Bill asintió y partieron hacia la cafetería más cercana. Algo perfecto para un día lluvioso.
Sabes Black, no se porque tengo la impresión de que la sarta de alumnos que tienes solo son una farsa.
Estoy seguro que reprobarán este sencillo examen. Siseó Elenin, cuando depositó sobre la mesa de la sala de maestros los exámenes que había supervisado.- Y da gracias que no le quité el examen a nadie. Hubo muchos que se salvaron por un milagro.
Sirius frunció el entrecejo. ¿A quien le recordaba aquel hombre y su odio hacia él?.
Si, al novio de Remus. ¿Por qué sería que la ponzoña lo perseguía?.
¿Me escuchaste Black?.
Disculpa¿estabas hablando?. Lo que sucede es que estaba pensando en otros asuntos más importante que tú. Sonrió Sirius, mirando la rabia en su colega.
Solo espero que tus alumnos reprueben. Así el director por fin se dará cuenta de la ponzoña que tiene como profesor.
Sigue soñando Marco. Sonrió el de cabello negro.- Y mientras lo haces siéntate, no te vayas a cansar.
Sirius recogió la pila de exámenes correspondientes a su clase y salió del lugar, dejando como siempre a un sumamente enfadado Marco Elenin.
Si, me sigue la ponzoña porque soy irresistible. Se dijo, depositando su mochila negra en el compartimiento de su motocicleta y subiendo a ella, para posteriormente partir a toda velocidad hacia rumbo desconocido.
Aquel día había sido agotador. Él no era de la idea de supervisar otras clases que no eran las suyas, pero era norma superior y no podía hacer nada al respecto.
Odiaba las normas, pero si quería conservar su empleo, debía respetarlas. Además le iba bastante bien en esa Universidad y sus tiempos libres eran agradables.
Pero sin duda sus expectativas eran altas y por lo tanto no se conformaba con solo una cosa.
Arribó a su departamento y al igual que siempre la soledad le pegó de lleno.
La lluvia había arreciado en el trayecto de la universidad hacia su destino y su cuerpo se encontraba totalmente empapado.
Revisó el contestador sin encontrar mensajes relevantes, lo mismo con su correo.
Últimamente Sirius pensaba que su vida era monótona y como llevaba en cima demasiado trabajo, no podía darse el lujo de descansar un poco.
Se introdujo en su habitación y el afiche de la banda U2 le dio la bienvenida.
Sonrió al mirar el viejo poster. Sin duda "Bono" ya no tenía la misma edad que aparentaba en la pared, pero dado el tiempo que llevaba en la misma posición, era comprensible.
Madura Black. Se dijo, pensando por millonésima vez en quitar el afiche y otras cosas que había comenzado a almacenar des que vivía solo.
Admiró su habitación. Un lugar espacioso, donde una cama amplia con cobertor azul profundo le sonrió recordándole lo abrigadora que podía ser.
Un televisor de proporciones adecuadas, un escritorio, luz adecuada, ventanales grandes y un armario, donde su estrambótico y sexy guardarropa esperaba por ser utilizado.
Si, eso era su oasis personal, donde podía relajarse sin más compañía que él mismo y su soledad.
Un santuario privado que nadie podía arrebatarle y el cual había construido a través de esfuerzos y sacrificios.
Se despojó del calzado y después de desprenderse de la chaqueta negra, ese día de mezclilla, comenzó a quitarse la ropa empapada.
Una por una las prendas fueron cediendo, hasta que la estética figura de Sirius hizo contraste con el inmueble.
Sin perder tiempo entonces se introdujo en el baño, donde minutos después el agua tibia reconfortó su helado cuerpo.
Gustaba del acicalado completo. No por nada conservaba su llamativa y pulcra apariencia, por lo que con suaves movimientos comenzó a enjabonar su cuerpo.
Acarició su cuello y cerró los ojos ante sus propias caricias.
Hacía ya semanas que no tenía compañía alguna y su cuerpo siempre activo reclamaba por ello.
Más su excusa ya la sabía de memoria, por lo que él mismo decidió satisfacerse un poco, mientras alguien más lo "consolaba".
Sus manos recorrieron su tórax con lentitud, subieron y bajaron varias veces, hasta hacer estremecer la piel del ojiazul.
Permitió que el agua jugara un poco con su espalda y tras acariciar un poco sus muslos, decidió bajar un tanto más.
Mmm. Suspiró ante su propio toque, deseando más que algo ligero.
Pronto lo que fue algo silencioso, se convirtió en un recital completo de gemidos intensos y necesarios.
Oh, Mmmm. Ahhh.
Sirius era un excelente amante sin duda y como tal podía satisfacerse así mismo con gran dedicación, por lo que moviendo un poco la mano que apretaba su erguido sexo, continuó con sus caricias al punto de olvidarlo todo, incluyendo en dónde se encontraba.
Ahhh, si...si...Oh Bill sigue, sigue. Gimió alto y claro, mientras su mundo estallaba en colores fascinantes.
Cuando Sirius se sintió relajado después del orgasmo y su cuerpo regresó a la normalidad, terminó con su ducha y envolvió su cintura con una toalla blanca.
Caminó sin prisa a su habitación y ahí se dedicó a colocarse la ropa, procurando acariciar su aun sensible piel.
Bill. Susurró, cuando se sintió estremecer.
De pronto, la realidad lo sacó de sus fantasías.
¿Había pronunciado el nombre del pelirrojo?.
Si, lo había hecho y no solo en ese momento, sino en la ducha también.
Maldito chiquillo. Creo que me ha afectado la cabeza. Murmuró, vistiéndose lo más rápidamente posible. Aun tenía que calificar los exámenes y pasar calificaciones.
Pero por más enfadado que habría querido estar consigo mismo ante su descubrimiento, no pudo.
Al contrario, aun pensaba en el pelirrojo y aunque quería olvidarlo simplemente no podía.
Una clase más y quedan...menos. Resopló Steve, cuando salían de la clase de Historia del Arte con una profesora que daba más sueño que ánimos para estudiar.
Sean rió. Era el único de sus amigos que compartía esa materia con él, por lo que al rubio le beneficiaba.
El próximo semestre tomaré clases dobles de Jeroglíficos y dejaré de lado Historia y Filosofía. Sigo insistiendo que esa materia no tiene nada que ver con nosotros. Gruñó Steve, caminando por el corredor atiborrado de estudiantes.
No seas tan gruñón Steve, eres el único que se ha quejado de la clase de Filosofía. Todos los demás nos sentimos bien. Sonrió Sean, saludando a un par de caras conocidas.
Es que no lo soporto. Murmuró el rubio al llegar al casillero de su amigo de gafas.
¿A la materia o al profesor?. Indagó Sean, mirando directamente los ojos verdes de su amigo.
A los dos. Terminó por responder el rubio y Sean guardó sus comentarios.
El de gafas cambió su material de estudio, la siguiente clase para ellos era precisamente Filosofía y el profesor Black entregaría calificaciones y pediría un muy importante trabajo de investigación.
Pero aun así no dudó ni un momento en lanzar lo que con tanto recelo se había formado a través de los años compartidos con sus amigos.
Sabes algo Steve, no eres la niñera de Bill. Eres su amigo, no su novio ni su hermano, simplemente un muy buen amigo que se preocupa por él.
Eso ya lo...
Un amigo que deja que decida lo que mejor le conviene y que lo ayuda cuando lo necesita o lo pide. Más que eso...siento informarte que no eres. ¿Hasta cuando vas a dejar de mirarlo con otros ojos Steve?.
Sean le palmeó el hombro, mirando que el par de ojos verdes se estremecían ante las palabras del muchacho de anteojos.
Yo...solo lo miro como amigo y...¿a qué biene todo eso Sean?. Masculló el rubio con cierto enfado.
A que de ahí proviene tu desacuerdo con filosofía y el profesor. Si Bill no hubiera dicho que Black le interesaba, tú jamás habrías aborrecido tanto la materia. ¿Ahora me explico?.
Deberías de estudiar psicología, cerebrito. Musitó el rubio, haciendo reír al de anteojos.
Steve caminó al lado de Sean en silencio total. Lo que acababa de decirle su amigo tenía mucho de verdad pero...¿qué de malo tenía velar por la estabilidad de Bill?.
Se encontraron a las puertas del aula como siempre repleta y encontraron un par de asientos junto a Lidia, en la tercer fila.
Antes de acercarse demasiado a la muchacha, Sean concluyó con su charla.
Solo quiero decirte que más allá de lo que tú piensas, hay personas que te quieren. Aunque no te des cuenta.
Steve parpadeó, pero cuando miró que Sean conversaba alegremente con Lidia, olvidó la charla de hacía momentos.
¿Qué mosco le había picado al de anteojos?.
Cuando se sentó, inmediatamente buscó a Bill con la mirada, encontrándolo en la parte trasera, leyendo con deleite uno de esos gruesos volúmenes de historia antigua.
Steve lo contempló y sonrió ante la despreocupada pose de su amigo.
Mirándolo así¿cómo Sean quería que no se preocupara por él?.
Llegó un poco tarde y ya no alcanzó lugar más cerca. Además este gorila de al lado no respetó mi lugar apartado. Refunfuñó Lidia, señalando a un chico bastante musculoso que se encontraba a su izquierda.
Sean asintió y Steve solo miró al susodicho con el entrecejo fruncido.
Casi en el acto la clase guardó silencio y ninguno de los tres tuvo que adivinar a qué se debía eso.
El profesor Black entró al aula por la puerta baja, cerrando tras de si.
Se ubicó en su escritorio, dejó su inseparable mochila en la silla y se despojó de su chamarra de cuero, propiciando más de un suspiro y colapso mortal cuando dejó al descubierto la camiseta negra que llevaba puesta.
Lucía tan joven como se veía.
¿Qué tal su fin de semana?. Preguntó en tono general.
El coro unísono de "mal", se escuchó por respuesta, propiciando risa en el profesor.
Veo que el examen del Viernes los ha dejado agotados y en condiciones de mandar a volar todo¿no es así?.
Más de uno asintió a las palabras del profesor, pero solo unos pocos gruñeron por lo bajo.
Señorita Henderson. ¿Podría decirme cómo le fue en su fin de semana?. Preguntó nuevamente el profesor, sentándose sobre su escritorio para tener un mejor y más amplio panorama del aula.
Lidia entonces dio un respingo. ¿El profesor le hablaba a ella?.
Bill, quien leía sin atención alguna al mundo exterior, bajó un poco su libro, para mirar a su amiga y escuchar su respuesta.
Bien profesor. Medio sonrió la chica, propiciando risitas innecesarias.
¿Segura?. ¿No quiere compartir con la clase, eso que ahora lleva consigo?. La aludida se sobre salto. En realidad no entendía.
No comprendo. Musitó la muchacha con sonrojo en las mejillas.
Sirius asintió, se acomodó mejor en su asiento y le dedicó una cálida sonrisa a la muchacha, que después de eso comprendió mejor la pregunta que le hacían.
Si se refiere a la incertidumbre de los exámenes y al profesor Elenin...déjeme decirle que fue la más horrible experiencia que yo haya tenido. En lo personal el profesor Elenin no me dejó concentrar hasta muy avanzada la hora. Casi y no termino. Comunicó la chica, recibiendo un cálido "gracias" y una sonrisa comprensiva por parte del profesor.
A esto le siguieron varios "reclamos" más, mientras que Lidia se sentía afortunada de ser la primera que diera su punto de vista.
No te emociones tanto "Doris". Indicó Steve a su lado y la aludida simplemente sacó la lengua, moviendo la cabeza como el personaje de su sobrenombre lo hacía.
Bill regresó a su lectura tras la respuesta de su amiga, interesándole muy poco la opinión de los demás.
Bueno, siento en verdad que hayan pasado por ese calvario. Indicó Sirius tras diez minutos de escuchar reclamos.- Pero fue orden directa de "allá arriba" y no pude hacer absolutamente nada. Pero descuiden. La próxima vez no será así. Prometió, recibiendo por respuesta sonrisas de aceptación.
Después y para el "beneplácito" de sus alumnos, Sirius extrajo de su mochila una carpeta con una pila de exámenes ya calificados, los cuales y sin mirar la desilusión de sus alumnos, comenzó a repartir.
Noventa. Sonrió Lidia al mirar su examen.
Ochenta y nueve. Asintió Steve conforme con su calificación.
Noventa y siete. Murmuró Sean, mirando fijamente su nota.
Cuando el profesor terminó de entregar los exámenes, miró el desconcierto en el rostro de sus alumnos.
Si gustan abrir su libro y verificar sus respuestas...yo no hice trampa. Sonrió Sirius, adivinando lo que el aula entera pensaba sobre las calificaciones aprobatorias que concedió.
Varios hicieron lo que el profesor indicaba, llevándose la sorpresa de haber respondido bien después de todo.
Eso les comprueba que aunque no sea yo su profesor y hayan pasado por tanto sufrimiento el viernes, ustedes tienen todo el potencial del mundo para responder perfectamente bien sin necesidad de nada.
Felicidades clase. Comunicó el Profesor, haciendo sonrojar al aula entera.
Después de eso la clase continuó ligera y sin exaltaciones, mirando las diferencias entre Aristóteles, Platón y Sócrates.
Para pasado mañana les pediré un trabajo especial. Necesito que lean a la perfección lo que son los capítulos del diez al quince sobre cómo describe Sócrates el mito de Edipo y Electra. Realizaremos un debate y la persona que llegue a convencerme totalmente de que tiene la razón, le concederé dos puntos para la siguiente evaluación. Así que...a leer clase. Guiñó Sirius y de inmediato los estudiantes abandonaron el aula entre murmullos de conformidad y frases que dictaban: "El profesor Black es genial".
Bill guardó sus libros y se dirigió hacia sus amigos, quienes lo esperaban con sonrisa en labios.
¿Cómo te ha ido Bill?. Preguntó Lidia, dando a entender que ella estaba asombrada y conforme.
Comenzaron a bajar el espacio que los separaba de la salida, cuando Bill hizo una mueca que no solía hacer muy a menudo.
No me lo dio. Indicó el muchacho, exaltando a sus compañeros.
¿Qué no te dio el examen?. Protestó Sean sin creerlo.
Bill volvió a asentir.
¿Qué se cree ese que es?. Gruñó Steve con desacuerdo.
A lo mejor tienes la más alta calificación o...
Lo perdió. Medio sonrió Sean, arrebatándole la palabra a su amiga.
El pelirrojo alzó los hombros, escondiendo el brillo especial que sus ojos azules llevaban.
Al llegar a la puerta, la voz de Sirius los detuvo en seco.
Señor Weasley, deseo hablar con usted unos minutos.
Bill, con el rostro inexpresivo asintió, indicándoles a sus amigos que los alcanzaría en la biblioteca.
Si gustas yo te espero. Susurró Steve de buena fe.
Gracias amigo, pero seguramente no son solo unos minutos. Se le ve serio. Señaló Bill no importándole lo dicho y se acercó al hombre que lo había llamado.
El trío de amigos cerró la puerta del aula casi bacía y comenzaron su marcha hacia la biblioteca.
¿Creen que sea algo malo?
No lo creo. Bill se veía sumamente relajado. Demasiado, diría yo. Sonrió Sean a Lidia.
Steve solo gruñó. Algo le daba mala espina.
Bill llegó al escritorio donde Black lo esperaba de pie.
Usted dirá profesor. Indicó el pelirrojo cuando miró los ojos azules de su interlocutor.
Sirius miró detenidamente al muchacho y lo encontró extremadamente tranquilo y alejado. Algo que le dolió en cierta manera.
Relajó su garganta y de entre sus cosas extrajo un papel que le cedió a Bill en el acto.
El pelirrojo reconoció su fina caligrafía, por lo que tomó el documento y lo miró como quien mira por la ventana en un día aburrido.
¿Puede decirme lo que eso significa, señor Weasley?. Indicó Sirius, esperando la reacción de su alumno.
Pero el chico solo pronunció dos palabras.
Un examen.
En otras circunstancias Sirius habría reído. Pero esas no eran otras circunstancias, por lo que ahogando su risa se acercó un poco más al pelirrojo.
Es verdad, Su examen Señor Weasley, pero déjeme decirle que fue el más bajo de todos. Comunicó Sirius, señalando el uno punto cinco que la hoja tenía registrado con números bastante reconocibles.
Bill volvió a mirar la hoja y asintió sin emoción alguna.
Por esa razón no te lo he dado en clase. Deseaba hablar contigo acerca de esto. Eres buen alumno¿qué te ocurrió?. Indagó el de cabello negro, tuteando al pelirrojo.
Nada. No sucedió nada. Indicó Bill, doblando el papel para meterlo en su mochila.
¿Nada?. Nadie saca tan baja calificación por nada. ¿No estudiaste¿fue demasiado complicado para ti?. ¿El profesor Elenin tiene algo que ver?.
Sirius jamás se había sentido tan interesado por algún alumno, por lo que no pensó en sus preguntas.
Bill movió la cabeza sin la menor exaltación.
Simplemente no fue mi mejor examen. Dijo el muchacho, cerrando su mochila y colocándola en su hombro.
Tengo entendido que estás becado en esta Universidad. ¿Sabes lo que una calificación reprobatoria significaría para tú expediente?. Indagó Sirius, exasperado por el desinterés del pelirrojo.
Lo sé. ¿Pero que quiere que haga Profesor?. No puedo viajar al pasado y componer las cosas. Yo siempre enfrento las consecuencias de mis actos, así que en esta ocasión será lo mismo.
Sirius no daba crédito a lo que escuchaba. Ciertamente el muchacho frente a él no era el mismo Bill que conocía. ¿Qué estaba ocurriendo?.
Bill...
Señor Wealey, profesor Black. Si alguien lo escucha tuteándome de esa manera, su puesto correría peligro. Así que no lo olvide. Musitó el muchacho.
Sirius sintió un golpe bajo en aquella oración. ¿A caso el pelirrojo se estaba vengando de él?.
Le agradezco sus palabras profesor, pero como alguna vez alguien me dijo: No vuelva a indagar de esa manera en mi vida privada. Si mantengo mi distancia con usted, al menos espero reciprocidad. No le he dado motivos para que indague sobre mi vida.
En otras palabras, manténgase lejos de mi privacidad.
Después de pronunciar su larga oración y sin esperar respuesta, Bill salió del aula, dejando en ella a un ciertamente conmocionado profesor.
Si, aquello sin duda había sido un golpe muy, muy bajo que le había costado más de lo expuesto.
¿Por qué Bill se comportaba tan cortante con él?.
Me lo tengo merecido. ¿A caso esperabas que después de todo lo que le dijiste, volviera a mirarte como antes?. Estúpido de mi. Se dijo, recogiendo sus cosas para salir de la habitación.
Era sin duda la primera vez en toda su vida de profesor, que alguien lo hacía enfadar y sentirse extraño.
Bill arribó a la biblioteca, donde lo esperaban ya tres chicos con deseos de saber lo ocurrido.
No sucedió nada. El profesor solo quería verme por mi examen. Reprobé. Señaló el pelirrojo y los rostros estupefactos de sus amigos le hizo sonreír un poco.
Pero Bill. Eso significa...
Ya lo sé Sean, pero descuida, ya habrá oportunidad de remediar las cosas. Sonrió el pelirrojo, esquivando la mirada acusadora del rubio a su lado.
¿Cómo lo harás?. Indagó Lidia con preocupación.
Entonces y solo entonces William Weasley se dio el permiso de sonreír amplia y libremente.
Una sonrisa que solo su faz dibujaba cuando alguna diablura su mente planeaba.
Sirius caminaba enfurruñado por el centro comercial. Llevaba consigo un hiriente sentimiento sin explicar y eso le molestaba.
Empujaba a las personas sin disculpa alguna, algo no muy visto en el usual sonriente ojiazul.
Arribó entonces a una librería, donde entró sin pensarlo demasiado.
¿Puedo ayudarlo en algo?. Cuestionó una sonriente dama, indicándole al de cabello negro que dejara sus cosas en la entrada.
No gracias. Miraré por ahí. Indicó Sirius, comenzando a andar hacia ninguna parte en especial.
Gustaba de visitar las librerías y bibliotecas por igual. Mirar los volúmenes de diferente tamaño y grosor. Sentir el aire de inteligencia y sabiduría que todos los libros desprendían y ahogarse en la esencia que cada libro tenía.
Caminó admirando lo que a su paso encontraba y optó por tomar entre sus manos un libro de ciencia ficción. El cuidado de los libros era algo que él también apreciaba en intensidad.
Se encontraba hojeando, un poco despreocupado, cuando el vibrante sonido de su móvil lo hizo sobresaltarse.
¿Black?. Escuchó que una gruesa y fría voz pronunciaba.
Quejicus, que desagradable sorpresa. Pronunció Sirius, reconociendo con facilidad la voz del novio de su mejor amigo.
Tan cordial como siempre Black. Igual a una llena. Musitó el hombre al otro lado del auricular, haciendo reír al ojiazul.
Vamos Snape¿no tienes sentido del humor?. Creo que no. ¿Y a qué debo tu desagradable llamada?. No creo que sea por algo bueno. Seguramente te raptaron y te hicieron realizar la cosa más desagradable de tú vida¿verdad?.
Sirius escuchó que Snape profería maldiciones y después de eso la voz enfadada de su amigo se hizo escuchar.
Sirius¿qué le dijiste a Sev?.
Nada que no sea verdad. Pronunció el hombre, ahogando una carcajada por respeto al lugar.
Eres insoportable Sirius Black.
Tú sabes que no. Susurró Sirius.
Solo te llamo para decirte que saldré fuera de la ciudad por algunos días. Sev tiene un congreso en Roma y quiere que lo acompañe. Dijo Remus con presteza.
Oh, el tonto ese quiere que lo acompañes. No se vaya a sentir muy solito por las noches. Encárgate de que se sienta querido.
Remus gruñó ante el humor negro de su amigo, pero así lo apreciaba y así seguiría siendo, aunque lo sacara de quicio.
Nos vemos después Sirius y recuerda continuar escribiendo el libro. Cuídate¿si?. Indicó el de ojos dorados, obligando al de cabello negro a serenarse.
Claro, lo mismo va para ti. Si quejicus no te cuida...se las verá conmigo.
Remus rió un poco y al final terminó la llamada, que al fin de cuentas Sirius no supo el porqué había iniciado con la voz de Snape.
El de cabello negro guardó su móvil en su chaqueta de cuero y continuó admirando los libros a su paso.
Era muy común el saber que su amigo se alejaba por algunos días de la ciudad en compañía de su pareja.
Era bien sabido que Snape tenía buena posición social y económica y podía sustentarse gastos de magnitudes inimaginables, más también sabía que Remus no era demasiado afino a ese tipo de acciones por lo que solía viajar a la antigua: reuniendo dinero.
Sirius suspiró al mirar el titulo del clásico libro: El arte de amar de Erich Fromm. Un libro completo sobre la metodología del amor y lo que conllevaba.
Para él había sido, en su tiempo, un magnífico libro que le había dado demasiado en que pensar, pero en esos momentos simplemente decidió pasarlo de largo y recordar una de las frases citadas en ese libro: "Te amo porque te necesito o Te necesito porque te amo".
¿Quién podía darle respuesta a ello?.
Al menos él no, por ello recorrió toda la librería, encontrándose con un par de libros bastante interesantes.
La tarde pasó tranquila en ese lugar y cuando Sirius se disponía a pagar su mercancía, un par de libros cayeron al tropezar con un estante.
El de cabello negro los regresó a su lugar, más uno llamó su atención.
"Aprobar o Reprobar. El perfil de los estudiantes que optan por estas opciones".
De repente algo en la cabeza de Sirius hizo "clic" y se apresuró a dejar el libro en el estante.
¿Por qué no lo había pensado antes?.
¿Encontró lo que buscaba?. Señaló la misma dama que lo recibiera en la entrada.
Por supuesto. Sonrió el ojiazul, conforme con lo que recién había encontrado.
Sirius supo entonces el porqué de su extraño sentimiento al salir de la Universidad. Se sentía herido en su orgullo como profesor. Por eso había tomado la indiferencia de Bill con tanta seriedad.
Él gustaba de ayudar de buena fe y al sentirse rechazado no había sabido el como actuar.
Pero había encontrado la respuesta. Nadie lo vencería tan sencillamente.
Bill se colocó sus discman cuando la clase finalizó. Sentía la necesidad de bailar y de dejar a su cuerpo estremecerse con la música de algún lugar en especial. Pero no podía, él tenía sus razones y aunque acostumbrado estaba a la acción, debía soportar un poco, solo un poco más.
Señor Weasley. Llamó Black cuando miró al pelirrojo bajar desde su usual lejana posición, escuchando a todo volumen "Yeah, de Usher".
Pero el pelirrojo seguía tan atentamente la música que poco le falto para ponerse a bailar en el aula. Sentía que su cuerpo desprendía electricidad.
Sirius ocultó la sonrisa. Había conocido a Bill en circunstancias que llevaban consigo música.
No pudo evitar el recordar que el pelirrojo se movía muy bien al compás de cualquier melodía y sin duda aquella que escuchaba con tanta atención era perfecta para...
Señor Weasley. Volvió a llamar, reprendiéndose por pensar cosas indebidas en ese momento.
Bill continuó caminando hacia la salida, hasta que sintió una mano en su hombro.
Volteó encontrándose con la brillante mirada azul de su profesor y al instante comprendió lo que sucedía.
¿Dígame?. Preguntó el pelirrojo, sin disculparse por su falta de atención.
¿Podemos hablar un momento?.
Bill accedió, evitando mencionar la palabra: "¿otra vez?".
Si es sobre el debate, déjeme decirle que yo odio ese tipo de actividades. Me recuerda a mi hermano Percy. Es abogado. Gruñó Bill, memorando que no era muy afino a escuchar los largos discursos de su hermano el "cerebrito".
Sirius asintió. Reconocía que no había visto interés en el pelirrojo durante los debates de Sócrates esa semana, pero esa no era la cuestión que lo llevaba a hablarle una vez más frente a frente.
Sabes. En realidad quería hablarte sobre tú examen. Pronunció el de cabello negro con bastante seriedad.
Ah. Pensé que lo había olvidado. Un profesor debería estar acostumbrado a poner calificación, entregarla y olvidarla. Exclamó Bill con cierto aire escéptico.
Pues yo no soy así. Creo que ya lo has visto.
El pelirrojo enarcó una ceja, alzando los hombros.
Me parece muy descuidado de tu parte que no te preocupe el reprobar. Aun tengo hasta la próxima semana para entregar calificaciones y tú no has hecho nada para remediar la situación.
No has pedido ni una nueva oportunidad, ni demostrado ninguna clase de interés por ello. Tienes una beca, por si lo habías olvidado.
Bill se mordió el labio inferior y miró hacia el piso. Escuchaba claramente lo que el profesor le decía.
Yo se que eres buen estudiante. No se que te ha ocurrido en la clase, pero si quieres mi opinión tú Rebeldía de: "No me importa nada", no es exactamente lo que te va a ayudar a salir adelante.
Si deseas vengarte de mi, créeme que lo único que estas logrando es perjudicarte a ti mismo.
Sirius miraba la vista baja del pelirrojo y comprendió que el chico le estaba escuchando con atención.
Entonces¿qué es lo que harás?.
La pregunta quedó en aire por unos momentos, hasta que Bill levantó la mirada y vio dentro de los azules ojos frente a él.
Nada. En realidad no haré nada, porque ya que se ha sincerado conmigo, debo decirle que no atiendo a sus clases y por consiguiente no se ni siquiera de lo que están hablando en ella.
Como ve, aunque le pida otra oportunidad, sé que no funcionaría.
Sirius escuchó con atención y miró que el pelirrojo decía la verdad.
¿Así que el chico jamás había puesto atención a sus clases?.
Esa si era noticia. En todo lo que llevaba de profesor jamás se había encontrado con algo similar.
Eso si le causó cierta alarma.
¿Entonces...?
Si. Ahora que sabe la verdad, puede hacer lo que mejor le parezca. Enfrentó el muchacho, mostrando que hablaba en serio y sin dobles intenciones.
Sirius meditó unos minutos. No tenía contemplada aquella cuestión, por lo que al final y recordando el titulo del libro que lo llevara a seguir insistiendo con el pelirrojo, habló.
¿Qué te parece asesoría?.
Bill no comprendió y así se lo hizo saber al de cabello negro, que creyó haber encontrado la solución de aquel "problema".
Si, asesorías con el estudiante más destacado. Eso ciertamente te ayudaría.
Ah¿y quien sería ese, según usted, estudiante destacado?.
Sirius miró mofa, pero no se dejaría amedentrar.
Ray Conrad.
Ha, el chico musculoso que parece cabeza de chorlito. Suena bien, además no es feo. Murmuró el pelirrojo, siendo escuchado perfectamente bien por el de cabello negro, el cual se enfadó un poco.
Pensándolo bien, tal vez alguna de las chicas pueda ayudarte. Habló rápidamente Sirius, esperando que no se notara demasiado su estado de ánimo.
Bill alzó los hombros, haciendo un gesto que indicaba le daba igual lo que le propusieran.
Si, eso haremos, una de las...
Sabe. Interrumpió el pelirrojo.-Le agradezco...no se, su preocupación, pero sinceramente no creo que necesite las asesorías y bueno, digamos que si las necesito¿no sería más conveniente que usted me las diera?.
La propuesta de Bill hizo saltar el corazón de Sirius.
¿A caso aquella era una propuesta...
Estudiaríamos y tal vez podría tomarle el gusto a la materia. Sonrió el muchacho, haciendo suspirar, no del todo, al profesor.
Sirius caminó hasta situarse tras el escritorio y miró a un pelirrojo que con rostro tranquilo y despreocupado esperaba una respuesta.
"¿Por qué tengo la impresión de que esto no es buena idea?". Se dijo el de cabello negro, suspirando al fin y dejando que sus sentidos hablaran por él.
De acuerdo. Solo que tendrá que ser algo bastante intensivo si quieres recuperar tu verdadera calificación.
Me parece más que perfecto. Sonrió Bill, con el brillo que caracterizaba su mirada celeste.
Sirius entonces contuvo el deseo de tocar su faz y acariciar la suave piel que ya conocía.
¿Por qué el pelirrojo le hacía sentir tan extraño?.
Nos vemos después entonces. Se despidió Bill, volviendo a colocarse sus audífonos, pero antes de escuchar la música, se volvió y le dirigió al profesor una más cordial despedida.-Le aseguro que daré todo de mi para que ese asesoramiento rinda al máximo.
Después desapareció.
Sirius entonces se permitió gemir por la frustración sentida.
Bill, Bill, Bill...¿qué es lo que estamos haciendo?.
Preguntó al aire, sintiendo el aroma irremplazable del pelirrojo invadir sus sentidos, como en aquella noche de pasión desenfrenada.
Pero antes de que cayera en la inconsciencia de sus actos, tomó sus cosas y se dirigió a beber un poco de café antes de su próxima clase.
Hacía días que no se sentía tan ansioso, pero también hacía días que no era él mismo.
Bill se recostó al lado de Steve y comenzó a estirarse con pereza.
Su rostro se hallaba sonriente y lleno de la chispa "William" que hacía días no llevaba consigo.
Parece que te ha sucedido algo bueno. ¿Qué es?. Indagó el rubio, haciendo a un lado sus libros y libretas de notas.
Nada, solo que siento mucha adrenalina en mi cuerpo. Necesito sacarla. Excusó, volviendo a estirarse.
Pues si gustas yo te ayudo. Musitó el rubio, haciendo reír a Bill.
Ya sabes que...
Más el pelirrojo no logró concluir su frase, pues las ágiles manos del rubio estaban ya en su cuerpo, haciéndole cosquillas.
Bill estalló en carcajadas, rogando porque Steve parara con su ataque.
Yo me refería a esto. Mal pensado. Rió el rubio al mirar la alegría en el rostro del pelirrojo.
Bill rió con estruendo, hasta que en un intento por librarse de su "agresor", rodó y calló en el piso, amortiguando el golpe con la alfombra.
Steve. No hagas eso. Comunicó Bill aun entre risas.- No quiero reír demasiado.
Pues te hace falta. Sonrió el rubio, regresando a su lugar sobre la cama.
Pues...en realidad hay un suplente perfecto para la risa. Mencionó, lamiéndose los labios.
Steve le miró y se ahorró el comentario. Él ya adivinaba aquel suplente.
Bill entonces miró por la ventana. Lluvia de nuevo se avecinaba y no evitó suspirar un poco.
Pareces consternado. Indicó Steve sin haber dejado un minuto de admirar a su amigo.
No, para nada. Solo pensaba en...Steve¿aun tienes comunicación con ese amigo tuyo dueño del auto gris?.
El aludido enarcó una ceja. El auto gris al que se refería Bill era un auto de carreras que era la admiración de su dueño.
Si¿por qué lo preguntas?.
Bill sonrió, acercándose al rubio nuevamente.
¿Podrías hacerme un favor?.
¿Por qué será que no huelo nada decente en todo esto?.
Es que no es cuestión de decencia Steve. Rió Bill.-Es solo un favor. Te prometo que no lo maltrataré. Lo cuidaré mucho, mucho, pero con el clima tan desfavorable últimamente me es imposible andar a pie por demasiado tiempo.
Steve negó, pero fue entonces que el pelirrojo realizó un puchero y puso ojos de corderito bondadoso, aquellos que muy pocas personas le negaban algo. Y el rubio no era de ese club.
Está bien. Pero cuídalo cual tú vida. Ya veré si puedo conseguírtelo para mañana.
Gracias Steve. Te debo una. Sonrió el pelirrojo, despeinando los rubios cabellos de su amigo.
¡Oye!. Se quejó el rubio.- ¿Y para que quieres el auto?.
Bill, quien se disponía a salir de la habitación, se volvió sonriente.
Digamos que necesito emoción e investigar mucho acerca de las "asesorías". Indicó el muchacho, saliendo del lugar.
Steve movió la cabeza de lado a lado. De nuevo aquel sentimiento de: algo marcha mal.
Pero era Bill Weasley. Todo se esperaba de él.
Por el contrario el pelirrojo se dirigió a su habitación y con total confianza abrió su armario.
Se había abstenido de contarle a sus amigos sobre las asesorías de filosofía, y lo continuaría haciendo hasta que...
Paciencia Bill, todo saldrá bien. Todo. Murmuró, sin evitar una ligera sonrisa de felicidad, la cual contrastó con sus ojos azules y brillantes.
Continuará...
Bueno, después de un tiempo me decidí a terminar esta historia y agradezco profundamente a los que han seguido esta historia y escrito para que la continuara.
Bueno, lo prometido es deuda y si, seguiré con ella hasta el final.
Espero el capitulo les haya gustado y que nos volvamos a encontrar en el próximo.
Como siempre agradezco y acepto todos sus comentarios.
Hasta otra ocasión, su amiga:
Katrinna Le Fay
