TITULO: REBELDE

Capitulo Ocho

Libro: Harry Potter

Pairings: S/B

CategorySlash

Raiting: G, R.

DisclaimerYo no poseo a los personajes de Harry Potter. Ellos pertenecen a J. K. Rowling y a sus respectivos socios comerciales. Esta solo es una historia escrita de fan para fans, sin fines lucrativos.

TiempoHistoria en AU.

LugarLondres, Inglaterra. por la mañana. De nuevo los pasillos de la Universidad repletos de estudiantes y profesores que hacían lo posible por no llegar tarde a clases o a sus compromisos.

Todo un caos como los respectivos inicios de semana, pero para él, quien al menos siempre procuraba saludar a alguien, ese día fue...diferente.

Aja, con que al fin estas aquí señor don desaparecido. Retó Lidia cuando alcanzó a su pelirrojo amigo al doblar este una esquina.

Ah, hola. Sonrió el muchacho.

¿Solo hola?.

Mmm¿lindo fin de semana?.

Lidia gruñó y Bill simplemente sonrió a su broma. Le encantaba molestar a Lidia, tanto como discutir por tonterías con Steve.

Bueno, al menos alguien pasó buen fin de semana. Suspiró la muchacha a sabiendas que no tenía caso enfadarse.

¿Por qué lo dices?.

Steve...es insoportable cuando se enfada.

Oh. ¿Y ahora que ocurrió?.

Más la simple mirada de la muchacha se lo dijo todo.

¿Fue por mi?.

Digamos que cierta parte fue tuya y la restante mía. Ahora se hace el digno y no quiere verme o hablarme. Sean ha sido el mediador entre los dos.

El pelirrojo conocía perfectamente al rubio, por lo que sabía que pasarían unos días antes de que comenzara a hablarle a la muchacha a su lado nuevamente.

La riña debió ser grande. ¿Qué culpa tuve yo esta vez?.

Lidia se detuvo en su casillero. No deseaba en realidad hablar de ello, tal vez sintetizaría las cosas y hasta ahí. Ya suficiente tenía con Steve molesto en casa.

Lo mismo de siempre. Su complejo de "hermano mayor". Respondió la muchacha tras cerrar su loquer e indicarle a su amigo que caminaran.

Debí avisar que saldría o al menos que no regresaría.

No, está bien. Además no somos tus padres.

Pero son mis amigos y...

Lidia se detuvo delante de Bill y este le miró sumamente seria. Como nunca en su vida.

Es tú vida y Steve debe comprenderlo. Si tu decides avisar o no es asunto tuyo solamente. Nosotros nos preocuparemos e inmiscuiremos en tú vida hasta donde lo permitas pero más no. ¿Comprendes?.

El aludido asintió. No muy seguro de ello.

Al menos uno entiende. Ojalá el otro fuera tan condescendiente como tú. Suspiró la muchacha y reanudó su caminata.

Bill jamás comprendería ese complejo que Steve tenía hacia él. Por más que le explicara que estaría bien y podía cuidarse solo, el rubio simplemente no lo

entendía y movía el cielo entero para dar con él.

Él agradecía el cuidado de su amigo, pero Lidia tenía razón. Él abriría su vida hasta donde lo quisiera y más...lamentablemente no podía hacer.

Siento si lo que hago les trae inconvenientes.

Déjalo. De todas maneras aun nos quedan varios años juntos. Tenemos que comenzar a tomar las cosas con más seriedad o en su caso comprenderlas mejor. ¿No te parece?.

Lidia siempre tenía la habilidad de hacer sentir bien a las personas, por ello no era nada extraño que se le encontrara rodeada de personas que buscaban consejos o tan solo bienestar.

Bill no era la excepción y tras sonreírle dieron por finalizada esa charla.

O al menos eso creían, pues al arribar al aula de Filosofía un rostro sonriente y otro enfurruñado los aguardaban.

¿Puedo sentarme contigo?. No creo que esté de humor para soportarme.

Bill asintió, saludando a un Sean que alzando los hombros simplemente lo dijo todo.

Steve por el contrario no se inmutó y continuó escuchando a su compañera de al lado quien relataba su pena de perder a su secadora en un corto circuito.

El barullo se intensificó solo hasta que el profesor de la materia hizo su aparición, esa vez llevaba gafas oscura y el cabello levemente mojado, suelto y arreglado, lo que indicaba que ese día tal vez no había ido en motocicleta al campus.

Buenos días. Saludó cortés y como siempre recibió a coro la respuesta esperada.

Es bueno verlos otro día. ¿Qué tal su fin de semana?.

Como era obvio muchos comenzaron a hablar a la vez, mientras que otros se entretenían admirando al profesor. Un hobbie que jamás cansaría a nadie que admirara a tan atractivo hombre.

¿Y el suyo?. Cuestionó una chica de las primeras filas, quien se ruborizó al tener la completa atención del titular.

Bueno, podría decirse que fue...diferente.

Susurros, emociones, intentos de descifrar las palabras del profesor y solo una mirada azulina que sobresalía de su grueso volumen de historia, los cuales hicieron contacto con otros semejantes quienes brillaron a su encuentro.

Vaya, su vida debe ser muy emocionante. Susurró Lidia mientras Bill sonreía un poco por el contacto de miradas.

¿Tú crees?. Cuestionó el pelirrojo sin desdibujar su sonrisa.

Si. Bueno, míralo. Es atractivo, joven, seductor. Debe tener al menos una lista enorme de amantes y obvios enamorados. A mi no me importa si se acuesta con hombres o mujeres pero debe ser bastante excitante al menos estar a su lado.

Si, Bill enarcó una ceja. Jamás habría creído que su mejor amiga en el mundo se expresara de alguien como lo había hecho de Sirius. No se molestó, estaba acostumbrado a escuchar comentarios mucho más fuertes hacia su amante, más si le extrañó que tales provinieran de su amiga.

Lidia¿te gusta el profesor Black?.

La aludida se sonrojó, más negó con la cabeza.

Tú sabes que no es mi tipo Bill. Más sin embargo lo admiro. Es todo.

Pero...

Descuida, yo tengo mis proyectiles dirigidos hacia otra persona. Sonrió la muchacha, señalándole a un chico moreno de las filas de en medio, el cual distraída y probablemente hacía la tarea de otra materia.

Al pelirrojo le pareció apuesto y si, del tipo que su amiga buscaba.

Por alguna razón respiró con tranquilidad y sin dejar que la concurrida clase lo hiciera divagar, se enfrascó de nuevo en su libro.

Había pasado un excelente fin de semana, más eso no era sinónimo de no estudio.

Su beca estaba en juego y no podía darse el lujo de perderla con otra de sus "bromita" sobre su aburrición por una clase.

Al finalizar y como siempre no faltó el alumno que se acercó al profesor por asesorías o simplemente a coquetear su nueva fragancia o vestimenta.

A Bill le parecía que los coqueteos iban cada vez en aumento, más dada la popularidad de Sirius y la imposibilidad de detenerlos, era cosa como ver a las hojas caer en otoño.

Lidia le indicó al pelirrojo que debía hablar con "su" chico en cuestión, por lo que le dejó tan solo el timbre sonar.

Bill sabía de la audacia de Lidia por lo que era de esas innovadoras mujeres que se lanzaban al ruedo sin limites alguno, por ello intuyó que para la hora del almuerzo la muchacha de apodo "Doris" estaría ya con una cita en los bolsillos.

Sonrió y sin más se dispuso a guardar sus libros. Debía ir a la biblioteca a buscar la tarea de Sirius y tal vez en el trayecto se lo encontraría.

Si, su mentecita no tenía paz, pero al menos sabía que lo suyo con Sirius era compartido.

¿En dónde te metiste?. Fue la pregunta que lo sacó de concentración.

¿Perdón?. Indicó el muchacho al rubio quien a su lado exigía una respuesta.

No apareciste en todo el fin de semana¿en dónde te metiste?.

Si, Steve estaba realmente molesto pero como le dijera Lidia por la mañana, él tenía el derecho de guardarse su vida si así lo quería.

No creo que esa sea la mejor manera de preguntar Steve. Pero dado el caso no te incumbe.

El rubio friccionó sus manos en puños. Bill jamás le había respondido de esa manera.

William. Siseó el rubio y el aludido supo que las cosas iban en serio.

¿Dime, Steven?. Contraatacó el otro. No era un juego, al menos eso podía mirarse.

¿Por qué no avisaste que no llegarías?. Te busqué por media ciudad.

Yo no te dije que lo hicieras. Además no es la primera vez que lo hago. Ya debieras de estar acostumbrado.

Bill se colgó la mochila y encaró a su amigo que a pesar de que era más alto que él y lucía fiero, no se intimidó tan sencillamente.

Más si el pelirrojo planeaba cerrarlo todo de esa manera estaba muy equivocado pues jamás se esperó que las manos del rubio tomaran sus brazos con fuerza e hicieran gemir al pelirrojo.

Steve. Me duele. Musitó el muchacho al sentir que no podía safarse de su opresor.

Dime, te exijo que me digas en donde o con quién estabas. Dímelo. Indicó el rubio, zarandeando un poco al muchacho que se negó a ello.

No...tú...tú no eres mi...padre.

Cuando el rubio escuchó las palabras rápidamente el recuerdo de la frase de Lidia surtió efecto, creando un enfado que hasta ese día Bill jamás había visto en el australiano.

El de ojos azules sintió la fuerza aumentar en sus brazos y no pudo más que gemir ante el dolor. Realmente su compañero de juergas estaba molesto.

Steve. Volvió a llamar William pero no fue hasta que otra persona intervino que aquello se detuvo.

¿Sucede algo aquí?.

Sirius llegó al rescate.

Despidiendo al último alumno miró hacia las gradas en donde un par de chicos discutía y otro zarandeaba.

No dudó mucho en decidir intervenir y cuando miró al pelirrojo suspirar supo que había obrado bien.

Steve respiraba agitadamente pero tras regresar a la realidad de su lapsus solo miró a Bill con dolor y sin nada más salió del aula.

Las palabras del pelirrojo solo le habían hecho recordar su soledad y el factor de no ser necesitado.

Se había dejado volar a su época de adolescencia donde tras el alcohol y las drogas había salido delante de su soledad.

Más en esos momentos se sentía igual: solo y traicionado en lo más profundo de su corazón. ¿Por qué Bill le hacía eso?. ¿Por qué lo dejaba solo como tantas otras personas en su vida?.

Era algo que no podía comprender, más que sin embargo no pensó. Por ello se alejó de la universidad con rumbo indefinido.

¿Estas bien?. Cuestionó Sirius cuando el rubio abandonó el aula.

Si...gracias. Musitó el muchacho tras tomar sus brazos con cierto dolor.

Ese idiota...¿seguro no te lastimó?. ¿Qué ocurrió?. Quiso saber el profesor tras indicarle al menor que se quitara el suéter y permitiera verle los brazos.

Está molesto por algo y creo que mi intención de solucionarlo de manera diferente no funcionó del todo bien. Se quejó el muchacho cuando Sirius tomó su brazo derecho para mirarlo.

Pues sigo pensando que es un alcornoque. Te hizo daño. ¿Ese es el tal Steve del que me hablaste el otro día?.

El menor asintió, mirando las marcas rojas sobre su piel.

Inepto. Musitó el mayor y el pelirrojo supo que más de una mala palabra salió de la cabeza del profesor hacia su amigo.

No quiero defenderlo pero...debí de solucionar las cosas de mejor manera.

¿Por qué fue la molestia?.

Por una tontería. Se las da de hermano mayor conmigo y siempre quiere saber en donde estoy.

Obviamente al no estar el fin de semana entero se armó una guerra y pues...

Eso no le da el derecho de hacerte esto, ven, vamos a la enfermería.

Pero...

Ahí sabrán que hacer.

Pero Sirius...

Justo cuando el profesor halaba al muchacho hacia la salida, una cara no muy agradable hizo acto de presencia.

Oh, pero que bonita escena. ¿Tratando de liarte con estudiantes, Black?. Eso no le gustará al director.

¿En serio?. Bueno, al menos digamos que tengo gustos, no como otros que se conforman con el trapeador.

El otro profesor gruñó. Había sido una escena embarazosa la de esa mañana, ser encontrado justo cuando acomodaba los utensilios de limpieza dentro de la sala de profesores.

El susto que Sirius le dio hizo que se cayera todo, siendo el trapeador quien había chocado con la boca de Elenin.

De ahí precisamente la broma que Marco no toleró.

Black, te advierto que...

No tenemos tiempo de escucharte Elenin, vamos hacia la enfermería. El señor Weasley se ha lastimado y es mi deber como profesor procurar el bienestar de mis alumnos. Así que si te quitas llegaremos más temprano a nuestro destino.

Habló Black con soltura y altanería, tal y como hablaba frente al otro hombre.

Elenin dejó pasar a la pareja, no sin refunfuñar y maldecir por lo bajo.

Simplemente había ido a dejarle un recado, de mala manera, sobre la reunión del profesorado esa tarde. Más todo se había perdido con el indolente carácter del hombre.

Lo odiaba demasiado, pero estaba seguro que muy pronto tendría en las manos los motivos suficientes para sacarlo de su vida y universidad para siempre.

Por ello procuró tener mucho más vigilado al otro profesor de Filosofía

No me gusta ese hombre. Murmuró Bill tras salir del aula y dirigirse hacia la enfermería.

Bienvenido al club. Alabó Sirius sonriéndole un poco a su amante.- Es insoportable, idiota y cínico. No se cómo aun continua dando clases en esta Universidad. En verdad se parece a "quejicus".

"¿Quejicus?". ¿Quién es ese?. Cuestionó el más joven tras sonreír por el supuestamente apodo que el mayor había lanzado.

Oh, esa es otra historia. Lo que importa ahora es que te lleve a la enfermería para...

Pero Sirius no pudo terminar su frase pues su amante lo haló despacio hasta situar sus labios sobre los suyos, los cuales le recibieron de apetecible y excelente manera.

Estoy bien, no te preocupes. Solo son marcas que después se quitarán.

Pero...

He tenido peores. Sonrió el menor besando efímeramente los labios de su profesor.- Lo que me importa ahora es hablar con Steve, no puedo dejar que las cosas terminen así.

No me agrada. Musitó el pelinegro cerciorándose que no había nadie en el pasillo para abrazar a su amante con libertades completas.

Él es un poco difícil. Ha sufrido mucho.

Pero eso no le da el derecho a tratarte como lo hizo.

Bill miró molestia en la faz del pelinegro y eso le gustó. Le demostraba que se preocupaba por él y aunque lo suyo no era exactamente una "relación" en esos momentos el más joven no quiso pensar en el término adecuado, solo en sentirse protegido.

Gracias. Susurró para después ser besado por su compañero quien aun no toleraba la manera de actuar del rubio.

De no haberse controlado seguramente habría dado buenos golpes al susodicho, pero lo importante era que su compañero se encontrara bien.

No sabía exactamente porque pensaba y sentía de esa manera, simplemente dejó que todo sucediera. Ya más tarde lo pensaría con detenimiento.

¿Entonces no te llevo a la enfermería?.

No. Susurraron ambos después del beso.- Mejor ayúdame a buscar esa tarea tuya que encargaste. ¿Para qué quiero saber la filosofía mediterránea?.

Cuando seas arqueólogo me lo agradecerás. Exclamó el mayor tras sonreír a los pucheros de su amante el cual y antes de doblar una esquina le besó la mejilla, creando sonrisas anchas y sin preocupaciones.

Sean terminaba uno de sus trabajos. Había faltado a la cuarta clase, lenguas y esperaba que la profesora no se enfadara demasiado.

Algunos decían que eso no le serviría pero si estudiaba jeroglíficos y Egipcio¿porqué un par de idiomas más no le servirían?.

Trató de no pensar en ello, solo en aguardar a que su impresora finalizara con su trabajo.

Se estiró un poco sobre su silla y observó la solitaria casa.

Había sido un fin de semana complicado. No solo porque nuevamente Bill había vuelto a "fugarse" con un nuevo amante tal vez, sino porque esa vez Lidia y Steve habían traspasado una muy fina hebra de cordura entre ambos.

Era común verles discutir por Bill y su privacía, pero jamás se imaginó contemplando una de las escenas más...no sabía como catalogarla pero ciertamente amarga era una palabra correcta.

Lidia gritándole cosas incoherentes a Steve y este regresando las palabras. Ambos enfadados y sin razonamiento.

No había sabido como intervenir, simplemente había mirado a Lidia salir y a Steve encerrarse en su habitación para después encender su mini componente a todo volumen.

Él intuyó entonces que las cosas eran serias y así prosiguieron por el resto del Domingo que fue cuando los tres habían coincidido más.

Él observaba y él sabía muchas cosas pero obviamente no podía decirlas.

Eran asuntos delicados que ni siquiera y tal vez se habían presentado por la mente del par de muchachos que continuaban sin hablarse.

Steve probablemente aun no admitía que estaba enamorado del pelirrojo y que la razón por la que exigía su presencia eran por meros celos.

Y Lidia...no estaba seguro pero era probable que o estuviera enamorada del rubio o el pelirrojo, o que en definitiva en verdad le exasperaba toda esa situación en desmedida.

Cuando él aceptó vivir con compañía jamás pensó que las cosas resultarían así, por ello estaba comenzando a pensar seriamente en irse a vivir solo.

Tal vez era lo que necesitaban, soledad.

Por muy amigos que fueran no podían estar todo el tiempo juntos. Una vida los llamaba y era casi seguro que por atender cosas sin importancia la estaban olvidando.

Lo que los cuatro necesitaban era descansar, sobre todo él, quien siempre fungía como intermediario o reconciliador.

Movió el cuello hasta escuchar que este tronaba lo que le hizo sentir mejor.

No había dormido demasiado y entre tener que preocuparse por sus tareas, trabajos atrasados y amigos, el estrés se estaba cumulando en él.

Definitivamente vivo con locos. Sonrió sin evitar pensar que en realidad adoraba a sus amigos. Fueran como fueran.

El sonido del teléfono lo desconcertó un poco por lo que antes de apagar su computador fue que respondió.

¿Diga?.

¿Steve?.

No.

Era muy común que lo confundieran con su rubio amigo. El muchacho siempre olvidaba mencionar que en casa también habitaban dos chicos más.

Puedes dejar recado. Aclaró el de anteojos tras escuchar el suspiro frustrado del que llamaba.

No...¿sabes en dónde puedo localizarlo?.

Mmm nop, ni idea. No se llevó el celular. Comunicó, mirando el aparatito sobre la mesa del teléfono.

Comprendo. Anunció desilusionado el que llamaba.- ¿Sabes entonces en dónde puedo localizar a Sean?.

¿A él?. Eso si que lo desconcertó.

Soy yo.

Ah, que bien. Indicó con cierto alivio la voz.

Perdona¿pero podrías decirme quién eres?.

Nada más tonto que hablar con un desconocido que te conoce.

Eso pensó el de anteojos tras tratar de reconocer la extraña voz.

Soy Brandon.

No conozco a ningún Brandon. Respondió el muchacho, su paciencia era mucha pero con límites.

Si, si, me conociste en la fiesta de la Universidad del Norte. Aquella en donde Steve hizo un show completo que casi terminó en "striper".

De inmediato la imagen de un Steve ebrio haciendo show y escándalo le llegó a la cabeza.

Ya recordaba. Era la misma fiesta en donde él casi...

Oh, ya recordé. Indicó con cierto sonrojo el muchacho. Por eso no gustaba de beber, terminaba por suprimirlo todo de su cabeza y después era casi imposible que recordara las cosas.

¿Cómo haz estado?. Saludó el muchacho que no era más que un chico fiestero, de color y bastante bien parecido a pesar de sus locas ideas.

Estudiando.

Eso es digno de ti según Steve.

¿Steve hablando de él?. Eso si era interesante.

¿Ah, si?. ¿Y qué ha dicho de mi?.

Qué eres un cerebrito andando y que es difícil sacarte de atrás de tus libros.

La ronca voz del chico lanzó una carcajada y Sean aumentó el carmín en sus mejillas.

¿Así que eso pensaba Steve?. Ya lo verían entonces.

¿Y en qué puedo ayudarte, Brandon?. Interrogó tras parpadear un poco.

Steve dice que eres bueno en muchas cosas.

Depende que cosas tengas en mente.

¿Ese era él coqueteando por teléfono y con un casi desconocido?

Definitivamente vivir entre locos lo estaba afectando.

Muy gracioso. Rió el muchacho.- Pero es algo técnico. Tal vez en una próxima ocasión podamos hacer otras "cosas".

Y ahí estaba él sonrojado de pies a cabeza recordando que en la tan memorable fiesta él casi se había acostado con el tal Brandon y que si se había evitado había sido solo por la interrupción de Steve en la habitación.

Definitivamente la bebida no era buena para él ni tampoco ser alguien que no era.

Recordaba vagamente haber charlado con el chico de color sobre cosas sin sentido para después terminar casi arrebatándose la ropa.

Un escalofrío le recorrió la columna.

¿Sigues ahí?. Indagó el del teléfono.

¿Ah?. Si, si, aquí estoy. ¿Qué problema tienes?.

Bueno, me gustaría que nos viéramos para que veas el problema por ti mismo. Steve mencionó que me ayudaría pero dado su memoria mejor no confío en él. Por eso le he llamado.

El asunto en cuestión podía ser tomado desde muchos puntos de vista pero él trató de fiarse por el mejor.

¿En dónde te veo?.

Gracias. Te pagaré bien, amigo.

¿Problema técnico, ayuda y efectivo en una sola charla?. Eso ya era demasiado pero ya se había comprometido. ¿Qué más le quedaba?.

De acuerdo. Lo anoté. Te veo ahí entonces.

Gracias, no sabes en verdad el cómo te lo agradezco.

Sean sonrió y cortó la comunicación. ¿En qué diablos estaba metido Steve? O peor aun¿en qué se había metido él?.

Todo esto me saco por seguir a ese cabezota de Steve. Gruñó tras regresar a la realidad, tomar su trabajo y salir de nueva cuenta hacia la universidad.

Sus propios amigos eran más intelectuales pero cuando acompañaba al rubio a fiestas...que el cielo lo librara de a quien conocía.

Ahora¿qué clase de trato acababa de cerrar?. Eso ya lo averiguaría más tarde.

Los besos se intensificaban de manera paulatina.

Ambos se habían ocultado en una de las habitaciones de libros de Arqueología y como era toda una sección casi solitaria, aprovecharon para dejar un poco de lado la búsqueda y centrarse en cosas mucho más productivas como era indagar sobre la anatomía del contrario.

No...¿no te parece que estamos locos?.

¿Locos?.

Susurró Sirius tras la cuestión de su amante.

Aja. Sexo, besos, sexo, sexo. ¿Me falta algo más?. Gimió el pelirrojo cuando las manos del de cabellos negros se introdujeron en su pantalón.

No. Nada más. ¿O es que a caso quieres que me detenga?.

Obviamente la mente y cuerpo de Bill se negaron a tal perspectiva. Después de todo su "relación" era mera y puramente de placer. ¿O no?.

El pelirrojo cerró los ojos y se aferró al escritorio a su espalda. Le encantaba cuando Sirius besaba su cuello y se ayudaba con las manos para hacerlo enloquecer por completo.

Lo adoraba, simplemente el mejor amante que había tenido en su vida y no le importaba si estaban locos o no. Él quería continuar al lado de Sirius Black.

Los pensamientos del de cabellos negros no distaban demasiado a los de su compañero. Cada caricia, susurro, beso era encender de nuevo la mecha que jamás terminaba por saciarse por completo.

Lo suyo era placer, claro, pero uno inigualable y como jamás en su vida.

Con Bill se sentía simplemente él y con un extraño sentimiento al cual dejó de lado pero que continuaba tan presente en él como en su excitado amante.

¿Profesor Black?.

Alarma.

¿Sirius?. Llamó Bill cuando hubo tomado con cierta rudeza el miembro erguido de su compañero.

Déjala. Tal vez si no respondo se vaya.

El pelirrojo sonrió, atacó la boca de su amante y continuó con las caricias que eran recibidas con jadeos apagados y casi desesperantes.

¿Profesor Black?.

De nuevo la voz y esta vez los amantes tuvieron que detenerse antes de proseguir con sus locuras.

Ambos gruñeron pero fue Sirius quién trató de remediar un poco la situación halando al pelirrojo hacia la sala continua mientras la voz continuaba llamándolo.

Fastidios. ¿A caso no saben que estoy ocupado?. Se quejó el profesor al mirar a Bill arreglar un poco sus ropas.

Al parecer no. Rió el menor, besando efímeramente a su amante.- Al parecer la "campana" sonó esta vez antes de tiempo. ¿Quién te busca?.

Parece Charlotte. Susurró el mayor tras mirar por la puerta.

Hum. ¿Profesora?. Indagó el pelirrojo y Sirius asintió.- Bueno, entonces debe ser algo importante. ¿Te veo después?.

El pelinegro abrazó a su chico y asintió, robándole un beso que dejó a ambos sin aire.

¿Cuándo?. Quiso saber Bill, lo habían dejado demasiado encendido.

Yo te digo. Tengo algo que proponerte.

Mmm¿otra sorpresa?.

Digamos que es invitación.

Otro beso y un nuevo llamado de la profesora la cual se escuchaba más cercana.

Bien. Te veré después. Se despidió Bill y cruzó rápidamente otra de las puertas sonriéndole cual "fugitivo" a un Sirius que sonrió con coquetería.

Lo que estaban haciendo definitivamente era arriesgado pero al menos a ambos no les importaba. Esa era la adrenalina y el riesgo que les gustaba correr.

Profesor?...Ah¿con que aquí se encuentra?.

Sirius tomó un libro al azar y sonrió a Charlotte.

Hola. No te escuché.

Menos mal. He recorrido todas las habitaciones y me han corrido. Indicó la muchacha quien sonrió al mirar la pose despreocupada del ojiazul.

¿Y para qué me buscas?. No es que no desee estar a tu lado pero indagar por toda la biblioteca debe ser algo urgente.

Bueno, mas o menos. Sonrió la muchacha tras mirar que no había nadie más. Ella había jurado que antes de gritar por quinceava vez había revisado esa habitación y se encontraba sola. ¿A caso era tan distraída?.

¿Charlotte?.

Ah, si, hay junta con los directivos. Creo que se acerca algo apacible.

Menos mal. Un poco más de "apoyo moral" y me rendiría.

La muchacha sonrió y tras mirar que el pelinegro dejaba el libro en su lugar salieron de la biblioteca no sin que Sirius mirara de reojo el como su amante se escabullía sin ser visto.

Si, definitivamente eran tal para cual.

Bill corrió rápidamente hasta llegar a la casa que compartía con sus amigos, se introdujo en ella y por vez primera en todo el fin de semana se dejó caer en su cama.

Era excitante en todo el sentido de la palabra su "relación" con Sirius y entre más riesgo más emoción. O al menos eso pensaba tras la sonrisa enorme que su rostro dibujó.

Esto es genial. No quiero que se terminé. Murmuró tas respirar profundamente y controlar su respiración.

Había sido casi un maratón el escape de la biblioteca.

¿Bill?.

¡En mi habitación Lidia!. Gritó el pelirrojo al llamado de su amiga, la cual entró sin hacer demasiado ruido.- ¿Qué sucede?.

Steve no está en su habitación. ¿Crees que siga molesto?.

Muy probablemente. Asintió el ojiazul y a continuación le relató su faena tras terminar filosofía.

¿Pero está loco?.

No, solo molesto y creo que necesitamos comprenderlo Lidia. No juzgarlo.

Pero...

Somos sus amigos. Indicó el pelirrojo y Lidia asintió con la cabeza baja.

¿Entonces lo buscamos?.

No, deja que él venga a casa. Mientras tanto pensamos lo que debemos decirle. Ambos. Aclaró el joven y la muchacha volvió a asentir.

Tras enfriar las ideas ambos estaban de acuerdo en brindarle una sincera disculpa a su rubio amigo, pero también aclarar las cosas de una buena vez por todas.

Pero más lejos de esos pensamientos no podía encontrarse Steve, quien había entrado en un lugar poco categórico y bebía como poseído.

Lo único que el Australiano quería hacer era olvidar que existía, que vivía y que sentía aquello que desde siempre le estuvo prohibido.

Hey, amigo. ¿No piensas que ya es suficiente?. Inquirió el barman quien limpiaba un baso con una toalla.

Déjame en paz. Musitó el rubio y como si de dulces se tratara extrajo de su bolsillo un par de billetes de denominación alta que hicieron silenciar al barman por al menos media hora más.

Steve estaba perdido en sus propios recuerdos y pensamientos. Experimentaba mucha soledad, así como traición.

Pero si lo pensaba de manera lógica él era quien se había entrometido en lo que no debía y era de esa manera solitaria con la que pagaba sus "buenas intenciones".

Pero no es solo eso. Yo...yo lo...

No podía decirlo. Lo sabía, desde que lo conocía lo sabía pero las palabras siempre se atascaban en su garganta y no salían.

Se vio en el espejo de enfrente y se miró patético. Un ser ebrio, desolado y a punto de la humillación.

¿Sería a caso buena idea irse ya de ese mundo?.

Tal vez así no sufriría y él podría entonces permanecer en paz absoluta.

Otro trago.

Pidió y lo bebió como si de agua se tratara.

Su compañero inseparable el alcohol ya efectos normales tenía sobre él por lo que sonrió a su reflejo y brindó por lo deprimentemente idiota que lucía.

En definitiva un pobre diablo que había hecho demasiado al soñar que podía conseguir algo.

Sean caminaba pensativo.

Se había entrevistado con Brandon y las cosas habían salido bien.

Nada de malos entendidos, todo claro y sobre la mesa.

No era por dinero que había aceptado su trato sino porque el muchacho realmente apreciaba sus dotes intelectuales.

Así, si era un gusto trabajar.

Su móvil sonó y no dudó en responderlo aunque en realidad no era una buena zona para hacerlo.

¿Si?.

Sean¿no estás con Steve?.

La voz preocupada de Bill le indicó que las cosas eran graves.

No. No lo he visto desde la mañana.

Dios. ¿En dónde podrá estar?.

No era común del rubio que cuando el pelirrojo estaba en casa él saliera. Por lo regular eran las horas más pacíficas de su existencia y no encontrarlo en casa cuando Bill si estaba era cosa de preocupación.

Trataré de llamarle al celular.

Ya lo hice y no responde.

Cierto, lo olvidó. ¿Entonces?.

Lidia y yo pensamos que es bueno buscarlo pero...

Descuida, voy para allá e inicio una búsqueda.

Te espero.

La conversación se cerró. Quien dijera que Steve era el único preocupado por la integridad y estabilidad del pelirrojo o alguno de ellos era mentira. Demostrado quedaba que esa preocupación era mutua por ello sin importarle realmente que comenzara a llover se dispuso a llamar un taxi y volar al campus universitario. Si Steve se había perdido él entonces lo buscaría.

Pero la suerte llama y aunque imposible resulta encontrar a una conocida persona en tan grande ciudad, en esa ocasión así fue.

Ebrio, desaliñado y no muy "Steve" salía de un lugar el australiano. Tambaleándose y haciendo lo posible por permanecer de pie.

El corazón de Sean latió con alivio, al menos ya había encontrado al desaparecido.

Steve. Llamó con angustia y el aludido tropezó, cayendo en el pavimento mojado.

El de anteojos corrió a su ayuda más cuando ya se agachaba el rubio lo detuvo.

¿Qué haces aquí?. Tono molesto y herido.

Te buscamos. Bill llamó diciendo que no habías llegado y ya es tarde. Vamos, vamos a casa. Trató de convencer el intelectual pero una vez más su ayuda fue rechazada.

Déjame. No quiero tú lastima. Masculló el muchacho y como pudo se incorporó, aun tambaleante.

Steve. Susurró Sean tras mirarlo caminar y seguirlo muy de cerca.

Tres veces el australiano estuvo a punto de caer y el de anteojos no lo permitió, ganándose golpes no fuertes y rechazos hirientes.

Pero a pesar de ello Sean no lo abandonaría por lo que siguiéndole hasta una calle más alumbrada fue que lo miró sentarse en la acera empapada y ocultar el rostro entre sus manos.

Sean tuvo precaución al acercarse al rubio por lo que antes de sentarse a su lado probó terreno.

¿Steve?.

¿Por qué?. Murmuró el aludido con dolor.

Sean no estuvo seguro pero todo lo que hizo fue abrazarle fraternalmente y mecerlo con consuelo.

Le dolía que el rubio se encontrara en ese estado, mucho más al saber por quien era.

Calma, todo saldrá bien. Todo.

No, no, no. Negaba el australiano y el de anteojos lo apretaba mucho más contra su cuerpo.- Es que él...

A él le falta aun madurar un poco Steve, pero no es mala persona. El te quiere mucho al igual...al igual que todos nosotros. ¿Cómo puedes pensar que estas solo?.

Sean no necesitaba preguntar para dar con la respuesta. Después de conocer el pasado del muchacho todo era predecible en él.

Steve no respondió pero si se ocultó en el pecho del de anteojos y lloró sin inmutarse, importándole poco que la lluvia los empapara o que los autos los mojaran.

Ambos se encontraban en un momento especial y debían sacarlo adelante.

Dos horas después Sean arribó a casa con un fatigado Steve quien si bien no acababa de entrara se abalanzó hacia sus amigos pidiendo disculpas por su comportamiento.

Bill y Lidia continuaron con la reconciliación y Sean sonrió en la sombra. Le había dado apoyo a su fiero amigo y eso se quedaría como secreto, suyo y de Steve. Un momento memorable y feliz para su aun acelerado corazón que miraba con nostalgia a uno de sus tres amigos en especial.

¿A caso el destino de aquel grupo era reñir y sufrir por el amor no correspondido?.

Eso estaba por verse pero era casi segura la respuesta.

Continuará...

Bien estoy de ánimo estupendo, ojalá pueda seguir actualizando rápido.

Gracias por sus comentarios, me han ayudado mucho a seguir adelante sobre todo al saber que la historia está gustando.

Nos encontramos con un secretito mas que obvio y que en futuros capítulos se acentuará

Son bien recibidos todos sus comentarios así como no olviden dejarme su e-mail.

Cuídense y espero el chap les haya gustado.

Nos vemos pronto y gracias por todo su amiga:

KLF