Soraka

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Arigato Katruina, Kaniza y Gabz, tan linda (deja de ser tan barbera) callate. Gracias por sus rr.

Katruina: gracias :D
Kaniza: todo es problable, aun no estoy segura, pero si habra ensalada :D
Gabz: Bueno, ya te la presente en msn :D

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En el templo de la inquisición, un par de ellos se reunía con un otro que se encontraba sentado ceca de una larga mesa de madera oscura, altas y gruesas paredes cerraban el área, ninguno de los presentes hablo solo se hicieron gestos de saludo, y tomando cada quien puestos diferente en el cuarto.

Unas voces se escucharon -a que hora será la revisión de guardias?- pregunto un recién llegado.

–no lo se, pero será divertido–

–claro que si– agrego un castaño –hey Tala– llamo al pelirrojo sentado en la mesa con la vista perdida tras la alta ventana. El aludido al escuchar su nombre no hizo gesto alguno de prestar atención –No iras a ver a tus novios?– se burlo

Tala volteo a ver al chico y con una mirada despectiva abandono el lugar.

–uy que genio–

–no deberían meterse con él– un pelizaul hablo sin verlos, recargado en la pared.

–vaya parece que Ikki se unió a su harén de admiradores–

El aludido los volteo a ver –claro que no, pero... a mi no me gustaría enfrentarme a la furia de ése, nunca dejaría que alguien dañara a su favorito–

–si, pero él no esta aquí– se sentó un pelinegro de cabello ondulado –además no le tengo miedo–

–no tienes que tener miedo para saber que algo es una idiotez o no– agrego un segundo pelinegro pero este de una estatura mas baja y de ojos rojos.

–crees que meterme con Tala es una idiotez?–

–no- lo reto con la mirada –digo que eres un idiota–, Ikki lo acompaño con la burla, dibujando una sonrisa en su rostro.

–maldito seas Hiei– se lanzo con las intenciones de golpearlo.

–qué pasa aquí?– un hombre de larga cabellera color marino y ojos negros, acompañado de un chico de ojos lilas y cabellos dorado, entraron al lugar.

–nada señor Aiacos– contesto el pelinegro

–bien Aaron– se paso de largo seguido por el rubio

–dónde esta Tala?– se sentó en la cabecera de la mesa

–acaba de salir– contesto Ikki

–mm, se nos aviso que estemos preparados para cualquier tipo de visitas–

–pero no es eso trabajo de los soldados, o para que lo tenemos?–

–no se esta seguro de nada, además seria mas fácil poner una emboscada dejándolos confiarse–

–bien estaremos atentos– Ikki salió del salón

–Hiei por cierto– llamo Aiacos –busca a los demás e informales–

–si– contesto con fastidio saliendo del salón

–ustedes vayan a ver a los prisioneros– ordeno con firmeza. Ambos jóvenes salieron.

El rubio se coloco tras pelimarino y masajeo sus hombros –crees que intenten entrar?–

–si, la inspección de soldados es una buena oportunidad para entrar– tomo una de las manos a sus espaldas y la llevo a su boca para besarlas –pero seria un tonto si nos subestimaran–

–ya lo creo– el ojinegro jalo al otro chico sentándolo en sus piernas, besándolo en la boca.

–no deberíamos estar haciendo esto ahora Lune, pero eres irresistible–

Sonrío –lo se– una mano se introdujo bajo su túnica, llegando a sus muslos acariciándolo efusivamente. Hecho la cabeza para atrás permitiendo que su cuello fuera atendido por salvajes besos.

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En el pueblo, la gente comenzaba a recorrer las callejuelas caminando hacia sus trabajos para intentar satisfacer las necesidades básicas lo mayor posible. Una chica de cabello celeste que cargaba unas canastas; caminaba nerviosamente, hubiera sido extraño sino fuera que todos estaban mas preocupado en su sobrevivencia que en la vida de ajenos.

Llego hasta la fuente seca y se sentó sacando algunas hojas de su canasta, las reviso un momento y coloco varias de ellas en el fondo de la fuente, hecho eso se levanto y camino hasta una barda casi derrumbada, permitiendo un pequeño espacio entre las rocas, se acerco y deposito otro montón de hojas en el hueco.

Cuando se había levantado algunas personas había ocupado su lugar y habían tomado una de las hojas disimuladamente, hicieron lo mismo cuando la vieron alejarse de la barda.

–Yukina– una alegre voz se escucho, la aludida se sobresalto, causando que sujetara su canasta fuertemente –Yukina cómo has estado? – un chico castaño acompañado se le acerco y la tomo del brazo dándole un ligero apretón en un intento de tranquilizarla.

–joven Yoh me espanto– se relajo un poco –nada, solo voy de compras–

–me alegra–

–Yukina, compraras tela?– una chica rubia le pregunto

–si Anna, aquí traigo algunas muestras– hablaban en clave.

–deja te ayudo a cargarlo– Yoh tomo la canasta y los tres se alejaron, entraron a una pequeña tienda –voy a comprar algo ya regreso– dejo la canasta en el mostrador y se alejo, ambas chicas comenzaron a recorrer la tienda viendo las telas.

Una chica pelirroja y un chico castaño de piel morena entraron platicando alegremente, ella también traía una canasta, ambos caminaron hasta el mostrador, el empleado saludo y dejaron la canasta junto a la otra.

Yukina y Anna tomaron unos pedazos de tela y tomaron la canasta ajena. Salieron del local y se fueron en búsqueda de Yoh. –ya escogieron la tela?– pregunto Yoh.

–ya– contesto Anna

–bueno, traje unos panes, comamos en la jardinera– caminaron hasta dicho lugar

La otra pareja de chicos camino por entre las calles, no tardaron en toparse con un par de soldados.

–qué hacen aquí?– pregunto un joven de larga cabellera negra amarrada en una trenza y de ojos dorados.

–nada señor– contesto la pelirroja nerviosa

–no les creo–

–qué traen ahí?– La chica oculto la canasta a sus espadas –qué esconden?– pregunto un chico pelizaul de ojos rojos

–nada, ya le dijimos señor–

–ya lo veremos– el pelizaul tomo a la chica y la jalo hasta un callejón, el pelinegro hizo lo mismo con el castaño.

Una vez ocultos –qué información traen?– pregunto el ojirojo

La chica saco uno de los papeles en la canasta –dice que atacaran durante la revisión, estemos preparados–

–me uniré con Brooklin, y buscaremos a Shaka– agrego el castaño

–bien Aioria, tu Marin busca a Max, se reunirá con Kuroune e irán a ver a Yusuke–

–si Kai– contesto al pelizaul

–dice ahí, qué tenemos que hacer?– Marin busco dentro de la canasta, y saco un pequeño papel arrugado.

–dice que patrullen la entrada a las celdas de la parte norte, por ahí entraran–

–bien, vamos Rei– ambos soldados se alejaron saliendo por el mismo lado, mientras que la otra pareja tomaba otra ruta, cuando llegaron hasta la calle principal, se separaron.

Marin tomo unas frutas de uno de los puestos y los metió en la canasta, evitando así que alguien intentara ver que había dentro.

Aioria camino varias calles hasta que vio a un grupo de soldados que se acercaban, bajo la mirada evitando verlos y exaltar su enojo e intentar pasar desapercibido. Los soldados jugaban entre ellos, un pelizaul empujo en broma a un peliverde, causando que este chocara contra Aioria.

–calmate Kanon– pidió Saga

–es que Bud es un idiota– se río

–el idiota eres tu, por dejar escapar a ese bombón–

–vamos, ni siquiera estaba tan buena. Quítate– empujo a Aioria como si hubiera sido él quien chocara, el castaño se descontrolo por los nervios y cayo al piso.

Syd por reflejo iba a intentar ayudarlo, Bud lo noto y al estar más cerca encaro al castaño

–por que chocas contra mi?– lo levanto del cuello de la camisa

–lo siento señor, no volverá a suceder–

–mas te vale– suavizo la mirada –pero miren si esta hermoso el torpe–

–vaya Bud, con cualquiera te fascinas– agrego desinteresado Kanon

–suéltalo y vamonos– pidió Syd esperando ser escuchado, no quería problemas

–cómo te llamas?–

–Aioria señor–

–hermoso nombre– acaricio la mejilla, luego su mano bajo lentamente por el cuerpo del castaño pasando por el pecho el estomago, vientre…

–te dije vamonos– Syd detuvo la mano antes que llegara a su verdadero objetivo

–no arruines mi diversión– dejo caer a Aioria –te veré después– le guiño el ojo

–vete– Saga se acerco, viéndolo fijamente. Aioria asintió y se fue corriendo.

–que molestos son ustedes– Bud se llevo las manos a la nuca y se acerco a Kanon.

–ja, con hermanos como los nuestros– apoyo Kanon

–cállense, que aun tenemos trabajo que hacer– Saga comenzó a caminar seguido de Syd

aguafiestas-, sus gemelos los siguieron.

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Hiei caminaba entre las escabrosos pasillos de la fortaleza, sus tranquilos pasos acompañados de los siempre lamentos de dolor se escuchaban, pero un repentino grito de dolor se escucho al fondo de su camino, sabia que ahí estaba quien buscaba.

En uno de los calabozos un hombre colgado de piernas y brazos en posición horizontal, elevado a un metro del piso, su desnudes permitía ver la palidez que había adquirido esa persona resaltando las múltiples heridas que adornaban su cuerpo.

Un hombre de larga cabellera negra, vestido con su túnica de inquisidor, se acerco al fuego de un antorcha, en sus manos traía un tubo de fierro largo, puso la punta en el fuego dejando que se pusiera rojo vivo.

–Karasu, Aiacos ordeno que estuviéramos atentos a un ataque de los rebeldes– Hiei hablo sin mostrar mucho interés en lo que hacia la otra persona, mucho menos en el miserable prisionero que colgaba.

–bien– saco el fierro sonriendo maléficamente al verlo listo –solo termino con esta porquería y voy para allá–

Hiei vio como Karasu se acercaba al encadenado en donde estaban las piernas, inclino el fierro y lentamente lo introdujo en el ano del prisionero que aullaba de dolor los cuales retumbaban en toda la celda, su cuerpo se retorcía, mientras que Karasu forzaba mas su instrumento a entrar en aquel ser que solo podía gritar.

El ojicarmin se alejo de ahí hastiado, no es que le afectara lo que veía, él también tenia que cumplir sus deberes, pero Karasu era reconocido por poner los mas crueles castigos.

Siguió el camino que lo sacaba de ese lugar, no tardo en encontrarse con un par de compañeros.

–Sensui, Itsuki. Aiacos ordeno que estuviéramos atentos a un ataque de los rebeldes–

–esta bien– agrego un joven de larga cabellera verde, el otro joven de muy corto cabello oscuro y ojos afilado miro un momento a Hiei y con un gesto dio a entender que había escuchado –te vemos después Hiei, tenemos trabajo–

Un nuevo grito se escucho, uno apagado; el cual solo significaba que eso había sido el ultimo acto en vida de quien lo exhalara.

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Continuara

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