Una ráfaga de aire se coló por la ventana, refrescando la habitación. Parecía que el viento, travieso, tenía ganas de fastidiar a la joven que dormía allí y no cesó de bañarla con su aliento hasta que la mata de cabellos rosados que sobresalía de las sábanas empezó a agitarse con molestia, para que al final, resignada, se quedara quieta y le aparecieran dos enormes ojos castaño-rojizos.

Sora, aún con la mente en blanco, se apartó el pelo que le cubría toda la cara y se acercó a la ventana. Aún no había amanecido: era esa hora fría que precede al alba. Se reprendió por no haber cerrado la ventana la noche anterior pero ya que estaba despierta siguió mirando. El cielo era de ese azul oscuro casi negro que era el fondo perfecto para que las estrellas brillaran con todo su fulgor. Y esa noche en particular el cielo estaba repleto de estrellas que brillaban como nunca.

Sora contemplaba absorta la belleza de la noche se acordó de dos ojos. Dos hermosos ojos plateados que brillaban como diamantes, mostrando un sinfín de emociones, un laberinto que invitaba a perderse en él por todo el tiempo permitido…

Ver los normalmente fríos ojos grises del joven Leon llenos de tantas emociones fue algo muy extraño… y hechizante. Ruborizándose, Sora pensó que se habría quedado mirándolo toda la noche si no fuera porque él se levantó y se fue. Miró a los costados, deseando que Fol. No hubiera visto su sonrojo, pero no había rastro de él.

Ahora, en la tranquilidad de su habitación, su mente se llenó de miles de preguntas. Pero una se imponía por la duda tan grande que causaba¿quién era Sophie? Volver a recordar su nombre le hizo sentir una punzada de dolor en el pecho. Por un momento, ella había creído que él…

No. Solo fue su imaginación.

Intentó volver a dormir pero las imágenes de lo ocurrido hace algunas horas aparecía cada vez que abría los ojos. Recordó la seguridad que le transmitió su abrazo, el largo cabello plateado reflejando la luz de la luna y tan suave que parecía una caricia al contacto con su piel, la calidez que emanaba de su piel, pero sobretodo esos ojos penetrantes que le hicieron sentir un hormigueo en su interior…

En realidad era curioso como solo el joven Leon era quien agitaba a Sora. Generalmente cuando estaba con él, los latidos de su corazón se aceleraban debido a la rabia o a la furia, pero ésta última fue diferente… inexplicablemente agradable.

Y pensando en ojos como estrellas, volvió a dormirse.

¿Qué estaría soñando Sora que no hacía más que sonreír?

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Abrió los ojos y miró el reloj: eran las 8 a.m. en punto. Sora habia desarrollado un reloj despertador interno, pues había desarrollado una rutina de prácticas matinales para alcanzar la flexibilidad y resistencia necesarias para intentar unirse al escenario Kaleido.

Y ahora que no participaba directamente en él, salía a correr para mantenerse en forma. Pues al fin y al cabo este asueto laboral era solo temporal y debía hallarse en las mejores condiciones para su regreso al escenario.

Para poder actuar junto a él

Pero, en efecto, hoy en lo que menos pensaba Sora era en el escenario. Se puso sus zapatillas mecánicamente y el pantalón de buzo al revés y salió del cuarto.

El viento le dio alegremente la bienvenida, como viejos amigos que eran.

Y al empezar a trotar, fue el único que se apiadó de refrescarla un poco, dándole de lleno en la cara. La brisa se pareció tanto a una sedosa cortina de reflejos plateados... Su corazón latía desesperado, esperando así llamar la atención de su dueña para pedir un poco de descanso. Su agitación no era causada solamente por el ejercicio.

Afortunadamente no había piedras sueltas en la ruta porque si nos habría quedado una Sora llena de moretones y hasta enyesada. Dios sabe lo que hace ¿no?

Lo primero que hará al llegar al cuarto será tomar una buena ducha. Corrección: antes que nada...

Tú trato es inhumano conmigo. ¡Y yo que solo hago todo por tu bien...! ToT

Como si Sora le hiciera mucho caso. Sus manos ataron a Fool, su ojos se fijaban en que la venda esté bien colocada y su mente estaba muy lejos.

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Después de eso, me quedé en el taller arreglando los últimos detalles para la función de esa noche. No me pasó nada digno de contarse

No hasta la tarde.

Me muero de nervios. Después de todo es la primera obra en la que participo detrás de escena y temo que no valoren mi trabajo. Y eso que limpié algunos trapecios que ya se estaban oxidando, y ajusté bien la lona del trampolín, importantísimo porque de ello depende la altura que alcancen los saltos...

OK. Lo acepto. Me muero de nervios porque sé que tengo que hablar con el joven Leon y también quiero hacerlo pero a la vez preferiría estar lo más lejos posible de él. ¿Qué tal si él se siente molesto porque yo presencié que se salió de su control? Lo más seguro sería que quiera evitarme a toda costa para que no le haga preguntas.

Pero hay otra cosa. Sus ojos se veían tan llenos de tristeza y dolor reprimido. Nunca hubiera creído que justamente él pudiera sufrir tanto. Pero ahora sé que debí sospechar que su pasado no fue color de rosa. Tener esa actitud tan fría y distante, el trato despectivo y cruel así como el voluntario aislamiento no es normal en una persona, a menos que la vida le haya dado excelentes razones para ser así.

¿Cómo no lo sospeché? Yo que siempre me enorgullecí de entender el ánimo de mis compañeros y de darles apoyo, no ayudé a quien realmente lo hubiera necesitado y encima me dejé llevar por la antipatía que me produjo que no me hiciera caso.

¡Soy una vergüenza!

Tengo que hablarle, tengo que ayudarlo...

Pero, ahora que entro donde están todos los acróbatas, dejo todo pensamiento, pues siento sobre mí una mirada penetrante que sigue todos mis movimientos, que me paraliza y hace que se me ponga la piel de gallina.

Ya no puedo evitarlo más, tomó todo el aire que mis pulmones son capaces de contener y con mi (intento de) habitual sonrisa, me volteo y me dirijo hacia él, aparentemente decidida.

Puedo ver claramente su cara de sorpresa y confusión al verme aproximarme de ese modo. Podría pasar la eternidad aprendiendo a descifrar esos ojos.

Joven Leon, tengo que decirle algo... Yo... me voy encargar de tirar pétalos desde arriba cuando May y usted estén juntos en el trapecio... solo quería avisarle eso

¿Esta fue la conversación tan importante que temía iniciar?

Dios sabe que no. Pero no me atrevo a decir más.

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Espero en lo que llamábamos el ático, la parte superior del escenario, a que llegara el momento para tirar los pétalos contenidos en el balde que tenía al costado.

No podía apartar mis ojos de las figuras que se movían abajo. Veo claramente a May, con quien no he vuelto a hablar por temor, moverse con la agilidad y energía que la caracterizan, protagonizando a una Julieta luchadora, que solo busca la protección de los brazos de su amado.

En este momento realmente la envidio. El público la mira con admiración, disfrutando su acto, como nunca lo han hecho conmigo y ... y... va a ser ella quien sienta el calor de los brazos del joven Leon.

Recuerdo porque estoy aquí, así que con un puñado de pétalos en mi mano, gateó hasta hallarme exactamente sobre las cabezas de la pareja. Y lentamente, los pétalos empiezan a caer, como una suave llovizna, como la arena que uno nunca puede en la mano retener...

Mis ojos se nublan y no veo de lo que sucede después porque me acabo de dar cuenta de algo. Leon Oswald es para mí como esa arena que escapa de mi desesperado agarre, por mucho que yo me niegue a dejarla, se deshace en mis dedos y solo deja unos granitos que dan testimonio de su presencia. Solo me quedarán recuerdos, como el de anoche, de algo que no tiene esperanzas de nacer.

Porque él jamás me necesitará.

Entonces, si él debiera esfumarse ¿por qué veo su cara aproximarse?

Paso una mano por mis ojos para dejar de alucinar pero lejos de volver a la realidad, me encuentro con dos ojos-o-estrellas que ya había visto antes. No tengo la capacidad de distinguir cual de los dos son.

Y tampoco tengo tiempo porque siento que un brazo me jala con fuerza hacia abajo. Yo me dejo llevar demasiado débil emocionalmente como para oponerme.

Luces muy potentes me hacen parpadear. Y no son precisamente las plateadas que tanto me llaman la atención.

Al mirar hacia abajo vi que estaba siendo observadas por decenas de rostros boquiabiertos, ocultando su sorpresa en la penumbra donde se encontraban. También pude ver que tras las cortinas, varias caras se asomaban discretamente pero con la misma cara de asombro que los primeros.

Me quede contemplando esos rostros extrañadas y por fin lo comprendí.

Estaba de vuelta en el escenario

Pero no de la manera que yo esperaba

Un estremecimiento me recorrió toda la columna, haciéndome perder el equilibrio. Pero nunca caí, es más creo que apenas me moví 5 centímetros. Había alguien que me había protegido de caer y me abrazaba fuertemente casi diría... con posesión.

No lo creo. No tratándose de él.

¿Pero quién más eriza toda mi piel de este modo, o provocar en mí esta agradable electricidad?

Alzo por fin la mirada para comprobar, y sí, me rodea la cabellera plateada que esperaba ver. Pero también veo un poco más lejos, una cara conocida.

May me observa con los ojos abiertos a más no poder, con el ya tan común asombro que tienen todos los de este lugar, pero también con otro sentimiento.

Dolor.

¿Qué estoy haciendo aquí?

Cuando por fin me suelto de la prisión de ese abrazo, aunque debo decir que con mucha dificultad, salto al trapecio más cercano.

Si bien lo que más deseo es actuar con él, y más simplemente actuar, estoy de más ahorita. NO es el momento de que regrese... aún

¿Dónde hay una salida?

Pero la alegría de estar nuevamente aquí en este escenario que tanto quiero y que tanto había esperado me vence. El deseo de entretener al público que me sigue mirando con los ojos abiertos, de hacerlos felices, puede más que yo, y sin querer me veo saltando, y realizando acrobacias.

Es tanto el placer de hacer lo que me gusta, que caigo en una ensoñación, donde me parece ver que todos los rostros me miran con ojos de admiración y alegría.

Pero al sentir una presencia muy cerca de mí, me conecto nuevamente al mundo. Sé que es él, que me sigue persiguiendo. Tengo miedo…

… que mis sueños no se cumplan

El sueño declarado de hacer feliz al público y unir los corazones… y el otro…

Con un último salto, quedo fuera del escenario, del alcance del joven Leon, de la mirada de los espectadores. Estoy a salvo… o eso creo.

Pero a penas pongo el pie allí, un grito de desesperación resuena en las paredes y en el ánimo de todos. Si la mirada de May era dolida, la de Leon es una que destroza el corazón.

Solo tuve tiempo de verlo en el aire durante unos segundos.

Un escalofrío sacude todo mi ser y luego me hundo en la oscuridad.

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Infinidad de corredores se abren ante mí, intentando confundirme y que desista de llegar a mi meta.

Pero lo que no saben es que nada del mundo me detendrá cuando decido hacer algo.

Pues hoy en la mañana, cuando desperté después de un buen rato de inconciencia, y me enteré de que él estaba aquí, no bastaron todos los brazos de mis amigos intentado detenerme.

Porque tenía que verlo, después de todo fue mi culpa.

Y cuando llegué a su habitación, el aire me abandonó.

El hermoso rostro parecía verdaderamente una estatua de mármol: estaba más pálido que nunca y terriblemente frío.

Me habría asustado de muerte si, antes de entrar a verlo, no me hubiera informado por el doctor que estaba fuera de peligro, y aunque había sufrido múltiples fracturas, no era nada que no pudiera curarse con mucho tiempo y cuidado.

Me acerqué a él, asegurándome que estaba bien abrigado, y no pude evitar contemplarlo una vez más. Parecía tan frágil en ese momento… si me hubiera escuchado decirle frágil, nunca más me volvía a hablar.

Pero era una tremenda paradoja, pues jamás conocí a alguien tan fuerte, tal vez solo la señorita Leila. ¿Dónde estaría ella en ese momento? Ella podría ayudarme en todo este enredo…

Inconscientemente, he tomado la mano de él para transmitirle un poco de calor. No me sorprendo pues dentro de mí, ya he aceptado la verdad. Me di cuenta de ella al ver que te lanzabas en mi busca, no importandote el abismo que nos separaba, y me di cuenta al adivinar que caerías y el terror que me invadió.

Mi otro sueño…

No quiero separarme de ti nunca más.

Te amo Leon Oswald.

Y nadie se enterar�, ni siquiera tú, porque no soportaría tu rechazo.

Seguiré siendo la misma Sora, la encarnación de la alegría y la voluntad.

Solo que ahora en vez de uno, tengo dos sueños.

Y me entregaré a ellos aunque me cueste la vida.

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pues, salio madio MUY raro (no quiero decir malo, aunque sea la verdad), pero hice lo q pude. Definitivamente no sirvo para cosas romanticas ME HA SALIDO HASTA EL QUESOOOOOOO

TTTTTTTTTTTTTTTTTTTOTTTTTTTTTTTTTTTT no e juto bueno ahí va una dis q perspectiva d Sora

Ahora es cuando mas necesito sus criticas PORFA pues pienso q aun tengo esperanzas como escritora, aunq no como escritora dramatica ��

MUCHISIMAS GRACIAS POR SUS REVIEWS porq intenta comprenderme y ayudarme y sobretodo estan apoyandome MUCHAS GRAAAAAAAAAAAACIAS

alguien ha leido Orgullo y Prejuicio de Jane Austen? estoy pensando basarme en esa historia para esto.. a Sora le ha sido bastante facil darse cuenta d lo q siente... el q seguira confundido en un buen rato sera Leon, porq piensa q sora es su hermanita reencarnada

GRACIAS OTRA VEZ!