No sé como no me da vergüenza seguir escribiendo pero la verdad… es que no me da (¡qué sinvergüenza!)

Kaleido Star y sus personajes son de Junichi Sato, esta historiasupuestamente esmía

Sé que me querrían matar, pero, por favor, hagan un esfuerzo soportándome y lean esto. Después ya mándenme tomatazos, insultos y todo lo demás. Solo pido eso.

Atentamente: la autora

En verdad, lamento la demora


El cuarto estaba en penumbras, cada una de las cosas que había permanecían en su sitio, quietud era lo que se podía respirar en 20 cuadras a la redonda.

La tranquilidad de la noche fue quebrada por unos murmullos, tan suaves que hubiera parecido que era el viento quien los provocaba. Pero, al cobrar intensidad, descubrieron su origen en el joven que estaba acostado, con los ojos apretados y los puños cerrados, apretadosdesesperadamente a lo primero que encontraran, enterrando las uñas ya fuese en sábana, ropa o piel.

·· Nnno… nte vayas… perame… nu…

La presión de los párpados aumentando, las uñas dejando marcas rojas en la piel…

·· ¡NO!

Un jadeo se dejó resonar por la habitación… mientras su causante procuraba recuperar el aliento. Se veía realmente desvalido, abrazando sus rodillas, o cuando después se sostuvo la cabeza con ambas manos, como si llevara una pesada carga dentro.

·· Sora…


Ken sentía que no lo podía soportar más. Ver a Sora sonreírle todos los días y mirarle con ternura, tenerla tan cerca y tan lejos a la vez. ¡Qué tortura!

¡Debía hacer algo!

No… ¿y si ella le decía que no? Entonces ni siquiera podrían volver a ser buenos amigos

·· Prefiero morir antes que no poder estar al lado de Sora

Sora… esa chica significaba tanto para él. El día que la vio por primera vez supo que esa japonesita cambiaría el curso de su vida.

Desde que era pequeño, se había resignado a no poder convertirse en acróbata aunque ese era su más ferviente deseo… Pero lo que nunca pudo fue separarse del escenario, hubiera sido como desprenderse de una parte de él, aunque ésta fuera una de profundo dolor.

Ken era callado, no por ser realmente tímido si no porque no quería hacer sufrir a nadie más. Así como nadie había podido evitar que estuviera enfermo, nadie podía ayudarlo, no confiaría en nadie: ése sería su tormento propio, exclusivo. ¿Era eso masoquismo… o una forma de amar?

El escenario… lo fascinaba y lo odiaba. Contradictorio ¿no? Sobretodo que un chico aparentemente tan dulce como Ken guardara algún sentimiento negativo contra algo o alguien. Cuando tuvo la oportunidad de ver una de las obras puestas en escena por el grupo Kaleido, supo que ese iba a ser su destino. Y le dio tanta rabia el saber que no podría participar en él, que a veces deseaba jamás haber escuchado ni siquiera una palabra referente al escenario Kaleido.

Tal vez su cuerpo tuviera algún defecto, pero su espíritu era el de un verdadero acróbata

Uno frustrado por el peso de su realidad.

Y a pesar de eso, de vivir sufriendo, atormentado, pensando casi siempre en el "si yo hubiera…" pero como no era, Ken siguió adelante. Hubiera sido mentira decir que no hubo momentos buenos, situaciones en las que olvidó por completo su mal interior. Por ejemplo, la presencia de Marion y Sarah, a quienes quería tanto, como a hermanas, le alegraban constantemente el día. Ian era cariñoso y atento como un padre, siempre dispuesto a enseñarle algo, y Kalos, desde las sombras, siempre lo protegía y buscaba su bienestar.

Aparte, sus verdaderos padres que siempre estaban disponibles para él… Aparentemente era un chico feliz…

Pero no… los sueños no cumplidos… las esperanzas fallidas pueden ser más dañinas aún que la peor de las traiciones o el más profundo de los dolores, pues el causante de todo ese sufrimiento es uno mismo. Y ni siquiera se podría disfrutar la venganza pues eso sería deshacerse de uno mismo.

Ken jamás había pensado en suicidarse, sabía que lo tenía todo para ser feliz y lo agradecía profundamente… Pero aunque tratara de no obsesionarse con el tema, no podía evitar tener el alma y corazón llenos de desilusión. Mas si elegía ese camino era en realidad una huída, y haría mucho daño a los que le conocían, como a su madre…

Así que tampoco podía elegir morir…

Se resignó entonces a que, cuando el revoltijo de sus pensamientos por fin tuviera un orden, pasara lo que tuviera que pasar

Allí apareció Sora… y todo era claro ahora.

Se dio cuenta que esta chica le gustaba. Pero más allá de la obvia atracción física, podía percibir que ella tenía algo especial, una luz propia que la hacía brillar y dar energía. Sintió que valía la pena pertenecer al escenario aunque nunca pudiera realmente "estar" en él

Ahora sus días tenían un propósito, tratar de recibir un poquito de ese calor que Sora irradiaba. Al principio creyó que solo era gran amistad y admiración lo que le unía a Sora pero se dio cuenta que él necesitaba mucho más…

Él era una planta que necesitaba la luz solar de Sora para hacer fotosíntesis.

Uy, quéromántico sonó.

Ken se quedó pensando en formas más decentes de expresar lo que sentía cuando sintió una mano en su hombro

·· ¡Ah!

Justamente tenía que ser Sora.

·· Discúlpame Ken. No quise asustarte

·· "Lo que me tengo que aguantar" No te preocupes Sora, no pasó nada. Solo fue la sorpresa.

Ella le sonrió aliviada, él sintió que se encogía y se volvía pequeñito, muy pequeñito…

·· ¿Qué tal¿Arreglando todo para la nueva obra?

·· Sí – hablar de su trabajo tenía un efecto tranquilizante en él, ya que le hacía olvidar por momentos sus dolorosos pensamientos – estaba arreglando estos tabladillos y luego tendré que echar una ojeada a los trapecios… no hemos preparado una maquinaria especial todavía porque Mía nos dirá lo que necesita recién mañana

·· Ah… ya veo

El la miró. Ella se había quedado mirando un afiche de la obra pasada, El Lago de los Cisnes.

Ken se puso nervioso ¿Si le preguntaba que hacía ahí? No le iba a decir "lo que pasa, Sora, es que me gustas tanto que tengo que verte aunque sea en una foto, porque si no creo que moriré". No sería muy conveniente ¿no? Así que trató de desviar el tema

·· ¿Preocupada?

Sora pareció salir de un trance.

·· Disculpa, no te escuché

Ken solo la miró un rato, luego volvió a mirar a lo que estaba haciendo. No podía mirar mucho a Sora sin ruborizarse

·· Digo si estás lista para la próxima obra

Ella sonreía.

Pero se notaba claramente que su mente no estaba ahí, Sora estaba recordando algo agradable.

·· ¡Sora!

Ken se sorprendió de sí mismo, pues se había sentido súbitamente desconfiado de lo que pensaba Sora, porque sospechaba que ella no pensaba enun que sino en un quien.

Pero curiosamente para Ken, ella le contestó tranquilamente.

·· Te escuché… pero no sé que responderte. Tal vez piense en algún momento que pueda fallar algo… pero ¡estoy segura que saldrá bien! Además el joven Leon y yo hemos estado practicando mucho tiempo, incluso hasta la noche, procurando que todo resulte perfecto .

Ken, al oír el nombre del hombre, sintió algo que le quemaba. Su cada vez más creciente cercanía a Sora le alarmaba. No podía permitir que otro hombre se interpusiera entre ellos, que lo eclipsara…

Tomó todo el aire del que fue capaz.

·· Sora… ¿quieres ir a tomar algo?

Ella se sorprendió, y una ligera inquietud apareció en ella así como desapareció al instante. Vamos, estaba hablando con Ken, un buen amigo y una de las mejores personas que conocía. ¿Qué malo podía pasar?

·· Claro, vamos. ¿Qué pasó¿Qué celebramos?

·· Ah… no, no esnadade eso… "¿Por qué Sora es tan… así?" Simplemente… se me ocurrió… ¿No te pasa que a veces se te ocurre algo y te da el impulso de querer hacerlo?...

Genial… ¿era pedir demasiado decir algo con un poquito de coherencia?

Estaba tan perdido en su pelea contrasí mismo que no hubiera escuchado la respuesta de Sora… sí es que ella le hubiera dado alguna.

Llegaron a una bonita cafetería, decorada con muchos muebles de madera y cuero, usando colores tierra y variedades de rojo. Este no era precisamente el lugar románticodonde hubiera querido hacer su declaración pero a Ken le gustaba ese lugar por su apariencia hogareña. Si no hubiera estado tan distraído le habría extrañado que Sora siguiera tan callada, sobretodo cuando a ella le también le agradaban y relajaban este tipo de lugares.

Y tal vez, si no hubiera estado tan nervioso y preocupado por sus histéricos nervios, se habría dado cuenta que Sora pidió un café, en vez del acostumbrado jugo de frutas que le encantaba tomar cada vez que salía.

Definitivamente todo estaba raro, pero lo peor es que ninguno de los dos se daba cuenta.

O tal vez… preferían no darse cuenta.

"No… no puedo dudar en este momento… ¡es ahora o nunca!"

·· Sora... t·tengo que decirte algo

Sora no supo por qué pero al oírle, un estremecimiento recorrió su columna.

Era un mal presagio, pero mostró una despreocupada sonrisa, como siempre lo hacía.

·· ¿Sucede algo?

¿Realmente sería capaz de decírselo¡Ni siquieraera capazde verla a la cara! Pero debía hacerlo, su salud mental, corporal y psíquico··emocional se lo pedían urgentemente

·· Yo… yo… nosotros… bueno… tú me…

El titubeo de Ken la hizo volver a la realidad. Oh no… eso no podía estar pasando.

Pero todas las señales se lo decían a gritos y Sora, aunque lo parecía, no era ninguna tontita. El rubor que cubría las mejillas de su compañero, a la vez que su voz entrecortada la heló de terror ante la posibilidad… no... ¡tenía que estar equivocada! Su mejor amigo no podía estar enamorado de ella… por favor, no.

Las tímidas sonrisas, los profundos sonrojos, los roces casuales, los lapsos a solas… todos esos recuerdos llegaron como una tempestad a la cabeza de la pobre Sora. Al parecer todo eso había tenido un significado especial para él… Para ella esos habían sido momentos preciosos, tesoros que guardaba en lo más profundo de su corazón como recuerdos valiosos de la persona que tenía enfrente, de un gran amigo que la había apoyado siempre…

Hubiera decidido no tener memoria en ese momento, para no tener ahora que rememorar esas mismas imágenes bajo una nueva luz y con un doloroso nudo en la garganta…

Es más… en ese momento hubiera preferido desaparecer por completo.

Ken era un hermano para ella… ¿cómo podía estar interesado en alguien como ella, que no valía la pena?

Pero aún había una posibilidad. ¡Claro¡Qué tonta! Seguramente estaba equivocada, todas estas suposiciones eran producto de su muy imaginativa mente…

··… tú me… gustas Sora – soltó por fin Ken, con un suspiro- te quiero...

Sintió como si su alma la abandonara

Al tener la cabeza completamente agachada, supuestamente para no mostrar el obvio sonrojo en su rostro, era imposible para el chico rubio ver la reacción de Sora en ese momento.

¡Lo había dicho! Ahora todo estaría bien…

…¿verdad?

Pasó algún tiempo… y nada.

Más tiempo… nada.

Solo se oía el movimiento de las manecillas del reloj en la pared.

Esto no estaba bien…

Se atrevió a levantar la vista para comprobarlo, confiando en que su sonrojo esta vez no fuera tan revelador…

Sora seguía allí, quieta, mejor dicho inmóvil como un poste… sus ojos entrecerrados, mirando a otra parte, como no deseando verlo a él. Le pareció que ella estaba muy lejos…

No supo de donde sacó el valor para hablar.

·· ¿Sora?

Un breve pero muy incómodo silencio.

·· ¿Estás seguro? – apenas un susurro salió de sus labios

Estuvo a punto de alzar la ceja y preguntar "¿de qué?", pero se contuvo de hablar al ver sus ojos brillantes, como si estuviera punto de llorar, y leer en ellos su pregunta y un sentimiento que no supo identificar, pero que se parecía extrañamente a… temor.

No hubo necesidad de contestar, su ceja alzada y su mirada fija en los ojos de ella bastaba para responder todas sus preguntas. Mostrando su total seguridad…

Y entonces ¿por qué su corazón latía tan deprisa?

Sora apretó los ojos con fuerza. No podía estar sucediendo esto… se animó a ser fuerte para poder hablar tranquilamente con Ken.

Pero cuando sus ojos se encontraron, sus fuerzas la abandonaron por completo.

·· Y··yo… Ken, lo lamento…

Salió corriendo y apenas había salido cuando las lágrimas empezaron a caer a raudales sobre sus mejillas…

Mientras, Ken se quedó estático en su silla, aún sin asimilar lo que había pasado. Prontoel dolor que había comenzado como un pinchazo se fue extendiendo, oprimiéndole ahora todo el pecho… Sentía como si el techo se le hubiera caído encima, como si su espíritu le abandonara o como sus ojos se nublaban… no, era mucho peor, era como si hubiera entrado en el mismo infierno para quedarse allí para siempre…

Sin realmente percatarse de lo que hacía, tomó la taza de café que aún humeaba en la mesa…

El olor de Sora y el aroma del café se entremezclaban… con una sonrisa triste Ken tomó de un sorbo largo el contenido…

Que ironía… dulce y amargo a la vez…

Quien diría que el café pudiera resumir el significado del amor.


Le pareció que alguien la llamaba por su nombre, pero no miró atrás. No quería ver a nadie, no después de lo que había hecho.

Se sentía como la peor basura que existiera en el mundo, se odiaba a sí misma por destrozar de ese modo los sentimientos de Ken.

¿Por qué justo ella! Habiendo tantas chicas bonitas y tantas que hubieran sido perfectas para él ¿por qué se tuvo que enamorar de ella?

Pensar cansa… y el dolor, aunque no lo queramos, nos deja indefensos. Así que apenas cerró la puerta de su cuarto y se tiró a la cama, sin piedad hacia el colchón, el sueño se apoderó de ella fácilmente.

Tan cansada estaba que ni siquiera notó la espectacular –por no decir ruidosa·· entrada de un diminuto personaje vestido con un polo que tenía una enorme manzana estampada. Fool, quien venía de Nueva York, de hacer un seguimiento a Leila, por pedido de Sora.

·· Hello there, country girl! ¿Qué tenemos en común tú y yo? We both love New York!

Fool casi no podía entrar por todos los gorros de los Metz, banderitas de Estados Unidos, llaveros de la estatua de la Libertad, en fin, souvenirs, que se había traído. Incluso se quedó atorado en la ventana pero nada que un buen impulso y una colorida maldición no pudieran solucionar.

Claro que acabó en el piso.

·· ¡Auch! Oh no – se sobó el trasero·· mis fans se van a molestar por este daño… ¿Sora¡Que no me recibes? Un abrazo de oso puede ser… ¿en el pechito?

Por fin se dio cuenta que Sora estaba dormida, lo cual era increíble teniendo en cuenta el alboroto que había hecho el susodicho espíritu del escenario. Éste, dejando todas las cosas que había traído tiradas en el piso, se dirigió flotando rápidamente hasta poder ver el rostro de Sora. Notó las sombras oscuras en sus párpados y la aún húmeda tez. Su sonrisa desapareció dando paso a un rostro inexpresivo. Inmediatamente sacó una carta. Sus facciones se endurecieron imperceptiblemente.

"No va a ser fácil, pero tendrás que superarlo si quieres ser feliz."


En medio de su sueño a Sora le pareció oír la voz de Fool… ¿habría llegado ya? En todo caso, igual se enteraríapor la mañana... no valía la pena preocuparse por eso ahora

Se removió incómoda, pues el viento que se colaba por la apenas abierta ventana justo le daba en la cintura, haciéndola tiritar. Jaló la manta, esperando que cubriéndose pudiera retornar al mundo de los sueños.

Pero por lo visto a no volvería a dormir. Lo supo claramente cuando al cerrar sus ojosseguía perfectamente consciente. Desganada, decidió permanecer con los ojos cerrados, tal vez el sueño llegara comoalgunas veces sucedía.

Sin querer, y repentinamente, recordó. Recordó la tarde pasada con Ken.No pudo evitar abrir los ojos rápidamente para luego volverlos a cerrar con la misma celeridad y con muchas más ganas apretarlos. No, no volvería a llorar. Aunque mereciera derretirse en esas lágrimas o que éstas fuera ácido para que ella pudiera disolverse en ellas.

Pero ninguna de las dos opciones podía realizarse.

Sora decidió que no la llevaría a nada quedarse ahí, atormentándose. No le haría ningún bien a nadie. Tenía que ponerse a pensar en el asunto pero para ello necesitaba relajarse… y definitivamente encerrada en ese cuarto no lo iba a conseguir.

Tomó las llaves, una casaca ligera y salió de la habitación. Estuvo varias veces a punto de aplastarse contra la pared pues al tener todos sus sentidos embotados hacía que tropezara a cada rato.

Ya llevaba caminando un buen rato cuando levantó la cabeza al sentir la esencia, característica única del lugar donde estaba. Había llegado.

El atardecer estaba en todo su apogeo aunque las estrellas esparcidas a lo largo y ancho delataban que la noche no tardaría en llegar. Debajo, el estruendoso y magnífico mar batía sus olas con furia, como si quisiera despedazarse.

Se vio a sí misma reflejada en ese elemento, energía y desesperación unidos.

Internamente deseó ser ella quien estuviera allí, en medio de las olas, para poder evitar toda esta confusión.

Sí, estaba muy confundida. Pues cuando rechazó a Ken lo hizo porque así lo sentía, así se lo había dictado su corazón a su voz. Pero ¿por qué le dolía tanto haberlo hecho¿Acaso se había equivocado con sus sentimientos?

Esos últimos días se había estado cuestionando más que nunca. Ella amaba al joven Leon aún a pesar de su persistentemente constante y odiosa indiferencia. Ella sabía que no sería fácil conquistarlo pero poco a poco se le había hecho terriblemente difícil el no dejarse vencer por el pesimismo.

El huía de ella, literalmente: siempre buscaba una excusa para alejarse por lo menos a unos 20 pasos, y cuando tenía que hablar con ella apenas le decía algo y, antes que ella pudiera decir alguna otra cosa, ya estaba a una distancia considerable o haciendo como que conversaba con alguien más.

Pero eso no se comparaba con lo que había escuchado hace unos días.

Sora, como de costumbre, miraba hacia donde se suponía vendría el joven Leon. Nunca iba a buscarlo, aún cuando era lo que más deseaba. No quería que se viera como si ella estaba desesperada aunque la realidad era así, necesitaba verlo, que estuviera cerca…

Pero como no venía, y se había puesto tan nerviosa, sintió la urgente necesidad de ir al baño. Así que allí se dirigía dando saltitos y retorciéndose, rogando que su vejiga fuera piadosa y aguantara, cuando le pareció escuchar bien cerca unas voces conocidas. Y como precisamente virtud de Sora el no ser curiosa, se ocultó tras unos arbustos.

Las ganas de ir al baño se esfumaron cuando vio que el joven Leon acorralaba a May.

·· Escúchame bien… no vuelvas a decir eso.

·· Leon – la voz de May mostrando a las claras su nerviosismo – ¡tranquilízate! Sabes que era una broma. Pero ¡qué¿Acaso nadie te puede amar¿Por qué no Sora¿Por qué no yo?

·· ¡No! Yo no puedo amar a nadie, a nadie… y mucho menos a Sora.

El joven se quedó mirando fijamente a la muchacha, teniéndola asida de los hombros durante unos segundos, antes de darse la vuelta y alejarse de allí. Sora también se dio la vuelta, aturdida por la confesión que acababa de oír, que no solo frustraba sus esperanzas, sino también las de la joven de cabellos azules que estaba aun apoyada en la pared, demasiado impactada como para caminar y menos aún para limpiar las lágrimas que se deslizaban sobre sus calientes mejillas.

Ese día Sora regresó al baño, pero no con el mismo propósito con el que había ido, sino para derrumbarse en un torrente de lágrimas, teniendo como único testigo al espejo del solitario baño.

Tal vez era un caso perdido hacer que él intentara fijarse en ella. Para ello se necesitaba una mujer verdaderamente superior a todo lo que ella pudiera llegar a ser.

Y francamente, Sora ya se estaba hartando de luchar sin ganar nada, de pelear por una causa sin sentido. Había ganado en lo profesional, consiguiendo plasmar sus sueños, pero en el amor era un desastre.

Tal vez debería abandonar todo, pensaba mientras miraba el mar.

El mar es tan azul, pensaba Sora, tratando ingenuamente de no concentrarse en sus sentimientos.

Pero su pensamiento la llevó a recordar otro sitio donde había visto ese color. Los ojos de la señorita Layla. No pudo evitar pensar que tal vez el joven Leon buscaba una mujer como ella, tan fuerte, tan buena, tan valiosa. Y que al venir, solo se había topado con una chiquilla inexperta llamada Sora Naegino.

Su mente no se quedó allí: pronto le llevó a pensar en otros ojos igualmente azules, pero de un modo que transmitía más calor y dulzura, cuyo poseedor era Ken, su amigo, que siempre la había apoyado y ayudado, y queahora se habíaenamorado de ella.

Volvió a mirar el mar con resignación. ¿Por qué estos pensamientos no podían abandonar su mente¡Se supone que ya no debería tener dudas!

El amor es así, Sora. Cuando llega a tu mundo, te pone todo de cabeza.

El recuerdo de su madre diciéndole eso la hizo sonreír aún a través de sus lágrimas. ¿En que momento se puso a llorar?

Nadie le pudo contestar.

Azul. Calma. Paz. ¿Podría el mar trasmitirle un poquito de todo eso a ella?

·· ¿Sora?

Ironía cruel. En vez de traerle calma, el mar le había traído la fuente de su tormento.


El aire que ayer era un alivio para los sentidos, hoy parecía asfixiante. En general, todo a su alrededor parecía estar conspirando para marearlo y hacerle sentir la cabeza más pesada y que los pensamientos se entreveraran más.

Y es que desde hacia un tiempo, desde que se dio cuenta de que Sora era especial para él, todo lo relacionado con ella era ahora diferente. Pues no podía verla sin evitar sentirse incómodo, que una erupción de pensamientos estallara en su cabeza y que un torrente de emociones se deslizara por sus facciones.

Que poético sonaba ¿no? Pero ya quisiera él que todo lo que sintiera fuera tan lindo como las palabras.

Kaleido no era en definitiva un buen lugar para dejar de pensar en Sora: todo el lugar olía, se sentía, vivía en Sora. Por eso decidió que sería buena idea ir a la ciudad, tal vez comprar un helado…

Pero su mente se puso en blanco al ver a un chico y a una chica que él bien conocía juntos.

Ken y Sora

Es pensamiento le chocó, haciéndole apretar los puños. Pero ¿por qué?

¿Por qué qué?

Que pregunta tan estúpida. Es obvio que me pregunto por qué me he molestado.

Ah

¿Qué pensabas?

Yo creí que te preguntabas otra cosa

¿Qué cosa?

Que por qué ella estaba con él…

Que tontería… ¿por qué habría de molestarme eso?

¿Por que te enojas si eso no te molesta?

Porque estás diciendo que eso me molesta cuando no me molesta ¡y eso sí que me molesta!

¿Ah?... eso quedó muy claro

Entendiste, no te hagas.

¿A quién le dices?

A ti, a quien más va a ser

Pues a ti, porque yo soy tú

Mon Dieu! ¡Discutiendo conmigo mismo! Que bajo he caído… Este soliloquio o diálogo mental o... ¡lo que sea! no me ha ayudado en nada.Mi vista sigue pegada en los que se alejan así y es imposible para mis piernas dar un solo paso.

Y es que todo ha sido así estos días. Cada vez que la veía sentía que debía alejarme. ¿Por qué? Esa es la pregunta del millón, ni yo mismo la sé. Ella es una buena persona, es agradable, no podría hacerme daño, entonces ¿por qué la alejo de mí?

Bueno no es que realmente seamos cercanos. Nunca hemos sido amigos, apenas somos compañeros de trabajo. No sé si sentirme feliz por ello… Pero entonces no tiene que haber problema, Leon, todo está en tu cabeza, es tu imaginación.

Pero es que es raro. Cuando se me acerca, lo que más deseo es quedarme pero mi mente me dice que debo hacer lo contrario… y yo sigo lo que dice mi mente. No quiero que nada cambie, aunque nada me gustaría más que todo fuera diferente.

¿Qué estoy hablando? Eso me perturba, todo lo que se relacione con Sora Naegino, me está mareando.

Y la pregunta sigue allí. ¿Por qué?

¿Donde encontrar la respuesta?

¿Dónde hay un lugar donde pueda haber tanta paz?

Ya sé a donde debo ir.


Nada es mejor que caminar. Mantiene este cuerpazo en forma y ayuda a relajarse, pero también a pensar. ¿Qué mejor que caminar en la playa? Aunque siempre me ha fastidiado que la arena se me meta en las medias, me da cosa, además que se me ensucian…

Me quejo como si yo las lavara…

El mar tiene un efecto único en mí. Es tan inmenso y tan bello que todos mis problemas siempre resultan insignificantes ante él. Cuando estaba en Francia, siempre agradecí vivir en la costa. Todo podía ser malo, sucedían miles de guerras y conflictos estúpidos que creamos los humanos, delincuencia y corrupción en las ciudades, penas y desesperación pero el mar estaba allí, firme, eterno, incorruptible… Tal vez lo único verdaderamente perfecto que hay en el mundo.

Es un viejo amigo mío. Casi puedo oír su reclamo en el rugir de las olas, unos gritos, un saludo: oye hijo de p… ¿cuanto tiempo ibas a esperar a visitarme?

Y la verdad es que hace tiempo que no lo veía. Hacia mucho tiempo que no hacía un alto en esta vida frenética y estresada para poder venir a verte, mar. Me metí en el mundo de lleno y me decepcioné.

Lo saludo como solía, tirando una piedra lisa y redonda como un plato, haciendo que ruede y rebote un par de veces antes de hundirse por completo. Después del saludo, por fin me decido a contarle mis problemas. Pues estoy frente a un consejero milenario que ha visto eras de vidas humanas. Se lo digo sin palabras, porque sería demasiado para mí decir algo coherente y además porque él no las necesita. Pues habla un idioma más puro y claro que cualquier lengua humana: el habla al espíritu, directamente al corazón.

Y es justo lo que necesito ahora. Que alguien me escuche, pues todo este caos que bulle en mi interior necesita una salida.

¡Maldita May¿Tenías que confundirme más?

Ya sabía yo que tú sentías por mí más que admiración. Pero nunca pensé que vendrías a pararme en medio de la calle para declararme que no podías seguir así, que no podías soportarlo más y que exigías una respuesta allí mismo. Que me amabas con locura y que si no estabas conmigo, no podrías seguir viviendo.

En cualquier otro momento me hubiera carcajeado en su cara, ante el "dramatismo" de la situación. Pero después de haber tenido ese sueño… y haber permanecido despierto hasta el amanecer, precisamente no contribuyó a mejorar mi humor. El día me encontró, ojeroso, meditabundo y secretamente pesaroso.

Como me sucedía cuando tenía esas pesadillas… que me anunciaban la muerte de mi hermana. Yo nunca les creí... ¿Cómo hubiera podido pensar que una chica tan fuerte y sana moriría? Pero la congoja de esos sueños nunca la olvidé, y cuando finalmente la perdí, la angustia volvió a mí.

Esa es la misma angustia que sentí anoche. No fue un sueño claro, como casi siempre son los que tengo, sino puras imágenes borrosas... pero pude sentirlo.

Era una luz, como un pequeño brillo que sentía inundaba mi alma de paz. Pero de repente la lucecita se alejaba. ¡No¡No podía evitarlo! Y grité, esperando detenerla.

Allí me sorprendí hasta a mí mismo, puesdije algo que nunca hubiera esperado.

El nombre de Sora.

Me parece oír la risa de mi compañero líquido, burlándose de mi confusión. ¿Qué puede resultarle tan gracioso? Debe saber algo que ni yo mismo sé pues la brisa que llega a mi rostro parece susurrarme un mensaje cuando detecto un rumor que precisamente no es de alegría ni del mar.

Alguien llora, estoy seguro. Nadie conoce mejor que yo el sonido de las lágrimas. Nunca he sido un tipo sentimental, ni me ha gustado meterme en los asuntos de los demás pero… debo ir allí.

Mis ojos topan una imagen harto conocida, provocando que me detenga en seco.

Ahora es cuando necesito tu consejo, mar. ¿Qué debo hacer?

·· ¿Sora?

La cabellera rosada pareció hundirse más entre los brazos de la chica. Leon se sintió extraño. Por un lado Sora nunca había dejado de responderle cada vez que tenía la oportunidad y por otro lado verla allí, tirada, viéndose tan… tan…

Se acercó como magnetizado. Y es que sus ojos no podían separarse ni un milímetro de ella. Mientras tanto, ella intentaba que ningún sonido saliera de su boca, aún cuando las lágrimas bañaban su cara, pero sus estremecimientos revelaban lo que su cara oculta se negaba a mostrar.

Algo en él tembló viéndola así.

No puedo permitir que siga así, prometí no hacerla sufrir, debe haber algo que yo pueda decir

Mientras lo pensaba, hizo lo que estaba a su alcance.

La abrazó.

Si antes le parecía que Sora temblaba mucho, Leon se habría preocupado mucho al ver que con el abrazo ella se había estremecido violentamente. Pero estaba tan ocupado tratando de calmar los acelerados latidos de su propio corazón que ni se percató.

Sora no podía tener los ojos más abiertos. Aquí algo estaba mal. La estaba abrazando. Leon Oswald la estaba abrazando. El hombre al que amaba la estaba abrazando.

No, algo en esa oración no tenía sentido.

Así lo gritaba su mente. Pero el resto de su cuerpo le decían todo lo contrario. El calor que la estaba embargando no podía venir del frío viento de la noche. Ese aroma no era del mar. El alocado ritmo de su corazón no estaba así a causa del ambiente. Y su piel no se erizaba de ese modo solo por que sí.

Sora levantó la mirada apenas un poco, temiendo que esa turbadora sensación se desvaneciera. Y la descolocó ver una mirada de plata atravesándola y a la vez acariciándola.

Eso tenía que ser un sueño.

Pero era tan lindo…

No, Sora. ¡Basta ya de soñar con imposibles!

·· J·joven Leon… ¿...qué…?

·· Sora… ·· intentó acabar con el inseguro siseo pero no lo logró·· ¿estás bien?

Sora se quedó mirándolo. ¡Claro él la estaba abrazando porque la vio llorando¿Acaso podía esperarse otra cosa?

·· Oh disculpe joven Leon… ¡debo haber hecho un espectáculo! –dijo intentando sonreír·· no, no fue nada… solo una tontería mía… ojala no lo haya incomodado. Creo que lo mejor que puedo hacer es irme… ¡pero si ya es muy tarde! ··dijo, haciendo como si mirara su reloj·· Sí, lo mejor será que me vaya a dormir para mañana estar como nueva. ¿A usted no le importará, verdad?

Mientras paporreteaba cosas que ni ella misma creía, se reprendió mentalmente. Otra vez se había imaginado cosas que no eran. Que mala costumbre se le había hecho. Intentando no hacer caso de las lágrimas que nuevamente amenazaban con caer, intentó pararse, pero, asombrosamente, el abrazo de Leon se hizo más fuerte, impidiéndole, cualquier movimiento.

·· Sí, me importa

Sora lo miró sorprendida, y con un poco de temor también, pero él no pudo darse cuenta, ya que no la estaba mirando. Antes que ella pudiera volver a decirle algo, él continuó hablando.

·· ¿Por qué llorabas?

·· Joven Leon yo… ·· ¿Por qué estaba haciendo esto?

·· Dímelo Sora ¿No confías en mí? Es por eso que te quisiste ir hace un momento ¿verdad?

·· Eso no es verdad… ··ante la mirada incrédula de los ojos grises, ella se forzó a hablar, aunque bajó la cabeza sonrojada·· yo a usted… lo aprecio mucho

Esas palabras tuvieron dos efectos en él. Por un lado se sintió agradecido pero el otro lado le decía que eso no era suficiente. Inconscientemente la liberó de su agarre, pero a ella no se le volvió a ocurrir la idea de irse.

·· ¿Me aprecias¿Pero cómo puedes apreciarme, Sora? Si ni siquiera somos amigos… ni siquiera te trato bien… ni siquiera conversamos mucho… ¿cómo puedes sentir aprecio por alguien como yo? ·· dijo mirando hacia el mar, que ahora lucía oscuro, esperando que éste le explicara ese asunto tan increíble. Le pareció volver a oír las carcajadas del líquido elemento

Sora, aún con la cabeza agachada, lloraba, pero se tragó sus lágrimas para murmurar

·· Es que es así… joven Leon, no lo puedo evitar… no puedo evitar que usted sea muy importante para mí

Leon no pudo escucharla pues el rugido de las olas se confundía con los latidos de su núcleo sanguíneo. El saber que Sora lo quería aunque fuera un poquito era… muy bueno… pero saberla triste era insoportable. La tomó de la barbilla, haciendo que se vieran a los ojos

·· Dime porque llorabas ·· le pidió

Sora no sabía que pensar. ¿Era su imaginación, o le parecía que él también estaba agitado y sonrojado? Veía todo borroso como para darlo por sentado. Ciertamente no podía pronuncia una sola palabra con su boca aunque sus mejillas ya lo revelaran todo.

·· Necesito que me lo digas ·· insistió él·· ¿acaso… es por mí?

Sora no podía verlo a los ojos.

·· Dímelo por favor… tú eres… muy importante para mí

¿Era impresión de Sora o estaba haciendo mucho calor?

El mismo Leon se sorprendió con sus palabras. ¿Qué le estaba pasando? Eso se preguntaba constantemente la parte racional de su ser, pero era ahogada completamente por el resto de su cuerpo.

Ahora su corazón había tomado el control. Era hora de dejar las cosas claras.

·· Creí que si me alejaba de ti te ahorraría sufrimiento. Pero sucedió todo lo contrario y yo… yo no soporto verte así

·· Joven Leon

·· Por favor Sora… no me llames así… si me estimas aunque sea algo… llámame por mi nombre

Sora se quedó sin palabras. ¿Llamarlo por su nombre? Ni siquiera lo había imaginado ¡Era demasiado!

Leon por su parte, seguía sorprendiéndose de lo que decía. Sorprendiéndose de que le hubiera tomado tanto tiempo darse cuenta, ya que siempre había estado ahí en su cara.

Ahora comprendía la risa del mar.

·· No quiero que me trates como a un extraño… aunque sé que no debería hablar mucho… pero es que… ya no quiero ni soporto más estar lejos de ti… porque yo…

¡Maldita lengua y cerebro inútil ¡Mar, amigo, dime algo, lo que sea! Aconseja a este estúpido humano. Sé que haber encontrado aquí y ahora a Sora no fue una coincidencia. No sabía cuán importante era para mí hasta este momento.

Es curioso, él nunca había creído en el destino.

Sora otra vez arrasaba con sus creencias.

Ella, para este rato, se había quedado mirando a Leon como hipnotizada, su cerebro absorbiendo cada una de las palabras de él. Si otro le hubiera hablado en ese momento, hubiera sido como hablar a una piedra.

Leon que al sentir la mirada de la chica en él desvió la propia otra vez hacia el mar, decidió que era hora de vencer el miedo y la desconfianza. Alzó la cabeza y enfrentó a Sora. Le pareció que tras ella estaba Sophie con cara de estar diciéndole ¡estúpido, habla rápido. ¿No ves que este momento nunca se repetirá?

Tal vez fueel viento fresco, el calor que le producía el contacto con la otra persona o todas las circunstancias anteriores, lo que le movió a decir, a desenterrar de su corazón, con toda sinceridad y fe:

·· te quiero.

Las palabras dejaron de oírse pues ambos eran incapaces de decir algo más. El acariciante vaivén de las olas sobre la arena y, si se escuchaba con más cuidado, el acompasado latido de dos corazones que latían sincronizadamente eran los únicos sonidos que se percibían en ese solitario lugar.

Pero no solo con palabras se expresa el hombre. Alguien dijo que los ojos son las puertas del alma, y tuvo mucha razón.

Ambos jóvenes, quietos, pero embargados de calidez y emoción, se miraban. Pero no superficialmente. Era una mirada profunda que se adentraba en los secretos del espíritu y que se adentraba hasta lo más hondo del ser. Y eso era lo que quería: confirmar lo que sentían el uno por el otro y perderse en esa certeza.

Ambas miradas, miel y plata, se combinaron.

Y pronto lo demás, el mar, la arena, el mundo desapareció para ellos.

FIN

… ¡pero si éste es apenas el comienzo!


En verdad que lamento no haber actualizado antes. Pero había poderosas razones. Primero: falta de ideas. Segundo: estaba ocupada hasta en el baño. ¡Qué bárbaros los profesores! Pareciera que se aliaran para dejarnos tanta tarea al mismo tiempo… Realmente, me da pena haberme demorado tanto pero a lo hecho, pecho. Así que doy la cara, porque nunca, nunca abandonaré mis fics. Si son como mis bebés. Y a ustedes queridas madrinas les agradezco mucho su apoyo, pues a pesar de que dejo a mi hijo medio abandonado, ustedes están siempre allí, velando. ¡Gracias por su atención! Este capítulo es para ustedes, con mucho cariño. ¿Querían acción? La tendrán. Y no me maten por no haber dado un final muy claro, pero el cerebro se me había secado al llegar a esta parte. Prometo solemnemente explicar lo que pasó durante esta noche, y si desean pueden mandarme sugerencias. Solo queda decir algo.

Muchas, muchas, muchas gracias.

Reviews:

mey black: Siii, sé que se alargó demasiado. Pero que hay que entender que para Leon no es fácil confiar y abrir su corazón. Es medio brutito e insensible el hombre… pero ya reaccionó… ¿Qué me dices¿Me sigues queriendo matar? Pero si lo haces te quedaras sin saber como reaccionaran May y Ken al respecto, asi como el resto del elenco jijiji. Oye no… los hombres son recontra ciegos. MUCHAS GRACIAS POR TU REVIEW

Natalia Kido: No, soy yo la que tiene que agradecer tenerte como lectora. Lamento la demora pero las razones ara mí, eran fuertes. No me gusta subir un trabajo mediocre, soy medio perfeccionista… aunque este fic dista muchísimo de ser perfecto. Oye, si me entendiste, eres lo máximo, porque ni yo misma me entiendo, y reflejo mucho de mi querida y enredada personalidad aquí. Aquí tienes el siguiente capítulo, ojala lo sigas leyendo. MUCHAS GRACIAS

anita-asakura ¡Muchas gracias por tus halagos! Pero definitivamente no los merezco, sobretodo demorándome tanto en actualizar. No fue aburrido, fue espantoso, he intentado compensarlo en este nuevo capítulo. Ojala no aburra a una chica tan linda como tú, gracias por leer, amiga.

Sarah-Artemisa Gracias por el review. Es que verás, uno de mis mejores amigos es el chico Niké: usa todo de esa marca, zapatillas, camisetas, polos, casacas, mochila, gorros, etc. Estaba conversando con él y se me vino la idea. A mí me gusta mucho esa marca, pero no soy tan fanática como él. Creo que yo también estoy loca, pues amo a Leon, y me encanta la pareja que hace con Sora, aunque también me gusta Sora con Ken. Pero eso se verá más adelante. Jejeje

sayuri Muy halagador tu review, gracias. De verdad en que no merezco todos esos elogios que me hacen. Oye ¡sí¿por qué los hombres son tan despistados? Todos los que conozco son así, incluso mi padre. ¡Qué bárbaro! Ojala te guste este capítulo, me esforcé para que sea interesante. Espero que se note.