Capitulo Ocho
DE REGRESO AL MINISTERIO
Subieron a las habitaciones, para arreglarse. Harry se vistió con su túnica de gala, que no usaba desde el baile de navidad en el cuarto curso, y a la cual la Sra. Weasley le había hecho varios arreglos con su varita mágica, ya que Harry había crecido bastante desde entonces. Ron estreno la túnica que los gemelos le habían regalado, de un color azul marino.
Bajaron a la cocina y Ron tomo una tartaleta de calabaza que había sobre la estufa, comenzó a comer cuando las muchachas entraron. Ron se paro y casi se atraganto al ver a Hermione, quien llevaba una túnica verde esmeralda. Harry se sentía incomodo, ya que sus amigos se miraban extasiados. Miro a Ginny quien se veía hermosa con su túnica color celeste. Ella le sonrió, y le hizo una seña con la mano para salir al patio. Harry la siguió.
-Estas muy hermosa...dijo Ron tomando de la mano a Hermione y besándosela.
-Tu también te ves muy bien...dijo Hermione con un susurro de voz. Realmente nunca había visto a Ron tan buen mozo, ni se había fijado en que ya era no era un niño.
Se dieron un beso profundo y pausado, mientras se abrazaban y se acariciaban.
-Gracias por sacarme de allí, me sentía muy incomodo... dijo Harry con tono fastidiado.
-Ja, ja, ja...tu cara era un poema...dijo Ginny con lagrimas en los ojos.
-Mi cara...se me noto algo...los muchachos me verían...dijo Harry preocupado.
-Que te van a ver, esos no tenían ojos para mas nada...dijo Ginny mirando hacia la cocina.
Harry también sonrió. Realmente Ron y Hermione se veían muy enamorados, siempre que podían andaban tomas de mano y Ron no perdía oportunidad para hacerle caricias a Hermione. Levanto su mirada al cielo, tal vez si Cho y el se hubiesen entendido, seguramente su comportamiento seria igual. Luego miro a Ginny. Harry sintió como su garganta se secaba. "¿Pero que me esta pasando con Ginny?",pensó. Ginny también lo miraba, "¿pero por qué me mira así,pensó algo desconcertada. Mantuvieron el contacto visual, pero un ruido los espabiló.
-Mira el carro del ministerio, ya llegaron...dijo Ginny entrando rápidamente a la madriguera.
Harry la vio alejarse, nuevamente sintió esa extraña sensación. Pero Ginny ya estaba comprometida y muy lejos de el intentar disuadirla de su decisión de estar con Dean. Cerro los ojos, porque pensaba esas cosas, el no estaba para eso.
Llegaron al Ministerio, donde había gran movimiento de personas. Harry se sintió mareado. De repente en su mente comenzaron a llegar pequeños flash de los acontecimientos vividos en ese sitio meses atrás. Sin embargo no quedaba ninguna señal, la fuente estaba en su lugar original igual que como la recordaba. El recuerdo de Sirius cuando fue impactado por el hechizo de Bellatrix nublo su mente. Regreso a la realidad, cuando Ginny lo tomo de la mano.
-Te sientes bien Harry, te quieres sentar.
-No, no, estoy bien, gracias... para su sorpresa se aferró a la mano de Ginny, quería asegurarse que eso era parte del pasado.
Ginny sintió que el corazón le latía rápidamente, Harry no la había rechazado, por el contrario la atrajo hacia el. Pero no quiso formarse falsas ilusiones, seguramente era por que ese lugar le traía malos recuerdos y solo quería apoyo, pero en el fondo no le importaba, si eso era lo que Harry quería en ese momento, ella se lo daría.
Caminaron por el pasillo forrado con
laminas de caoba muy pulida. Las paredes estaban decoradas con
hermosas girantillas de múltiples colores. Todos vestían
finas túnicas de gala. Las de los gemelos eran de color
anaranjado, llamando muchísimo la atención, la Sra.
Weasly les reñía por usar ese atuendo.
Llegaron a un
gran salón. Ya estaban varios miembros del Winzeganmot, varios
magos de porte aristocrático estaban en una esquina y entre
ellos, Harry distinguió al ministro de Bulgaria y se imagino
que quienes lo rodeaban eran ministros de otros países. Más
allá sin mucho esfuerzo distinguió a Madame Maxime
junto a Hagrid, quienes hablaban animadamente con Fleur y
Bill.
-Familiares por favor, síganme...dijo una bruja con túnica amarilla, quien los condujo hacia los primeros asientos frente a una gran tarima adornada con múltiples flores.
Harry se sentó luego de que todos los Weasly y Hermione lo hicieran, Ginny llamo su atención, le había guardado un puesto, entre ella y Ron.
-Me parece que estoy soñando, mi padre Ministro de Magia, Harry pellízcame para ver si es verdad... dijo Ron en tono bajo.
Harry lo
pellizco y su amigo sonrió. Tomo nuevamente la mano de
Hermione y la beso.
Harry noto que su pierna rozaba la de Ginny,
un deseo le impedía moverla, no quería ser el primero
en hacerlo, dejaría que Ginny tomara la iniciativa.
Ginny
por su parte, estaba tan emocionada viendo a su padre junto a todos
esos magos, que no se había percatado de ese asunto. Sin
embargo cuando pidieron silencio y Ginny miro a los gemelos y luego a
Ron para convencerse que todo aquello era real, sintió el roce
de la pierna de Harry y la retiro rápidamente y sintió
que su rostro se ruborizaba. "Que habrá pensado Harry, se
daría cuenta", pensó Ginny.
Harry la miro de reojo
y vio como su rostro se ponía rojo, entendiendo que Ginny se
había apenado. No se lograba explicar porque sentía
nuevamente esa extraña sensación en el estomago que ya
había subido a su garganta la cual estaba nuevamente
seca.
Luego miro a su alrededor, hacia la derecha del salón
estaban los miembros de la orden del Fénix mezclados entre
otros invitados, al menos los que Harry conocía.
Un mago de
túnica negra brillante, con dos brillantes a manera de broche
en el cuello y un sombrero de terciopelo negro se paro al lado
derecho de la tarima donde estaba una mesa rectangular parecida a la
mesa de los profesores en Hogwarts. En esa mesa estaban Dumbledore,
en el centro a su lado derecho, Madame Bones, otros tres magos que
Harry reconoció como los que habían asistido a su
citación al ministerio hacia ya un año y medio. A la
izquierda estaba el señor Weasley, y otros magos y
brujas.
-Buenas tardes, señoras y señores: Magos y Brujas de Gran Bretaña y de otras comunidades mágicas, Bienvenidos a la toma de mando del Nuevo Ministro de Magia de Inglaterra: El Señor Arthur Weasley.
Todos los
presentes comenzaron a aplaudir. El señor Weasley se paro,
junto a Dumbledore quien llevaba una túnica color marfil con
dibujos dorados. Harry sintió una gran emoción. Miro a
Ron quien tenia las orejas rojas y miro al resto de los Weasley,
todos contemplaban a su padre con una amplia sonrisa. No cabía
duda que si alguien se merecía una alegría y distinción
como esta eran los Weasley. Sin embargo una sensación de
angustia invadió su mente: Voldemort. Seguro era ya de su
conocimiento este nuevo nombramiento, y seguro que algo estaba
tramando, por un momento lamento haber perfeccionado la Oclumancia,
porque así podría saber que pasaba por la mente de
Voldemort, pero otra vez el recuerdo de su padrino atravesando el
velo, lo hizo desechar tal deseo.
Luego de dos pequeños
discursos, pronunciados uno por Dumbledore y el otro por Madame
Bones, prosiguió la ceremonia de aceptación del cargo,
para ese momento fue llamada la Sra. Weasley a que acompañara
a su marido. Las palabras de aceptación del Sr Weasley fueron
acompañadas por una ovación de pie de todos los
presentes.
Al terminar, pasaron a un gran salón donde se
realizaría un pequeño brindis
-Realmente no estamos para muchas celebraciones...dijo Ojo Loco Moody.
Con copas en mano, Dumbledore dirigió unas cortas palabras a los presentes.
-Estamos viviendo tiempos difíciles, en donde nuestro coraje, nuestra sabiduría y nuestra unión serán puestas a prueba. Arthur has sido designado para una cargo que te aseguro no te traerá muchas alabanzas, pero nuestra comunidad mágica confía en tu fuerza y voluntad para guiar nuestros destinos y estamos seguros que estarás a la altura del reto que se te ha impuesto. Pido a todos, alcemos nuestras copas para brindar porque esta nube gris que hoy se extiende sobre nuestras vidas se desvanezca sin dejar huellas tristes en nuestras almas.
Al unísono todos alzaron sus copas y bebieron. Hubo un largo silencio roto por la voz de Dumbledore una vez más
-Pero ahora disfrutemos el momento, música por favor.
Una agradable melodía se escucho por todo el
recinto. Harry descubrió que el sonido provenía de un
grupo musical salido de la nada, que se ubico a un lado del
salón.
Pronto se agruparon por parejas y comenzaron a
bailar, Harry se dirigió a una mesa donde estaban los esposos
Weasley y Dumbledore, pero una persona llamo su atención:
-Harry, ven aquí... dijo Hagrid desde una mesa donde estaba sentado con Madame Máxime, solo ellos ocupaban toda la mesa.
-Hola Hagrid, Madame Máxime como esta usted?...dijo Harry con alegría mientras se acercaba a ellos y se sentaba.
-Te has olvidado de mi Harry, ahora no me visitas...dijo Hagrid con tono melancólico.
-Discúlpame Hagrid, realmente no he tenido tiempo, entre las tareas y los entrenamientos...
-Si, si ya me entere que eres el nuevo Capitán de quidditch. Nadie mejor que tu para ese puesto...le dijo Hagrid mientras le daba una palmada en el hombro que lo hizo caer al piso.
-Perdóname Harry, no fue mi intención...dijo Hagrid mientras lo tomaba de la túnica y lo colocaba de nuevo en la silla.
Harry se
río. Continuaron hablando Hagrid le contaba como le iba con
los nuevos alumnos. Madame Máxime le pedio a Hagrid bailar por
lo que estos se excusaron y salieron a la pista. Harry se sintió
incomodo viéndose solo en la mesa. Decidió salir
afuera.
Atravesó unas hermosas puertas labradas con
incrustaciones de oro. La música se escuchaba en el pasillo.
No se sentía con mucho animo para estar en una fiesta. Camino
sin rumbo fijo por el largo pasillo, llego a una estancia y vio el
ascensor. Tuvo el impulso de tomarlo, pero alguien lo detuvo.
-Hey chico, que pasa, para donde vas?... pregunto una voz
Harry se voltio rápidamente en busca de la voz. Miro hacia las paredes porque le pareció conocer al dueño de esa voz. Efectivamente, ahí estaba el, en un retrato de marco antiguo.
-Hola Harry Potter, de mal humor como siempre?... pregunto Phineas con una postura arrogante.
-Que sabes tu de mi... comenzó a decir Harry pero Phineas no lo dejo terminar
-Por qué no estas en la celebración, ese nuevo Ministro de magia...Arnold Wearbi...
-Arthur Weasley...dijo Harry con tono enfadado.
-Como sea. Ese Weasley no es el que hirió una serpiente? Y es padre de todos esos pelirrojos que vivieron en la casa de mi tataranieto el año pasado?. Y uno de ellos no es tu gran amigo?
-Si... dijo Harry escuetamente. Comenzó a caminar hacia el ascensor.
-Chico mal educado, no dejes a tus mayores con la palabra en la boca. Te pregunte que porque no estabas en la celebración...dijo Phineas en forma severa.
-No estoy de humor...dijo Harry con un tono de voz mas alto de lo debido.
-Conmigo te guardas tu mal humor. Yo solo vengo a darte un mensaje.
-Ah si, de quién?...dijo Harry en tono aburrido.
-No creas que lo hago con agrado. No me gusta hacer el papel de mensajero. Pero dadas las circunstancias...bueno, lo cierto es que mi tataranieto tiene un mensaje para ti.
Harry sintió paralizársele el corazón, Sirius le mandaba un mensaje. Entonces Sirius podía comunicarse, después de todo volvería a verlo.
-Dice que no te dejes abatir por causa de lo que paso. Que cuando llegue el momento el te explicara todo...dijo Phineas con tono ceremonioso.
-Pero...eso será cuando, que me va a explicar, por qué tengo que esperar...estoy cansado de esperar?...dijo Harry acercándose al retrato de Phineas.
-Eso es todo lo que tengo que decirte. Si me disculpas tengo cosas más importantes que hacer que hablar con un adolescente
Phineas
desapareció. Harry toco el retrato como tratando de atraparlo.
Se quedo inmóvil mirando fijamente el punto donde segundos
antes había estado Phineas. Su padrino le había mandado
un mensaje. Una sensación de alivio lleno su alma. Había
la posibilidad de hablar con Sirius nuevamente. Pero ¿cómo?.
La música llegaba nuevamente a sus oídos. Decidió
regresar al salón, al entrar vio al Sr y a la Sra. Weasley
quienes en ese instante se paraban con destino al centro del salón
para bailar al son de una agradable melodía. En la mesa estaba
sola Ginny. Harry sintió nuevamente la sensación
extraña en el estomago. El no era muy buen bailarín
pero le daba pena que Ginny se quedara sentada mientras todos los
presentes bailaban. Recordando el mensaje de su padrino tomo una
decisión.
Para su sorpresa no le costo mucho enfilar sus
pasos hasta ella.
