Capitulo Dieciocho
ENCUENTRO EN EL BOSQUE PROHIBIDO
La oscuridad de la noche había
cubierto el castillo. La sala común estaba casi vacía.
Harry había terminado su ensayo sobre encantamientos
desvanecedores, que el próximo lunes comenzarían a
estudiar. Ginny no había aparecido o al menos el no la había
visto. Hermione y Ron estaban algo distantes. Ella que también
había esperado a Ginny, se despidió temprano y se había
ido al cuarto de las chicas, no había logrado hablar con
Ginny.
Ron estaba luchando consigo mismo. No encontraba las
palabras adecuadas para preguntarle a Harry sobre Ginny; y que por lo
que había visto, Hermione había tenido razón al
decirle que no se emocionara. Finalmente decidió que mejor era
dejarlo para el día siguiente, tal vez con la ayuda de un
cerveza de mantequilla mientras visitaban Las Tres Escobas, la
conversación seria más sencilla.
Harry se quedo
solo, sentado en su butaca preferida mirando al fuego que ardía
en la hermosa chimenea. Recordaba como en varias oportunidades la
cabeza de Sirius había aparecido flotando entre las llamas, un
sentimiento de nostalgia lo invadió. Pero nuevamente apareció
en su mente el rostro de Ginny y volvía a sentir como el
corazón se le aceleraba. Lucho contra esos sentimientos, no
podía irse a la cama con tantas cosas en su mente. Eso no
favorecía sus clases de Oclumancia.
Un reloj indicaba la
media noche. Era hora de ir a la cama. Se cambio y se introdujo bajo
las sabanas. Pronto el sueño lo venció. Una vez más
estaba en un camino de tierra rodeado de fuentes y flores. Al final
estaba esa figura femenina que lo esperaba como siempre bajo
un
gran arco. Justo cuando se acercaba para lograr definir el rostro que
tanto le intrigaba, una neblina los cubrió y una escalofriante
carcajada retumbo en los oídos de Harry. Miraba a su alrededor
tratando de ubicar la procedencia de esa horrible risa, aunque ya
sabia quien la producía. Busco dentro de su túnica su
varita pero no la hallo. De repente alguien gritaba su nombre
aterradoramente, un destello de luz verde ilumino la oscuridad de la
noche y sobre el caía el peso de un cuerpo. Al mirar sus
brazos, una cascada de rojos cabellos los cubrían, era la
mujer que había estado bajo el arco. Estaba fría,
estaba muerta.
Abrió los ojos. Estaba tumbado sobre el
suelo. No estaba seguro si había gritado. Con esfuerzo se
levanto. Todos sus compañeros de cuarto seguían
durmiendo. Se sentó al borde de la cama, dejo descansar su
cabeza sobre sus manos. La cicatriz volvia a dolerle. Voldemort había
matado a esa mujer. Pero quien era esa mujer. En las otras veces que
había tenido ese sueño, pensaba que era su madre, sin
embargo en ese momento no estaba tan seguro. Sintió sed. Se
dirigió a la mesa ubicada entre su cama y la de Ron. Bebió
un poco de agua de la jarra que allí se encontraba. Miro por
la ventana. El cielo estaba cuajado de estrellas. Bajo la mirada
hasta los jardines. De repente algo llamo su atención: Cerca
de la cabaña de Harry, por uno de los senderos que conducían
al bosque prohibido, caminaban dos personas. Parpadeo varias veces
para comprobar que estaba despierto, busco sus gafas. Trato de
agudizar su visión.
Eran dos personas con túnicas:
una era alta y delgada y otra mucho más baja y más
robusta. El corazón le dio un vuelco. "Será posible
que sean...", pensó Harry, y sin perder tiempo se abalanzó
sobre su baúl y hurgó hasta el fondo. Saco una especie
de tela blancuzca. Miro hacia la cama de Ron quien roncaba. Seria
mejor ir solo. Se la coloco y desapareció bajo ella.
Iba
con tanta prisa, que se sorprendió de encontrarse tan pronto
frente a las escaleras de la entrada principal del castillo. Ni
siquiera había tenido el cuidado de no ser descubierto por el
señor Flich o por su gata la Señora Norris. Siguió
el camino que conduce al bosque prohibido y aunque sintió
cierto temor, no dudo en adentrarse en su insondable oscuridad. Saco
su varita y apunto al suelo.
-Lumus...dijo en un susurro. Una tenue luz blanca apareció e ilumino el sendero.
Harry
caminaba con cuidado para no producir mucho ruido. No sabia muy bien
por donde iba, ni tras de que o de quienes iba, pero una duda lo
embargaba y era el motivo por el que continuaba sin importarle los
peligros a los que se exponía.
Llego a un claro y al ver a
las dos figuras, se escondió detrás de unos arbustos.
Sostenían una conversación con un tono de voz muy bajo,
para no ser escuchados. Harry agudizo el oído.
-No ha venido a la cita. Mi señor estará molesto...dijo una voz grave, pero sin duda era una mujer
-Quizás se le ha presentado algún problema...dijo la otra persona. Su voz era muy aguda, pero era la voz de un hombre.
-No seas estúpido, el sabe que debía venir a la hora y al lugar convenido...decía la mujer quien, se notaba mal humorada.
-Ya es tarde. Esta visto que no vendrá. Es mejor irnos...dijo el hombre nervioso.
-Eres un cobarde, no entiendo como mi señor te mantiene a su lado...dijo la mujer alzando la voz.
-Cállate. Baja la voz. Alguien puede oírte...dijo el hombre quien miraba en varias direcciones
Harry se escondió más, sin
recordar que aún llevaba puesta la capa invisible que había
heredado de su padre. Sentía como el corazón golpeaba
contra sus costilla. Eran Bellatrix y .Colagusano. Pero como habían
entrado a Hogwarts. Al Castillo no se podía acceder por medio
de la magia, estaba rodeado de muchos conjuros y hechizos, eso era
algo que Hermione siempre repetía. Y a quien estaban
esperando. Tal vez era quien les dejaba entrar al castillo. Sin
embargo recordó que Colagusano había sido uno de los
merodeadores. El conocía muy bien los diferentes pasadizos y
vías de acceso para entrar y salir de Hogwarts sin usar
magia.
De repente se escucharon unos cascos de caballos, que se
acercaban a gran velocidad.
-Centauros, vamonos...dijo Colagusano agarrando por un brazo a Bellatrix e internándose más en el bosque.
Harry intento seguirlos. Pero una enorme figura mitad caballo, mitad humano se lo impidió.
-A donde pretender ir Harry Potter...dijo un centauro de crines plateadas y ojos azules.
Era Firence, el centauro que una vez lo había salvado de Voldemort y a quien Dumbledore había contratado como profesor de Adivinación el curso pasado.
-Harry Potter debe recordar que el bosque prohibido es muy peligroso...dijo el centauro con voz monótona
-Por favor déjeme pasar. Debo saber a donde van. Que van a hacer...dijo Harry tratando de rodear al centauro.
Firense dio una pata en el suelo. Y se encabritó.
-Harry Potter no puede cambiar el curso del destino. Ya esta escrito en las estrellas. Debe dejar que pase lo que tenga que pasar...dijo Firense mirando al cielo estrellado.
-Usted no entiende, habían mortifagos en este bosque. Esperaban a alguien...dijo Harry perdiendo la paciencia.
-Busque al indicado. Eso escapa de su capacidad Harry Potter...dijo Firence dirigiendo su mirada hacia donde Colagusano y Bellatrix habían desaparecido.
-Al indicado?...pregunto Harry sorprendido. No entendía lo que el centauro quería decirle. Sin embargo una idea llego rápidamente y le hizo reaccionar.
-El profesor Dumbledore...el debe saberlo
Y al ver que el centauro le sonreía. Emprendió la carrera de nuevo al castillo. Llegó frente a la gárgola que custodiaba la entrada al despacho de Dumbledore. Respirando rápidamente, trato de aclarar su mente. No tenia ni idea de la contraseña. Por experiencia sabia que era cambiada con cierta regularidad. Miro a ambos lados del pasillo, como esperando que alguien llegara y le dijera la contraseña.
-Cucurucho de cucaracha...dijo en voz baja, era la única que le llegaba a la mente. La gárgola no se movió...por favor muévete, necesito hablar con Dumbledore.
El sabia que eso no funcionaria, pero estaba desesperado, quizás ya Colagusano y Bellatrix habían desaparecido. "Profesor Dumbledore necesito hablar con usted", pensó Harry y se concentro en ese solo pensamiento. Para su sorpresa, varios minutos después, la gárgola se movió.
-Harry, a que debo tu visita, tan temprano...dijo Dumbledore, cuando Harry ya había ingresado en el despacho. Varios retratos de antiguos directores de Hogwarts miraban atentamente a Harry.
-Profesor hay mortifagos en el bosque prohibido. Colagusano y Bellatrix...dijo Harry atropellando las palabras.
Dumbledore le miro por enzima de sus lentes de media luna, con una expresión de asombro.
-Y que haces tu levantado a esta hora y andando por el bosque prohibido?...pregunto Dumbledore con tono suave
Harry escondió la capa invisible a sus espaldas reaccionando a las palabras de Dumbledore, sin embargo se dio cuenta que no le importaba que el director supiera donde había estado.
-Eso no importa. Acaso no me oye. Hay mortifagos en Hogwarts. O acaso no me cree...dijo Harry muy molesto, ante la actitud de Dumbledore.
-Claro que te creo Harry. Cuando he dudado yo de tu palabra...dijo Dumbledore mientras daba unos toques con su varita mágica a una especie de bola de cristal...solo que no esta permitido que los alumnos anden fuera de sus casas a horas no permitidas y como recordaras el bosque prohibido, esta...eso prohibido para los alumnos.
Mientras Dumbledore hablada, del objeto que había tocado con su varita, se desprendían destellos azules y rojos. El tenia fijos sus ojos azules en lo que sea que veía a través de esos destellos.
-Ya no están allí...dijo Dumbledore con tono lúgubre. Se voltio hacia una jaula en forma de campana y le quito en forro que la cubría. La hermosa ave fénix de Dumbledore dormía placidamente. El la toco con uno de sus largos dedos. El ave despertó y lo miro dulcemente.
-Ve y da una señal, tenemos que reunirnos...dijo Dumbledore tiernamente, como si hablara con un niño pequeño
El ave dio un chasquido con el pico en señal de aprobación y desaparecio. Dumbledore volvió a mirar a Harry.
-Entonces vas a explicarme, que hacías lejos de tu cama y a esta hora en el bosque prohibido?...dijo Dumbledore señalando una silla frente a su escritorio.
