Capitulo Veintiocho

UN PASADO ALEGRE. UN PRESENTE TRISTE.

Camino hasta la puerta, al poner su mano en el picaporte, noto que estaba algo tibio. Abrió
la puerta y entro. Comenzó a andar por un sendero cubierto por un bruma blanca. A medida que avanzaba la bruma se tornaba menos densa y a sus oídos llegaron ruidos de voces y música. Tuvo que cerrar los ojos por unos segundos, cuando se encontró en un jardín, iluminado por un radiante sol. Luego de que sus ojos se acostumbraron a la claridad. Pudo darse cuenta que estaba donde quería estar: la boda de sus padres.
El jardín estaba decorado con hermosas flores rojas y blancas, unos frondosos arbustos flanqueaban una camineria de piedras pequeñas, que conducía a una pequeña plazoleta, rodeada de una cerca color marfil de donde se desprendían cintas doradas. De tres pequeñas fuentes manaban chorros de agua cristalina, y en el centro varias mesas adornadas con finos arreglos florales. En una enorme mesa, había una torta de tres pisos, en cuyo ultimo piso se veían dos figuras: un mago y una bruja, pero a diferencia de los adornos muggles, están eran replicas exactas de James y Lily y no paraban de saludar y reír.
Harry dio un respingo al escuchar una voz conocida

-Voy a matar a Sirius, donde demonios estará, debió haber llegado hace una hora...dijo un Lupin veinte años más joven, aunque con su característica palidez.

-Ten paciencia Remus, seguro que anda en una de coqueteo, con alguna chica...dijo una mujer vestida con un túnica verde olivo, con gafas de montura cuadrada y su pelo sujeto en un elegante moño, aunque mucho más joven y muy atractiva, Harry no dudo en reconocer en esa mujer a su profesora de Transformaciones, la profesora McGonagall.

-Si seguro que por eso se ha retrasado, pero el tiene los anillos y ya la ceremonia va a comenzar...dijo Lupin pasándose una mano por su cabello entrecano con rostro preocupado.

-Creo que será mejor, agregar unas cuantas botellas de whisky de malva más, acaba de llegar una lechuza avisando que el ministro de magia junto con el profesor Albus Dumbledore, si vendrá...dijo una mujer alta y rubia con unos ojos que le hicieron recordar a los de su tia Petunia.

-Por eso no hay problema, señora Evans. Yo me encargo de eso...dijo la profesora McGonagal caminando rápidamente hacia el interior de la casa.

Harry se acerco. Esa mujer era su abuela materna. Su tía Petunia se parecía un poco a ella, pero la señora Evans era mucho más bonita. Un hombre alto algo corpulento, como de unos cincuenta años salió de la casa, vestía una túnica negra con finos adornos plateados, camino hacia Lupin y la abuela materna de Harry. Llevaba unas gafas redondas y su cabello color azabache se le erizaba en la nuca, justo donde el cabello de Harry también lo hacia.

-Remus, James esta preocupado. ¿Donde esta Sirius?.

-Ya esta por llegar señor Potter...dijo Lupin sin poder disimular su nerviosismo.

Era el abuelo paterno de Harry. De repente un ruido muy fuerte amortiguo la música que sonaba en un antiguo artefacto que se parecía mucho a una rocola muggle, solo que este no estaba conectado a la electricidad . Todos miraron hacia el cielo. Harry también lo hizo y vio una enorme moto que descendía hasta ellos. Sirius se bajo de ella. Vestía una túnica color caoba, se veía muy atractivo, tenia un porte muy distinguido. Traía un paquete bajo su brazo derecho.

-Por Dios Canuto, quieres matarnos a todos de la preocupación, ¿por qué llegas tan tarde?...le dijo Lupin con tono molesto cuando se acerco a el para que los abuelos de Harry no lo oyeran.

-Tenia algunas cosas que resolver...le dijo Sirius guiñándole un ojo.

Ambos amigos entraron en la casa, seguidos muy de cerca por Harry. Cuando entro a la cocina, Harry se sobresalto, el conocía ese lugar, estaba en la casa numero 4 de Privet Drave.
James, el padre de Harry apareció por la puerta, con el rostro mal humorado.

-Canuto donde están los anillos?...grito James.

Harry se sorprendió al verlo. Sintió un deseo inmenso de abrazarlo. Pero recordó que no podía ser visto, y aunque eso no fuese así, tampoco podría hacerlo.

-No te me alteres Cornamenta, con esa cara vas a espantar a la pelirroja antes de que pueda cometer la locura de casarte contigo...dijo Sirius, agarrando a James por la cara y besándolo en ambas mejillas...Felicitaciones condenado, parece que por fin te vas a salir con la tuya.

James empujo a Sirius y se limpio la cara, tratando de lucir molesto, pero no podía evitar sonreír. Lupin se reía a carcajadas.

-Tienes razón Canuto. Hoy es el gran día. Por fin Lily será mía para siempre...dijo James con una amplia sonrisa, mientras con las manos hacia el intento de alisar su túnica blanca...y entonces ¿dónde están los anillos?

-Anillos, cuales anillos...pregunto Sirius inocentemente

Pero ante la mirada asesina de Lupin y James dijo

-...a si los anillos...los anillos...anillos...niños donde están...anillitos...vengan con papi...decía Sirius mientras buscaba por todos los bolsillo y costuras de su túnica...ah si ya me acorde...saco su varita y con una floritura aparecieron en la mano de James con la que había hecho el intento de agarrar a Sirius por el cuello. Los tres amigos se miraron y comenzaron a reír.

-Y Colagusano, ¿donde esta?...pregunto Sirius tratando de recobrar la seriedad, cuando vio que una mujer de mediana estatura y algo robusta entro a la cocina, y al pasar a su lado le dio un pequeño golpe en la cabeza, aparentemente algo común entre los dos, porque ambos se dedicaron una picara sonrisa...¿por qué esa agresividad contra mi, mamá Potter?

-Párate derecho Sirius, como un caballero, parece que te vas a desarmar...dijo la mujer que Harry reconoció como su abuela paterna.

-No se, salió muy temprano esta mañana, sin decir a donde. Ya debe estar por llegar...dijo Lupin encogiéndose de hombros.

-Últimamente esta actuando muy raro, no les parece...dijo James, mientras con un movimiento de su varita trataba de arreglarse el cabello frente a un espejo, Harry no pudo evitar sonreír, al ver que ni la magia podía dominar ese cabello que el también había heredado.

-Si...esta actuando muy extraño...dijo Sirius mirando por la ventana con una expresión de preocupación en su rostro.

Una tristeza invadió el corazón de Harry, quizás ya para ese momento, Colagusano estaba al servicio de Voldemort.

-Ah, se me olvidaba Cornamenta. Aunque Lunático, siempre con sus pensamientos pecaminosos, pensaba que andaba en un lío de faldas...comenzó a decir Sirius

-Y razón no le falta...dijo la Señora Potter, que ante la falsa cara de ofendido de Sirius y la rizas de James y Lupin, le dio un beso en la mejilla y regreso al jardín llevando una bandeja llena de pasapalos.

-Aquí esta tu presente para Lily...dijo Sirius sin parar de reír junto a sus amigos ante la actitud de la señora Potter.

James lo tomo y abrió la caja. Saco una snitch dorada, que tenia grabadas las iniciales J.P. por un lado y L.E. por el otro.

-Y esto?...pregunto James sorprendido.

-Esa es la misma snitch por la que Lily te insulto aquella tarde y ante su actitud secidiste por fin declararle tu amor, te acuerdas?...dijo Lupin sonriente...Sirius la guardo para este momento.

Harry entendió que esas iniciales que le había visto escribir a su padre durante sus TIMOS por medio del pesandero de Snape, eran las iniciales de su madre: Lily Evans.

Harry no pudo dejar se notar que se respiraba tanta felicidad en el ambiente. Personas, que Harry no conocía, pero que imagino que serian parientes, entraban y salían, algunos con sus varitas daban los toques finales. Miro su reloj, le quedaban solo quince minutos. Tenia que ver a su madre, antes de irse. Comenzó a subir por las escaleras, cuando ella apareció al inicio de esta. Estaba bellísima, llevaba una hermoso vestido de novia, del estilo de los que usan las mujeres muggles. Bordado con finos encajes y relucientes perlas. Llevaba un delicado velo que caía sobre sus hombros, cubriendo su cabellera roja. Sus ojos verdes, iguales a los de Harry, brillaban y al igual que su sonrisa reflejaban una gran felicidad. Harry la vio pasar a su lado. Al llegar al final de la escalera, tomo el brazo a un hombre muy delgado, que Harry ya había reconocido como su abuelo materno. Caminaron hasta el jardín.
Harry corrió entre los invitados para ver el momento en que llegara junto a James. Le quedaban solo ocho minutos.

Al final de la camineria, estaban su padre, Sirius y un tercer hombre vestido con una túnica gris, que llevaba un rollo muy grande de pergamino bajo su brazo derecho, que Harry se supuso seria el juez de casamiento o algo así.
Sirius tenia una mano sobre el hombro de James, y le dijo unas palabras al oído, que Harry no pudo escuchar, luego ambos amigos se miraron y se estrecharon las manos.
Harry volvió a ver el reloj, le quedaban solo cuatro minutos.
Lily llego ante James. El la tomo delicadamente de sus manos y la condujo hasta colocarse frente al mago.
Harry se acerco más. Le quedaban dos minutos.

-Hoy, uno de mis más grandes sueños, por fin se hará realidad...dijo James besando la mano de Lily.

-Hoy seré tuya para siempre James Potter...dijo Lily en un susurro.

Harry sintió que una lagrima rodaba por su mejilla. La limpio rápidamente con su túnica. Miro el reloj, le quedaban pocos segundos. No podía dejar de mirar a sus padres, se veian tan felices, tan jóvenes, tan llenos de vida. Pero un destello de luz en medio del jardín desvió su atención. La puerta había aparecido. Solo faltaban diez segundos.
Camino hasta allí. Y con profunda tristeza la atravesó.

De nuevo en el cuarto de requerimientos. Luna estaba sentada en una hermosa poltrona, pero al ver a Harry aparecer por el portal, se levanto de un brinco.

-Harry pudiste verlos, a tus padres?...pregunto Luna mientras lo abrazaba...estaba Sirius con ellos, y el profesor Lupin?...continuaba diciendo Luna emocionada.

Harry la tomo por un brazo. Se sentaron uno frente al otro. Ella lo miro tiernamente y acariciándole el rostro dijo

-Que paso Harry?...ocurrió algo malo?.

El se dejo caer de rodillas frente a ella y la abrazo. Unas lagrimas comenzaron a salir sin mucho esfuerzo. Con Luna a su lado se sentía libre de expresar sus sentimientos.
Ella no pregunto nada más. Guardo silencio. Acariciaba suavemente sus cabellos color azabache, mientras el hundía más su cara en el suave regazo de Luna.
Desde un rincón Dobby el elfo domestico también lloraba silenciosamente. El portal dimensional había desaparecido.
Luego de varios minutos. Harry levanto su rostro y miro a Luna. Ella tomo sus gafas redondas y dulcemente seco los ojos verdes de el, con un pañuelo que había hecho aparcer con su varita. Y luego limpio las gafas y se las coloco nuevamente ante los ojos de Harry.
Harry beso sus manos. Se paro. Se sentó. Y la atrajo hacia el. Luna se sentó sobre sus piernas y dejo descansar su cabeza sobre el pecho de Harry.

-Te sientes mejor?...dijo Luna suavemente.

-Si, estoy mejor...dijo Harry mientras acariciaba sus rubios cabellos.

-Llorar es una buen medicina para el alma, eso siempre me dice mi papá cuando me ve triste...dijo Luna levantando sus ojos para mirar a Harry.

-Tal vez, he esperado mucho para tomar de esa medicina...dijo Harry pensativamente...no pensé que ver el matrimonio de mis padres me afectaría tanto. Pero estaban tan felices, todo era alegría, mis padres se veían tan enamorados. ¿Por qué Voldemort tuvo que escogerlos a ellos, ¿Por qué destruyo sus vidas y la mía, ¿Por qué...?

-Las fuerzas que rigen el destino del universo son incomprensibles. Tal vez tenia que pasar...y no quiero con esto menospreciar tus sentimientos...pero quizás en algún momento de tu vida, descubras el porque le paso eso a tus padres...dijo Luna con actitud comprensiva...además no te aferres al pasado, vive el presente sin dejar de soñar con el futuro.

Harry beso a Luna en la frente, sus palabras lo llenaban de paz.
Claro que sabia porque Voldemort habían decidido matar a sus padres. Una profecía lo había vaticinado.

Harry se despidió de Luna en el vestíbulo del Castillo.

-Gracias...dijo Harry dándole un beso a Luna en la frente

-Por qué?...pregunto Luna sonriente.

-Por ser como eres...dijo Harry besando los labios de Luna.

De regreso al cuarto común de Gryffindors, se encontró que Ron jugaba al ajedrez mágico con Seamus, mientras Hermione platicaba con Ginny. Neville perseguía a su sapo Trevor tratando de alcanzarlo, mientras el gato color canela de Hermione jugaba con Dean. Otros se encontraban sentados en las cómodas butacas charlando, riendo o estudiando.
Hacia unas horas había presenciado un pasado feliz y al ver a todas esas personas también felices, recordó las palabras de Luna, comprendió que estaba en el presente, y no pudo dejar de reconocer que después de todo no era tan triste