Capitulo Treinta y siete
ABRIENDO EL CORAZON A LA VERDAD.
Ginny abrió sus ojos y la
claridad que entraba por una ventana, frente a ella, le hizo
cerrarlos nuevamente.
Se cubrió el rostro con sus manos. Se
incorporo y se sentó. Poco a poco intento acostumbrarse a la
luz. Miro a su alrededor.
Se encontraba en una habitación,
con paredes grises por el tiempo, en el techo se veía
claramente la marca tenebrosa que resaltaba de un color verde
esmeralda. Estaba sentada sobre un suelo formados por miles de
pequeñas lozas.
A pocos metros de ella, había
alguien sentado en un pequeño banco de madera. Tenia la cabeza
gacha, sus manos jugaban con su túnica vieja y raida. Traía
una capucha.
Ginny se estremeció, era un mortifago, pero al
parecer estaba distraído.
De repente levanto su cara y miro
a Ginny a través de las ranuras de su capucha.
-Como te sientes?...pregunto sin ningún matiz en su voz.
Ginny no respondió. No tenia ganas de hablar. Pero en realidad no lograba que sus pensamientos se convirtieran en palabras. Estaba muy preocupada. No sabia nada de Harry, lo último que recordaba era la explosión y ahora se veía en ese lugar acompañada de un mortifago.
Para su sorpresa el mortifago se quito la capucha. Era Colagusano. Tenia una mirada muy triste, y sus ojos estaban muy rojos, como si hubiese llorado.
-Pequeña Weasley... pequeña niña... perdóname... nunca pensé... nunca imagine...dijo Colagusano con voz entrecortada.
Ginny no entendía la actitud de Colagusano, pero sintió compasión por ese hombre, parecía muy asustado, miraba a su alrededor como si buscara algo y como si esperara algo. Hundió nuevamente su cara entre sus manos y comenzó a llorar.
-Ella se parece mucho a ti... desde que te vi... pequeña niña... y yo... yo... dijo Colagusano entre sollozos.
-Quién?...pregunto Ginny, quería saber a quien se refería Colagusano.
-Ella... yo la amaba... pero ella... lo prefirió a el... fui tan idiota... busque el camino equivocado... y ahora al verte y ver a Harry... los recuerdos han vuelto... PARA ATORMENTARME...grito Colagusano desesperadamente, colocando sus manos alrededor de su cabeza y apretándose muy fuerte sobre sus sienes.
Ginny no sabia que hacer, el grito de ese hombre aun resonaba como un eco que rebotaba en las paredes de la habitación.
-Y este lugar... me hace recordar... que soy un cobarde... un traidor... dijo Colagusano en un susurro.
Se levanto, miro a Ginny fijamente. Y desapareció.
Harry caminaba por
aquella explanada, pero todo era soledad.
Miro hacia atrás,
allí aún estaba el arco por el que había
entrado, pero la niebla ya no estaba.
Su razón le decía
que era muy peligroso tanta quietud y tanto silencio.
No sabia
donde estaba, era como si hubiese llegado a través del arco a
otro lugar lejos de la casona abandonada.
Continuo caminando.
Al llegar al final de la explanada, vio una ladera que conducía
a un pequeño valle.
A lo lejos diviso una casa. Pensó
que regresaba al mismo lugar. Retrocedió unos pasos y miro
nuevamente hacia atrás.
Pero la explanada y el arco habían
desaparecido. Solo se veía un monte de donde nacía la
ladera.
Tuvo el presentimiento de que si seguía, tal vez iría hacia una trampa. Pero la desesperación por no saber nada de Ginny, ni si aun estaba viva, no lo hizo dudar de ir a lo desconocido y de arriesgarse.
Camino cuesta abajo, unos pocos metros y pudo tener mejor visión de la casa, que junto a otras formaban una especie de vecindario. A lo lejos pudo divisar un letrero grande con letras góticas que decía: "VALLE DE GODRIC".
Se acerco hasta el jardincillo que adornaba la
entrada a la casa. Su corazón latía rápidamente,
porque tenia la impresión de conocer el lugar donde estaba.
Pero no recordaba de donde.
Además no podía
explicarse, porque de entre todas esas casas, la que tenia en frente,
era la que había llamado su interés, desde que la había
visto desde la ladera.
Miro a su alrededor. Aquel lugar
parecía un pueblo fantasma, de los que había leído,
algunas vez en un algún libro muggle. Se adentro por el
jardincillo. Noto que la puerta principal estaba abierta.
Entro
sin dificultad. Admiro el interior de la casa. Era de dos plantas,
con una hermosa escalera semicircular, que terminaba en un amplio
salón. Se podía oír el ruido de sus zapatos
cuando caminaba por aquel piso engalanado con pequeñas lozas
carrubias.
Una emoción que Harry no podía explicar, lo inundaba a cada paso que daba. Sentía que había vuelto a un lugar de donde nunca debió haberse ido. Era como lo que experimentaba cada vez que volvía a Hogwarts luego de las vacaciones de verano.
Otra vez un rayo de cordura llego a su mente. Todo aquello no estaba bien. Todo era muy raro.
Subió por las escaleras hasta llegar al segundo piso. Tomo por el camino de la izquierda. Tenia bien sujeta en su mano, la varita de Malfoy, estaba alerta ante cualquier ruido.
Abrió la primera
puerta que consiguió a su derecha.
Estaba vacía.
Pero un ruido llegado desde el pasillo, lo hizo salir. Al llegar
puedo divisar una sombra que se perdía al entrar en otra
habitación.
Camino hasta esa habitación, de una
patada abrió la puerta y apunto con su varita. Pero estaba
vacía.
Unas rizas rompieron el silencio. Volvió
al pasillo. Eran rizas de mujer. Rizas alegres que se perdían
en la soledad del recinto y que se alternaban con las rizas de un
niño.
Una sensación de desasosiego lleno el corazón
de Harry. El miedo volvía para adueñarse de su razón.
Porque él ya sabia donde estaba y de quienes eran esas
rizas.
Un canto comenzó a oírse. Harry cerro los
ojos. No pudo dominarse. Sus lagrimas inundaban sus ojos. Era la
canción que su madre le cantaba para dormirlo, cuando el era
un niño. No entendía como podía recordarla, si
de eso hacia ya tanto tiempo.
Volvió su mirada hacia la
habitación que había abandonado.
Allí podía
ver a su madre, sentada en una mecedora, con un niño de poco
menos de un año entre sus brazos. Era él. Harry podía
verse a si mismo en el regazo de su madre.
Rápidamente entendió que Voldemort quería otras vez, usar sus miedos más profundos, para dominarlo.
Corrió por
el pasillo. Se paro frente a la escalera. Respiraba
entrecortadamente.
Trato de borrar todo sentimiento, y recuerdo.
Pero la escena que acababa de presenciar se repetía y la
canción aun resonaba en sus oídos.
Pero una voz en
su interior, le repetía algo, que le hizo recobrar su
cordura.
"Están muertos Harry, tu madre, tu padre. Están
muertos, asúmelo. Son solo recuerdos".
El canto del fénix se adueño del lugar.
-El pequeño bebe Potter esta muy triste, oh si muy triste. Su mami lo arrulla...dijo Bellatrix desde el extremo de la escalera con falsa voz de bebe.
Harry le lanzo un hechizo con la varita que traía en su mano. Esto a Bellatrix la tomo por sorpresa y cayo varios metros hacia atrás.
-Dime donde esta Ginny...le grito Harry bajando poco a poco la escalera, con sus sentidos alertas, sabia que debían de haber más mortifagos.
-Y piensas que voy a decírtelo, bebe Potter, ja, ja, ja que estúpido eres...dijo Bellatrix lanzando una maldición imperdonable a Harry al tiempo que se levantaba.
Harry pudo
esquivar la maldición al saltar por el barandal de la
escalera, antes de que el escalón donde había estado se
abriera en dos, al recibir el impacto de un rayo rojo.
Le lanzo
rápidamente un hechizo de desarme, al que Bellatrix no pudo
detener perdiendo su varita.
-Accio varita...grito Harry, llegando hasta su mano la varita de Bellatrix.
Esta lo miro
asustada y corrió hacia el interior de la saca por un
corredor.
Harry se guardo la varita dentro de su túnica.
Sin pensarlo miro hacia el piso superior, a tiempo para esquivar
un hechizo que salía de la varita de McMair, quien junto a dos
mortifagos más le lanzaban hechizos que Harry esquivaba, por
lo que estos impactaban contra las paredes y el piso.
Pero de repente sintió un dolor punzante en su espalda, al tiempo que no podía moverse. Comprendió que un hechizo paralizante lo había alcanzado. Podía oír la riza triunfante de Lucius Malfoy.
Ginny trataba inútilmente de
asomarse por la pequeña ventana que había en la
habitación, donde se encontraba encerrada. Estaba parada sobre
el banquillo de madera, donde había estado sentado
Colagusano.
Resignada se sentó en ese banquillo, cuando la
puerta fue abierta bruscamente y Harry era empujado al interior por
Lucius Malfoy, el padre de Draco.
-El Señor Oscuro, quiere que se despidan...dijo Malfoy padre entre rizas burlonas.
La
puerta fue cerrada.
Harry y Ginny se miraron. Y se acercaron
lentamente uno al otro.
-Gracias al cielo que estas bien!...dijo Ginny mientras abrazaba a Harry y él le correspondía el abrazo.
Estuvieron abrazados por un
largo tiempo, que jamás pudieron precisar.
Otra vez el
canto del fénix se dejo escuchar.
Harry estaba feliz de
tener a Ginny entre sus brazos, de sentir su calor, su olor, aunque
sabia que no duraría mucho, porque pronto vendrían a
llevarlo ante Voldemort.
Ginny sentía perder sus miedos, al
estar allí, entre los brazos de Harry. Escuchando los latidos
de su corazón, sintiendo como él la estrechaba a su
cuerpo.
Y allí, en ese lugar lejano, desconocido, rodeados de tanto odio y maldad, sin saber que les aguardaría en los próximos minutos, Harry y Ginny reconocieron que su amor por el otro no había disminuido a pesar de estar unidos a otras personas.
Harry se separo de Ginny lentamente, tomo las manos de ella y las coloco sobre su pecho.
-No se que pasara, ni si volveremos a estar juntos. Pero quiero que cepas, que lo que te dije aquella tarde en los vestuarios fue mentira... dijo Harry y suavemente beso una a una las manos de Ginny, luego la miro y abrazándola nuevamente susurro en su oído... nunca olvides que te amo.
-Aunque lo he intentado, no he podido dejar de amarte...dijo Ginny acariciando el cuello y los hombros de Harry
Instintivamente cada uno busco los labios del otro...
Suavemente cada uno rozo con sus labios, los labios del
otro...
Apasionadamente cada uno correspondió al beso del
otro...
Mientras cado uno con sus manos acariciaba el cuerpo del
otro...
Cada latido del corazón, cada respiración,
cada estremecimiento les hizo perder la noción de si mismo y
de la realidad que los rodeaba.
Pero de repente el canto del fénix ceso.
Harry y Ginny se separaron, regresando sus
sentidos a su sitio y permaneciendo alertas.
La puerta se abrió
nuevamente. Mc Mair y otro mortifago, que los chicos no reconocieron,
entraron.
Agarraron a Harry y a Ginny, antes de que pudieran
reaccionar.
