¡¡Hola!!
Jarlaxe-Bregan: Pues al final se lo ha dicho. Qué le vamos a hacer. Chico, son sus amigos, por muy gordo que te caiga Ron. Volvió por ellos al fin y al cabo. Aunque de todas formas Harry sí tiene poder sobre ellos. De una manera un tanto sibilina y sutil está por encima de ellos porque después de el verano ha madurado bastante y eso se nota. Puede ver las cosas que ocurren a su alrededor con más calma y comprenderlas mejor mientras ellos se limitan a indignarse y refunfuñar.
Miranda Evans: Me alegra que te gustara. La conversación entre mayores y chavales... sí, bueno, ¿quién tendrá razón? Si quieres que te de mi opinión "imparcial" creo que la tienen los dos. Es lo que quise decir en la cita del principio del capi. Los jóvenes y los mayores se centran demasiado en sí mismos cuando deberían trabajar juntos. La llama de los jóvenes y la luz de los mayores... ambas iluminan, ¿no es cierto?
remus-lupin-black-darkg: ¡Muchas gracias! Espero que te siga pareciendo bien eol resto de capis. ¡Nos vemos!
Cocojajas: Vale, vale... jejeje, aquí lo tienes. Sólo espero que alcance las espectativas creadas, que cada vez me lo ponéis más difícil, jo.
Eva Vidal: ¿Dune? Arg, Dios me libre. Sobre todo de crear a un personaje tan sobreanamente engreído como Paul Atreides (recordaré por siempre aquel fragmento de : "¿Qué me has hecho madre? ¿Qué soy? ¿Soy un fenómeno? No, soy un monstruo". Argggg, menudo pedazo de gilipollas!!! Con perdón.) Y sí, las intrigas me encantan. Se nota, ¿no? ¿Que qué protege Dumbledore? Juas!! A tí te lo voy a decir, a riesgo de poner la trama en pelotas o no, porque igual no esconde nada. No lo sé, sinceramente, aún no lo he decidido. Es pronto para hacer conjeturas.
Lynn Kadyarse: No, tranquila, no voy a poner a Hermione de pareja de Harry. Nada más lejos. ¿Por qué lo dices? ¿Ha habido algo que te haya hecho pensar en algo así? Con respecto a lo que preguntas después... calma, llegará, no te preocupes, pero te aviso. Más que tratar de hacer una 6ª parte de HP lo que quiero es profundizar los personajes, así que habrá cosas que omitiré porque no sean necesarias en la trama (relaciones estudiantiles en su gran mayoría).
Y no, los viajes interdimensionales son muy parecidos a los viajes astrales, lo que pasa es que en el lugar de destino te encuentras con un cuerpo que ocupar. Y la magia de cada dimensión es diferente. Las dimensiones son DIFERENTES por definición. Algo cambia siempre. Algo, normalmente, fundamental y básico que remodela la existencia por completo.
Sacralo: para largo éste, chico. 13 paginas de word como 13 soles. Pasa de todo... En fin, ya me contarás lo que te parezca.
Lucumbus: ¡¡Hola!! A ver, él sigue siendo un Nephlim, pero no en la realidad en la que está. Ahora es un mago del mundo en el que ha crecido, con sus limitaciones y sus circunstancias. Ha descubierto un poder, el de viajar entre realidades, vale, pero es un poder que, aunque raro, existe en ese mundo sin necesidad de recibir el nombre de Nephlim, porque, sencillamente, en el mundo de Hogwarts, los Nephlim, no existen. Volvemos al tema de que las dimensiones son DIFERENTES. Y pobre Ron, cómo le odiais...
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La vuelta a Hogwarts
"When the door shuts, don't worry about me. It's not attention that I want from you. I need you to trust who I'm gonna be, and in everything I'm going to do. Cause I'm not afraid of what I don't know, for understanding is all that I earn. What is for sure is I'm gonna go, I'm gonna live and I'm going to learn.
And I know there will be mistakes that I will make, but I know they're not worse than chances I don't take.
Right before your eyes I am changing.
New life on the inside I am changing.
When the door shuts it shuts in front of me: a new person that I have become. I follow my heart to my destiny but living in fear and sorrow is done.
There will be no more feeling that I'm all alone. I will surround myself with things that help me grow.
Right before your eyes I am changing.
New life on the inside I am changing."
Right before your eyes. BSO Daredevil. Hoobastank.
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Abrió la puerta de su cuarto.
Allí estaban los tres, comentando la conversación de la cocina, aún excitados por lo injusto y absurdo de la situación. Cuando llegó él le incluyeron inmediatamente en la conversación como si hubiera estado desde el principio.
-Que no es tan fácil... - decía Hermione.- ¡Por supuesto que no es fácil! ¡Pero por Merlín que no es imposible! Hay un modo y no lo quieren ver sólo porque se empeñan en hacerlo a su manera.
-Y esa condescendencia...- decía Ron.- me pone de los nervios.
-Odio cuando utilizan los apelativos cariñosos para colocarte en un nivel inferior en la conversación.- comentaba Ginny muy enfadada.
-No nos hacen caso porque tenemos 15 y 16 años.- dijo Harry con calma.- Aún no somos personas, sino bultos que meten ruido y hay que proteger.
-Bah, como si no nos pudiéramos proteger nosotros solos.- bufó Ron.
-Y no podemos.- dijo Harry con la misma calma mientras se tumbaba en su cama.- El capítulo del Departamento de Misterios fue bastante ilustrativo.
-¿Estás de su parte acaso?- preguntó Ginny.
-No es cuestión de estar de parte de nadie.- aclaró el joven mirando al techo con las manos debajo de la cabeza haciéndole de almohada.- Comprendo sus razones. No quieren que nos pase nada.
-Pero es que a la larga nos va a pasar de todo si siguen con esa actitud.- puntualizó Hermione.- A nosotros y al resto del universo.
-Lo sé.
-¿Y estás ahí tan tranquilo?- dijo Ron.- Cualquiera diría que les vas a hacer caso.
-¿Y qué quieres que haga?- Harry sabía perfectamente a qué se refería su amigo, pero por alguna extraña razón quería escuchárselo decir para poder rebatirle.
-Por ejemplo darles la información definitiva para que dejen de tomarnos como bultos y empezar a ayudarte en serio.
-No puedo contarles la profecía a ellos.
-¿Por qué?
-Porque el efecto que conseguiríamos sería el contrario al que buscas.- dijo el moreno.- Fíjate Dumbledore. Tardó 5 años en contármelo porque decía que se preocupaba mucho por mí. ¿Os imagináis la reacción de vuestros padres y del resto si lo supieran? Nos meterían en cofres y nos enviarían a una cámara de Gringotts como poco.
-A ti te acabarían sacando.- dijo Hermione sombría.
-Sí, ¿verdad?- Harry sonrió cínico.- Me guardan bien para utilizarme en el momento adecuado.
-Pues no sé a ti, pero a mi no me gusta ser utilizado.- dijo Ron.
-A mí tampoco, pero ahora no podemos hacer mucho para evitarlo.- dijo Harry.- Esto es cosa de mayores, ya sabes, la política y la guerra...
-¡Por el amor de dios!- exclamó Ron.- Llevamos lidiando con maquinaciones políticas y militares casi sin saberlo desde los 11 años.
-Ya, bueno, pero está visto que no cuenta el historial nada más que para lo malo.- dijo Harry.- Por eso tenemos que empezar a movernos por nuestra cuenta.
-¿En qué estás pensando?- preguntó Hermione.
-En que si vamos a ser utilizados, mejor que sea al menos con conocimiento de causa.
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Harry tenía el baúl preparado desde hacía días. Por fin aquella mañana irían a Hogwarts. Ron, Ginny y Hermione tenían sus baúles en el colegio así que lo único que tenían que hacer era recoger las pocas ropas que habían traído y bajar al vestíbulo, donde sus canguros oficiales, Tonks y Lupin, les esperaban para marcharse.
Estaba sentado encima del baúl, aburrido y algo preocupado. No dudaba de la habilidad del licántropo y de la joven auror, pero le parecía muy poca protección para los estándares de la Orden y menos en momentos como aquellos, con Voldemort campante por la campiña inglesa satisfecho por su hazaña en el ministerio.
Alzó la mirada hasta la cortina de terciopelo que cubría el retrato de la madre de Sirius. Desde que había llegado no había montado ninguno de sus desagradables espectáculos. También era cierto que los habitantes de esa casa habían sido mucho menos numerosos que en otras ocasiones y habían aprendido a mantener un tono relativamente bajo en las cercanías del retrato de una manera casi inconsciente. Sólo Tonks, a veces, cometía alguna imprudencia, pero aun así el retrato se había mantenido mudo. Y sólo ahora, cuando faltaban escasos 20 minutos para abandonar aquella casa hasta fecha indeterminada, se permitió el lujo de preguntarse por Kreacher.
No le había visto en la semana escasa que había pasado allí.
Era como si tras la muerte de Sirius todo lo que parecía diseñado en aquel lugar para atormentarle hubiera desaparecido. Ya no estaba Sirius. Ya no existía el objeto de la insidia del retrato y de su extensión viva, aquel elfo del demonio. Incluso parecía que habían abandonado la mansión todas aquellas criaturitas malévolas a las que la Señora Weasley le había declarado la guerra el curso pasado. Todo el mal que parecía rezumar la casa en tiempos había desaparecido. No es que hubiera sido sustituido por el bien, ni mucho menos. Simplemente había dejado de tener ese tufo a oscuridad. Ahora no había nada. Era como aquel vacío absurdo que había sentido en sí mismo las semanas siguientes a la muerte de su padrino.
Aquel vacío ahora reinaba en la casa manteniéndolo todo en un sutil paréntesis. Parecía como si cada centímetro cuadrado estuviera esperando algo. Se mantenía expectante, escuchando, demasiado ocupada prestando atención como para preocuparse de hacer insoportable la estancia a los que la habitaban.
Harry sonrió tristemente. Quizá estaba aún perpleja por la muerte de su último heredero. Porque, ¿a quién pertenecía ahora la Mansión de los Black? Un ligero escalofrío le indicó que quizá no quisiera saber la respuesta cuando oyó los pasos de sus amigos bajando las escaleras.
Lupin miró su reloj y con un gesto le indicó a Harry que se levantara de su baúl. Cuando lo hizo el licántropo lo elevó ante él mientras Tonks abría la puerta. Harry miró un poco nervioso a sus amigos, que le devolvieron la mirada aderezada con alguna sonrisa de forzada alegría. Volverían a Hogwarts, pero no sabían lo que les esperaría allí... o lo que les iría a buscar.
Nada era seguro. Ni Hogwarts, aunque hubiera redoblado sus defensas. Habían penetrado sus muros invisibles una vez y eso constituía un precedente peligroso. Aunque de hecho fuera más seguro, no volvería a serlo en las mentes de todos ellos.
¿Cómo irían hasta allí? Ninguno de los adolescentes se podía hacer una idea. De momento estaban allí, en la acera, con el baúl de Harry flotando ligeramente a un par de centímetros del suelo, Tonks con ellos y Lupin cerrando la puerta. Se miraron incómodos.
-Tonks, - dijo Ginny.- ¿cómo vamos a llegar al colegio?
-¿Con el autobús noctámbulo?- aventuró Ron poniendo mala cara. A ninguno le gustaba aquel medio de transporte.
-No.- contestó lacónica la joven. Últimamente estaba muy lacónica, pensó Harry.
Lupin se les unió inmediatamente y cogiendo un asa del baúl y ordenando a Harry que cogiera la otra empezaron a bajar la calle en dirección a la parada de autobús muggle. Perplejo, el chico preguntó quedamente:
-Profesor... esto es un poco raro, ¿no?- Lupin se limitó a mirarlo.- Y peligroso. No me dejaron ir con Tonks al Callejón Dragón para comprar las cosas, pero vamos a ir a Hogwarts en transportes muggles.- Lupin seguía sin contestar.- No lo entiendo.
Lupin medio sonrió, pero no le contestó. Entonces llegaron a la marquesina. Dejaron el baúl y Ginny y Hermione se sentaron en el asiento vacío y empezaron a hablar entre ellas en voz baja. Harry estaba apoyado en la marquesina con los brazos cruzados pensando en lo absurdo de la situación y Ron se había sentado en el baúl, mirando a los dos adultos que se limitaban a esperar, como ellos.
-Sea lo que sea, - dijo Ron a los 10 minutos.- ¿va a tardar mucho?
-No.- respondió Lupin mirando su reloj. Ni una sola palabra salió de sus labios. Ron y Harry se miraron exasperados.
Tras otro cuarto de hora esperando en aquella anodina marquesina pasando frío gratuitamente aquella pregunta había sido formulada dos veces más, con idéntica respuesta.
Entonces Harry lo empezó a notar. Era aquella vibración que había sentido en la otra realidad, la misma que había sentido en la ciudad devastada cuando llegó. Constante, cadenciosa, a medida que los segundos se sucedían se iba volviendo más y más potente hasta que de alguna manera los latidos de su corazón y aquel pulso invisible se confundieron. Fue en ese momento cuando de la nada apareció un carruaje muy parecido al que les llevaba de la Estación de Hogsmeade hasta el castillo a principios de curso. Por eso no se extrañó al ver a la pareja de thestrals que tiraban de él. Ambos giraron dramáticamente sus cabezas para mirarle directamente. Era escalofriante, pero lo ignoró.
Miró a un lado y vio a Lupin que miraba a los animales y le miraba a él con curiosidad mal disimulada. Al captar la mirada del joven se agachó sin más y cogió el asa del baúl que le correspondía y Harry, sin preguntar, cogió la otra y subieron el trasto al portaequipajes.
Con expresiones de alivio todos entraron en el carruaje y cuando cerraron la portezuela, Lupin dio un par de golpecitos en la pared y se pusieron en marcha.
Las ventanitas estaban cegadas, pero de alguna manera el interior estaba lo suficientemente iluminado para que se vieran las caras. Se movían y balanceaban como si estuvieran en movimiento, pero ninguno podía escuchar el típico ruido del rozar de las ruedas con el suelo ni podían notar la fricción de la madera con el asfalto o la tierra o por donde quiera que fueran. Mucho se temían que estuvieran volando o algo así.
No hablaban. Aún persistía parte del enfado que separó a adolescentes y adultos la noche anterior y el ambiente era incómodo. Sabiendo que se arrepentirían si no arreglaban la situación una vez entraran en el colegio Hermione hizo un esfuerzo.
-¿Este carruaje es de Hogwarts?
-Sí.- contestó Lupin.- Pero es especial. Es para... viajes largos.
-¿Y cómo se ha podido aparecer así?- siguió la chica.
-Es algo complicado de explicar...- trató de excusarse el hombre, pero la mirada de Hermione no admitía excusas y lo acabó explicando.- Se basa en el principio de las Puertas.
-¿Puertas a dónde?- preguntó Ron.
-A cualquier parte.- respondió el profesor.- Es un conjuro extremadamente complejo. Que yo sepa sólo Dumbledore y algún otro mago del mundo pueden hacerlas.
-Vaya...- exclamaron las dos chicas verdaderamente fascinadas. Ginny tomó la palabra.- ¿Y cómo se llama el conjuro?
-Francamente, no tengo ni idea.
-¿Y nos llevan directamente a Hogwarts?- preguntó Hermione.
-No.- contestó Lupin.- Las barreras nuevas que colocamos nos impedirían el paso. Llegaremos a Hogsmeade en unos cinco minutos.
Y efectivamente llegaron. Cuando bajaron del carruaje el ambiente se había suavizado considerablemente. Bajaron el baúl y los dos thestrals se marcharon llevándose el carruaje consigo.
-Conocen el camino a casa, no os preocupéis.- dijo el antiguo profesor cuando vio a los dos muchachos mirando cómo el carro se iba.
-¿Iremos a pie?- preguntó Ron.
-No. Al menos hoy no.- Los cuatro adolescentes se quedaron parados mirándole.- Hoy pasaremos la noche aquí y mañana por la mañana iremos al colegio.
-¿Por qué no hoy?- preguntó Harry.- Aún no es ni la hora de comer.
-Por las protecciones.- dijo Tonks. Y tuvieron que contentarse con esa información.
Entraron, pues, en las Tres Escobas y pidieron habitaciones para todos. Los parroquianos echaron miradas curiosas y hasta cierto punto suspicaces al grupo que acababa de entrar. La señora Rosmerta les atendió enseguida y pronto tuvieron sus habitaciones y ya se instalaron. Los chicos pidieron permiso para pasear por el pueblo, pero no les dejaron. Consternados por tener que pasar un día en Hogsmeade y no disfrutarlo se sentaron en una de las mesas con algunas bebidas mientras los dos adultos estaban en la barra, conversando con la dueña del local.
-¿Soy yo o todo esto es muy raro?- preguntó Ron.
-¿Creéis que están enfadados aún por lo de ayer?- preguntó dubitativa Ginny.
-No lo creo.- dijo Hermione.- Aunque están muy tensos.
-Estarán tensos, pero lo llevan con mucha calma.- observó Ron dándole un buen trago a su cerveza de mantequilla.- Casi media hora esperando al carruaje expuestos a cualquier cosa y ahora no podemos entrar en los terrenos hasta mañana por la mañana.
-¿Aquí estaremos seguros hasta mañana?- preguntó Ginny. Los tres gryffindors la miraron.- No es que tenga por qué pasar nada, ¿vale? Pero nos sacaron del colegio por nuestra seguridad. Hemos estado encerrados en el cuartel general 5 días y ahora... bueno, dudo que Las Tres Escobas tenga los mismos sistemas de seguridad. Es como si hoy los mortífagos tuvieran día libre y los de la Orden aprovecharan para levantar la mano un poco.
-Tonks ha dicho que no podíamos ir hoy al colegio por las protecciones, ¿no?- dijo Hermione.- Quizá es que a menos que se las "avise" no te dejan entrar o algo así.
-Sí, claro.- dijo Ron sarcástico.- Tienes que pedir hora, como en el dentista.
-¿Y yo qué sé, Ron?- replicó la chica enfadada.- No tengo ni idea de lo que pasa. Estaba especulando.
-Qué novedad, que no sepas algo.- dijo ácido Ron. Pero Hermione reflexionó sus palabras y se quedó pensativa un momento.
-Es cierto.- dijo al final.- No sé nada sobre barreras mágicas. Qué curioso...
-¿Por qué?- preguntó Ginny.- Quizá no las habéis dado en clase aún o...
-No, no, no... eso no tiene nada que ver.- dijo Hermione. Harry sabía perfectamente que no importaba lo que hubieran dado en clase o no. Hermione conocía la práctica totalidad de los libros de la biblioteca de Hogwarts. Si había algo en el mundo mágico Hermione lo conocía más o menos profundamente, pero por lo menos le sonaba.- Tengo que ir a la biblioteca...
-Cómo no...- dijo Ron en un susurro.
-Oye, Ron, ¿qué te pasa hoy conmigo?- dijo Hermione volviéndose hacia el pelirrojo que bebía tranquilamente su bebida. La acabó de un trago, se levantó, murmuró un "Me voy a la habitación" y se fue dejando a Hermione perpleja y hecha una furia. La chica miró a Harry que inmediatamente levantó las manos en señal de inocencia.- Menudo... ¡bah!
Así que así de indignada se levantó y también se fue a su habitación. Ginny la vio cómo se iba y mirando a Harry dijo:
-Mejor voy con ella. ¿Te importa?
-No, en absoluto.- y la pelirroja se marchó a consolar a su amiga.
¿Qué sería aquella vibración? Estando en la otra realidad se había atrevido a pensar que era la magia que Ryddle había dejado para proteger ciertos lugares o personas y que cuando él estaba cerca podía sentir. Pero ahora, allí, donde la magia era diferente a la de los Nephlim, volvía a aparecer. Y nadie parecía haberlo sentido. No le gustaba la sensación de percibir cosas que los otros no podían. Le pasó con el pársel, le pasaba con los sueños, con la cicatriz... y ahora con esa vibración. Suspiró dando vueltas a la botella de cristal que sostenía entre las manos. Sería lo primero que preguntaría a Dumbledore al día siguiente. Alguien se sentó frente a él.
-Hola.- Tonks medio sonreía bajo su pelo rosa chicle.- Te han dejado solo.
-Sí, bueno...
-Oye...- casi sin querer la joven miró de soslayo a Lupin que seguía hablando con Rosmerta.- Quería hablar contigo sobre algo importante.
-Adelante.
-Aquí no. No ahora.- Harry frunció el ceño.
-¿Y Lupin?
-Precisamente por él quiero la máxima discreción.- dijo la chica.- Esta noche, a las dos de la madrugada. Mi habitación es la número 3.
-¿Me puedes dar una pista al menos?
-No faltes.- la chica se levantó del asiento y sin más volvió a donde estaba Lupin. Intercambiaron unas palabras, el licántropo le miró un momento y volvió a su conversación.
Estupendo, pensó, una nueva interrogación a la lista. ¿Qué querría hablar con él tan importante y tan secreto como para ocultarlo de Lupin? Él apreciaba al licántropo. No llegaría a ser como Sirius, pero era el último nexo con los Merodeadores y con sus padres que le quedaba. Sus conversaciones con él siempre terminaban con alguna lección vital de importancia. Casi se había acostumbrado a buscar la moraleja a cada frase que decía aquel hombre. Era una especie de guía. Por eso nunca había dejado de llamarle Profesor, aunque ya no lo fuera. Quizá la discusión de la noche anterior le había dado una nueva visión de aquel hombre. Bien, tenía sus defectos, como todo el mundo. Pensó que hasta entonces le había tenido un tanto idealizado. Sencillamente no le conocía en serio.
Pero, ¿por qué ese ocultarse de Lupin repentino? ¿Acaso Tonks no confiaba en él? ¿Qué podía ser tan importante? Meneó la cabeza frustrado por tener que esperar hasta aquella noche para saberlo. Terminó su bebida y subió a su habitación donde Ron estaba tumbado en la cama, mirando al techo.
-El hecho de que prefieras estar mirando al techo que abajo dándome conversación me deja en un lugar bastante lamentable, tío.- comentó sarcástico mientras se sentaba en su cama.
-Necesitaba pensar.
-¿En qué?
-En todo.- Ron se quedó callado unos momentos.- ¿Por qué unos críos como nosotros somos objetivos principales en esta guerra? Ya, ya lo sé, por ti, lo sé, pero te añado a la pregunta y obvio la profecía, ¿de acuerdo? Es como si se rompiera la regla implícita de que los menores no han de participar en las guerras. ¿No te da la sensación de que se han adelantado unos años?
-Yo sé de quien piensa que se han atrasado muchos años ya.- dijo Harry con una sonrisa.
-Y lo noté al volver de verano a Hogwarts.- continuó el pelirrojo.- Después de todo lo que había pasado en Junio y durante el verano, contigo en coma y el movimiento que hubo en el Ministerio. Cuando volvimos a clase y la gente vio que faltabas nos preguntaron. Les decíamos que estabas enfermo y eso, pero... Y los del ED nos preguntaron si continuaríamos con las clases. No sabíamos qué contestarles. Pero sobre todo los que fuimos al Departamento de Misterios... fue... no sé... reconfortante volver a verlos.
Ron hizo una pausa. Parecía estar saboreando la sensación, quizá para explicarla mejor.
-Había algo entre nosotros.- Ron sonrió divertido.- Te parecerá una chorrada, pero me sentía como más... mayor que los demás. No porque hubiera vivido una aventura y trajera mis primeras cicatrices de recuerdo...No, no era orgullo.- el rostro del Ron se revistió de una seriedad que Harry le había visto muy pocas veces.- Harry, tengo la sensación de que dejamos de ser niños en el mismo momento en que nos implicamos directamente en esta guerra. Y no sé si eso es bueno o malo.
-No lo sé.- dijo Harry.- Pero si a los 16 años añoras la infancia perdida, es que hace tiempo la perdiste. No es que sea bueno o malo. Sencillamente has evolucionado antes porque las circunstancias te han obligado a ello. No es justo el método, pero alguna vez tendría que ocurrir, ¿no?
-Tengo miedo.- el pelirrojo giró la cabeza para mirarle.- Aún no sé cómo puedes estar ahí y decir lo que acabas de decir.
Harry sonrió ligeramente y se incorporó. Le ofreció una mano y el pelirrojo se levantó.
-Bajemos a comer algo.- cuando abría la puerta recordó algo.- ¿Por qué te has puesto tan borde con Hermione antes?
-A veces se pone de un pedante insoportable.- dijo Ron. Pero a Harry más le pareció una excusa.
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Fue un día bastante aburrido. Como para asegurarse de que no saldrían se puso a llover como sólo el otoño escocés sabía así que no tuvieron más remedio que quedarse dentro. Harry aprovechó para acabar el trabajo de Binns y que Hermione le echara un vistazo para corregirle las faltas de ortografía.
Cuando firmó, al final del pergamino, se sintió liberado y a la vez extraño. Aquel trabajo había sido como el hilo conductor de aquel verano tan extraño y tan complicado. El terminarlo le daba la sensación de terminar con algo más profundo, como una etapa de su vida o algo así. Se estiró en el incómodo asiento de madera. Pero lo había acabado por fin. Y lo peor de todo era que se acordaba de cada hecho estúpido de las guerras entre banshees y leprechauns en 300 años. A saber lo que no podría memorizar con ese tostón ocupando espacio a lo tonto.
Y como premio Lupin le puso delante de las narices un magnífico plato de tortitas con nata y sirope de chocolate. Harry sonrió y miró a su ex profesor que se sentaba frente a él con otro plato de similares características. Hermione ya estaba leyendo su trabajo y Ron y Ginny jugaban una partida de ajedrez mágico que Tonks observaba con atención.
-Un poco tarde para la merienda, ¿no?- dijo el chico.
-Considéralo una merienda cena.- Lupin se metió un buen bocado de tortitas con mucha nata y lo masticó con cara de evidente placer. Al tragar dijo.- Aún no he encontrado otras tortitas mejores que éstas.
Se puso a comer y se dio cuenta de que tenía bastante hambre y que las tortitas eran excelentes, justo en el punto medio entre el crêp y la tortita americana. Mirando a su profesor asintió aprobadoramente.
-Te lo dije.- confirmó el licántropo.- Escucha, Harry. Este curso has de tener mucho cuidado, ¿vale?
-¿Cómo todos los anteriores?- preguntó irónico el muchacho.
-Hablo en serio.- Lupin le miraba muy serio.
Harry era consciente de que, en todos los líos en los que se había metido, tenía gran parte de la culpa, pero la otra parte de la culpa la solía tener Voldemort o algo relacionado con él. Así que en un porcentaje un tanto indeterminado no tenía verdadero control sobre lo que le pasara ese curso, por mucho cuidado que tuviera. Y mucho menos ahora con el tema de la profecía y el Ministerio en el aire. Aun así asintió más para tranquilizar al hombre que por otra cosa.
-No te preocupes, lo tendré.
-Toma.- Lupin sacó de su chaqueta una cajita de metal muy pequeña. La abrió y mostró un espejito.- Es un espejo de doble cara. Los conoces, ¿verdad?
-Sí.- dijo sombrío.- Sirius me dio uno el año pasado, pero era diferente.
-Ya veo...- Lupin dio un breve suspiro y continuó.- Si tienes alguna duda, algún problema, lo que sea. Tendrás a Dumbledore y eso, pero por favor, no dudes en utilizarlo cuando creas conveniente. Yo tendré el otro, ¿de acuerdo?
-Vale.- y lo cogió.
-Sólo tienes que decir mi nombre y apareceré.- Harry asintió.- Otra cosa: Dumbledore te lo dirá, pero este año el ED sólo tendrá dos salidas. O se disuelve o se tendrá que buscar otro profesor.
-¿Por qué?
-Por que vas a estar muy ocupado, al parecer. O eso me ha dicho Dumbledore. No me ha querido decir más. Cuando llegues mañana supongo que te lo dirá.
-¿Entonces porque te ha dicho que me lo dijeras antes?
-Para que tengas tiempo de delegar o replantear ese grupito de "estudio" que tienes antes de llegar.
-Pero el año pasado encontramos tiempo.- trató de justificar Harry.- Incluso con las clases de Oclumancia, el Quidditch y los castigos siempre se podía encontrar un hueco. No entiendo cómo...
-Oh, este año no hay Quidditch.- dijo Lupin.- ¿No te lo ha dicho Ron?
-Sí...- dijo recordando de repente y dándose con la palma en la frente.- Es verdad, qué faena... Pero eso aún me da más tiempo libre. ¿Tan ocupado voy a estar? ¿Sigo con la Oclumancia?
-Supongo que sí, no lo sé.- dijo Lupin metiéndose otra media tortita entera en la boca.
Harry siguió comiendo, pero con menos entusiasmo. ¡Pues vaya! No había pensado en serio en el ED hasta aquel momento. Realmente no se había planteado seguir o no con el "grupo de estudio" como lo había llamado Lupin. Eso dependería del nuevo profesor de DCAO que tuvieran. Si era lo suficientemente bueno no serían necesarias las clases de apoyo. Aunque ahora, sin Umbridge de por medio, podían constituirse como grupo legal, como el de Ajedrez o el de Pociones (aún no podía entender cómo había un Club de Pociones, pero era evidente que tenía que haber de todo en el mundo). Una vez legalizados podrían aceptar a más gente y quién sabe...
Le fastidiaba la perspectiva de no poder estar frente al ED aquel año. Le gustaba enseñar. Parecía que se le daba bien y le causaba una satisfacción enorme enseñarles cosas que podrían salvarles la vida en una situación peligrosa. Y más ahora. Sólo esperaba que Snape no le diera las clases de Oclumancia. No podría soportarlo. De hecho estaba bastante seguro de preferir enfrentarse a la ira de Dumbledore y no ir, directamente. Pero claro, era eso o ser fácilmente manipulable por Voldemort.
Enfadado soltó el tenedor y se recostó en el asiento. Lupin le miró.
-¿Te pasa algo?
-Nada.- respondió.- Que me encanta volver al colegio.
-Harry, - dijo Hermione a su lado.- Tienes algunas faltas pero está bastante bien. De hecho está muy bien.
-¿En serio?
-Sí.- dijo la chica aprobadoramente.- Si pusieras el mismo empeño en Pociones estoy segura de que le darías a Snape con un canto en los dientes y tendría menos excusas para meterse contigo.
-¡Jajaja, lo dudo!- dijo Harry riéndose y captando una mirada de reconvención de Lupin a la que ignoró por completo.- Ese hombre no desperdiciaría ni una sola oportunidad para decirme algo, especialmente si es hiriente, humillante o similar.
-Bueno, en todo caso hazlo.- dijo Lupin.- Este año es el primero para los EXTASIS y tendrás que esforzarte mucho si quieres ser auror.
-Sí, supongo, pero ahora mismo no quiero pensar en ello.- se volvió a estirar y recogió sus libros y el pergamino y se levantó para llevarlo a la habitación.
De camino a las escaleras captó una mirada de Tonks que le recordó su cita de aquella noche. Un recordatorio un tanto redundante, por otra parte, porque no había dejado de pensar en el tema en toda la tarde.
Dejó las cosas y se sentó en la cama mirando vagamente por la ventana al cielo anochecido. Mañana a esas horas estaría en su habitación, con sus compañeros Gryffindor, como cada año. Suspiró. No sería lo mismo. Todo había cambiado ahora. Ya no podría ver a Neville del mismo modo. No hasta que le contara la profecía porque, al fin y al cabo, le concernía también a él. Era triste. Ron tenía razón. Los 16 años no están para preocuparse por esas cosas. Se suponía que a esas alturas debía estar sufriendo el pavo atroz que había visto en Parvati y Lavender (entre otros), pero no. Ni la estupidez supina adolescente le estaba permitida. Se sorprendió sonriendo. Tenía su lado bueno. No era un estúpido adolescente.
Llamaron a la puerta suavemente.
-Adelante.- aunque no sabía quién era.
-Hola.- era Hermione.- Lupin me ha dicho lo del ED.- Harry se limitó a asentir mientras la chica se acomodaba en la cama de Ron.- ¿Qué piensas hacer?
-Me lo pregunta la insigne fundadora.- dijo cínico. Hermione hizo un gesto de impaciencia.- No lo sé. Me da rabia no poder seguir con ello, la verdad. Pero es una pena que se termine, ¿no crees?
-Sí. Aunque si siguiéramos, igual el nuevo profesor de DCAO se ofende. Y un profesor ofendido es peligroso. Puede tomar represalias.- la chica se estremeció ante la idea. Harry asintió considerando la idea.
-O no. Se me había ocurrido legalizarlo, como grupo de estudio.
-¡Es una gran idea! Si es un grupo de estudio podríamos pedirle ayuda a él, incluso. O a ella.
-¿No hay profesor de Defensa?
-Aún no. Al menos hasta que nos fuimos nosotros.
-Vaya, Dumbledore este año lo ha tenido más difícil, ¿no?
-Eso parece.- asintió la castaña.- Además, después de lo que pasó con el Ministerio dudo que haya mucha gente que sepa sobre Artes Oscuras y no esté detrás del atentado.
-Podría volver Lupin.- sugirió soñador el muchacho.- Ha sido el mejor.
-Sin comparación.- confirmó Hermione.- Es una lástima que el año que más deberíamos aprender DCAO no haya profesor.
-Aún.- puntualizó Harry.
-Aún.- corroboró la chica.- Estamos a finales de septiembre. Hemos perdido muchísimos días lectivos.
-Tranquila, seguro que cuando llegue te pones al día en seguida.- dijo con cierta maldad.
-Anda, no te metas tú también conmigo.- dijo Hermione con voz hastiada. Luego pareció pensar un momento, pero a medida que lo hacía fruncía cada vez más el ceño. Se estaba enfadando por momentos.- ¡Es que no le veo ningún sentido! Lo hace gratuitamente, sin provocación ni nada. Lo único que logra es enfadarme y que le grite.
Harry sonrió. Forzaría un poquito la conversación, a ver qué salía.
-¿Y por qué no pasas de él?
-¿Qué?- Hermione parecía perpleja.- ¿Cómo pasar de él?
-Es lo que no dejas de repetirme a mí cuando Malfoy me dice alguna estupidez. "Ignóralo, Harry, como si no estuviera". Haz lo mismo con Ron.
-Sí, debería hacer lo mismo.- dijo con una falsa firmeza. Harry pensó que era muy, muy malo, porque estaba disfrutando como un enano. Y más con lo que iba a decir ahora.
-Pero...
-¿Pero?- repitió la chica aún más perpleja que antes. El chico creyó ver una nota de nerviosismo autodefensivo.- No hay "peros", Harry, no sé de qué hablas.
-Ya, claro.- y sonrió. No pudo evitarlo. Le hacía muchísima gracia la manera en que inconscientemente Hermione se había cruzado de piernas y brazos.
-A qué viene esa sonrisita.- dijo con voz peligrosa la muchacha.
Le fue imposible controlarse. Se echó a reír en su cara. Después de un verano de psicoanálisis tras psicoanálisis podía reconocer una fase de negación hasta vestida de lagarterana (ver n/a al final).
-Hermione, te encanta que se meta contigo y por eso le dejas y estáis peleando permanentemente.- dijo con dolorosa franqueza. Y ahora, el golpe definitivo.- Admítelo.
La chica iba enrojeciendo por momentos de una manera que, si no se lo hubiera estado pasando tan bien, hubiera pensado sería preocupante. No por ella, sino por él, porque era signo de una cólera ciega que iba a explotar en breve. Pero se levantó, muy digna, le miró de manera que le hubiera dejado frito ahí mismo de haber podido y se dirigió a la puerta muy tiesa y muy enfadada, pero sin decir una palabra. Agarró el picaporte y antes de que saliera, Harry dijo:
-Acabas de admitirlo.
Su repuesta fue un portazo de impresionantes proporciones y una nueva carcajada del moreno. Luego la oyó gritar a alguien y un instante después Ron entraba asustado y cerrando la puerta tras de sí.
-¡Qué demonios le has dicho! ¡Está hecha un demonio!
-La verdad es dura de admitir, amigo mío.- dijo aún sonriendo.- Bien, Ron. Hablemos.
Se lo iba a pasar en grande los días siguientes viéndoles sonrojándose cada vez que se veían. Era un vil manipulador, como Sirius le había dicho en la otra realidad, pero había algo que tenía muy claro: se negaba rotundamente a soportarles otro curso gritándose por las esquinas.
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Gracias a los descomunales ronquidos de Ron había conseguido mantenerse despierto en la oscuridad hasta las dos menos cinco. Entonces se levantó y con sigilo salió del cuarto en dirección a la habitación número 3. Suavemente llamó. Se abrió la puerta inmediatamente.
Tonks estaba en pijama... aunque era un pijama muy... especial. Sencillamente parecía que era una niña de 6 años en versión maxi. Ositos y muñequitas sonrientes miraban a Harry desde todos los ángulos de aquel pijama rosa. Trató que su estupor no se notara y se sentó en el sillón que la joven le ofrecía.
-Tú dirás.- dijo al ver que la chica no terminaba de arrancarse.
-Te va a parecer muy raro. A mí me lo parece, créeme. Pero desde la discusión de anoche... Verás... Creo que tenéis toda la razón.- Harry alzó una ceja como preguntando "¿En qué exactamente?"- Pues por ejemplo en que la Orden debe dejar de ser secreta, en primer lugar. Y que Dumbledore debería participar activamente de las decisiones del Ministerio... o lo que queda de él.
-Pues... gracias.- le parecía muy bien, pero no sabía por qué tanta parafernalia para decirle algo así.- No me parece tan raro. De hecho me parece bastante lógico que estés de acuerdo.
-Sí, bueno, es que eso no es lo raro.- Harry la miró, esta vez sin tratar de ocultar el estupor que se le había escapado de las manos y de todo control.- Mira, Harry, ambos sabemos que aunque se rompiera esa profecía, el hecho de que existiera y os relacionara a Quien Tú Sabes y a ti... bueno... no hay que ser un vidente o muy listo para imaginarse de qué iba, ¿verdad?
Harry se quedó helado. No contestó, así que la chica siguió hablando.
-Por eso estoy convencida de que al final tú... En fin, no es demasiado descabellado pensar algo así, ¿no? Al fin y al cabo, desde que eras un mocoso llevas haciendo cosas increíbles, ¿verdad? Un patronus corpóreo y suficiente para ahuyentar a más de 100 dementores a los 13 años... ¡Guau!, ¿vale? Es bastante impresionante. La verdad es que es absolutamente flipante, chico.
Pero el chico en cuestión estaba aún viéndolas venir. ¿Dónde acabaría todo eso? Siguió con la boca cerrada, la auror le miró y al final respiró hondo y murmuró algo como "Allá va" y continuó:
-Lo que te quiero decir con toda esta retahíla de autojustificaciones para no sentirme incómoda, – comenzó con una gran nota de sarcasmo en su voz dirigido hacia sí misma.- es que estoy convencida de que al final, quien se ha de encargar del Que No Debe Ser Nombrado serás tú, y sólo tú. Y que está visto que la Orden y el Ministerio están un poquito... atascados. Lo que dijisteis anoche fue lo que algunos aurores y miembros de la Orden pensamos hace tiempo (no mucho tiempo, es cierto, pero lo pensamos) y sólo por algunos de los que más poder de decisión tienen en ella, Remus, Arthur y Ojoloco entre otros, no se llevan a cabo los cambios que se necesitan.
Tonks le miró como si ahora le tocara decir algo a él. Harry carraspeó.
-¿Y?
-¿Cómo que "y"? ¿No es obvio?
-No...
-Me vas a hacer explicártelo todo, ¿verdad?- Harry sólo acertó a emitir un sonido extraño mitad quejido mitad súplica.- Pues que llegará un momento, si tengo razón, y estoy casi segura de que sí, en que tomarás el protagonismo absoluto, ¿vale? De alguna manera tendrás esta guerra en tus manos... ¡Dios, parezco un oráculo, qué horror!- dijo de repente poniéndose las manos en la cara. Respiró un par de veces y se calmó.- Bueno... que sepas que puedes contar con mi apoyo y con el de alguna gente más. Esto significa que cuando llegue el momento seríamos capaces de desobedecer órdenes directas para ayudarte a ti o seguir alguna instrucción que se te ocurra importante. Al fin y al cabo tú eres el que se mete de vez en cuando en la mente de Quien Tú Sabes.
-E... eso no es del todo...
-Perdóname, pero si no acabo ahora no acabaré nunca.- Harry se calló inmediatamente.- Por ahora no somos muchos. 5 aurores y unos 8 colaboradores a la Orden, pero créeme, esto lo hemos hablado mucho y no es una decisión tomada a la ligera. Creemos también que quizá, dando un poco la plasta este curso a Dumbledore, vosotros... quizá pudierais convencerle para que haga él las reformas en la Orden. Renovarse o morir, ¿no? Lo que pasa es que en este caso es literal.- Tonks trazó una sonrisita nerviosa. Harry sólo pudo hacer un gesto de duda.- Oh, os tiene más en cuenta de lo que crees. Le he oído discutir a veces a ese respecto con los que te he dicho antes. Por supuesto detrás de la puerta. Los aurores jóvenes no somos mejor considerados que vosotros en las discusiones importantes. Por eso no dije nada ayer. Y Molly... bueno, ella está de acuerdo con ellos. Quizá la que más. Ya sabes cómo es, tan protectora. No la culpo, la verdad...
Por fin parecía que había acabado. Parecía aliviada y suspiró.
-¿Qué opinas?
-¡Joder!- hubo un momento de perplejidad. Después Tonks empezó a reírse y Harry se tapó la boca con la mano. Ella se acababa de ofrecer para ayudarle y él respondía con una grosería.- Perdona, en serio, lo siento.
-Tranquilo, lo entiendo.
-Es que... es... - Harry era consciente de que se estaba hiperventilando y se calmó a la fuerza.- Esto es muy fuerte, Tonks.
-Lo sé, pero es la pura verdad, y estoy convencida de que tú debes de pensar algo muy parecido.
-Estás convencida de muchas cosas, me parece a mí.- comentó Harry a la defensiva.
-Pero a que tengo razón...
Harry no sabía qué decir. No podía mentirle. Pero tampoco sabía si debía decirle el contenido de esa profecía que ella había deducido y que creía destruida. Y claro que tenía razón, pero de ahí a que 5 aurores y 8 magos más hubieran decidido hacer una facción hereje dentro de la Orden a favor suyo le asustaba. Aunque en el fondo de su corazón sabía que aquello debería llegar de un momento a otro. El problema era que cuando se tienen 16 años no se está preparado para aceptar la responsabilidad de las vidas de 13 personas. La propia... pase, pero la de los demás...
-Quien calla otorga, Harry.- había perdido, pensó el chico y asintió alzando una ceja a su pesar.- ¿Aceptas?
-¿Hay alguna otra opción?
-Por supuesto.- dijo Tonks.- Seguir siendo un niño bueno haciendo caso de tus mayores mientras esperas a que el Mago Tenebroso más terrible del siglo te encuentre y te mate.
-Lo hará de todas formas. Está muy empeñado en ello.
-Nos hemos dado cuenta.- asintió la joven.
-Pero Tonks... no sé yo... Eso de que estéis tan dispuestos a desobedecer por mí... no me termina de convencer. ¿Y si tomo una mala decisión? Soy experto en ese tipo de cosas. Sirius...- suspiró con tristeza al recordar a su padrino.- Sirius murió por una de esas decisiones catastróficas. No podría jamás poneros en una situación peligrosa. Agradezco vuestra intención, pero no puedo aceptarlo.
-Harry, no seas tonto. Si lo hacemos bien podremos tener una Orden del Fénix como Dios manda en muy poco tiempo. No tenemos nada que perder y mucho que ganar.
-¿Cómo que no? Vuestras vidas son lo que tenemos que perder.- dijo Harry poniéndose en pie.- Con mi estupenda actuación de Junio y el ataque al Ministerio han muerto ya demasiadas personas por mi culpa. Me gustaría que dejara de ocurrir eso, ¿vale? En menos de 3 meses tengo ya casi 80 muertos en las espaldas...-fijó sus ojos en Tonks tratando que entendiera, pero su expresión era obstinada.- No quiero que muera nadie más. Y menos por mí.
-O sea, que fue por eso por lo que atacó el Ministerio.- dijo pensativa la chica.- Porque despertaste.
Harry desvió la mirada.
-¿Sabías que iba a ocurrir?
-Sí.
-Y la razón la conocemos lo dos, ¿me equivoco? Es la misma que la de esta conversación, ¿verdad?
-Sí.- dijo Harry después de un suspiro de pesar.
-Volviste a este infierno porque sabías que sólo tú podías pararlo.
-Yo desaté el infierno, ¿recuerdas?
-Te equivocas.- Tonks sonrió.- El infierno ya estaba desatado. Soy auror, sé de lo que hablo.
Harry no contestó. Había vuelto para esto, realmente. Para hacer frente a la profecía y a todo lo que conllevaba. De una manera un tanto idiota había pensado en ello siempre como una lucha singular, un duelo... No se le había ocurrido pensar en los prolegómenos. Antes necesitaría ayuda. Tonks se la ofrecía. A dos manos, además. ¿Por qué no se atrevía a aceptarla? Por que ahora jugaba con fuego, con un fuego que quema de verdad. Y no sabía si sería capaz de manejarlo sin chamuscarse, y mucho menos chamuscar a los demás. Era lo último que quería. Pero tampoco podía rechazarlo. La parte racional de su mente le decía que era lo mejor que podía ocurrirle teniendo en cuenta las circunstancias. Pero el corazón... el corazón tenía siempre la voz cantante, aunque no siempre tuviera razón.
-Es igual.- dijo al final Tonks.- No tienes por qué decidirlo ahora. Siempre puedes decírmelo otro día a través del espejito que te dio antes Remus. Llámale y dile que quieres hablar conmigo y ya está, o algo así. Ahora mejor vete a dormir, que es muy tarde.
Harry asintió algo ausente y fue hasta su habitación, se acostó y no pudo pegar ojo.
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Fueron a pie.
Para su desgracia.
Había tenido una noche terrible de sueño intermitente e intranquilo y ahora estaba agotado. Hasta Ron, que se había acostado llamándole de todo menos "bonito" después de su conversación, le había preguntado si se encontraba bien, pero le había dicho que no se preocupara siendo muy consciente de que Lupin y Tonks estaban a unos pasos frente a ellos. Se lo contaría todo, pero en otro momento.
Y al fin, después de una caminata considerable, cruzaron las puertas que flanqueaban los cerdos alados y un año más entró en los terrenos de Hogwarts. A lo lejos, tras el lago, se perfilaba el castillo, tan poderoso, tan enorme...
Cuando un rato después llegaron a las puertas de madera de la entrada principal no pudo evitar sentirse en casa, aunque ahora, más que nunca, sabía que aquello no era más que una ilusión.
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N/A: Qué, largo, ¿verdad? Bueno, aclaro sólo una cosa que he puesto y que admito que es un localismo muy cantoso. LAGARTERANA: gentilicio femenino del pueblo de Lagartera (cuna del encaje de bolillos, por otra parte...), en la provincia de Toledo, España, cuyo traje regional es, digamos, curioso. Y bueno, quizá el estilo esté un tanto diferente... pero es que estoy leyendo a Terry Pratchett y no puedo evitarlo. Se me pega todo.
