¡¡¡Hola!!!

Habéis tenido suerte de que haya habido un fin de semana de entre medias porque así he podido escribir este capi. Que anda que no me ha costado. Parecía que no iba a acabar nunca. Otro capi largo para vuestro solaz, mis pequeños. Y ahora, las contestaciones:

Lucumbus: Lo del odio a Ron es en coña. Sí, admito que le tengo muuuucho cariño. Pero es que tengo delibilidad por los pelirrojos, no puedo evitarlo. Es algo completamente personal que provoca estas desviaciones out of character tan estupendas en mis fics. Lo siento. Mea culpa. Muchas gracias (blush!!). Jo me alegra que te haya gustado tanto. Tonks me encanta como personaje, merecía un poco más de respeto y por supuesto es la sangre nueva para la Orden. Estamos hablando de una organización creada hacía más de 17 años en una situación bastante diferente: había más miembros, Voldemort era diferente, no estaba Harry, no habían pasado mogollón de años sin preocuparse por Voldemort... en fin, que los métodos han de cambiar a la fuerza.

Eva Vidal: ¿Intriga? Buah, pero si sólo llevamos 3 capítulos... (supirito) Pequeña inconsciente...

Miranda Evans: Jo... en serio, qué cosas me dices. (MEGA BLUSH!!!) Muuuuuuuchas gracias. Tonks mola. Lo mires por donde lo mires. Pero mola porque la tienen ahí, medio marginada por ser la "pequeño saltamontes". Sï, es auror, psé... ¿y qué? Si ni siquiera tiene 25 años. Es una criaja. ¿Quién mejor que ella para ofrecerle ayuda a Harry? Es como aquel anuncio de RenaultClío de hace años: "Jóvenes, pero sobradamente preparados". Pues eso.

remus-lupin-black-darkg: No, Harry no será el profesor de Defensa. A ver, creo profundamente en el autodidactismo, pero teniendo en cuenta lo que tiene que mejorar el muchacho, sería algo exagerado pretender que lo aprendiera él sólo y que además enseñara a sus compañeros... incluso a los mayores.

Cocojajas: Pero chiquilla, ¿cómo va a estar Ron más risueño si se le acaban de morir dos hermanos? La muerte ha llamado a las puertas de todo el mundo (menos de Hermione, eso sí). Ya nada volverá a ser lo mismo. Con respecto a Prachett (pedazo de off topic, jejeje), el que me dices no lo he leído (pero tiempo al tiempo). Yo acabo de leerme "Brujerías" y estoy con "La luz fantástica" y tengo en la mesita de noche "El país del final del mundo". Es que una amiga mía tiene toda la colección (hasta los que salen en inglés cuando no los han sacado en español) y me estoy cebando a base de bien. No pararé hasta que los lea todos. Mis favoritos son "El color de la Magia", "Pirómides" y "Mort", de momento. ¿Y los tuyos?

Chibi-Kaise: ¡Cuanto tiempo, mi niña! No te preocupes, siempre serás bien recibida en ésta nuestra comunidad... veo demasiado "Aquí no hay quien viva"... es una serie de la tele, no te preocupes, aún estoy cuerda. Pues eso, que me encanta que te guste. A ver qué te parece éste capi. ¡¡Un besote, guapa!!

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El día más largo

"La paciencia es un árbol de raíz amarga, pero de frutos muy dulces."

Proverbio persa.

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Los pasos de las seis personas que en aquellos momentos cruzaban los pasillos solitarios, resonaban con hosquedad. Parecía que el castillo aún no se había recuperado del asalto de la semana anterior y aún andara asustado y suspicaz con la gente que entraba dentro de sus muros. Ninguno de ellos nunca hubiera dicho esto en voz alta. ¿Cómo un castillo podía tener, y aún más, expresar esas sensaciones? Pero todos lo sintieron perfectamente una vez penetraron en el umbroso interior. Aquel lugar estaba demasiado cargado de magia como para que sus muros no fueran más que eso.

Lo curioso era que era la primera vez que se daban cuenta de ello. Claro, que también había sido la primera vez que habían atacado Hogwarts. ¿Qué habían despertado aquellos mortífagos?

Al llegar al primer rellano Lupin les dijo a los Weasleys y a Hermione que fueran a la Sala Común con el baúl de Harry. Asintieron sin más y los dos adultos y el muchacho fueron directamente al despacho del director.

Cuando la gárgola les dejó frente a la puerta del despacho Harry no pudo evitar un estremecimiento. Su última visita al despacho de Dumbledore había sido espantosa. La muerte de Sirius, la profecía, él destrozando todo lo que veía como un loco, decidido a dejarlo todo y marcharse lejos... La mano segura de Remus Lupin abrió la puerta y Tonks y él entraron.

No había cambiado nada. Bueno, ahora no había tantos cachivaches extraños. Sintió una punzada de vergüenza sabiendo que los que faltaban los había roto él en un ataque de rabia. Dumbledore no estaba, pero ni Lupin ni Tonks parecían extrañarse. Así que esperaron.

Volvió a sentirlo. Sutil al principio, más fuerte a medida que los segundos iban pasando. Harry miró a su alrededor. Sabía que era absurdo. Aquella vibración parecía salir de la nada. Ni Tonks ni Lupin parecían notar nada extraño. Tonks le miró extrañada.

-¿Ocurre algo?- preguntó en voz baja.

-No lo sé.

Al contrario que cuando llegó el carruaje, no era una pulsación constante y lenta. Era más bien un ronroneo. Entonces de la chimenea aparecieron unas llamas verdes y el director apareció sacudiéndose las cenizas.

-Oh, ya habéis llegado.- dijo mirando con intensidad al chico, que percibía el ronroneo con tanta fuerza como hubiera notado el motor a reacción de un avión.- Harry, ¿qué ocurre?

-¿No lo nota?- casi podía sentir su piel vibrando por la intensidad del ronroneo.

-¿El qué?

-Esa vibración. Desde antes de que llegara.- Dumbledore frunció los labios y dio un paso hacia el chico. La vibración aumentó la intensidad. Era muy desagradable. Sentía que su piel se movía en ondas por todo su cuerpo, aunque no se viera a simple vista. El director dio otro paso. Se le estaban revolviendo las tripas. Sin querer se había encogido un poco. Alzó una mano.- Pare, por favor, no se acerque...

-Dumbledore, ¿qué le pasa?- preguntó Lupin preocupado acercándose al muchacho y sosteniéndole.

-Después de lo que ha vivido este verano debía haber supuesto algo así.- dijo Dumbledore alejándose de Harry colocándose tras su escritorio.- Dime, Harry, ¿has sentido esa vibración antes?

-Sí.- Harry se había ido hasta la puerta para alejarse lo máximo posible del anciano mago. Seguía sintiéndola, pero ahí era soportable.- En la otra realidad, cuando me acercaba a lugares protegidos con la magia de Ryddle, cuando llegué a esta realidad y ayer por la mañana, cuando llegó el carruaje.

Dumbledore asintió mirando al joven con interés.

-¿Qué significa eso?- preguntó Tonks poniendo voz a la pregunta que rondaba en las mentes de los tres que miraban a Dumbledore.

-Lo que sientes ahora es la cercanía de campos mágicos de gran fuerza. Hay casos registrados de magos y brujas con esa habilidad. Se llama Perceptividad y puede ser muy útil si aprendes a utilizarla.

-¿Y para qué puede servirme?- preguntó pensando en lo desagradable que era la sensación.

-Para saber con toda exactitud qué magos están en las cercanías sin verlos.- dijo Dumbledore.- Entre otras cosas.

-¿Como un radar?- preguntó Lupin sorprendiendo a Harry por saber qué era un radar.

-Algo parecido.- dijo el director.- La magia que desprende cada uno de nosotros es muy particular, como una huella dactilar. Ahora, sólo puedes notar con claridad grandes fuentes de magia, pero con entrenamiento lograrás captar a cada alumno de este colegio y sabrás quién está en cada lugar en todo momento.

Harry miró con aprensión al director. No tenía muy claro que quisiera tener ese poder a todas horas.

-Así como ignorarlo si no lo necesitas.- concluyó el anciano leyendo acertadamente su gesto.- No te preocupes. Aprenderás a dominarlo. Remus, Nymphadora, – Harry vio cómo Tonks se tensaba levemente al oír su nombre de pila.- si no os importa preferiría hablar con Harry primero para que se instale lo antes posible.

-Claro, no hay problema.- asintió Lupin. Miró a Tonks que se encogió de hombros y se dieron la vuelta hacia la puerta.

Harry se apartó y recibió un amistoso apretón en el hombro de su ex profesor y una mirada de apoyo de la joven auror. Les dejaron solos. Dumbledore conjuró una silla cerca del chico y le indicó que se sentara. Harry se sentía un poco estúpido sentándose tan lejos de su interlocutor, pero acercarse más era impensable.

-¿Cómo estás?- preguntó sencillamente el director.

Harry le miró algo sorprendido. Normalmente sus conversaciones empezaban con una pregunta cuya respuesta el director conocía previamente. Controlar la conversación desde ambos lados era una de las especialidades de Dumbledore. Este cambio le pilló algo desprevenido.

-Bien.- respondió simplemente. Quizá demasiado simplemente, pero el director no insistió, así que lo dejó ahí. Tampoco tenía muchas ganas de descubrir sus sentimientos ante aquel hombre. El resentimiento que quizá sintiera al principio del verano se había transformado en cautela a la hora de enfocar sus futuras conversaciones.

-Creo que Remus te ha advertido de las nuevas circunstancias de este curso para ti, ¿me equivoco? – Harry negó con la cabeza.- ¿Qué has pensado hacer con el ED?

-Legalizarlo.- respondió el chico. Dumbledore asintió, pero alzó una ceja.

-Quizá al Profesor de DCAO no le guste que haya un grupo de estudio que ponga su docencia en duda.- comentó. Pero Harry, gracias a Hermione, ya había pensado en ello.

-No tiene por qué si se le invita a participar de las sesiones.- Harry hizo una pequeña pausa.- Además, aún no hay Profesor de DCAO.

-Lo habrá muy pronto, no te preocupes. ¿Y quién se va a hacer cargo del grupo?

-Hermione.

Dumbledore asintió.

-Verás, Harry, desde mañana, todas las tardes recibirás una educación especializada en DCAO, Encantamientos y diferentes ramas de la Transfiguración además de tus clases normales. No serás examinado de estas extraescolares, por supuesto, pero comprenderás la vital importancia que tiene que pongas el máximo esfuerzo en ello.- Harry asintió, aunque de mala gana, porque no sabía cuándo podría hacer los deberes de las asignaturas que sí le iban a evaluar. Esperaba que por su sacrificio del ED y todas las tardes trabajando, levantaran la mano con sus tareas. Cosa que dudaba, por otra parte.

-¿Quién me va a dar esas clases?

-Los profesores especializados en cada rama.

-¿Qué ocurrió al final con mis TIMOS?

-Aprobaste todo menos Adivinación.- dijo Dumbledore haciendo flotar el pergamino con sus notas hasta el muchacho.- Como ves, podrás cursar todas las asignaturas necesarias para el EXTASIS de auror. Enhorabuena.

Efectivamente sus notas eran bastante buenas, incluso en pociones. Tendría que aguantar un año más con Snape, pensó con un ligero resoplido. Hecho que le recordó...

-¿Y la Oclumancia?

-Seguirás estudiándola.

-Si es con Snape ya le digo que me niego.

-Profesor Snape, Harry.- corrigió pacientemente Dumbledore.- Y no, esta vez te daré yo mismo las clases.

-¿Y la Per... Pertec...

-¿Perceptividad?- Harry asintió.- Nadie en este colegio tiene ese poder. Me temo que tendrás que documentarte tú mismo. Lo siento.

-¿Quién va a ser el profesor de DCAO?- Dumbledore sonrió ante la pregunta.

-No la conoces. Pero es muy apta para el puesto.

-¿Cómo los anteriores?- ¿Por qué había soltado aquella grosería? Nunca lo supo, pero le salió sin más. Harry miró un tanto cohibido al director esperando cualquier contestación que le devolviera a su lugar, pero en vez de eso el hombre volvió a sonreír.

-No podrás decir que no aprendisteis de ellos.- Harry alzó una ceja.- No puedes saberlo, pero tu curso es el más avanzado en Defensa de los últimos años.

-¿Está hablando en serio?

-Totalmente. Hay conocimientos muy útiles para la Defensa contra las Artes Oscuras casi más importantes que las criaturas o los hechizos. Y eso es lo que más habéis aprendido con todos los profesores que habéis tenido.

-¿Incluso con Umbridge?

-Oh, especialmente con Dolores.- asintió Dumbledore con convencimiento.

-¿Cómo qué?

-Como por ejemplo no fiaros de la primera apariencia que ofrece un mago, ver más allá de lo que en principio se os quiere poner delante, ser curiosos, ser valientes, tener muy claro dónde están los aliados, saber cuándo se os está manipulando... Todas son Artes Oscuras, más o menos cotidianas, pero igual de importantes.- Dumbledore se recostó un poco en el sillón.- A veces las varitas tienen muy poco que hacer cuando la cabeza no ha hecho su trabajo antes.

-Profesor, tengo algunas preguntas.- dijo Harry. Dumbledore esperó.- ¿Qué hay en este colegio que sea tan importante?

-¿A qué te refieres?- preguntó el director disimulando excepcionalmente bien la señal de inquietud que Harry había estado buscando en su semblante desde que abrió la boca.

-¿Por qué se atrinchera en este castillo siempre? ¿Qué hay aquí que necesite de la protección constante del mejor mago de nuestro tiempo?- lo hizo sin querer, pero notó en su voz un tono de cinismo que supo que había sido un error. Pondría a Dumbledore a la defensiva... aunque una posición defensiva de ese hombre era igual a una sonrisita y un "Ale, Harry, a tu cuarto." Un instante después Dumbledore, efectivamente, sonrió. Ya listo para levantarse el director habló.

-Buena pregunta.- bueno, no le echaba aún. Sólo lo postergaba. Harry esperó paciente durante el momento de reflexión que se tomó el anciano para continuar.- Pero creo que decírtelo ahora no sería muy prudente.

-¿Para quién?- sí, se admitió el muchacho, había sido una réplica dura, pero quería aclarar aquel punto de una vez por todas.

-Para todos nosotros.

-Le recuerdo que la última vez que fue prudente murió Sirius Black.

-¿Qué sugieres entonces? ¿Qué te lo cuente todo?

-Sería un agradable cambio.

-Sabes lo fundamental y a lo largo de este curso irás aprendiendo lo necesario para...

-¿Para que funcione correctamente en el momento en que decida usted utilizarme contra Voldemort?

-No.- he aquí Albus Dumbledore enfadado, se dijo Harry notando cómo aquella sencilla sílaba se colaba en su garganta como un cubito de hielo. Se limitó a seguir mirándole con franqueza. Tenía muchas razones para estar enfadado con él, pero no iba a enrabietarse. No conseguiría nada si el director seguía pensando que era un niño furioso. Colocó uno de los pies en una rodilla, acomodándose, dándole a Dumbledore el mensaje de que estaría dispuesto a escucharle soltar cualquier historia que tuviera preparada.- Aprenderás lo necesario para poder comprender lo que hay detrás de todo.

-¿Cree que no podría comprenderlo ahora?

-No.

-¿Por qué tiene tan poca fe en mí?- Dumbledore se quedó callado recibiendo la pregunta como una bofetada.- Considera que estoy preparado para asumir la responsabilidad de acabar con el mago que ni siquiera usted puede derrotar, pero no cree que pueda entender lo que sea que oculta.

-No estoy hablando de asumir algo, Harry.- dijo Dumbledore con firmeza helada.- Sino de comprender el origen de toda esta guerra, de Voldemort, de la profecía, de ti... de todo. Si ahora lo supieras...

-¿Qué?- preguntó Harry. Dumbledore no contestó en seguida.- Venga, no puede ser peor que asumir que muy probablemente moriré joven, y eso ya lo he hecho, profesor.

-No es la muerte lo que te estoy ocultando.- dijo Dumbledore súbitamente sombrío.- Sabes que hay cosas peores que ella. Es eso lo que te oculto. No quieras saberlo antes de tiempo.

Harry se quedó callado, reflexionando. Había sufrido lo suficiente durante los últimos años como para ser muy consciente de a qué se refería Dumbledore con "cosas peores que la muerte" y, efectivamente, no quería conocerlas. Al menos no ahora. No hasta que fuera inevitable. Sufrir gratuitamente sólo por curiosidad no entraba dentro de sus planes. Al final asintió y bajó la mirada.

-¿Sabe... algo sobre los Nephlim?- preguntó casi sin ganas.

-No, salvo lo que me dijo Remus el otro día sobre lo que les habías contado.- Harry asintió.- Y me temo que la magia que describiste, en este mundo no sea posible. Magia sin varita, sí, pero nunca tan poderosa.

-¿Y sobre los viajes entre realidades? ¿Cómo podría hacerlo? Desde allí parecía fácil, pero desde aquí siempre fue inconsciente.

-¿Quieres irte otra vez?

-No, nada de eso.- dijo el chico. Después se encogió de hombros.- Es sólo que había pensado que si tengo un poder como ese podría buscarle una utilidad práctica. No sé, visitar otras realidades, ver cómo es mi vida en otros lugares, si tengo infinitos cuerpos en coma o no, cómo es Ryddle en esos lugares, cómo y hasta qué punto me controla... Quizá entre todo eso encuentre algo útil.

-Comprendo.- dijo Dumbledore fijando sus ojos azules en él.

Harry le miró, no a los ojos sino a un punto a tres centímetros de sus gafas. No quería que viera sus verdaderas intenciones. Quería saber si podría utilizar aquel poder para poder optar a una segunda oportunidad contra Voldemort en el caso de que le matara antes. Quedaría en espíritu o algo así y luego resurgiría de alguna manera. O quizá aprendiera por ahí algún truco o algo así que le ayudara. Teniendo en cuenta que ahora no tenía nada, cualquier cosa, cualquier posibilidad, era bienvenida.

Quizá con entrenamiento lograra convertirse en el igual de Voldemort. No lo sabía. Pero aunque así fuera no las tenía todas consigo. Él, en el fondo, no quería matar a nadie. No quería convertirse en un asesino. Voldemort lo era por vocación. El Lord Orscuro tenía las ganas, la habilidad, la experiencia para ir tras él y matarle. Él sólo quería que le dejase en paz. Dentro de sí mismo sólo quería seguir huyendo, evitar el momento en que la posibilidad de arrebatar una vida, aunque fuera la de Voldemort, estuviera en sus manos. No se sentía capaz. Suspiró abatido.

-Profesor.- dijo Harry en un tono bastante sombrío.- Por favor, dígame que la diferencia entre Voldemort y yo no es sólo el amor.

-Harry, creo que hay bastantes más diferencias entre Voldemort y tú.

-Sabe a lo que me refiero.- dijo el chico mirándole a los ojos.- Al final, cuando sólo estemos él y yo. Dígame que habrá algo más, algo más...

-¿Más, qué?

-Real.

-El amor, ¿no te parece real?

-Me parece algo que siempre se ha mantenido a distancia.- dijo al chico.- No, no me parece algo real.

Dumbledore le miró un momento, pensando. Parecía triste, como cuando ves que algo a lo que tienes cariño desaparece hundiéndose en el mar.

-No lo sé.- dijo el hombre en un suspiro.- No tengo la menor idea.

Harry supo que Dumbledore era sincero, lo que no le dejaba en un lugar muy agradable, pero tampoco le extrañaba demasiado. Había tenido siempre poca información y seguiría teniéndola. Las cosas no cambiaban demasiado, después de todo.

Entonces el estómago del chico decidió que ya había soportado suficiente tiempo aquella vibración y decidió pegar un bote de protesta. Harry se encogió instintivamente y se llevó una mano a la tripa.

-¿Estás bien?

-No.- el chico deglutió tratando de dominar las náuseas.- Creo que debería irme.

Salir de aquel despachó fue un alivio. Dejó de notar la molesta vibración que desprendía Dumbledore y sintió cómo su cuerpo volvía al estatismo habitual. Le daba la sensación de pesar más. Afuera esperaban Tonks y Lupin, que tras abrazarle y despedirse entraron en el despacho. Esperaba volverlos a ver pronto.

Al llegar al retrato recordó que no sabía la contraseña. Miró a la Señora Gorda sin saber qué decir. Al final la mujer se compadeció y le dejó pasar con la condición de la que preguntara a alguno de los prefectos. En cuanto entró en la Sala Común vio a sus tres amigos frente al fuego, conversando.

-¿Qué tal?- preguntó Ron cuando se sentó frente a él en uno de los sillones.

-Clases extra a mansalva.- dijo escuetamente. Hermione asintió con aprobación. Harry frunció el ceño hacia ella y se le ocurrió algo.- Oye Hermione, podrías ayudarme.

-Dime.

-Es trabajo de biblioteca...

-Bah, entonces no te preocupes.- dijo Ron muy ufano.- Sólo necesitaba otra excusa más.

-¿Algún problema?- preguntó tensa la chica, que captó una mirada interesada de Harry. Hermione debió recordar su conversación del día anterior, porque enrojeció. Pero era tarde, Ron iba a contestar.

-Yo, ninguno. Lo digo por los libros, que igual están un poco hartos de que los sobes tanto.- hasta Harry y Ginny le miraron asombrados. A pesar de su sonrojo Hermione no se pudo quedar callada.

-¡O igual eres tú, que tienes envidia!

Ginny y Harry se miraron con la boca abierta. Luego miraron a Ron, que tenía la boca igual de abierta y Hermione, que aunque estaba igual de perpleja por sus propias palabras, muy digna se dio la vuelta y con un "Estaré en la biblioteca" se marchó. Ginny hizo amago de ir tras ella, pero Harry le hizo un gesto para que no lo hiciera. No creía que fuera muy prudente acercarse a la mejor bruja del colegio en un momento así.

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Cuando terminaron las clases de la tarde los gryffindor fueron llegando a la Torre poco a poco y todos se acercaron a saludar a los recién llegados. Preguntaron dónde habían ido, y a Harry qué le había pasado. Inventaron mentiras coordinadas y se los quitaron de encima con más o menos dificultad. Los hermanos Creevey fueron los más insistentes, pero al final Harry decidió claudicar y huyó.

Hermione estaba en una de las mesas con montañas de libros a su alrededor. ¿Cómo se las apañaba para ofrecer siempre la misma imagen? Se acercó, pero estaba tan concentrada que ni se dio cuenta.

-¿Qué buscas?

-¿Mmmh?- la chica alzó la mirada levemente desenfocada.- Ah, eres tú. Nada, barreras mágicas.

-¿Y qué tal?

-Estoy a punto de cortarme las venas.- dijo cerrando el libro que tenía delante y se frotó los ojos.- La Señora Pince me ha ayudado, pero es inútil. No hay nada. Es como si hubieran censurado el tema.

-Vaya...- dijo Harry mientras miraba distraídamente los títulos de los libros.-¿Por qué será?

-La única explicación plausible que se me ha ocurrido es que no se utilice esa información en contra del colegio.- dijo Hermione frotándose los ojos. Harry la miró asombrado. Quizá fuera esto a lo que se refería Dumbledore con "curiosidad" y "ver más allá".- Si esos libros decían cómo crear barreras, es posible que los contrahechizos estén también, y no dudo que muchos de esos conjuros sean los que protejan Hogwarts.

-Entiendo.- asintió Harry.

-Oye, tú me has dicho antes que te buscara algo, ¿no?

-Sí, bueno, de hecho he venido a eso.

-¿Y qué es?

-Espera a ver si me sale... Pertectividad... no, así no era...

-¿Perceptividad?- preguntó extrañada Hermione.

-Te suena.- afirmó el chico.

-Pues sí.- asintió la chica.- Pero, ¿para qué quieres saber cosas sobre la Perceptividad? Todo lo que he leído habla de ello como meras especulaciones, nada serio. Algo poco mejor que la Adivinación.

-Bueno... la Adivinación tiene sus puntos...- dijo Harry alzando una ceja haciendo una referencia clara a la profecía. Hermione lo captó y asintió aunque de mala gana.- ¿Me ayudarás?

-Claro, eso no se pregunta. Pero antes ayúdame a colocar todo esto.- dijo señalando la cordillera de libros que cubría la mesa.

Un rato después tenían varios libros sobre la mesa. Hermione le miró, como invitándole a hacer los honores. Harry suspiró. En momentos como aquel se acordaba de la comodidad del buscador de Internet. Deberían hacer el equivalente mágico en la biblioteca. Hermione haría mucha más vida social y todo sería más rápido.

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Habían llegado un martes, así que al día siguiente se incorporaron a las clases con normalidad. Tuvieron Encantamientos a primera hora, después Transformaciones. A la hora de la comida Harry pensaba que, o se ponía al día rápido, o suspendería sin remedio. Sus compañeros les dieron los apuntes y los deberes, pero un mes de 6º era más que apuntes. Era práctica en hechizos terriblemente difíciles. Después de comer tendrían doble de pociones. Ron no había aprobado el TIMO de Pociones para cursarlo en 6º así que sólo fueron Hermione y Harry. Casi se ríen cuando la poción a preparar era la multijugos, que puntuaría como trabajo en equipo en Halloween.

-¿Le parece una poción divertida, señor Potter?- dijo Snape con voz fría.

-No, señor.- contestó el chico.

-Ya veremos.- dijo el hombre con una sonrisa peligrosa en los labios.- Cuando estén listas usted la probará. A ver qué pasa.

Harry no contestó. Le miró con inocente franqueza sin más. El profesor, al comprobar que su amenaza no surtía el más mínimo efecto se dio la vuelta frustrado mirando hacia la pizarra donde estaban escritos los ingredientes de la poción multijugos y el modo de hacerlo y que los estudiantes aún estaban copiando. Con un movimiento de la varita lo borró todo ante la consternación de los alumnos que dirigieron a Harry miradas de fastidio. Él se limitó a encogerse de hombros.

-Hoy daremos las propiedades de los tubérculos selénicos. Los más importantes son la bubina, el grisíluco y el potero.- hubo risitas ante el último nombre, sobre todo del lado del que se sentaban los slytherins. El profesor se volvió un instante y sonrió.

Antes de salir de la clase Harry sabía que ya tenía un nuevo mote. Qué cruz... Pero lo que más le había sorprendido era darse cuenta que las provocaciones del profesor de pociones le parecían absurdas. No le molestaban lo más mínimo. Se sentía por encima de aquellas puyas. No le afectaban. Sabía que el odio de Snape estaba dirigido fundamentalmente al recuerdo de su padre, por eso no podía dejar de ver su actitud como una respuesta infantil y estúpida de un rencor adolescente que debería haber superado hacía años. Él ya tenía suficientes problemas como para encima tener que preocuparse por los traumas infantiles de aquel hombre.

Hermione y él dieron un rodeo para ir a buscar a Ron a su clase de Remedios Mágicos, el sustituto a Pociones para los que no habían aprobado el TIMO. Antes de llegar, Harry sintió cómo su mochila se rompía y todo caía al suelo. Lanzando una maldición por lo bajo le dijo a Hermione que siguiera, que lo recogería en un momento. Se agachó para coger los libros y entonces vio unos zapatos que se acercaban hasta ponerse debajo de sus narices. Alzó la mirada.

-Así quería verte yo, Potter, arrodillado ante mí.- dijo Malfoy satisfecho con las manos en los bolsillos. Harry supo entonces que había sido él quien le había roto la mochila. Respiró hondo y se levantó varita en mano. Clavó sus ojos en los del slytherin.

-Ya me extrañaba a mí que dejaras pasar el día sin decirme algo.

-¿Qué te ha ocurrido, Potter?

-Oh, te preocupas por mí...

-Nada más lejos, imbécil.- Malfoy sonrió.- Pero parece que ahora te importan muy poco tus amigos del Ministerio.

-Vaya... tu padre es más estúpido de lo que yo creía.- dijo alzando una ceja. Malfoy abandonó su expresión de desdén un instante por una de rabia. Pero se controló y se limitó a menear la cabeza.

-No mentemos a la familia, Potter, que sabes que sales tú perdiendo.

-Si hablas de tener un padre que le cuenta todos los detalles de lo que hace su amo a su hijo adolescente a riesgo de que se lo cuente al bando enemigo... creo que el que sale perdiendo eres tú.

-Ya veo.- Malfoy volvió a sonreír.- Aunque te recomiendo que cambies tu percepción. No es una cuestión de bandos lo que se decide fuera de este colegio.

-Oh, así que te crees el sermón del jefe de papá, ¿verdad? Malfoy, a mi pesar, te creía más listo.

-Bueno, tú mismo.- Malfoy se encogió de hombros y haciendo amago de marcharse.- Siempre es un placer discutir contigo.

Oyó los pasos de sus amigos doblando la esquina del pasillo a sus espaldas. Harry respiró hondo. Malfoy ya había desaparecido. Arregló la mochila con un "reparo" y metió sus cosas. Ya se levantaba cuando le alcanzaron sus amigos.

-¿Por qué has tardado tanto?- preguntó Hermione.

-Me he encontrado a alguien.- dijo sin más.

El camino hacia la Sala común lo hizo bastante ausente. Ron caminaba silencioso a su lado. Neville y Hermione hablaban caminando detrás de ellos.

-"Gaudeamus igitur".- dijo el pelirrojo sin ganas a la Señora Gorda que se apartó dejándoles pasar.

La Sala Común estaba llena de alumnos de 5º que no habían tenido DCAO a última hora. Neville y Ron se fueron a una de las mesas a hacer los deberes de Remedios, que al parecer tenían que hacer en parejas. Hermione abrió su libro de Transformaciones para contestar las preguntas que les había mandado McGonagall por la mañana y Harry miró su reloj. A las 6 tenía que ir a la clase de Flitwick para recibir la primera de sus clases extra de Encantamientos. Le quedaban menos de 35 minutos de paz que dedicó a reflexionar sobre la conversación que había tenido con el slytherin.

El estilo había cambiado sustancialmente. Malfoy estaba solo. Eso ya era un dato a tener en cuenta. No sacó la varita en ningún momento ni tampoco hizo ningún intento de hacerlo. Parecía que sólo quería... ¿hablar con él? La verdad era que había sido una charla un tanto rara. Tenía la sensación de hablar con una serpiente que podía lanzarse en cualquier momento y tenía que tener mucho cuidado con lo que decía. Pero Malfoy también lo había hecho. Meneó la cabeza. Había sido la conversación más calculada de su vida.

¿Y todo para qué? Había sido Malfoy el que le había parado a propósito rompiéndole la mochila. Le había parado para decirle algo. ¿Pero qué? Harry repasó la conversación mentalmente. Bueno, era evidente que Malfoy sabía mucho acerca de lo que había pasado aquel verano, aunque no sabía hasta qué punto. Y después la cuestión de los bandos... Harry resopló. Sabía perfectamente de donde venía esa filosofía. El mismísimo Voldemort se lo había propuesto cuando tenía sólo 11 años. "No hay bien ni mal, sólo hay poder". ¿Acaso Malfoy pretendía que se aliara a ellos? ¿Qué, exactamente, era lo que les había hecho pensar que haría algo así? Le parecía absurdo después de todo lo que había pasado a lo largo de los años.

Se levantó y despidiéndose con un gesto de sus compañeros salió de la Torre con sólo su varita en la mano.

Flitwick estaba en el aula de Encantamientos apartando las mesas y las sillas cuando Harry entró. Un momento después la clase estaba despejada y el pequeño profesor se acercó a él.

-Bien, Potter. Le explicaré lo que va a aprender a lo largo de este curso tanto en mis clases como en las de mis compañeros. El objetivo es que en unos 6 meses usted haya alcanzado el nivel de EXTASIS en DCAO, Transformaciones y Encantamientos.- Harry abrió mucho los ojos. ¿Le iban a concentrar 2 años en seis meses?- No se preocupe. Estoy seguro de que lo logrará. Además el método de enseñanza está escrupulosamente diseñado para que sea posible.

-Pero, profesor, aunque me puedan enseñar todo eso, ¿cómo voy a asimilar 2 cursos en tan poco tiempo? Se necesita tiempo de práctica y...

-No se preocupe. Tendrá toda nuestra ayuda para lograrlo.- Flitwick se dio la vuelta y cogió un libro. ¿También tendría que leer? Harry se empezó a agobiar.- Este libro trata sobre la Permutación, o lo que es lo mismo, hacer que aparezca una cosa en lugar de otra. No lo tendrá que leer, tranquilo. Es para hacerle comprender el método de enseñanza.

Harry asintió y cogió el libro que le daba el hombrecillo. Pesaba bastante.

-Hoy daremos hasta la mitad de ese libro, no más. Para ser el primer día empezaremos con algo ligero.- Harry se estremeció. ¿La mitad del libro en una hora?- Verá, Potter, el hechizo que le voy a enseñar ahora es fundamental para que su aprendizaje pueda ser efectivo, así que preste atención. He hechizado el libro para que sólo los datos relevantes sean asimilados y así ganar tiempo. Sujete bien el libro y cierre los ojos.- Harry obedeció.- Ahora concéntrese en el objeto que tiene en sus manos y diga "Avénsita mentis" (n/a: Aunque es un horror poner un acento en una palabra con pretensiones de ser latina –porque no lo es en absoluto- lo pongo para que en su lectura se lea con la correcta pronunciación).

El muchacho asintió y se concentró en el libro no muy seguro de lo que hacía y mucho menos de lo que ocurriría a continuación. Con los ojos cerrados podía concentrar toda su atención en el sentido del tacto que percibía la suavidad de la piel de la cubierta, las arrugas en el lomo, las páginas...

-"Avénsita mentis"- susurró.

Como una sucesión de relámpagos las páginas aparecieron en su mente sucediéndose una tras otra. Veía las informaciones resaltadas por el hechizo de Flitwick con pasmosa claridad y a una velocidad que apenas le daba tiempo a procesarlas como información nueva. Directamente iban a su memoria a largo plazo de manera que se convertían en parte de su conocimiento habitual, como atarse los cordones o el "Lumos" de toda la vida. Pero a la vez, alrededor de los datos resaltados había más información, quizá más oscura, pero igual de accesible. Esa información sí tuvo que procesarla con más detenimiento, pero aun así la absorbió como una esponja.

En un instante había llegado a la mitad del libro, pero la sensación era de tal velocidad, tal vértigo, que sin querer rompió la leve barrera que Flitwick había puesto y continuó con el resto del libro.

Cinco segundos después de que hubiera dicho las palabras abrió los ojos y soltó el libro respirando rápidamente. Flitwick le miraba un tanto asombrado.

-Le... le dije hasta la mitad del libro.

-Lo siento.- Harry sentía como si en vez de cerebro tuviera un montón de gusanitos moviéndose dentro de su cráneo. Sus pensamientos iban a tanta velocidad que tuvo que apoyarse en la pared y cerrar los ojos para calmarse.

-¿Se encuentra bien?- preguntó el profesor. Harry abrió los ojos y asintió. Flitwick carraspeó y asintió.- Bien, pues pongamos en práctica lo aprendido. Ya sabe lo que tiene que hacer.

Harry fue lentamente hasta la mitad del aula y con la varita hizo una complicada floritura. Frente a él apareció un sillón color mostaza con pinta de ser bastante cómodo.

-Bien.- comentó el profesor alzando una ceja.- Dígame, ¿qué ha hecho?

-He hecho el encantamiento de Permutación número 5... profesor.- dijo Harry sorprendido.- Cambiar el aire por un objeto.

-Ahora sólo por curiosidad, ¿por qué este sillón?- dijo Flitwick cambiando el tono y haciendo que Harry se relajara considerablemente.

-Es el típico encantamiento que se utiliza para conjurar asientos.- razonó Harry pensando en todas las veces que los profesores habían hecho algo así.- Y recordé este sillón que vi en una propaganda en casa de mis tíos. Simplemente.

-Ya veo.- Flitwick sonrió.- Pero ha hecho el más fácil y lo sabe. Probemos ahora con los demás.

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Los demás no eran tan fáciles. Conseguía hacer más o menos bien el 1, cambiar objetos de metal entre sí, el dos, objetos de sustancia orgánica, el 3, objetos de densidad igual al agua y el 5, el aire por algún objeto. Pero el 4, cambiar animales pequeños, y el 6, personas por aire, se le resistían. Le había dicho Flitwick que practicara, pero no sabía quién querría ayudarle para ser permutado a saber dónde. El mismo profesor había aparecido encima de un armario y en mitad del lago en dos intentos frustrados. Pobre hombre, pensó Harry con una sonrisa.

Ahora iba hacia la clase de McGonagall. ¿Tendría que utilizar el encantamiento de Flitwick con los libros también con ella? Si Hermione se enterara de un hechizo así... Harry se estremeció. Meterse tantos datos de golpe no podía ser bueno. Llamó a la puerta.

-Adelante.- oyó.

McGonagall estaba detrás del escritorio, corrigiendo trabajos. Harry fue hasta allí y esperó a que le hiciera caso. La profesora terminó y alzó la mirada.

-Bien, Potter. Supongo que ya sabrá hacer el hechizo Avénsita, ¿no?

-Sí, profesora.- McGonagall tardó un instante en asentir.

-Muy bien.- la profesora se levantó y fue hasta una estantería cercana. Sacó varios libros.- Como comprenderá no puedo empezar a enseñarle transformación avanzada sin completar sus conocimientos actuales. Estos libros completan lo que se dará en mi clase hasta Semana Santa. Ya sabe lo que hacer.

En apenas 3 minutos ya había absorbido todo lo que decían aquella media docena de libros, aunque necesitó un rato para recuperarse. La profesora le dio un vaso de agua y un caramelo:

-Es normal, Potter. Es el primer día que utiliza el hechizo. A medida que su cerebro se acostumbre dejará de marearse después de cada intento. Tome el caramelo. Necesita la glucosa. ¿Se encuentra mejor?

-Creo que sí.- aunque el chico se notaba el cuerpo ligeramente agarrotado. Movió un hombro para relajarse y se levantó. El caramelo de naranja parecía haberle dado algo de la energía perdida.

-Durante este primer mes hemos estado estudiando la transformación de objetos inanimados en animales grandes. ¿Ve ese tintero? Quiero un chimpancé. Adelante.

Harry asintió y fue hasta el tintero que descansaba en uno de los pupitres. Levantó la varita sintiendo aún cómo su cerebro iba más deprisa que él mismo y pensó en la palabra del hechizo.

-"Ánima rei"- dijo.

El tintero se convirtió en un chimpancé... que empezó a chupar las plumas que tenía a su alrededor. Profesora y alumno se dieron cuenta de que las plumas estaban cargadas de tinta y listas para usar. Se miraron.

-Bueno, Potter, habrá que practicar algo más.

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Su jefa de casa le había dicho que, como no había aún profesor de DCAO, después de su clase fuera al despacho del director. Harry se estremeció, pero asintió. Y hacia allí iba.

Al final no había conseguido encontrar nada verdaderamente útil con Hermione en la biblioteca sobre la Perceptividad, así que no sabía cómo podía atenuar la vibración que sin duda sentiría junto a Dumbledore.

Trató de imaginar una lección de Oclumancia en combinación con el ronroneo incesante de la magia a través de su cuerpo y a punto estuvo de darse la vuelta y no ir. Pero necesitaba las lecciones... aunque Voldemort no se había inmiscuido en sus sueños desde hacía tiempo. También era cierto que le había sido un poco difícil, con su consciencia en otra realidad y todo eso, y después, con el ataque al Ministerio. Harry lo achacó a que había estado muy ocupado últimamente y sintió un retortijón de culpabilidad.

La gárgola ni siquiera esperó a la contraseña. Se puso en movimiento nada más se puso delante de ella, ante lo cual Harry se sorprendió bastante, pero se encogió de hombros y subió a la escalera de caracol. A medida que ascendía empezó a notar el temblor, muy sutil al principio y más que evidente al llegar a la puerta.

La abrió.

-Hola, Harry.- dijo Dumbledore desde la percha donde descansaba Fawkes. Parecía que le estaba dando algo de comer o algo así. Harry cerró la puerta y se quedó donde estaba. Sentía la vibración como si pasara un tren bajo sus pies.

-Hola profesor.

-¿Qué tal tus clases?

-Bien. Aunque a Hermione le daría un ataque si supiera del hechizo Avénsita.

-No hay que decir que has de guardar el secreto de ese conjuro, ¿verdad?- dijo Dumbledore mirando a Harry por encima de sus gafas. Harry asintió. Todo el sistema educativo mágico se iría al traste si se descubriera algo como el Avénsita Mentis.- Bien, empecemos con la Oclumancia.

-¿Cuándo vendrá esa profesora de DCAO de la que me habló la última vez?

-Pronto.- dijo sin más el director mientras sacaba su varita.- ¿Preparado?

-No, un mom...

No le dio tiempo. Dumbledore dijo "Legilimens" antes de que le diera tiempo a vaciar su mente de todo sentimiento y el director empezó a navegar por sus recuerdos. Algunos de la infancia, bastante desagradables, otros de aquel mismo verano. Los chicos que le habían querido pegar en el parque, Kate dibujando en la mesa del salón, la velada en el Auditorio Nacional en la que conoció a los tres científicos...

-¿Quiénes eran todas aquellas personas?- preguntó Dumbledore levantando la varita. Harry estaba de rodillas en el suelo, temblando ligeramente y bastante enfadado. No le había dado tiempo a prepararse.

-Pues personas.- respondió secamente mientras se levantaba.

-Harry, si crees que Voldemort te daría tiempo para prepararte estás muy equivocado.- dijo el director con firmeza.- Otra vez. ¡Legilimens!

Harry vio con espeluznante claridad el momento en que Sirius desapareció por el velo y cómo Lupin le había agarrado para que no fuera tras él. Los ojos de Voldemort se clavaban en los suyos a menos de medio metro de distancia en el cementerio donde recuperó su cuerpo. Podía sentir su dedo en su rostro cuando le tocó. Cuando empezó a notar dolor en la cicatriz pudo reaccionar lo suficiente como para oponer algo de resistencia. Abrió los ojos y se descubrió apuntando con la varita a su director. Estaba tembloroso y sudaba, pero había conseguido bloquearlo.

-Eso es un avance.- asintió el director con una sonrisa.- Creo que por hoy has tenido suficiente. Anda, ve y descansa.

El chico asintió y se dio la vuelta para abrir la puerta.

-Harry, un momento.- dijo Dumbledore.- ¿Has encontrado algo sobre Perceptividad?

-No, señor.

-Ya...- Dumbledore asintió con el ceño fruncido.- Bueno, encontraremos una solución.

-Gracias. Buenas noches.

Cuando Harry cayó en su cama con dosel se durmió inmediatamente. Había sido un día muy, muy largo.

Y lo peor de todo es que ahora todos sus días serían así.