¡¡Hola!!
¡Hasta las 3 de la mañana anoche, chicos, hasta las 3! ¡Y sin tocar el texto de Juan Luis León (y los pérfidos, siniestros y maquiavélicos efectos de la publicidad)de los webs que me cae en el examen del miércoles! ¡Eso es suicidarse, amigos míos, y lo demás son tonterías! ¡Sí señor! ¡Por que yo lo valgo, como las de L'Oreal! (Suspirito) Pero es que este fic es un mal vicio. Y la culpa la tenéis vosotros (Lamia os saca la lengua) que me animáis a seguir y no hay nada más gratificante en esta vida que tener a alguien al que le guste lo que haces. MUUUUUUUUUUUCHAS GRACIAS!!!!
Por cierto, este capi tre cola. Vuelven las preguntas metafísicas, pero para saber cuál es tendréis que leer el capi entero. Me contestáis a ella en los revs, ¿vale? A ver qué me contáis... Y ahora las contestaciones:
Eva Vidal: Claro que no me enfado, boba : ) .Todo lo que creas que es un mal tono cuando me dirijo a vosotras siempre, léeme bien, SIEMPRE será de coña, en broma. No te tomes en serio nada de lo que diga. Te entiendo. No puedes, tienes muchas cosas que hacer. No tengo derecho a robarte más tiempo del que dedicas leyéndome. En todo caso gracias por oír mi oferta. ¡A ver si este capi te gusta!
Lady Kenobi: Jo, muchas gracias. La verdad es que la bronca que le echa Dumbledore me costó un poco escribirla. Me ves delante del ordenador, con las manos sobre el teclado y los ojos cerrados, intentando SER Dumbledore para poder escribir la bronca épica de la vida de Harry. Fue chungo, lo admito, pero cuando salió, salió todo seguido. Y "gilipollas", amiga mía, es el estado supremo del imbécil integral. Para más datos, mira a Bush. Él es el máximo exponente del gilipollas nato.
Sacralo: Me alegro de que quedara más o menos claro lo de la perceptividad. Es que eso de que la magia del mundo de HP fuera tan... intangible, nunca me gustó. Tienen que sentirla de alguna manera. Es parte de ellos, ¿no? Pueden hacer cosas increíbles con ella y no me creo que se limite a salir de ellos sin más. En este capi pasan muuuuuchas cosas. A ver qué opinas.
Miranda Evans: n.n jejeje, sí, el amigo Godofredo... jeje, más majo el hombre... Y vas muy bien encaminada, querida. Eso de tanto poder... pero bueno, ya lo leerás, jejeje, ya lo leerás....
Cocojajas: Si te soy sincera la nueva profe es un compendio de todas las profesoras majas que he tenido. Tiene que ser un solete por fuerza. OFF TOPIC: Me lo terminé el viernes. Y tienes razón, se llega a hacer pesadito, pero tiene cada punto... lo de que el Equipaje acabe en una carreta púrpura con cintas de colores y con las letras "(Nosequé... no me acuerdo) Reina del Desierto" como la peli de "Priscila, Reina del Desierto" y aparezca con zapatos de mujer en mitad de una cabalgata de travestis es genial. Y algunos detallitos más. Pero la historia se paraliza durante mogollón de tiempo con tonterías y ese es un gran fallo. Mi próximo objetivo será "La sombra del Hegemón", de Orson Scott Card. Es el libro que me falta para leerme toda la saga de Ender (muahahaha, es un libro muy, muy, muy bueno "El juego de Ender", te lo recomiendo muuuucho).
Lucumbus: Mmm... vaya... vaya, vaya... ¿sabes que no había pensado en eso? Muy buena observación, muy buena, de verdad. Sinceramente no me basé en nada para lo de que se movieran rápido. Al menos conscientemente. La mayoría de las veces en lo que escribo al principio voy abriendo caminos dejando cabos sueltos sin saber qué será de ellos al final, pero siempre acaban atándose de una manera u otra ellos solitos. Pero lo que me señalas no lo había visto... ¡pero queda estupendamente bien! No sólo cuadra, sino que además abre un campo infinito de posibilidades. ¡¡Muchas gracias!! ¿Ves? Para ésto quería yo un beta, para ÉSTO.
Chibi-Kaise: ¿Cómo me van a importunar tus comentarios? En absoluto. Mientras no me llames groserías ni te acuerdes de mi familia en términos desagradables todo irá bien entre nosotras. Tú dime lo que quieras, cariño: si te gusta o no te gusta, si te parece mal algo que he escrito, sugerencias, comentarios... ¿para qué están los revs entonces?
Remus-Lupin-Black-Darkg: Me alegro que te guste. ¡Aquí tienes el capi 7!
GaRrY: No tengo fics del 5º año. Empecé a escribir fics a finales de Julio de este año así que todo lo que he escrito es de después de la publicación (y lectura compulsiva) de la Orden del Fénix, o sea que llevo escribiendo y leyendo fics...no llega a los 5 meses. Tampoco tengo ninguna intención de hacerlo (lo siento). Pero tengo algo por ahí, un esbozo de fic que aún está muy verde y que tengo abandonado dentro de mi ordenador. Si quieres te lo mando. No está terminado ni mucho menos y sólo es un amago de algo, pero es así lo único que puedo ofrecerte que no esté en fanfiction. Si quieres, para ésto, mándame un e-mail.
Jarlaxe-Bregan: ¡Dichosos los ojos! ¿Qué tal los exámenes? Por tu entusiasmo te acepto como aditor, pero OJO, no pienso hacer de ninguno de los personajes un rebelde antisistema con pelo largo y pinta grunge porque no, ¿entendido? Jejeje. Para este capi ya es tarde cielo, pero para el 8 te mandaré el texto por e-mail, lo lees y me comentas SERIAMENTE lo que crees que podía mejorarse, los puntos débiles, cosas que se te ocurran (mira Lucumbus, el puntazo que me ha señalado) y sobretodo sugerencias para la continuación. Nuestra comunicación vía mail debe ser relativamente fluida, ¿va? ¿Estarías dispuesto en serio? Cuento con tu amplia experiencia fictera (yo no llevo aquí ni medio año, así que soy nueva en esto). Contéstame al correo: alassebea yahoo . es.
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Roles
"Quiera el cielo darme una pausa.
Quiera en verdad ser clemente,
pues no en vano la vida es rauda
y fuertes los grilletes de la mente."
Palabras para ti. Graciela Schmidt
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Su vida había cambiado considerablemente desde que la Perceptividad había dejado de ser un problema para él.
Se podía concentrar mucho más en lo que hacía, estaba mucho más relajado y sus lecciones de Oclumancia dejaron de ser tan tormentosas. No habían mejorado mucho, pero por lo menos ya no se sentía tan mal cerca del director. Incluso sus clases extra empezaron a dar verdaderos frutos. Cada vez le costaba menos hacer los hechizos aprendidos y por fin estaba cumpliendo con el calendario que sus profesores habían planificado.
Las Navidades estaban muy cerca. Apenas quedaba una semana para que el colegio se vaciara casi por completo y, mientras la nieve cubría los terrenos, Harry casi podía decir que, a pesar de todo, estaba casi contento.
Parecía mentira.
En los últimos meses había sufrido la pérdida de su único y verdadero familiar, había vivido la angustiante experiencia de vivir en un mundo que no era el suyo, había descubierto el porqué de su triste existencia y el futuro que le aguardaba y había empezado un curso agotador que le mantenía ocupado la mayor parte de las horas del día, pero, aun así, había encontrado por fin un punto de equilibrio.
Quizá era porque estaba tan atareado que no tenía tiempo de preocuparse o porque la ignorancia tan absoluta a la que los tenían sometidos dentro del castillo le ahorraba el inquietarse sobre lo que pasaba fuera. Hermione había protestado muchísimo a lo largo de aquel primer trimestre. Y él, al principio, también. Pero desde hacía un tiempo había dejado de preocuparse. Sabía que le concernía, que debía enterarse al menos de algo. No podía ser que Voldemort no hiciera nada en tanto tiempo. Pero su mente, todo su cuerpo, lo rechazaba. Se estaba entrenando muy duramente todos los días y fines de semana. Él no podía hacer más de lo que ya hacía. Al menos desde allí.
Entonces se acordaba de la conversación que tuvo con Tonks en aquella habitación de las Tres Escobas y no podía evitar suspirar con preocupación.
No quería poner a nadie en peligro por él, eso lo tenía muy claro. Por eso ponía tanto empeño en las clases extra. En el momento en que su actuación fuera inevitable y vital quería ser él el único que tuviera que ponerse en peligro. Sabía que ésta era una actitud un tanto prepotente, pero la sola idea de que alguien pudiera morir por su culpa le ponía los pelos de punta.
¿Eso era todo?
Hacerse esta pregunta siempre traía consigo una reacción violenta.
Después de todo un verano rebuscando en lo más hondo de su corazón había descubierto cosas de las que no estaba muy orgulloso. Nunca se está muy de acuerdo con uno mismo, ¿verdad? Puedes seguir un hilo bastante decente en tu comportamiento diario y puedes ser una buena persona, pero… de tus verdaderos pensamientos, ¿quién te salva? Por eso se enfadaba consigo mismo de vez en cuando, siempre que volvía a pensar en Tonks y en aquellos 13 magos adultos que serían capaces de desobedecer a Dumbledore por él.
No, no era todo. Ni mucho menos.
Era pura y enteramente consciente que, detrás de todos esos nobles pensamientos estaba el deseo oculto de probar de nuevo aquella sensación tan inmensa de tener el mismísimo alma de Hogwarts dentro de él. A veces, en la intimidad de su cama, cerraba los ojos y dejaba que la perceptividad le llevara hasta cada puntito brillante y un paso más allá la nada, el dulce vacío y después la repentina sensación de ser pura luz, de ser pura magia, de poder hacer todo lo que se propusiera.
Era arrogancia.
En realidad se creía de veras lo que había dicho Dumbledore aquella noche: "Tiene más poder que todos los profesores juntos. Tiene todo el poder de Hogwarts." De verdad que se lo creía, y en secreto sabía que era cierto y que cada vez que levantaba la varita y murmuraba uno de los centenares de hechizos que ahora conocía, aquel poder pulsaba en todo su ser pidiendo ser mostrado, como si toda aquella magia que atesoraba el castillo hubiera encontrado el material conductor ideal para su descarga. Y lo ocultaba, lo mantenía a raya, no se atrevía a usarlo nunca. Más que nada, porque no sabía cómo reaccionarían los conjuros normales con una potencia mágica semejante.
Pero había algo más. Tenía la sensación de que algo así podía llegar a ser adictivo en el sentido morboso del término. El poder, la misma sensación de ser capaz de algo más grande que uno mismo. "Puedo" era una palabra muy poderosa porque siempre llevaba implícita la ambición de dar un paso más… "¿Y si…?"
Era en este punto cuando volvía a reaccionar de manera violenta contra algo.
Estaba furioso contra Malfoy. Sólo habían intercambiado unas pocas palabras en todo el curso, pero ahora era cuando empezaban a cobrar sentido. ¿Cuándo había tomado en serio algo que hubiera dicho el pijo insoportable que se erigía como cabecilla de los Slytherin? ¿Cuándo había empezado a considerar siquiera la posibilidad…? Ni siquiera en su propia mente se atrevía a terminar la pregunta.
Él no era como Voldemort, cegado por su ansia de poder, por su necesidad de mayor control. Harry supo entonces que Voldemort era un adicto al poder. Pero, ¿podía culparlo? A aquellas alturas y en el fondo de su alma… no. No podía culparle y era algo que le atormentaba.
Lupin le había dado aquel espejo para hablar con él siempre que tuviera esos ataques de ética repentina o algún momento de terrible inestabilidad emocional. Pero no lo había utilizado. Seguía guardado en su baúl, envuelto y perfectamente localizado. No le había contado nada de aquello cuando lo que más necesitaba ahora era hablar con alguien sobre ello.
Pero no se atrevía. Se avergonzaba de sí mismo.
Entonces se repetía como un mantra por qué se pasaba todos los días entrenando y aprendiendo lo que aún sus compañeros tardarían 8 meses en dar en clase. Se decía a sí mismo todas aquellas razones perfectamente válidas por las que no debía dejarse llevar, por las que debería mantener el control… Y la más importante era: "No me quiero convertir en Voldemort". Cualquier cosa quedaba eclipsada por ese pensamiento. La frase precisa de la profecía en que le situaba como su igual le estremecía. Él no era como Voldemort ni lo sería jamás. Él no era un asesino ni un psicópata como aquel despojo de hombre. Él jamás sería capaz de lo que había hecho Voldemort.
"Sí", se decía con fuerza, "esa es la verdadera diferencia entre él y yo. A él no le importa nada más que él mismo. Está completamente loco por el poder, tenga la forma que tenga. Yo no soy así. ¿Cuándo he buscado el ponerme por encima de los demás a cualquier coste? Ni aun cuando he tenido a gente bajo mi responsabilidad he actuado como lo hace él. No, yo no soy como él."
Y se calmaba durante un tiempo en el que de nuevo las obligaciones le mantenían en continua actividad. Y era entonces cuando todo parecía tener sentido y se volvía a sentir a gusto consigo mismo.
-Hola.- una voz le sacó de sus pensamientos. Giró el cuello ligeramente agarrotado hacia Ron. Se había sentado en un sillón cerca de la ventana y el pelirrojo había acercado una silla. Ambos se quedaron en silencio viendo cómo la nieve se acumulaba en las esquinas de la vidriera. Un rato después Ron rompió el silencio.- ¿Hoy no tienes clases por la tarde?
-Sí, pero hasta dentro de media hora no me tengo que ir.- Ron asintió.
-¿Al final le vas a prestar el espejo a Hermione?
-Creo que sí.- dijo Harry.- Aunque sea para que deje de darme la plasta.
-Eh, cuidadito con ese tono…- dijo el pelirrojo con una mirada de advertencia aderezada con una medio sonrisa pícara. Harry rió por lo bajo.
-Te tiene completamente dominado, tío.- Ron se limitó a encogerse de hombros con inocencia. Harry sonrió y suspiró.- En serio, no veo qué necesidad tiene de enterarse de lo que pasa ahí fuera.
-Yo tampoco lo entiendo.- asintió Ron.- Desde lo de Bill y Percy me apetece muy poco saber lo que Quien Tú Sabes hace o deja de hacer.- suspiró.- Pero la comprendo. De hecho creo que es lo que deberíamos hacer los dos.
-Sí. Taparse los ojos ante el problema no hará que desaparezca.
Los dos muchachos se quedaron de nuevo callados.
-Harry…- Ron, sentado a horcajadas en la silla tenía la cabeza apoyada en los brazos que abrazaban el respaldo forrado de terciopelo. Miraba la nieve con expresión ausente.- Últimamente has estado… de bastante buen humor.
-Lo dices como si fuera algo malo.
-No, no, no lo es, pero… ¿de verdad estás bien del todo?- Harry miró a Ron con intensidad.
-Vale, ¿qué te ha dicho Hermione que cree que me pasa?
-Venga, tío, soy tu amigo. No necesito a "súper empática" Hermione para saber que algo te ronda la cabeza… - Ron pareció pensarlo mejor.- al menos no siempre. Y te aseguro que esta vez no ha hecho falta.
-No me pasa nada, hombre…
-Ya…
-De verdad.
-Claro.
-¿No me crees?
-Ni de coña.- la franqueza de su amigo siempre le hacía sonreír.- Y de verdad que me molesta tener que recurrir al chantaje emocional, pero si no me lo cuentas me sentiré ofendido por tu falta de confianza.
-Vaya…
-No bromeo.
-En estas cosas aún necesitas a "Súper empática" Hermione, colega. Tienes la delicadeza de un taladro percutor.
-¿De un qué?
-Que me voy a las clases, chaval.- dijo escabulléndose.
-¡Te acompaño!- dijo el chico yendo detrás de él. Cuando se colocó a su altura le dijo.- Me lo acabarás contando aunque sea lo último que hagas. Aunque sea por cansancio.
-¿Crees que te funcionará?
-Le vas a prestar el espejo a Hermione, ¿no?
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Sus amigos sabían todo lo que había ocurrido la noche en que había dominado la Perceptividad y también que a partir de aquel día había mejorado mucho en sus clases. Hermione le envidiaba por aprender tantas cosas mucho antes que ellos. Harry se cuidó mucho de no mencionar el Avénsita Mentis, pero Ron le había dicho que como respuesta había redoblado sus esfuerzos en el ED hasta el punto de pedirle a la profesora Green el temario de los trimestres siguientes para irlos preparando en las clases prácticas.
Pero no les había comentado nada acerca de lo que le preocupaba: de lo tentador que era utilizar aquel potencial que parecía ser el remedio y la enfermedad y que provocaban todas aquellas dudas sobre sí mismo, de Tonks y de su propuesta aún no contestada… Y Ron, de alguna manera, se había dado cuenta, aun a pesar del optimismo un tanto inconsciente que había dominado su actitud en los últimos tiempos.
Y podía ser tremendamente insistente cuando se lo proponía.
-Bueno, vale, no me lo cuentes ahora.- dijo cambiando de estrategia.- Al fin y al cabo no tienes tiempo. Pero esta noche cuando vuelvas me lo vas a contar, y me traeré a Hermione para que me ayude. Y ella, amigo mío, sí será capaz de hacerte hablar. Siempre lo hace. Y lo sabes.
-Todo eso estaría muy bien si tuviera algo que contaros.
-Harry, que me estoy empezando a ofender muy, muy seriamente.- advirtió el pelirrojo. Pero Harry casi se rió.- Sí, sí, tú tómatelo con alegría que cuando te deje de hacer los deberes ya veremos quién se ríe el último.
-No me lo puedo creer.
Los dos gryffindor se giraron como una sola persona hacia la voz arrastradamente despectiva de Draco Malfoy.
-Dime que no es cierto, Potter.
-¿El qué?- dijo con voz tensa.
-Que Weasley te hace los deberes.- dijo escupiendo el nombre. Harry vio cómo su amigo se tensaba por momentos.- Creía que tenías alguna ambición con los estudios, pero si dejas que una comadreja te haga las tareas…
Harry cogió del brazo a Ron que ya se movía para dar el primer paso hacia el Slytherin.
-Métete en tus asuntos.- bufó el moreno arrastrando del brazo a Ron para alejarse de allí. Lo último que quería es intercambiar una sola sílaba más con Malfoy.
-Eso hago, realmente.- dijo con tranquilidad.- Al fin y al cabo son los asuntos de todos nosotros, ¿no es cierto Potter? Nos afecta a todos. Comprenderás que me interese.
Se quedó inmóvil un momento y se volvió.
-Si quieres decirme algo directamente hazlo de una vez.- dijo.
-Lo que tenía que decirte ya te lo he dicho.- Malfoy abandonó su actitud prepotente y recuperó la seriedad desprovista por completo de hostilidad. Harry resopló enfadado. Por supuesto que ya le había dicho todo lo que tenía que decirle. Era lo que ahora le carcomía por dentro.- Y veo que lo has estado pensando.
-¿De qué está hablando, Harry?- preguntó Ron, perplejo.
-De tonterías.- escupió mientras se daba la vuelta y emprendía camino.
-No tienes por qué ocultarlo, Potter.
Enfurecido se enfrentó a Malfoy y dio unos pasos hacia él. Cuando apenas estaba a unos palmos de distancia le susurró:
-No tienes ni puñetera idea de lo que estás hablando, Malfoy, así que te recomiendo que te calles. Y dile a tu padre o al jefe de tu padre que no me voy a dejar engañar con esas estúpidas indirectas, y mucho menos si vienen de ti, ¿me has entendido?
-No deben de ser tan estúpidas si te ponen tan nervioso, ¿no crees?- el rubio mantenía aquel tono serio y extrañamente razonable al que se había acogido cada vez que se encontraban.- ¿Crees que no sé adónde vas todas las tardes?
-¿Y eso qué tiene que ver?
-Oh, por favor. ¿Crees que soy estúpido? Este colegio es muy pequeño cuando un rumor lleva tu nombre. Además, soy prefecto y tengo la obligación de conocer los movimientos que hacen los estudiantes por los pasillos cuando no están en clase, ¿recuerdas?- Malfoy sonrió al ver cómo Harry permanecía en silencio.- Además tengo el dudoso placer de tenerte en la mayoría de las clases y te he visto hacer todos y cada uno de los hechizos que hemos dado hasta ahora.
-Parece que ocupo gran parte de tus pensamientos, Malfoy… me voy a ruborizar.
-Gajes del oficio.- dijo el slytherin con un gesto mezcla de desdén y resignación.
-Con la de cosas interesantes que hay en el mundo…- continuó Harry imprimiendo firmeza en su voz indicándole que por su bien más debería ocuparse en vigilar las baldosas del suelo que a él.
-Haces perfectamente bien todos los conjuros, Potter.
-Soy un estudiante aplicado.
-Y una mierda.- Malfoy sonrió.- Te están entrenando en secreto, ¿verdad?
-¿De qué hablas?
-Oh, qué mal mientes, Potter.- Malfoy casi se echó a reír.- No te preocupes, no me has desvelado nada que no supiera.
-Pues si tanto sabes de mí, ¿por qué no te limitas a observarme en silencio y a distancia? Estas charlas que te da por tener últimamente me ponen enfermo.
-Tampoco son plato de mi gusto, créeme.- dijo Malfoy frunciendo el ceño. Hizo una pequeña pausa que recibió un bufido de Harry y un amago de marcharse, pero Malfoy llamó de nuevo su atención.- No te pienses que te estoy tratando de convencer de que cambies de bando o algo así. Ya te dije que no era una cuestión de bandos. Pero si quieres hablaré en tu idioma para que me entiendas. ¿Dejarías que tus estúpidos amigos sufrieran algún daño sabiendo que tienes el poder suficiente como para protegerlos?
-¿Qué buscas con una pregunta así?
-¿Lo harías?
-Vete a la mierda, Malfoy. Conoces la respuesta.
-Entonces sabrás que no podrás mantenerlo en secreto mucho tiempo.
-¿Van a atacar Hogwarts?- preguntó Ron acercándose.
-Siempre que estés tú dentro, estúpido.- dijo Malfoy con desprecio.
-Si sabes algo ya estás hablando, hurón repugnante.- dijo el pelirrojo agarrándole por las solapas y empujándolo hacia la pared.
-Potter, deberías controlar a tus mascotas.
No hizo nada por evitarlo. De hecho lo hubiera hecho él mismo si hubiera estado en la posición de Ron. El pelirrojo le dio un puñetazo en la cara que derribó al slytherin al suelo. Le vieron limpiándose la sangre de la nariz con el dorso de la mano mientras se incorporaba.
-Bueno…- dijo con tranquilidad mientras miraba la sangre en la manga.- era previsible, ¿verdad Weasley?- entonces miró a Harry que aún le miraba con el ceño fruncido.- Aquella explosión Potter. ¿La recuerdas? No podrás ocultarlo para siempre. Me han contado que una vez la puerta se abre, no se vuelve a cerrar.
-Y seguro que contáis con ello, ¿verdad?
-Todo es cuestión de tiempo.
Harry miraba a Ron, que les miraba sin saber de qué estaban hablando tan misteriosamente. Sabía que después de aquello no tendría más remedio que contarle todo lo que le preocupaba. Sobre todo porque Malfoy parecía saber más que él mismo. ¿Cómo era posible que supiera tantas cosas? Apenas le veía en las clases. Pero claro, su padre era uno de los favoritos de Voldemort. A saber lo que le habrían contado para que pudiera espiarle mejor.
-No creas todo lo que te cuentan, Malfoy.
-Eso ya lo veremos. El tiempo colocará a cada uno en su lugar.
-Cuenta con ello.- dijo con frialdad. Miró a Ron y ambos se dieron la vuelta y se marcharon.
Cuando se aseguró de que estaban lo suficientemente lejos Ron estalló.
-¡Y ahora mismo me vas a explicar lo que significa toda esa mierda que te traes con Malfoy! ¿De acuerdo? - Harry no contestó en seguida. Siguió caminado con los puños apretados y los ojos furiosos.- ¡Eh! ¿Me has oído?
-Sí, te he oído.
-¿De qué estaba hablando entonces? Y no me des ninguna contestación tipo "No es nada" porque te has puesto muy nervioso, ¿vale? Él sabe algo.
-Sí, sabe demasiado.
-El qué.
Harry no contestó, sino que se paró en mitad del pasillo y miró su reloj. Llegaba tarde a la clase de Flitwick.
-Te lo contaré por la noche. Ahora me tengo que ir.
-Qué arte tienes para escaquearte, macho.- dijo Ron enfadado dándose la vuelta camino de la Torre de Gryffindor.
Harry se acercó a la puerta del aula, respiró hondo para calmarse y entró.
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-Harry, ¿qué te ocurre hoy?- preguntó la Profesora Green observándole con una mezcla de preocupación y severidad mientras se alejaba de lo que antaño fueran las mesas y las sillas del Aula de DCAO y que ahora constituían un montón humeante.
-Perdone, profesora.
-Vamos fuera. Coge tu capa.
Profesora y alumno fueron a los terrenos frente a las puertas del colegio. Hacía frío, pero había dejado de nevar. La nieve en el suelo crujía cuando la pisaban y nubes de vapor se levantaban de su respiración. Las luces mágicas que iluminaban el camino que llevaba de las puertas hasta los invernaderos les permitían ver por dónde iban, pues la noche era oscura como boca de lobo.
-Harry, ¿cuánto hace que dominaste la Perceptividad?
-Hace más de mes y medio, más o menos.
-¿Y eso qué significa?
-Que…- no sabía adónde llevaría aquella conversación. La profesora ya sabía todo lo que le estaba preguntando.-… que ya no siento constantemente la magia a mi alrededor.
-¿Y eso por qué es?
-Profesora, esto ya lo sabe…
-Dímelo.
-Porque mi magia y la magia a mi alrededor armonizan.
-Exacto. Tu magia y la de todo el colegio pueden fusionarse ahora. Aquella noche lo hicieron.- Harry sintió un escalofrío. No le gustaba el rumbo que estaba tomando su profesora.- ¿Por qué no lo has utilizado nunca?
-Porque no sé si podría controlarlo.
-Eso no es cierto.- dijo Green mirándole con firmeza.- Lo controlas perfectamente pues has estado más de mes y medio manteniéndolo a raya. ¿Por qué no lo utilizas?- Harry desvió la mirada. Pero su profesora continuó.- Hoy has bajado la guardia y tus conjuros han doblado su potencia, pero aun así sigues sujetándolo. ¿Qué te da tanto miedo?
-¿Por qué todo el mundo se empeña en que lo utilice?- dijo exasperado al final.- No es tan sencillo, ¿vale? No sé si es bueno abusar de ello.
-¿Abusar? Pero si ni siquiera lo has intentado.- Harry miró con un atisbo de culpabilidad a su profesora. No había utilizado todo ese poder de forma activa, pero muchas veces se había embebido de él disfrutando de la sensación que le daba. El chico metió las manos en los bolsillos y le dio la espalda dando una patada a la gravilla del camino. La voz de Green le llegó a sus espaldas.- ¿Qué es lo que temes?
-Que no pueda controlarme y me convierta en algo parecido a Voldemort.- dijo en voz baja. Aun así la profesora le oyó.
-Por qué.
-¿Por qué?
-¿Qué es lo que crees que te volvería como él?
Harry había vuelto la cabeza hacia ella, pero volvió a dirigirla a las brillantes profundidades del lago semicongelado, que reflejaba las luces del castillo.
-El poder.
-¿Quieres ser como Voldemort?
-¡No! ¡Claro que no!
-Entonces no lo serás.
-Lo sé, pero…
-Harry, escúchame. Ahora mismo vas a demostrarme lo que eres capaz de hacer, ¿de acuerdo?
-Pero profesora…
-No hay peros que valgan.- dijo la mujer acercándose a él. Le cogió el brazo donde tenía la varita y lo alzó hasta ponerlo a la altura del pecho del muchacho y le hizo ponerse frente al lago helado.- Descongélalo.
-¿Qué?
-Conoces el hechizo, Harry, vamos.
-¡El lago entero! ¡Debe de tener casi un kilómetro cuadrado!
-Sí, casi.- asintió le profesora.- Pero por el medio no está congelado, ¿ves?- dijo señalando un punto lejano por el que de cuando en cuando asomaban los tentáculos del calamar gigante.- Ya sabes, giro de la varita en contra de las agujas del reloj, dos balanceos y deslizamiento horizontal en dirección a…
-Conozco el hechizo.- cortó el chico.
-Pues hazlo.
Harry se debatía en su interior. Por un lado quería hacerlo, quería volver a sentir todo aquel poder en cada célula de su ser y hacer que hiciera su voluntad. Nada podía superar aquella sensación. Pero precisamente por eso tenía miedo de hacerlo. "Una vez la puerta se abre, no se vuelve a cerrar". ¿Y si no podía volver a controlarlo? ¿Y si provocaba que cayera en la tentación cada vez más a menudo hasta que ya no pudiera estar sin aquella sensación? ¿Y si llegaba un momento en que lo único que quisiera sería seguir sintiéndolo y cada vez más… como Voldemort?
Sintió cómo las manos de la profesora se ponían en sus hombros.
-No tienes por qué creer que el poder te dominará, Harry. Nunca lo ha hecho y si no quieres que ocurra, nunca lo hará. Dumbledore dice algo muy sabio: Son las decisiones que tomamos y no nuestras habilidades…
-… las que dicen cómo somos.- concluyó Harry asintiendo.
-Debes creer en ti mismo y en tus convicciones más profundas.
Harry suspiró y volvió a asentir. Alzó la varita y la profesora se apartó. Harry dejó que la perceptividad calara en él lentamente. La conexión entre su magia y la del colegio se hizo cada vez más evidente. Cada instante que pasaba sentía que el calorcillo de la magia dentro de él se movía cada vez más deprisa. Su corazón empezó a acompasarse con el latido del colegio y la sensación de vacío llegó y se fue en una rápida sucesión.
Respiró hondo para prepararse para recibir la sacudida vertiginosa del inmenso poder del colegio. Sentía que la conexión mágica se acercaba a él desde el infinito a gran velocidad… sólo un segundo más y…
Una especie de brisa cálida le revolvió el pelo cuando la magia llenó cada partícula de su ser. De nuevo la sensación de tener la capacidad de hacer cualquier cosa que se propusiera le invadió, pero su atención se dirigió al lago y a los casi mil metros cuadrados de superficie helada que eran su objetivo. Movió su varita como dictaba el hechizo y murmuró:
-"Borea igne"
Una luz tornasolada entre azules, verdes y púrpuras salió de su varita en dirección a la vasta superficie de hielo. En seguida la luz cubrió todo el lago iluminando todo el perímetro de orilla. El lago brilló con luz propia durante unos segundos y después la luz remitió y desapareció difuminada por el aire frío.
El lago aparecía tan líquido como en plena primavera. A lo lejos oyeron los chapoteos agradecidos del calamar.
Harry suspiró siendo muy consciente de que aún controlaba toda aquella magia. La sensación era demasiado poderosa como para dejarla ir. Harry frunció el ceño. Esto era lo que quería haber evitado. No quería utilizarlo porque temía algo así.
-¿Satisfecha?
-No, aún no.- Harry la miró. La mujer le miraba con algo parecido a la expectación.- Ahora tienes que devolver la magia al colegio.
Harry cerró los ojos muy fuertemente. Debía hacerlo, lo sabía, pero no quería provocar el pánico con otra explosión. Sabía que debería apelar a toda su voluntad.
Sintió que se arrancaba el corazón cuando obligó a la magia de Hogwarts a salir de él. Su propia magia tiraba de ella como parte de sí misma. Pero al final lo consiguió. Cuando abrió los ojos descubrió que se había llevado una mano al pecho y jadeaba levemente.
-¿Estás bien?
-Por favor, no me haga repetirlo. No creo que pueda separarme de esa magia tan fácilmente en el futuro.- Harry ya se había recuperado y miraba a la profesora con seriedad y franqueza.- No me haga repetirlo, por favor.
-No lo haré.- aseguró la profesora.- Pero has de ser muy consciente de que tarde o temprano tendrás que volver a tomarla.
Harry no contestó. Asintió y se marchó. Sabía muy bien que tendría que convocar toda esa magia en algún momento, pero… también sabía que la próxima vez que lo hiciera no sería capaz de devolverla. La magia que mantenía prácticamente en pie aquel castillo se quedaría dentro de él para siempre. Mientras subía las escaleras hacia la Torre de Gryffindor se llevó una mano al pecho, al corazón. Había sido horrible. Como si alguien le hubiera estrujado el alma con sus manos mientras le arrancaban el aire de los pulmones. Si sentía eso ahora, ¿qué pasaría dentro de un tiempo?
Le mataría.
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Cuando llegó a la Sala Común sus dos amigos de siempre estaban esperándole. Le habían subido la cena, como siempre, pero no se dijeron nada. Harry sabía que estaban resentidos. Ron debía haberle contado todo a Hermione y también se había enfadado. Los tres esperaron a que la Sala Común se vaciara y un par de horas después se quedaron solos.
Hermione estaba sentada en un sillón con un libro sobre sus piernas cruzadas y Ron, a su lado, jugueteaba con Crookshanks, que se había vuelto muy cariñoso con él desde que salía con su dueña. Harry recogió lo que le sobró de comida y lo puso en una esquina de la mesa confiando en que, como siempre, desapareciera a la mañana siguiente. Suspiró y se sentó en un sillón frente a ellos. Ambos le miraron con tranquilidad. Hermione dejó el libro a un lado y Ron dejó de prestar atención al gato que decidió tumbársele encima y observar. El silencio era incómodo.
-¿Por dónde queréis que empiece?
-Por el principio.- dijo Ron secamente.
-Ron…- advirtió Hermione en voz baja mientras le cogía una mano para que le dejara a ella esos primeros momentos.- Harry, ¿qué ocurre? ¿De qué hablaba Malfoy?
Harry suspiró y les contó todo lo que le había pasado por la cabeza desde la primera vez que había tenido la magia de Hogwarts en él hasta lo que había ocurrido aquella noche y lo que ahora le preocupaba.
-¿Por qué no nos contaste nada?- preguntó la chica en tono dolido.- Al final nos daríamos cuenta. ¡Se dio cuenta Ron, por favor!
Harry sonrió sintiéndose culpable. Ron se había limitado a sacarle la lengua a la chica. El moreno se encogió de hombros.
-Me daba vergüenza.
-¿De nosotros?
-De mí mismo.- les miró sin saber muy bien como explicarlo.- Me avergüenzo de pensar en que puedo llegar a ser algo que odio y que el camino a ello sea tan fácil y tan…
-Tan qué…- dijo Ron cauto.
-… atractivo.- dijo Harry al final llevándose las manos a la cara.
No podía mirarles a la cara después de haber dicho algo así. Quiso desaparecer absorbido por aquel sillón. Que nadie volviera a ver a Harry Potter, el niño que vivió para desear convertirse en su enemigo en lo más profundo de su alma. Era tal la vergüenza que sentía que deseó tenerse enfrente y darse una paliza.
No tenía derecho a aceptar la proposición de Tonks. No era digno de confianza. Ni siquiera sus dos mejores amigos, allí presentes, se merecían que alguien como él, tan peligroso para ellos, les causara tantos problemas. Por él habían atacado el colegio, porque eran amigos suyos. Todo por su culpa. Dos de los hermanos de Ron habían muerto por su culpa. Decenas de personas habían muerto por su culpa. Y ahora él los traicionaba. En el fondo les estaba traicionando. Dijera lo que dijera Malfoy, sí había intentando cambiarle de bando. Nunca ayudaría a Voldemort, pero quizá se convirtiera en otro Voldemort, pero en el bando de los "buenos". ¿Mal contra Peor?
Se incorporó de un salto y cuidando mucho de no mirar a sus amigos, cogió la capa y se fue. No quería verlos. No tenía valor para seguir estando con ellos y seguir siendo tan dolorosamente consciente de sus pensamientos. Deseó poder cerrar los ojos y descubrir, al abrirlos, que todo había sido una pesadilla.
Se sentó en la fría piedra de la Torre de Astronomía arrebujándose en la capa. El frío era terrible. Calculó unos 10 grados bajo cero como mínimo, pero no le importaba. Echaba de menos a sus padres y a Kate. Incluso a la mala copia de Sirius que había conocido. A ellos podría contarles todo lo que le pasaba sin sentirse tan mal. Suspiró. No sabía cómo volver y ni siquiera sabía si al hacerlo, no acabaría en cualquier otra realidad. Les echaba mucho, mucho de menos.
Se sentía muy solo.
Una ráfaga de viento helado se llevó una lágrima solitaria que había osado abandonar sus distantes ojos verdes. Se descubrió pensando si alguna vez Voldemort había llegado a preguntarse cosas como si estaba haciendo lo correcto, o siquiera si se había parado a pensar en las consecuencias de sus actos. Aunque ahora era evidente que no le importaban lo más mínimo, una vez, alguna vez, tuvo que importarle. Mató a su padre y a sus abuelos, ¿no? Ellos le habían abandonado. ¿Se sentía dolido, vacío? Esos eran sentimientos humanos y, aunque reaccionó después como el psicópata que era, los había sentido.
Voldemort también se habría sentido solo. Toda la crueldad con la que actuaba, toda la locura de sus actos, la frialdad de su voz, su absoluto pavor a la muerte… Todo era una máscara. Harry ahora se daba cuenta porque él estaba en el punto en el que su propia máscara aún por definir, se empezaba a alzar delante de él. Sería decisión suya dejar que se alzara del todo o derribarla. Tom Riddle no lo había hecho. La había esgrimido como un escudo ante el mundo. "Voldemort" es su máscara. Todo lo que hacía que aquel nombre fuera temido era todo lo que Tom Riddle se había empeñado en mostrar. Quería que la gente viera lo fuerte que era, lo seguro que caminaba, la determinación de sus pasos en cada cosa que hacía. Se había elevado como líder sólo para demostrarse a sí mismo que podía ser invulnerable…
… cuando realmente lo único que hacía era sufrir.
¿Por qué pensaba en todo esto? No quería ser como Voldemort, pero cada vez veía más similitudes entre aquel hombre y él. Eran muy parecidos en realidad, y eso le aterraba. Le aterraba pensar que su destino era matarse a sí mismo en cierto modo. Voldemort le eligió porque se vio a sí mismo en él…
Una sombra apareció en el umbral de la puerta que daba a las escaleras de bajada de la torre. Aunque no podía verle la cara en la oscuridad sabía, por la magia que desprendía, que era Draco Malfoy. No se movió, aunque sabía muy bien que le había visto. El slytherin se acercó a uno de los bordes de la Torre y miró los terrenos. Harry siguió callado e inmóvil, esperando a que el inoportuno prefecto decidiera soltar alguna de sus perlas. Sabía que le había seguido hasta allí para algo. Últimamente Malfoy siempre tenía ganas de charlar.
Harry decidió que él no tenía ganas y se incorporó para marcharse.
-Potter, quería hablar contigo.- lo dijo con una voz muy normal, lejos del desprecio que caracterizaba su tono habitual.
-Yo no.- Harry agarró el picaporte de la puerta y entonces sintió que le cogían el brazo. Se volvió molesto.- Suéltame. Ya has hablado suficiente.
Malfoy no le soltó. Harry se sacudió su mano y quedó libre. Abrió un poco la puerta mientras seguía mirando al slytherin.
-Esto es lo que querían.- dijo Malfoy con un punto de tristeza en la voz. Harry frunció el ceño. ¿Qué nuevo engaño preparaba?- Nos manejan como a marionetas y lo han logrado.
-No quiero escucharte.- Harry se volvió y abrió más la puerta. La luz del pasillo iluminó a los dos estudiantes mientras el gryffindor empezaba a bajar los escalones con rapidez.
-¡Potter!- llamó Malfoy desde la puerta. El viento movía su capa cuando Harry alzó la mirada.- Aún estamos a tiempo de cortar los hilos.
-¿Tú crees?- preguntó Harry en mitad de la estrecha escalinata.- ¿Y qué hilos son los que te manejan?
-Aunque no lo creas, los mismos que a ti.
Quizá fuera el tono nuevo para él con el que le hablaba, o la pesada melancolía que había llenado su corazón momentos antes, pero creyó ver algo de verdad en aquellas palabras.
-¿A qué te refieres?
-¿Te han hablado alguna vez del destino, Potter?- por supuesto que sí. Una profecía lo había prefijado hacía casi 17 años.- Porque a mí sí, y ya estoy harto.
-¿A qué se debe este cambio?- preguntó Harry.- ¿Por qué ahora, después de 6 años, te da por hacerte el simpático? ¿Qué quieres en realidad?
-Creo que aún podemos decidir nuestras propias vidas.- dijo Malfoy.- Conozco la existencia de una profecía que te relaciona con el Señor Oscuro. En mi caso no hay profecía, sino un apellido. Ambos parecen tan inevitables como la muerte, ¿verdad?
-¿Adónde quieres llegar?
-¿Qué pasaría si los dos estudiantes de Hogwarts cuya fama de enemigos ha traspasado los muros de este castillo dejaran a un lado las diferencias?
-¿Traicionarías a tus padres y a Voldemort?- preguntó Harry escéptico mientras observaba con cierta sorna el estremecimiento de Malfoy al nombrar al Lord.
-Llevo traicionándoles en mi mente desde hace años.
-Pero les haces el trabajo sucio.- replicó Harry.
-Sí, ésa es mi función en todo esto.- dijo Malfoy entrando en la escalera y cerrando la puerta tras de sí. Harry se quedó callado un momento. Después negó con la cabeza y bajó unos cuantos escalones. No quería seguir escuchándole. No quería compadecerse de él. No quería fiarse de él.- ¿Cuál es tu función? ¿Cuál es tu papel en este guión que han escrito otros?
Harry se paró. Oyó los pasos de Malfoy bajando los escalones detrás de él.
-¿Qué buscas con todo esto?- preguntó Harry volviéndose.
-Ser consecuente conmigo mismo, aunque sea por una vez en la vida.
Harry se quedó helado. La profesora Green le había hablado de aquello. Ser consecuente con uno mismo… No lo había entendido entonces, pero ahora, cuando se había estado preguntando hasta qué punto era como Voldemort, empezaba a entenderlo. Malfoy ahora le confesaba que estaría dispuesto a romper con todo por ser consecuente.
"-¿A qué se refiere?
-A que hay que ser consecuente con uno mismo.- contestó la maestra con un suspiro.- Y a veces no hay cosa más difícil en este mundo que eso."
Ser consecuente significaba dejar de mentirse a sí mismo, seguir lo que tu propio interior te dictaba al margen de lo que las circunstancias te obligaban. Él se avergonzaba de sí mismo porque no sabía si sería lo suficientemente fuerte como para hacerlo. Y Malfoy ahora estaba allí, delante de él, a apenas tres escalones de distancia, mirándole con franqueza, pidiéndole que toda aquella enemistad fraguada a través de los años y las heridas terminase. Había sido fuerte para atreverse a decírselo a pesar de todo.
Ser consecuente significaba hacer lo correcto para uno mismo, para hacer que el único juez verdadero de nuestras vidas no nos declare culpable por perjurio. No había nada más triste que mentirse a sí mismo, que convencerse a sí mismo de algo que no era cierto. ¿Cuánto tiempo llevaría Malfoy rumiando todo eso? Aquel verano Harry había llevado a su padre a Azcabán. Estaba pidiendo una tregua e incluso una alianza a la persona que había llevado a su padre a la cárcel. ¿Hasta qué punto Draco Malfoy detestaba a su familia? Pero…
… era Draco Malfoy. Había crecido odiándole. Olvidar todo aquello no era sencillo y aún desconfiaba. No, aún no podía confiar en él. Se dio la vuelta, llegó al rellano y se fue, dejando a Malfoy en aquellas escaleras.
Debería darle pruebas verdaderas, algo más que palabras, una garantía.
Si había algo que tenía ese muchacho era la habilidad de convencer a las mismísimas piedras para que flotaran en el agua sólo con pedírselo. Harry era muy consciente de ello y no quería caer en la trampa. No podía confiar en alguien tan manipulador que además se había empeñado en hacerle la vida imposible durante los últimos 6 años de su vida. Sería una irresponsabilidad. Después de lo de Sirius no volvería a actuar tan precipitadamente. No pondría a nadie en peligro por una decisión tomada a la ligera.
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Se acostó en silencio para no despertar a sus compañeros de cuarto. Cuando dejaba las gafas en la mesilla la voz de Ron le llegó en forma de susurro.
-Harry.- las cortinas del dosel de su cama se corrieron. Ron levantaba su varita iluminada frente a él. El pelirrojo se sentó en la cama y bajó la varita. La débil luz les permitía verse las caras, pero poco más, y para Harry, sin las gafas, menos.- ¿Por qué te has ido así antes?
El moreno desvió la mirada.
-No podía estar aquí, con vosotros… me sentía y me siento culpable.
-No tienes por qué…
-¿Cómo que no?- Harry había alzado la voz sin querer y se calló en seguida. Después, en voz más baja continuó.- Después de todo lo que habéis sufrido por mi culpa ahora voy yo y, ¿qué? No puedo asegurarte que no me convierta en algo como Voldemort. ¿Sabes lo que es eso? ¿Sabes lo que es tener la posibilidad de convertirte en lo que más odias más cerca que cualquier otra cosa?
-No, no lo sé, pero no creo que lo hagas.
-Confías demasiado en mí.
-Confío en ti, simplemente.- Ron le miró a los ojos, aunque Harry sólo podía intuir los bordes de las pupilas de su amigo.- No eres como Quien Tú Sabes. No te convertirás en alguien como él porque no quieres. ¿No te oyes o qué? Mira lo rayado que estás ahora.
Harry suspiró.
-Malfoy me ha ofrecido una alianza.
-¿¡Qué!?- Harry miró alterado a Ron, que había alzado muchísimo la voz. Oyeron revolverse a alguien en la cama y después el silencio. Cuando todo se hubo calmado Ron volvió a hablar cuidando mucho el volumen.- ¿Estás de broma? ¡Le habrás dicho que no, por supuesto!
-La verdad es que no le he dicho nada.
-¿Cómo?- Ron parecía al borde del colapso.- Ese imbécil es un mentiroso nato, tío. ¿No te habrá engañado? ¿Qué te ha dicho para que…?
-No me fío de él, Ron, así que tranquilízate.- cortó el moreno.
-Ya me extrañaba a mí que te dejaras engatusar…- dijo Ron más tranquilo.- ¿Y qué te ha dicho?
-Muchas cosas…- Harry le hizo un breve resumen y meneó la cabeza.- La verdad es que si está mintiendo hay que reconocerle que lo hace muy bien.
-Es muy retorcido.- dijo Ron con el odio impregnando cada sílaba.- Sabe lo suficiente como para imaginarse tus puntos débiles y atacarte por ahí. Quiere que bajes la guardia y atacarte por la espalda. No debes confiar en él.
-Lo sé.
-Entonces porqué te lo estás planteando.- Harry miró a su amigo que le estaba dedicando una expresión de firmeza inusitada.
-No lo sé.- Harry suspiró.- Pero no te preocupes. No pienso hacer nada con respecto a él a menos que esté muy, muy seguro.
-Con Malfoy nunca se puede estar seguro de nada excepto de que es un mal bicho.- decretó Ron.- Nada bueno puede salir de un Malfoy. Recuérdalo.
Ron se incorporó, le hizo un gesto de advertencia con un dedo, le dio las buenas noches y se metió en su propia cama. La oscuridad les envolvió de nuevo. Harry se tumbó aún con los ojos abiertos. "Nada bueno puede salir de un Malfoy"... ¿Era aquello de lo que le había hablado el slytherin? Llamarse Malfoy tenía sus consecuencias. Era como una marca de fuego que le marcaba tanto para lo bueno como para lo malo y no podía huir de ello ni de lo que suponía. Él tampoco podía huir de su marca en forma de rayo.
Eran marcas dejadas allí por otras personas. Destinos fijados sin tenerlos en cuenta y hasta ahora habían seguido sus papeles al pie de la letra. Quizá Malfoy tuviera razón. Como marionetas lo habían hecho muy bien.
¿Qué pasaría si ahora decidieran rescribir el guión?
Bueno, bueno, bueno... ejem... ahora es cuando saco la espada de cortar cerebros y os hago la pregunta del millón:
¿Sois sinceros con vosotros mismos siempre o dejáis que una pequeña película de hipocresía empañe vuestra conciencia? Cuidado. No es malo contestar lo segundo. ¿Quién es absolutamente consecuente? Creo que nadie, pero, ¿hasta qué punto lo sois?
Venga, chicos y chicas, a ver quién da la contestación más sincera. ¡¡Y un besazo a todos!!
