Bueno, aquí está el capi 10. No hay que decir nada más además de lo típico de que "Espero que os guste" y que me mandéis muchos revs o mails (que me hacen mucha ilusión) o lo que queráis... exceptuando virus y movidas raras lo que queráis.

Y un momento para una nueva Pausa Publicitaria y recordaros que os paséis por "Al otro lado del Reflejo" y la traducción de la impresionante visión de Myth and Legend sobre los libros 6 y 7 de Harry Potter que poco a poco iré subiendo (traducidos al castellano, of course) y podáis disfrutar de ellos.

... vale, vale... ya me callo...


Secretos

"A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo."

Jean de la Fontaine (1621-1695)

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Abrió los ojos de par en par a la oscuridad de su cama adoselada.

Respiraba trabajosamente, como si hubiera estado corriendo, pero era de la pura furia que sentía, del puro odio que empezaba a arrancar lágrimas de rabia de sus ojos.

Se incorporó y calzándose las zapatillas, se echó la capa por encima y bajó a la solitaria Sala Común. Echó un vistazo a su reloj. En apenas una hora se empezaría a despertar la gente, pero mientras tanto él podía pensar con tranquilidad.

Miró a los ventanales y vio que la oscuridad de la noche ya no era tan oscura y que el Lucero del Alba brillaba fulgurante en el cielo, previendo el inminente amanecer. Se sentó con las piernas cruzadas en un sillón y se frotó los ojos aún soñolientos.

Ese sueño…

Aunque más que sueño había sido una especie de cita nocturna en un mundo paralelo sólo accesible para Voldemort y para él. Suspiró. Había sido horrible. El principio había sido terrible. Resopló preocupado mientras se echaba el pelo para atrás con ambas manos en un intento para espabilar las partes de su cuerpo que aún querían seguir dormidas. Al bajar las manos vio sangre.

Alterado se tocó la frente y cuando sus dedos rozaron la cicatriz notaron humedad y un ligero escozor. Subió corriendo hasta el baño de su cuarto y se miró al espejo y no pudo menos que abrir los ojos desmesuradamente ante el espectáculo. La cicatriz se le había abierto como si se hubiera hecho la herida minutos antes y la sangre empapaba su frente cayendo hacia los lados. Tenía su lógica si había sangrado estando tumbado. Ahora ya no sangraba y apenas empezaba a coagularse, pero tenía la mitad de la cara ensangrentada.

Abrió el grifo y se lavó la cara. El agua desaparecía roja por el desagüe y su visión le produjo un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. Todo por Voldemort. Aquel ser despreciable le había hecho sangrar de esa manera sólo con torturarle en sueños. Por suerte ahora ya no podría hacerle lo mismo. Ya no.

"Será divertido…"

¿¡Será cínico!? Harry levantó la mirada y se vio a sí mismo en aquel espejo. Tenía la cara mojada y las gotas de agua resbalaban por su cuello hasta mojar el pijama, pero no importaba. "Será divertido…". ¿Qué era él? ¿Un juguete acaso? ¿Un pasatiempo divertido? ¿Un reto que le pondría sabor a la fácil tarea de destruir el Mundo Mágico tal como lo conocían? Su puño izquierdo salió disparado hacia la pared con rabia. Él no era el juguete de nadie y menos de ese despojo de hombre que se había puesto un nombre teatral para huir de sí mismo. No, no sería el juguete de alguien como él. Si pensó en algún momento que sería un desafío interesante matar al chico que se le había escurrido tantas veces de entre los dedos, él, Harry, se encargaría de que además de interesante, fuera imposible.

"Será divertido…"… las palabras le resonaban en los oídos mezcladas con el ruido del grifo que no había cerrado. El agua seguía escapándose libre por la cañería, gorgoteando con energía y perdiéndose en la fría oscuridad de los tubos de cobre que se escondían por las paredes del castillo. "Será divertido…"… Harry sentía como si, a pesar de su pequeña victoria al escapar de la manipulación de Voldemort, hubiera perdido otra vez. Había perdido de nuevo porque al final Voldemort había logrado, con dos palabras, colocarse de nuevo en una posición superior. El momento fugaz de igualdad de condiciones había desaparecido en el mismo momento en que esas dos palabras fueron pronunciadas.

Harry se sintió humillado, desolado. Cualquier avance parecía absurdo con sólo un pequeño movimiento de Voldemort. Nada parecía suficiente. Había descubierto poderes y habilidades en los últimos meses que le habían dejado estupefacto a él y a las personas que le rodeaban. Pero Voldemort sólo tenía que levantar una mano o decir algo y todo quedaba en un esforzado intento lleno de buena intención, pero que no tenía nada que hacer contra un rival de ese calibre.

Sólo esas dos palabras.

Harry abrió el grifo de la ducha, se desnudó y se metió dentro cuando aún el agua caía fría. Por fin se despertó del todo. La sensación de que su mente ya funcionaba a pleno rendimiento, pero su cuerpo se resistía a seguirla, le ponía nervioso.

Antes había sido la venganza. La venganza por sus padres, la venganza por Sirius, la venganza por una vida tan cruel, la venganza por causar tanto dolor a gente buena. Pura, sencilla y agridulce venganza.

Pero ahora…

Ahora había orgullo de por medio. Levantó la cara y el agua le dio directamente en los párpados. Voldemort le había llamado "molestia" para después rebajarle al nivel de juguete. No estaba dispuesto a seguirle el juego. Estaba harto. Se enjabonaba la cabeza con fuerza, como descargando toda la rabia que sentía contra su cuero cabelludo. Estaba verdaderamente harto. Primero por unos y después por otros, su vida siempre había estado determinada por las decisiones de los demás. Decisiones que se habían tomado por puro egoísmo, aunque estuvieran revestidas de una buena intención más o menos plural… De eso nada. Todo, desde dejarle en casa de los Dursley, hasta las clases especiales que recibía, no eran más que pruebas de ese egoísmo que pretendían presentarle como "la única esperanza para el Bien".

Y una mierda.

Todos se querían proteger de lo que se avecinaba de la única manera que se les había ocurrido, y era hacer caso de una estúpida profecía realizada por una mujer a la que le faltaba poner un 906 para completar el pack de pitonisa de tres al cuarto. Pero, ¿y él qué? Sí, bien, se habían preocupado de mantenerle con vida, pero qué vida…

El vapor del agua había convertido el cuarto de baño en una nebulosa privada de calor y humedad. Harry cerró el grifo después de asegurarse de que se había enjuagado bien todo el cuerpo y se envolvió en una toalla. Podía decir casi con completa seguridad, que salvando a sus amigos, el resto había sido bastante lamentable. Su infancia había sido asquerosa y desde que había llegado a Hogwarts… cuando no era un monstruo gigante era una conspiración para matarle.

Salió del baño aún con la toalla en la cintura mientras que con otra se frotaba la cabeza. Abrió el baúl y sacó ropa limpia que arrojó sobre la cama. No, no estaba dispuesto a seguir haciendo de buen chico y aceptar lo que le viniera sólo porque era su "destino". A la mierda el destino y a la mierda todo. Voldemort y todos los demás, y a la cabeza de ellos, Dumbledore, habían hecho de su vida un infierno para satisfacer sus necesidades personales de egolatría y "nobleza" sin tenerle en cuenta jamás.

"Será divertido…" ¿¡Será prepotente!? ¿Con qué derecho le hacía eso? ¿Por qué tenía que seguirle el juego a ese tipo horrendo y traumatizado? Si ahora podía hacerle más o menos frente… Se enfundó el jersey… Si ahora podía presentarle, si no batalla, sí un tema de preocupación, desde luego que lo haría. No sólo porque se lo debía a todas las personas que había querido alguna vez. Ni siquiera lo haría para "salvar" al Mundo Mágico. Lo haría por él, porque Voldemort había osado humillarle una y otra vez de una manera absolutamente absurda, insistente y obsesiva. Lo de que sería divertido le había perforado el alma recordándole que tenía orgullo además de rencor y dolor por las personas perdidas.

Él era él, y había sido objeto de una hostilidad sin precedentes desde el mismísimo día de su nacimiento. Y todo porque a ciertas personas o a ciertos entes extraños que manejaban los hilos de ese estúpido hilo conductor que algunos llamaban destino, lo habían prefijado. Así, por que sí. "Qué bonito quedará en los libros de historia, ¿no creéis? Un niño enfrentándose al mago más poderoso de su tiempo…". Casi podía imaginarse la conversación previa en una mesa redonda repleta de papeles garabateados con posibles tramas que deberían ser una realidad en los años posteriores, como en una reunión de guionistas de una serie barata de televisión. Pero, ¿y si uno de los personajes dejara de actuar como decía el guión?

"Nos manejan como a marionetas y lo han logrado. Aún estamos a tiempo de cortar los hilos."

Harry se ató el segundo zapato y cogió la mochila con los libros de la mañana y salió de la habitación justo cuando el despertador avisaba a sus compañeros que aún dormían que era hora de levantarse.

Nunca hubiera imaginado que un día haría lo que estaba apunto de hacer, pero por algún sitio tenía que empezar y ése era igual de bueno que cualquier otro.

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Lo tenía perfectamente localizado gracias a la perceptividad. Aún tardaría en aparecer así que hizo tiempo yendo a desayunar. Encontró el Comedor prácticamente vacío a excepción de algún profesor y unos pocos alumnos muy madrugadores. Algunos de ellos tenían ropas deportivas. Supuso que ellos salían a correr o a hacer ejercicio por la mañana temprano antes de las clases.

Salió tranquilamente de la enorme sala y caminó sin prisa hacia las escaleras que sabía llevaban a las mazmorras donde se encontraba la Sala Común de Slytherin. No bajó. Se quedó allí, apoyado en la pared, esperando paciente. Sabía perfectamente dónde estaba y casi lo que estaba haciendo. Pronto aparecería por allí. Un rato después empezó a oír los ruidos de todos los alumnos yendo a desayunar y moviéndose por todo el castillo. Poco después les oyó a ellos subiendo por las escaleras que atentamente vigilaba desde una posición discreta.

Sería muy raro que le vieran buscar tan descaradamente a su peor enemigo, por eso se había medio escondido tras una estatua. Pero sabía cómo llamar su atención sin levantar sospechas. La profesora Green se lo había enseñado hacía poco y lo había encontrado muy útil para momentos como aquellos.

Por fin apareció rodeado de sus compañeros. Harry meneó la cabeza como diciéndose a sí mismo que lo que estaba a punto de hacer era una soberana idiotez. Pero lo hizo.

Era un hechizo especial, de los pocos que se podían hacer sin varita. Era una mezcla de Legilimancia y maldición Imperius sin llegar a ser ninguna de las dos cosas. Además, había descubierto que la perceptividad le ayudaba mucho a la hora de establecer el contacto.

-Malfoy, tenemos que hablar.- susurró mientras mantenía sus ojos fijos en la cabeza rubio platino del slytherin. Éste se quedó parado en el sitio, mirando a su alrededor. Harry sonrió divertido. Sin duda había reconocido su voz hablándole desde ninguna parte.- Pon alguna excusa y retrásate.

Ahora se presentaba el dilema: ¿se pararía o pasaría de él y seguiría su camino? De un momento a otro su mente dejaría de ser mera emisora y el contacto sería completo. Pronto podría recibir mensajes de Malfoy sin que él lo supiera. Temía ese momento. Cuando había practicado con Green, sus mensajes acababan llegando a él con tal fuerza que los recibía como golpes directos a su cerebro.

Malfoy dijo algo y los demás le miraron un momento extrañados antes de seguir andando. Harry aprovechó los últimos segundos de conexión unidireccional para darle el último mensaje.

-Detrás de la estatua.- y cerró los ojos mientras obligaba a su mente a romper el contacto mental. Ese punto tampoco era agradable. Solía sentir un dolor agudo entre los ojos que, aunque se iba a los pocos segundos, le obligaba a quedarse quieto un rato porque perdía el equilibrio.

Cuando aún se frotaba el puente entre los ojos con los dedos, los pasos de Malfoy se acercaron.

-¿Se puede saber qué has hecho?

-En un momento estoy contigo…- murmuró Harry haciendo un intento por ponerse las gafas de nuevo y no vomitar del mareo.

-¿Cómo has podido hablar dentro de mi cabeza?- Harry por fin pudo ponerse las gafas. Malfoy lo miraba con una mezcla de indignación y asombro.

-De un modo que me pone malísimo.- dijo tras respirar hondo un par de veces. Malfoy le miró atónito, pero un momento después reaccionó.

-¿Y qué quieres?

-Ya te lo he dicho.

-Bien, pues habla.- dijo el rubio impaciente y arisco.

-Mejor en un lugar un poco más… discreto, ¿no crees?

-Potter, el royo gay no me mola mucho…

-No seas imbécil.- Harry ya se había recuperado bastante y se levantó. Ya casi no había gente por los pasillos. Ahora todos estaban desayunando.- Sabes de qué te estoy hablando.

Malfoy frunció levemente el ceño mientras desviaba la mirada y asentía.

-Vale, ven.

Así que Harry siguió a la serpiente escaleras abajo hasta llegar al final de un corredor forrado de armas medievales y escudos llenos de serpientes y blasones verdes. Ya había pasado antes por aquel pasillo. Pero en aquella ocasión tenía la apariencia de Goyle, aunque al igual que aquel día le guiaba la misma persona… Desde luego, quién se lo habría dicho…

-Grimlium.- dijo Malfoy. El trozo de pared ante el que se habían detenido desapareció de una manera bastante parecida a como lo hacía el muro del Caldero Chorreante y una puerta de roble oscuro apareció frente a ellos. Malfoy la abrió y ambos pasaron a la desierta Sala Común de Slytherin.

Harry descubrió que no había cambiado en aquellos años. Seguía siendo igual de fría, igual de dura y poco acogedora. Demasiada piedra descubierta, demasiadas armas afiladas decorando las paredes, demasiadas serpientes vigilándote desde cualquier ángulo.

-Qué horror de sala común…- comentó con un escalofrío.

-¿Hemos venido aquí para hablar de asuntos serios o de decoración?- apuntó Malfoy con impaciencia.

-Dijiste algo anteayer antes de que entráramos en esa cueva.- dijo Harry sin rodeos.

-¿El qué?

-Que se podía hacer algo mientras no estuvieras tan vigilado por tu padre.

-Sabes lo que ha ocurrido, ¿verdad?

-Sí.

-Entonces sabrás que mi padre está en libertad de nuevo.

-Supongo…

-¿Crees que se podría hacer mucho teniendo en cuenta que puede aparecer en cualquier momento?

-No lo sé. Por eso te pregunto: ¿Se puede?

-Depende.

-De qué.

-De ti, básicamente, y de que no metas la pata contándoselo a alguien. Ahora el riesgo se multiplica por 100. El secreto absoluto es nuestra única opción.

-Yo confío en mí, desde luego.- dijo Harry alzando las manos con inocencia.- Pero en ti…

-El sentimiento es mutuo.- aseguró el rubio dejándose caer en un sillón. Harry se sentó en el apoyabrazos de un sillón cercano.- Por eso no quiero hacer nada si no puedo estar seguro. Si hacemos algo el que más se arriesgaría sería yo, y como comprenderás no me voy a exponer de esa manera para que en un descuido o en un ataque de lealtad que te dé, caiga sobre mí el fuego del infierno.

-Entonces tenemos un problema.- dijo Harry encogiéndose de hombros.- Porque no confiamos el uno en el otro y ninguno tiene intención de hacerlo así como así.

-Hay una forma.- Malfoy miró a Harry directamente a los ojos. Harry se quedó callado un momento. Luego sonrió.

-Parece que lo tenías todo pensado. ¿Cuánto tiempo llevas planeando esta traición?

-El suficiente.- dijo fríamente el rubio.- Aunque insisto en que tu visión absurda de que sigue siendo una cuestión de bandos a los que hay que jurar lealtad es bastante limitada.

-Entonces, ¿por qué haces esto?

-Porque no me gusta nada el modo en que se están haciendo las cosas.- dijo Malfoy.- Ya sabes lo que dice la maruja que nos da Defensa Contra las Artes Oscuras, que no hay magia oscura y magia blanca. Es la misma magia y las intenciones del mago. Nada más. Y las intenciones de mi padre y del Lord Oscuro no me gustan en absoluto.

-Creía que odiabas tanto como ellos a los sangre sucia y a los muggles.

-Y si crees que su objetivo son sólo ellos es que no tienes ni pajolera idea de lo que ha estado pasando desde hace casi 30 años.

-¿Y qué es lo que está pasando?

-El poder, sobre todo lo demás. ¿Sabes de lo que hablo?

Y tanto que lo sabía. Pero no respondía a su pregunta.

-Concreta.

-La inmortalidad, Potter. Muy pocos en el círculo del Lord Tenebroso saben que ése es su objetivo último. Mi padre entre ellos. Yo ni siquiera debería saberlo.- Malfoy desvió la mirada hacia las llamas de la chimenea inmensa que crepitaba alegremente.- Ahora viene la prueba de confianza, Potter.- el rubio volvió sus ojos grises de nuevo a Harry.- Yo te he dado una información muy importante que muy pocos saben y que dudo que incluso tus patéticos amigos de esa anodina Orden se imaginen y que, desde luego, les pondría sobre aviso de algunos puntos importantes que tienen muy mal protegidos en la actualidad. ¿Les darás esta valiosa información teniendo en cuenta que es posible que se produzcan ataques y que podrías evitar muertes de amigos tuyos si lo contaras?

Harry se tomó su tiempo para contestar, pero al final lo hizo.

-Tu plan tiene que ser perfecto para que me pidas hacer una elección así.

-La vida no es más que una serie de decisiones.- dijo Malfoy sonriendo enigmáticamente.

-Pero estás pidiéndome que decida entre las vidas de personas que conozco y un plan del que no tengo ni la más remota idea y ni mucho menos garantía de que vaya a salir bien. Creo que pides demasiada confianza, Malfoy.

-Sí, suponía algo así.- dijo el slytherin volviendo a perder la mirada en las llamas.- Mira, Potter, no te habría dicho nada nunca si no hubiera tenido una razón muy poderosa para hacerlo. No te puedes ni imaginar lo peligroso que es para mí y lo difícil que ha sido tomar la decisión final porque, si conocidos tuyos están en peligro mortal, igualmente conocidos míos lo están también. Lo que te propongo que hagamos es minimizar los daños en ambas partes y precipitar el final de todo esto de una condenada vez, porque personalmente, estoy hasta las narices de tanta guerra y tanto "Recuerda que eres un Malfoy"…

Harry miraba al slytherin que aún contemplaba las llamas con expresión decidida. La verdad es que le estaba sorprendiendo. Nunca se habría imaginado que el egocéntrico, egoísta y snob Draco Malfoy se preocupara por gente que no fueran él mismo o su adoradísimo padre. Parecía que su percepción de aquel chico era completamente errónea… ¿errónea o…?

-¿Y cómo sé que no es un engaño?

-Eres un poquito paranoico, ¿no?- dijo mirándole con el ceño fruncido.

-Mira, yo ahora me creo cualquier cosa.- dijo Harry encogiéndose de hombros.- Después de estar un curso entero dando clase con un hombre que no era quien parecía ser sólo para llevarme al centro de un laberinto…

-Y llegaste, desde luego.

-Vamos, ya te digo… Así que comprende que tenga estas dudas razonables.

Malfoy respiró hondo y se encogió de hombros.

-Yo ya no puedo hacer nada más desde mi posición. O confías en mí o no hay nada más que hablar.

Harry apoyó los codos en las rodillas mirando al vacío. Debía decidir ahora. No podía dejar pasar mucho tiempo porque Malfoy padre pediría algún tipo de información de su hijo en cualquier momento. Miró su reloj. Las clases empezarían en 10 minutos. ¿Cómo podría poner en peligro a la Orden cuando podría ayudarles? Le parecía estar haciendo la misma promesa por segunda vez en poco tiempo. Poder hacer una cosa no significaba deber hacerla… o eso le había dicho su subconsciente. Y él sabía que era verdad. Pero, ¿y si se reducían los daños colaterales? Los muertos eran inevitables en una guerra, pero mejor eran 4 que 40. El problema ético estaba en que era directamente responsable de la muerte de esos 4, mientras que de los 40… Frunció sutilmente el ceño. Aquello no era más que cobardía. Si se podían salvar vidas cualquier cosa le valía, pero si alguna vez le descubrían... Sí, Malfoy corría un gran riesgo, pero él lo correría por su lado exactamente igual.

El moreno suspiró y se incorporó. Se acercó a donde el slytherin estaba sentado y extendió una mano.

-Trato hecho.

-¿Confiarás en mí?

-Sólo si confías igualmente en mí. No puede haber ni un signo de duda a partir de ahora. Ambos estaremos metidos en esto hasta el cuello.

-Entonces, trato hecho.

En aquella Sala Común de la casa de Salazar Slytherin dos manos se estrecharon sellando un pacto cuyos efectos aún no podían prever sus signatarios. Pero habían firmado, se habían comprometido. Sus vidas y las de decenas de personas más dependían ahora de aquel acuerdo entre dos adolescentes de 16 años.

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-Se te ve un poco pálido, tío.- le dijo Ron en la cena.- ¿Te encuentras bien?

-Sí.- contestó Harry lacónicamente.

-¿Adónde has ido esta mañana tan temprano? Cuando me he levantado ya ni estabas.

-Ya, bueno… no he dormido muy bien.

-¿Has vuelto a tener "sueños"?- preguntó Hermione en un susurro mientras cargaba de intención la última palabra.

-Sí.- Ron y Hermione retuvieron el aliento mientras le miraban un tanto espantados. Hermione frunció el ceño.

-¿Y la oclumancia?

-No se me da bien, Hermione, ya lo sabes.

-Pues ya sabes lo que tienes que hacer.- la chica clavó con fuerza el tenedor en el pedazo de pescado que había cortado un momento antes y se lo llevó a la boca.

-Ya bueno, ya lo sé.- replicó Harry con impaciencia.- Pero ahora todo ha cambiado. No creo que Voldemort pueda manipularme nunca más.

-¿Cómo puedes estar tan seguro?- preguntó Ron mientras se echaba más puré de patatas.

-Porque ahora sé jugar al mismo nivel que él… al menos en sueños.

Ron y Hermione le miraron perplejos.

-¿Cómo ha sido ese sueño?- preguntó la chica.

-¿Crees que el Comedor es un buen lugar para tratar estos temas?

-Deberías contárselo a Dumbledore.- añadió Hermione.

-Justo lo que estaba pensando.- replicó sarcástico Harry llevándose un trozo de pollo a la boca.

-Tienes que decírselo, Harry.- dijo Hermione inclinándose un poco sobre la mesa hacia él y mirándole con dureza.- Si Voldemort… ah, Ron, por favor, a ver si te vas acostumbrando ya… si Voldemort te dice algo o trata de engañarte de alguna manera o lo que sea, es vital que Dumbledore se entere porque…

-Pero Hermione…- trató de interrumpir Harry.

-¡Shhh!- chistó la joven.-… Porque Dumbledore es la Orden, Harry, y si tienes información que pueda ayudarla deberías dársela. ¿O es que no te importa el peligro al que se enfrentan todos los días?

Harry recordó el apretón firme de manos de aquella misma mañana. Si Hermione lo supiera le daría un ataque. Claro que le importaba, pero precisamente por eso no podría dar toda la información que tenía. Suspiró.

-Claro que me importa, Hermione, pero no importa que se lo cuente o no. Lo acabará viendo en las clases de Oclumancia.

-Siempre será mejor que se lo digas tú antes de encontrárselo rebuscando en tus recuerdos, ¿no crees?

-Él tampoco es sincero conmigo del todo.- replicó el chico con voz tensa.

-¿Y qué?- replicó la chica desafiante.- Te ha mantenido con vida durante 16 años…

-¡Venga ya, tía!- Harry había alzado la voz y varios compañeros suyos y de la mesa de Ravenclaw se giraron. Harry bajó el volumen, pero no el tono.- ¿Y qué me dices del año pasado? ¿Y Sirius? Yo tuve buena parte de la culpa, pero desde luego nos podíamos haber ahorrado muchos disgustos si hubiera sido sincero conmigo antes. ¿O no?

-Tranquilízate, ¿vale?- le advirtió Ron.- Hermione, dejemos el tema, ¿de acuerdo? Ahora no es el momento ni el lugar.

-Desde luego que no.- bufó Harry. Apuró lo que le quedaba de zumo en el vaso y se levantó.- Os veo luego en la Sala Común.

Harry salió del Comedor furioso y preocupado. Igual que Dumbledore podía ver su sueño podría ver su conversación con Malfoy en la Sala Común de las serpientes. Y eso le mosquearía más que cualquier otra cosa en el mundo.

Aquel día no habían tenido DCAO porque la profesora Green no estaba en el castillo. Les habían dicho que estaba enferma, pero la perceptividad no mentía. La última vez que la vio fue la noche del ataque. Al día siguiente no había tenido clases extra y hoy tenía su hora libre, por eso había podido bajar a cenar con sus compañeros al Comedor. Ahora le tocaba Oclumancia y estaba un poco preocupado.

Trató de vaciar su mente de sentimiento y pensamiento a medida que se acercaba a la gárgola. Nuevamente empezó a girar en cuanto Harry estuvo a menos de 10 metros y un momento después llamaba a la puerta del despacho. Un "Adelante" le dio la señal para accionar el picaporte.

Dumbledore estaba sentado tras su escritorio, mordisqueando un pedazo de pan mientras leía unos pergaminos. Harry cerró la puerta y se acercó un poco concentrándose profundamente en vaciar su mente. El director alzó la mirada y la clavó inmediatamente en sus ojos verdes. Harry parpadeó y se fijó en los pergaminos como si le interesaran enormemente.

-¿Informes de la Orden?

-No exactamente.- dijo Dumbledore. El hombre los juntó y los ató con una cinta para después meter el rollo en una especie de paragüero extragrande cargado con numerosos rollos de pergamino. Hizo desaparecer su cena y se levantó.

-Bien, empecemos. ¿Has practicado?

-Sí.- Harry dudó. ¿Debía contárselo? Merecerlo no lo merecía, desde luego, pero era importante…- Señor, he vuelto a soñar.

-Ya veo. ¿Y cómo era el sueño?

Harry se lo contó. Dumbledore le miró pensativo y después asintió.

-Aun así la oclumancia es necesaria. Quizá ya no pueda torturarte, pero no dudo que sus visitas sean demasiado perturbadoras para ti.- Harry asintió. No eran nada agradables, no.- Deberás esforzarte un poco más. Lo entiendes, ¿verdad?

-Sí, señor.- Harry suspiró mientras seguía concentrado en vaciarse de todo lo que no fuera la más pura nada.

Ambos se colocaron en sus posiciones habituales, y como siempre, Dumbledore alzó su varita antes de que Harry se preparara. Pero esta vez sí estaba preparado. Había estado concentrándose profundamente desde hacía casi 10 minutos y no le pilló completamente desprevenido.

Lo notó entrar en su mente como cuando metes una cuchara en una tarrina de helado. Al principio entraba con facilidad, pero a medida que se adentraba su mente ponía resistencia. La oclumancia saltaba de recuerdo en recuerdo, pero si no tenía recuerdos sobre los que saltar, se anulaba por sí misma. Y eso era lo que estaba pasando más o menos. Harry sintió cómo Dumbledore arremetía con más fuerza. Ya casi empezaba a entrever un momento de hacía 4 años, cuando estaban en el baño de Myrtle cuando reaccionó y con un "Protego" se deshizo del director.

Harry abrió los ojos y vio al anciano mago sonriendo.

-Vaya… hoy empezamos bien. Parece que a partir de ahora te lo tomarás más en serio.- Teniendo en cuenta la de cosas que tenía que ocultarle… desde luego que se lo tomaría en serio.- Muy bien. Otra vez. ¡Legilimens!

Una y otra vez Dumbledore se topó con la misma resistencia, pero a medida que los intentos se sucedían a Harry le costaba menos llegar a ese punto de concentración. En cierto modo era parecido a utilizar la perceptividad. No necesitaba que todo su cerebro se concentrase en esa única tarea. Con que sólo una parte de él lo hiciera, era suficiente y, aunque aún tenía que practicar con la Oclumancia, sabía que no sería tan difícil dominarla. Cuando echó de su mente por enésima vez consecutiva a su mentor pensó con cierta ironía que no había nada como verle las orejas al lobo como para que las cosas empezaran a salirle.

-¿Ves como podrías hacerlo?- dijo al final Dumbledore satisfecho.- Creo que podemos empezar en serio con la Legilimancia a partir de mañana.

-Bien. Buenas noches, profesor.

Harry salió del despacho bastante contento y aliviado. Iba a resultar verdaderamente estresante mantener su mente completamente cerrada ante el director, pero a menos que quisiera que le descubriesen no podría hacer otra cosa. Miró su reloj y masculló una maldición. Llegaba tardísimo.

Corrió por los pasillos hasta llegar a las escaleras. Después subió hasta la Torre de Astronomía y abrió la puerta de las escaleras.

-Llegas tarde.- escupió el rubio que estaba sentado en los escalones de piedra, abrigado por la capa con el emblema de Slytherin.

-Lo sé.- dijo jadeando aún.- Clase con Dumbledore.

-¿De qué?

-Oclumancia.

-¿¡Qué!?- Malfoy parecía escandalizado y se levantó de un salto.- ¿Estás loco? Podría averiguar todo esto sólo con leerlo dentro de ese melón que tienes por cabeza. Si el Lord Oscuro puede manipularte, Dumbledore se enterará enseguida de…

-Cállate ya.- dijo Harry frunciendo el ceño. Malfoy se interrumpió, pero volvió a la carga inmediatamente después.

-¿Cómo puedo ahora confiar en ti si me dices que Dumbledore manosea tus recuerdos todas las tardes?

-Porque creo que ya domino la oclumancia lo suficiente como para que no lo descubra. Hoy le he bloqueado en todos sus intentos. No sabe nada y no lo sabrá nunca.

-¿Estás seguro?

-Sí.

Harry podía ver cómo Malfoy trataba de aplacar la casi instintiva desconfianza que había entre ellos dos y aceptar su palabra. Le costaba, desde luego que sí. Al final el rubio pegó una patada a uno de los escalones con rabia.

-Maldita sea. Este tipo de cosas tenemos que saberlas, ¿vale?- dijo con rabia.- ¿Hay algo más que tengas que contarme?

-Sobre este tema no, pero tú sí.- dijo Harry apoyándose en la fría pared.- ¿Cómo contacta tu padre contigo?

-A través de un espejo de doble sentido.

-Vaya, parece que los tenían de oferta en el sitio donde los vendían…- comentó Harry con una risita sarcástica.

-¿Por?

-Yo tengo uno igual, pero la pareja se perdió en el ataque a Azcabán.

-Ya… bueno, es un buen método de comunicación. Privado, discreto y fácil de transportar y utilizar.

-Vamos, la versión mágica del móvil…

-¿Del qué?

-Olvídalo… ¿Qué tipo de información le pasas?

-Movimientos de los profesores, de Dumbledore y de ti, sobre todo. Creen que cuantos más datos tengan sobre ti, el Lord mejor te conocerá y así podrá acceder a ti más fácilmente.

Harry resopló. Desde luego había funcionado hasta el curso pasado.

-¿Y a ti te cuentan algo de lo que hacen?- preguntó Harry.

-No mucho. Lo justo para que me haga una idea global y poco más. Todo lo demás lo he averiguado por mis propios medios.

-¿Cómo cuáles?

-Secreto profesional, Potter.

-Bien, ¿y qué sabes?

-Poco, la verdad, desde que mi padre fue encerrado, pero ahora que está fuera el flujo de información no tardará en restablecerse.

-¿Qué tipo de cosas te contaba?

-Nunca me llegaba a contar el plan entero. Sólo me daba instrucciones muy precisas. Sin preguntas. Decía que Dumbledore podría enterarse aunque no lo dijera en voz alta.

-No lo dudes.- asintió Harry.- ¿Por ejemplo, qué instrucciones te dio el año pasado?

-Sobre todo que te metiera miedo por Black.- Harry sintió un pequeño nudo en el estómago y con un fruncimiento de ceño bajó la mirada, pero Malfoy no se inmutó.- Y también que te hiciera enfadar a menudo. No me dijeron más. Lo primero lo entiendo, pero lo segundo… ¿por qué?

-No lo sé.- dijo Harry encogiéndose de hombros.- Supongo que así pretendían dificultarme la oclumancia, o algo así… Aunque Snape para eso no necesitaba ayuda.- Harry hizo una pausa para aplacar el desprecio que sentía por su profesor y volvió a preguntar.- ¿Este curso te han dicho algo?

-Sí.- Malfoy se estremeció. Harry alzó una ceja.- Que te hiciera dudar de tu lealtad hacia Dumbledore.

-Malfoy, teniendo en cuenta lo peculiar de nuestro pacto no me gustaría que pensases que lo has logrado.

-Por supuesto que no.- dijo el rubio alzando una ceja con obviedad.- Pero me atrevería a decir que mis palabras no fueron en balde. Algo sí que te hicieron pensar.

-Sólo para reafirmarme en mi posición.

-Me lo figuraba.- asintió el rubio.- Por eso decidí dar el primer paso después de eso.

-¿En serio creías que me iba a convertir en un mortífago o algo así?

-Ni mucho menos.- dijo Malfoy.- El objetivo era alejarte de Dumbledore, hacer que decidieras actuar por libre. Potter, es la ley básica de la estrategia desde Julio César: Divide y vencerás.

-Ya veo…- Harry hurgó pensativo con la punta del zapato la rendija entre dos losas del suelo.- Dumbledore no se ha portado bien conmigo y desde… hace un tiempo no me llevo muy bien con él. Pero eso ni significa que no esté de su lado, ¿entendido? Aunque me haya acabado juntando con alguien como tú.

Malfoy se le quedó mirando un momento.

-Te sientes culpable.- afirmó Malfoy. Harry se quedó lívido, paralizado de asombro.

-¿Desde cuando te importa cómo me siento o me dejo de sentir?- replicó el moreno sintiendo de alguna manera que habían invadido su espacio.

-Desde que ese sentimiento puede llevarme a la muerte, estúpido.- escupió Malfoy.- Tienes que estar muy seguro de esto porque si no, existe la posibilidad de que te arrepientas y de que todo se vaya a la mierda.

-Te juegas tanto como yo, así que no me vengas con el papel de víctima porque no me lo trago, ¿de acuerdo?- dijo Harry clavándole la mirada.- Ya no me puedo arrepentir, ¿o es que no te das cuenta?

-¿Y entonces a qué ha venido esa autojustificación?- preguntó Malfoy en la misma línea.- No te la he pedido en ningún momento.

Harry se quedó callado un momento.

-Es por que en cierto modo sí has logrado tu objetivo de separarme de Dumbledore.- contestó al fin.- Por eso acepté tu oferta en gran parte. Pero también sé que sin él yo no sería nada. No le puedo traicionar, pero eso no significa estar de brazos cruzados.

-¿Aun a sus espaldas?- Harry miró al rubio. La verdad es que no podía negarse que era hábil con las palabras para manipular a las personas. Ciertamente su fama se la tenía merecida. Su sencilla pregunta ahondaba en el tema para sacara todas las posibles dudas y desarmarlas una a una para que ya no hubiera ningún atisbo de vacilación. Consciente del juego psicológico del slytherin decidió jugarlo.

-Aun a sus espaldas.- afirmó.- Siempre y cuando no ponga en peligro grave a la Orden.

-Nunca sería un peligro grave.

-Eso espero, Malfoy, por que si no, no habrá lugar en este mundo donde te puedas esconder.

La voz de Harry había sonado calmada, segura y fría como el témpano; buscar la sinceridad absoluta llevaba implícitas respuestas absolutamente sinceras, y Malfoy lo sabía. Por eso no replicó ante aquella frase ni hizo ningún gesto de suficiencia o desdén. Sabía que era cierto, y aquella certeza penduló sobre ellos como una profecía.

-Bien, ¿cuál es tu plan?- preguntó Harry con su tono normal sacando a Malfoy de su momentáneo estupor.

-Básicamente se basa en pasarnos información para cada uno de los dos bandos.

-¿No decías que no era cuestión de bandos?

-Nuestra lucha no es cuestión de bandos, independientemente de lo que sea para los demás. Yo no quiero luchar ni por alguien como el Innombrable ni por alguien como Dumbledore.

Harry se quedó callado. Aun a pesar de sus diferencias, él sí lucharía del bando de Dumbledore. Pero aquellas cuestiones debería pensarlas en otro momento. Ahora no había tiempo así que al final obvió el tema y volvió al meollo de la cuestión.

-Explica lo de los agentes dobles.

Malfoy fue muy consciente de su momento de duda, pero lo pasó por alto deliberadamente.

-Debemos parecer absolutamente leales tanto a unos como a otros y les pasaremos información del bando contrario que les ayudarán en sus encuentros y en sus misiones. Pero no les diremos todo. La información completa la tendremos nosotros.

-¿Para qué?

-Para saber cuándo sea el momento adecuado para actuar definitivamente.

-¿Actuar definitivamente?

-Exacto. Verás, hasta ese momento nos limitaremos a manejar el cotarro desde aquí. Los mortífagos y el Lord Oscuro van a basar sus acciones en lo que yo averigüe de ti y de Dumbledore.

-Pero yo no tengo tanta influencia en la Orden ni en Dumbledore. De hecho, la única sugerencia que hice la pasaron por alto. ¿Cómo esperas que…?

-Vamos Potter, tienes más influencia sobre Dumbledore de lo que crees.- Harry frunció el ceño. Tonks le había dicho algo por el estilo, pero aún no se lo terminaba de creer. Aunque pensando en Tonks… quizá sí tuviera algo de influencia al fin y al cabo…

-Bien,- dijo al fin.- supongamos que ambos manejamos la guerra desde aquí. ¿Cómo disminuiríamos las víctimas así?

-Preparando mejor a cada uno de los bandos, engañándoles y mucho me temo que, acercándoles hacia aquí.

-¿Al colegio?- preguntó Harry atónito.- ¿Estás loco?

-Es la única manera de precipitar el final.- Malfoy le miró con una intensidad inusitada. Harry no sabía a qué se refería hasta que como un baldazo de agua fría le llegó la respuesta: la profecía. El rubio conocía su existencia y la relación que había entre Voldemort y él, así que… había llegado a la misma conclusión que Tonks.

Malfoy quería terminar la guerra enfrentándole con Voldemort lo antes posible, pero… Harry desvió la mirada. ¿Estaría preparado o sería una precipitación irresponsable que le diera a Voldemort la victoria y por lo tanto la muerte a Harry?

-Cuando hablas de precipitar el final…- dijo Harry en voz baja y perdida, sin mirar directamente al slytherin.- ¿cuánto tiempo calculas?

-Meses.

Harry suspiró profundamente y se dejó resbalar por la pared hasta quedar sentado con los brazos sobre las rodillas. Se pasó una mano por el pelo, preocupado.

-¿Sabes lo que me estás pidiendo?

-Si mis sospechas son ciertas, sí.

-Qué fácil es montar grandes estrategias desde la barrera.- se quejó Harry.

-Cuando llegue ese momento no estarás sólo. Al menos no todo el tiempo.- Harry le miró entre perplejo y asombrado.

-Si muero tú serás el siguiente.

-Lo sé.- Malfoy esbozó una triste sonrisa.- Pero por lo menos al final habré sido yo el que decidía mis pasos.

Harry empezó de verdad a ver a Malfoy con otros ojos.

-¿Tanto odias tu apellido?

-Imagínate algo que ha marcado tu vida desde tu nacimiento, algo que la ha destrozado, que la ha manipulado hasta la saciedad. Que al mero sonido de tu nombre la gente se llene de prejuicios que harán casi imposible cualquier relación verdadera durante toda tu vida. Que tu pasado sea más importante que tu futuro y que apenas haya espacio para ser uno mismo. Imagínatelo por un momento y comprenderás por qué estoy haciendo todo esto.

Harry creía haber oído la historia de su vida.

Malfoy quería matar su apellido traicionándolo. Harry quería acabar con aquella profecía y quería acabar con Voldemort para poder liberarse de su carga. Y tal y como había dicho el rubio hacía un momento, en realidad poco importaban lo bandos porque eran cuestiones personales las que se implicaban en el asunto. Harry comprendió entonces el plan del slytherin. Utilizarían a ambos ejércitos para que libraran su guerra particular, la que estaban convencidos que tenían que luchar. Pero desde allí ellos dos tratarían de que no hubiera muchas víctimas para que aquella guerra absurda no se llevara a más muertos de los necesarios. Todo, para que la situación desembocara hacia el único final posible. El moreno volvió a pasarse una mano por el pelo, apretando las yemas de los dedos en el cuero cabelludo.

Y ese único final era "su" final.

Suspiró y asintió.

-Me puedo hacer una idea.