�¡Hola!

¿Cómo están ustedeeeeeees?

(�¡BIEEEEEEEEEEN!)

De acuerdo, después del momento de idiotez provocada por el ascenso de las temperaturas y un sueño impresionante por el madrugón absurdo durante dos días seguidos en los que mis incompetentes profesores me han sumido (no viene ninguno a clase y no avisan... ¡capullos!), me inclino ante todos vosotros para pediros perdón por el retraso. Sí, casi un mes después llega el capítulo 17, capítulo, por otra parte, que me ha costado dios y ayuda para terminarlo. Ha sido difícil, amiguitos, y cuando lo leáis lo comprenderéis.

Es la rayada elevada al infinito. Lo he intentado explicar lo más claramente que he podido. Es el capítulo que hila "Un lugar, un camino" con "Camino se hace al andar". aquí explicó por qué pueden viajar entre realidades, lo que son las Puertas y más o menos lo que se puede hacer con ellas. De verdad, si no entendéis algo preguntadmelo y os trataré de resolver las dudas. Así que os pido que leáis con atención. Nada está escrito al azar. Cada palabra es la que tiene que ser.

Bueno, creo que ya os he metido suficiente miedo en el cuerpo, jejeje... ahora os contesto:

Lucumbus: Te acabo de escribir el mail (lo siento... otra vez). Espero que te guste el capi. Con la sangre que he sudado para escribirlo si encima está mal me corto las venas. A Snape... sí, la verdad es que es un gran capullo. Pero aún no me siento cómoda utilizándolo. No sé, sus motivaciones me parecen tan simples... Pero me alegro de que le odies. Eso significa que lo estoy haciendo bien. Y por dios, lo de los exámenes ni lo mentes... que me da algo.

Miranda Evans¡Hola guapa! Jeje, la cosa está emocionante, sí. Aparecen los nephlim y... ¿qué pasar�? Tú lee y ya verás. Lo que ha visto Malfoy es muy peculiar. De hecho, lo que ve cada uno es muy peculiar. Es como entrar y enfrentarte contigo mismo. Es muy personal y muy trascendental. Más que probarse ante la Puerta se prueban ante sí mismos. Ya sabes, muy filosófico, en mi línea... ¿Querías que los amiguitos sufrieran más? Bueno, aún les queda, no te preocupes. Harry no puede olvidar lo que han hecho, aunque les perdone. Y todavía pueden pasar muchas cosas. Paciencia.

Remus-Lupin-Black-Darkg: Lo ziento, he tardado un poco, pero espero que te guste... bueno, espero que se entienda, el resto creo que es pedir demasiado... ya me contarás.

Marlenn¡Jo, gracias! No sabes lo que significan tus palabras. Aunque después de éste capi espero que no me dejes por un caso perdido. ¡Un besito!

Alpha X: Jeje, a ver, no me he enfadado ni nada de eso... aunque al leer la contestación que te dí sí es verdad que estuve un poco bestia. Lo siento. Y nunca te llamé "niño". Es que yo utilizo el "hijo mío" hasta con gente mayor que yo... soy muy maternal... (mentirosaaaaaaaaaa!). Tranquilo. No tienes por qué disculparte. ¡Espero que este capi te guste!

Ely-Chan: me alegro de que te haya gustado. Este capi es un poco extraño, pero bueno, ya me contarás qué te pareció. ¿Y mi test¿Lo recibiste? Me encantó el tuyo. ¡Un beso!

Caliope Alice¡Hola preciosa! Exacto, todas la preguntas se contestan en este capi. espero que se entienda, y si no, pregunta, que para eso estoy. ¡Un besazo!

OrhenShiy: Bueno, creo que esas preguntas se contestan en el capi. Y si te queda alguna más (que te quedar�, no lo dudes) pregúntame y yo contesto. Por cierto, tu sugerencia me la apunto¿vale¡Un besito, y muchas gracias!

Aidee: Jo, niña, que me sonrojo... ¿Cómo me dices esas cosas¡Por favor, que luego me las creo! Muuuuuuuuchas gracias, de verdad. Aunque esta vez he tardado en actualizar (tanto esta como las Sombras) he vuesto con ganas. Además, las Sombras están en su recta final (tiene 30 capis y voy por el 24 ). A ésta le veo el final, pero hasta él queda un trecho, así que no te preocupes, aún queda. ¡Un besazo!


El origen de todo

"Los humanos quieren estar por encima de ellos mismos, pero sus sueños los arrastran hasta el interior de su propio ser."

En la luna de Valencia.- Lope de Aguirre

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Se quedó helado.

Casi no se atrevía a moverse mientras sus ojos seguían fijos en el rostro relativamente andrógino de aquel ser. Sentía la mano en el hombro como una especie de ancla, de grillete que le ataba a aquel momento y a aquel lugar. Era como si aquel contexto fuera extremadamente real, vivo, como si toda su vida anterior hubiera sido un sueño.

Allí, sencillamente, era.

Pasados unos segundos de profundo estupor, su cuerpo decidió tomar cartas en el asunto. Su corazón empezó a latir desbocado, acicateado por las oleadas de adrenalina que un instintivo terror había descargado de su hipotálamo. No sabía muy bien porqué tenía tanto miedo, pero no podía evitarlo. Tenía la vaga sensación de que estaba allí para ser castigado. Al fin y al cabo, Dumbledore había dicho que debería probarse ante la Puerta para ver si era digno de conocerla. ¿Lo sería¿Y si no?

Un momento… ¿Nephlim?

Entre la bruma de aprensión y sorpresa que le embargaba, aquella palabra atravesó sus aturdidas neuronas hasta colocarse bien cómoda en su consciencia. Giró la cabeza para mirar a las decenas de personas que estaban silenciosamente sentadas en las gradas y recordó lo poco que sabía sobre los nephlim.

Según le habían contado hacía meses en su periplo interdimensional, los nephlim eran unas criaturas que habitaban un plano diferente del mundo normal. Al parecer eran el origen del alma humana, del espíritu de todas las cosas y de la magia misma y que, en cierto modo, todo ser humano tenía algo de nephlim en ellos. Raras veces eran vistos por las personas y siempre tomaban la forma de apariciones místicas y religiosas. Eran como ángeles.

A él mismo, a Harry, le habían llamado "nephlim".

¿Por qué? Porque había podido hacer magia en un mundo en el que la magia no existía. ¿Y por qué podía hacer magia? Harry se esforzó para rescatar de sus recuerdos la información que necesitaba. Tenía algo que ver con sus padres y el alma de sus padres… Algo así como que había heredado una combinación muy potente de almas ya poderosas de por sí. La parte nephlim de sus padres se había multiplicado en él haciendo que su alma, más que humana, fuera nephlim y por tanto, tener acceso a un poder más allá de las leyes físicas y naturales.

Y al parecer Voldemort era como él.

Pero al volver a la realidad de Hogwarts descubrió que, no sólo era diferente porque allí sí existía la magia, sino que además allí la misma magia era diferente. Allí no conocían a los nephlim, pero sin embargo allí estaba él, frente a ellos, después de traspasar una cueva en la realidad del colegio.

Su cerebro iba a toda velocidad tratando de encontrarle una lógica a todo aquello, un sentido que le aclarara cómo había llegado hasta allí y qué era lo que podía esperarse.

Según lo que le habían dicho de aquella cueva, tras el oscuro umbral había una dimensión en la que se abría el todo absoluto. Entonces tenía sentido ver allí a los Nephlim. Una vez cruzabas la Puerta, podías encontrarte, virtualmente, cualquier cosa. ¿Y por qué no a aquellos seres mitológicos de los que había oído hablar en una realidad paralela? Harry sintió que se mareaba al percatarse de que mezclar la lógica con lo absurdo no era buena combinación. Especialmente cuando uno no sabía muy bien si sus ojos y sus sentidos no le engañaban.

Pero allí estaban, contemplándole. Si Dumbledore y todos los demás que le habían hablado de la cueva la conocían, presumiblemente habían entrado para someterse a su juicio. Al fin y al cabo, era condición sine qua non¿no? En fin, Snape se había puesto como una fiera por eso. Entonces¿cómo era posible que ninguno conociera a los Nephlim?

Y a todo esto… ¿qué eran exactamente?

Desde luego no eran humanos, aunque lo parecieran. Era como si retuvieran algo parecido a una resonancia mórfica, como si lo hubieran sido hacía mucho tiempo, hubieran cambiado mucho y luego hubieran intentado volver a parecerse a ellos gracias a explicaciones vagas sobre los rasgos básicos de los seres humanos. Pero había ciertas diferencias evidentes.

En primer lugar, eran altísimos. Posiblemente todos superaban los dos metros de altura. Su piel podía adoptar todas las tonalidades de la piel humana, pero parecía traslúcida y refulgente a la vez. Sus formas y rostros bien podrían hacer sido de hombre o mujer indistintamente, y su voz era como la mezcla de un susurro que más que oírlo, reverberaba en todo su cuerpo. Y sus ojos, claro. Todo el orbe de un negro profundo y definitivo.

El nephlim que tenía su mano en su hombro se movió sacándole de sus pensamientos y apartó la mano. En seguida sintió como si le hubieran arrancado algo y se tambaleó ligeramente.

Te llaman Harry Potter¿es cierto?

Sí.- su voz sonó cascada, ronca. Carraspeó y volvió a asentir con voz más segura.- Sí.

Debes saber, Harry Potter, que tu existencia es una amenaza constante. Tu mero nacimiento fue un cataclismo para el equilibrio del universo y la estabilidad del Todo.- el tono era serio, severo, pero no había acusación, sólo una objetividad fría y concisa. Aun así Harry sintió que la sensación ominosa de que iba a ser castigado se acrecentó.- Pero quizá el problema sea también la solución.

Otro nephlim de piel dorada y cabellos oscuros caminó suavemente hacia ellos y tomó la palabra.

Hay otro.- dijo el segundo Nephlim.- Él lo empezó todo y tú sólo lo empeoraste. Fue complicado para todos nosotros. De pronto nos encontramos dos seres vivientes con el poder para crear infinitas realidades en las que lo único que seguía constante eran ellos dos, atados para siempre el uno al otro. Podían modificar el espacio-tiempo sin querer, sólo porque su propia existencia era tan inmensa que un solo cuerpo, un solo mundo, no era capaz de contener tanta energía. Un poder comparable al de cualquiera de nosotros.

Pero vosotros habitáis el plano de la existencia real y estáis atados a las limitaciones de vuestra especie.- continuó el primero.- El poder que residía en vosotros no es una energía inerte, lista para usarse sin más. Tiene una inteligencia más antigua que el más antiguo átomo. Al percatarse de la existencia del primero de vosotros se autorreguló del único modo que podía, provocando la existencia de otro.

Y así neutralizar el peligro.- terminó el segundo.- Así que formuló la Profecía.

Harry notaba cómo cada palabra caía como él como una ducha fría. Ya era duro saber que aquella profecía le obligaba a un destino terrible y que era su entera responsabilidad, pero además que le dijeran que el equilibrio del universo estaba en peligro por su culpa… Intentó tragar, pero tenía la garganta seca y áspera como papel de lija.

Pero…- dijo ligeramente titubeante.- ¿eso significa que nos mataremos mutuamente? Creí que la profecía hablaba de que uno moriría y el otro no…

Ese poder no formuló aquella profecía a la ligera.- no fue el tono, ni las palabras, pero Harry se sintió estúpido por no comprender lo que para ellos parecía tan obvio.- Cuando llegue el momento todo volverá a la normalidad, de un modo u otro.

O sea, que os da igual quien venza.- dijo el chico perplejo.

Las diferencias entre los humanos en un mundo entre infinitos no son de nuestra incumbencia.

¿Ni siquiera cuando el "otro", como decís, tiene pensado utilizar ese poder para su beneficio¿No es eso peligroso¿Eso no es una amenaza? – preguntó Harry sintiéndose como un juguete molesto entre aquellos seres.

Vuestra propia existencia es una amenaza porque cada momento en que vivís utilizáis ese poder sin saberlo.- contestó el primer nephlim con calma.- Ante nosotros, no eres mejor ni más merecedor que el primero. Como ser viviente, como ser humano, no deberías tener ese poder. Sois un error que se ha de subsanar por sí mismo. Y lo hará. El cómo lo haga ya no está en nuestras manos, sino en las vuestras.

Pero…- Harry estaba desesperado. ¿Cómo era posible que no les importara quién venciese?- ¿Y si en la lucha se desequilibra por completo el universo y todo se destruye¿No podría pasar algo así?

Todo es posible.- contestó el segundo casi con indiferencia.- Pero eso no podremos saberlo hasta que no ocurra.

�¡Entonces a qué viene todo este sermón de que si soy un peligro para el universo si al final todo da igual?- Harry no entendía nada, estaba asustado y parecía que estaba siendo arrollado por una avalancha de datos que no sabía ni de dónde le venía. Pero aun así, cuando terminó la frase se arrepintió de su tono y su volumen y enrojeció.- Perdón, pero no entiendo nada.

El nephlim al que se había dirigido levantó la mirada hacia las gradas que quedaban a la espalda del joven. Un vistazo le bastó para darse cuenta de que todos los nephlim miraban en la misma dirección. Harry giró la cabeza y vio cómo una figura muy similar a las que le rodeaban bajaba los escalones de las gradas con aquella gracia y levedad que no podía darse en un espacio con gravedad. Cuando llegó a la parte inferior se quedó quieto y habló.

Te equivocas.- Harry retuvo el aliento casi sin darse cuenta. La voz de aquel individuo era especialmente grave y profunda, como si fuera más anciana.- No da todo igual ni mucho menos. ¿Por qué crees que estás aquí?

Harry se quedó callado pensando que aquello era una pregunta retórica, pero tras cinco segundos se dio cuenta con horror de que no lo era. Así que respondió con sinceridad.

No lo sé. Nunca pensé que acabaría aquí.

Aquel nephlim sonrió y mientras se acercaba continuó hablando:

Tu némesis hace ya que está fuera de control, pero no lo sabe. No es consciente del poder que posee. Lo utiliza, cierto, pero no sabe hasta donde puede llegar. Y por eso lo usará sin percatarse de lo que puede provocar. Ninguno de nosotros podemos detenerle porque como nephlim, no podemos modificar la realidad, sólo dotarla de esencia.- el nephlim, de una piel color café y cabellos oscuros y ensortijados se colocó frente a él aún sonriendo.- Pero él sí puede modificarla porque tiene el poder y porque es parte de ella. Por eso es peligroso y por eso estás aquí. Para no ser tan peligroso como él.

¿A qué te refieres?

El nephlim se adelantó un paso más y acercó sus dedos al pecho del chico sin llegar a tocarlo. Harry sintió que la sangre le empezaba a ir más rápido y que la magia que fluía naturalmente por él se revolucionaba. La mano ascendió lentamente delante de su cara hasta que sus dedos se posaron en su cicatriz. Harry cerró los ojos con fuerza. No era dolor, pero tampoco era agradable. Su magia se concentró en el punto en el que los dedos del nephlim se habían detenido y un instante después… nada.

Harry abrió los ojos y vio frente a él una bolita de luz tornasolada que bailaba perezosa entre la mano del nephlim y su frente.

¿Qué es?

Tu alma.- Harry palideció. Después el neplim le cogió una mano. Entonces la figura humanoide desapareció. Harry se vio con la mano metida en una especie de ser brillante casi transparente, sin forma demasiado definida y de una textura extremadamente parecida a la bolita que aún estaba suspendida a la altura de sus ojos y que parecía ser su alma.- Como ves, no somos tan diferentes.

Pero Harry sí veía diferencias. Su bolita de luz era más brillante, más compacta, mientras que el nephlim parecía ser una nebulosa de puntos de luz. Daba la impresión de que si se cogía al nephlim y se guardaba en una cajita pequeña acabaría siendo igual que su bolita, con todos los puntos juntos y emitiendo la misma luz que su alma.

¿Por qué mi alma está tan comprimida?

Porque tienes presencia corpórea.- respondió el Nephlim volviendo a su forma humana.- El alma es algo físico, ocupa un espacio dentro de tu cuerpo. ¿No sabías que cuando un ser humano muere pesa en torno a 21 gramos menos? Cuando el cuerpo muere, el alma vuelve a aquí.

Eso… ¿eso significa que vosotros sois almas?

No exactamente, Harry Potter.- el nephlim le indicó que le siguiera.- Verás, este lugar es como una enorme biblioteca llena de libros de registro. Aquí está todo lo que existe, todo lo que ha sido, todo lo que será y todo lo que no podrá ser jamás. Ésta es la fuente de la existencia. No hay nada en tu mundo que no tenga su eco aquí. Y este lugar, en gran medida, somos nosotros, los nephlim.

Entonces todo lo que existe es en cierto modo nephlim¿verdad?

Así es.

Habían estando andando hacia las gradas y habían subido los escalones. Cuando al fin llegaron arriba del todo, Harry pudo ver una pradera enorme que se perdía en el horizonte. Había algunos árboles que no reconoció, pero le parecieron mediterráneos. Caminando entre ellos había gente. Algunas en grupos otras en solitario, había personas sentadas y otras jugaban a juegos… ¿Qué era aquel lugar?

¿Quiénes son?

Nadie… todavía.- el nephlim bajó un escalón y llegó a la verde hierba.- Son los no nacidos.

¿Toda esta gente aún no ha nacido?

Sí, y es posible que no lo haga.

¿Por qué?

Podría pasar cualquier cosa.- dijo el nephlim encogiéndose de hombros con una sonrisa.- ¿Ves esa niña de ahí? La morena de pelo rizado. Ella es una posibilidad entre millones. ¿Y si sus padres nunca se conocen¿Y si algo sale mal en el parto¿Y si uno de sus padres nunca ha nacido? Pero esa niña es una posibilidad, así que está aquí.

Harry, poco a poco iba entendiendo la magnitud del lugar en el que se encontraba. Tenía que ser enorme, tenía que… No, las cualidades clásicas del espacio-tiempo no podían darse de igual modo allí. Cerró los ojos un momento para tratar de reordenar sus categorías y tratar de verlo todo desde un punto de vista más amplio.

Es el todo absoluto.- murmuró casi sin querer.

Exacto.- respondió el nephlim.- Hace mucho tiempo el primer átomo que existió empezó a generar energía. Ese átomo, por el hecho de existir, tampoco existía, y así la dualidad de la existencia tomó forma. El juego de lo que existía y lo que no generaba una energía paralela a la que las leyes físicas pueden concebir. Esa energía es la magia y se convirtió en la energía predominante aquí, en la zona de la "no existencia". La existencia empezó a tomar forma y a medida que se hacía más grande, las posibilidades combinatorias aumentaban y por tanto la no existencia creció exponencialmente. La existencia, para mantener el equilibrio, hace realidad cosas de la no realidad, pero la no realidad se hizo tan enorme que surgieron desequilibrios y turbulencias que hicieron que la no realidad se derramara en la realidad. Las energías físicas y mágicas no podían controlar por sí mismas esas turbulencias. Hubo bucles, mezclas, catástrofes. El universo se vio amenazado muchas veces. Así que la magia, sabiendo que en ella recaía la mayor responsabilidad, ya que lo no existente era mayor, nos creó a nosotros desde las mismas turbulencias que habían puesto en peligro el universo.

Como una vacuna…- musitó para sí el muchacho.

Así es. Curó el mal con el propio mal debilitado. Nosotros teníamos el poder de ser lo que existía y a la vez participar de las dos dimensiones ya que pertenecíamos a ambas por igual. Pero después de lo que había sucedido, la magia nos dio consciencia y nos dimos cuenta que si queríamos sobrevivir debíamos utilizar nuestro poder para salvaguardar el universo y su estabilidad controlando los puntos de conexión entre ambas dimensiones.

Pero entonces¿cómo es posible que Voldemort y yo…?- Harry se interrumpió al ver el gesto de paciencia del nephlim.

Todo a su tiempo, todo a su tiempo.- dijo el nephlim con voz suave. Entonces empezó a caminar con gracilidad por el prado y Harry le siguió, mirando con curiosidad a todas aquellas personas que podrían o no existir en alguna parte del universo.- Como te he dicho, hubo turbulencias y mezclas. Hubo zonas de realidad afectadas por la no realidad en la que la esencia de lo no real quedó más impregnada.

¿Qué quieres decir?

Había realidades en las que las energías físicas y mágicas habían quedado entrelazadas y por lo tanto, el acceso nephlim a ellas era más fácil. Los nephlim somos los nexos entre lo real y lo irreal, pero nuestra capacidad de acción en lo real está limitada por la magia. En un lugar puro, nuestro acceso es muy limitado. Lo justo para hacer que las cosas sean, sin más. Pero en la mayoría de los casos la realidad es impura y las energías físicas y mágicas están mezcladas de manera que nos vemos irremediablemente imbuidos en esa realidad.

Entonces la realidad de Hogwarts es una realidad impura¿no? Porque hay magia y magos y brujas y objetos mágicos… y criaturas de todo tipo.

Sí, esa realidad es la más impura de todas.- el nephlim asintió sombrío y bajó la mirada hacia un grupo de hombres y mujeres que se reían de algo que uno había dicho. Después meneó la cabeza.- Tanto que los nephlim casi nos vimos absorbidos por ella cuando la posibilidad que más temíamos se dio. Nació Tom Riddle. Fue un desliz de la propia magia. Era tan fuerte su conexión con ese ser humano que al dotarle de alma, el nephlim encargado desapareció dentro de él. Entonces el resto de realidades desapareció. Fue una debacle en todo el universo. Todas las realidades alternativas fueron modificadas o destruidas de manera que se vieran unidas por el único elemento común, Tom Riddle. Ese ser humano, sin saberlo, había modificado a todo el universo sólo para poder dotarle de cuerpos suficientes como para albergar un alma tan enorme.

Harry observó la bolita de luz que le seguía a donde quiera que fuese. Le ponía un poco nervioso tenerla fuera del cuerpo. Le daba la sensación de que si se alejaba demasiado caería fulminado como un robot desconectado. Pero la bolita no parecía querer irse a ninguna parte, así que desvió la mirada y se encontró con los ojos negros del nephlim.

Esta bolita, si es mi alma…- empezó el chico.- ¿También es el alma de todos los Harry de todas las realidades?

Sí.

Me parece muy egoísta.- comentó. El nephlim sólo alzó una ceja, inquisitivo.- Modificar todo el universo real sólo para que una persona pueda tener el alma a sus anchas.

Como puedes comprender, la existencia de alguien como Tom Riddle, era un error.- asintió el nephlim.- Pero nosotros desde aquí no podíamos hacer nada. No podemos intervenir en las cosas ya creadas, sólo en su esencia, y la de aquel ser humano era tan similar a nuestra que nuestro poder sobre él era muy limitado. Nos costó averiguar todo esto. Para entonces Riddle ya había aprendido a utilizar alguno de los poderes nephlim. Viajaba entre sus realidades, consiguió ligar todas sus vidas en su cuerpo de la realidad impura y así sostener su existencia allí si mataban su cuerpo, y empezó a coquetear con la idea de manipular las esencias a través de las Puertas. Pero aun así sigue bastante ciego con respecto a sus posibilidades. Y por eso es tan peligroso. Podría desestabilizar de nuevo lo real y lo irreal de una manera catastrófica y nosotros no podríamos hacer nada. Por eso tú eres el que ha de neutralizarlo. Sólo tú, por pertenecer también a la dimensión de lo real, puedes atacarle con las mismas armas ya que no estás ligado como nosotros a nuestra naturaleza nephlim.

Harry no contestó. Sus ojos verdes seguían fijos en un punto entre el horizonte y su nariz, sin enfocarse mucho en ningún lado. Después respiró hondo y se dejó caer en el césped. Sentado, apoyó los codos en sus piernas y arrancó distraídamente algunos brotes.

Vale, le habían contado todo eso y ahora todo tenía sentido a un nivel cósmico. Sonrió cínico divertido de una manera perversa por la idea. Pero en esencia estaba en las mismas. Era otra manera de leer la profecía, o de ampliar su alcance, pero básicamente seguía diciendo exactamente lo mismo: el muerto lo cargas tú, chaval.

Y después de todo¿qué debía esperar¿Algún tipo de entrenamiento¿Un aprendizaje intensivo? El nephlim se sentó junto a él y le miró.

Los seres humanos son muy curiosos.- comentó. Harry le miró y alzó imperceptiblemente une ceja.- Están tan cerca de ser dioses como tan lejos de dejar de ser simples seres vivos.

¿Qué quieres decir?

Sois únicos.- dijo el nephlim encogiéndose de hombros.- Sois los únicos seres vivos capaces de ser mixtos. Algunos podéis utilizar la magia y otros no, pero no por ello dejáis de ser seres humanos.

Pero los elfos…

Los elfos son seres puros, Harry. Son criaturas puramente mágicas. Por eso sólo existen en realidades como la tuya.

Entiendo.

Pero no sólo sois únicos por eso.- el nephlim hizo una pausa.- Os preguntáis cosas que incumben a esta dimensión, cosas que en principio no deberíais conocer o siquiera concebir. Y aun así os lo preguntáis e investigáis... Si no fuera por la impureza de las realidades, vuestra propia curiosidad tiraría tan fuerte de la no realidad como lo hace la magia. En realidad los humanos sois peligrosos aun sin magia entre las manos. Esto…- el nephlim tocó con un dedo la cabeza de Harry.- Estoy seguro de que lo que los humanos tenéis ahí dentro es una tercera fuente de energía universal tan fuerte como la magia o las leyes de la física. Y ni siquiera lo sabéis.

Pero estamos sometidos a esas dos fuerzas.

Esa es la limitación de vuestra carne viva.- asintió el nephlim. Después hubo un momento de silencio y pegó un respingo, como si hubiera notado algo. Después giró sus orbes negros hacia Harry.- Es la hora. ¿Estás preparado?

¿Para qué?

Para volver.

Harry abrió la boca para protestar, pero antes de que se diera cuenta, de nuevo la sensación de que una ducha fría de imágenes, sensaciones y sentimientos le invadió repentinamente. Cuando todo pasó se encontró en la cueva, tumbado boca arriba, jadeando y con la ropa empapada del agua fría que goteaba sin cesar en aquel lugar.

Empezó a temblar de frío cuando la perenne brisa helada que corría en aquella cueva le azotó aumentando así la sensación de frío de la ropa mojada. Miró a su alrededor y vio a Malfoy sentado, apoyado en una piedra, con los ojos muy abiertos, la varita encendida y respirando agitadamente. Harry se incorporó y fue hacia él. Parecía que el slytherin no le veía. Tenía sus ojos grises clavados en la nada y sus nudillos parecían haber perdido el riego sanguíneo hacía rato.

Alargó una mano aterida para moverle un poco, a ver si respondía, pero al acercar la mano el rubio le agarró la muñeca y con un rápido movimiento del pie le hizo tropezar. En un segundo Malfoy estaba sobre Harry clavándole una rodilla en el esternón mientras con una mano agarraba el cuello del gryffindor y con la otra le apuntaba con su varita iluminada.

¡No… me… toques!- silbó Malfoy.

¡Quítate de encima, imbécil!- farfulló Harry medio asfixiado.

Los ojos de Draco estaban por completo fuera de sí, pero al mirar a los ojos al gryffindor pareció percatarse de que algo iba mal y torció el gesto con estupor mientras aflojaba la mano sobre el cuello del moreno y se dejaba caer a un lado. Sentado en el suelo se frotó los ojos y la cara mientras gemía ligeramente. Harry se incorporó y le miró suspicaz. ¿Qué demonios había visto?

Decidió esperar unos momentos para que se recuperara del shock. Cuando al fin pareció volver en sí, preguntó:

¿Estás bien?

¿Estamos fuera?

Sí.

Entonces estoy mejor que nunca.- contestó Malfoy mirándole, aún muy pálido, pero mucho más dueño de sí.- Vámonos de aquí.

Cuando alcanzaron la puerta Harry pudo notar por la perceptividad que en el pasillo había mucha gente. No le dijo nada a Malfoy, que iba delante, y cuando abrió la puerta, el rubio se quedó helado en el umbral.

Dumbledore, la profesora Green, Arthur Weasley, Tonks, dos aurores jóvenes amigos de la pelirosa, Snape, McGonagall y la mismísima Ministra de Magia, Amelia Bones, les esperaban en aquel pasillo. Al verles mojados, ateridos y pálidos, todos parecieron olvidar lo que fuera que les había llevado allí y pronto fueron objeto de hechizos de calor y secado. Snape y Green se llevaron a Malfoy aparte mientras que el resto condujo a Harry hasta el despacho del director.

Nadie hablaba. Toda la comunicación que había entre los adultos era a base de gestos y miradas. Al llegar a la gárgola los dos aurores se quedaron en el pasillo, como una guardia. Harry alzó una ceja extrañado. ¿El despacho del director necesitaba una guardia así¿Desde cuándo?

Minerva, por favor, asegúrate de que Gryffindor, Hufflepuf y Ravenclaw hagan el hechizo de las petruitium. Esta noche será más necesario que nunca.- dijo Dumbledore en voz baja a la jefa de la casa de Gryffindor antes de entrar en las escaleras. La maestra asintió y salió corriendo por el corredor.

Por fin pasaron dentro. Dumbledore se colocó detrás de su escritorio y les indicó que se sentaran. Amelia Bones y el señor Weasley se sentaron inmediatamente, pero Tonks parecía estar demasiado nerviosa como para sentarse. Al final lo hizo cuando el director consiguió mirarla a los ojos. Harry también se sentó y esperó expectante. Tenía un mal presentimiento, un presentimiento horrible.

De acuerdo Dumbledore¿cree que ya podemos hablar con tranquilidad?- dijo la Ministra con voz tensa.

Sí, ahora sí.- asintió el anciano mago. Después respiró hondo, se sentó y enlazó sus largos dedos.- Voldemort ha empezado a usar la Puerta de la que dispone.

Los únicos que no parecían sorprendidos eran el señor Weasley y la Ministra. Posiblemente Dumbledore se hubiera enterado por alguno de ellos.

¿Cómo?- preguntó Tonks.

Con los últimos mortífagos encarcelados en la nueva sede de los aurores.- contestó el director.- Utilizó a uno de ellos como caballo de Troya. Ha matado a 8 aurores y ha reducido el edificio a cenizas.

¿Cuándo ha sucedido eso?- volvió a preguntar Tonks con un fruncimiento perplejo en sus cejas.

Hace apenas un cuarto de hora. Arthur estuvo allí. Ahora los supervivientes y parte de los veteranos están investigando lo sucedido. Tonks¿podría pedirte que les echaras una mano?

Claro, pero ya sabes que tengo a los míos en otros lugares.- replicó la chica.

Lo sabemos.- respondió el señor Weasley.- Pero hay muchos heridos y la mayoría han acabado en San Mungo. Necesitamos gente ya.

No te preocupes, la tendrás.- asintió la joven.

De momento es demasiado pronto para hacer ninguna conjetura.- dijo Dumbledore.- Aún no sabemos si los mortífagos han salido vivos de allí o si podríamos sacar algo de ellos. Amelia¿cuándo tendrás las primeras informaciones?

De momento me han llegado un par de informes, pero muy vagos. Dentro de una hora tendremos datos fiables como nombres, datos de las detenciones, aurores heridos y muertos… - la mujer hizo una pausa para tomar aliento.- y todo lo demás. Te enviaré una copia en cuanto lo tenga, Albus.

Entonces todas las miradas se concentraron en Harry, que sintió que el corazón se le apretaba contra el estómago de una manera muy desagradable. Después de todo lo que había pasado aquel día¿qué le esperaba ahora?

Bueno, Harry, acabas de cruzar la Puerta Principal.- dijo Dumbledore.- ¿Has visto algo que pueda ayudarnos en un momento así?

No.- respondió el chico sintiéndose miserable.- Pero quizá podamos hacer algo.

¿El qué?- preguntó la Ministra.

Tratar de utilizarlas nosotros.- contestó el chico con sencillez.

Eso está fuera de toda discusión, Harry.- negó Dumbledore con firmeza.- Nadie en este colegio sabe controlarlas. Ni siquiera yo me atrevo a llegar tan lejos como lo ha hecho Voldemort. Es demasiado peligroso.

Pero no lo haríamos solos, profesor.- dijo Harry tratándole de convencer.- Hay quien sabe utilizarlas muy bien porque son ellos quienes las utilizan todos los días. Ellos nos ayudarán.

Hubo un momento de silencio.

¿Qué has visto en la cueva, Harry?- preguntó el señor Weasley mirándole con interés.

¿De verdad crees que podrías hacer algo para pararle?- preguntó Dumbledore mirándole directamente a los ojos.

No lo sé, señor, pero cuando estuve allí me dijeron que mi misión era neutralizar lo que Voldemort hiciera con su poder, y que me ayudarían a hacerlo, pero no me dijeron cómo lo harían, y lo único que se me ocurre es volver a allí y preguntárselo.

¿Quién te dijo eso?- preguntó Tonks esta vez.

Los Nephlim.

¿Los qué?- dijeron inmediatamente Tonks, la Ministra y el señor Weasley.

No hay tiempo para explicaciones.- dijo Dumbledore levantándose.- Tonks y Arthur, volved a la sede de los aurores y organizar la investigación. Amelia, gracias por venir. Te mantendré informada en todo momento.

Muy bien, Albus. Harry, Arthur, Tonks…- y con una vocalización perfecta de su destino se fue tras un estallido verde por la chimenea del director.

Un momento después Tonks y el señor Weasley hacían lo mismo. Entonces el director rodeó rápidamente la mesa y Harry le siguió hasta el segundo piso, al pasillo donde la puerta permanecía cerrada y tranquila frente a ellos.

¿Estás seguro de esto, Harry?- preguntó Dumbledore.

No, señor.

Bien. Entonces vamos.

Dumbledore abrió la puerta y con más o menos dificultad llegaron hasta el oscuro umbral. La cueva se abría negra y tenebrosa frente a ellos, y parecía que tanto la luz como el sonido parecían ser absorbidos por su negrura.

Profesor¿y si entramos y nos separa? Malfoy y yo entramos juntos y…

No te preocupes. A este nivel tan básico puedo controlar la puerta, pero una vez dentro ya no podré dirigir el rumbo.

Esperemos que nos quieran ayudar.

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¿Te encuentras mejor, Draco?

La profesora Green cerró la puerta del despacho del profesor Snape cuando los tres entraron. El rubio echó un vistazo a sus dos maestros y alzó una ceja.

Sí. ¿Qué ocurre, profesor?

Como podrás comprender, lo que acabas de experimentar no es algo muy común.- explicó el profesor de Pociones.- Muy pocos magos han entrado en esa cueva. Eso significa que muy pocos la conocen. ¿Sabes por qué?

No, señor.

Porque se supone que está escondida.- respondió la profesora Green sentándose en la silla de al lado.- Según hemos podido deducir por los acontecimientos de esta tarde, tú y el señor Potter la visteis al mismo tiempo. ¿Por qué?

Draco no modificó ni un solo rasgo de la expresión de indiferencia de su rostro. Se quitó una pelusita de la túnica negra y volvió a mirar a sus profesores.

Coincidencia.

¿Sin más?- preguntó Green alzando una ceja.

Es fácil encontrarse por los pasillos con los alumnos siendo prefecto, profesora.- respondió el rubio.- Si aquella noche vi a Potter fue pura coincidencia.

¿Quién vio la puerta?

Draco hizo memoria durante un momento y después contestó con voz segura:

Potter.

Ambos maestros se miraron un instante y Snape volvió a tomar la palabra:

¿Pasaste por delante de la puerta antes de coincidir con él?

Tuve que hacerlo. Yo bajaba por ese pasillo cuando me lo encontré.

¿Y no la viste?

Supongo que no me fijé.

Ya veo…- Snape enlazó los dedos de las manos y le miró con más intensidad que nunca.- ¿Por qué entrasteis por esa puerta?

Nos escondíamos.

¿De quién?- preguntó Green.- Y por qué.

Draco respiró superficialmente y levantando todas las protecciones de oclumancia de las que era capaz mintió.

Nos habíamos peleado y al oír que se acercaba un profesor, ambos corrimos para escondernos.

Ya…- dijo Green poco convencida.- ¿Cuándo fue?

A mediados de enero, más o menos.

Hubo un par de segundos de silencio y después Snape volvió a hablar.

¿Qué has visto?

Draco no pudo evitar estremecerse. No era agradable recordarlo. No volvería a ser el mismo desde aquello ni podría volver a ver el mundo como antaño. Aquella breve visita a aquella especie de dimensión desconocida le había cambiado por dentro mucho más de lo que jamás admitiría, ni ante sí mismo.

Es privado.- contestó el joven con firmeza.

Ante su sorpresa ninguno de los profesores insistió. En cambio, el interrogatorio tomó un camino que no esperaba.

Bien.- dijo el jefe de la casa de la serpiente levantándose.- Profesora Green, muchas gracias. Acompañaré yo mismo al señor Malfoy hasta la sala común.

Green alzó una ceja, pero no protestó y se incorporó. Se despidió del joven y del profesor y se fue. Snape cerró la puerta y se volvió a Draco, que seguía sentado y observando el comportamiento de sus maestros con una curiosidad extremadamente bien disimulada. El profesor de Pociones se sentó en la silla que había dejado vacante Green. Draco se puso inconscientemente en guardia. Aquel gesto significaba que la conversación iba a volverse mucho más interesante.

Draco¿has hecho alguna vez el encantamiento de las piedras desde que se pusieron?

Profesor, parece mentira que me pregunte usted eso.- dijo Draco esbozando una sonrisa de suficiencia. Pero parecía que el maestro quería una respuesta directa, porque alzó una ceja inquisitiva para instarle a hablar.- Por supuesto que no.

¿Alguno de la casa lo hace?

Que yo sepa no.- contestó el chico encogiéndose de hombros. Después ahogó una risa cínica.- Y que se les ocurra…

Me lo imaginaba.- asintió Snape.- Verás, sé que lo que has experimentado en la Puerta ha sido terrible y traumático, pero es muy importante que trates de descubrir si en toda la visión hay algo relacionado con el Señor Oscuro.

El rubio no pudo evitar que algunos músculos rebeldes de su rostro se contrajeran un poco. Por supuesto que su visión en la cueva había tenido que ver con el Lord Tenebroso, pero no tenía ninguna intención de darle más detalles. Maldijo en su mente cuando vio que Snape parecía haber visto su desliz gestual.

O sea, que sí.- dedujo el hombre. Draco frunció el ceño y se echó para atrás en la silla cruzándose de brazos.- No te voy a preguntar detalles, Draco, pero es muy importante que me digas una cosa más.

Cualquiera diría que está ayudando a Dumbledore, profesor.- atacó Draco para desviar la atención.

¿Sabes? Estoy empezando a comprender por qué tu padre no te ha explicado nada sobre esas piedras.- replicó tenso Snape. Draco recibió el hachazo con dignidad y sonrió mirando de nuevo al profesor. Parecía que había tocado un punto sensible, y si había algo que se le daba bien era eso. Severus Snape había mostrado un punto débil que él aprovecharía hasta sus últimas consecuencias.- Además, no deberías lanzar acusaciones de ese tipo cuando sobre ti planea la sombra de la duda.

Dracó endureció la mirada y frunció el ceño.

Espero, profesor, que pueda probar eso.

¿En serio quieres que lo haga?- Snape sonrió desagradablemente.- Sólo tengo que llamar a tu amigo Zabini, o a McDougall… ¿quieres?

Parece que está olvidando de quién soy hijo.

No, no lo olvido.- replicó Snape borrando la sonrisa de sus labios.

¿Esa no es suficiente garantía¿Puede haber alguna sospecha de un Malfoy, profesor? Si el ladrón cree que todos son de su condición no es mi problema.

Ten cuidado, Draco. Llegará un momento en que ni tu apellido podrá protegerte. Papá tiene otras cosas más importantes en qué pensar.

Draco no contestó, pero no desvió la mirada que aquel par de orbes negros tenían fija en sus ojos. Sabía que trataba de ver si mentía o si le ocultaba algo, pero sus barreras de oclumancia estaban completamente levantadas. El profesor no podía invadir su mente a menos que levantara su varita hacia él, y no lo haría. Tanto uno como otro tenían razones para ser precavidos. Snape se recolocó la túnica con parsimonia y se cruzó de piernas. Después le miró casi con indiferencia.

¿Has visto al Señor Oscuro en la cueva?

Le he dicho que es personal.

Y yo te he dicho que no te voy a preguntar nada más que lo indispensable. Contesta.

¿Se lo contará a Dumbledore?

No, se lo contaré a tu padre y al Señor Oscuro. Has de tener en cuenta que esta tarde ha sido importante para él. Han ocurrido muchas cosas y en gran medida están relacionadas con esa cueva y lo que es. El que hayáis entrado Potter y tú hoy mismo, casi al mismo tiempo en que todo sucedía, podría poner en peligro los planes del Lord o darle una información crucial.

El rubio se tomó su tiempo y luego tomó aliento para comenzar a hablar.

¡CRACK!

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Harry estaba tendido en el suelo de piedra dura, fría y húmeda frente a la cueva. A su lado, Dumbledore estaba medio tirado en el suelo en unas condiciones no mejores que las suyas. Se incorporó con esfuerzo ignorando el dolor de espalda y ayudó al anciano mago. El director, recobrando el aliento jadeó:

Debería haberlo supuesto…

¿Está bien?

Sí, no te preocupes.- Dumbledore se irguió y miró la cueva, negra e impenetrable.- Bueno, volvamos, no tenemos nada que hacer aquí.

Pero profesor…

Ya has visto que no nos permite pasar, Harry. Además no creo que mi ciática soporte otro golpe como este.- el anciano se frotó los riñones y se dio la vuelta. El chico parecía desesperado.- Venga, vamos.

Pero…

Los ojos de Harry seguían fijos en el umbral de piedra. La luz de la varita del director apenas iluminaba el metro y medio que les separaba.

Habían entrado los dos juntos. Dumbledore había pronunciado unas palabras que Harry no entendió y caminaron dentro de la Puerta. Después había habido un momento de estupor y un terrible ruido como de un terremoto les sacudió y se vieron de pronto con los huesos sobre la piedra de la cueva. Sin más. La Puerta los había expulsado.

Harry estaba perplejo e indignado. Le habían dicho que su misión era neutralizar a Voldemort cuando utilizara los poderes nephlim. Había utilizado una de esas puertas sin salida para controlar a una persona como si fuera un muñeco, había matado a muchas personas y había destruido un edificio entero. Y cuando él había querido hacer algo, sencillamente, no le dejaban entrar. ¿Ese era el modo en que los nephlim pensaban ayudarle a subsanar el problema de Voldemort? Frunció el ceño. No, no le iban a ayudar. Le iban a utilizar.

¡Pero cómo!

Sintió la mano del director en su hombro.

Vamos, Harry, quedarnos aquí puede ser peligroso.

Pero Harry le ignoró y se acercó de nuevo a la Puerta. Cada paso que daba, la poderosa sensación de que no debía acercarse más aumentaba, pero no le dio importancia. También hizo caso omiso a una nueva advertencia de Dumbledore. Se sentía demasiado inútil como para dejarlo estar. No podía simplemente encogerse de hombros y decir, "Otra vez será". No después de todo lo que había averiguado. Si ahora podía hacer algo para detener a Voldemort, de alguna manera, lo haría.

Dio otro paso más.

Empezó a notar la vibración de la magia que brotaba de la Puerta como un motor a reacción. La cueva se estaba empeñando en que no se acercara más, pero él estaba más que decidido. Convocó a toda la magia de la que era capaz y en un segundo su pelo y sus ropas empezaron a revolverse por un viento que parecía sólo notar él.

Entonces la oscuridad de la cueva pareció disolverse un poco y frente a ellos una serie de puntitos brillantes surgieron del fondo oscuro. Harry dio un paso más y se preguntó qué serían aquellos puntos. Quizá si los tocaba volvería al teatro romano donde habían aparecido los nephlim. Pero eran puntos diferentes. Parecía como si en vez de puntos de luz fueran ventanitas que daban a otros lugares. El corazón de Harry empezó a latir más deprisa. ¿Las otras realidades quiz�? Si pudiera verlos más de cerca…

Como si hubieran estado esperando aquel deseo, los puntitos se hicieron más grandes y se dio cuenta con asombro que lo que veía eran las otras puertas que existían. Eran las puertas sencillas, las que estaban subordinadas a la que el muchacho tenía delante. Ahí estaba el velo. Podía ver la sala de las gradas si miraba con atención. Otra puerta parecía tener una película de agua y daba al cielo. Quizá fuera un manantial. Otra parecía estar en mitad de una selva. Otra estaba dentro de una casa. Algo le hizo fruncir el ceño y se fijó en esa en especial.

La ventanita se amplió y se dio cuenta de que aquella casa le resultaba vagamente familiar. Era antigua y grande, pero parecía cerrada y los muebles estaban cubiertos con telas. Aun así, si se fijaba bien, el polvo del suelo estaba removido. Desde luego había habido gente allí recientemente. Harry alzó una mano y tocó la imagen que se distorsionó como si hubiera tocado la superficie de un estanque.

Una luz impresionantemente brillante hizo que la cueva a su alrededor desapareciera cuando sus párpados y sus brazos cubrieron sus ojos en un movimiento instintivo de protección. Cuando el brillo cesó se dio cuenta de que estaba en la habitación que había visto. La luz mortecina de las farolas que iluminaban desde el exterior iluminaba la habitación. Se dio la vuelta.

Un espejo.

Aquel portal secundario era un espejo. Desde allí no podría volver a Hogwarts. Si entraba por ahí no volvería a salir, como Sirius. ¿Dónde estaba? Escuchó atentamente y cuando no oyó nada se atrevió a dar un paso hacia la puerta. Su mano fue hasta el bolsillo donde guardaba la varita y maldijo. Snape no se la había devuelto.

Perdido y desarmado caminó hacia la puerta con cuidado.

Aquel lugar había estado habitado. Las huellas en el suelo eran evidentes e incluso uno de los sillones había sido destapado de la sábana que lo protegía. Si no había nadie allí era por pura coincidencia. Y tenía la terrible sensación de que sabía quién era el que se había sentado en aquel lugar.

Concentrándose un momento dejó que su perceptividad escaneara el lugar. El único elemento mágico de aquel lugar era el espejo y él mismo. Más tranquilo, cogió el picaporte con la mano y trató de girarlo. Cerrado. Lo debía haber supuesto. Maldijo otra vez y se acordó de su varita. Pero tenía que salir de ahí. Miró por la ventana. Imposible saltar desde aquella altura. Suspiró y cogió las sábanas que empezó a anudar para formar una soga. Después la ató al tubo del radiador y se descolgó con dificultad por la pared exterior.

Cuando sus pies tocaron el blando suelo del jardín oyó un fuerte chasquido y la cicatriz empezó a dolerle. Se escabulló hasta unos arbustos y levantó todas las barreras de oclumancia esperando poder pasar desapercibido. Los pasos de al menos 4 personas se acercaban a la puerta principal de la casa. Iban en silencio y parecía que no se habían dado cuenta de la tira blanca que colgaba de una de las ventanas.

Entonces los arbustos bajo los que se escondía fueron arrancados de raíz y se quedó expuesto, de rodillas y completamente indefenso ante los atónitos ojos de 3 mortífagos y los rojos y airados de Voldemort. El rostro serpentino se arrugó en una especie de sonrisa y con voz casual comentó:

Mirad quién nos ha venido a visitar.