¡Hola!

Qué bien, qué tiempo más estupendo tenemos. Tan estupendo que la sequía amenaza como un terrible monstruo que atenaza nuestros pensamientos. Sinceramente, la última sequía horrible que sufrimos (en España, al menos)fue hace casi 10 años por lo del Niño y me acuerdo que durante muuuuuchos años siendo yo una criaja estuvimos siempre con el miedo constante de las restricciones, no había césped en las ciudades, todo estaba amarillo y seco y al ver los ríos (o lo que quedaba de ellos)se te hundía el alma a los pies.

Espero que no ocurra lo mismo ahora. ¡Tiene que llover! Así que chicos y chicas, seais de donde seais, ahorrad agua, no la malgastéis, que es poca y preciosa.

Caliope Alice: eehmmm... no, evidentemente Lucius Malfoy no es el padre de Snape¡por dios! Mejor dejémoslo. Creo que nos hemos confundido todos bastante... Bueno¡espero que este capi te guste! Un besito.

Remus-Lupin-Black-Drakg: Tonks es seria desde que se convirtió en mi alter ego dentro del fic. Cierto, no debía de decir esto porque le quita toda la gracia, pero es que... jo. ¡Además Harry ha hecho la mayor estupidez de su vida¡Necesitaba una bronca en condiciones! Para el resto de tus preguntas deberás esperar. Aún tienen que pasar muchas cosas. ¡Muchas gracias por leerme¡Un besito!

Lucumbus¡Hola, kougai! No, no es un insulto, pero si yo soy tu sempai tú eres mi kougai (eso de tener amigos que estudian japonés es muy útil en estos casos). Jeje, sí, que Harry le de las gracias a Snape... ¡y le lleve una cajita con pastitas¿no! Ya veremos cómo se lo agradece, ya... jejeje, malignidad de autora (tengo derecho, qué pasa). Weno, un besazo. Ya te veré por el Mess.

Undomiel de Vil: sí, el final se va perfilando¿verdad? jeje. Pero aún le quedan al menos unos 5 o 6 capítulos a menos que pase algo terrible. Sí, sin Harry nadie sería nada, pero tampoco debe olvidar que forma parte de un equipo y que si se lía a hacer lo que le sale de las narices sin saber lo que está haciendo, puede ser un problema muy gordo hasta para él mismo. A ver si este capi también te gusta. ¡Un besito, wapa!

Ely-chan: tú con tus revs nunca decepcionas, cielo. Me encanta que te haya gustado todo, pero sí, cierto, muy perspicaz, el fin se acerca, pero aún queda, no te preocupes. Hay que atar muchos cabos. ¡Nos leemos, preciosa!

Belen¡Hola! Jo, gracias. Me alegro que te gustara. Espero que este capi también te guste. ¡Muchos besitos!

Gandulfo: Jeje, sí, bueno, me gusta mi carrera, qué le voy a hacer... ¡Muchas gracias por leerme! Un beso.

Light Angel¡Hola¿Yo¿Loca? XDDD, qué va... XDD, anda ya... Jejeje¡Pues nada, a ver qué te parece este nuevo capítulo!

Miranda Evans: Sí, querida, Snape salvó a Harry, tal y como lo lees. Él era el único capaz de saber dónde estaba el chico porque Voldemort, al llamar a todos los mortífagos, también le llama a él. Así que la cagada de Harry es aún más grande de lo que podría imaginarse. Este niño... una colleja le pegaba yo y me quedaba más agusto... (y pensar que soy yo la que le hace hacer esas cosas... qué mala soy). ¡Espero que este capi te guste! Besos.


Shaletu

"El Tiempo no es nuestro amigo."

Neverwhere.- Nail Gaiman.

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Parecía mentira que al final de su curso intensivo de 6 meses en los cuales le habían enseñado todo lo que debería aprender en los dos cursos que le quedaban, otra vez fuera retrasado.

Además últimamente le llovían broncas por todas partes. Tonks se había pasado dos días acosándole por un espejo de doble cara nuevo, recordándole sus obligaciones y sus deberes. Lupin iba cada dos días por el colegio para entregarle en mano los informes de la Orden y del Ministerio para que los leyera en su presencia y luego llevárselos. Y desde luego Dumbledore le había prohibido terminantemente volver a la cueva. Además las profesoras Green y McGonagall se habían propuesto agobiarle hasta la extenuación con sus clases particulares. Menos mal que Flitwick tenía piedad de él…

A veces le parecía estar viviendo dos vidas. En una se veía expuesto a una miríada de acontecimientos extraños y peligrosos: la entrada a la cueva, los nephlim, Voldemort… Y en la otra seguía siendo un estudiante de 16 años que vivía estresado por los deberes y los trabajos. Y ambas eran demasiado intensas para llevarlas a la vez. Y ahora, a viernes, 12 de abril de 1996, podía decir que casi prefería la vida de aventuras y desventuras al borde de la muerte.

"Mira, Potter, no pienso cebarte con drogas hasta las cejas para que descubras tu animal¿de acuerdo¡Así que pon algo de tu parte!

"Pero profesora, ya hemos probado todo y no he sufrido ningún cambio espontáneo que me de una pista. Quizá la animagia no sea lo mío…

"No digas tonterías, muchacho. Eso también lo decías de la oclumancia y ya ves.- McGonagall cerró el libro que tenía frente a ella con fuerza y se incorporó. Empezó a caminar de un lado a otro sin dejar de mirar con sus ojillos agudos a Harry, que la miraba sentado en el primer pupitre de la clase de Transformaciones con expresión cansada.- Bueno, creo que no hay otra opción.

La profesora fue hacia él y le hizo una señal para que la siguiera. Hicieron el trayecto hasta el despacho del director en silencio. La gárgola se apartó por enésima vez con la sola presencia del chico y ambos subieron por la escalera de caracol. El director estaba sentado tras su escritorio hojeando unos papeles y algo que parecía un mapa cuando entraron.

"Buenas tardes, Minerva. ¿Qué ocurre?

"Tenemos un problema, Albus.- el director sólo enarcó una ceja y miró a Harry cuando la profesora lo señaló.- No sabemos cuál es el animal de Potter, y como comprenderás no estoy dispuesta a utilizar el método del viaje psicotrópico.

"¿Habéis probado todos los otros métodos?- preguntó el anciano.

"Sí, y ninguno funciona.- contestó la profesora.- Demasiada… interferencia mágica.

Los dos adultos se quedaron mirando al chico con expresiones un tanto indescifrables un momento. Nervioso, Harry carraspeó.

"Hace tiempo mencioné que podía ir a un zoo y…

"Harry, sabes tan bien como yo que eso es absolutamente imposible.- dijo Dumbledore.

"Ya, bueno…

"Por eso…- intervino McGonagall.- he pensado en utilizar otro método que no suele venir en los libros… y necesito tu aprobación, Albus, además de tu supervisión. Sabes que puede ser peligroso.

"Si te refieres al "Shaletu", Minerva, sí, creo que es muy peligroso.- dijo el director mirándola sobre sus gafitas de media luna.- Cualquier despiste y a saber qué volvería.

"Lo sé, y no te lo pediría si no quedara tan poco tiempo.

"¿Tan poco tiempo para qué?- preguntó Harry interrumpiendo la conversación.

"Para que termine tu curso intensivo, por supuesto.- dijo McGonagall sin dudar.- Te recuerdo que el día 20 tienes el examen de animagia y de aparición.

Harry asintió y el agobio volvió a sumirle en su pseudo-depresión personal. Quedaba poco más de una semana y tenía que aprender a aparecerse y a convertirse en un animal. ¡Su padre había tardado 5 años, por el amor de Dios! El día 20 era el que el Ministerio les había dado cita para los dos exámenes. Si no hubieran pasado tantas cosas hubiera tenido tiempo para practicar… o por lo menos para pensar en ello.

"De acuerdo.- asintió al final Dumbledore.- El domingo a las 9 de la noche en la Torre de Astronomía. Minerva, acompaña a Harry hasta el despacho de Snape y que os dé lo necesario. Harry, sigue las instrucciones de la profesora McGonagall al pie de la letra de ahora en adelante¿entendido? Esto es muy serio.

"Sí, señor.

"Bien, Potter, sígueme.

Una vez fuera del despacho, Harry se atrevió a preguntarle a su profesora qué era el…

"Shaletu, Potter, Shaletu. Es un ritual indio norteamericano que sirve para conocer el animal interior. Los indios lo llaman "tótem".

"¿Y cómo se hace?

"Es una especie de versión del método de las drogas.- dijo frunciendo ligeramente los labios.- Pero más suave.

Cuando llegaron al despacho del profesor de Pociones, la mujer llamó un par de veces. Al abrir la puerta y verle allí, Snape se tensó tanto que casi temblaba de ira. Aun así se calmó a duras penas para dirigirle la palabra a su colega.

"Minerva… ¿qué te trae por aquí?

"Necesitamos la infusión del Shaletu, Severus. ¿Podrías prepararla para el domingo por la tarde?

"¿El Shaletu?- Snape, perplejo miró con los ojos muy abiertos a McGonagall y después a Harry, de Harry de nuevo a la profesora y así unas 4 veces mientras su expresión se volvía más y más escéptica.- No puede ser, Dumbledore nunca…

"Dumbledore será el que la oficie, Severus. Corre un poco de prisa. ¿La tendrás?

Snape fijó sus ojos negros en Harry.

"No sé por qué nos tomamos tantas molestias.- rezongó sin ninguna intención de no ser oído.- Para que luego haga una de sus niñerías arrogantes y estropee el trabajo de años y años de esfuerzo.

Harry hubiera gruñido de rabia si no hubiera estado mal visto. Y posiblemente luego se hubiera lanzado contra su profesor para tratar de arrancarle la mayor superficie de piel con las uñas, pero en su lugar simplemente le devolvió la mirada sin un solo parpadeo. Al final Snape volvió sus ojos hacia la profesora y asintió.

"Te la llevaré al despacho, Minerva.

Luego se despidió casi inaudiblemente y les cerró la puerta en las narices. La profesora McGonagall soltó el aire que parecía haber estado reteniendo y miró a Harry. Luego meneó la cabeza y le indicó que echara a andar hacia las escaleras.

"Vuestra relación empieza a rayar lo surrealista, de verdad.- comentó sin aparente interés en ser contestada.

Harry tampoco tenía ninguna intención de añadir nada más. Snape había dejado de ser espía entre los mortífagos de Voldemort por su culpa. Él lo sabía. Era plenamente consciente de ello. Tonks se había pasado casi 48 seguidas haciendo que aquella idea tomara cuerpo en su mente hasta que se convirtiera en un bulto físico dentro de su masa cerebral. Pero la idea de que ese hombre le hubiera salvado la vida le ponía los pelos de punta. Le daba la sensación de que estaba en deuda con él. Y no podía soportarlo.

La profesora le acompañó hasta la clase de Defensa, donde ahora tenía su clase con Green.

"Mañana después de comer ven a mi despacho y te daré las primeras instrucciones¿de acuerdo?

"Sí, profesora.

La maestra se marchó y él entró en la clase. Green estaba sentada tras la mesa arreglándose su desastrado moño como podía. Cuando vio al chico entrar dijo:

"Llegas temprano.- él sólo se encogió de hombros y se sentó en un pupitre sacando la varita y dejándola en la mesa, como todos los días. Green terminó de enrollarse el pelo en la aguja y bajó los brazos, sacó su varita y la colocó en su regazo, como siempre.- Quiero que hablemos.

"¿Sobre qué?

"Sobre lo que pasó la noche en que escapaste de Voldemort.

Harry suspiró y desvió la mirada. A veces sus clases de defensa eran así. Todas empezaban igual, colocando la varita cada uno en su lugar y después la profesora decía lo que iban a hacer. La inmensa mayoría de las veces eran clases prácticas o teóricas, pero a veces simplemente hablaban. Y a lo largo de aquellos 6 meses había aprendido a temer por un lado aquellas sesiones, y a agradecerlas por otro. Tras haber pasado casi 2 semanas y media del verano anterior en un psiquiátrico, sabía cuándo le estaban psicoanalizando. Y Samantha Green lo hacía. Pero de una manera más sutil y a la vez más franca de lo que un psiquiatra jamás conseguiría hacer.

Le obligaba a hacer frente a lo que temía, a sí mismo; le obligaba y después, suavemente, le dejaba a él mismo hacer el resto. Sufría, claro que lo hacía, pero después salía fortalecido, más seguro de sí mismo y de sus capacidades. Había algo que la profesora le había dicho en una ocasión: "Realmente, el 40 de la fuerza de uno, si no más, reside en la firme convicción de que realmente posees esa fuerza. Si tú te lo crees, el resto también se lo creerá, y entonces encontrarás que sí eres verdaderamente fuerte.". Pero la fuerza sobre pies de barro no era nada. Si esa convicción no se sustentaba en una estabilidad sana, en un control más o menos aceptable de sus emociones, en una comprensión de sus actitudes, profunda y verdadera, no servía para nada.

"¿Cómo lograste escapar?

"Profesora, ya se lo expliqué cuando…

"Lo sé, pero quiero que reflexiones sobre ello¿vale? Una cosa es saber qué ocurrió y otra es comprender por qué ocurrió.

"Voldemort me echó ese conjuro y empecé a contestar a sus preguntas.- comenzó Harry con voz cansina.- Hacía que dijera toda la verdad sin poder impedirlo de ninguna manera. Ni siquiera podía impedir soltar lo primero que me venía a la cabeza. Me enfadé, y mi magia… bueno, se volvió loca… como yo. Estaba fuera de mí. Casi no recuerdo bien lo ocurrió exactamente. Luego el crucio de Voldemort y después, cuando estuvo a punto de matarme… quise que se alejara de mí y mi magia le golpeó. Después salí corriendo y el resto lo conoce por boca de Snape.

"Profesor Snape, Harry.- corrigió la maestra casi sin ganas.- Bien, date cuenta de algo que has dicho: la magia se volvió loca, como tú. ¿Por qué estabas así?

"Supongo que por el hechizo aquel.

"Exacto. Verás, Harry, el hechizo "Panlegere" es un tipo de conjuro muy difícil que bien realizado puede abrir las puertas de mucho más que un cerebro obstinado que no quiere ofrecer información. El Panlegere abre todas las puertas del interior de un ser humano. Abre tu mente y abre tu corazón. Dejas de estar bajo el mando de tu mente racional para someterte a tu lado emocional. Durante un periodo de tiempo más o menos largo, te conviertes en la persona más sincera del mundo. Todo lo que piensas y sientes sale al exterior. Y en ti, encontró un medio de propagación ideal: tu magia.

Harry asintió. Todo eso, más o menos, ya se lo había imaginado. Lo que no sabía era por qué.

"Lograste hacer magia sin varita muy poderosa, Harry.- continuó Green.- En ese momento te resultó fácil porque tus sentimientos estaban especialmente potenciados, pero eso no significa que no lo puedas hacer en otras circunstancias.

"¿Quiere decir que mi magia es una especie de extensión de mis sentimientos?

"Algo parecido.- asintió Green.- O eso es lo que me comentó hace tiempo el profesor Dumbledore. Quiero que utilices la perceptividad para este ejercicio¿vale? Adéntrate en ella, siente la magia que te rodea y luego examina tus sentimientos. Estoy segura de que encontrarás patrones similares. Si en el día a día controlas tus sentimientos para que no afloren cuando no deben, serás igualmente capaz de controlar tu magia a través de ellos sin necesidad de varita.- Green volvió a conjurar la gruesa alfombra y los cojines. Ambos se sentaron.- Muy bien, Harry, adelante.

Harry cerró los ojos. Inmediatamente tuvo la totalidad del colegio dibujado en su cerebro a base de lucecitas que representaban las diferentes longitudes de onda de la magia de cada estudiante, de cada profesor, de cada objeto o criatura mágica. Todas eran diferentes, pero al fin y al cabo eran lo mismo. Por curiosidad rastreó el segundo piso. Para su sorpresa no encontró la cueva. En su lugar sólo podía sentirse el lento y profundo palpitar de la magia del colegio. Quizá la magia del colegio provenía de aquella cueva.

Se obligó a concentrarse en lo que tenía que hacer y trató de pensar qué era lo que sentía en aquellos momentos. Estaba tranquilo, algo cansado… le dolía un pie que se había torcido aquella mañana por accidente, pero no era nada grave. ¿Qué sentía? Los viejos sentimientos de dolor, pérdida o culpabilidad se habían diluido en la rutina y el frenesí de la vida diaria. El miedo apenas se reducía a una ligera inquietud, pero en ese momento había conseguido ignorarlo hasta casi reducirlo a la más mínima expresión. Suspiró y negó mentalmente. No, aquello no era lo que tenía que hacer.

Se dio cuenta de que estaba racionalizando sus sentimientos. Les estaba intentando poner nombre. Cuando haces eso, cuando les pones nombre a las cosas, haces que existan en el plano consciente, pero, eso significa que no haya otras o que ésas no te las estás inventando. Quizás sólo esté llamando "cansancio" a otra cosa que no pueda definir con palabras y que sea más profunda y más importante. Los sentimientos son complejos y no se puede pretender ponerles un nombre a todos. Es imposible. Si uno quiere examinar sus sentimientos no puede ponerse a escribir una lista.

Ha de sentirlos.

Harry, sin querer, se relajó y su respiración se volvió más lenta. Incluso su corazón empezó a latir más despacio. Sentía como si le bambolearan suavemente al ritmo del viento y que lo único que le sujetaba a su cuerpo fuera su corazón. Ese cansancio que sentía empezó a tirar de su corazón con especial fuerza. A la vez, la perceptividad empezó a remover su magia al mismo ritmo que sus sentimientos. Parecía estar siendo arrastrado por dos mareas que al mismo tiempo removían su interior, y su exterior. El cansancio, por alguna razón tiró tan fuerte de su corazón que le hizo contener el rostro y contener un sollozo. Se tapó la cara con las manos tratando de contener la avalancha de sentimientos que sin saberlo retenía, pero no sirvió para nada.

Estaba cansado, desde luego, pero cansado de su vida, de tener que afrontar cosas que el resto del mundo jamás tendría que afrontar; de parecer más fuerte que el resto cuando en realidad no lo era; de ser quien era y de no poder escapar de sí mismo. Estaba cansado de sufrir, de sentir el dolor permanente que de tan habitual se había convertido en algo que casi no notaba, pero cuando se hacía patente, como en aquel momento, era una carga insoportable.

Su magia vibró con su pena y su llanto.

Efectivamente sus sentimientos estaban ligados a su poder. Pero para confirmarlo ahora se encontraba llorando desconsoladamente en el hombro de su maestra. ¿Cómo había podido sentirse tan tranquilo antes con todo ese dolor dentro¿Cómo? Ahora parecía que podía tirarse llorando horas, que aquel mar inmenso de desesperación no tenía fin. ¿Cómo su corazón había podido reprimir tanto¿Cuánto hubiera tardado en desbordarse¿Cuánto en convertirse en un punto débil?

Se iba tranquilizando. Ya no lloraba con tanta hondura. Sollozaba e hipaba de vez en cuando mientras se quitaba las lágrimas con el dorso empapado de la manga de la camisa.

Sí, su magia y sus sentimientos eran la misma cosa. Si había retenido tanto dentro¿cuánta magia aún continuaba oculta? Quizá fuera esa magia la que podía utilizar sin varita. Ahora más tranquilo, se concentró de nuevo en la perceptividad. Después de tantos meses, ahora dominaba esa habilidad completamente y su corazón y su magia saltaron de puntito en puntito velozmente, como si se conocieran el camino. Un estudiante, luego otro, y otro, se sucedían uno tras otro. Él sentía las sutiles variaciones de onda que los diferenciaban cono individuos… un momento… ¿qué era eso?

Las longitudes de onda…

¿Qué era lo que las diferenciaba?

Al fin y al cabo la magia era la misma, pero cada mago tenía una longitud diferente. ¿Por qué? Quizá fuera como él. Su magia era su corazón. Cada corazón producía una longitud diferente. Todos sentían de manera similar, pero todos eran diferentes. ¿Y la magia? La magia era una energía que los seres humanos podían controlar a través de su alma. El alma y el corazón de las personas… ¡todos eran diferentes, pero la magia, al provenir del mismo sitio, era la misma!

La luz se hizo en la mente del muchacho con la revelación: por eso Voldemort podía controlar a las personas mediante la puerta secundaria de la que disponía. Podía diferenciar a los individuos por su magia y, a través de su alma, controlarlos. Era rastrero. La puerta debía ser una especie de pantalla por la que Voldemort veía las almas… como él veía los puntitos de luz.

Harry abrió los ojos de golpe.

"Dios…- musitó.- Así que ése es el poder de los nephlim.

"¿Cómo dices?- preguntó perpleja la profesora.

"Profesora Green, la… la perceptividad… ¿cómo decirlo…? Creo que con ella podría hacer lo mismo que hace Voldemort con la puerta.

"¿Qué?

"¡Puedo acceder al alma de las personas!

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La mañana era clara y fresca. El sol brillaba tan fuerte que apenas podía mirar por la ventana y no cegarse. A su alrededor sus compañeros hacían los deberes de la semana en más o menos silencio, concentrados. No en vano, en apenas dos meses empezaban los exámenes. Cuando volvió la vista a su esquema de las características de las escamas de cola de sirena se dio cuenta de que varios compañeros suyos le habían estado mirando y que rápidamente habían bajado la cabeza. Respiró hondo y lo dejó pasar mientras trataba de memorizar los nombres.

Cinco minutos después de estar mirando sin ver el papel, recogió las cosas y se levantó. Ron, a su lado, le miraba con ojos soñolientos.

"¿Adónde vas?

"A dar una vuelta¿te vienes?

El pelirrojo se encogió de hombros y recogió sus libros. Hermione les miró mal desde el otro lado de la mesa, pero no dijo nada y volvió a su tarea. Les había contado a los dos lo que había descubierto la noche anterior (muy matizado, claro, pero a grandes rasgos) y lo que pasaría al día siguiente a las 9. Sus dos amigos habían estado de acuerdo con él en que sus profesores se habían pasado aquella vez. En una semana era casi imposible saber aparecerse y dominar la animagia.

Ambos salieron a los terrenos verdeantes del colegio tranquilamente, en silencio.

"Oye, Harry¿qué animal crees que será tu tótem?

"Ni idea.- Harry bostezó.- Si quieres que te diga la verdad, casi ni me importa. No sé porqué McGonagall está tan empeñada con la animagia.

"Bueno, es muy útil para según qué situaciones.- comentó Ron.

"Ya, bueno, ya lo sé, pero… - el moreno suspiró.- Yo qué sé…

Ese "Yo qué sé" estaba tan cargado de hastío y cansancio que Ron le miró preocupado.

"Tío, no te agobies- dijo. Harry le miró y se medio rió con un deje de tristeza.- Bueno, al menos no te agobies tanto.

"Todo esto es una mierda…- musitó el moreno casi para sí. Luego levantó la mirada y sonrió.- Pero hay que seguir viviendo¿verdad?

"¡Claro!- asintió Ron sin mucho convencimiento.

"De todas formas no os preoc…

Se cortó inmediatamente al percibir en una milésima de segundo que alguien le había disparado un hechizo. En seguida su escudo se levantó y el aturdidor rebotó limpiamente perdiéndose en el aire. Los dos gryffindor sacaron las varitas.

"Están detrás de esos árboles.- indicó Harry a Ron con la cabeza. Desde ahí no se veía nada porque había una mata muy frondosa de frambueso que los ocultaba.- Ya me esperaba algo así…

"¿Quiénes son? Y sobre todo¿cuántos son?

"Cuatro. Y son los de siempre.

Ron apretó más la varita entre sus dedos y entrecerró los ojos con furia. Quizá le dieran la oportunidad de devolverle a Zabini lo que le había hecho a Hermione.

"No te separes de mí. Así mi escudo también te protegerá.

"Oye, decías que te lo esperabas.

"Sí, Malfoy me avisó.

"¿Malfoy?

Cuatro personas vestidas con la librea de Slytherin salieron de detrás de la fronda. Zabini, McDougall, Malfoy y Pansy Parkinson.

"¿Ese Malfoy?- preguntó Ron perplejo en un susurro.

Harry se limitó a asentir mientras veía cómo los cuatro adolescentes se acercaban lentamente varita en mano.

"Parece que te has recuperado, Potter.- dijo Malfoy con una sonrisa despectiva en los labios.- Y vaya… parece que te has traído a tu mascota.

"Malfoy, te recomiendo que tú y tus… ¿cómo se llamaban, Ron?

"¿Granos en el culo?

"Sí, esos…

Los cuatro slytherin levantaron las varitas a la vez.

"Parece que el "Potas" quiere volver a la enfermería.- comentó con voz silbante Pansy Parkinson.

"No, Pansy, lo que quiere es salir de aquí en una caja de pino.- apuntó McDougall.- ¿Y tú, Comadreja? Si tienes envidia no tienes más que pedirlo…

"McDougall¿quieres que te rompa otra vez esa asquerosa berza que tienes por nariz?- preguntó Ron.- Sabes que no necesito la varita para eso.

"Sí, bueno, pero es que tú con la varita tampoco haces mucho, Weasley.- dijo divertido Zabini arrancando risas de sus compañeros.- Por cierto¿dónde te has dejado a tu preciosa novia? Creo que la última vez la dejé gritando y gimiendo…

Fue demasiado para Ron. De su varita surgió una luz roja de un aturdidor que fue directo hacia Zabini, pero que él esquivó echándose al suelo.

"Cierra tu asquerosa boca.- escupió el pelirrojo temblando de ira.

Zabini se incorporó sonriendo y miró a Malfoy, que asintió y miró al dúo. Luego se llevó los dedos a los labios y silbó. Tras ellos, Harry y Ron oyeron que varias personas se acercaban. Harry no necesitó volverse, pero cuando Ron se giró, vio a unos 5 estudiantes de slytherin que les apuntaban con sus varitas.

"Vaya, Malfoy.- dijo Harry.- Esto es más patético de lo que jamás hubiera esperado de ti. ¿Nueve contra dos¿Tanto miedo nos tienes?

"No es miedo, Potter. Es prisa. Quiero solucionar esto antes de la hora de comer.

"¿Y a qué se debe tanta precipitación?

"Deberías saberlo.

Hubo un tenso silencio después de aquellas palabras.

"Está bien, Malfoy, qué quieres.- preguntó Harry al final. Había comprendido que aquella emboscada no había sido más que para intimidarles. Demasiada charla. No querían luchar.

"Queremos que paguéis por lo de Higgs.

"Sabéis perfectamente que fue un accidente.- contestó Harry deteniendo con una mano a Ron, que iba a decir algo que, muy probablemente, sólo caldearía más los ánimos. Los slytherin se rieron por lo bajo.

"¿Sabemos¿Qué sabemos?- se burló Parkinson con una fingida voz de inocencia. Los demás le sonrieron la gracia.

"Estáis avisados. Los dos.- Malfoy hizo una señal con la cabeza y los estudiantes que les limitaban el paso a sus espaldas se hicieron a un lado.

"Que vengan… No saben las ganas que les tengo.- rumió Ron mientras se iban.

Harry no contestó. Malfoy tenía razón. Iban en serio. Tan en serio que les habían advertido. Al llegar al vestíbulo del colegio se permitió relajarse un poco y se frotó la cara con las manos.

"Mira que son cansinos…

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No le contaron a nadie lo que había ocurrido. Ni siquiera a Hermione. La amenaza iba dirigida a ellos dos y no tenían ninguna intención de involucrar a nadie más. Nadie más correría peligro innecesario. Sabían que en cuanto se supiera, todos harían frente común y los protegerían las 24 horas del día. No querían que lo hicieran. Aquello era algo muy serio y lo afrontarían con la frente muy alta.

Después del almuerzo Harry se despidió de sus amigos para dirigirse al despacho de la Jefa de su Casa. Allí, la profesora McGonagall le esperaba con una bolsita de tela pequeñita. Obedeciendo, se sentó en la silla frente al escritorio y esperó.

"Bien, Potter, el Shaletu consta de 3 partes: preparación, ritual y purificación. La preparación es muy importante y en ello te vas a concentrar de aquí a mañana por la noche¿de acuerdo?- Harry asintió.- Esta noche, antes de acostarte, toma una infusión de estas hierbas. No le eches azúcar aunque sepa mal. Echa todo el saquito en la tetera. Quizá pases una noche movidita. Este té es una especie de deshinibidor del tótem. Mañana por la mañana báñate antes de desayunar y durante todo el día no tomes nada de carne. A eso de las 8:30 ve a la Torre de Astronomía y a partir de ese momento el profesor Dumbledore se hará cargo de todo. ¿Me has entendido?

"Sí, profesora.

"Muy bien. Toma.- le dio el saquito.- No te olvides de nada: el té, el baño y nada de carne.- Harry cogió el saquito y volvió a asentir.- Vuelve a la Sala Común y por favor, dile a la señorita Granger que su petición ha sido denegada.

Harry frunció el ceño extrañado, pero no dijo nada y se fue.

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"Harry, cuando puedas copia esto.- le dijo Hermione aquella noche en la sala común. La chica le acercaba sin mirarle un par de pergaminos escritos con su letra ordenada y pequeña. Cuando el muchacho los cogió siguió escribiendo lo que quiera que estuviera escribiendo.

"¿Que es?

"Tu trabajo de Pociones.

Harry asintió. Desde que sus amigos le hacían los deberes para que pudiera ir a las clases extra, su trabajo escolar se solía limitar a copiar lo que hacían ellos para que tuviera su letra. Recordando de repente, Harry le comunicó el mensaje de McGonagall. Después le preguntó de qué se trataba al ver la súbita palidez de su amiga.

"Pero… ¡no pueden hacerme esto!- se levantó de un salto y se fue por el hueco del retrato dejándole solo con el trabajo a medio copiar. Estuvo tentado de ir detrás de ella, pero alguien le tocó el hombro cuando aún miraba la salida.

"¿Podemos hablar?- giró la cabeza y vio que era Ginny.

"Claro.

"En privado.

"Sí, claro.- se levantó y siguió a la chica hasta el hueco que había detrás de la escalera de caracol de las chicas.- ¿Qué ocurre?

"He oído un rumor.

"¿Qué rumor?

"De que va a haber otra pelea con los slytherin.

Harry se quedó callado mirando a la hermana de su mejor amigo seriamente.

"¿Quién te ha dicho eso?

"Una fuente bastante fiable.

"No hagas caso de todo lo que te dicen, Ginny.

"No me mientas. Sé que los slytherin os amenazaron a Ron y a ti.

"Vale, Ginny, quién es esa fuente.- preguntó Harry muy serio. Ahora Ginny fue la que se quedó callada, tratando a duras penas de sostenerle la mirada. Al final la chica desvió la mirada y negó nerviosa con la cabeza.- Escúchame, bien.- Ginny volvió a mirarle.- Sí, nos amenazaron, pero no hicieron nada más, y si se atrevieran a hacerlo no tendrían nada que hacer, así que no te preocupes¿vale? Y no se lo digas a nadie. Ya sabes cómo están los ánimos. Lo último que quiero es una guerra dentro de la escuela. Con una fuera ya es más que suficiente.

Ginny asintió algo avergonzada y se dio la vuelta para irse, pero Harry le cogió de un brazo.

"Quién es esa fuente, Ginny.

"No… no te lo puedo decir.

"¿Por qué?

"Sería peligroso.

"¿Para quién?

"Para la fuente y para mi.

"¿Es un slytherin?

"Una.

"¿Es de confianza?

"Sí.- hubo un momento de silencio y al fin Harry respiró hondo y dijo:

"De acuerdo.

La expresión de tensión desapareció del rostro de Ginny para ser sustituida por el más absoluto asombro.

"¿En serio?

"Confío en ti, y si tú confías en ella, yo también.- ante aquello Ginny frunció el ceño y se mordió el labio inferior con culpabilidad.

"No se lo digas a Ron. Si supiera que tengo una amiga en Slytherin me mataría.- Harry sonrió como toda respuesta.- Aunque es lo mismo que lo que pasó contigo¿no?

Harry comprendió que estaba hablando de Malfoy.

"Esa chica es tu amiga¿no?- Ginny asintió.- Entonces no es lo mismo.

"¿Cómo puedes confiar en él entonces?

"Por necesidad. Como él. Pero no le des más vueltas. Y no te preocupes por Ron ni por mí. Podemos cuidarnos muy bien.

Ginny sonrió algo insegura y se fue escaleras arriba. Él, aún en el hueco, apoyó un brazo en la estructura de madera de la escalera y miró a la nada, pensativo. Otro estudiante de slytherin se desmarcaba del dogma que parecía dominar la casa de la serpiente. Primero Malfoy, luego aquella chica desconocida… Durante un momento pensó en qué habría sido de su vida si hubiera acabado en Slytherin, como primero dijo el Sombrero Seleccionador hacía ya tanto tiempo. Luego pensó en lo que le había contado Malfoy de cómo era la vida en Slytherin. ¿Cuántos estudiantes veían, casi obligados, a su alrededor prácticas y comportamientos con los que no estaban de acuerdo, pero que, sin embargo, tenían que aceptar y adoptar como propios para no ser barridos del mapa? Si pudiera hablar con ellos, estaba seguro de que aquel monstruo informe que amenazaba el colegio acababa reducido a no más 15 estudiantes de la casa verde.

Un bostezo cortó su hilo de pensamientos y decidió que era hora de irse a la cama. De camino al dormitorio cogió la tetera que había en la sala común y la subió al dormitorio. Al echar las hierbas en el agua pensó que en cuanto la infusión entrara en su cuerpo empezaría un proceso que terminaría con él convertido en algún animal. Cuando empezó a sorber el ardiente líquido sólo esperó no convertirse en algo pequeño y/o con escamas.

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Oía tambores. ¿Tambores? Quizá fuera su corazón, pero sonaba muchas veces, como si en vez de un corazón tuviera 20, todos sonando a la vez con un ritmo sincopado. Dentro de su sueño, Harry abrió los ojos.

Estaba en lo alto de una montaña pelada. Sobre él, el cielo nocturno dibujaba las constelaciones y una luna, reducida a una fina franja curvada de luz blanca. Allá abajo, un paisaje enorme y llano salpicado de árboles cuyas copas parecían mesas de oscuridad sobre el pasto amarillento. Sentía el viento fresco moverle el pelo y en todo el cuerpo. Se miró a sí mismo y se vio desnudo, pero no le importó.

En el cielo, una estrella fugaz iluminó su camino hasta desaparecer. Un momento después oyó algo detrás de él, como un suave rozar contra la roca. Se giró y vio una silueta que relucía vagamente a la escasa luz de la noche. La hizo frente. No se había dado cuenta de que estaba a cuatro patas. Sus ojos se habían fijado en la cobra que se erguía lentamente frente a él, mostrándole todo el furor de los colores de la piel de su cuello extendido. La serpiente bufó y se lanzó rápida y mortal hacia él, pero sus reflejos se habían agudizado y empujó al reptil con la mano derecha para tirarla de la loma de roca. La serpiente surcó el aire hasta caer pesadamente a unos 6 metros más abajo donde volvió a bufar a la noche y se escabulló para no volver.

Entonces Harry se miró la mano… que ya no era una mano.

Abrió los ojos de par en par en la noche y dejó escapar el aire que sin querer había estado reteniendo. Vale, había sido una… ¿pesadilla? No, tampoco había sido una pesadilla, pero no había sido agradable. McGonagall le había advertido de aquello. Trató de recordar los detalles del sueño, pero cada vez que creía que tenía algo se le escapaba como agua entre los dedos. Casi ni se dio cuenta cuando volvió a quedarse dormido. En sueños se revolvió en la cama hasta quedar hecho un ovillo… y empezó a ronronear.

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"Bueno¿qué tal con la infusión esa?- le preguntó Ron mientras se servía un par de salchichas en el desayuno.

"No sé. Creo que soñé algo y me desperté, pero nada más.- dijo el moreno cogiendo una manzana y pegándole un buen mordisco.

"¿Y ya está?- preguntó Hermione algo sorprendida.- ¿No recuerdas el sueño?

"No.- Harry le pegó otro mordisco a la manzana, masticó y tragó.- No sé por qué montaron tanto drama por algo así, la verdad.

McGonagall entró al comedor de camino a la mesa de profesores y le miró sobre sus gafas rectangulares. Harry levantó sutilmente la manzana para enseñársela y la profesora le sonrió aprobadoramente cuando también se fijó en que aún tenía el pelo algo mojado del baño. Al final, el chico se encogió de hombros mirando sus amigos y mordió otra vez su manzana.

Aquella noche por fin descubriría cuál era su dichoso animal.

Hermione se despidió de ellos en el vestíbulo ya que tenía que hacer la ronda como prefecta y ellos fueron a la sala común conversando.

"Por cierto¿qué es lo que pidió Hermione a McGonagall?- preguntó Harry.

"Llamar a sus padres por… esa cosa… felét…

"¿Teléfono?

"Eso.

"¿Por qué quiere llamarles? Puede utilizar las lechuzas.

"Dice que no son lo suficientemente rápidas.- negó Ron.- Tiene miedo por ellos. Y como no hay un solo teléfono en varios kilómetros a la redonda… pidió ir a Hogston. Y le dijeron que no, claro.

Hogston era el pueblo muggle más cercano a Hogwarts.

"No la he visto protestar nada más que el día que se lo dije.- comentó Harry.

"Eso es porque McGonagall le prometió que la Orden tendría un ojo sobre su casa.

Harry se calló. Era muy triste que se vivieran esos miedos dentro del colegio. Pero era una realidad. Cualquiera de los estudiantes que estaban allí podían levantarse un día sin algún familiar porque Voldemort y sus secuaces habían decidido que había llegado su hora.

Entonces, sin previo aviso, puso una mano sobre el pecho de su amigo deteniéndole.

"¿Qué pasa?- preguntó Ron.

Harry miró a su alrededor. Estaban en el rellano del tercer piso, esperando a que la escalera que les llevaba al retrato de la Señora Gorda se colocara en el lugar correcto. Ahora mismo estaban en una superficie de apenas dos metros cuadrados, con dos barandillas de piedra y un lado que daba al vestíbulo de la planta baja sin nada que parara una posible caída de casi 20 metros.

Sentía la presencia de Slyherins demasiado conocidos en las cercanías. Sabía dónde estaban, pero no podía verles desde donde estaba. Estaban acechando. Entonces oyeron el crujido de la escalera al moverse. La enorme estructura de piedra y mármol flotaba lenta y penosamente hacia su rellano para encajarse a la perfección en el lado libre sin barandilla. Cuando estaba a punto de llegar, cuatro rayos de color morado impactaron de lleno en el rellano donde Ron y él estaban, haciéndoles vacilar cuando la estructura empezó a resquebrajarse y a caer en grandes pedazos hacia abajo.

Los dos chicos se pegaron a la pared.

"¡Tenemos que saltar a la escalera o nos harán caer!- exclamó Ron.

Como si hubieran esperado a que dijera eso, nuevos rayos morados se dirigieron a la escalera. Al ser una estructura mucho más sólida que el rellano, tuvieron que repetir el hechizo varias veces para empezar a causar daños graves. Al final, se paró donde había estado el lado sin barandilla del rellano, que había caído con estruendo sobre el vestíbulo. Bajo sus pies, el rellano se resquebrajaba y cada vez había menos superficie.

"¡Venga, Potter¡Hop, hop¡Salta!

Era la voz de Malfoy. Entonces el slytherin salió de detrás de las columnas de la terraza que era el 5 piso. El claustro cuadrado que estaba por encima de ellos se vio súbitamente poblado por los cuatro que les habían amenazado. A la broma de Malfoy el resto se rió.

"¡Sólo un golpe más y caeréis una altura de más 3 pisos!- informó Zabini con una sonrisa radiante.- Es una suerte que este castillo tenga lo techos tan altos¿verdad?

"Venga, os damos ventaja.- dijo Pansy Parkinson inclinándose sobre la barandilla de la terraza.- Subís tres escalones y empezamos a golpear la escalera¿qué os parece?

"Estáis completamente locos.- masculló Ron.- ¡Y qué pasa con los profesores! Oirán todo este ruido. ¡No podéis pretender tirar una escalera y que no se entere nadie!

"Oh, se enterarán, Weasley, no te preocupes.- dijo McDougall.- Pero a su debido tiempo.

El rellano dio otro crujido terrible y se torció un poco hacia la derecha haciendo que Ron tuviera que soportar su peso y el de Harry durante un momento. Entonces, cuando se hubieron estabilizado otra vez, pudieron oír las carcajadas de los slytherin.

"¡Vamos saltad!

"¿Qué vamos a hacer? Hagamos lo que hagamos nos acabarán tirando al vacío.- gimió Ron.

"Espérame aquí.

"¿Qué?

Harry levantó la varita y murmuró "Tempus mei" y desapareció de la vista del pelirrojo. Luego escuchó un golpe sordo y vio que Zabini desaparecía estampado contra la pared con un gemido de dolor. Luego vio cómo Parkinson súbitamente aparecía atada y desaparecía de la balaustrada, que cayó hacia atrás perdiendo el equilibrio. Después McDougall pareció congelarse donde estaba con expresión de perplejidad. Todo aquello ocurrió en apenas 3 segundos, tan rápido que Ron no consiguió ver qué había pasado exactamente ni donde estaba Harry. Entonces Harry volvió a aparecer al lado de Malfoy, con la varita apuntándole a la sien.

"¿Satisfecho?

Malfoy sonrió sin mirarle.

"No esperaba menos.

Harry bajó la varita y luego miró a Ron.

"¿Estás bien?

"¿Cómo demonios has hecho eso?

"Estás bien.- afirmó el moreno. Luego dirigió la varita a la escalera y susurró "reparo". La escalera volvió a la normalidad.- ¡Ron, salta!

El pelirrojo obedeció y un momento después, cuando se giró, el rellano se rehacía a sí mismo quedando intacto, como si no hubiera ocurrido nada. Luego oyó cómo alguien le daba un puñetazo a alguien y que caía al suelo.

"Espero que a tus amigos se les quiten las ganas de hacer estas chorradas de ahora en adelante.- comentó Harry bajando la escalera del quinto piso hasta el rellano de la Señora Gorda donde Ron le esperaba. Se iba frotando la mano derecha. Malfoy se asomó por la barandilla y se limpió con el dorso de la mano la sangre que le salía del labio.

"No lo creo, pero podrías haberte cortado un poco¿no?

"Luego eres tú el que se queja de que sospechan. Si te dejara intacto¿no crees que se mosquearían?

Malfoy y Ron se miraron mientras Harry aún bajaba las escaleras. Después Malfoy desapareció. Ron se revolvió inquieto cuando su amigo llegó a su altura.

"Qué raro me parece, tío. No creo que me acostumbre nunca a que Malfoy esté de nuestro lado.

"No lo está. Labor lunae.- la Señora Gorda que, aparentemente, no había visto nada extraño, se apartó mientras seguía limándose las uñas.

"¿Cómo?

Harry respiró hondo y entró por el agujero. Tendría que explicárselo todo a Ron para que al menos la expresión de horror se le fuera de la cara.

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No sabía cómo lo habían hecho, pero por alguna razón nadie, absolutamente nadie, se dio cuenta de lo que había ocurrido por la mañana en las escaleras. Nadie había visto los montones de cascotes que habían caído desde el rellano del tercer piso, ni del ruido de la escalera al quebrarse por varios sitios. Ni siquiera los cuadros que decoraban las paredes. Cuando Ron y Harry salieron de la Sala Común para comer, todo parecía haber vuelto a la normalidad. Los slytherin habían desaparecido y cualquiera diría que no había ocurrido nada. De hecho, Ron le llegó a preguntar si realmente había pasado. Ante su sorpresa, Harry se encontró dudando de qué contestar.

A las 8:30 llegó a la Torre de Astronomía. En el camino repasó si había comido algo de carne en todo el día. Recordó las dos manzanas del desayuno, su triste plato de acelgas en la comida y los dos plátanos de la merienda. Tenía hambre. Las frutas y verduras podían ser muy sanas, pero duraban muy poco tiempo en su organismo.

Al llegar vio a la profesora McGonagall y al Profesor Dumbledore que le esperaban junto a una especie de tienda de campaña de piel, bastante grande. Se dio cuenta que de la punta salía un ligero hilo de humo blanco. Los dos profesores parecían disfrutar el aroma de la noche de primavera arrebujados en sus capas, ya que hacía un poco de fresco. Al verle llegar le hicieron pasar dentro de la tienda. Se sentaron en el suelo, sobre unas alfombras. En el centro de la tienda circular, había una pequeña hoguerita en la que se estaban quemando algunas hierbas aromáticas. Harry reconoció el romero y la salvia, aunque había otras que no conocía.

Dumbledore le miró.

¿Has seguido todos los pasos que te ha dado la Profesora McGonagall, Harry?

Sí, señor.

Bien.- el director cogió una redoma de cristal de un lado y se la dio.- Has de beber esto. Luego cierra los ojos y repite este hechizo.

Le dio un papel en el que había algo escrito, pero no consiguió leerlo.

¿Qué pone?

Cuando te bebas la redoma lo podrás leer.- informó la profesora McGonagall.

Harry, llegará un momento en que entres en trance.- dijo Dumbledore.- Te sentirás confuso. No te asustes. No luches contra ello. Déjate llevar y todo saldrá bien. Durará poco. Luego posiblemente te sientas… diferente. Pero para ese momento estaremos nosotros. Lo único que te pedimos es que no olvides nunca quién eres.

Harry no consiguió asentir. Estaba tan perplejo que se quedó mirando a Dumbledore sin saber qué decir. Lo único que sabía era, que cada momento que pasaba, más miedo tenía de lo que le esperaba. Miró la redoma en su mano con desconfianza. Luego miró a sus maestros y respirando hondo se la tragó.

El líquido bajó rasgando su garganta hasta caer en el estómago como una losa que empezó a incendiar su cuerpo. Cerró los ojos que se le empañaban de lágrimas y meneó la cabeza, para despejarse un poco, pero fue peor. Sintió que vacilaba y perdía el equilibrio aun estando sentado. Creyó sentir la mano de alguien sosteniéndolo y la voz distorsionada de McGonagall diciéndole algo de un papel. Bajó la cabeza, que le pesaba mucho y que apenas podía controlar ya que su cuello parecía no poder sostenerle el cráneo. Abrió penosamente los ojos y obligó a sus pupilas a fijarse en la mancha blanca que tenía entre las manos.

Las letras aparecieron con tal nitidez que le asustaron.

"Shaletu"