¡Hola!
Bueno, antes que nada, deciros que quizá encontréis este capítulo un tanto desconcertante porque la trama se acelera mucho, pero creedme que la primera sorprendida soy yo. Las cosas se han dado así y yo soy mera cronista. Así que los que preveían el final hace un par de capítulos ahora lo verán más claro que el agua.
Hount Walf: Hola Remus-etc, la verdad me alegro de que te hayas cambiado el nombre a uno más corto. Tardo menos en escribirlo... Y bueno, tus dudas quedarán resueltas hoy, no te preocupes. ¡Espero que te guste!
Ely-Chan¡¡Holaaaaaaaaaaaaaaaa wapaaaaa! Sí, exacto, el capi anterior fue un "intermedio", como dices. La acción viene ahora, me temo. Y bueno, Harry puede ver el alma de las personas... y muchas cosas más. La verdad es que es un poder enorme y peligroso. Pero ya lo verás. La informante de Ginny aparece en este capi sutilmente. No digo que es ella, pero casi no importa. No voy a tratarla como un personaje más. No a estas alturas de la historia. Pero tiene su importancia. Harry no va a investigar sobre ella. Si lo hiciera estaría mintiendo a Ginny. Él ha dicho que confía en ella y lo hará hasta el final. No necesita asegurarse por su cuenta.
¡Felicidades por lo de tu curso de escritura! Jo, qué suerte. Yo he estado buscando cosas por aquí, pero todo es soltando pasta a dos manos y una es pobre de solemnidad... Te deseo mucha suerte y que aprendas muchas cosas... ; ) Y que luego me las cuentes, jeje. Y envíame cosas que escribas¿vale¡Jo, qué guay, qué envidia! Pues ya sabes, demuéstrales todo lo que vales, que es mucho¿vale, wapa¡Un besazo!
Lucumbus: El puñetazo se lo da Harry, por supuesto. ¡Y bien agusto que se quedó! Jejeje... pobre Draco, con lo mal que lo está pasando por su lado... En fin, disfruta del capi. ¡Un besín!
Aidee: Jo... gracias. Pues aquí tienes el nuevo capi. ¡Espero que cumpla tus espectativas!
Lady Kenoby: dices que el encuentro Voldy-Harry no fue muy terrible... No, no lo fue. No era necesario. Tanto a uno como al otro les pilló desprevenidos. De todas formas sí que fue terrible, no en ese momento preciso, sino después, y cuando leas este capi lo entenderás. Son ese tipo de cosas que provocan una avalancha de acontecimientos. Y la amiga Sly de Ginny aparece en este capi, pero de pasada. No la voy a convertir en un personaje nuevo porque no da tiempo ya. Pero a su modo es importante. Bueno, guapa, te dejo ya que leas, que me enrollo mucho... ¡Besitos!
El león y la serpiente
"Unmei to umaku tsukiatte iku nara kitto
kanashii toka sabishii nante itte rarenai
nando mo tsunagatta kotoba wo muryoku ni shite mo
taikutsu na yoru wo tsubushitainda ne.
Si vas a enfrentarte a tu destino,
No puedes ir diciendo que estás triste o solo.
Incluso si eso significa romper las promesas que nos hicimos
Aún deberías querer decir adiós a la noche gris."
Anna ni issho datta no ni (Ahora que estamos tan unidos).-BSO Gundam Seed.
Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
"Shaletu"
Cada letra parecía descomponerse en decenas de puntos hasta desaparecer de su vista, como si el papel las hubiera absorbido. La mancha borrosa de color blanco que sostenía entre las manos pareció hacerse más y más grande. Se sentía espeso, no podía pensar con claridad, como si el mundo fuera demasiado deprisa para que él lo procesara. Estaba como… borracho.
El papel se hacía cada vez más grande, como si después de las letras lo siguiente que quisiera tragarse fuera a él. Sentía que la gravedad tiraba de él hacia delante con inusitada potencia. Quiso resistirse. No podía desaparecer en un trozo de papel… aunque no sabía por qué. Se sintió confuso mientras caía y caía casi sin darse cuenta. Por fin, todo su mundo, su mente y su cuerpo se disolvieron dentro del papel.
Posiblemente lo más parecido a la sensación que le sobrevino después sea lo que siente cualquier átomo que forma parte de cualquier molécula de cualquier cuerpo del universo. Simplemente está allí, formando parte de algo mucho más grande y más importante, como parte indispensable de un todo magnífico y que está más allá de su comprensión porque, sencillamente, no importa. Puede ser una gota de agua, un grano de arena, una fibra muscular, una hoja… No importaba. Estaba allí y no era nadie, no era nada… y era libre.
De haber podido, hubiera suspirado aliviado.
Pero algo distorsionaba su paz. Algo que hacía un ruido retumbante y cadencioso, rítmico, potente… aunque lejano. Apelando a una voluntad que parecía estar fuera de él se dirigió hacia aquel sonido.
Pum, pum. Pum, pum. Pum, pum…
Ahí estaba, la fuente del ruido. Era un corazón. ¿Y de quién era? Descubrió que podía moverse muy rápido y pudo ver aquel corazón desde muchos puntos de vista, desde todos los puntos de vista. Y le era familiar. Al final, se atrevió a acercarse. Sí, conocía aquel corazón. Lo conocía muy bien.
Era el suyo.
Ese corazón tenía dolor, tenía pena y tenía nostalgia. Pero también tenía amor, amistad y valor, a pesar de todo. Tenía miedo… y se dio cuenta de que la fuente de su miedo más profundo era él mismo.
¿Y quién era aquel que se inspiraba tanto miedo a sí mismo?
El nombre no es importante. Sólo es una etiqueta.
¿Quién soy?
Lo que siento.
¿Y qué siento?
Lo que soy.
¿Qué hace que me sienta así?
Tu vida y tú mismo.
Vida… entonces¿estoy vivo¿Soy un ser vivo¿Y qué soy?
Eso, al final, también es una etiqueta.
Volvió a sumirse en el letargo de paz, pero cada vez se le hacía más difícil ignorar el resonante latido de su propio corazón. Era un ser vivo, pero su forma era una etiqueta. Una etiqueta… entonces¿no importaba qué forma tuviera¿Podría adoptar cualquiera? Pero… ¿qué formas había¿Infinitas? No…
El viento corría veloz entre las altas hierbas. El sol estaba alto y hacía mucho calor. Conocía aquel lugar. Ya había estado antes, pero no recordaba cuándo. A su derecha había una pequeña loma rocosa desde cuya cima se podía ver la pradera a kilómetros de distancia. Se miró a sí mismo… pero no vio nada. Seguía siendo como un átomo, parte de la existencia, pero aún sin saber cuál era su lugar.
¿Cuál había sido su lugar hasta entonces?
Había sido una víctima… ¿o no? Lentamente se fue encaminando hacia la loma, flotando en el éter, distraído, pensando… No, técnicamente no había sido una víctima. Si bien era cierto que había sido él el que había recibido todas las ofensivas, al final, siempre salía a flote y conseguía una pequeña victoria. Había sido una víctima por su corta edad, no porque no fuera capaz de defenderse. De pronto sentía que le resultaba más difícil flotar y, para subir los peñascos alargó su brazo derecho y se impulsó con las piernas. Entonces¿cuál había sido su lugar en toda su vida? La vida, su vida, la que le había hecho ser quien era, independientemente de su forma y de su nombre, había sido un enorme e intensivo entrenamiento para lo que era su misión, su objetivo. Ya fuera predicho por unos entes sobrenaturales como los nephlim, por una profecía o por el acontecer de los años, él tenía una responsabilidad con respecto a sí mismo y a un hombre que parecía haber moldeado su existencia para llevarle hasta donde estaba ahora.
Por fin llegó a la cima. El viento le revolvía el pelo. Frente a él, en el borde del precipicio, una cobra real se elevaba sobre su abdomen mostrando sus furiosos y preciosos colores al sol. Los ojos verde amarillento de la serpiente le miraban con fijeza. Era una cobra enorme, una verdadera reina. Ese era su objetivo. Pero¿estaba él a la altura? Plantó sus pies en el suelo y esperó, paciente. Por supuesto que estaba a su altura. Al fin y al cabo, él también era un rey.
Los ojos dorados, la melena oscura, los poderosos músculos de las patas y las garras que, aún escondidas, prometían dolor. Allí, en aquella roca, una cobra y un león se observaban atentamente. La tensión casi se podía cortar con un cuchillo, pero ninguno de los dos hizo nada. Tanto uno como otro eran peligrosos y lo sabían muy bien.
La serpiente silbó una vez más, altiva, y se marchó.
Él se relajó y dio un paso hacia delante. Su forma… era una etiqueta, y ahora lo sabía mejor que nunca, pero si ésa era su etiqueta, no había otra mejor en el mundo entero.
"Abre los ojos.
Tenía sueño. Los párpados se le cerraban. Se tumbó en la roca caliente apoyando la cabeza en las patas delanteras.
"Despierta.
El sol pareció oscurecerse cuando sus ojos se cerraron por fin y sentía que caía y caía…
Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Frío. En la frente. Le goteaba por la sien hasta el oído… ¡escalofrío!
Abrió un ojo ligeramente. No veía bien y trató de abrir el otro. Su visión no mejoró mucho y entonces se dio cuenta de que no llevaba las gafas puestas. Aun así logró recordar en un rápido vistazo dónde estaba y qué estaba haciendo allí. La profesora McGonagall le quitó el paño frío y empapado de la frente y se lo cambió por otro aún más frío. Se intentó incorporar, pero le dolía todo el cuerpo.
"No, Potter, quédate tumbado.
"Me duele todo…- se quejó el chico suavemente.
"La primera transformación siempre es un poco traumática, pero lo has hecho muy bien. ¿Recuerdas tu tótem?
"Sí.- entonces Harry se dio cuenta.- ¿Me he transformado?
"Sí, y debo decir que es impresionante. Mañana empezaremos las prácticas para que el día 20 no haya ningún problema.
Harry asintió en silencio y se regocijó en su fuero interno. Estaba deseando enseñárselo a Ron y Hermione.
Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
"Vaya…- Ron le miraba francamente impresionado al día siguiente en el desayuno después de que les hubiera contado todo.- La verdad es que tiene sentido. Te pegaba el león. Y siendo Quien Tú Sabes una serpiente, tu animal era obvio.
"Visto así desde luego.- asintió Harry.
"¿Y cuándo podrás transformarte? Me gustaría verlo.
"Debes tener cuidado ahora, Harry.- comentó Hermione dejando el vaso de zumo en la mesa y mirándole con seriedad. Harry comprendió y asintió.
"¿Por qué?- preguntó Ron.
"Aún no controla la animagia.- explicó Hermione.- Puede transformarse, pero no a voluntad. Aún no. Una emoción fuerte o un despiste podría transformarle así como no salirle si quisiera hacerlo a propósito.
"Dice McGonagall que en un par de días lo dominaré.- comentó Harry agarrando un pan de leche.- No creo que sea un problema.
"Ya, bueno, pero ten cuidado igualmente.
Aquella mañana las clases se sucedieron como una especie de neblina gris. No se enteró de nada en ninguna y en más de una ocasión los profesores le llamaron la atención. Así que cuando sonó la campana del final de la última hora, Ron tuvo que correr detrás de él para seguirle fuera del aula de Encantamientos.
"¡Eh, adónde vas tan rápido!
"Al despacho de McGonagall.
Corrió por los pasillos esquivando a las decenas de estudiantes que salían de las clases con la mochila al hombro en dirección a la escalera. Estaba emocionado. Por primera vez en varias semanas asistía verdaderamente motivado a una clase particular con la Jefa de su Casa. Al llegar frente a la puerta del despacho vio salir alteradísima a su maestra, que le miró con rasgos desencajados, al borde de las lágrimas. Estaba muy pálida y respiraba agitadamente. Alarmado, se acercó.
"Profesora¿está bien?
"Ha habido un ataque.- informó lacónicamente la mujer mientras seguía alejándose de camino a las escaleras que llevaban al despacho del director. Harry, blanco, la siguió.
"¿Dónde?
"En Londres.- la voz de la maestra se quebró por fin y se tapó la boca y la nariz con las manos mientras seguía caminando a toda velocidad con Harry detrás.- Tendremos que aplazar la clase de hoy.
"¿Ha… muerto alguien?
McGonagall asintió en silencio. Subieron los últimos escalones y llegaron frente a la gárgola que se abrió ante la mera presencia de Harry como tantas veces antes. Ambos entraron. Harry no se atrevía a preguntar más. Sabía que se enteraría inmediatamente y estaba demasiado aturdido como para acertar a decir nada.
Al entrar en el despacho de Dumbledore, descubrió que estaba lleno de gente. Tonks, un par de magos que no conocía con pinta de venir del ministerio, la señora Weasley, sentada y sollozando desconsoladamente en el hombro de su hijo George, Fred y tras una llamarada verde de la chimenea, Lupin. El chico oyó un bufido a su derecha y descubrió a Snape sentado en una silla, como al margen de todo, y mirándole con la cara medio vuelta, como si su mera presencia le repugnara hasta el vómito.
Dumbledore miró a los recién llegados y comenzó a hablar.
"Hace unos 10 minutos ha habido un ataque en Londres. Los señores Pearson y Hogdes ha sido tan amables de traernos el primer informe… aunque casi no lo necesitamos.- Molly Weasley gimió de dolor profundo y se agarró aún más de su hijo, que no pudo soportarlo más y acabó llorando con su madre. Fred, a su lado, mantenía el rostro tenso, quieto, pero sus ojos enrojecidos hablaban por él. Harry se temió lo peor.- Ha sido atacado el Callejón Diagón. Muchas tiendas han sido destruidas y han muerto unos 25 civiles y 12 aurores y miembros de la Orden que guardaban el lugar. Hicieron lo que pudieron, pero al parecer fue hasta allí el mismo Voldemort y no hubo nada que hacer.
"Podría haber hecho mucho más daño de haber querido.- comentó desde su silla Snape en voz baja.
"Lo sé.- asintió Dumbledore. El anciano mago se volvió a Pearson y Hogdes.- Díganle a la ministra que contará con nuestro apoyo incondicional y que le mantendremos informada en todo momento de lo que vayamos averiguando.
Los hombres hicieron una leve y marcial inclinación de cabeza y ambos desaparecieron por la chimenea.
"Profesor Dumbledore¿quiere decir que esa carnicería no es todo el poder de Voldemort?- preguntó Fred con la voz trémula. Harry se descubrió compadeciendo a Fred. Voldemort era increíblemente poderoso. Aquello podía ser muy bien un simple aperitivo para él.
Dumbledore negó tristemente con la cabeza.
"Me temo que no, Fred.
"¡Entonces qué esperanza tenemos¿Qué nos queda? – estalló el joven pelirrojo.- Es evidente que no podemos hacer nada contra un poder como el de ese hombre. ¡Todo es inútil, maldita sea¡Todo…!- la voz se le quebró y gruesas lágrimas empezaron a rodar por su rostro. Lupin se acercó a él y alargó una mano para tocarle el hombro, pero Fred se le sacudió y le miró con verdadera rabia.- ¿Cuántos miembros de mi familia tendré que perder hasta que todo acabe, profesor¡¡CUÁNTOS!
Molly Weasley seguía llorando sin consuelo. George la abrazaba, ahora sin llorar, pero igual de triste, igual de destrozado. Un Weasley había muerto en aquel ataque, pero¿cuál? Los únicos que faltaban eran Charlie, que estaba en Rumanía y… Oh… no… El señor Weasley, no… Ni Ron ni Ginny lo sabían aún. Mirando a Fred notó cómo la rabia empezaba a empañar sus ojos mientras trataba de asimilar la noticia. Dumbledore abrió la boca y respondió al mayor de los gemelos.
"Espero que ninguno más, Fred. Lo siento muchísimo, de verdad.
"Eso no me sirve, profesor.
"Ni a ti ni a nadie. Pero no eres el único.
"¿Eso ha de consolarnos acaso?- exclamó George en voz baja y dolida.
"No, pero os hará ver la magnitud de lo que está ocurriendo.- dijo Dumbledore.- Sé que este es un momento terrible, pero por vuestra pérdida y las que han de venir os pido que no bajéis la guardia y no os rindáis. La tormenta que se ha llevado a vuestro padre no ha terminado aún.
"Entonces cuente conmigo, profesor.- dijo Fred dando un paso al frente.
"Y conmigo.- dijo George incorporándose.- No dejaremos que la muerte de nuestro padre y nuestros hermanos haya sido en vano.
"No… no, por favor.- apenas fue un susurro, pero fue evidente para todos. La señora Weasley negaba suavemente con la cabeza mientras repetía lo mismo una y otra vez.
Harry supo que aquella mujer no podría soportar más pérdidas. Súbitamente recordó el episodio del boggart el curso anterior. Habían pasado tantas cosas desde entonces. ¿Quién le iba a decir que un año más tarde habría perdido a 2 hijos y a su marido? Al final sus miedos habían sido acertados. Pero¿Y Ron y Ginny? Les hundiría una noticia así. Sin querer había empezado a apretar la mandíbula para contener la rabia y la impotencia.
"¿Y por qué no ha mostrado todo su poder, profesor?- preguntó Tonks pensativa, con el ceño fruncido.- ¿Por qué se ha moderado? Podría haber destrozado el callejón y haber matado a mucha más gente. ¿Por qué no lo hizo? No creo que fuera por piedad.
"No, no lo hizo por piedad.- asintió Dumbledore alargando una mano hacia el pergamino que los hombres del ministerio le habían dado. Lo cogió y se lo dio a la chica. La pelirosa abrió los ojos de asombro y después volvió a fruncir el ceño con enfado.
"¡Menudo…!- musitó entre dientes.- Qué rastrero...
Lupin le arrebató el pergamino y lo leyó rápidamente hasta que llegó a una parte que le hizo alzar la mirada hasta Harry.
"Esto es increíble…- dijo el licántropo.- ¿Y qué piensa hacer si no accedemos¿Una matanza en cada rincón de Gran Bretaña hasta que se lo sirvamos en bandeja?
"Exacto.
"Pero es imposible, profesor. Aún no está preparado.- insistió Lupin.
"Remus, soy plenamente consciente de ello.- asintió Dumbledore con voz calmada, pero instándole a que se calmara.
"¿Qué ocurre?
Todos viraron la cara hasta Harry. El chico había preguntado sabiendo en cierto modo la respuesta.
"Voldemort ha dejado un mensaje.- dijo Dumbledore sin rodeos.- Dice que cada día habrá un ataque hasta que no te entreguemos a ti y al profesor Snape.
Harry giró la vista a Snape, que seguía sentado sin querer mirarle. Aun así hizo el esfuerzo de girar la mirada hacia el chico.
"Mira lo que has logrado, Potter. Espero que estés orgulloso.
"No lo estoy, pero no hay otra opción.- Harry volvió a mirar a Dumbledore.- Iré.
"Me temo que no, Harry.
"¿Prefiere que muera más gente?
"El Ministerio está tomando medidas al respecto.
"¿Y si no funcionan?
"Funcionarán.
"Hasta que Voldemort decida esforzarse un poco más.- apuntó Harry con calma.
"No irás a ninguna parte, Harry, no estás preparado para enfrentarte a él. Aún no.- dijo Dumbledore.
"Entonces matará a decenas de personas hasta que se canse y venga aquí, profesor.- insistió el chico.- No pienso dejar que gente inocente muera por mantenerme yo a salvo. Es injusto. No tienen nada que ver.
"Si te enfrentas a él posiblemente será la última vez que lo hagas.- dijo Lupin en voz baja.- Entonces todo lo que hagamos no servirá para nada.
"Profesor Lupin, eso no lo sabemos.
"Estás demasiado seguro de tus habilidades, Potter.- susurró una voz a su derecha. Snape le miraba con tanto desprecio que sintió la urgencia de estamparle una silla en la cara.- El Señor Oscuro te está demasiado grande.
"¿Y por eso se esconde, profesor?- el rostro lívido de Snape se tensó ante la ofensa, pero Harry no se detuvo.- Siempre ha sido demasiado poderoso para todos nosotros, pero aun así no hemos dejado de luchar contra él. Voldemort no sólo es un mago con mucho poder. Usted más que nadie en esta sala debería saberlo.
Snape se incorporó indignado.
"¿Te crees que puedes hablarme así después de la metedura de pata que nos ha llevado a esta situación¿Cómo te atreves a recriminarme nada cuando has sido tú la causa primera de la muerte del padre de tus amigos?
Las personas que escuchaban la discusión retuvieron el aliento. Harry se quedó helado un momento mirando con odio los ojos negros y brillantes de su profesor de Pociones. Apenas oyeron un suspiro de cansancio de Dumbledore que tomó la palabra.
"Severus, por favor, tranquilízate. Minerva, lleva a Harry a la sala común, si eres tan amable.
McGonagall puso una mano en el hombro del buscador para conducirle hacia la puerta, pero el chico se revolvió bruscamente y salió con paso decidido del despacho, apretando los puños hasta clavarse las uñas en las palmas mientras sus ojos se le empañaban con las lágrimas de rabia. Bajó con rapidez los escalones.
"¡Potter, espera!- le llamó McGonagall que trataba de alcanzarle.
"Profesora, creo que conozco el camino a la Sala Común, gracias.- replicó arisco el muchacho.
Llegó al final de la escalera de caracol y pasó junto a la gárgola con rapidez. Detrás de él oía los pasos apresurados de su maestra.
"No se lo tengas en cuenta, Potter.- insistió la mujer en un nuevo intento para que el joven se detuviera. Lo logró. Harry se dio la vuelta. Una gruesa lágrima le surcaba el rostro, pero en sus ojos sólo había rabia.
"¿Cómo quiere que no se lo tenga en cuenta si tiene razón?
"Porque no la tiene.- McGonagall se acercó a él tentativamente.
"Ya, claro.- Harry se limpió la cara con la manga.- Y ahora¿qué hago¿Cómo voy a mirar a la cara a Ron y a Ginny?
"Potter, tú no tienes la culpa¿de acuerdo? Ese ataque podría haber ocurrido igualmente.
"¿Y el mensaje¿Qué pasa con él¿Cuánta gente tendrá que morir para que Dumbledore y todos estén satisfechos conmigo? Nunca estaré preparado, profesora. Pero no puedo soportar la idea de que por un día que esté aquí a salvo, decenas de personas estén en peligro inminente ahí fuera. ¡No es justo!
"Lo sé.- suspiró la profesora.
Harry bajó la mirada agotado. No se atrevía a volver a la Torre de Gryffindor. Quisiera o no el momento final se acercaba a pasos agigantados. Llegaba el momento en que todos los secretos se descubrieran y dejaran a un lado las medidas de seguridad a las que se habían acostumbrado. Pronto no habría lugar para remilgos ni cuidados ni tientos. La lucha era tan inminente como el anochecer que se acercaba tras las ventanas de aquel pasillo. De pronto se sintió extrañamente tranquilo, como si por fin se hubiera quitado de encima un peso insoportable. Cerró los ojos y suspiró.
Todo era más sencillo así. Si tenía que luchar lucharía. Al fin y al cabo estaba allí para eso. Le dio las gracias a su maestra y se fue a la sala común en silencio.
Al llegar vio a sus amigos en los sofás frente a la ventana, aprovechando los últimos rayos de luz natural para hacer sus deberes. Ron levantó la mirada y le sonrió, pero al verle la cara su sonrisa se desvaneció. Cuando les dijo a los dos Weasleys que fueran al despacho del director sintió que parte de su alma se le partía. Ni siquiera le preguntaron nada. Los dos salieron disparados por el hueco del retrato. Hermione le preguntó qué ocurría, pero él no se sentía con energías para hablar. Se sentó en el suelo, apoyado en el sillón, y se abrazó las rodillas mirando al anochecer rojo que se extendía por el Bosque Prohibido. Notaba como un cosquilleo en el pecho que le instaba a llorar, pero sus ojos estaban secos. Había otra cosa que había reemplazado a la pena y la rabia.
Un rato después se levantó del suelo habiendo tomado una decisión.
"Hermione, necesito tu ayuda.
Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Se los encontraron a todos, abrazados, en silencio, frente a la puerta principal. Ya se marchaban. Se iban a preparar el entierro y a ocuparse de todo lo que debían ocuparse, fuera lo que fuera. Poco importaba. Parecía como si una atmósfera de dolor se hubiera instalado en todos ellos. Harry no había oído los nombres de los otros fallecidos en el ataque de aquel día, pero suponía que otros estudiantes recibirían una noticia similar en breve. Hermione y él los observaron desde el pie de las escaleras. No se atrevían a acercarse. Era un momento de dolor puramente familiar y, aunque ellos lamentaban la pérdida casi tanto como ellos, se sentían al margen. Y Harry se sentía especialmente responsable.
Dumbledore estaba con ellos. También McGonagall y Lupin. No sabía dónde estaban ni Tonks ni Snape. Harry cerró los ojos y se concentró un instante en controlar la oleada de odio que le embargó al pensar en su profesor de pociones. Aquel hombre había traspasado todos sus límites. Hermione le puso la mano en la muñeca. Al abrir los ojos vio cómo Fred, George y la señora Weasley tomaban un carruaje tirado por un thestral. Ron y Ginny se quedaron en el umbral, a contraluz. Parecía mentira que el aire fresco y fragante que venía del exterior fuera real. No en aquel momento de inmensa tristeza. Las abatidas siluetas tenían los hombros caídos aunque se abrazaban. Ginny tenía la cabeza apoyada en el costado de su hermano, como si la sola idea de mantenerla derecha fuera demasiado para ella. McGonagall les susurró algo y se fueron con ella. Aunque pasaron a su lado ninguno de los dos pareció advertir la presencia de los dos muchachos que observaban junto a la escalinata de mármol.
El director miró cómo el carruaje desaparecía en el portal que había abierto con su varita. Un momento después ya no estaban. Las antorchas a modo de farolas que iluminaban el camino hasta los invernaderos y hasta el muelle del lago iluminaban los terrenos más cercanos al castillo de una manera casi dolorosa mientras la noche se cernía sobre Hogwarts. Al fin se dio la vuelta y encaró a los dos adolescentes que le miraban.
El silencio era espeso, gris, decidido a quedarse allí durante mucho tiempo. Ninguno quería romperlo, pero tenían que hacerlo.
Harry dio un paso al frente.
Hermione se quedó donde estaba. Algo había cambiado en su amigo. Se había dado cuenta en el mismo momento en que, hacía un rato, se había girado a ella y le había explicado su plan. Sabía que le habían ocurrido muchas cosas a lo largo del último año. Había vuelto cambiado del verano, pero, durante aquellos meses había ido madurando, lenta, pero inexorablemente. Seguía siendo Harry, pero de algún modo, era otro. Parecía que por fin había encontrado su lugar y que además se sintiera relativamente cómodo en él aun a pesar de que el mundo se estuviera derrumbando a su alrededor. Aquel paso al frente era más elocuente que muchas palabras.
Dumbledore también lo sabía.
No quería dejarle marchar. Sabía que si lo hacía su futuro sería incierto, pero que si no lo hacía, el futuro de todos ellos sería bastante cierto… y desagradable. Había algo en él que siempre le había fascinado, y era esa manera tan impresionante de adaptarse a los cambios. Asimilaba lo nuevo como una esponja y lo utilizaba en su beneficio para aprender y continuar más fuerte que antes. Por muchos golpes que le diera la vida parecía salir fortalecido de cada uno de ellos. Aun así, para él, seguía siendo ese bebé dormido que había recogido de los brazos de Hagrid hacía casi 17 años. Pero ante él no había ningún bebé. Había un joven que por primera vez en su vida parecía encontrarse a sí mismo y estar a gusto en su lugar.
Aquella misma tarde, en su despacho, había sido fuente de una sabiduría que pocas veces se daba en muchachos de su edad. "Siempre ha sido demasiado poderoso para todos nosotros, pero aun así no hemos dejado de luchar contra él. Voldemort no sólo es un mago con mucho poder." Aquella idea había sido algo que había tratado de inculcar en todos los miembros de la Orden durante años. Sabía que Voldemort seguía siendo una amenaza aun habiendo desaparecido temporalmente y ahora que había vuelto, su miedo había sido corroborado. Y aquel chico lo había comprendido él sólo.
Voldemort podía ser un enemigo singular formidable, pero tan peligroso como él era todo lo que levantaba a su paso. El odio hacia lo que no era como él, la hipocresía, el miedo… Había otras armas con las que luchar y que tendrían que empuñar todos. Dumbledore suspiró apenado y asintió.
Y al frente de todos estaría Harry. Para bien o para mal.
Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Lo primero que hizo fue entrar a saco en la mazmorra que era la Sala Común de Slytherin. Ningún profesor le acompañaba y había prohibido terminantemente a Hermione y, sobre todo a Ron y a Ginny, que le acompañaran. Iba solo. No necesitaba a nadie más para hacer lo que iba a hacer. Nadie en aquella escuela podía hacerle sombra y lo sabía. No era arrogancia. Era certeza.
Los ojos estupefactos de los, aproximadamente 20 estudiantes que estaban en la sala en aquel momento se clavaron en él. Hizo una pregunta muy sencilla y obtuvo una respuesta aún más sencilla. Un brazo señaló las escaleras de piedra que subían a los dormitorios.
"¿Podrías llamarlos, por favor?
El chico, de 2º, corrió a las escaleras como alma que lleva el diablo.
Todos conocían a Harry Potter. Incluso habían participado de las puyas que solían lanzarle en los pasillos o, en años anteriores, en los partidos de Quidditch. Todos le habían visto como un chaval relativamente normal dadas las circunstancias y que tenía las mismas cualidades de convertirse en blanco de sus burlas como cualquier otro. En secreto siempre había sido un punto de fascinación por todas las cosas extrañas en las que se veía envuelto y por el hecho mismo de ser una figura histórica viva. Y en general, como slytherins que eran, ninguno podía comprender porqué todo el mundo parecía tenerle como alguien especial sólo porque tuviera una cicatriz en la frente. No aprobaban para nada el favoritismo evidente hacia su casa que tenían ciertos profesores ni el trato especial que recibía del director. No era mejor que nadie y siempre había tenido un punto de anodinidad mal conseguida que había dejado perplejo a más de uno.
Más que nada, porque por mucho que quisiera, Harry Potter no era en absoluto anodino.
Y ahora, plantado frente a las puertas abiertas de roble oscuro de la Sala Común de Slytherin, parecía más alto, más serio y más decidido que nadie que hubieran visto antes. Los slytherin más jóvenes tuvieron que mirar un par de veces su uniforme para asegurarse de que era un estudiante y no un profesor. Los más mayores se preguntaron cómo era posible que hubiera abierto la puerta sin conocer la contraseña. Y los que salían en ese momento del dormitorio y constituían la flor y nata de la Casa de la Serpiente, trataban de poner la expresión de desprecio y furia más convincente posible… con muy poco éxito.
Por suerte para ellos nadie más sabía de la apabullante derrota que habían sufrido un par de días antes. Al parecer los dos gryffindor habían sido extremadamente discretos y ellos no tenían ninguna intención de airear lo ocurrido. Intercambiaron unas pocas palabras cortantes relevantes a "¿Qué haces aquí¿Cómo has entrado? No importa. Tenemos que hablar." y se marcharon fuera de las mazmorras.
Ninguno se quiso preguntar porqué el gryffindor podía entrar en la casa de Slytherin y ordenar a los mejores entre ellos que le siguieran. Todos se miraron unos momentos, demasiado alucinados como para intercambiar palabra. Algunas de las miradas eran de esperanza nerviosa, pero pronto las ocultaron por miedo a ser descubiertas. ¿Qué podía significar aquello¿Podía ser que Slytherin dejaba de estar obligada a ser tan condenadamente oscura? Había niños que lo único que querían era disfrutar de sus años de colegio y no verse envueltos en hechos oscuros y siniestros desde los 11 años. Estaban hartos de que la música de fondo de los dormitorios de los más jóvenes fueran sollozos ahogados.
Pero nadie se atrevía a decir aquello.
Sabían que no todos pensaban igual y aquellos que no lo hacían en seguida se mostraban. Una chica de 4º se levantó indignada y un corro de personas la siguió hacia los dormitorios. Los más jóvenes sabían que ella había participado en la "amenaza" que Malfoy y los suyos le habían organizado a Potter y a su amigo el pelirrojo. Y también sabían que, si Malfoy y los suyos fallaban o caían, esa chica ocuparía su puesto.
Siempre había alguien que ocuparía el puesto.
Una chica de 5º se levantó tranquilamente y se acercó a los pequeños. Ellos la miraron con recelo. Era una chica bastante enigmática. Nadie sabía con quién se iba, si tenía amigos o qué. Pasaba tan desapercibida que era difícil situarla en algún lugar específico. Parecía ser parte del mobiliario, simplemente.
Y les habló.
Una niña de primero acabó llorando de alivio mientras que en los demás asomaban tímidas sonrisas. "No importa, no os preocupéis, no sois los únicos. Somos más, en realidad. Hay una esperanza."
Aquella noche muchos durmieron más tranquilos…
Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
… pero otros no.
Le había pedido a Ron que estuviera con él. Tenía derecho a estar presente. Ahora los dos estaban en la sala común de Gryffindor, solos, en silencio, frente a un quinqué de aceite que iluminaba un pequeño círculo a su alrededor suficiente para ellos.
Ron aún estaba en estado de shock por la muerte de su padre. Tenía los ojos enrojecidos y la nariz escocida de tanto sonarla. Le dolía todo el cuerpo y se le hacía difícil respirar. Harry iba a hacer lo que no había hecho nunca. Se lo había explicado, pero no había comprendido ni la mitad. La verdad es que no le importaba el proceso. Le importaba el final.
El final…
Harry le miró a los ojos un momento. Sus ojos verdes tras las gafas redondas eran los mismos de siempre, pero algo en su expresión y en su actitud habían cambiado definitivamente. Aun a pesar de la bruma de dolor podía ver que si Harry estaba cerca aún podría sostenerse a algo. Había sido su amigo, su hermano desde hacía años, pero ahora que todo se abalanzaba sobre ellos como un animal hambriento, era su única esperanza.
Harry cerró los ojos y desplegó su perceptividad hasta ver el colegio y a todos sus ocupantes. La expandió y pudo ver Hogsmeade y el Bosque Prohibido. Hasta allí siempre había sido fácil. Era su terreno y lo conocía muy bien. Ahora venía la verdadera prueba. Debía buscarle y debía encontrarle más allá de su barrera, más allá de los valles y los ríos, más allá de las ciudades hasta el más ínfimo rincón. Y una vez lo hubiera encontrado le daría un mensaje y se cobraría el primer plazo de su venganza.
Así que sobrevoló Hogsmeade un tanto dubitativo al principio. Debía dar el paso y viajar más allá.
Ron, a su lado, veía que la luz del quinqué titilaba y sintió que él, de alguna manera, también titilaba. Era como si al su alrededor flotara una especie de magnetismo palpitante que le atravesara al mismo ritmo que las oscilaciones de la luz. Harry seguía con los ojos cerrados. Parecía estar en trance, aunque no había sufrido ningún cambio aparente. Sin saber porqué, Ron alargó una mano y le tocó un hombro. De pronto una imagen enorme de luces que no comprendía se introdujo en su mente. Iba muy deprisa, de una a otra. Había diferentes tonalidades o registros de luces. No sabía diferenciar una de otra. Parecía estar arrastrado por una fuerza descomunal que le llevaba de luz en luz casi sin darse cuenta.
Entonces las luces se alejaron un poco y pudo ver que era como una especie de mapa iluminado. Estaba viajando a través de un mapa… ¡de Gran Bretaña! Podía ver luces desperdigadas allí o allá, las costas recortadas por esa misma luz extraña, y allá a lo lejos, una luz especialmente brillante. La fuerza que le llevaba fue directamente a ella.
Aquella luz emitía su propia fuerza de tracción. Ron se vio entonces atraído y repelido a la vez por aquellas dos fuerzas tan inmensas, la que le arrastraba y la que estaba en aquel lugar del mapa. Entonces la corriente que le había llevado hasta allí reparó en su presencia y amable, pero firmemente, le devolvió a su cuerpo.
Ron abrió los ojos de pronto, jadeando y sin saber muy bien dónde estaba. Harry le miraba, con los ojos abiertos, pero ligeramente desenfocados, como si estuviera viendo dos cosas a la vez y muy diferentes entre sí.
"Es peligroso, Ron. En esto no me puedes acompañar.
"Esa luz… era…
"Sí.
"¡Era enorme, Harry¿Seguro que estás haciendo lo correcto?
Harry asintió y le sonrió desde las profundidades de donde quiera que estuviese. Volvió a cerrar los ojos.
Ahí estaba, tan enorme como había dicho su amigo, tan aterrador como parecía. Aquel brillo, aquella palpitación gigantesca que podía haber rivalizado con todo el pueblo de Hogsmeade junto, procedía de un solo hombre. Oía el palpitar tranquilo de la magia que le rodeaba y sentía la tracción de su fuerza, pero era muy capaz de evitarla. Cerca de esa luz, cerca de Voldemort, sentía esa misma ausencia de magia que sentía en la cueva de Hogwarts. Parecía que más que no haber magia, lo que había era tal saturación de la misma que se anulaba. Pero sabía que no era cierto. Cerca de Voldemort estaba aquel espejo. Y podía notar que lo estaba utilizando. Aun con los ojos cerrados, Harry sonrió.
No había hecho aquello jamás, pero conocía muy bien la magia de las personas con la perceptividad. Y la magia era la misma alma de las personas. Ahí, a su alcance, tenía el alma de Voldemort. Era inmensa. Demasiado grande para un ser humano. Por eso había necesitado infinitos cuerpos en infinitas realidades para albergarla. Pero no podía manipularla, sólo influir en ella. Era demasiado poderosa.
Estoy dispuesto.
A kilómetros de distancia un hombre movía la varita hacia la derecha. La imagen que le mostraba cierto espejo le cegó. Una luz inmensa y blanca llenó el cuartucho donde estaba haciendo que se cubriera los ojos con el brazo desarmado. Las dos palabras aparecieron en su mente como un pensamiento perdido. Dos palabras escritas a fuego de una manera que él había creído imposible para alguien que no fuera él mismo. Pero conocía la voz. Desvió la imagen del espejo y la oscuridad volvió a la habitación desvencijada donde se escondía Lord Voldemort.
Salió de la habitación dispuesto a dar las primeras órdenes, pero…
"¡Mi señor¿Qué está pas…
Nunca terminó la frase. Como una marioneta a la que han cortado los hilos su lugarteniente Parker cayó a sus pies. A su alrededor otros 5 mortífagos yacían igual de muertos.
Voldemort apretó los puños y sonrió. Parecía que el juego se ponía verdaderamente interesante. Aquel muchacho empezaba a utilizar las armas que le eran propias. Y él respondería. Tal y como había planeado.
Volvió en dos pasos hacia el espejo y movió la imagen con la varita para volver a enfocarla en el lugar de donde había venido la intensísima luz de aquel chico. Ya no estaba. Era de prever. Utilizar una Puerta de aquella manera solía ser agotador. Emocionado por el futuro enfrentamiento Voldemort se inclinó en una reverencia hacia el espejo y al incorporarse susurró:
"Cuando quieras.
Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Harry abrió los ojos y se sintió miserable. Tanto que había clamado por no convertirse en un asesino y ahora lo era. Giró la mirada y encontró a Ron observándole.
"¿Estás bien?- preguntó el pelirrojo.
"No, pero no importa.- se incorporó.- Ron, esta noche se ha desatado la verdadera guerra y nuestra única defensa son esas piedras que Dumbledore instaló en los dormitorios. Has de asegurarte de que todos hagan el conjuro todas las noches y todas las mañanas.
"Pero… Harry¿qué quieres decir¡No puedes estar hablando en serio!
"Por supuesto que sí.- Harry fue hasta el dormitorio y cogió una bolsa donde empezó a meter unas mudas, un par de libros y el espejo de Tonks.
"¿No…- Ron bajó la voz y esperó a que su amigo saliera del dormitorio donde sus compañeros dormían. Al volver a la sala terminó la pregunta.- ¿No pensarás marcharte de Hogwarts ahora?
"Tengo que hacerlo, Ron. Ya sabes lo que acabo de hacer. No puedo quedarme en el colegio.
"¡Pero aquí estás a salvo, tío! Ahí afuera…
"Ron, escucha.- Harry cogió de los hombros a su amigo y le obligó a mirarle.- Acabo de matar a 6 personas con un poder que muchos clasificarían de oscuro si conocieran su existencia. Y acabo de desafiar a Lord Voldemort. Todo va a acabar por fin, de un modo u otro, y preferiría estar lejos de aquí cuando ocurra.
"¿Qué has matado…¿Cómo?- Ron estaba al borde de la histeria y del colapso nervioso.- ¡No te has movido de aquí! Además… ¡Harry espera!- ambos ya estaban en el pasillo y Ron agarraba del brazo a su amigo. El moreno se giró.- No puedes irte sin más y dejarnos aquí. No después de… Tío, no me puedes pedir que me quede aquí cuando hace menos de 7 horas que han matado a mi padre.
La voz se le había quebrado y le corrían gruesas lágrimas por el rostro pecoso.
"No te preocupes. Mañana todo cambiará, te lo prometo. No estarás de brazos cruzados.- Harry apartó la mano de su amigo de su brazo y le apretó un hombro con afecto. Trató de sonreír.- Pero aun así yo he de irme.
Oyeron una ligera tosecilla a su espalda, cerca de las escaleras. La profesora Samantha Green esperaba. Harry asintió y se despidió con voz queda una vez más. Ron vio cómo su amigo se marchaba a un destino incierto bajo la débil luz de la lámpara que sostenía la profesora de Defensa contra las Artes Oscuras.
Su padre, sus hermanos… no pudo contener el llanto que pugnaba por salir hacía rato y arrastrándose por la pared acabó sentado en el suelo, agarrándose la cabeza con ambas manos, sacudido por los sollozos de miedo, de pena, de dolor.
Todo iba a acabar muy pronto. Eso le consolaba. La espera. Eso le torturaba. Y Harry… del que no tenía ninguna garantía de volver a ver jamás.
