Mi hijo, mi secreto

Sigo con mi trabajo, los fics románticos son algo más fáciles de escribir que los de acción, aunque también me guste escribirlos.

Perdonen el título de capítulo, no pude evitarlo XP

Para Mili Maxwell, Paty, Alanis, Jakito, Valesca. Keysie Maxwell, Ángel Fire y Ai Moon, que me dejaron los primeros comentarios

Para Yaeko, Nadesiko, Nadesiko olimka, Arashi WeiB KreuZ Yaoi, Jotaru Aya Y.M, Oriko Asakura-Tao Li H.U.S.H., Sakuri-YuY-Maxwell, perfanel, Angeli Murasaki, zer0oneoz, dark, kinyoubi, alba-chan, abajo les respondo.

Allá en el rancho grande...

El vuelo fue demasiado largo para Heero, quien sólo durmió a ratos preocupado de Dúo y su hijo, pero el par ni se movió en todo el viaje, quien como ellos, se dijo moviendo la cabeza cansado, miró la puerta de la cabina en silencio, con sus dos bellos durmientes tan silenciosos no tenía en qué ocuparse, ni Koji ni Dúo parecían tener ganas de darle algo en que ocuparse mientras llegaban al Rancho de Dúo hasta que vio el portafolios cerrado en el asiento contrario al trenzado.

Heero no era por naturaleza curioso, pero si quería conocer la clase de hombre que era él, después de todo era el padre de su hijo y si iba a vivir un tiempo con él tenía que saber al menos en lo que trabajaba y como el americano no estaba despierto para contestarle, lo mejor era revisar los documentos. Abrió el maletín y extrajo algunos papeles, ellos hablaban de la vacunación del ganado vacuno, una gran cantidad, de una raza llamada Hass americano, cuyas hembras estaban preñadas, algunas de forma natural y otras de manera artificial, pero tenían que tener cuidado porque en el rancho vecino se había detectado fiebre aftosa en algunos animales y debía evitarse el contagio y la pérdida de los animales.

Un ganadero, con razón es tan animal – dijo mirando de reojo al trenzado – pero no se ve que sea un tipo rudo como pintan que son los vaqueros americanos.

Sacó otro papel de la carpeta y vio que era un negocio maderero que proveía de celulosa a una industria papelera del propio trenzado que estaba teniendo problemas con el medio ambiente y la producción a causa de un incendio desatado algunos meses atrás. Movió la cabeza al revisar el resto de los papeles, eras muchas empresas de múltiples ámbitos y casi ninguna relacionada con otras y se notaba o descuido de parte de trenzado o falta de tiempo para preocuparse de todas.

Veré si le puedo ayudar en algo – dijo sacando una libreta y un lápiz de uno de los bolsillos del portafolios y comenzó a tomar nota de lo que creía podría ayudar a sacar al trenzado de sus problemas con sus empresas.

Joven Heero, estamos por llegar – le dijo el copiloto en voz baja sacándolo de su concentración – debe abrocharle los cinturones a los dos durmientes, la pista del rancho no es tan buena como quisiéramos – le explicó apenado.

De acuerdo – le respondió dejando los papeles y la libreta en su lugar y se levantó poniéndole primero el cinturón de seguridad a su hijo antes de acercarse a Dúo – te ves hermoso dormido – le susurró suavemente mientras lo acomodaba para abrocharle el cinturón pero el trenzado pestañeó despertándose.

¿Heero? – le dijo asombrado – ¿dónde estamos?

Por aterrizar en la pista de tu rancho – le respondió cerrándole el cinturón de seguridad y sentándose a su lado para ponerse el suyo.

Pensé que te quedarías en Japón, con tu hijo – dijo desviando la mirada hacia afuera.

Koji viene con nosotros – le dijo – y es...

¿Es qué? – le preguntó al ver que callaba.

Es que él sufre de asma bronquial y el clima de la costa norte de mi país no le hacía nada bien – dijo luego de un rato sopesando si debía decirle que él era su padre o no – no podría regresar con él a mi ciudad natal, tampoco allí el clima era bueno.

¿Y a las montañas con tu madre?

El clima allí es peor, hace demasiado frío para mi niño – lo miró – dime una cosa.

¿Qué? – se volvió hacia él.

¿En tu familia hay antecedentes de asmáticos?

Yo lo era cuando pequeño, por eso mi abuelo me trajo al Big Maxwell's Cows, desde hace mucho que no tengo alguna crisis, por lo mismo prefiero los lugares soleados como tu pueblo natal, el frío me mata, lo odio. Además, el rancho es mi vida, el resto de los negocios que heredé de mi abuelo no son para mí, soy un chico tímido de pueblo, no un hombre de negocios ¿sabes? Para serlo aquí debes ser algo así como un tiburón, creo yo, y...

¿No necesitas respirar para hablar?

Lo siento – dijo apenado, había molestado a su dulce amor con su palabrería descontrolada, pero era la única forma en que ocultaba su timidez.

No lo sientas, sólo me llamó la atención.

Yo me preguntaba sobre el niño, dijiste que se llama Koji ¿verdad? – Heero asintió – pero no me has dicho qué edad tiene.

Va a cumplir una año dentro de pocos días, y sufre de asma – le dijo.

Yo ordené una habitación para ti, pero no sabía del niño, deberé ordenar que le preparen algo, ya mañana le arreglaremos un cuarto especial, creo que Nany aún guarda algunas cosas que fueron mías, creo que ella es algo melancólica y sueña con que yo llene la casa de niños, pero siempre he sido gay ¿sabías? No me gustan las chicas aunque coquetee algunas veces con ellas para divertirme. La más insistente fue mi ex, ella quería obligarme a casarme con ella porque no la desmentí cuando dijo que éramos novios, pero la mandé de paseo aún antes de conocerte, aunque ella no se ha dado por vencida y sigue insistiendo...

Koji tiene el mismo color de tus ojos – lo interrumpió.

¿En serio? De seguro debe ser un chico muy lindo.

Se parece a su padre – se encogió de hombros para disimular el piropo.

Entonces debe ser muy bello – le dijo sin comprender lo que le decía.

"Así que no se ha dado cuenta, le he hecho notar que ha heredado varias cosas de él y aún no cae" se dijo divertido pero sin que se notara en su rostro.

Y tiene el cabello del mismo color que tú – le dijo pensativo – claro que es un poco extraño.

¿Qué cosas? – Dúo tenía curiosidad, si ella lo había dejado con un bebé tan bello, quizás estaba loca, pero eso le daba una oportunidad a él, ambos serían suyos y no tendría que preocuparse más por un heredero.

Que esté tan silencioso – respondió.

Dices que apenas va a cumplir un año – le recordó.

Pero eso no le quita que ande balbuceando todo el día palabras incomprensibles o que haga ruiditos con la boca, cuando está despierto se encarga que todo el mundo sepa que lo está, y si no le prestan atención comienza con una letanía de sonidos que me vuelven loco.

- Ji, se parece a mí – se rió el trenzado divertido – yo era así.

Es más de lo que piensas – le dijo en voz baja – pero tengo otro problema, no traje mi equipaje, iba a hablar contigo antes de traerlo, pero como te desmayaste, los subí la avión y nos vinimos, lo único que tengo son mis documentos y algo de ropa para Koji, nada más.

No te preocupes de eso, mientras usarás algunas de mis cosas, ya mañana iremos a la ciudad a comprar ropa para ambos, pañales, lo que sea necesario para que se queden conmigo – trató de no parecer desesperado, pero sentía que había fracasado.

Dúo, hay algo que debo decirte – le tomó la mano y vio que el trenzado se ponía nervioso y la retiraba – ¿qué pasa?

No quiero saber quién es la madre de Koji – lo interrumpió – pero me gustaría que compartieras la paternidad conmigo, ya sé que fui un idiota cuando nos conocimos, me arrepentí casi de inmediato, pero no te pude encontrar para disculparme, demonios, si ni siquiera sabía tu nombre, así que me pasee por la cuidad, asistía todas las fiestas que pude buscándote a ti y a tu amigo, pero nada, me vi obligado a regresar aquí, pero volví a tu pueblo seis meses más tarde y cuando tu amigo me pegó, no me dolió el golpe, tenía tu nombre y encontré a tu padre...

Supongo que te preguntó por qué me buscabas.

Si, primero amenazó con matarme por algo que no entendí bien, pero cuando le expliqué que era extranjero y que quería casarme contigo, fue muy amable y me dijo que te habías ido con tu madre y me dio una dirección.

Si, típico de él, te vio la buena facha y dijo: "este es rico, un buen partido".

¿Qué quieres decir con eso? – lo miró preocupado.

Nada, sólo era un comentario.

Fui a ver a tu madre, pero ella se negó a decirme nada por más que le rogué, le dije que te necesitaba, que me casaría contigo, pero ella fue muy dura y me dijo que me lo merecía por lo que te hice. Pero había contratado un detective y encontró que había comprado un pasaje para el pueblo en el que vivías y yo hice la reservación para ir a buscarte, pero no te pude encontrar, ya estaba pensando en darme por vencido la noche anterior a que expirara mi reservación cuando te vi salir de la caja – suspiró – quiero que me perdones, quiero que te quedes a vivir para siempre conmigo, adoptaré a tu hijo como mío y será mi heredero.

No es necesario, Koji es...

Quiero – lo interrumpió – además, quiero estar seguro que se van a quedar para siempre conmigo.

Pero, Dúo, no es lo que piensas...

Yo sé que lo haces por tu hijo y que mi fortuna no te interesa, pero yo no tendré hijos nunca y si tú eres feliz así, me importa poco lo demás.

Está bien – dijo al fin molesto por no conseguir hacerse escuchar.

Y dame el nombre de su madre...

No aparece en su certificado de nacimiento – le dijo – es sólo mío.

Entonces, no habrá problemas con la adopción – sonrió más tranquilo, la mujer ésa sí que era una idiota, los había abandonado a ambos y ahora ya no tendría derecho a reclamarlos, serían suyos – y nos casaremos lo antes posible.

Ya te dije que no es necesario...

Pero yo quiero hacerlo – lo volvió a interrumpir – ese era mi objetivo cuando fui a buscarte, y eso es lo que haremos, nuestro hijo estará lo más legal posible.

Espero que a Koji le guste el lugar – murmuró mirando hacia fuera las grandes extensiones de terreno cultivado.

¿Y a ti te gusta? – le dijo acercándose lo más posible a él, su delicioso aroma lo tentaba a morderle el cuello y comérselo a besos, pero se controló, ya habría tiempo para todas esas cosas y muchas más – ese es el viñedo – le señaló – lo que sigue es el haras donde se crían caballos de carreras y la sección aledaña es la de los animales de trabajo – sonrió – allí está la pista de aterrizaje, hace tiempo que estoy planeando repararla, pero no he tenido tiempo de intentarlo a causa de la gran cantidad de negocios que me dejó el abuelo, debió dejarle algo a mis primos, pero él siempre decía que yo era el único que podía estar a cargo porque soy el único que lleva el apellido Maxwell. Además, señaló que a mi primo no le hacía falta el dinero, después de todo su padre es un rico petrolero árabe – se encogió de hombros – creo que el abuelo nunca lo quiso porque es gay y se lo dijo abiertamente, pero jamás se enteró que yo también.

Debe haber algo especial en este lugar si te gusta tanto.

Claro, luego de la pista hay una gran extensión de terreno agreste, luego están los árboles frutales por sectores, hay bastas áreas de cítricos, manzanos, perales y guindos, luego está la casona, aunque creo que se merece una manito de gato antes que llueva, y por detrás está la zona ganadera, 35 hectáreas para el ganado vacuno – señaló la distancia – antes teníamos ovejas, pero era muy costoso mantenerlas dado que era muy fácil que la lana se llenara de piojillos y garrapatas y mantenerlas en buen estado obligaba a tener gran cantidad de los trabajadores en esta área, así que le dije al abuelo que mejor tuviera una pista de aterrizaje y vendiera las ovejas a alguien que se dedicara exclusivamente a ellas, eso nos daría tiempo de dedicarnos a lo que más nos gustaba y, claro, nos ahorraba el tener que ir a la ciudad para salir a un lugar determinado para atender negocios particulares, en especial cuando tienes avión y pilotos particulares.

Lo que es ser rico – dijo divertido – debe ser agotador mantener todo esto.

Si, me agrada trabajar codo a codo con los vaqueros, pero administrar el rancho y el resto de los negocios es demasiado para mí – admitió suspirando – yo quise nombrar un consejo especial para mis negocios pero el abogado me dijo que era imposible ya que debía ser un Maxwell de nacimiento o por matrimonio quién se hiciera cargo, el único que podría ayudarme es Quatre, pero él está metido hasta el cuello con los negocios de su padre, que murió hace poco, sí que no puedo contar con él, pensé en sus hermanas, pero fueron criadas a la usanza árabe, y sus esposos no están casados con mujeres de apellido Maxwell, tampoco podría ser un cuñado mío porque no tengo hermanas ni hermanos y...

Pero si yo me caso contigo, sería un Maxwell ¿no? – lo interrumpió.

Sí, pero tú tienes otras obligaciones con el niño y no quisiera forzarte a aprender cosas que no...

Dúo, cállate – dijo al fin cansado – yo me haré cargo de administrar el dinero, sé como hacerlo, aunque vas a tener que enseñarme algunas cosas.

Si, pero no es necesario, yo...

Quiero hacerlo – lo cortó – estaré viviendo en tu casa con mi hijo, seré tu esposo, algo que hacer me tienes que dar, en especial si quieres que me quede aquí.

Si estás dispuesto a hacerlo – aceptó – yo encuentro mortalmente aburridos los negocios, nunca fueron mi fuerte y se lo dije incansablemente a mi abuelo, pero nunca me escuchó, yo prefería quedarme sólo con el rancho, pensé que después podría vender el resto, pero el abuelo me dejó amarrado por lo menos en cinco años más, siempre y cuando me case y tenga una familia y ellos estén de acuerdo con deshacernos de tanta cosa.

¿Qué negocios venderías?

Bueno, tengo petróleo, pero esa parte se la dejo a Quatre, él controla aquello, vendería el aserradero, la papelera, la fábrica de género, la de preparación de cueros, las acciones de Microsoft, las acciones de la casa de modas de Versache, de Kalvin Klein, el equipo de fútbol americano, sólo me quedaría con todo lo agrícola ganadero.

Tienes muchas cosas diversas y sin enlace común.

Y eso que aún no tomo el mando de la cadena hotelera, pero ésa si la puedo vender, porque era de mi madre y tiene de administrador al novio de Quatre, así que lo dejo tranquilo, sigue en familia.

Demasiadas cosas – dijo pensativo sintiendo que el avión se detenía al fin – tu abuelo debió ser hiperactivo.

Yo también lo soy en cierto sentido, la rutina me aburre a muerte, no puedo estar demasiado tiempo haciendo una sola cosa, pero yo tengo y conozco mis límites y me detengo a descansar, pero eso de andar de un lado a otro como un picaflor no ha sido nunca mi intención – movió la cabeza – y no quisiera ponerte en ese predicamento, Koji te necesita cerca, en especial mientras se acostumbra a un nuevo país y un nuevo idioma, a una nueva casa y una nueva familia.

¡¿Tousa! – dijo el niño claramente abriendo los ojos asustado.

Se despertó – dijo Heero soltándose el cinturón – nunca duerme tanto, creo que la medicina le hizo efecto y estará intranquilo el resto del día.

Qui sha – le dijo incomprensiblemente.

¿Qué dice? – dijo Dúo acercándose a ellos mirándolo sobre el hombro de Heero y se asombro de verlo, el niño era igualito a él, no a su querido Heero como se había imaginado, cualquiera lo pasaría por un Maxwell. Le sonrió al bebé contento de lo que había descubierto, nadie se atrevería jamás a decir que no eran suyos.

Tiene curiosidad sobre ti, supongo – lo levantó – necesito cambiarlo.

Ok, yo iré a llamar a la casa mientras tú lo llevas al baño – los ayudó a bajar – Nany estará feliz de tener un niño en casa, ¿sabes? En especial uno pequeño, hace años que me molesta con lo mismo – agregó yendo a la sala de espera.

Tu otro papá tiene una tuerca safada – le dijo Heero divertido – pero es muy lindo y espero que te guste – le quitó la ropa y comenzó con su labor.

Dúo sonrió al ver a todo el personal de la casona afuera esperando a conocer al joven que iba a ser esposo del patrón y al niño que este traía, era raro que llegaran niños al rancho, pero todos tenían curiosidad. Claro que el pequeño no era nada de tímido y se había dado casi de inmediato con "su otro papá", como lo llamó Heero, luego que este le había sonreído por segunda vez y caminaba firmemente afirmado de su mano y la de su papá Heero. Se acercó a la mujer regordeta del centro de la fila y se abrazó a ella feliz.

Ella es Nany – le dijo Dúo sonriendo – él es Koji Maxwell – lo presentó y ella lo miró bien.

Qué manera de parecérsele, joven – dijo otro de los trabajadores – hasta sus ojos tiene.

Es un chico hermoso – dijo Heero muy serio.

Él es Heero Yuy, mi pareja y pronto mi esposo – sonrió el trenzado contento – espero que te agrade mi hogar, igual que a Koji, si quieres podemos cambiar algunas cosas, lo que creas conveniente, yo...

¡Comi, comi! – dijo Koji interrumpiéndolo.

Tiene hambre – dijo Heero agachándose hacia él – es comida, Koji, comida.

Koji chan – dijo muy serio imitando su gesto adusto.

Koji chan – dijo Dúo divertido – tú lo corriges, él te corrige a ti.

El chan es un apelativo cariñoso que se le da a los niños pequeños y a las muchachas – le dijo Heero – mi madre y mamá Itachi siempre lo han llamado así y supongo que cree que es su nombre completo.

Y tiende a imitarte ¿no? – sonrió acercándose a él y levantándolo – vamos al comedor y después de comer te presentaremos a los trabajadores de la casa, mañana conocerás al resto, debes venir cansado del viaje, querrás cambiarte y acomodarte en tu nuevo hogar, puedes ver televisión, escuchar música, no sé, lo que tú quieras, sólo pídelo ¿de acuerdo?

Vamos a comer – dijo sin comprometerse a nada, no le gustaba que Dúo fuera así con él, ese no era el mismo trenzado al que le había entregado su cuerpo y su corazón en aquella fiesta en la playa bajo la luz de la luna llena.

Koji de inmediato se dio con todos, era un niño terriblemente cariñoso y a Dúo le molestó que fuera así, en especial porque lo hacía sentir que Heero era así, que era capaz de darle su cariño a cualquiera y él lo quería en exclusiva para él, tendría que buscarle muchas ocupaciones para que no pensara en dejarlo, que no se atreviera siquiera a mirar al lado, tenía que dar con la fórmula correcta para tener su corazón a su merced de nuevo.

La lucha había sido titánica, si bien Dúo había accedido en primera instancia en darle una ocupación a Heero, se negaba a dejar que se encargara de todos los negocios, no quería que ellos acapararan la atención de su amado, pero Heero insistía con lo mismo a tal punto que se lo puso como condición para aceptar su propuesta de matrimonio y tan pronto le dio el sí, se entregó de lleno a aprender sobre el funcionamiento del rancho, había separado las facturas atrasadas de las que estaban al día, había organizado todo el papeleo y había averiguado sobre los pagos pendientes de las ventas del ganado y de los vinos que se producían, las entradas del las acciones de Dúo y la contabilidad de las empresas Maxwell, vaya que a Dúo no se le daban las finanzas, estaba todo revuelto y le costó organizarlo todo, pero al final se aclaró con todo y tomó posesión del mando. Claro que había tenido problemas con los trabajadores de la central, Dúo siempre los había dejado hacer lo que quisieran y no les gustó mucho que Heero pusiera su mirada inquisidora sobre ellos, en especial su secretaria personal, la tipa lo había mirado con un odio.

Pero Heero no era del tipo que se amilanaba con algo así, simplemente les lanzó una mirada amenazadora y fría como la nieve y le bastó para someter a todos tal como si les hubiese apuntado con una pistola en la cabeza, lo que resultó mucho más efectivo.

Pero en la ciudad se sentía extraño, las miradas iban de lleno a él, sabía que era extranjero haciéndose cargo de los negocios del terrateniente local, pero no creía que fuera para tanto ¿o sí? Al final decidió ignorarlos a todos y seguir recorriendo las tiendas buscando algo especial para Dúo.

Eres el chico de Maxwell ¿verdad? – le dijo un tipo mirándolo fijamente.

Y eso qué – le replicó molesto – lo que yo sea o deje de ser de Dúo no es de su incumbencia.

Maxwell es un tipo con suerte, se consigue a las chicas más hermosas de la ciudad y luego las desecha y ahora se hace de un lindo chinito como juguete.

Dos cosas – le dijo Heero mirándolo amenazadoramente – primero, no soy chino, soy japonés y segundo, no soy juguete de nadie, Dúo pronto será mi esposo.

Que suerte se gasta – insistió – hasta lo defiendes, pero de seguro luego te bota como ha hecho con todos los "amores" que ha tenido.

Ni que lo hubiera despreciado – replicó y lo vio palidecer – ahora entiendo porque trata de inyectarme veneno, está envidioso de mí y no de Dúo – se burló – pues no creo que por ese camino consiga que Dúo le preste atención – agregó y se dio media vuelta – yo tengo algo que hará que Dúo jamás me deje – y se marchó.

Pero no iba a ser el único desagradable en el pueblo, muchos murmuraban acerca de su relación con el trenzado y Heero, impasible como era, comenzaba a perder la paciencia, pero se controló a tiempo. Excepto cuando se encontró con la ex de su trenzado, ella sí lo había descolocado con sus estupideces.

Mire, señorita – le dijo mordiendo casi las palabras – por lo que Dúo me dijo la mandó de paseo antes de conocerme – apretaba los puños tratando de recobrar el control – y que yo no sea de su agrado no le da derecho a criticarme, si yo me voy a casar con él es porque él me lo pidió, no porque yo se lo haya impuesto ni inventado nada para lograrlo.

No hay nada que tú le puedas dar a Dúo que yo no le haya dado, no sé que brujerías le habrás hecho para que hiciera semejante estupidez.

¿Por qué no mejor no le pregunta a él? – dijo controlando sus impulsos a duras penas – así saldrá de toda duda – le dijo y se fue. Si todo el mundo era así de agresivo con él, la próxima vez que tuviera que ir de compras le pediría al piloto que lo llevara a otra ciudad, se dijo.

Al final hizo sus compras en la tienda de una señora mayor que vendía trajes y ropa de vestir de muy buena tela y a bajo precio, ella decía que las mujeres de ese pueblo no tenían buen gusto, que preferían los vestidos de diseñadores franceses pero que no eran nada de prácticos, si uno de esos vestidos se manchaba, iba a parar a la basura puesto que las telas perdían su color y su brillo luego de un solo lavado.

Mujeres tontas – dijo ella mostrándole un lindo traje de noche – esta tela es tan fina que si le cae vino tinto este no se pega y la mancha sale solo con agua, pero a la Señorita Relena no le gusta porque no es de marca.

A mí no me importa la marca – le dijo Heero – para mí estará bien la ropa siempre que me quede – movió un par de trajes – Dúo mencionó algo de un arman, pero yo no sé qué es eso.

Ah, son trajes de calidad y marca, son ropa de vestir masculina muy fina, excelente tela, pero muy costosos, no muchos tienen la posibilidad de comprarse uno de esos, pero yo hago unas imitaciones bastante buenas – le mostró uno – este se lo hice al joven Solo cuando iba a casarse hace un par de meses atrás, pero la chica se arrepintió una semana antes de la boda y ahora es un amargado de culpa del desastre al joven Maxwell, pero él no tiene la culpa, andaba babeando por un extranjero en ese tiempo – se calló al pensar que metía la pata.

Si, Dúo y yo nos conocemos hace casi dos años – le dijo Heero pensando en el dicho "pueblo chico infierno grande" – me lo llevaré, pero para mi boda le voy a encargar algo diferente, además, voy a necesitar un traje similar para un niño de un año y distintos trajes para este.

¿Hay un niño pequeño en el rancho Maxwell?

Sí, mi hijo – le dijo pensativo, de seguro aquello sería una fuente de chismes para el pueblo – y de Dúo.

Pues va a tener que traer al chico para tomarle medidas – dijo la mujer.

Mañana lo traeré – aceptó divertido, cuando lo vieran todos sabrían quién era él, claro que Dúo seguía pensando que el niño no era suyo.

Dúo estaba sentado mirando a Koji juguetear por el jardín y se le ocurrió que quizás si conseguía que Koji se encariñara con él Heero se vería obligado a permanecer a su lado, aunque sólo fuera por el bien del niño, y con ello ganaría más tiempo para conquistarlo.

Koji chan – le dijo al pequeño bajando a su altura – ¿te gustaría ver el rancho? Es muy bonito, quizás podamos tomar algunas frutas – le sonrió, el niño le encantaba, tenía un aire muy serio, como el de Heero, y el hecho que se pareciera a él era una verdadera bendición, nadie podría decir que no era su heredero.

Caballo – dijo señalando a uno de los animales que paseaba uno de los trabajadores – bonito – agregó.

Me pregunto si tu padre sabe que hablas tan bien el inglés – se sonrió divertido levantándolo – quieres verlo de cerca ¿verdad? – el niño asintió – bien, quizás quieras montarlo, será divertido.

Koji estaba entusiasmado agitando los brazos mientras su papá de pelo largo lo llevaba hasta el animal, Dúo se le acercó con cuidado y le acercó a Koji que sin ningún temor le acercó la mano y le acarició la nariz con suavidad. Lo empleados más antiguos se sonrieron ante el gesto del pequeño, el mismo Dúo había hecho lo mismo la primera vez que se acercó a un caballo.

¿Papi? – le dijo el niño volteando la mirada hacia él.

Que lindo me has llamado – le sonrió Dúo complacido – quieres subirte ¿verdad?

Patrón, ese animal no está domesticado, sería peligroso para el niño – le dijo el empleado que llevaba las riendas de potro.

No le hará daño, los animales saben cuando llevan a un niño pequeño en su lomo – le dijo tranquilo acercando al niño al lomo del caballo – anda, dame las riendas.

El señor Heero se va a enfadar muchísimo con usted si le pasa algo al niño – le dijo entregándoselas – y va a quedar la grande.

No pasará nada ¿verdad, Koji? – y el pequeño rió sujetándose de las crines del joven animal – bueno, andando – dijo tirando de las riendas y el caballo comenzó a caminar lentamente y con gran cuidado – ¿Te gusta, pequeño? – pero su respuesta fue una gran carcajada de parte del niño que llenó de esperanzas su corazón – bien, hablaré con Heero para que permita que te enseñen a montar.

Quizás su otro papaito ponga el grito en el cielo – le dijo el empleado moviendo la cabeza.

Pero si no le aviso, me mata – sonrió Dúo tratando de bajar a Koji, pero este se sujetó firmemente de las crines del caballo – oye, te tengo que bajar o tu tousa te va a dejar sin papá trenzado.

No quiero – se negó a soltarse.

Cuando quieres hablas clarito – le reclamó Dúo molesto – Heero se va a enojar conmigo si no sueltas al animal, además a él le duele cuando le tiras el pelo, míralo – le señaló.

Pochito – dijo el pequeño soltándolo al fin y permitiendo que lo bajara y lo miró esperanzado.

Si Heero está de acuerdo, mañana podrás volver a montar, por ahora iremos a darnos un buen baño, a comer y a dormir la siesta ¿de acuerdo?

Ok – dijo el niño remedándolo,

El pequeño es un Maxwell de tomo y lomo – se rieron todos.

Heero se encontró con que Dúo intentaba hacer dormir la siesta a Koji, pero este se oponía tenazmente e insistía en volver afuera a ver a los caballos, claro que a Heero no se le hacía tan extraño, después de todo la sangre de los Maxwell corría por sus venas y si a su padre le gustaban los animales, seguramente a él también debía pasarle lo mismo.

Hi – le dijo Dúo sentado en la mecedora con el pequeño en brazos y Heero notó que el trenzado tenía sueño, pobrecito, lidiar con Koji no era una tarea fácil, bien lo sabía.

Hola, Dúo ¿qué hacen?

.Trato que este pilluelo duerma la siesta, pero no quiere – le dijo el trenzado mirando al pequeño que mantenía los ojos bien abiertos – no debí llevarlo conmigo a los establos, nunca pensé que le gustaran los caballos.

Lo lleva en la sangre – le dijo encogiéndose de hombros enterrándole sin saberlo un puñal al pobre Dúo que estaba aún más decidido a hacer que Koji apareciera como su hijo – es irremediable – agregó acercándose a ellos – mira, yo me hago cargo, tú vete a dormir la siesta.

Déjame dormirlo ¿quieres? – le pidió sonriéndole al niño.

Creo que mejor dormimos los tres, así se acostumbrará a vernos juntos.

Buena idea, Heero – sonrió Dúo poniéndose de pie – pero en mi habitación, mi cama es más grande y allí estaremos cómodos – salió de la habitación seguido por Heero que no estaba muy convencido que hubiese sido una buena ocurrencia eso de dormir con Dúo, si de solo verlo se le encendían las ganas – ¿Sabes, Heero? Estaba pensando que podríamos comenzar con los preparativos de la boda.

Dúo, mi idea es que descanses – lo regañó – ya hablaremos más tarde de eso – le dijo mientras éste entraba en la habitación y se sentaba con el bebé en sus brazos – además, debes dejarme a mí los detalles.

No me dirás que serás la "novia tradicional" que paga la boda ¿verdad? Ya habíamos hablado respecto a eso y que yo los mantendré para el resto de sus vidas – dijo algo enfadado.

Bueno, debiera ser así, pero no tengo dinero para hacerlo.

Lo siento, Heero, soy un bruto rematado – le dijo extendiéndole un brazo – ven, haznos dormir ¿quieres?

Debo contarles un cuento, entonces – se sentó en la cama y acomodó a Dúo sobre su pecho de espaldas a él con el niño en sus brazos.

¿No te enojarás si no llego despierto al final? – lo miró de medio lado.

Muy bien, ahora cierren sus lindos ojos y escuchen con atención la historia que les voy a contar – tomó aliento y con voz pausada inició el relato:

"Érase una vez en un pueblito lejano donde vivía mamá cabrita con sus siete hijas en una pequeña casa de madera de color rojo y grandes ventanas con cortinas blancas, ellas era muy felices allí, pero siempre el malvado lobo estaba al acechó.

Un día, la madre tuvo que ir al centro del pueblo a comprar comida porque se le habían acabado las provisiones y le dejó una serie de recomendaciones a sus hijas:

No le abran la puerta a nadie, no se confíen, miren que el lobos es muy astuto y se las podría tratar de comer – les dijo antes de salir.

Pero el lobo estaba esperando que saliera de la casa y tan pronto la vio lejos, se acercó a la puerta y golpeó con insistencia, pero las cabritas bien aleccionadas, no le abrían

Abran, soy mamá cabrita que ya regresé – les dijo.

Tú no eres mamá – le contestó una – ella tiene la voz más suave y dulce.

El lobo, molesto, se dirigió al gallinero en donde se robó unos huevos y se comió las claras antes de volver a la casa de las cabritas.

Abran, soy mamá cabrita que ya regresé – les dijo con uan voz mucho más suave. Una de ellas iba a abrir la puerta, pero otra le negó con la cabeza.

Recuerda lo que dijo mamá, el lobo es astuto y tal vez nos está tratando de engañar con una voz falsa – se volvió hacia la puerta y dijo – si realmente eres mamá, muéstranos tu patita bajo la puerta.

Fastidiado, el lobo les enseñó una de sus patas negras y peludas, por lo que las cabritas se volvieron a negar abrirle la puerta. Volvió a buscar algo con qué engañarlas y encontró restos de algodón blanco y un saco de harina. Se puso el algodón en la punta y metió el resto de la pata en el harina regresando luego a la casa de las cabritas.

Abran, soy mamá cabrita que ya regresé – les dijo con la voz suave modificada por las claras al mismo tiempo que les enseñaba la pata blanca por el harina y el algodón. Ellas, creyendo esta vez que sí era su mamá, abrieron la puerta emocionadas, pero cual fue su sorpresa al ver que se trataba del lobo que se las fue tragando enteras una a una, pero la menor se ocultó en el reloj y se salvó. Contento por su cacería, el lobo se marchó de la casa y se puso a dormir la siesta en un claro del bosque.

Al poco rato llegó mamá cabrita a casa y se encontró esta toda desordenada y sus hijas no estaban, pero encontró a la menor tiritando de miedo dentro del reloj, le preguntó que había pasado y ella le dijo que había venido el lobo y las había engañado.

Ese lobo es un malvado – dijo mamá cabrita – debemos buscarlo, de seguro todavía anda por aquí cerca – de una canasta tomó unas tijeras y un hilo y ambas partieron a buscarlo, son tan buena suerte que a poco andar dieron con él que dormía profundamente con la panza al sol. Molesta, mamá cabrita le abrió la panza con las tijeras y sacó una a una a sus hijitas que lloraban por el mal rato que habían vivido – nunca sabrá que le pasó – dijo ella y le señaló a sus hijas un montón de piedras que allí cerca había y se las metió y lo cerró con la aguja y el hilo, luego se alejaron de él.

¡Que buena siesta he tomado! – dijo el lobo – pero tengo la boca amarga por las claras, beberé un poco de agua del lago – dijo acercándose a la orilla con tan mala suerte que se fue de cabeza al agua y el peso de las piedras en si vientre lo hundieron muriendo ahogado.

Y las cabritas regresaron tranquilas a casa, el lobo ya no sería una amenaza para ellas, aunque ahora sabían que no debía creer en los extraños."

Heero bajó el libro y miró a Dúo y a Koji, ambos estaban bien dormidos, de seguro no habían ni escuchado la mitad del cuento, pero aquello en realidad no tenía importancia, después de todo, su intención era hacerlos dormir ¿o no? En fin, mejor se dormía también un rato, ya hablaría con Dúo acerca de lo que le había pasado en el pueblo.

Cinco días más tarde Koji recorría el rancho en el caballo de Dúo montado con este, ambos se veían tan felices de compartir esa afición que Heero accedió a que le diera lecciones, después de todo era su herencia y debía aprovecharla, aunque a ratos le diera miedo porque Dúo era un poco alocado, pero la risa del niño cuando su querido papito lo hacía galopar pagaba con creces esos momentos de preocupación.

Dúo estaba verdaderamente contento, al pequeño se le daba muy bien todo lo relacionado con el rancho, claro que tenía que andar de cuatro ojos y seis manos con él porque era demasiado osado y no quería que algún vacuno le hiciera daño, porque de seguro que si le pasaba algo, compromiso o no, Heero iba a tomar sus cosas y se iba a marchar de regreso a Japón y quizás nunca volviera verlo en su vida, cosa que aún era su peor pesadilla

Tenía pensado llevar al niño de compras – le dijo Heero de pie del otro lado de la cerca donde Dúo estaba vigilando el trabajo de ordeña de las vacas – pero dudo que él quiera ir a ver algo tan aburrido cuando está tan entretenido mirando las cosas de la naturaleza en el rancho.

Quizás podamos ir los tres mañana – le dijo Dúo sonriendo – tengo que comprar algunas cosas y podemos comenzar con algunos preparativos para la boda ¿no te parece? Debemos ver lo del banquete, las invitaciones, los trajes, la ropa para este bribón – acarició a Koji – lo de nuestra luna de miel, etc. También deberíamos invitar a tu gente de allá, aunque dudo que ese amigo tuyo quiera verme ni en pintura y menos saber que te has venido conmigo y...

Dúo – lo regañó.

Lo siento, es que estoy muy nervioso con todo esto, quiero que llegue pronto el gran día, pero el tiempo pasa demasiado lento para mi gusto, hay tantas cosas que podríamos hacer juntos, pero luego vas a tomar el control de algunos de mis negocios y vaya a saber si tendremos tanto tiempo para compartir nuestro futuro los tres juntos.

Ni que pensara desaparecer de sus vidas – le regañó – entonces, iremos mañana, espero que no tengamos problemas.

Venga, Koji, es hora de comer – le dijo Dúo acercándose a la salida para luego desmontar bajando al niño al suelo – apesto, voy a bañarme – le dijo a Heero y se fue a su habitación sin ver que el niño lo trataba de seguir.

¡Dúo, Koji va contigo! – le dijo Heero y el trenzado se detuvo para tomar al niño que le sonrió dulcemente – este Dúo – dijo moviendo la cabeza mientras regresaba a la casa.

Joven Heero, la señorita busca al joven Dúo, yo le dije que estaba ocupado, pero no ha querido escucharme – le señaló a la joven de cabello castaño largo que estaba sentada en el salón.

Yo me hago cargo, Nany.

Esa bruja nunca va a dejar en paz al joven hasta que no sea dueña de todo lo suyo – dijo esta entre dientes y se marchó.

Muy bien, señorita Darlean, espero que tenga muy buenos motivos para buscar a Mi Dúo – le dijo cruzándose de brazos sobre el pecho.

Son motivos que a usted no le incumben, señor Yuy – le replicó molesta – ¿dónde está ahora?

Se está bañando, estuvo toda la mañana ordeñando vacas.

Debería dejarle ese trabajo a sus empleados – dijo despectiva.

A Dúo le gusta trabajar duro – se encogió de hombros – no es su problema.

¡Tousa! – llegó gritando Koji todo mojado y a medio vestir.

Ven aquí – le decía Dúo – no te puedes bañar con la ropa puesta... – se quedó callado al ver a la joven – Relena – dijo molesto – ¿qué haces aquí?

¿Bruja? – dijo Koji mirándola con curiosidad.

¿De dónde sacaste eso? – le dijo Heero molesto, le lanzó una mirada acusadora al trenzado y luego lo sacó del salón para que hablara con ella – nunca llames a nadie así, tú eres un niño bien educado y no debes hablar mal de la gente.

No se duro con el niño – le dijo Nany mirando al pequeño que tenía los ojitos llenos de lágrimas – es sólo un bebé.

Mh – replicó molesto – voy a terminar de bañarlo.

Si quiere, yo me hago cargo – le dijo la mujer y el niño lo miró esperanzado.

Está bien – aceptó tratando de tranquilizarse, no era culpa del pequeño, la culpa era de Dúo por no saber quedarse callado cuando correspondía.

Dúo estaba preocupado, si había interpretado bien la mirada que Heero le había lanzado antes de dejarlo a solas con "la bruja", como la llamó Koji, el japonés estaba enojado porque pensaba que había sido él quien había hablado mal de la mujer delante del niño, pero estaba completamente seguro de ni habérsela mencionado al niño. Además, no podía negar que el apodo le quedaba como anillo al dedo a esa mala mujer, aunque él le había puesto nombres peores durante el tiempo que la llegó a conocer de verdad.

Fue a la cocina y se encontró con que el niño comía a solas con Nany y que Heero no se veía por ningún lado. Se sentó junto a Koji e iba a preguntar por Heero cuando la mujer lo interrumpió.

¿Qué hizo, joven Dúo? El joven Heero estaba furioso hace un rato y regañó al pequeño – le informó la mujer – si usted le hizo algo...

No hice nada – negó con la cabeza – aunque debo admitir que Koji tiene toda la razón al llamarla bruja – gruñó – siempre que viene ocurre alguna desgracia, si todo estaba muy bien con Heero hasta que ella se apareció por aquí ¿cuándo va a entender que nunca la he querido, que sí la dejé hacerse pasar por mi novia fue porque el abuelo estaba escuchando? Se lo he dicho hasta el cansancio, no quiero que me busque, nunca me voy a casar con ella y mucho menos darle poder sobre los negocios de los Maxwell.

Pero eso no explica el enojo del joven Heero.

Es que Koji la llamó bruja – le dijo – no sé de donde sacó esa palabra, pero a Heero no le ha gustado nada que se lo dijera en la cara.

Es mi culpa – admitió ella – salía en el diario de la mañana y le dije a Peter: "mira, chico, es la bruja" se lo iba a pasar cuando me dijo "¿cuál de todas?" y yo le respondí "la peor de todas, Relena" y me temo que no nos dimos cuenta hasta que era demasiado tarde que el pequeño estaba allí, lo siento, el joven Heero se enojó con usted por mi culpa, no es justo.

Tranquila, Nany, ya se le pasará, de seguro me echará un buen regaño pero me perdonará y seguiremos como antes – le sonrió tratando de calmarla, pero ni el mismo se creía sus palabras.

En eso entró Heero todavía molesto y lo tomó de la trenaza antes de acercarse a él y decirle al oído:

Necesitamos hablar a solas.

Joven Heero – intervino la mujer – sobre la Señorita Relena...

Ya me encargué de ella, no se preocupe – le sonrió – vamos – jaló a Dúo y lo sacó de la casa u vio que Koji los seguía – hijo, regresa a la cocina – le ordenó pero el niño se negó como temiendo que le hiciera daño a su papá bonito – no mataré a Dúo, palabra – le dijo y este se abrazó a la pierna del trenzado – Koji...

Tranquilo, bebé – lo levantó Dúo sonriendo – ve adentro y luego iremos a ver los terneros ¿ok?

Ok – repitió éste soltándolo y regresando adentro.

A veces siento que te quiere más a ti que a mí – dijo Heero molesto.

Lo siento, Heero, no pensé que Relena fuera a venir a verme cuando ya todos saben que me voy a casar contigo, creo que ella no quiere entender que nunca podrá ser dueña de las empresas Maxwell.

No debiste hablar mal de ella delante de Koji – le dijo al fin – los niños tienden a repetir todo lo que uno habla delante de ellos, él es aún demasiado pequeño para saber lo que es bueno o malo.

Pero si no fui yo quien habló mal de ella – se defendió.

Agrava tu falta él que le eches la culpa a alguien más.

No lo hago, pregúntale a Nany o a Peter, ellos hablaron de Relena delante de Koji, yo nunca me acuerdo de ella si puedo evitarlo, es tan...

Pero igual piensas mal de ella ¿o no?

Debo admitir que sí, pero yo no le cuento esas cosas a Koji, no me entendería, además, no quisiera mal influenciarlo, es un niño muy bello y lo quiero mucho, tanto que...

Ya – lo calló – entendí el punto – se volvió hacia la casa – pero quiero que me prometas que cuidarás tu lengua delante de Koji.

Lo prometo si me das un beso – le dijo sonriendo y vio como Heero se tensaba – era broma, lo prometo.

Más te vale o no te perdono – le dijo entre dientes.

Vamos, no te puedes enojar porque te haya pedido un besito ¿verdad?

Mh – replicó molesto – por un beso tuyo perdí mi hogar – le recordó y entró en la casa dejando a Dúo muy dolido.

Al otro día Dúo se levantó temprano para ir a la ciudad con Heero y el pequeño Koji para abrirle una cuenta en el banco y comprar algunas cosas, en especial quería lucirse con toda su nueva y hermosa familia delante del resto de los tontos y presuntuosos terratenientes. Claro que no le había dicho nada a Heero, no quería que volviera a enojarse con él, aún sentía que había metido terriblemente la pata al haberle pedido un beso por su promesa, pero es que sentía que ya no podía más, si al menos le diera una esperanza, por muy pequeña que fuera, que estaba yendo por buen camino para llegar a su corazón, estaría tan feliz.

Heero se apoyó en el respaldo del asiento pensativo, estaba preocupado por Dúo, se veía tan esquivo con él, tal vez había exagerado con aquello de no darle un beso y exigirle aquella promesa, pero es que sentía que si cedía un poco ahora, luego no iba a tener fuerzas para negarle nada. Miró a Koji que jugaba con la trenza del americano, se llevaban tan bien, era claro que ambos eran padre e hijo y si no quería perderlos a ambos tenía que ceder.

Dúo, Koji estará de cumpleaños dentro de unos días – le dijo sin mirarlo – pienso que sería bueno que le hiciéramos una fiesta e invitáramos a los niños de los vecinos.

No sé, tal vez los vecinos no quieran enviar a los niños al rancho, tú sabes, aquí hay mucha gente conservadora y dirían cosas indebidas delante de Koji y eso no sería bueno ni para él ni para nosotros, además, no hay muchos niños pequeños por estos lados, apenas tienen edad suficiente los envían a estudiar a un internado en donde se vuelven presuntuosos como sus padres – miró al pequeño – pero yo preferiría mandar a Koji al colegio aquí, no sé que pienses, pero yo quisiera que fuera un niño bueno...

Dúo, hablas demasiado – le dijo enderezándose y plantándole un beso en la boca que lo dejó alelado – ya veremos que pasa más adelante, ahora sólo preocupémonos del presente, de su cumpleaños y de nuestra boda.

Entonces, cambiemos algo – dijo recuperando el habla contento que Heero lo hubiese besado – invitaremos a los niños del rancho a una fiesta al aire libre, no necesitan llevar regalo, simplemente tener la intención de divertirse.

¿Y los niños de los vecinos?

No sé si acceder a eso, Heero, nunca he tenido buenas relaciones con ellos debido a mi abuelo, él nunca aceptó que esos estirados le dijeran qué hacer, él era un Maxwell y las cosas o se hacían a su manera o no se hacían, a no ser que fuera algo que él considerar debía ser cambiado por comentarios míos.

Un Maxwell sólo escucha a un Maxwell ¿o me equivoco?

Eso ocurría con mi abuelo, yo no soy tan cerrado, pero nunca me he relacionado mucho con ellos porque todos trataban de emparejarme con sus hijas o hijos sin pedirme mi opinión y más de una vez el abuelo se peleó con ellos por lo mismo o porque no le gustaba el candidato o candidata solía decir: "Un Maxwell merece lo mejor" y estoy de acuerdo.

Me pregunto qué habría pensado tu abuelo de mí.

Que eres lo mejor que me ha ocurrido en la vida – repicó de inmediato – y de Koji diría lo mismo, de seguro habría estado muy feliz de conocerlos a ambos.

Creeré lo que me dices – acarició a Koji – somos lo mejor de tu vida ¿verdad?

Sí, lo mejor – sonrió relajado – no me pudo haber pasado algo mejor, ni antes ni después de ti y... – se calló al sentir que iba a meter la pata de nuevo.

A mí tampoco – le dijo Heero y en respuesta recibió una mirada confundida de parte de Dúo, pero no quiso explicarle nada.

Heero miró asombrado a la cantidad de niños que se habían reunido en el patio principal, contando a su hijo eran 20 en total y eran todos revoltosos como él, sin embargo, todos eran muy respetuosos con sus mayores y ninguno tuvo percances ni nada parecido. Era divertido ver a su hijo corretear por el pasto con otros niños ya que los mayorcitos los cuidaban con cariño y se relajó, la fiesta se estaba desarrollando mejor de lo que se esperaba.

Los niños pequeños se conforman con poco, patrón – le dijo uno de los ayudantes de Dúo que llevaba una enorme jarra de refresco – es lo bueno de ellos aunque no tienen empacho al decirte que algo no les gusta.

Sí, lo sé – dijo colocando la bandeja de galletas sobre la mesa – me pregunto si vendrá alguno de los hijos de los otros terratenientes.

¿A mezclarse con niños de clase inferior? – dijo sorprendido – su h9ijo será un Maxwell, patrón, pero el resto de estos chicos son hijos de empleados del rancho y con lo esterados que son, difícilmente vendrían o expondrían a sus hijos para que "no se contaminen", como dicen ellos.

Pero alguno debería venir, Dúo es el mayor terrateniente de la zona ¿o no?

De todos ellos no hace ni la mitad de uno decente, patrón, no se preocupe por ellos, n valen la pena el esfuerzo que hace.

Pero supongo que tendrán curiosidad sobre nosotros.

Por supuesto que sí, pero son tan pesados que de seguro los invitarán a alguna fiesta en especial para conocerlo sin que haya "chusma" de por medio.

Que gente más desagradable.

Menos mal que el joven Dúo no se casó con la... señorita Relena – dijo al fin – ella es de ese tipo de personas que te miden por el dinero que tienes, para ella nada más vale.

Sí, he tenido la desgracia de topármela en dos ocasiones, una en la ciudad y otra aquí, sólo que no ha salido bien librada de la batalla.

Usted es un millón de veces mejor que ella, patrón – le aseguró.

Gracias – dijo mirando a los chicos – creo que es la hora de servirles, se ven acalorados y con sed.

Recuerdo los cumpleaños del joven Dúo, siempre hacía un desastre de todo pero nos divertíamos mucho jugando con él.

Pues espero que Ko0ji no haga nada parecido.

No sería extraño, a hijo de tigre le salen rayas ¿sabía? – le dijo y se retiró.

Dios nos libre que Koji se parezca más a él – murmuró y comenzó a repartir el helado y los dulces a los niños que se amontonaron en torno a la mesa.

¿Te ayudo? – se ofreció Dúo que acababa de llegar.

Claro – le entregó un pote e helado y una cuchara – trata de servirle parejo para que no se peleen que uno tiene más y otro menos ¿de acuerdo?

Ok – le dijo y comenzó a servir. Cuando al fin terminaron le quedaba una porción y miró a Heero – ¿lo compartimos? – Heero pensó en negarse, pero tomó la otra cuchara y le dio un poco en la boca – está delicioso – sonrió el trenzado y lo imitó.

En eso apareció un flash molesto y ambos se voltearon a quien tomara la foto.

¿Qué crees que estás haciendo? – le dijo Dúo al joven que tomara la fotografía.

Una imagen para las páginas sociales – le sonrió – el nuevo heredero de los Maxwell está de cumpleaños y su padre está perdidamente enamorado de su próximo esposo, está imagen valdrá mucho...

¡No venderás imágenes de mi familia! – le dijo tratando de agarrarlo, pero Heero lo detuvo de un brazo negando con la cabeza – pero, Heero...

¿Cómo es que estás aquí? – le dijo con la más frías de sus voces haciendo estremecer al joven – no creo que seas hijo de alguno de los trabajadores del rancho o que seas uno de ellos, así que si no quieres problemas, me vas a entregar la cámara y te vas a largar por donde viniste – le dijo amenazador. Él, aterrorizado por la mirada asesina del japonés, le entregó la cámara y se fue corriendo.

¡Guau! – dijo uno de los chicos admirado y los demás lo corearon.

Dúo comenzó con la época más dura del trabajo del rancho, ya pronto sería tiempo de la marca del ganado antes de llevarlos a los cuarteles de invierno, allá donde serían alimentados con forrajes de guarda ya que el otoño comenzaba a enfriar ostensiblemente y no quería que la primera lluvia de invierno los pillara en la zona principal del rancho. Claro que el trabajo era el más agotador de todos, pero era el más satisfactorio de toda la crianza, en esa marca del ganado se notaba cuanto había crecido la cantidad de animales y la buena calidad de las reses que se estaban criando, pero tenía un inconveniente4, se la pasaba demasiado tiempo fuera de casa y Koji lo echaba de menos de la misma forma en que él lo extrañaba a él y a su padre.

Si Heero me extrañara así – suspiró echándose el sombrero atrás – sería tan feliz – volvió a suspirar y volvió a sus labores.

Los empleados y peones habían estado todo el día separando los animales viejos de los nuevos, las hembras de los machos, tanto por color como por tamaño y masa, luego los pesaban y dejaban aparte a los más flacos para controlar sus dietas o enviar a los más gordos al matadero.

¿Ninguno da señales de enfermedad? – le dijo a uno de los capataces.

No, Patrón, ninguno parece enfermo.

Bien, entonces es hora de comenzar la marca – señaló.

Patrón, no debería hacerlo, no le vaya a dar una crisis, al Joven Heero se preocuparía mucho por usted.

Hace años que participo de la marca – le recordó – y hace mucho que no sufro de una crisis, no te preocupes.

Pero el olor a pelo quemado, patrón...

Nada, si me siento mal, me regresaré a casa.

Bueno, usted manda – le dijo encogiéndose de hombros como deslindando responsabilidades regresando a sus labores.

Heero estaba preocupado por Dúo, si era asmático ¿por qué no se cuidaba más? Pero no se atrevía a decirle nada, si con un beso se creyó que podía pedirle sexo, no quería ni imaginarse que pensaría si expresaba su preocupación por él. Y estaba el hecho que Koji lo echaba mucho de menos y había tenido que llamar al médico, nada grave, le dijo este, pero era necesario que lo cuidara, así que le pidió a uno de los trabajadores que le enseñara a montar al pequeño cerca de la casa y que pasara lo que pasara, no lo llevara gasta donde estaba trabajando el trenzado, el muchacho estaba de acuerdo, pero el pequeño armó un berrinche de proporciones y Heero tuvo que ponerse duro con él.

Claro que cuando llegó Dúo trató de decirle que su papá era un monstruo malo que no lo dejaba ir con él, y un montón de frases incomprensibles e inconexas que Dúo no pudo entender, pero a las que asintió divertido.

Dúo, yo... – empezó pero el trenzado se volvió hacia él y le plantó feroz beso en la boca – Dúo – lo amenazó molesto.

Necesito un buen baño – le dijo apartándose – huelo a pelo quemado y a sudor, así nunca te gustaré – le sonrió y desapareció en su habitación.

Y yo que pensé que tu papá tenía suelta un tuerca – le dijo a Koji – parece que ya la perdió – movió la cabeza – vamos a cenar mientras él baja.

Tousa malo – le dijo el niño molesto.

Mira, Koji, sé que estás enojado por no poder ir con él, pero tu papá no está jugando, a los animales no les gusta que los marquen y se ponen agresivos y tu papá no puede estar siempre atento a ti – trató de explicarle – cuando seas más grande podrás ir con él si quieres ¿de acuerdo?

Ok – dijo y Heero se dijo que se había acostumbrado demasiado pronto a usar las palabras de Dúo,

Y si no comes te quedarás pequeño y no podrás ir con papá al campo a trabajar.

Y el niño corrió a la escalera rumbo a la cocina.

No deberás hacer eso, Heero – le reclamó Dúo saliendo de su habitación – es muy pequeño.

Es mi hijo y debo educarlo bien – le replicó sin mirarlo siguiendo al niño.

Ya sé que es tu hijo, no tienes que recordármelo así – le dijo sintiéndose herido de nuevo – pero yo también lo siento mío – pero sabía que Heero no lo estaba escuchando.

Las noches se estaban volviendo realmente frías y Heero trataba de cuidar a Dúo con la misma atención que le daba a Koji, pero este estaba el menor tiempo posible en la casa, era como si lo estuviera evitando, pero Heero no le prestaba atención a sus desplantes y lo obligaba a llevar una chaqueta gruesa cuando sabía que iba a llegar tarde, incluso los pantalones era más gruesos, pero Dúo se quejaba que siempre había trabajado cómodo y no iba a empezar ahora a usar ropas de abuelo.

No seas testarudo – le dijo Heero molesto al fin – si te enfermas no habrá quien supervise el trabajo y tendré que ir yo, y sabes que no sé nada de ese tipo de cosas, a mí déjame la administración del dinero, de animales no sé nada, incluido tú – agregó fastidiado.

¿Acaso me estás comparando con algún animal?

Sí, con una de esas reses que insisten en irse hacia los costados de las cercas cuando en el centro hay mejor comida.

Koji tiene razón, eres muy malo – le dijo haciendo un puchero.

Por el bien de Koji, cuídate – le pidió.

No sé – le dijo sonriendo – intentaré hacerte caso, pero la chaqueta estorba y...

Está tarde va a llover, según el pronóstico del tiempo – le informó.

Diablos – dijo entre dientes – voy a tener que apurar el trabajo, entonces, los animales deben estar en los cuarteles de invierno antes que ello suceda o vamos a tener que trabajar con agua hasta la montura para atravesar el valle.

¿Crees necesitar ayuda para terminar el trabajo?

¿Sabes? – se acercó a él y lo abrazó con fuerza – me hace inmensamente feliz que te preocupes tanto por mí, pero estoy bien seguro que podremos terminar el traslado de los animales antes de que comience a llover – le dio un beso en la mejilla y lo soltó – solo ve que me tengan ropa seca y comida caliente para cuando regrese ¿de acuerdo?

Está bien, borriquito – le dijo y Dúo soltó una carcajada para luego irse.

Las labores de Heero se limitaban a controlar las cuentas, al menos eso era en el papel, pero era él quien, a nombre de Dúo, decidía los grandes cambios de las empresas, los que comenzaban a dar frutos. La papelera estaba casi en la ruina por un administrador que no era capaz de tomar una decisión arriesgada sin habérselo contado a medio mundo, lo que terminaba por arruinar el negocio, el aserradero tampoco funcionaba como debía, pero sí tenía graves problemas de activos y los trabajadores estaban en huelga por los sueldos impagos de varios meses, ese sí era problema dado que no podía ir directamente a solucionar el asunto sin que Dúo lo acompañase porque todavía no era su esposo, y él tampoco podía ir porque era una de las temporadas de mayor trabajo en el rancho.

Debo buscarle una mejor solución al problema – dijo golpeando sobre el mesón con el lápiz – no le puedo pedir a Dúo que vaya, pero debo pagarle pronto a los trabajadores con efectivo – miró las cuentas – necesito alguien de confianza allí, pero no conozco a nadie – revisó las fichas del personal y encontró a la persona adecuada – he aquí un arreglo, el efectivo será traspasado a una cuenta especial y ellos podrán retirar todo el dinero que se les adeuda y se les pagaran los seguros sociales – echó la silla hacia atrás y tomó el teléfono.

Aserraderos Maxwell, buenos días – le dijo una voz femenina.

Señorita, deseo hablar con el señor Conrad Fisher – le dijo.

¿De parte de quien?

De Dúo Maxwell – le contestó divertido, se notaba que no le conocían la voz.

Perdone, señor, yo... – trató de disculparse por su impertinencia.

No se moleste, sólo deme con Fisher ¿quiere?

Claro que sí, señor, de inmediato – y Heero escuchó como la secretaria dejaba caer sin mucho cuidado el auricular y luego dar gritos llamando al capataz y jefe del sindicato de trabajadores de la empresa, que al parecer llagó corriendo a la voz de "el patrón quiera hablar contigo" – aquí está.

Bien, pásemelo – le dijo sonriendo divertido.

Patrón, nosotros sólo queremos que nos pague – le dijo el hombre de un tirón.

Precisamente por eso le llamo – le dijo mordiendo el lápiz para que no le notara el acento extranjero – he abierto una cuenta especial que no tiene nada que ver con los fondos del aserradero y desde este momento les han sido girados a cada uno de los trabajadores sus sueldos impagos hasta este mes y los seguros sociales les serán depositados en el transcurso de la tarde.

Gracias, patrón – le dijo – podemos regresar al trabajo...

Tómense el día libre, mañana habrá cambios importantes en la gerencia – le dijo y colgó – claro que sí, a mi parecer el dinero sale, pero no entra, y eso que las ventas han subido bastante.

Tousa – le dijo Koji.

¿Si, mi niño? – se volvió hacia él y vio que le señalaba la ventana.

Papá fuera – le dijo moviendo la cortina – yo con él.

Koji – se acercó al pequeño – voy a llamarlo a que regrese, está lloviznando y no es bueno para su salud – se acercó al radio y llamó al trabajador encargado de comunicaciones – quiero hablar con Dúo, cambio.

Lo siento, patrón, él se encuentra del otro lado del río en este momento, cambio.

Entonces dile que tan pronto termine, regrese a casa y que trate de ponerse la chaqueta, hace demasiado frío para su salud, cambio.

No creo que le haga caso, cambio y fuera.

Sí con lo burro que es.

¿Papá burro? – le preguntó preocupado.

Me refiero a que es porfiado, corazón – lo abrazó – venga, le buscaremos ropa seca para cuando llegue.

Sin embargo, Dúo no llegó hasta bien entrada la noche y venía calado hasta los huesos dado que se largó a llover torrencialmente justo cuando cerraban los portones de los cuarteles de invierno y de regreso tuvieron que cruzar el estero, que ya parecía río, con el agua llegándole más arriba de los tobillos y para colmo uno de los animales resbaló y Dúo se devolvió a rescatar a ambos antes que les ocurriera un percance mayor y quedó más mojado.

Heero comprendía que cuidara a su gente, pero era muy tonto quedarse así de mojado por tantas horas, cuando debió de regresar de inmediato a cambiarse de ropa y luego ir a ver el estado de la represa, si esta no iba a colapsar por tan poco lluvia, él ya se había encargado de averiguar sobre su estado en días anteriores y le entregó el informe, pero el trenzado quiso asegurarse con sus propios ojos.

Tienes la cabeza vacía – lo regañó – ahora te darás un baño con agua caliente y a la cama – le ordenó.

Si, mamá – le dijo el trenzado en tono cansado caminando lentamente a su habitación – pero si vienes conmigo.

Y tienes ánimo de molestar – le dijo, pero lo vio un poco extraño, así que se acercó a él y le puso la mano en la frente – tienes fiebre y estás sudando – le quitó la chaqueta empapada y la dejó caer al suelo – mejor te cargo – lo levantó y Dúo no pudo oponer resistencia – llamaré al médico.

No, estoy bien, con una buena dormida esta noche estaré como nuevo.

no sea tonto, Dúo, eres asmático y fácilmente podrías tener una crisis por el exceso de frío en tu carne.

Dame calorcito – le dijo cuando entraron en la habitación del trenzado y Heero le quitó la ropa mojada – me gusta que me tengas así – agregó.

¿Ves? Estás delirando – le dijo secándolo con una gran y esponjosa toalla que trajo del baño para luego ayudarlo a ponerse el pijama y meterlo en la cama – iré a llamar al médico.

No me dejes solito, Heero, por favor – le pidió y Heero regresó a su lado y se sentó en la cabecera – nunca me abandones.

Claro que no – le dijo y lo acomodó mejor para que se durmiera.

Y Dúo se metió en un sopor intranquilo que a Heero terminó por asustarlo dado que el pecho le silbaba tal como le pasaba a Koji cuando tenía una crisis.

Y la casa se convirtió en un hospital, mientras Heero esperaba al médico en el pórtico Koji se salió a jugar en el barro y se empapó entero, y no sólo arruinó la ropa que andaba trayendo, cosa que no le importaba mucho a Heero, sino que le comenzó a dar una crisis y se puso morado, cosa que lo alertó. Y a ninguno de los dos les había surtido efecto el Salbutamol, a ninguno se le despejaban los bronquios y comenzaba a asustarse de más, en especial cuando Dúo perdió la conciencia y respiraba escasamente.

En eso estaba cuando llegó el médico equipado con un montón de cosas que hicieron palidecer de miedo a Heero, pero trató de disimularlo por el bien de su familia y lo guió a las habitaciones de los enfermos.

Hacía tiempo que este muchacho no se enfermaba – le dijo señalando a Dúo – ¿ya intentó nebulizarlo?

Sí, pero el Salbutamol no le hizo ningún efecto a ninguno de los dos.

Entonces, es una crisis muy fuerte, tal ves debiera trasladarlos al hospital, pero con las condiciones del clima sería como llevarlos a la muerte – dijo pensativo – lo único que nos queda es inyectarles una dosis intravenosa de Aminofilina y Clorfenamina Maleato para tratar que los bronquios se dilaten y expulsen todo aquello que impide su buen funcionamiento.

Estarán bien los dos ¿verdad?

El pequeño creo que si, el joven Dúo parece tener pulmonía, aunque podría estar equivocado dado que ya ha tenido con anterioridad crisis como esta.

Pero se va a recuperar ¿verdad? – dijo preocupado.

Los asmáticos nunca se mueren por una crisis, no se preocupe por eso, simplemente le tomará un tiempo estar de regreso en el mundo de los que están de verdad vivos, pero se recuperará.

Gracias a Dios – suspiró – no quiero perder a ninguno.

El pequeño heredó el asma de los Maxwell ¿verdad?

Sí, lo heredó de Dúo, yo nunca supe que fuera así.

¿Y se puede saber quién lo trajo al mundo? Porque una madre ha de tener.

Claro que sí, pero ese es mi secreto – le dijo mirando a Dúo que dormía intranquilo – ¿por qué no lo inyecta ya?

Muy bien, supongo que no quieres hablar de eso, es demasiado doloroso para ti hablar acerca de ella, más cuando tienes que criar a un hijo que no es tuyo pero al que amas de todo corazón.

Heero se quedó cayado pero movió la cabeza ¿Es que todos pensaban lo mismo? ¿En verdad sería tan raro que un muchacho fuera capaz de engendrar un hijo?

Bien, ahora es el turno del pequeño – le dijo el médico y Heero lo llevó a la habitación de al lado – bien, se encuentra reaccionando al fin al Salbutamol, la dosis que le pondré será mínima.

¿Doctor, usted no sabe de un buen especialista en genecología transnatural?

No ¿por qué? Ni siquiera sabía que existiera esa especialidad en la medicina.

En Japón existe – le dijo acariciando la frente de su hijo que al fin comenzaba a respirar mejor – sólo quería saber si aquí también.

Creo que no, debería ver en el directorio médico – le recomendó.

Si, lo haré.

Bueno, de momento no hay nada más que hacer por los pacientes, si hay algún cambio, me avisa, estaré en el pueblo revisando a una niña que tiene gripe, ya sabe mi celular.

Gracias, doctor – lo acompañó hasta la puerta y lo vio alejarse en su vehículo.

"Así que todos creen que Koji es hijo de Dúo por el parecido, pero que no es mío ¿deberé sacarlos del error y decirle que soy fértil?" se volvió y regresó junto a sus enfermos con la duda de si hablar a no...

Continuará...

Bueno, disculpen la demora, pensaba entregarles pronto el siguiente capítulo, pero no había tenido tiempo de escribir nada, ni inspiración para hacerlo, sólo espero que haya quedado en la misma línea del anterior.

CUARTELES DE INVIERNO: son zonas especiales para los animales en donde tienen comida y forraje fresco y se encuentran protegidos de las crueldades del invierno, generalmente se llevan aquí a los animales de raza fina que son más propensos a las enfermedades.

Salbutamos, Aminofilina y Clorfenamina Maleato son medicamentos que se usan para obligar a los bronquios a dilatarse y trabajar tomando el aire, lo sé porque mi hermana sufre de asma.

Bueno, había prometido contestar los comentarios, pero ya me hice bolas de quién me preguntó qué así que responderé solo lo que recuerdo sin nombres, no quiero equivocarme: Me alegro que les guste este tipo de historias y si bien me salió no muy Heero y que este haga de Uke es mera coincidencia, Dúo no calzaba en el papel de madre abnegada y responsable, por muy lindo que él sea. Si, me tomé algunas licencias, pero como la historia, no así los personajes, y la idea es mía, que importan las mejoras a la humanidad ¿verdad?Y sobre como Heero alimentó a Koji en sus primeros meses, se los dejo a su imaginación, tal vez en otra ocasión les explique el cómo.

Bueno, sólo me resta agradecerles su lectura.

Shio Chang, al fin de vuelta, pero quien sabe por cuanto tiempo.