Mi hijo, mi secreto

Voy a explicar el nombre de Koji, es un nombre que, pese a sonar a japonés, tiene sus orígenes en el mapuche; Ko es agua y Ji (que realmente es Gi) es luz, por lo tanto significa Luz del agua o reflejo de luz.

Me hicieron algunas preguntas que prefiero responder con el texto, con excepción de la cuestión del asma, sí, sufro de asma, aunque en mi familia todos la padecemos y en cuanto a morir por la enfermedad, fue el médico el que me lo dijo y en mi familia los asmáticos han muerto de viejitos y no de la enfermedad.

Otra cosa, yo dije que no me imaginaba a Dúo de madre abnegada, no que no lo viera embarazado (en otras historias siempre lleva el encargo), y Heero calza más en el papel de madre luchadora y decidida.

En cuanto a si Dúo obtendrá lo que quiere, bueno, lean el capítulo y me dejan su comentario ¿ok?

La gran tormenta del invierno.

Heero volvió a sentarse en la cabecera de Dúo, hacía varios días que iba de la habitación del trenzado a la de su hijo cerciorándose del estado de salud de ambos, el pequeño había recobrado bastante pronto sus ánimos, aunque no lo dejara salir mucho de la cama, pero Dúo seguía respirando con ruidos en el pecho, por lo que el médico le recomendó ejercicios respiratorios que el trenzado no solía hacer.

Eres peor que Koji – le dijo Heero enfadado – así nunca estarás bien y no quiero que en la boda te esté silbando el pecho.

Está bien, pero es que esos ejercicios me agotan y luego no quiero más que dormir y mis sueños se ven plagados de imágenes nada de santas de ti y de lo que te podría estar haciendo en esta cama...

Haz los ejercicios – lo cortó.

No te enfades – le dijo y se puso boca abajo en la cama apoyando las manos bajo su pecho con las palmas contra el colchón y los codos hacia fuera. Aspiró profundo y lentamente, exhalando el aire de la misma manera hasta que le dio por toser y expulsar la mucosa – me duele – se quejó.

Heero lo miró divertido, había una forma de obligarlo a que le gustara, sería un buen estímulo para él y podría aprovechar perfectamente de acariciarlo sin que este pensara mal, o bien, de sus manos en su cuerpo. Se puso de pie y se subió sobre la cama sentándose sobre su trasero con las piernas a cada lado de sus caderas.

¿Qué haces? – le dijo el trenzado exaltado.

Te ayudo a hacer tus ejercicios – le dijo subiéndole la polera hasta los hombros comenzando a masajearle la zona de los pulmones – relájate y sigue respirando, mientras más mucosa botes, más pronto estarás mejor.

Si, pero contigo en esa posición me da por imaginarme cosas – dijo y volvió a toser – aunque no me estoy quejando.

Si haces tus ejercicios respiratorios, vendré una vez por día a hacerte este tipo de masajes ¿de acuerdo? – lo ofreció al oído.

¡Ok! – dijo feliz respirando profundo, si Heero seguía así de tierno con él, no querría mejorarse nunca.

Y recuerda, si te mejoras luego, podremos seguir con los preparativos de la boda lo antes posible – lo besó en la mejilla y se bajó – ahora descansa, iré a ver a Koji, está repuesto, pero no le gusta eso de estar en cama.

Estar feliz en la cama depende de la compañía – le dijo y recibió una fea mirada de su parte antes que el japonés cerrara la puerta al salir – yo lo sería si lo estuvieras siempre – agregó acomodándose mejor y quedándose dormido.

El invierno se le había hecho interminable a Heero, las lluvias habían aislado al pueblo de la hacienda de la ciudad y no había podido hacer gran cosa por preparar la boda, en especial porque Dúo no parecía salir por completo de la crisis y el médico le daba y le daba instrucciones para el cuidado del padre y el hijo, aunque en realidad el problemático era el mayor, ya que Koji se solía someter a sus órdenes, pero Dúo estaba demasiado acostumbrado a ser el patrón y no había caso de sacarlo de allí sin que lo amenazara o le ofreciera algo a cambio. ¡Dios, si lo único que faltaba era que le prometiera sexo para que se quedara en cama y no fuera a supervisar a los animales en los cuarteles de invierno!

En cambio Dúo estaba que saltaba en una patita de contento, Heero hacía lo que fuera por retenerlo a su lado y simplemente se aprovechaba del pánico, claro que estaba corriendo un terrible riesgo, si Heero se llegaba a dar cuenta que se estaba aprovechando de su enfermedad para tenerlo a su lado, de seguro lo mandaría al infierno y agarraría sus cosas, al niño y se marcharía.

¿En que piensas, Dúo? – le dijo Heero sentándose a su lado.

En lo mucho que me gusta que me cuides – sonrió apoyándose en su hombro – y en algunas otras cosillas – se ruborizó.

Yo diría que tienes una mente perversa – le pasó el brazo por la espalda – por cierto ¿has visto a Koji?

Creo que Nany dijo que iba a preparar galletas y a él le gustó la idea de ayudarle con la masa – se sonrió – yo lo hacía de pequeño, pero creo que era más un estorbo que una ayuda.

Supongo que resultará lo mismo con él – suspiró – deberíamos planear la fiesta de navidad, aunque sea pronto para ello.

Primero deberíamos hacer una cena el día de acción de gracias – le dijo – aunque sé que en tu país no celebran esas cosas.

No, no existe aquello, pero supongo que Koji debe adaptarse a las tradiciones de este país.

Supongo que tendremos que ir a comprar algunas cosas en el helicóptero ya que las carreteras están intransitables.

¿Tienes un helicóptero?

Claro, pero rara vez se usa porque es muy bullicioso y altera a los animales.

Si no lo haces tú, no veo por qué deba hacerlo un aparato.

¡Heero! – le reclamó molesto enderezándose.

No te enojes, pensemos en cosas positivas.

Positivo mi trasero – le replicó poniéndose de pie.

Oye, ya te dije que cuidaras tu lengua – lo regañó.

Eres muy cruel, Heero, yo trato de ser un chico bueno y ti vienes y me dices cosas que me duelen, yo tengo mi corazoncito ¿sabes? Y lo estás haciendo pedacitos...

Ya, Dúo, lo siento – le dijo poniéndose de pie – era sólo para cambiarte el tema.

Pero eso no quita que seas tan malo conmigo.

Perdóname ¿quieres?

Pero dame uno se esos besos tuyos que quitan el aliento.

Mejor no me perdones – le dijo enojado y se salió de la sala.

Anda, vamos, no es para tanto – le dijo siguiéndolo – no vas a armar una batalla campal cada vez que se me ocurra pedirte un beso apasionado ¿sabes? Es que me gusta demasiado tu boca. Anda, no seas malito – le rogó.

Y después me pedirás que te haga compañía en la cama – replicó.

No, hasta después de la boda, te lo prometo.

Más te vale que seas un hombre de palabra o no te besaré más – le advirtió acercándose a él que cerró los ojos y separó los labios. Heero le atrapó las manos contra su pecho y le dio el beso que le pedía con tanta pasión y deseo que sintió que su cuerpo comenzaba a reaccionar peligrosamente.

Si me... besas... así... no sé... como... te voy... a cumplir – le dijo sin aire

Con fuerza de voluntad – le dijo y entró en la cocina.

Ciertamente Koji era más un estorbo que una ayuda para el ama de llaves, pero estaba muy contento de tener en qué ocupar las manos que no se preocupaba de nada más. Ya antes el pequeño le había hecho una pataleta porque quería ir con los caballos y no lo dejaban, pero el clima no era muy favorable, el médico le había recomendado mantenerlo en casa hasta que pasara lo peor del invierno, pero diciembre había llegado con temperaturas bastante extremas.

Jóvenes ¿Van a ayudar o a mirar? – les dijo Nany.

Yo prefiero mirar, soy nulo en ese tipo de cosas – le dijo Heero.

¿Qué haces, amorcito? – le dijo Dúo al niño tomando un poco de masa de la mesa – mira, esto se hace así – aplastó la masa contra la mesa y la estiró un poco enrollándola luego – es divertido ¿ves? – miró a Heero.

Yo no me voy a comer las galletas que ustedes hagan – le dijo el japonés divertido mirándoles las manos – creo que no sé donde las tuvieron antes.

Nany lava manos – le dijo Koji.

Yo también me las lavé – le dijo Dúo desafiante.

Mm, pero yo no quiero morir envenenado – sonrió – Dígame, Nany, ¿hay algo especial que podamos hacer para Navidad? Se me ocurre que, como ahora somos una familia, hagamos una fiesta como se debe.

Bueno, el anciano señor Maxwell, que en paz descanse, solía invitar a todos sus hijos y nietos a pasar la Navidad en el rancho, pero luego que su hijo muriera y se trajera al joven Dúo a vivir aquí, dejó de hacerlo y como su hija se casó con un árabe musulmán, ya no vinieron para estas fechas.

Pienso que tal vez a Quatre le agradaría venir, después de todo él vive más tiempo en América que en su país y su novio sí la celebra – dijo Dúo – no sería una gran fiesta como hacía mi abuelo, pero sería una fiesta en familia. A mis primas y sus maridos les enviaremos una invitación a la fiesta de compromiso, aunque no creo que vengan, la familia de mis tías es ultra conservadora y si no aceptan que el nuevo jefe sea gay, creo que menos nos van a aceptar a nosotros y menos si tenemos un hijo fuera del matrimonio.

Pero estaríamos cumpliendo con nuestra obligación de invitarlos, ahora, si ellos no vienen, no será culpa nuestra.

Muy bien, sí tú lo dices, así se hará – asintió Dúo

Vaya, ahora se sabe quién es el verdadero jefe – bromeó la mujer mayor.

Es mejor que así lo crea – sonrió Dúo – después cambiarán las cosas.

Mm – replicó Heero caminando hacia Dúo – así que quieres una lucha de poder – le pasó la mano por el cuello – pero podría ser una guerra perdida ¿sabes? Tengo algo que te hará cambiar de opinión.

Bueno, puedes convencerme cuando quieras.

No hables de esas cosas frente a Koji – le dijo ruborizado pero enfadado.

Je, no te enojes, corazón – le sonrió apenado – se me escapó.

Un lapsus ¿eh? – se sonrió – te perdono, pero que sea la última vez.

El Señor Maxwell siempre ponía en el salón principal un enorme abeto adornado con luces de colores y flores de papel – dijo Nany – y preparaba una gran cena, luego se iban todos a dormir y temprano por la mañana se repartían los regalos.

Mm, en mi país no se estila aquello – dijo Heero acariciando el cabello de Koji que seguía ensimismado trabajando con la masa – creo que podríamos hacer algo entre las dos tradiciones.

¿Qué hacen ustedes en Navidad? – Dúo lo miró dejando de amasar.

Bueno, nosotros, los cristianos en mi país, hacemos un Nacimiento grande lleno de luces de colores y hacemos una gran cena, luego salimos a saludar a todos los vecinos y regresamos luego de media noche y repartimos los regalos a ls niños ue juegan hasta cansarse y luego los mandamos a dormir para seguir la fiesta hasta la hora que nos dé el cuerpo.

¡Me gusta! – dijo Dúo – podemos hacerlo, aunque sólo seremos nosotros y podríamos... – se calló al ver que estaba por decir un inconveniente – olvídalo.

.- Tienes cada ocurrencia – dijo Heero – podemos agregar el árbol al decorado e invitar a la gente del rancho ¿no crees?

Mm, los vecinos ya murmuraron acerca de la fiesta que le hizo a su hijo ¿sabe? Dijeron que cómo se les había ocurrido hacer que un niño de su clase alternara con simples trabajadores del rancho.

Importa poco lo que ellos digan, Nany – le dijo Dúo – de por sí siempre han criticado a mi familia por no ser tan estirados como ellos.

Bien, revisaré lo que hay que hacer y veré cuantos niños pequeños y mayores hay, así les haremos un regalo a cada uno.

Claro que sí – aceptó Dúo.

Heero movió la cabeza y salió rumbo a la biblioteca, se encargaría de ver también que en las distintas empresas Maxwell también se hiciera una fiesta especial a los trabajadores y a sus hijos se les hiciera un pequeño presente de parte de los dueños, sería un buen incentivo para que lo aceptaran luego como jefe.

Los días seguían igual, en especial ahora que el invierno entraba de pleno. Heero había tenido que ir a la ciudad en helicóptero a hacer las compras de Navidad y a hacer el pedido de los alimentos. Dúo hubiese querido ir con él, pero al final se quedó con Koji adornando el arbolito, el pequeño estaba muy emocionado en participar, aunque no comprendía el sentido de todo aquello y no era su primera Navidad, pero Dúo era feliz estando con él, así que Heero se fugó mientras no lo veían.

Lo primero que hizo fue ir al supermercado y entregarle a uno de los encargados la extensa lista de abarrotes que iban a necesitar para la fiesta, ya que pretendía que la fiesta fuera para 60 adultos y 80 niños, lo que hizo abrir tamaños ojos al encargado, pero este no dijo nada, si era dinero de los Maxwell era dinero bueno, así que comenzó a recabar lo pedido.

El helicóptero de Dúo estará en la ciudad hasta las seis de la tarde – le dijo Heero – espero que lo tengan listo para llevármelo.

Claro que sí, Señor Heero, estará listo antes de esa hora – le dijo el encargado.

Bien, envíe la cuenta con alguien y le entregaré allí mismo el cheque – le dijo y salió, aún debía ir al centro comercial a ver lo de los regalos, estos los había encargado ya por teléfono, pero tenía que verificar y hacer el pago.

El centro comercial eran casi puras casas de modas, pero había una juguetería que se surtía para esas fechas. Sin embargo, en esta ocasión los juguetes habían cambiado de calidad, antes solo la gente trabajadora compraba juguetes para sus hijos y como no tenían un gran presupuesto para ello, no eran muy grandes las ventas, pero ahora el prometido del joven Maxwell había comprado grandes cantidades de juguetes de buena marca y lo esperaban para entregarle personalmente el pedido.

Buenas tardes – le dijo una vendedora – ¿en qué lo puedo servir?

Soy Heero Yuy – le dijo y casi de inmediato el dueño estaba frente a él.

Encantado de conocerlo, Señor Heero – le dijo el hombre – nos sentimos muy honrados y felices de poder complacerlo con todo lo que nos solicitó.

Heero se le quedó viendo un minuto y respondió.

Arigato.

¿Es usted japonés? – le dijo el hombre mirándolo bien.

Así es.

Con razón el cambio, pero los Maxwell siempre han sido buenos con sus trabajadores, la hará mucho bien al pueblo y a esta ciudad su presencia, aquí los otros terratenientes no compran nada más que lo esencial, el reto lo compran en las grandes ciudades ya que prefieren las grandes marcas.

Si, me lo habían comentado, pero yo no veo el caso de ir a la Capital del Estado por algo que puedo encontrar aquí y a mejor precio.

El joven Dúo se encontró una gran pareja, nosotros estábamos preocupados de lo que sería de él y de la gente de su rancho si se casaba con la Señorita Relena.

Una mujer detestable, si me permite – le dijo la vendedora – tan estirada que no mira ni por donde camina.

He tenido la desgracia de conocerla – asintió – y ya conoce a mi hijo, pero ella jamás podrá tener a Dúo.

A ella no le interesa e joven Maxwell, quiere la fortuna que viene con él.

Pues ya perdió – sacó la chequera – ¿me dice cuanto le debo? – el hombre le dijo la cantidad y Heero llenó el documento, lo firmó y se lo entregó – claro que vy a comprar algo más, pero será más tarde.

Claro, venga cuando guste – dijeron la vendedora y el dueño – con esto se nos acabaron los problemas de líquido – dijeron felices y Heero salió de la tienda.

El mayor problema lo tenía en qué le podía regalar a Dúo, si bien vivían juntos, no conocía bien sus gustos y no quería darle un regalo que no le fuera a agradar, el trenzado era muy sensible a sus gestos. Se detuvo frente a una vitrina y vio por el reflejo que venía hacia él una de sus peores pesadillas ¿Por qué cuando pensaba en su amor ella se le presentaba? Se dio media vuelta y entró en la chocolatería, según le había dicho Nany, al trenzado lo volvían locos los chocolates.

Vaya, vaya, no me digas que le estás preparando otra de tus "fiestecitas" al mocoso ese que tienes por hijo – le dijo Relena mirándolo burlona.

Mire, señorita – le replicó poniendo énfasis en la última palabra – primero que nada, mi hijo tiene nombre, Koji Maxwell, segundo, no es ningún mocoso, y tercero, lo que yo haga o deje de hacer, no es de incumbencia suya – miró la vitrina – quiero un chocolate especial para Dúo – le dio al vendedor que miraba asombrado como había despreciado las palabras de Relena y luego la ignoraba – un corazón grande que diga "Te amo" y varios chiquitos a su alrededor.

Claro que sí, si quiere se lo podemos escribir con su nombre.

Bien, será entonces, Te amo. Heero.

Claro que sí, señor, lo tendremos listo en media hora más. – le entregó la orden – puede pagarla luego, si quiere.

No, pagaré de inmediato – volvió a sacar la chequera y le entregó un documento – pasaré más tarde a buscarlo, aún me quedan muchas cosas por hacer.

Así que ya te has hecho de las cuentas de los Maxwell – le dijo ella al pasar por su lado – pero ni te creas que haz ganado.

Heero la miró por encima del hombro y le dijo maligno.

Debería dejar de andarse humillando por dinero, después de todo, puede buscarse el marido que quiera, aunque sea tan fea – terminó cerrando la puerta detrás de él al salir.

Luego de terminar todas sus compras Heero fue a la tienda donde le hacían la ropa y compró varios suéteres para Dúo y Koji de variados colores, esos se los daría de inmediato como compensación por su ausencia de todo el día y por no llevarlos con él, ya que de haber estado con ellos no habría podido comprar tranquilo todo lo necesario.

Jefe, allí vienen los del supermercado – le dijo el piloto.

Menos mal que este aparato es grande – dijo él moviendo la cabeza, ya de por sí llevaban hartas cajas por los regalos, así que se irían cargados hasta los bordes con todo – me pregunto si al final será buena idea.

Todo el mundo está muy contento con usted, patrón – le dijo este – el joven Dúo está feliz y usted es bueno con casi todo el mundo – Heero lo miró alzando una ceja – excepto con la bruja esa.

Esa mujer es una peste, su padre debió ahogarla al nacer.

Ja, ja, hay muchos que deben pensar lo mismo que usted.

Heero se bajó y se acercó al repartidor que lo miraba embelesado, cosa que no le gustó para nada, así que se apuró en revisar todo y firmar el cheque por el total para despacharlo lo antes posible. Cargaron todo y ordenó el despegue, estaba harto de esa ciudad.

La próxima vez me voy a traer la mágnum del abuelo de Dúo para deshacerme de los estorbos que se me aparezcan – gruñó fastidiado.

Un joven guapo como usted los atrae como la miel – le dijo divertido – no saca nada con ponerles mala cara, se quedan prendados a usted con más ganas.

¿Lo crees? Me gustaría que Dúo me dijera esas cosas y me mirara así.

No se ha fijado bien, entonces – le dijo el piloto encendiendo los motores al fin por lo que Heero no escuchó sus últimas palabras.

Dúo estaba sentado junto a la chimenea contemplando el árbol mientras Koji intentaba ordenar algunos adornos que habían sobrado, estaba realmente molesto por lo que les había hecho Heero, él quería ir a la ciudad a comprarle un regalo que le valiera pasar la noche entre sus brazos, pero él se mandó cambiar mientras ellos trabajaban y ahora tendría que esperar hasta que el clima le fuera favorable para ir a la ciudad a buscar el regalo para su amor y para el niño.

Heero me las va a pagar – dijo al fin tomando el ángel que tenía el pequeño en sus manos – el debería habernos ayudado a decorar, esto es algo que se hace en familia, y él es una parte esencial de esta.

Me alegra saberlo – le dijo este abrazándolo desde atrás – ya tendremos otras ocasiones de compartir algo así – le dio un suave beso en los labios y tomó el ángel de sus manos – esto debe ir en la punta ¿no?

¿Tousa? – le dijo Koji mirándolo con ojitos ilusionados.

¿Quieres ponerlo tú? – le dijo Dúo mirándolos a ambos.

Bien – le devolvió el ángel y lo levantó entre sus brazos – ayúdanos – le dijo al trenzado que lo ayudó a acercarse a la rama más alta y afirmando bien el ángel en el árbol – ¿ves? Un recuerdo para nuestra familia.

¡Yo también quería ir a la ciudad a comprar! – le reclamó.

Pero yo quería hacer las compras a solas – lo cortó Heero – pero les traje algo a cada uno.

No te perdono – le dijo cruzándose de brazos.

Entonces, no quieres tu regalo – le dijo pasándole un paquete al niño.

No voy a dejar que me chantajees con un simple regalo – dijo enfadado dándole la espalda.

Está bien, pero podría agregarle algo más al regalo ¿sabes?

No me interesa – le replicó más huraño.

¿Ni siquiera una noche conmigo? – le dijo Heero.

¿Qué? – le dijo volteándose de inmediato – ¿pasarás la noche conmigo si te perdono? Eso me suena fantástico – se acercó a él y Heero retrocedió.

Tal vez lo mejor fuera que siguieras enojado conmigo – murmuró mirando a Koji – pero será la noche que yo quiera, no antes.

Vaya cosa – dijo sarcástico – así no lo harás nunca – tomó el paquete y se sentó junto al árbol dejándolo allí.

El regalo es para ahora, el otro presente te lo entregaré en Noche Buena.

No me interesa verlo – dijo poniéndose de pie, se sentía herido, sabía que presionaba demasiado a Heero para que lo aceptara, pero él no quería ceder siquiera un poquito y comenzaba a desesperarse.

Dúo, lo siento, no pensé que te enfadarías tanto por no ir conmigo a la ciudad – lo volvió a abrazar, esta vez con más fuerza – es que se veían tan divertidos juntos que no quise perturbarlos.

¿Por qué eres siempre tan malo conmigo?

Perdóname, Dúo, trataré de portarme mejor – le dio un beso en la mejilla – te daré dos noches ¿te parece? Noche Buena y Año nuevo.

¿Por qué no mejor toda esa semana?

Con una condición, que uses preservativo.

¿Para qué? Yo no tengo ninguna enfermedad que te pueda contagiar.

Te ofrezco una semana, tómalo o déjalo.

Voy a tener que comprarlos en la ciudad, no pensé que quisieras algo así – dijo pensativo – es más, jamás los he usado, no sé cómo pedirlos.

Y yo que había pensado que tenías gran experiencia en estas lides.

¡Eres cruel! – le reclamó y de inmediato fue callado con un beso – Koji nos mira – le dijo apartándose.

Koji entiende más de lo que parece – dijo Heero.

La fiesta de Navidad había sido todo un éxito, si bien las primas y primo de Dúo no se aparecieron por allí, cosa que le había dolido bastante al trenzado, pero habían enviado regalos para Koji junto con sus buenos deseos y el compromiso de participar en la boda que Heero había planeado se efectuara poco después de Año Nuevo, claro que iba a depender un poco del clima, pero llegando el ministro de paz que los iba a casar antes de una tormenta, el resto pasaría a segundo plano.

Koji estaba sentado en la alfombra tratando de armar uno de los extraños juguetes que le había enviado una de sus tías desde Alemania, pero comenzaba a cabecear de sueño, cosa que no era de extrañar teniendo en cuenta que eran casi las dos de la mañana, pero Dúo no quería que lo acostara todavía, era divertido verlo pelear con el sueño.

Dejémoslo dormir – le dijo Heero – tenemos el resto de la noche para nosotros solos – le recordó levantando al niño y llevándolo a su habitación. Una vez allí, lo cambio de ropa y lo acostó dándole un beso en la frente, ni siquiera tuvo que contarle un cuento, ya estaba profundamente dormido.

Regresó al salón y se acercó al sillón donde supuestamente Dúo lo esperaba, pero se sorprendió de ver al trenzado igual de dormido que su hijo pero con un paquete cerrado entre sus brazos. Se acercó a él con cuidado y apartó unos mechones de su cara, era demasiado guapo para su propio bien, se dijo y acercó su boca a la tentadora suya y lo besó suavemente.

Ahora sé lo que sintió la bella durmiente cuando el príncipe la despertó – le dijo.

Bueno, yo iba a llevarte a la cama así dormido – lo acarició Heero – pero ya que te despertarte podríamos entregarnos nuestros regalos.

Bueno, el tuyo primero – le dijo enderezándose y tomando un regalo de debajo del árbol – espero que te guste, no sabía que regalarte, no hemos compartido mucho y no quería dar la impresión que no conocía tus gustos para no crear mayores murmuraciones en la ciudad, en especial porque me encontré a boca de jarro con la pesada de Relena que decía que lo nuestro era más falso que un unicornio en mi rancho y cosas igual de pesadas y que yo debía darme cuenta y casarme con una mujer que me diera familia, pero yo le dije que ya tenemos una y que contra viento y marea nos vamos a casar...

Ya, respira – le dijo Heero, lo entendía bien – y también me topé con la tipa esa cuando compraba tu regalo y tuvo el mal gusto de decirme algunas cosas.

No le creas nada de lo que te diga, Heero.

Por supuesto que no, esa es una víbora que le gusta sembrar cizaña – se agachó y tomó otro paquete – yo tampoco sabía qué regalarte – se lo entregó aceptando el suyo – espero que te guste.

Lo que sea, si viene de ti, me ha de gustar – le sonrió rompiendo el papel encontrándose con el logo de la fábrica de chocolates más finos de la ciudad – me encantan los chocolates, Heero, gracias.

Supuse que sería un buen regalo, después de todo eres un goloso.

Si, es cierto, me gusta comerme todo lo que sea dulce, incluido tú – le sonrió.

Heero lo miró en silencio antes de romper el papel de su regalo, era un suéter tejido a mano de fina lana de angora con un delicado color azulado, el mismo que Heero había encontrado tan bello en una ocasión en Japón y que consideró era un lujo adquirirlo.

Gracias, Dúo, me encanta – lo abrazó – ¿nos vamos a dormir? – le ofreció.

Claro, cuando quieras – le sonrió tendiéndole la mano – ¿tu cuarto o el mío?

El tuyo, la cama es más grande.

Caminaron de la mano hasta la habitación de Dúo y entraron en silencio, el trenzado miró la cama y luego a Heero, no era que no quisiera hacerlo, pero estaba seguro que apenas apoyara la cabeza en la almohada se dormiría y no quería ofenderlo.

Pasa algo malo ¿verdad? – le dijo Heero – no me gusta tu mirada.

Es que... – se sonrojó – yo te quiero mucho... – decía pensando en cómo decirle – no es que yo no quiera dormir contigo...

Pero estás muerto de sueño, es eso ¿verdad?

Yo no quiero ofenderte, corazón, pero... –miró la cama de nuevo – si pongo la cabeza en la almohada no voy a despertar hasta mañana – dijo al fin.

¿Y por eso estás preocupado? – le dijo divertido – mira, voy a dormir a tu lado de todas maneras, no te preocupes por eso, acuéstate tranquilo.

Y yo que quería tener una Noche Buena – murmuró quitándose el suéter que Heero le había regalado antes – tendré que esperar más.

Dúo – suspiró – tendrás muchas, lo prometo, en especial luego que nos casemos sólo debes tener un poco de paciencia – le dio un beso en la mejilla y se retiró.

¿No que ibas a dormir conmigo? – le dijo dolido al ver que estaba en la puerta.

Voy por mi pijama, no vaya a ser que Koji se despierte en la madrugada.

Él debe estar bien dormido – le dijo – no creo que se despierte.

Si, pero no me voy a andar paseando por la casa desnudo ¿no te parece?

Si, no me gustaría que nadie te viera tan magnífico como eres, ya de por sí haces babear a muchos como para que sean capaces de matar por ti.

¿Tú lo serías? – le dijo abriendo la puerta mientras lo miraba, pero el trenzado sólo desvió la cara, no quería que viera el sonrojo. Salió de la habitación y corrió a la suya, quería ser él quien durmiera al americano, hacerlo confesar entre sueños todo el amor que le tenía. Sacó el pijama y su bata antes de regresar a su lado, pero se sorprendió al verlo profundamente dormido – era cierto que te dormirías de inmediato – suspiró cambiándose de ropa – buenas noches, Dúo.

Y Heero había hecho lo mismo cada noche hasta año nuevo; Dúo, al ver que habían amanecido los días agradables, había salido a montar con Koji y a revisar los animales en los cuarteles de invierno, despreocupándose de su salud y la de su hijo, agotándose los dos en el proceso, ya que de tanto ir y venir llegaban sin ganas más que de dormir.

Y yo que pensé que iba a tener que buscar la manera de que no pasara nada antes de la boda pese a dormir con él – dijo Heero cansado – y al final quien se ha tenido que comer las ganas soy yo.

Bueno, así será más divertida la noche de bodas – le dijo Nany compadecida.

A este paso voy a tener que adelantar la boda – dijo molesto.

Pero si será dentro de tres días, para qué se angustia.

Si, tiene razón, pero he tenido demasiadas cosas que hacer, a veces pienso que no ha sido la mejor decisión de mi vida el involucrarme con Dúo.

Pero el joven Dúo es muy feliz con ustedes aquí – le dijo ella.

Yo tenía grandes planes para mi futuro antes de conocer a Dúo, quería ser ingeniero en construcción civil, incluso tenía preparado mi examen, pero él vino a poner mi mundo de cabeza y mis planes murieron antes de poder sembrar la semilla en una loca fiesta en la playa.

¿Se arrepiente de haberle entregado el corazón al joven Dúo?

Por supuesto que no, pero sigo pensando que debí haber tenido más cuidado, quizás estaríamos casados desde hace dos años y estaría estudiando, no lo sé.

Tal vez aquí pueda estudiar también – le dijo ella.

No, me haré cargo de los problemas de Dúo a partir de la boda, así se podrá dedicar a lo que realmente le gusta, el rancho.

Podría hacer algunas modificaciones en las empresas, creo que luego no tendrá tiempo para su familia.

Hablaré de ello con Dúo cuando me dé un poco de su tiempo sin que esté demasiado cansado para escucharme.

Dúo estaba sentado en la mecedora de la habitación de Koji con el pequeño profundamente dormido entre sus brazos. Por casualidad había pasado por la puerta de la cocina y había escuchado a Heero enfadado porque no habían tenido relaciones en toda la semana, se había sentido tan feliz de la necesidad suya de estar unidos, pero todo se había desmoronado luego al saber que había destruido los sueños de su amado ¡si nunca le había dicho nada! Dolía, y mucho, sentía que en algún momento Heero, aunque lo negara, se arrepintiera de aquella noche loca en la playa. También su vida había cambiado radicalmente luego de ella, pero había sido para mejor. En ese momento había decidido afrontar con la verdad de su sexualidad al abuelo, habría querido que se conocieran, si no hubiese sido tan idiota esa noche, eso era lo único de lo que se arrepentía, de aquella nota que lo hizo perderlo por casi dos años, hizo que él tuviera un hijo con una mujer loca que los abandonó luego, pero esta vez lo amarraría a su lado a como diera lugar, si tenía que conseguir un curso a distancia en alguna escuela o crear una universidad cerca para que su amado estudiara, haría un gran sacrificio, además, favorecería a todos que hubiera alguna cerca, así la gente no tendría que irse o enviar a los jóvenes a estudiar lejos para que estos luego no quisieran regresar a trabajar con sus padres. Y debía considerar una escuela para los niños, en el invierno era un sacrificio para ellos ir al colegio tan lejos y con tanto frío por las mañanas, y evitaría mandar a Koji a estudiar con sus estirados vecinos a un internado como le había ocurrido en un principio a él o tener que levantarse a oscuras para viajar casi 20 kilómetros para ir a la escuela más cercana.

Te noto algo triste, Dúo – le dijo Heero interrumpiendo sus meditaciones – ¿pasa algo malo? – le acarició la mejilla.

No, sólo estaba pensando en el futuro de Koji, aquí en el poblado no hay una escuela, tal vez sería bueno que creáramos una, después de todo no sólo le será de utilidad luego a Koji, sino que le servirá a todos los niños aquí.

A veces se te ocurren cosas muy interesantes – le dijo sentándose en la cama – pero vamos a tener que contratar nuevo personal y construir un lugar especial para ello.

Según sé, aquello es deducible de impuestos ya que es de ayuda comunitaria – le dijo y lo vio sorprendido – eso lo sé porque mi primo se lo dijo hace años a mi abuelo, pero este no quiso hacerlo, dijo que era demasiado, pero creo que no quiso sólo porque fue Quatre el que se lo propuso.

Vaya a saber cómo habría tomado que su nieto favorito fuera igual.

Creo que te habría aceptado tal como aceptó al novio de Quatre – sonrió – lo que no aceptaba era que él jamás tomara la iniciativa ¿sabes? Si Quatre se hubiese enfrentado a su padre aunque fuera una sola vez en vez de buscar el apoyo de Trowa, el abuelo lo habría respetado, lo que no quiere decir que no lo quisiera, sólo que lo consideraba demasiado blando.

Pero tú no eres así para nada – le hizo notar.

Por supuesto que no, yo fui criado entre tipos rudos, y aprendí desde pequeño a tomar mis propias decisiones y si tenía que gritar para hacerme oír, no lo dudaba.

Se te nota a la legua que fuiste criado así.

¿Por qué lo dices? – le preguntó intrigado.

Por nada, olvídalo – le dijo mirando hacia fuera – yo venía a preguntarte acerca de nuestra boda, he pensado que...

No quiero que la retrases por nada – lo interrumpió.

He pensado que deberíamos traer al juez de paz aprovechándolos días bonitos para que no tengamos que suspender la boda por su ausencia si llueve – terminó enojado – creo que no te enseñaron a escuchar, Dúo Maxwell.

Lo siento, es que estoy muy nervioso, quiero que ya sea el día en que seas legalmente mío y ni te puedas alejar de mí.

Que tipo más posesivo – le reclamó – mejor acuesta a Koji o vas a terminar adolorido esta noche.

Heero, creo que es mejor que esta noche no la pasemos juntos.

¿Eh? – lo miró asombrado – ¿Por qué no?

Es que antes metí la pata contigo y quiero que nuestra noche de bodas sea perfecta, entonces lo mejor sería esperar, no falta tanto ¿verdad?

Muy bien, si es lo que quieres – le quitó al niño y lo acostó – te veré más tarde – agregó y salió dando un portazo.

Creo que de todas maneras metí las patas de nuevo – murmuró .

Tal como Heero había pensado, el día de su boda llovía torrencialmente, pero ya todos los invitados y el juez estaban allí, así que no le dio mayor importancia a ese factor, después de todo, todo lo que necesitaban estaba allí, aunque Koji estaba muy nervioso y se movía de un lado a otro causando destrozos, en especial en torno a la gran torta de novios, dado que había intentado subirse a la mesa para tomar a los novios de la cúspide, pero Dúo lo había atajado a tiempo y lo había enviado al salón a jugar con sus primos, pero el pequeño volvía una y otra vez al mismo lugar a intentarlo y Heero se vio obligado a llevárselo arriba para cambiarlo de ropa, menos mal que no le había puesto su trajecito o estaría hecho un asco.

El pequeño es un Maxwell por donde se le mire – le dijo a Heero el anciano juez – el joven Dúo era igualito cuando pequeño, aún recuerdo la boda de la señorita Ilena, dejó la escoba porque quería tomar los novios de la torta.

Pues yo no voy a permitir que Koji haga lo mismo – se acercó a la mesa de la torta y tomó los novios – aquí los tienes, no se comen ¿ves?

¡Malo! – chilló el pequeño luego de morderlos y corrió hacia Dúo que justo se dio vuelta en ese momento.

Ciertamente es un Maxwell – repitió el juez divertido.

Si voy a tener este mismo tipo de reacciones de ambos, no sé cómo voy a terminar este día – movió la cabeza – o si voy a ser capaz de terminar juntos cuando viejitos.

No se preocupe por eso, joven Heero, de seguro todos los momentos buenos lo compensaran por los malos.

Eso espero o voy a tener que corregirlos a palos – dijo cruzándose de brazos.

Dúo jugaba con Koji que le reclamaba, o al menos eso creía, porque Heero le había entregado los muñequitos de la torta cuando él quería treparse a sacarlos, no pudo evitar sonreír ante el recuerdo suyo haciendo lo mismo en otra boda, claro que estaba más grande, por lo mismo el pastel cedió ante su peso ya que las columnas del soporte no estaban hechas para aguantarlo, y se cayó con todo al suelo, había sido divertido el intento, pero terminó sin probar el pastel por su osadía, dado que sólo una pequeña parte se salvó y esa parte la repartieron a los mayores.

¿De qué te ríes, Dúo querido? – le dijo su prima mirando a Koji.

De la vez que yo me trepé a tu pastel de bodas – admitió – Koji quiso hacer lo mismo, pero me temo que Heero lo descubrió a tiempo y le entregó lo que quería y ahora está enojado por no tener una excusa para subirse al pastel.

Pues tu novio si le presta atención al niño – le dijo ella – después de todo, es su hijo ¿verdad? Aunque haya salido igualito a ti.

Es una mera coincidencia el parecido, esa mujer debió ser una completa idiota.

Ilena movió la cabeza, Dúo era un despistado total, no había notado que el parecido iba más allá del físico, era imposible que un niño se comportara como su padre adoptivo sin haber visto algo semejante, en cambio Koji tenía demasiado de los Maxwell para ser una mera coincidencia, tal vez Heero fuera uno de esos muchachos especiales capaces de engendrar hijos que ella estaba estudiando.

Creo que es hora de empezar con la ceremonia – dijo Dúo mirando a Heero y este le hizo un gesto – vayamos al salón.

Pero Heero estaba más preocupado de lo que pudiera averiguar Dúo de su prima sobre Koji que de la ceremonia en sí, la que se desarrolló sin ningún tipo de problemas, ya que no hubo inconvenientes. Había pensado que tal vez la Bruja esa se apareciera por allí y arruinara todo, pero el mal clima la había retenido en su casa seguramente. Pero aquello perdió importancia cuando ella le preguntó acerca del nacimiento de Koji, ella misma le contó que estudiaba los excepcionales casos de algunos jóvenes que, siendo varones, eran capaces de engendrar hijos sin ningún tipo de ayuda externa. Pero tuvo suerte, Koji se subió de nuevo a la mesa, esta vez con la intención de tomar los recuerdos de la boda y las golosinas que en ellos había, así que se apartó y lo bajó al suelo agarrándolo de la cintura.

¡Papá! – gritó echándose en los brazos de Dúo que lo levantó del suelo – tousa malo – señaló a Heero – dulces.

Pero si debías pedirlos – lo regañó con ternura – toma – le entregó uno – no llores, tu Tousa no es malo, sólo te está cuidando.

Tousa malo – repitió apoyándose en su hombro metiéndose el caramelo en la boca – no quero él.

No digas eso, amorcito, le va a dar pena y se va a poner a llorar – le dijo.

Tousa no llora, él malo – insistió.

Heero se va a enojar conmigo – le dijo – yo si lo quiero y me duele que tú no lo hagas también – lo regañó – ¿recuerdas cuando estuvimos enfermos? Él se desveló por nosotros, casi no dormía por cuidarnos, así que no puede ser malo.

No deja come dulces.

Porque te los quieres comer todos tú solo, además, debes pedir las cosas no treparte por encima de las mesas, eso lo hace un niño malo, y tú no lo eres ¿verdad? – le sonrió.

Koji Chan bueno – le dijo.

Entonces ve y dale un beso a Heero – lo bajó. "A ver si Heero no se enoja conmigo por consentirlo" se dijo mirando al niño que se abrazó a las piernas del su ahora esposo.

Al menos uno de ellos razona – se dijo Heero entre dientes levantándolo del suelo dándole un beso en la mejilla – vamos con tu papá, es hora de iniciar la comida.

¡Comida! – dijo el niño olvidado de su enfado.

Tu hijo es demasiado Maxwell – le dijo Ilena – pero alguna actitud tuya ha de tener ¿verdad? No pudo ser tanta tu mala suerte al traerlo al mundo.

Heero – lo interrumpió sin haber escuchado a su prima – ¿me incluyes en el abrazo? – le dijo mirándolo con ojos de cachorro mojado.

Está bien – aceptó y lo atrajo hacia su pecho – vamos a comer.

Odio los días así, yo hubiera preferido que nos casáramos en primavera, pero falta mucho todavía y no tendría la paciencia para esperar tanto, pero hubiese querido que los días de sol hubiesen durado un poquito más para poder salir de luna de miel a algún lugar paradisíaco, tal vez alguna isla del caribe, donde el sol abrasara nuestros cuerpos mientras la brisa refresca nuestras pieles, unidos en un beso de esos que no quieres que se acaben...

Dúo – lo regañó – Koji está escuchando.

No he icho nada indebido – se defendió.

Tal vez no, pero algo me dice que estás imaginándote cosas más allá de las palabras – le levantó el mentón sujetando a Koji con un solo brazo – sé que tienes muchas fantasías que quieres cumplir, pero debes tener paciencia.

Algo que no caracteriza a los Maxwell – dijo Nany divertida – el difunto señor Maxwell quería algo y lo hacía de inmediato, sin pensarlo mucho.

Y por eso se llenó de empresas inconexas que le dieron más problemas que dinero – dijo Dúo asintiendo abrazando a Heero – y yo tampoco tengo mucha, pero espero poder llegar a la noche sin haberte...

Dúo – lo volvió a regañar bajando a Koji que corrió a la mesa donde estaban los demás niños y se sentó a comer con sus primos – parece que hizo buenas migas con ellos – le señaló mientras se sentaba a la mesa.

Bueno, supongo que tiene facilidad para hacer amigos.

O que la sangre le tira – le dijo Ilena al pasar.

¿Qué quieres decir?

Joven Dúo – interrumpió uno de los mozos contratados para servir la comida – ¿empezamos a servir?

Claro, mientras antes comencemos, más rápido terminamos ¿verdad, Heero? Y podremos irnos a dormir la siesta – sonrió mirando al joven que se alejaba de ellos – sé que no debería, pero esta noche quiero que sea especial.

Pues yo me conformo con que no te duermas de inmediato como hiciste toda la semana pasada – le dijo Heero casi sin querer.

Trataré de no hacerlo – respondió Dúo apoyándose en su hombro.

La comida transcurrió sin imprevistos, todos hicieron un pequeño brindis por los novios y les desearon felicidad, así como que hicieran crecer la familia, a lo que Heero se sonrojó pero Dúo se rió sin comprender.

Luego de retirar el último plato, se fueron al salón donde el juez los casara e iniciaron el baile, Dúo estaba nervioso por tener que abrirlo con el vals de los novios por lo cerca que iba a estar de Heero, este iba a notar en plenitud toda su excitación, pero Heero no dijo nada y lo tomó de la mano abrazándolo hacia él con tranquilidad aparente.

Tranquilo, Dúo, sólo es un baile – le dijo al oído, pero los sentidos, de por sí exacerbados por su cercanía, se le dispararon y le rodeó la cintura pegándose a él como si el mundo se fuera a acabar si lo dejaba apartarse de él.

Todos rodearon a los novios que se movían acompasadamente por la pista en suaves movimientos al compás de la música, se veían tan lindos así, era una pareja de enamorados tan dulce, que nadie se atrevió a interrumpirlos hasta que terminó la música y un aplauso cerrado los acompañó.

Dúo estaba rojo como tomate, su cuerpo evidenciaba a las claras sus intenciones con Heero y sentía que el del japonés estaba en las mismas condiciones, sin embargo, todos se pusieron a bailar alrededor de ellos y el bochorno de ambos paso desapercibido.

Lo siento – le dijo Dúo sonrojado hasta la raíz del cabello.

No sientas, me gusta saber que te altero los sentidos – le sonrió – venga, descansemos un poco – lo tomó de la mano y lo llevó a un rincón – eres hermoso.

Pues tú lo eres más – lo besó en los labios intensamente, tanto que sintió como si un trueno rompiera la paz de la tarde.

¿Qué fue eso? – dijo Heero apartándose y sólo entonces se dio cuenta que no había sido en su cabeza, sino que había sido de verdad.

Lo que me faltaba, una tormenta eléctrica – gruñó molesto y notó que Koji estaba llorando asustado bajo una de las mesas.

Koji – le dijo Heero tomándolo entre sus brazos y este ocultó su rostro en el pecho del japonés – tranquilo, ya va a pasar – trató de calmarlo, pero el estruendo se seguía repitiendo en la distancia cada vez más fuerte, como si se estuviera acercando al rancho de manera amenazante. Luego, se vió una potente luz que iluminó el salón por los grandes ventanales y desapareció llevándose la luz del lugar que se oscureció por las oscuras y amenazantes nubes negras de tormenta.

Mal día nos tocó – volvió a gruñir Dúo junto a ellos – de seguro se ha caído el tendido eléctrico, tomará algunas horas hacer funcionar el generados del rancho ya que hace años que no se usa, no había tenido un tormenta así en años – le explicó a Heero que seguía abrazando al niño.

Por favor, no digas más, estás asustando a Koji – le dijo.

A mi tampoco me gustan las tormentas – le dijo Dúo abrazándolos – venga, alejémonos de las ventanas, es peligroso.

Estaban casi en el medio del salón cuando un nuevo rayo cayó iluminándolo todo y luego vino un terrible silencio que terminó por asustar a Heero que trataba a toda costa de mantener la calma para no perturbar más a su hijo que se aferraba cada vez con más fuerza a su cuello. Pero los truenos cesaron y se escuchó otro tipo de ruidos desde afuera.

¡Patrón! – entró gritando uno de los capataces con el rostro desencajado.

¿Qué ha pasado? – le dijo Dúo preocupado.

¡Ha caído un rayo en uno de los árboles viejos del poblado y ha agarrado llama medio pueblo! – le informó – intentamos llamar a los bomberos, pero no hay teléfono, se cayeron las líneas y no hay luz para la radio.

Junta a todos los hombres que puedas, debemos evitar que el fuego se expanda al resto de las casas y di que inicien el generador, mientras antes inicie sus funciones mejor, no podemos esperar para llamar a los bomberos.

Dúo, el radio de la pista de aterrizaje tiene su generador propio ¿verdad? – le dijo Heero preocupado, estaba viendo que Dúo se iba a ir a ayudar al pueblo.

Es cierto.

Llamen desde allí a los bomberos, no pueden esperar a que el generador principal esté activo.

Buena idea, Heero, vamos.

Vaya día de bodas, ni el pastel lo cortamos – le dijo Heero a Koji que sollozaba todavía contra su hombro – espero que a Dúo no le pase nada.

Dúo, como terrateniente y jefe de toda esa gente se sentía obligado con ellos, eran quienes sustentaban su riqueza y por lo mismo debía protegerlos contra la gente de malos sentimientos y los embates de la naturaleza, así lo había educado su abuelo y así educaría a Koji, él jamás sería como los hijos de sus vecinos a los que nada más les importaba pasarlo bien y los demás... En fin, no sacaba nada con pensar en ellos, lo mejor que podía hacer era asegurarse que las cuadrillas hicieran un cerco alrededor de las casa que se quemaban para evitar que el fuego se propagara hacia las demás mientras llegaban los bomberos.

Patrón ¿qué hacemos con las mujeres y los niños? – le dijo un trabajador.

Envíalos a la casa grande, estoy seguro que Heero ya se hizo cargo del acomodo de los damnificados.

Su esposo es como un cielo – le dijeron algunas mujeres y las demás asintieron.

Si lo sabré yo – sonrió Dúo y las vio alejarse – Heero es más de lo que aparenta.

Y siguieron trabajando a marchas forzadas tratando de cortar el fuego.

Las llamas se extendían hacia el cielo en un violento crujir de maderos quemados, quebrazón de vidrios y crujir de latas retorcidas por efecto del calor. Pero lo peor no era eso, sino que la ligera brisa que arrastraba cenizas y humo amenazaba con convertirse en ventolera ahogando a los improvisados bomberos que estaban trabajando del lado hacia el que este soplaba.

Para cuando llegaron los bomberos habían conseguido controlar un poco el avance de las llamas, sin embargo el viento les comenzó a jugar una mala pasada y comenzó a soplar con gran fuerza avivando las llamas quedando varios hombres atrapados por el fuego por lo que los bomberos debieron iniciar las labores de rescate.

Heero miraba realmente preocupado hacia el poblado, ahora las llamas se veían perfectamente hacia ese lado, pero al volverse vio una gran columna de humo que brotaba del sector donde estaban los criaderos de pollos, así que se dirigió hacia el interior de la casa buscando a quienes pudieran ayudarlo a desalojar a las pobres aves del corra mientras encargaba a Koji.

Pero, joven Heero, todos los hombres están en el poblado ayudando con el incendio – le dijo Nany.

Pero debemos hacer algo, esos pobres animales no merecen morir así – le dijo cruzándose de brazos – necesito ayuda o iré solo a rescatarlos.

Mi esposo es el encargado de cuidar la alimentación de esas aves – le dijo una de las mujeres – si ellas mueren se quedará sin trabajo, yo voy a ayudarlo, patrón.

Nosotras también – dijeron otras, así que Heero dejó a Koji con Nany y salieron rumbo al corral con varias mangueras y palas para tratar de cortar el fuego que de seguir avanzando iría derechito a la casa grande.

Heero se encargó de mojar los gallineros controlando la manguera mayor mientras las mujeres trasladaban a las escandalosas aves hacia los corrales vacíos de los vacunos revisando que no se quedara ningún pollo chico dentro de los gallineros.

Controlar el fuego allí fue relativamente fácil, se notaba que este había comenzado apenas, pero Heero comenzaba a preocuparse porque la columna de humo del poblado parecía crecer y crecer pese a la presencia de los bomberos, y el hecho que se sintiera el ulular de la sirena de una ambulancia le hacía poner los pelos de punta, tenía miedo que hubiera heridos y peor, que uno de ellos fuera su Dúo.

Patrón, las aves están a salvo – le dijo una de las mujeres.

Estoy preocupado por el poblado – dijo Heero – regresemos a la casa grande, allí tendrán noticias, de seguro.

Corrieron de regreso y Heero se acercó al radio que al fin, luego de más de dos horas de intensa lucha, funcionaba con el generador de la casa que aún estaba a mínima potencia.

Necesitamos más ayuda, cambio – se escuchó la voz de Dúo.

¿Qué ha pasado, cambio? – le dijo Heero.

El viento ha comenzado a soplar con más fuerza y tenemos a varis trabajadores atrapados por el humo y el fuego, cambio.

Solicitaré que manden otra compañía, cambio.

Y ruega porque el viento se pase y comience a llover, cambio.

Ten cuidado, Dúo, no quiero quedarme viudo antes de mi noche de bodas, cambio.

Recibirás a tu esposo tostado, nada más, cambio – lo escuchó reírse.

Eso espero, no te voy a recibir de otra forma ¿entendido, cambio

OK, cambio y fuera – se rió con ganas y cortó.

Heero de inmediato cambió la señal y solicitó más ayuda de los bomberos antes de sintonizar una radio que diera el estado del clima.

Por los bomberos se ha sabido que el poblado del rancho de los Maxwell se está incendiando, mala señal para los recién casados...

Me importan poco tus augurios – dijo Heero cambiando el dial.

El clima de esta noche será fatal, después de desatada la violenta tormenta eléctrica, que creemos es la causa de los dos grande focos de incendio tanto en el rancho Maxwell como en el de Traize Khusrenada, se ha desatado una ventolera que puede alcanzar hasta 80 nudos por hora en dirección variable de sureste a noroeste, subiendo en intensidad paulatinamente...

¡Dúo! – dijo espantado, esa era la dirección de la casa grande desde donde estaba el poblado, con los viñedos de por medio – Dúo, ¿me escuchas? Cambio.

Te escucho – le dijo este – aún no conseguimos controlar el fuego, cambio.

El viento va a comenzar a soplar con más ganas dentro de poco, cambio.

¡Demonios! – gritó furioso – así nunca vamos a poder detenerlo, cambio.

Y hay otro incendio por causa de la tormenta, creo que en el rancho de un tal Traize, cambio.

Ya veo, eso significa que posiblemente no nos envíen más ayuda, cambio.

Y el viento va a cambiar de dirección muy pronto, cambio.

¿Hacia dónde? Cambio.

Hacia los viñedos y la casa, será de 80 nudos por hora.

¿No sabes si va a llover pronto? Eso sería una gran ayuda, cambio.

No dijeron nada, cambio.

¡Patrón, el viento está llevando humo y brasas encendidas hacia los cuarteles de invierno!

Demonios, no puede pasar algo peor, yo no puedo ir allí – gimió Dúo.

No te aproblemes, me haré cargo, cambio y fuera – cortó la comunicación con su esposo y llamó hacia los trabajadores de los cuarteles de invierno – cómo está todo por allá, cambio.

Hay mucho humo, patrón, y los animales están nerviosos porque tuvimos un amago de incendio, pero ya lo pusimos bajo control, cambio.

Voy para allá, que la cuadrilla se apreste evitar que aparezcan focos de incendio, cambio y fuera – cortó la comunicación y miró a las mujeres – debo irme, no se preocupen, conseguiremos salvar el rancho a como dé lugar – les prometió.

Koji miró a su papá y se sentó en el suelo, algo le decía que esta iba ser una noche muy larga y nada de entretenida como aquella en a que lo llenaron de regalos.

Dúo se pasó la manos por la cara tiznada de cenizas, por poco y se asfixia hace un rato, pero lo salvó el cambio de dirección del viento, claro que ahora el problema había crecido dado que los viñedos eran mejor alimento para las llamas y si este era alcanzado, de seguro se propagaría a gran velocidad y se iría directamente hasta la casa sin que nadie pudiera hacer nada al respecto. Se volvió y miró el poblado, estaba prácticamente en ruinas, iba a ser una tarea titánica reconstruirlo en medio del invierno, pero no podía dejar a todos sus trabajadores sin hogar, habría que hacer algo al respecto, pero de momento había que salvar sus fuentes laborales, ya que, por mucho que hubiera grandes seguros comprometidos, aquel era un desastre natural y sólo le darían una parte de las pérdidas para reconstruirlo todo.

Patrón, viene otro carro de bomberos – le dijo uno de los trabajadores y Dúo se preguntó si se vería tan negro como él.

Siguieron trabajando por espacio de dos horas y consiguieron hacer que el fuego se detuviera a pocos metros de los viñedos, con lo que se dieron un respiro en toda su labor, al menos ya sería más fácil tratar de apagar las fumarolas que iban quedando encendidas.

Pero el clima no quería que las cosas se quedaran así y el viento volvió a soplar con gran intensidad levantando de nuevo las llamas, pero desviando su camino hacia los árboles y pastizales en el sector de la pista de aterrizaje.

Hay que ponerle atajo – dijo el jefe de los bomberos.

Y todos se vieron obligados a ponerse en movimiento de nueva cuenta, algunos estaba exhaustos, pero no podían rendirse, yendo hacia ese sector sería más fácil de sofocarlo por completo, si es que el viento no decidía volver a cambiar de dirección, ya que si agarraba los árboles frutales era casi lo mismo que con los viñedos, la casa grande estaría condenada a correr la misma suerte que las casas de los trabajadores.

Heero estaba con la cuadrilla en los cuarteles de invierno apagando los pequeños focos de incendio cuando el viento cambió de dirección y el humo se apartó de los animales, pero estos seguían muy nerviosos, lo que para los vaqueros significaba que algo más iba a pasar esa noche.

El japonés estaba agotado, como si hubiese luchado por controlar a seis Kojis al mismo tiempo, pero no quería dar ninguna muestra de cansancio, era su deber mantenerse firme para ayudar a Dúo en lo que fuera necesario.

Parece que está todo controlado – dijo el capataz de la cuadrilla.

Si, pero los animales siguen nerviosos – dijo otro empleado – eso no es bueno.

Los problemas nunca vienen solos, siempre vienen de a tres – dijo otro y Heero se comenzó a preocupar, faltaba que pasara otra cosa mala antes que todo se solucionara, según podía apreciar.

Y pasó, comenzó a temblar y los animales comenzaron a moverse de un lado para el otro aterrorizados a medida que este cobraba intensidad, si eso era lo que faltaba, que temblara, para que los restos de las casas incendiadas se vinieran abajo. Y pese a estar acostumbrado a sentirlos a diario en su país, Heero sentía que la histeria trataba de apoderarse de él.

Patrón, se ha puesto muy pálido – le dijo el capataz – ¿está bien?

Si – dijo respirando profundo – sólo que nunca me han gustado los temblores.

El joven Dúo tampoco los aguanta – le dijo y eso lo tranquilizó un poco – debe ser porque la noche en que sus padres murieron tembló.

Eso Dúo no me lo había contado.

Es que era muy niño para que se acordara.

Entiendo, sólo espero que esté bien.

Dúo ya no daba más, sentía que en cualquier momento se iba a desplomar, pero no quería que Heero lo viera así, diablos, debía ser fuerte por él, quería que estuviera orgulloso de su persona, que sintiera que había ganado mucho al casarse con él, al elegirlo como su pareja para el resto de su vida.

Pero el temblor estaba acabando con las pocas fuerzas que le iban quedando, ¿por qué justo ese día tenían que llegar todos los desastres? Si debió ser el día más feliz de su vida, se había casado con la persona que más amaba en el mundo, se había conseguido una familia suya de verdad y ni siquiera podía disfrutar de su cariño, y así como iban las cosas, iba a terminar igual que todas las noches que Heero le había regalado desde Navidad, sin hacerle ni cosquillas.

¡Qué mala suerte tengo! – exclamó pateando el suelo casi en el mismo momento en que dejó de temblar – voy a tener una noche de bodas "genial".

No se enfade tanto, patrón – le dijo otro de los capataces – al menos el rancho parece estar a salvo.

Sí, lo sé, pero esta noche voy a estar tan cansado que ni cosquillas le voy a hacer a Heero, ni ánimos de intentarlo siquiera.

Pero de seguro él también termina cansado – trató de consolarlo.

Cierto, el ha estado trabajando también en esto – asintió.

Mire, patrón, llegó otra compañía de bomberos – le dijo un trabajador señalando las luces rojas que pestañeaban a la distancia.

Volvamos al trabajo.

Lentamente el fuego comenzó a extinguirse y el resto del poblado, los viñedos, los frutales y la casa grande dejaron de correr peligro, el fuego ya sólo era pequeños montones humeantes que de a poco comenzaban a desaparecer.

En eso, se volvió a escuchar un gran estruendo no muy lejos y una potente luz ilumino el cielo negro, luego, un fuerte aguacero se dejó caer sobre sus cabezas dejándolos empapados a todos en pocos minutos.

La naturaleza quiere terminar nuestro trabajo – dijo el jefe de los bomberos cansado – me hubiese gustado que comenzara antes, no cuando el trabajo está casi todo hecho.

La naturaleza es caprichosa – dijo Dúo – pero ahora podemos descansar.

Sí, pero sin descuidarse – aceptó – muchachos, regresemos a casa, ya no hay nada mas que hacer, el resto se lo dejamos a la lluvia.

Muy bien, recojan todo y vayan a la casa grande, deben estarnos esperando – pero algo lo hizo detenerse – Joey, llama a los cuarteles de invierno y diles que bajen de inmediato, si sigue lloviendo así el camino de regreso se va a hacer intransitable y no podrán bajar, tendrán que irse por el camino largo.

Claro que sí, patrón.

Heero miró a los trabajadores que estaban a cubierto de la lluvia bajo el techo que protegía a los animales antes de escuchar que Dúo pedía que bajaran de regreso porque el camino pronto sería intransitable y deberían cruzar por el puente del otro lado de la propiedad, lo que les significaría que al final llegarían a la casa grande después de la media noche.

Tengo muy mala suerte – dijo Heero entre dientes – vaya una noche de bodas, si lo que me falta es que Dúo tenga una crisis esta noche por haberse mojado.

No se enoje, de seguro usted está cansado...

¿Cansado? – dijo enojado – soy un soldado que quiere guerra y a como se me están dando las cosas, de seguro Dúo debe estar molido y se dormirá de piedra ¡OTRA VEZ!

Perdone patrón, pero debemos apurarnos, el caudal del estero va a crecer muy pronto – lo interrumpió divertido.

Si Dúo se duerme esta noche, le va a ir muy mal – insistió.

No se enoje, patrón, él debe haber trabajado mucho en el poblado para apagar el incendio – trató de calmarlo.

Mm – dijo cruzándose de brazos mientras cruzaban en el jeep el estero.

Llegaron a la casa y por poco consiguieron estar todos adentro para cuando comenzó a granizar.

Esto ya es el colmo, no me gusta el clima de aquí – dijo Heero acercándose a Koji que estaba más dormido que despierto – ¿y tu papá?

El joven Dúo se fue a dar un baño, estaba negro de hollín y mojado por la lluvia.

Iré con él – dijo levantando a Koji que se acomodó en su hombro y se durmió – luego de acostar a este bribón.

Perdone, joven, pero... – empezó Nany pero Heero se apresuró, cuanto antes llegar a la habitación de su hijo, antes lo habría acostado y le podría hacer compañía a Dúo en la ducha.

Dúo se echó champú en el cabello intentando quitar el hollín y el olor de humo del mismo, pero sus brazos estaban cansados y le pesaban. En eso se dio cuenta con un sobresalto que no estaba solo, sin embargo, se tranquilizó de inmediato al ver a Heero en el reflejo del espejo ayudándolo a limpiarse.

Estás asqueroso – le dijo Heero divertido acariciando su pecho – ¿quieres qué te dé un masaje para relajarte?

Me lo das y me quedo dormido – dijo apoyándose en él.

Pobre de ti que te quedes dormido esta noche, Dúo – le dijo al oído.

Me duelen los brazos de tanto tirar pala y de mover las mangueras para alcanzar las casas – le dijo viendo que Heero estaba tratando, más bien logrando que su cuerpo respondiera pese al cansancio de sus músculos – el viento luego desvió el fuego y se fue hacia los viñedos, volvió a cambiar y se fue hacia los pastizales rumbo a la pista de aterrizaje, lo volvió a hacer rumbo hacia los frutales frente a la casa, no queríamos que llegara hasta ellos...

Silencio – le dijo Heero apoderándose de su boca mientras sus manos acariciaban sus contornos buscando algo.

Heero – dijo cuando al fin pudo respirar – medio pueblo quedó en el suelo, además, la lluvia va a cuasar más daños si sigue así, los granizos van a romper lo poco que queda de...

Pero otro beso apasionado lo silenció, Heero no quería escuchar excusas, esta era su noche y la iba a disfrutar en grande, aunque el mudo fuera de su habitación se cayera a pedazos. Terminó de bañar a Dúo y lo sacó de la ducha secándolo con una gran y esponjosa toalla aprovechando de darle un suave y excitante masaje por toda su piel. Luego lo hizo sentarse en la cama para secarle el cabello y lo hizo apoyarse en su pecho.

Dúo suspiró, lo sentía por Heero, pero ya no podía más, estaba muerto, así que apoyó todo su peso contra Heero y se durmió profundamente.

¿Dúo? – dijo Heero al sentir que sus manos resbalaban de su cintura – no te habrás dormido ¿verdad? – le dijo terminando de secarle el cabello – hay algunas cosas que debo decirte acerca de mí y de Koji... – pero un suave ronquido lo interrumpió, se había quedado dormido de nuevo – que desgracia la mía, cuando más quiero es cuando más profundamente te duermes – lo recostó sobre la cama – pero por esto te haré sufrir, Dúo Maxwell, no me volverás a dejar con las ganas – lo cubrió y se acostó a su lado, ya vería que fuera Dúo el que se tuviera que dormir deseando su cuerpo.

Continuará...

Ji, ji, soy mala, muy mala.

Dúo quiere pero no puede, Heero puede y no quieres y cuando las cosas se dan, no se puede. En fin, ya se darán las cosas.

Cierto, Dúo es un despistado total, las insinuaciones le resbalan, pero es así como nos gusta ¿verdad? En cuanto a Heero, se lo quiso decir pero este no lo quiso escuchar así que optó por callar, pero creo que Dúo se va a enterar.

Lamento haberme demorado con el capítulo, le he cambiado tantas veces el nombre que ya ni me acuerdo como se llama. Y la boda, bueno iba a ser el primer día de primavera, pero como Koji nació a mediados de octubre, no podía atrasar más la boda ¿o sí? Dúo se me habría desesperado.

Bueno, es todo por hoy, espero que les haya gustado y me dejen comentarios.

Shio Chang.