Mi hijo, mi secreto

Gracias por todos los comentarios que me han dejado, creo que si los respondiera uno por uno me llenaría de páginas de ellos y nada de historia, simplemente voy a tratar de responderlos con el texto ¿de acuerdo?
Se los dedico a quienes lo siguen. lamento demorarme tanto en actualizar ya que no tengo Internet en casa, intentaré no hacer sufrir mucho a Dúo por haberse dormido en su noche de bodas, pero no prometo nada, ya veremos si le resultan las cosas -

COLOR DE PRIMAVERA.

El invierno había sido bastante cruel con los trabajadores del rancho y el pequeño poblado Maxwell, pero poco a poco comenzaba a renacer, era casi como si por milagro resurgiera de las cenizas, tal como el ave fénix, incluso estaba quedando mucho más bonito y pintoresco. Heero, haciendo uso de sus lógicos raciocinios, había conseguido que les pagaran el seguro completo y con el mismo había contratado un arquitecto que planificó mucho mejor el poblado incluyendo en éste una pequeña capilla y lo que sería la nueva escuela, claro que había tenido que comenzar a buscar personal adecuado para ella.
Dúo, con todo, casi ni se había percatado de las diferencias que comenzaban a aparecer hasta que notó que su pequeño pueblito parecía una pequeña ciudad, incluso Heero había puesto iluminación en las calles, mejorado las instalaciones sanitarias y pavimentado las calles principales.
- Oye, Dúo - le dijo Heero sentándose sobre el escritorio sobre el que Dúo revisaba los papeles de las solicitudes de vacunas para los animales - te noto un poco tenso ¿estás molesto?
- Es que el pueblito ya no parece el mismo.
- Bueno, intento mejorarlo - le dijo - supongo que ni has mirado la maqueta de cómo quedará el pueblo al final ¿verdad? - le señaló pero Dúo no se volteó - aquí están las casitas de los trabajadores, la escuela, la iglesia, incluso hasta un parque - suspiró - mi sueño habría sido crearlo yo, pero como no se pudo.
- Heero ¿te arrepientes de estar conmigo? - lo interrumpió.
- Por supuesto que no - le dijo y el trenzado soltó el aire contenido - los sueños deben cambiar cuando asumes la responsabilidad de ser padre ¿no crees?
- Algo que quisiste hacer - aceptó - a veces pienso en cuan idiota fui esa noche en que nos conocimos, si me hubiese quedado contigo.
- Eso ya no tiene arreglo - lo interrumpió - no puedes quedarte en el pasado, debes mirar hacia delante, además, yo tengo un bonito recuerdo de aquella noche, pese a la tonta nota que me dejaste ¿sabes?
- Me alegro que guardes algo así - le dijo Dúo sonriendo al fin intentando abrazarlo - yo no he podido olvidar aquella noche, fue tan especial.
- Y fuiste especialmente idiota - trató de escaparse.
- Si, pero ya me perdonaste ¿verdad?
- Supongo que sí - admitió encogiéndose de hombros.
- Siempre pensé en mejorar la calidad de vida de los trabajadores de la hacienda, pero no lo pude realizar - le dijo poniéndose de pie - porque el abuelo solía decir que íbamos a tener que hacer lo mismo con todos nuestros trabajadores, sin embargo, creo que son ellos los que menos privilegios tienen y los que más trabajan dado que no tienen un horario fijo de trabajo, los demás trabajan de 9 a 5, los días sábados, domingos y festivos son suyos, en cambio en el campo se trabaja de sol a sol y todos los días del año.
- Por lo mismo lo hice - lo interrumpió - pero quiero que me ayudes a seleccionar a la mejor persona para que se haga cargo de la dirección de la escuela Maxwell.
- Bueno, de momento no puedo, tengo que cerciorarme que todos los animales serán vacunados antes de entrar en la primavera, es la época del año en que más cunden las enfermedades dado que comienzan a aparecerse los mosquitos, y no sólo ellos, sino también los niños a los que les gusta jugar en el lodo.
- Supongo que es cierto - suspiró - pero el veterinario vendrá pronto.
- Si, dijo que vendría mañana con sus ayudantes a vacunar a los animales, pero ello les suele tomar a lo menos una semana, dependiendo de cuantos animales se hayan agregado al rebaño o si hay vacas preñadas, que deberán ser trasladadas de lugar para que puedan dar a luz más tranquilas y con mejores pastos.
- Eso significa que estarás ocupado por un buen tiempo.
- Te prometo llegar temprano - le dijo mirándolo con ojos de cachorro.
- Mm, y te dormirás de todas maneras como nuestra noche de bodas ¿verdad?
- Eso no me lo he perdonado ni yo, Heero - le dijo apenado - pero es que trabajé tanto y estaba cansado, no era mi intención, simplemente me relajé y me quedé dormido, lo siento, no lo pude evitar.
- Yo también trabajé esa noche y no por ello me quedé dormido.
- Pero yo he querido compensarte desde entonces y no dejas que te toque - le replicó molesto.
- Es mi venganza, no creo que si hubiese ocurrido a la inversa te hubieses quedado tan tranquilo ¿verdad?
- Yo te habría agarrado a besos a la mañana siguiente y no te habría dejado salir de la cama hasta dos días más tarde - le dijo acercándose a él consiguiendo atraparlo entre sus brazos - te habría amarrado a mi cintura y te habría tomado una y otra vez hasta que me pidieras clemencia y yo no pudiera más, te besaría por cada rincón de tu piel, tocaría aquellos lugares secretos tuyos que nadie conoce, te llevaría y traería de regreso del paraíso en un rayo de luz.
- ¡Papá! - entró gritando Koji embarrado hasta el sombrero vaquero que una de sus tías le regalara de Navidad - baño - dijo tendiéndole las manos a Heero y este hizo un gesto - Koji chan cochino.
- ¿En donde te estuviste revolcando, pequeño mío? - le dijo Heero asombrado.
- Con los cerditos, seguramente - dijo Dúo tratando de tranquilizarse ¿por qué el niño los tuvo que interrumpir así? Ni un beso le había dado a Heero siquiera.
- Vamos, te daré un buen baño - le dijo caminando delante de él sonriendo a medias, no era la primera vez que Dúo intentaba hacer algo y Koji lo interrumpía, ni que le hubiese enseñado a ser inoportuno. Miró a Dúo y vio el enfado en sus ojos, si, estaba frustrado por no tenerlo.
- Heero, esta noche lo haremos a como dé lugar - le dijo volviendo a sentarse con los papeles en la mano.
- Ya veremos - sonrió y se llevó a Koji al baño - ya veremos si te dejo.

Heero estaba cansado, los negocios de su esposo no eran cosa fácil de manejar y menos cuando no se tiene experiencia en el asunto, aunque trataba de suplir todo aquello con entereza y completa dedicación, pero a ratos su cerebro parecía querer reventarle, en especial cuando Koji se ponía inquieto de más y el único que lograba calmarlo era Dúo cuando regresaba de las labores del campo.
- Creo que necesito unas buenas vacaciones - se quejó masajeándose las sienes - si sigo así voy a tener un colapso mental.
- Podríamos ir de luna de miel - le dijo Dúo sentándose en el sillón junto a él con Koji en brazos - así descansaríamos los dos.
- Los tres - lo corrigió señalando al niño - este pequeño se porta pésimo últimamente, creo que ha asumido muy bien eso de ser el hijo del patrón, pondría todo patas arriba y no podríamos descansar ni un día.
- Seremos los tres, entonces - alcanzó el teléfono - ¿a dónde te gustaría ir?
- Bueno, hace tiempo que no veo a mi madre, podríamos ir a Japón unos días a visitarla, también visitar a Mamá Itashi, si estás de acuerdo.
- A donde tú quieras yo iré - le dijo marcando un número - iremos en mi avión privado, pero haré las reservaciones en un hotel ¿te parece?
- Entonces, vamos primero a ver a Mamá Itashi, haz las reservaciones allí.
- Habitación matrimonial ¿verdad? - le dijo sonriendo.
- No tientes a tu suerte, Dúo Maxwell, mejor pide una habitación doble para los tres - le dijo enredando los dedos en la corta trenza de Koji que comenzaba a parecerse a la del americano - no quiero problemas.
- No me vas a perdonar nunca ¿verdad?
- No digas tonterías, simplemente te estoy poniendo a prueba, si tienes un poco de paciencia, quizás un día de estos me deje hacer lo que quieres.
- Rezaré porque ese día llegue pronto - replicó y escuchó la voz del otro lado e hizo las reservaciones - ¿cuándo partimos?
- Nos tomará unos días conseguir las visas, así que supongo que dentro de un par de semanas.
- Dentro de quince días - le dijo a la persona del otro lado, le dio su nombre para las reservaciones y luego colgó - bien, iré a hablar con el piloto para que esté pronto a partir, le diré que sólo vaya a dejarnos y regrese, volveremos en una línea comercial, así no nos preocuparemos del tiempo ¿te parece?
- Está bien, aunque podríamos irnos desde aquí en una línea comercial, así no sacarías el avión de reparaciones.
- Y el piloto no tendría que ir y volver - aceptó - bueno, haré las reservaciones del vuelo en primera clase y llamaré para obtener las visas, aunque creo que será fácil, de todas maneras estoy casado con un ciudadano japonés.
- Será bonito volver a casa a comienzos de la primavera, siempre hay carnavales en esta época del año.
- Y quizás ir a alguna fiesta en la playa - le dijo mirándolo lascivamente.
- Y conocer a un extranjero guapo con el que pasar la noche ¿no?
- ¡Heero! - le reclamó molesto pero este se puso de pie tomando a Koji que se había dormido entre los brazos del trenzado.
- No lo despiertes, cada día se me hace más difícil hacerlo dormir la siesta.
- Eres muy malo conmigo - se quejó en voz baja.
- No es cierto - le dio un beso suave en los labios y se retiró.
- Me retracto, eres terrible - dijo Dúo marcando el número del consulado japonés para pedir las visas y luego marcar el número de la aerolínea Winner para los pasajes en primera clase, siempre viajaba por esa empresa cuando usaba las líneas comerciales, después de todo era parte de su familia.

Era el primer día de primavera y la joven familia salía del aeropuerto internacional de Tokio como cualquier otra después de pasar por la aduana. Koji estaba muy tranquilo, demasiado tranquilo al parecer de Heero, no era algo natural en él permanecer tan calmado, o quizás era que allí no se sentía tan seguro como en la hacienda Maxwell, pero era algo que se daba a su favor.
- Koji está demasiado tranquilo - le dijo Dúo haciendo eco de sus preocupaciones - no es algo normal en él ¿verdad?
- Tal vez tiene sueño por el cambio de horario.
- No lo creo, suele luchar como gato de espaldas contra el sueño, dudo que sea eso, lo más probable es que sea el cambio de clima.
- Pues yo si quiero descansar - dijo estirando los brazos hacia atrás y conteniendo un bostezo a duras penas - ¿iremos a un hotel o nos iremos directamente a la hostería de Mamá Itachi?
- Bueno, descansaremos hoy aquí - tomó de la mano a Koji que le tendió de inmediato la otra a Heero - podemos ir de compras si quieres y mañana nos iremos a Hirotachi, no hay apuro, arreglé todo para que estemos tranquilos al menos dos semanas.
- Me agrada saber que seas siempre tan previsor.
- Me alegro que te guste - sonrió sonrojado levemente - espero que el resto de mis cosas también te gusten.
- Espero que no estés hablando con doble sentido - le dijo comenzando a caminar lentamente - Koji ¿estás bien? - le dijo al ver que no caminaba.
- Koji brazos - le dijo soltándose de ambos tendiéndole las manos a Dúo que lo levantó de inmediato - tuto yo.
- Parece que tenías razón, Heero, lo afectó el cambio de horario.
- Y me parece que a su papá trenzado también - le acarició una mejilla - venga, vayamos al hotel a descansar.
- Sólo si me dejas dormir en tus brazos - le dijo mirando a Koji que ya se había dormido contra su hombro.
- Es lo único que haces - le dijo entre dientes caminando hacia un taxi empujando el carrito con su equipaje - ya quisiera yo que fueras tú quien se quedara despierto por las noches frustrado por no hacer el amor con tu pareja.
- Ey, tranquilo, en una de estas te van a resultar las cosas.
- Sí, cómo no - le dijo sarcástico subiéndose al taxi y dándole la dirección al chofer - como tú digas.
- Creo que el viaje también a ti te afectó - le dijo Dúo acomodándose con el niño contra su pecho - estás de pésimo genio, Amor mío.
- Si, tengo sueño - admitió - espero que el hotel de tu primo no esté lejos.
- No lo está, pero descansa en mi hombro si quieres.
- No, me quedaré dormido y cómo me llevarás al hotel.
- Me encantaría hacerlo y luego... - se sonrojó con el pensamiento.
- Pervertido - le replicó sonrojado volviendo la mirada hacia las calles mirando los carteles en su lengua nativa, era agradable volver a su país, pero igual se sentía extraño, como si hubiese estado lejos muchos años en vez de meses.

Dúo estaba sentado en el balcón de su habitación en el hotel mirando la bahía en silencio, tanto su esposo como su hijo dormían profundamente abrazados en una de las camas, él hubiese querido una habitación matrimonial con una pequeña aledaña para el niño, pero Heero le había echado una "mirada" y había terminado por tomar una doble. Detestaba aquello, con Koji allí no podría hacer siquiera el intento de acercarse a Heero, él se ponía celoso cada vez que acariciaba a su tousa y los separaba echándose sobre él.
- No debería molestarme - se dijo mirando el mar - yo tuve mi oportunidad de tenerlo en exclusiva y la desperdicié, pude haberlo hecho mío en nuestra noche de bodas y me dormí, pero aquello no quita el dolor que siento cada vez que ellos me hacen a un lado.
Heero fingía dormir abrazando a Koji, no era que no quisiera a Dúo, lo amaba, pero no podía perdonarlo así como así, sin embargo, verlo sufrir era demasiado para él, dejó a Koji acomodado sobre la almohada y se acercó al trenzado abrazándolo por detrás y tuvo que contener la risa cuando este dio un salto.
- ¡No vuelvas a hacer eso! - le reclamó volviéndose hacia él - casi me provocas un infarto.
- ¿No te gusta que te abrace? - le dijo preocupado.
- No me refiero a eso - se volvió a mirar el mar otra vez - no me gusta que me tomes por sorpresa, es todo.
- No quise asustarte - lo volvió a abrazar - sólo que me pareció que estabas triste.
- Heero, yo no quisiera presionarte, pero yo deseo que consumemos nuestro matrimonio - le dijo acariciando sus manos - te amo tanto Heero, no sabes como me duele cuando ustedes me hacen a un lado.
- Nosotros no te hacemos a un lado - lo corrigió apoyando el mentón en su hombro - eres tú quien te aparta de nosotros.
- Es que me siento ajeno a ustedes cuando se abrazan, yo sé que ustedes son padre e hijo y yo nada tengo que ver en todo eso.
- Dúo, debes escucharme, desde un principio que trato de decirte.
- ¡Tousa! - le reclamó Koji interrumpiendo airado - suéltalo.
- No deberías ser tan celoso - le dijo Dúo apartándose y tomándolo en sus brazos - dime ¿te sientes con ganas de ir a comer?
- ¡Comida! - dijo él feliz y se regresaron a la habitación.
- Si, este niño fue entrenado para ser inoportuno - dijo Heero entre dientes.

Koji estuvo totalmente insoportable toda la noche, Heero nunca lo había visto comportarse así cuando estaban juntos y se preguntaba el motivo de semejante actitud, después de todo no era extraño para él verlo abrazando a Dúo o que este se despidiera con un beso de él, pero que lo hubiese obligado a dormir con él era el acabose, tendría que ponerle un hasta aquí.
- Koji no es así - le dijo Dúo - ¿no nos lo habrán cambiado en el aeropuerto? Está más celoso que de costumbre.
- Temo que alguien le haya dicho algo - dijo Heero acostado solo en la otra cama - no muchos cuidan su lengua delante de un niño, creen que porque son pequeños no entienden, pero ellos captan más de lo que se cree.
- Siendo hijo tuyo, no podía ser de otra forma.
- Dúo.
- ¿Qué? - se volvió hacia él.
- No digas tonterías ¿quieres? Koji se parece demasiado a ti como para que me crea aquello.
- Pero yo no tengo nada que ver con eso, viene en la sangre ¿sabes? Me parece que es algo genético entre ustedes, tal vez está celoso porque me quiere en exclusiva para él y no puede.
- Tal vez sea cierto, pero eso no quita que esté insoportable, le preguntaré a mamá si conoce una manera da saber qué le pasa.
- Las madres siempre saben lo que les pasa a sus hijos, creo que es el vínculo que se crea entre ellos durante el embarazo.
- Aquello depende mucho del tipo de embarazo - le dijo volviéndose hacia la pared - en un embarazo tranquilo tal vez puedas forjar aquellos lazos, en un embarazo deseado plenamente, pero en el caso de Koji fue muy distinto.
- No quiero saber de esa tonta que no los quiso - lo interrumpió Dúo - de solo pensar que ella te pudo haber tenido para siempre me da coraje, si supiera quién es la mataría, la despedazaría por idiota, por tratar de robarme tu corazón.
- Dúo, no es lo que piensas.
- No quiero saber - insistió - es mejor que te duermas, mañana saldremos lo más temprano posible - lo cortó.
"Mi pobre Dúo no me ha dejado explicarle nada" dijo Heero mirándolo por encima de su hombro "creo que no puede concebir la idea que yo sea capaz de tener un hijo suyo, no ha prestado ninguna atención a las pistas que le he dado, menos a las insinuaciones, creo que voy a tener que ser más directo con él"
Dúo cerró los ojos con fuerza, no quería que Heero supiera que sufría, pero las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, Heero la seguía teniendo presente, tal vez no en su corazón, pero si en su mente, aquello era como un puñal clavado en medio de su pecho ¿Por qué ella regresaba a tratar de robarle su poquito de felicidad sin siquiera hacerse presente? Y la odió con más fuerzas mientras contenía los sollozos apretando los puños.

El viaje en tren fue bastante tranquilo, pero Koji no se quería sentar en el asiento del tren, pese a la mala cara que le había puesto Heero, de nada había servido que Dúo tratara de calmarlo, lo único que habían conseguido era que le diera una pataleta y Dúo perdiera la paciencia amenazándolo con regresar a casa sin él. Aquello si había dado resultado, él no quería perder a su papá trenzado, así que se sentó tranquilo mirando por las ventanas el paisaje tan distinto al del rancho.
- Parece que eso lo calmó por el momento - le dijo Dúo sentado frente a Heero.
- No quisiera tener que hacerlo reaccionar de aquella manera siempre, al final me voy a convertir en el malo ante sus ojos.
- Si, pero fui yo el que le dije aquello - le recordó Dúo mirando al niño - tal vez le hiciera bien estar con otros niños para que cambie de actitud ¿no crees?
- Pues yo creo que se creyó el cuento de ser el hijo del patrón, como lo llaman.
- Necesita más mano dura, como solía decir mi abuelo, no digo que le pegues o lo castigues, pero debe haber una manera de hacerlo ver que está mal ¿no crees?
- Es posible, pero es difícil ponerle disciplina cuando Nany y Peter se dedican a darle todo lo que desea cuando se le antoja.
- Vamos a tener que hablar con ellos, no quiero que sea como los hijos de los otros terratenientes, no se lo voy a permitir.
- Papá, mira - le señaló un lago a la distancia.
- Si, es muy bonito - le sonrió Dúo - este es el país de tu tousa, tú naciste aquí.
- ¿Agua? - lo miró intrigado.
- No - le dijo Heero - cerca del mar en un pueblito muy bonito y pintoresco.
- Muy lejos de tu propio pueblo natal - le dijo Dúo pensativo.
- Mi padre me quería matar cuando se enteró de lo de Koji - se encogió de hombros - así que nos fuimos de casa, yo trabajaba en la hostería de Mamá Itachi cuando Koji nació ¿recuerdas? Fue mientras estuviste hospedado allí.
- Por eso me dijiste que estabas con alguien más ¿verdad?
- Te lo dije sólo para que me soltarás.
- ¿Tousa no quiere papá? - dijo Koji.
- ¿De dónde sacas semejante cosa? - le dijo Heero asombrado - yo lo quiero mucho, eres tú quien no quiere que esté con él - le dijo cruzándose de brazos - ¿quién te dijo que no lo quiero?
- La bruja - dijo inocentemente.
- ¿Quién más pudo haber sido? - dijo Dúo molesto - esa mujer es una arpía.
- ¿Arpía no bruja?
- Dúo - lo regañó Heero - sea lo que sea no debes decir aquello delante de Koji.
- Pero es que ella lo ha hecho con toda la intención de separarnos, la detesto ¿cómo pudo decirle al niño semejante cosa? Es lo menos que puedo decir de ella.
- Yo también estoy molesto con ella, pero cuando regrese va a saber quién es Heero Yuy, ya estoy harto que esté haciendo cosas para separarnos.
- Ella fea y mala - dijo Koji enojado imitando el gesto de su padre.
- Si - dijo Dúo - fea y mala, muy mala.
- De acuerdo, pero no hablemos más de ella, me tiene hasta el moño con sus maldades, y tú, Koji, nunca pienses que no quiero a tu papá, lo quiero mucho, solo que los adultos somos complicados.
- Dale un beso - le ordenó muy serio.
- ¿Qué? - le dijo sonrojado pero Dúo ya había tomado la iniciativa y lo había besado en los labios con gran pasión - ¡oye! - le reclamó.
- ¿Ves que si me quiere? - le sonrió Dúo complacido - ella está equivocada.
- Dúo Malo - le dijo Heero recostándose en el asiento cerrando los ojos, pero, pese a todas sus quejas, le gustaba mucho que fuera así.
- Tu tousa se ha puesto de malas porque tuvo que dormir solito anoche - le dijo Dúo divertido al ver como Koji lo miraba - esta noche dormiremos los tres juntos ¿te parece? Así no se sentirá solito y no pasará frío.
- No frío - le dijo Koji.
- Porque estaba yo anoche, pero él estaba solito - extendió la mano hacia Heero obligándolo a soltar sus brazos y enlazar sus manos con las suyas - estás bien ¿verdad? No quisiera que estés enojado conmigo por lo del beso, sé que querías dármelo tú y que me adelanté, pero es que no podía esperar.
- Dúo, cállate ¿si? El viaje va a ser largo y quiero dormir.
- Tousa malo - cuchicheó Koji a su oído.
- No, sólo tiene sueño, mejor lo dejamos dormir.
"Koji es más perceptivo que tú, Dúo" le dijo Heero en silencio, pero de todas maneras se durmió, no le gustaban los viajes largos por lo mismo.

Mamá Itachi había estado feliz de recibirlos e incluso había preparado las mejores habitaciones para ellos, pero ella había hecho un pequeño cambio, tenían una habitación matrimonial y otra aledaña más pequeña para Koji, cosa que molesto bastante al japonés que le lanzó una mirada asesina al trenzado que lo miraba asombrado mientras seguían al botones.
- No me culpes a mí - le dijo - tú estabas presente cuando hice las reservaciones.
- Pues que extraño que ellas hayan sido cambiadas ¿verdad?
- Yo no cambié las reservaciones, te lo juro - insistió.
- Pues, entonces ¿por qué estas habitaciones? - le dijo cruzándose de brazos.
- Espero que no les moleste compartir la habitación - le dijo la mujer - pensé que estarían más a gusto de luna de miel sin el niño en medio por las noches.
- ¿Ves que yo no tenía nada que ver con el cambio de habitación? - le dijo Dúo molesto - trabajé como esclavo las últimas semanas para tener tiempo de venir con ustedes y vienes y te enojas conmigo por una tontería.
- ¿Papá? - lo tironeó Koji al verlo tan enfadado.
- Estoy bien, Koji chan, sólo estoy cansado - le dijo para calmarlo y calmarse.
- Tousa malo, tiene sueño - dijo Koji muy seguro.
- Es posible - le dijo Heero sin comprometerse - pero dejaremos dormir a tu papá un rato antes de imitarlo, para que descanse bien, mientras nosotros iremos a comprar unas cuantas cosillas y hacer un par de llamadas ¿de acuerdo?
- Ok - sonrió el pequeño mirando a Dúo que se había sentado en la cama - papá descansa ¿verdad?
- Por supuesto que si - le dijo el americano - vigila bien a tu Tousa, no se nos vaya a perder por allí.
- Vamos, Dúo está sentido - lo tomó de la mano y salieron.

Ciertamente los días fueron más tranquilos dado que allí nadie consentía a Koji y este parecía estar más tranquilo pese a que había tosido un poco los primeros dos días, pero se había aclimatado bastante bien, así que Heero decidió esperar un poco antes de regresar a su pueblo natal. Claro que aquello le había traído problemas con Dúo que se había empeñado, pese a sus advertencias, en hacer el amor con él y cuando Heero se negaba, se daba media vuelta y se dormía amurrado, cosa que tampoco le gustaba porque quería que insistiera un poco más y le daría en el gusto, además que la frustración lo había puesto de muy mal genio y se despertaba insoportable.
- Dúo - le dijo para llamarle la atención mientras viajaban en el tren nuevamente, ahora hacia su pueblo natal - ¿te recuerdas de lo que te ofrecí para Navidad y cuál era mi condición?
- Los preservativos - dijo en voz baja.
- Sé que no me he portado muy bien contigo, pero si te consigues una caja, podría entrar a ser razonable al respecto ¿sabes?
- Veré que hago - le dijo mirando a Koji que ahora miraba la montaña Hiroshima a través de las ventanas - será magnífico volver a estar contigo.
- Visitar a mi madre no sé si sea buena idea, ella estuvo de acuerdo con eso de pedirte ayuda, pero no estaba nada de contenta cuando le dije que me casaría contigo, dijo que podía ser como volver a buscar el amparo de mi padre.
- No puedo ser tan terrible ¿verdad? No soy mal esposo.
- No, no te pareces ni remotamente a mi padre - asintió - creo que mi madre es muy sobre protectora con nosotros.
- Bueno, ya que tu padre es ¿cómo decirlo? Un poco cavernícola para sus cosas, supongo que lo civilizado lo sacaste de tu madre.
- ¿Así que dices que mi padre es un poco cavernícola? - lo miró divertido - yo diría que mucho más que eso, pero algo debe haber tenido para que mi madre lo haya querido alguna vez ¿no te parece?
- Supongo que debe haber cambiado con el tiempo, quizás cuando ella lo conoció era un buen tipo - se encogió de hombros - no puedo opinar mucho sobre tu padre, no hable mucho con él, tal vez media hora, sí bien estaba molesto conmigo por deshonrar a su hijo, pero cuando le dije que era americano y que quería pedirte que te casaras conmigo me dio su bendición junto con el posible lugar a donde te hubieses ido con tu madre.
- Mi padre no es lo que parece, Dúo, es un tipo endurecido, inflexible, no sé cómo me dio permiso para ir a esa fiesta aquella vez, pero supongo que se arrepintió muy luego, pero siempre ha vivido de las apariencias y la tuya denota que tienes dinero, buen vivir y seguramente mucho estatus, por eso no le costó nada aceptarte como futuro yerno.
- Lo que no entiendo es para qué le dijiste lo que había pasado entre nosotros esa noche ¿Acaso esperabas otro tipo de reacción?
- Yo no le dije nada, me descubrió simplemente - miró a Koji - no abras la ventana, puedes caerte del tren - lo jaló - no estuve bien por esos días.
- Y yo tan idiota no te di ni mi nombre - se lamentó abrazándolo y recibió de Koji una fea mirada - ¿qué? Si yo vi primero a tu tousa, tengo más derecho que tú de abrazarlo a mi antojo.
- No seas infantil - le dijo Heero y Dúo le sacó la lengua.
Koji los miró y se lanzó sobre Dúo cayendo los dos al suelo, Dúo no se quejó única y exclusivamente porque Heero los miraba preocupado, pero el golpe había sido bastante fuerte y no podía enderezarse. Pero Heero vio el dolor en sus ojos y tomó a Koji por la cintura y levantó a Dúo del suelo con cuidado.
- Koji malo - lo regañó Heero apoyando a Dúo contra él - ¿estás bien?
- No me pasó nada, no te preocupes tanto - trató de apartarse pero no pudo.
- Parece que este enano sacó las dotes de cavernícola de su abuelo - se volvió hacia Koji - Debes respetar a tu papá, no querrás que se regrese a casa sin nosotros ¿verdad?
- ¡No, papá mío! - le dijo Koji casi llorando.
- Ya sé que es tuyo - le dijo Heero tratando de calmarlo - pero debes aprender a compartirlo conmigo, la familia la formamos los tres, yo lo quiero a él, él me quiere a mí y ambos te queremos a ti, así que tú debes querernos a los dos.
- Le hablas como si fuera un adulto - le dijo Dúo enderezándose al fin - es sólo un niño pequeño ¿sabes?
- Pues creo que Koji entiende mejor las cosas de lo que tú crees - replicó - él entiende muy bien de lo que le hablo, aunque ahora no lo sepa, y ello redundará que cuando la familia crezca lo lleve mejor.
- No me gusta como suena eso - le dijo Dúo volteando la mirada hacia las montañas - creo que con Koji es más que suficiente, no necesitamos adoptar otro hijo, en especial porque.
- Dúo, cállate - le tapó la boca - mejor descansa.

La visita a la madre de Heero había sido muy tensa, ella estaba enojada por el matrimonio con Dúo y se lo hizo saber directamente al americano por lo que Koji había salido en defensa de su papá y le había gritado que era una bruja fea, pese a que el trenzado había tratado de aplacarlo. Heero, conteniendo la ira, miró a si madre con ojos fieros, tan parecidos a los de su padre cuando se enfadaba que ella retrocedió visiblemente y se tranquilizó un poco al ver que se contenía sin mayor esfuerzo.
- Mamá - le dijo - Dúo tuvo una señal de buena voluntad contigo, deberías tratar de aceptarla, si no es por él, por mí, o por Koji, somos su familia ahora, si lo ofendes a él, nos estás ofendiendo a todos ¿sabes? Además, Dúo no es tan malo como crees, es... como decirlo... como una barra de chocolate.
- Pues a ti nunca te ha gustado el chocolate.
- Porque temía hacerme adicto, pero con Dúo ya lo hice - lo miró y vio que este estaba rojo - él es muy dulce mamá, no pelees con él.
- Si es tan dulce por qué.
- Mamá, no hablemos de eso frente a Koji ¿quieres? - la interrumpió - eso ya quedó atrás, es un asunto resulto, muerto y enterrado y no vale la pena resucitarlo para traer de regreso el dolor que nos causó.
- Está bien, pero no me agrada que hayas regresado con él.
- Bruja fea - repitió Koji molesto imitando el enfado de su padre y, por ende, el de su abuelo - mala.
- Koji - lo regañó Dúo tratando de no reírse - silencio.
- Papá bonito - dijo abrazándose a Dúo con fuerza - yo quiero.
- Y yo a ti - le sonrió - venga, no te pongas así, lo que pasa es que tu abuela está molesta porque no la habíamos venido a ver ¿verdad? - miró a la mujer y ella se vio obligada a asentir para no perder a su hijo y a su nieto - ¿ves? Ella no es como Relena.
- Mamá, creo que le debes una disculpa a mi esposo - le dijo Heero muy serio - y después iremos a comer para celebrar la reunión.
- No es necesario - le dijo Dúo - ya la perdoné, además, no creo que sea bueno hacer una tormenta en un vaso de agua, después de todo ella tiene razón en desconfiar de mí después de lo que te hice, pero si tú me perdonaste, creo que ella también lo hará muy pronto, mejor vamos a comer y a seguir disfrutando de nuestra luna de Miel.
- ¿De luna de miel con el niño? - les dijo ella asombrada - no me imagino las noches que han pasado juntos.
- Como si su hijo tuviera siquiera la intención de dormir conmigo - dijo Dúo entre dientes - si a la mera insinuación de algo se me escapa.
- Dúo, cállate - le dijo rojo como tomate.
- Si sabías que iba a ser así, debiste dejarlo en casa a cuidado de alguien de confianza - le dijo ella divertida.
- Koji se estaba portando pésimo, habría dejado el rancho patas arriba en menos de un día y no habríamos podido descansar nada - le dijo Dúo de un tirón - sólo que no contábamos que con nosotros se iba a portar igual. - Creo que necesitan apartarse aunque sea un día de él para que él entienda que debe portarse mejor, quizás así puedan intimar entre ustedes.
- ¡Mamá! - le dijo Heero escandalizado y Dúo se rió.
- A mí me parece buena idea - dijo el trenzado - pero no tenemos un lugar a donde ir a pasar la noche puesto que de aquí nos íbamos a tu pueblo natal y no nos registramos en el hotel.
- Por lo que yo sé, la primera vez que lo hicieron no fue precisamente en una habitación - le recordó.
- Sí, pero el clima es diferente del de la costa - le dijo Dúo.
- Mamá, Dúo sufre de asma, igual que Koji, no sé cómo no le dio una crisis aquella vez - dijo ruborizado - así que ahora los cuido mucho, pasaron bastante mal el invierno, no quiero que se enfermen de nuevo.
- Así que no sólo le sacó el parecido, y debo admitir que es un chico muy guapo, tienes muy buen gusto pero poca cabeza.
- ¿Qué quiere decir con eso? - le dijo Dúo intrigado.
- Bueno, que pudo haber tenido cuidado aquella noche ¿verdad? - miró a su hijo y este decidió no darse por aludido - después de todo su padre lo descubrió muy fácilmente.

Y, pese al ofrecimiento de Mara Yuy, no pudieron hacer gran cosa aquella noche ya que Koji tuvo un principio de crisis por el cambio de clima y se pasaron gran parte de la noche en el hospital con él.
- No sé, pero creo que lo enseñaste a ser inoportuno - se quejó Dúo con sueño - no podemos ni hablar tranquilos sin que se aparezca de improviso, si no es esto es lo otro y al final no pasa nada entre nosotros.
- Me pregunto si tú no habrás sido así de pequeño.
- Yo nada tengo que ver con eso - le replicó molesto.
- Claro que tienes mucho que ver con esto - le dijo de la misma manera - Koji.
- ¿Señores Maxwell? - los interrumpió una enfermera - el doctor quiere hablar con ustedes, es sobre su hijo ¿me acompañan?
Dúo y Heero se pusieron de pie y la siguieron. El japonés miraba de reojo a su esposo, se notaba que estaba molesto, pero no era su culpa, la genética les había hecho una mala pasada a ambos, había heredado la belleza de su Dúo, no encontraba otro apelativo para explicar lo que le hacía la apariencia de Dúo, su inteligencia y, para mal de ambos, el genio mezclado de los dos además de algunas mañas que de seguro ni ellos sabían que tenían.
- Señores Maxwell - les dijo el médico mirando a Heero que se mantenía detrás del trenzado - el pequeño deberá quedarse en observaciones esta noche, la crisis no puede haber sido sólo de hoy, debe haberse venido gestando de, a lo menos, una semana.
- Esto debe haber sido el día que pasamos en la playa - dijo Dúo pensativo atrapando la mano de Heero al ver que el doctor lo miraba demasiado.
- Koji ha mostrado síntomas de asmático desde hace meses, por eso nos fuimos a Estados Unidos, pese que en el rancho de mi esposo hay muchas cosas que podrían causarle alergia, sólo el frío le causa crisis.
- Bueno, pero de todas maneras deberá quedarse para que los medicamentos le surtan efecto y descanse bien - dijo el médico - uno de ustedes es asmático ¿verdad?
- Si, yo - le dijo Dúo - pero yo no me he sentido mal.
- Creo que deberíamos ponerlo en observación.
- Yo me encargaré de cuidarlo esta noche, gracias - le dijo Heero molesto, no iba a dejar que ese médico que miraba lascivamente a su trenzado, lo examinara - le daremos las buenas noches a Koji y nos iremos al hotel, supongo que nos llamarán si nos necesitan ¿verdad?
- Claro que sí - asintió.
- Entonces, nos vamos - le dijo Dúo tendiéndole la mano la que notó le retenía de más y miró de reojo a su esposo que le lanzó una mirada furiosa al médico.
- Vamos, amor - le dijo obligando al médico a soltarlo.

Dúo estaba sentado en la cama esperando a Heero que estaba en el baño, le agradaba saber que se ponía celoso cuando alguien lo miraba mucho, pero era malo que se desquitara con él, después de todo no era su culpa que le gustara al facultativo, no lo había obligado a mirarlo.
- Dúo ¿no te quieres bañar conmigo? - le dijo desde el baño.
- ¿Qué cosa? - dijo sin estar seguro de lo que había escuchado.
- Si no quieres, está bien, lo haré solo - le dijo herido.
- Claro que quiero - le dijo entrando al baño quitándose el pijama - sólo que pensé que mis oídos me engañaban - le dijo abrazándolo - ¿te pasa algo malo?
- Si. Me desagrada sobremanera que te miren como si fueras a servirle de postre, si alguien se va a comer este bombón he de ser yo y nadie más - le dijo molesto.
- Claro que sí - le sonrió - ¿nos metemos al agua?
Heero había planeado ese momento con cuidado, pero no debían de hacerlo en el agua, allí no habría manera de convencerlo de usar el preservativo y no quería embarazarse todavía, esperaría el momento preciso para que Koji se adaptara a la idea e tener un hermano y cuando ya le hubiese dicho a su trenzado que él era capaz de darle hijos.
- Heero, yo quiero decirte algo muy importante - le dijo Dúo tratando de no mirar su escultural anatomía - es que yo.
- Sssss - le puso un dedo sobre los labios - no digas nada, sólo disfruta de lo que te voy a hacer - lo besó suavemente - será como debió ser nuestra noche de bodas - lo abrazó - y no se te ocurra dormirte o te mato ¿entendido?
- Esta será nuestra noche para disfrutar - aceptó.
Heero abrió la puerta de la ducha y lo tomó de la mano acercándolo hacia él antes de cerrarlas de nuevo, allí había dejado que se humedecieran en el vapor del baño varias cajitas de sales aromáticas de diferentes colores y aromas que le vendieran en un templo, las que supuestamente estimulaban los sentidos al amor, que hicieron pensar a Dúo en el paraíso.
- ¿Te gusta mi sorpresa? - le dijo acariciando con sus labios el cuello del trenzado mientras le soltaba el cabello que caía a cascadas por su espalda.
- Si, me hace soñar con cosas que te podría estar haciendo ahora.
- Ah - le sonrió apartándose un poco - pero podemos hacer el intento ¿no crees?
- Intentaremos hacer todo lo que tú quieras - le dijo rodeándolo con los brazos atrayéndolo de regreso a su lado acariciando suavemente su espalda - quiero redescubrir los caminos de tu piel - le dijo atrapando entre sus dientes el lóbulo de su oreja derecha pasando delicadamente su lengua por el contorno - eres más que delicioso - lo mordió con suavidad.
- Mm - le dijo sonriendo mientras pasaba sus manos por su pecho con gran delicadeza - me agrada que pienses así, tú eres más que perfecto - tomó el jabón y comenzó a pasar sus dedos por su piel trazando círculos por todos sus contornos mientras lo jabonaba lentamente estimulando su piel.
Dúo decidió imitar a su esposo, así, mientras lo limpiaba, aprovecharía de recorrer toda su piel antes de tomarla por asalto, haría que se olvidara por completo de los preservativos, aunque sí los había comprado, porque no veía la necesidad de usarlos. Si no había estado con nadie desde que lo hizo con él ¿para qué? Además, antes de casarse se había hecho un chequeo médico completo y, aparte de su asma, no tenía nada.
Heero comenzó a bajar por sus piernas lentamente, frotando con firmeza toda la piel mientras su cuerpo ardía de deseos de morderlo, de pasar su lengua por aquellos lugares que sus manos recorrían, pero debía tener un poco de paciencia, se dijo, había tiempo para todo, así que volvió a subir lentamente masajeando sin vergüenza la cara interna de los muslos y su trasero bien formado.
- ¡Heero! - gimió extasiado - sigue, por favor - le dijo apoyándose contra la pared.
- Te gusta ¿verdad? - le dijo empujándolo bajo el chorro de agua para eliminar el jabón de su piel - y eso que apenas comienzo - le dijo besándolo con pasión en los labios, luego se dedicó a masajearle la nuca mientras sus labios recorrían su cara y su cuello lentamente como memorizando el sabor de su piel, lentamente comenzó a bajar hasta aquel lugar donde Dúo sentía que iba a reventar y lo tomó por sorpresa apresándolo entre sus labios recorriéndolo de arriba abajo frotando y apretando haciéndolo casi gritar de deleite - venga, déjate ir - le pidió al ver que apretaba los puños para contener el orgasmo muy cercano.
- No, yo quiero... dentro de ti - le dijo casi sin aire.
- Y me tendrás, pero quiero probar tu sabor primero - le dijo con ojitos de cachorro y Dúo asintió. Lo volvió a acariciar mientras sus dedos apretaban su glúteos y se dejó ir en un gemido ahogado de placer.
- Ah, Heero - le dijo sin aire casi dejándose caer al suelo de la ducha.
- He visto muchas películas triple X - le explicó levantándose abrazándolo hacia su pecho - es tu turno ¿quieres?
- Pero en la cama ¿si? - le sonrió recobrando un poco el aliento. Salieron de la ducha y Heero comenzó a secarlo con gran cuidado, pasando con fuerza la toalla por sus cabellos para sacarles el agua que los había empapado, tal vez debería secarlos antes de hacerlo, no quería que fuera Dúo quien tuviera una crisis ahora y fuera a caer en las manos de aquel degenerado.
- Te noto tenso, corazón - le dijo el americano.
- Te secaré el cabello primero, me basta con un enfermo en la familia.
- Sólo si me dejas estimularte mientras lo haces - le dijo mientras regresaban a la habitación secándose entre ambos.
- Bueno, pero espera un poco - regresó al bañó - listo - le mostró el secador y lo hizo sentarse sobre la cama para sentarse sobre él junto con un cepillo y la toalla.
- Eres tan hermoso - le dijo frotando con la toalla una tetilla antes de atraparla entre sus dientes - delicioso - repitió frotando con ambas manos el trasero del japonés que sentía que su aliento le quemaba la piel. Dúo lentamente cambio de lado y acarició la otra estimulándola con los dientes y la lengua hasta que Heero no pudo evitar el gemido que escapó de sus labios - tranquilo, no pasa nada.
- Eso... dices... tú - le dijo sin aliento dejando caer el secador al suelo alfombrado, el cabello de Dúo estaba casi seco - pasa... mucho - le dijo tomando una de sus manos y guiándola a su sexo alborotado.
- No seas apurón - le sonrió y lo hizo recostarse sobre la cama - te haré ver fuegos artificiales, lo prometo.
- Ya... los... estoy... viendo - susurró - no... juegues... más... conmigo.
Dúo atrapó entre sus labios el miembro de Heero de la misma forma que él lo había hecho en el baño, subiendo y bajando en toda su longitud, pasando la lengua por la punta y chupando con fuerza mientras una de sus manos vagaba por entre los muslos encontrando su entrada y entrando uno de sus dedos con delicadeza y vaselina para prepararlo.
- ¡Ah! - dijo Heero al sentirlo en su interior, hacía tanto que no estaba con nadie que estaba muy apretado, pero aquello hizo que Dúo se excitara todavía más y comenzara a tratar de apurar las cosas - Calma, me duele - le dijo tratando de detenerlo - por favor, detente - le dijo casi llorando del dolor en su trasero.
- No, no llores - se detuvo de inmediato y subió a su lado - perdona, sé que no lo has hecho con nadie desde hace mucho, pero te necesito tanto - lo abrazó - te quiero tanto, perdóname.
- Sólo sé un poco más delicado - le pidió separando las piernas - prepárame bien ¿de acuerdo? - le dijo tomando aire y lo vio volver a hacer su trabajo, ahora más calmado, sus dedos lo estimulaban cada vez con más fuerza, dilatándolo lo suficiente, haciéndolo llegar casi al climax, pero se dio cuenta que Dúo estaba a punto de tomarlo sin el preservativo y lo detuvo.
- ¿Qué pasa? - le dijo Dúo mirándolo intrigado y frustrado.
- El preservativo - le recordó sacando uno de la cajita - ¿quieres que yo te lo coloque? - le dijo coqueto y lo puso contra la cama acariciando su pecho, primero con sus manos y luego con sus labios antes de llegar hasta el orgulloso, le dio un suave beso en la punta antes de arrastrar su lengua por toda su extensión mientras le colocaba el preservativo - ¿te gusta?
- Si siempre lo vas a hacer así, puedes hacerlo cuando quieras - le dijo volviéndose hacia él - ahora, adentro - le dijo divertido hundiéndose con relativa facilidad en el cuerpo de Heero que sintió que era tan placentero - ¡ah!
- ¡Ah! - gimió Heero haciendo eco a su gemido sintiendo como Dúo se movía en su interior buscando aquel punto en que harían erupción como un volcán - más - le pedía - más fuerte.
- Sí, así - decía Dúo moviéndose cada vez más rápido - ¡ah, Heero!
- ¡Ah, Dúo! - y ambos sintieron que el mundo estallaba a su alrededor mientras se abrazaban con más fuerza - te quiero - le dijo, pero un ruido en el pecho del trenzado fue su respuesta y se asustó ¿roncaba o tenía una crisis? - ¿Dúo?
- Me falta el aire, pero estoy bien - le sonrió saliendo de su interior.
- Pues te está silbando el pecho - le dijo mirando como se quitaba el preservativo - déjame escuchar - lo obligó a recostarse contra el colchón y escuchó su respiración que se normalizaba junto con los latidos de su corazón - mejor te abrigas, no quiero que te enfermes.
- Sí, mamá - le dijo divertido tomando la ropa de cama acostándose - ¿me contarás un cuento parea dormir?
- Gracioso - le replicó - con todo el ejercicio que hicimos deberías estar ya dormido, no con ánimos de seguir.
- Mm, podríamos hacerlo de nuevo - lo jaló hacia él.
- Pero te pones otro - le dijo dejándose hacer.

Amanecía y Heero había dormido poco, realmente estaba preocupado por los sonidos que esporádicamente había escuchado en el pecho de Dúo, antes no los había sentido cuando hicieron el amor aquella noche en la playa ¿no sería que el clima de las montañas realmente les hacía mal a sus amores? Y ahora, recostado junto a su hombro, volvía a escuchar los silbidos, así que, con cuidado, lo puso boca abajo con la cara vuelta hacia él, se sentó sobre su trasero y comenzó a masajearle la espalda estimulando sus bronquios a dilatarse y respirar, por lo que el americano comenzó a toser con fuerza y se levantó al baño corriendo botando a Heero en el proceso mientras vomitaba gran cantidad de mucosa.
- Dúo ¿estás bien? - le dijo alcanzándolo en el baño con una bata para cubrir su cuerpo desnudo - ¿Dúo? - insistió preocupado.
- Creo que el matasanos tenía razón - dijo tomando aire - perdona, Heero, yo no quería que te preocuparas por mí, soy un mal esposo.
- Mi pobre Dúo - lo abrazó poniendo la bata sobre sus hombros - cuando nos casamos dijimos que sería en la salud y la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, en las buenas y en las malas ¿por qué no iba a estar contigo?
- Estoy hecho un asco, un mamarracho de mi mismo.
- Eres hermoso, Dúo, desarreglado pero hermoso - lo besó en la mejilla - ven, debemos ir por Koji e irnos de aquí, el clima no les hace nada de bien.
- Me pregunto a qué se debe tanta urgencia por irnos, la pasamos bien anoche.
- Dúo Maxwell, allí dejaste una de las principales razones por las que quiero que terminen pronto estas tres semanas de "!luna de miel" que de dulce han tenido poco, sólo la noche de ayer - le recordó.
- Parece que pasaste la mayor parte de la noche despierto - le dijo divertido.
- Porque el loco de mi esposo estaba con comienzo de crisis y no quería tener que llevarlo al hospital para dejarlo en "observación" con el médico a cargo.
- Ah, estás celosito - se rió - Ok, no te enfades - levantó la manos al ver su mirada asesina - vamos por Koji y vámonos a visitar tu pueblo, así estarás más tranquilo, tal vez hay algo en el aire que no dé alergia.
- Pero quiero que te comportes, no creo que Koji tome muy bien que nosotros nos acariciemos mucho, generalmente no pasamos de un beso de despedida.
- Tendrá que acostumbrarse a vernos dormir juntos.

El viaje de ida al pueblo natal de Heero había sido muy tranquilo, Dúo estaba cansado de toser y Koji estaba dormido por efecto de los remedios, así que se habían dormido ambos abrazados a los costados de Heero sin problema. Era él quien no podía dormir con la misma tranquilidad, mientras Dúo estaba en el baño había llamado a Odín y le había contado lo que pasaba, en especial porque él no sabía que estaba casado con Dúo y Odín no había estado nada de contento con su decisión.
- Pero, Heero, después de lo que te hizo, lo perdonaste - le dijo.
- Sabes bien que lo amo y que tengo un hijo suyo - le contestó - y si nos vemos, no quiero que le digas nada, no sabes nada.
- ¿No me digas que no le has dicho que eres uno de esos extraños casos de hombre fecundo? - le dijo asombrado - tiene todo el derecho de saberlo.
- Mi Dúo es tan despistado que ninguna insinuación al respecto le ha llegado, ni siquiera porque una sus primas que es médico le dijo que existían jóvenes así ha caído en cuenta de nada.
- Debes tener cuidado, Heero, ahora no podrás ocultarle un embarazo - le recordó preocupado - allí se enteraría de la peor manera de todo.
- Lo he hecho usar preservativo - le dijo ruborizado.
- Esas cosas no son cien por ciento seguras - le dijo.
- Tú hablando de esas cosas - le dijo divertido - no te preocupes, ahora estoy casado, no tendré tantos problemas.
- Heero, tu padre me preguntó si sabía de ti, yo le dije que el americano te había encontrado y te habías ido con él.
- Supongo que eso lo alegró.
- No creo que mucho, dijo algo acerca de que esos tipos hacían brujerías para engañar a la gente decente.
- Mi padre hablando de esas cosas - dijo asombrado - ¿no te dijo nada más?
- Bueno, que si te comunicabas conmigo, le mandaras una foto de su nieto para conocerlo, que lamentaba el arrebato que había tenido contigo.
- Veré que hago al respecto, por ahora estamos en Japón de visita los tres, iremos por la tarde a mi pueblo¿te parece si nos encontramos en el centro comercial?
- Claro, estaré feliz de volver a verte y de conocer a mi sobrino.
Pero lo que en realidad le preocupaba era la reacción de Dúo, no le había contado de su cita con Odin y no podía llevarse al niño sin que se diera cuenta, ni pretendía hacerlo, no iba a acabar con la confianza que Dúo tenía en él, ya bastante tenía con que le controlara las idas a la ciudad por negocios como para darles motivos para celarlo.
- Heero - le dijo acariciándole en cuello con la nariz - te quiero.
- ¿Estás despierto? - trató de mover el brazo pero se le había dormido - ¡ah! - se quejó al sentir que Koji lo mordía - aparte de inoportuno mordekay - dijo entre dientes.
- ¿Mordekay? - le dijo Dúo enderezándose en el asiento.
- Así se les llama a los cachorros entrenados por la policía para morder.
- Ah, admites que tu cachorro ha sido entrenado.
- Pero ciertamente no fui yo - replicó tratando de hacer que el niño lo soltara - Koji, suéltame ¿quieres? - pero el pequeño sólo lo miraba - creo que quieres que tu papá me suelte ¿verdad? - él asintió.
- A este paso, yo creo que jamás vamos a hacer crecer nuestra familia - dijo Dúo apartándose por completo - Koji malo, no muerdas a tu tousa, le duele.
- Tousa malo, abraza papá.
- ¿Malo porque me abraza? - le dijo Dúo - ya quisiera yo que me hiciera otras maldades - murmuró - Mira, Koji, a mí me gusta que me abrace y me bese, eso no tiene nada de malo entre nosotros, y tampoco significa que alguno de los dos te vaya a dejar de querer.
- Y tú dices que le hablo como si fuera adulto.
- Heero - lo regañó y vio su sonrisa - no juegues.
- Los quiero a los dos - les dijo - si a ti te gusta que te abracen y besen, a los demás también, no seas egoísta.
- ¿Bruja también? - lo miró preocupado.
- Supongo que sí, pero a mi no me gusta abrazarla a ella le dijo Dúo.
- ¡Mar! - exclamó mirando la costa - ¿casita?
- ¿Qué tipo de hotel hay aquí? - dijo Heero mirando al trenzado.
- Te sorprenderás de las reservaciones que hice - le sonrió divertido mirando el paisaje y se negó a decir más.

Y si que lo había sorprendido, había reservado una cabaña para ellos, allí también había una guardería por si querían estar a solas o si querían ir a cenar afuera, pero lo mejor era que estaba a medio camino entre la playa y el pueblo, con bastante privacidad, lo que le agradó, su Dúo era un detallista y un romántico.
- Sé que esta noche es el festival de Primavera - le dijo el trenzado - no sé si quieras celebrarlo conmigo.
- Dos años - dijo sentándose en una de las sillas del saloncito - nuestra primera vez - dijo soñador - lo único malo de esa noche fue tu nota, pero no tengo problema en celebrarla siempre y cuando no se te ocurra enfermarte de nuevo.
- Estoy mucho mejor - se defendió - pediré una niñera para Koji y saldremos a cenar juntos, después a bailar y luego.
- Mientras no sea al aire libre - lo cortó mirando a Koji que se había puesto a lanzar los cojines por todos lados - ya me decía yo que era demasiada la maravilla - le dijo a Dúo tomando al niño sentándolo en el corralito - ¿acaso a ti no se te agotan las pilas?
- Tiene baterías extra duración - se rió Dúo divertido - venga, estás poniendo nervioso a tu tousa, no desordenes más.
- Koji tuto - le dijo molesto.
- Dormiste todo el viaje - le dijo Heero sentándose de nuevo - y después no vas a quererte dormir. Además, vamos a ir a pasear por el pueblo y no vas a querer perderte el paseo por la Gran Sala del Juguete ¿verdad?
- No quiero - dijo él molesto cruzándose de brazos frunciendo el ceño.
- Bien, entonces te cambiaré de ropa mientras tu papá se da una ducha rápida y se viste también.
- ¿Por qué debo hacerlo? - le dijo intrigado siguiéndolos.
- Hueles a remedios - le dijo - no quiero que, cada vez que te abrace, me recuerdes que pasaste mala noche.
- Entiendo - se metió al baño.

Realmente la Gran Sala del Juguete era algo que merecía ser visitado, o al menos eso le pareció a Dúo mientras miraba la gran cantidad de distintos y variados juguetes que allí había, desde los armables Lego hasta los más complicados mecanos, pasando por los juguetes musicales y las mascotas robóticas más complicadas, cientos de peluches, desde los comunes hasta los que emitían sonidos cuando se les tocaba, grandes variedades de autos de juguete, tanto de fricción como a control remoto, muñecas, accesorios para niñas, en fin, cuanto se le pudiera ocurrir allí estaba.
- Guau - dijo mirando para todos lados - en mi país no hay ningún lugar así.
- Esta es una gran sala de exposiciones, aquí se muestran los mejores juguetes de Asia, si uno de estos juguetes no es del agrado de los niños, será retirado del mercado y mejorado para llamar su atención.
- O sea, que los niños deciden que juguetes se venden ¿verdad?
- Algo así - asintió - mi amigo Odin trabaja aquí, espero que no te moleste que lo vayamos a visitar.
- Siempre y cuando no me reciba con otro golpe.
- Oh, vamos, él sabe que eres mi esposo, sólo quiero que conozca a Koji.
- Pero de seguro no está nada de contento con tu elección, pese a que él mismo nos presentó aquella noche.
- Odin no te hará nada, a lo más te ignorará - lo tomó de la mano - ya hablé con él al respecto. Es cierto que está molesto, pero de seguro cuando nos vea juntos, entenderá todo - le tendió la otra mano a Koji - vamos, él trabaja en aquella heladería - le dijo tranquilo.
- Mm, helados - se relamió Dúo pensativo - siempre que no le ponga cianuro.
- Odin no sería capaz de dejarme viudo - le dijo - creo. Entraron en la heladería y de inmediato u muchacho alto, delgado y de cabello rubio casi blanco abrazó a Heero con fuerza y luego se agachó a abrazar al pequeño e ignoró olímpicamente al trenzado que contenía el aire.
- Mira que niño tan guapo tenemos aquí - le dijo al niño tomando su pequeña trenza - claro que lo serías más si te parecieras más a tu tousa, él si es un tipo bien plantado, inteligente, hermoso, decidido.
- Y mi esposo - lo cortó Dúo molesto.
- Un hecho del cual puede prescindir en el momento que así lo quiera - contestó.
- Odín - lo amenazó Heero molesto también.
- Lo siento, amigo mío, no quise ofenderte, es que pienso que tienes mal gusto.
- Lo tendría si te hubiese elegido a ti - le replicó Dúo fastidiado.
- Odín, deja en paz a Dúo ¿quieres? Después de todo es un cliente que viene a tomar helado y que van a pensar los otros clientes del hijo del dueño.
- Si me dejas echarle veneno al suyo - le dijo entre dientes.
- Podrías adornarlo con tus dientes - lo amenazó el americano.
- Basta - dijo Heero sentándose con Koji en una de las mesas - quiero tres helados uno de pistacho con chocolate, el otro de fresa y pasas al ron, y el tercero de lúcuma y pistacho - dijo mirando a Dúo que asintió - y no se te ocurra echarle veneno, no sabes cuál es para quien.
- Muy bien, pero si quieres veneno, yo puedo decirte dónde conseguirlo.
- Seguramente de tu lengua - le dijo el trenzado sentándose junto a su familia - hubiese preferido que me siguiera ignorando.
- Odin es muy pesado cuando quiere - asintió - pero es buena persona.
- Lo creeré cuando lo vea - respondió mirando al mesero que le traía los helados.

Ciertamente visitar a Odin no había sido buena idea, se dijo Heero mirando al trenzado que a duras penas había contenido las ganas de darle un bien merecido puñetazo al amigo de su esposo, todo porque Koji lo miraba y Heero tenía enlazados sus dedos con los suyos, de otra manera se habría parado y lo habría sacado por una de las ventanas de un golpe.
- Creo que Odin está celoso - dijo Heero al fin con su brazo enganchado al de Dúo para que no se devolviera a pegarle al albino - nunca pensé que se pondría en ese plano, antes jamás reaccionó así cuando me vio acompañado.
- Debe ser porque ahora soy realmente tu dueño - dijo mirando a Koji que caminaba de su otra mano en silencio - algo le pasa a este - le cuchicheó - Koji Chan ¿tienes sueño?
- No - le dijo con los ojitos brillando - ¿juegos?
- Debi suponer que sería eso, vamos - se soltó de Heero y lo levantó llevándolo a los carruseles que daban vueltas y luego a los patitos que navegaban lentamente por un lago artificial - ¿te gusta?
Heero miraba a la distancia a sus amores cuando sintió la presencia de su amigo a su espalda y se volvió hacia él molesto.
- ¿Qué pretendías logras fastidiando a Dúo? - le dijo.
- Sólo quería hacerlo enojar para demostrarte que no era bueno para ti.
- Dime una cosa, Odin, yo sé que no quieres a Dúo por lo que pasó, pero ¿no será que hay algo más que no me quieres confesar?
- Siempre he sabido que eres muy astuto - suspiró - siempre me gustaste, pero sabía que yo no podía ambicionar tu amor, sin embargo, quiero que seas feliz.
- ¿Y qué te hace pensar que con Dúo no lo soy?
- Supongo que lo estoy prejuzgando, pero luego de lo que te hizo hace dos años.
- Eso quedó atrás, Dúo también sufrió con nuestra separación. Además, yo puedo tener el mundo a mis pies si se lo pido a Dúo, así me ama.
- Perdona, es que yo temía que él te hiciera daño de nuevo.
- Está bien, sólo debes pedirle disculpas.
- Mejor que ahora no, me está lanzando unas miradas que helarían el infierno, mejor me borro - le dijo y se fue corriendo mientras Dúo venía con Koji hacia ellos.
- ¿Qué quería ese ahora? - le dijo echando fuego por los ojos.
- Nada, sólo disculparse por su comportamiento.
- Me pregunto si todo el mundo aquí va a ser tan hostil conmigo - suspiró - tu madre tampoco quiso aceptarme de buenas a primeras, no quiero ni imaginarme cómo va a recibir tu padre la noticia de nuestro matrimonio, si ya antes estaba molesto porque te deshonré.
- Creo que él va a ser quien mejor lo tome - levantó a Koji que le tendía los brazos - mejor regresemos a la cabaña, estamos cansado y esta noche se supone que será muy larga.
- Está bien, pero quiero comprarle uno de esos juguetes a Koji - señaló los muñecos de peluche - yo dormía con un oso enorme color amarillo que me regaló mi papá cuando era un niño, pero lo dejé en la casa de Nueva York después que mis padres murieron, me los recordaba demasiado y quería empezar una nueva vida en el rancho sin aquel dolor y el abuelo me regaló un caballo de verdad para tratar de calmarme.
- ¿Qué edad tenías entonces?
- Siete años - suspiró - por eso casi no me acuerdo de ellos, sólo cosas vagas, tengo sus fotografías, pero sin ellas, no recuerdo gran cosa, excepto que a papá no le gustaba vivir en la ciudad, pero su trabajo estaba allí, y que mi mamá pasaba mucho tiempo en reuniones sociales, me llevaba con ella, pero generalmente había otra persona que me cuidaba.
- Koji no pasará por lo mismo - afirmó Heero - ¿cuál quieres?
- Ese - le dijo bostezando señalando un enorme oso panda que era más grande que él - ocho.
- Supongo que dice oso - dijo Dúo y se acercó al vendedor para llevarse tamaño animal de felpa - espero que no tengamos problemas de sacarlo del país.
- Estos juguetes tienen visa internacional, señor - le dijo el vendedor divertido.
- Ah, gracias, pensaba que tendríamos que sacarle pasaporte - se rió.
Heero salió de la tienda con Koji en brazos medio dormido mientras Dúo cargaba el oso que parecía casi de verdad. Se detuvo a esperar a su esposo frente a las puertas automáticas cuando vio frente a él una de sus peores pesadillas y por poco deja caer al niño.
- Hijo - le dijo el hombre sorprendido mirando al niño que iba en sus brazos - no esperaba verte aquí.
- ¿Pasa algo malo, Heero? - le dijo Dúo y se fijó en el hombre - señor Yuy.
- Hola, joven Maxwell, veo que encontró a mi hijo ¿en qué andan?
- De luna de miel - respondió el trenzado esperando una mala reacción de su parte, pero se sorprendió cuando el hombre se sonrió ampliamente.
- Me imaginabas que ibas a tratar de corregir tu error.
- Te lo dije, él lo tomó mejor que los demás.
- Pero ¿por qué no fueron a visitarme? - miró al niño - ¿cómo lo han bautizado?
- Koji Maxwell - le dijo el trenzado orgulloso.
- ¿Cómo tu abuelo? - miró a Heero - mi suegro fue un hombre formidable - sonrió complacido - sin él jamás habría logrado ser arquitecto.
- Nunca me hablaste de eso - le dijo Heero - pero vamos a un lugar donde sentarnos, creo que Koji se pone cada día más pesado.
- Si quieres, yo lo cargo - dijo su padre tomando al niño - es igualito a tu esposo.
- Una extraña coincidencia - dijo Dúo tratando de tomar mejor al oso sin notar la mirada sorprendida de su suegro.
- Esta noche hay carnaval de primavera, supongo que van a asistir.
- Teníamos planeado ir a la fiesta de la playa, allí nos conocimos hace dos años con Heero - le dijo Dúo caminando por una pequeña plaza - en el hotel en el que nos hospedamos tienen gente especial para cuidar a los niños pequeños mientras sus padres se ausentan.
- ¿No me digan que lo hicieron bajo la luz de la luna?
- Papá - le dijo Heero ruborizado.
- Vaya manera de conocerse - dijo divertido de ver a su hijo perder la compostura.
- Cosas de locos en noche de luna llena - dijo Dúo encogiéndose de hombros sin comprender por completo las palabras del hombre mayor.
- Bueno, si quieren revivir esa noche me pueden dejar a mi nieto a mí, después de todo es mejor dejar a los niños con alguien conocido, yo jamás hubiese dejado a Heero pequeñito a cargo de un extraño, nunca se sabe que puede pasar.
- Siempre fuiste aprensivo conmigo - dijo Heero molesto.
- Y las cosas tuvieron razón de ser ¿no? Si no te hubiese dado permiso esa noche no habría pasado lo que pasó.
- Bueno, no hay mal que por bien no venga - dijo Dúo - estamos juntos ¿verdad?
- Y tienes un hermoso nieto, aunque ahora esté bien dormido - agregó Heero.
- Cierto, cierto - miró al niño - ¿qué dicen¿Lo dejarán conmigo mientras van a la fiesta?
- ¿Qué dices, Heero? Después de todo es tu padre y el niño debe conocer a su abuelo, de seguro lo cuidará muy bien esta noche.
- De acuerdo, pero lo pasaremos a buscar luego de los fuegos artificiales.
- Está bien - sonrió el hombre y Dúo se preguntó si Heero, tan parecido a su padre, sonreiría así cuando fuera mayor.

La fiesta en la playa era tal como la recordaba, con la salvedad que su loco esposo había sido acosado por los cuatro costados por cuanta chica y chico lo había visto y aquello no le gustaba nada al japonés, ninguno parecía ver sus miradas asesinas cada vez que lo invitaban a bailar.
- ¿En serio quieres bailar conmigo? - le dijo Dúo al oído jalándolo hacia la pista.
- Los bailes no son mi fuerte - le dijo Heero siguiéndole el juego mirándolo directamente a los ojos y sintió que su mirada lo hechizaba - pero por ti lo intentaré.
- Eres tan hermoso - lo besó en los labios - y tu boca es tan... besable.
- Gracias, gentil caballero - se sonrió echándole los brazos al cuello - tu también eres hermoso y deseable.
- Espero que esta noche sea perfecta - lo abrazó por la cintura.
- Mm, sólo olvida la última parte de la primera noche - le dijo acariciando su nuca mientras bailaban sensualmente uno contra el otro - ¿nos vamos a sentar bajo la luz de la luna? Creo que ya salió.
- Parece que estás ansioso, amor mío - le sonrió el americano soltándolo y enlazando sus dedos - vamos, busquemos un buen lugar para ver los fuegos artificiales.
- ¿Qué tal si mejor los creamos nosotros mismos?
- Ah, señor de Maxwell ¿no cree que se nos olvidó traer algo? Mejor esperamos a llegar al hotel - sonrió - a no ser que quieras que sea sin protección.
- Ah, parece que no fuiste niño explorador - le sonrió y Dúo sintió que se derretía.
- ¿por qué lo dices? - preguntó al fin sintiendo un rico calorcito en las mejillas.
- Porque, para que usted sepa, su lema es "siempre listo" y yo tengo en uno de mis bolsillos todo lo necesario para que la noche sea extraordinaria - lo hizo poner su mano en el bolsillo de la chaqueta.
- Pillo - le dijo ruborizado y sorprendido - se hará como quieras.
- Lo sé - lo hizo caminar hasta el lugar donde lo hicieron la primera vez y comenzaron a crear sus propias luces de colores comiéndose a besos bajo la luz de la luna que parecía morirse de envidia por el color que había tomado.

Continuará...

Lo lamento, no escribo lemon desde hace mucho tiempo y estaba desinspirada, por eso no hay una segunda parte, espero que lo poco que hice les agrade. Ah, Quatre y Trowa ya van a aparecer, no se desesperen, aunque no creo que tengan mucho protagonismo ya que ellos viven bastante felices, sin embargo, van a ser los culpables de que Dúp comience a sospechar y preste más atención a las cosas de Heero (¡faltan solo tres capítulos ya para el final.
Saludos para todas mis amigas, en especial por unas que andaban perdidas por allí, Gracias Uru y Keysie, espero que me sigan apoyando.
Ah, y si me van a perseguir por no apurarme, enójense con Wing Zero, ya no quiere trabajar en mi Pc porque dice que está muy pasado de moda, que mejor me compre un Pentium IV con tecnología TH (como si no supiera lo caro que sale y que yo no tengo fondos para semejante lujo). Así que cualquier reclamo al respecto, se lo dan a él.
Shio Chang.
PD. Va de regalo un poco trasado para Uru que estuvo de cumpleaños y para mi querido Wing, que está un poco flojito, dice que no quiere gastar sus piezas nuevas hasta que no sea estrictamente necesario.
PD2: Una dato que parece que no di en el fic, Duo y Heero hacen el amor, pero no duermen juntos.