Lamento tardar tanto con los capítulos, quisiera poder poner todas mis ideas en orden y traspasarlas con la misma rapidez con que me llegan, pero suelen llegarme en los momentos menor oportunos y no puedo andar trayendo mi Pc por todos lados en la casa o por la calle ¿cuándo será el día que tenga un portátil? Heero, tú tan lindo ¿me podrías prestar el tuyo¡No me mates, era broma!
Tropiezos en el camino.
Dúo suspiró mientras se estiraba en la cama, esos últimos días en Japón habían sido los mejores de su vida, claro, después de la noche que lo hicieron la primera vez, con la salvedad que estas habían terminado mucho mejor, aunque no como le hubiese gustado realmente, con Heero dormido a su lado y enredados entre las sábanas, simplemente Heero se iba a dormir con Koji y se quedaba en la cama matrimonial ansiando su calor, debía existir una manera de convencerlo de quedarse toda la noche con él, después de todo el niño tenía que acostumbrase a verlos juntos.
- Papá - entró Koji y se subió de un salto sobre su estómago haciéndolo toser - papá enfermo - le dijo a Heero que lo bajó para que Dúo fuera al baño.
- Por poco y lo dejas sin aire, bribón - lo regañó mirando hacia el baño - Dúo, dime ¿te sientes bien?
- Creo que sí - le dijo haciendo correr el agua lavándose la cara - por poco y me deja sin estómago, Koji malo - lo regañó saliendo luego de un rato del baño.
- Koji no malo - le dijo el niño haciendo un puchero.
- Koji, hazle un cariño a tu papá para que te perdone - le ordenó Heero divertido y el niño se fue encima de Dúo para abrazarlo y ambos terminaron en el suelo - oye, con suavidad, así lo vas a terminar desarmando.
- ¿Cómo muñecos? - lo miró y luego al trenzado asustado.
- Claro que no - le dijo el trenzado poniéndose de pie - no soy tan delicado, pero de todas maneras nos podemos hacer daño - miró a Heero - ¿a qué se debe esta visita mañanera?
- Sólo queríamos estar contigo ¿acaso no se puede?
- Pues me extraña, pudieron haberme dejado seguir durmiendo y simplemente acostarse conmigo - replicó volviendo a meterse a la cama - tengo sueño.
- Papá no flojo, jugamos - le dijo Koji.
- Papá si flojo y se duerme - le dijo tapándose la cara con la ropa pero Koji se la quitó - oye, yo te dejo dormir a ti.
- Mejor veamos televisión - le dijo Heero tomando el control remoto metiéndose bajo la ropa junto a Dúo, pero Koji seguía insistiendo en hacer que Dúo se despertara y jugara con él - Koji, compórtate ¿quieres?
- Papá juega con Koji Chan - lloriqueó.
- Papá tiene sueño - le dijo Heero - y éso lo pone de mal humor, no querrás que se enoje ¿verdad? - el niño miró a Dúo que al fin se había sentado en la cama y Heero lo abrazó - tú también te enojas cuando te mantenemos despierto cuando quieres dormir. Venga, siéntate aquí a ver dibujos animados mientras Dúo duerme un rato más, ya cuando se despierte solo saldremos a jugar al parque un rato ¿de acuerdo? - el niño asintió y tomó el control.
- Yo no sé como te las apañas con él - dijo Dúo acostándose en su hombro - creo que cada día me gustas más.
- Koji sabe que si me enojo con él le irá mal - le dio un beso en la mejilla - descansa, ya más tarde vas a necesitar tus energías.
- Me encanta gastarlas contigo - le susurró y volvió a acostarse contra las almohadas sin notar que el niño los miraba.
Definitivamente el más emocionado con el viaje de regreso era Koji, sin embargo, estaba molesto porque lo había obligado a sentarse entre los dos en su asiento mientras despegaban y él quería ver como era que el avión despegaba.
- Papá - se quejó del cinturón de seguridad.
- ¿Qué? - le mostró el suyo - nosotros también debemos usarlo.
- Suelta Koji Chan - le rogó ignorando a Heero que miraba por la ventana.
- Quédate tranquilo, ya te soltaré - le dijo Dúo y escuchó a Heero contener la risa - oye, no te estés riendo de nosotros.
- Es que es divertido escucharte, tú hablando de calmarse, el menos tranquilo de todos - le tomó la mano y le dio un beso en la palma - no le pidas a él lo que no eres capaz tú, de seguro te sientes tan amarrado como él.
- Yo quisiera sentirme amarrado de otra forma y a ti.
- No digas esas cosas delante de nuestro hijo - le dijo ruborizado.
- ¿Qué? Si yo no he dicho nada malo - se defendió sonriendo.
- ¡Papá¡Tousa! - reclamó su atención y ambos lo miraron ruborizados soltando sus manos - malos.
- Su peor insulto - dijo Heero divertido - mira esa luz, cuando se apague, te soltaremos el cinturón de seguridad ¿de acuerdo?
- Koji Chan ventana - insistió.
- Cuando se apague la luz - dijo con firmeza Heero y el niño tuvo que conformarse con su orden.
- Hay veces en que me gustaría tener tu temperamento - le dijo Dúo cerrando los ojos - y otras ocasiones no me gustaría que tú lo tuvieras.
- Me imagino que sí - le cerró un ojo y este se sonrojó - pero si tuvieras un poco de paciencia.
- No es una de las características de los Maxwell - se defendió.
- Lo sé - dijo divertido tomándolo de nuevo de la mano.
- ¡Apagó! - dijo el pequeño tratando de soltarse el cinturón.
- El viaje va a ser muy largo - murmuró el trenzado soltándole el cinturón - ten cuidado, no te vayas a caer del asiento - le recomendó.
- Koji Chan no cae.
- Como no te caíste del caballo - le recordó Heero cambiándose de asiento dejándole la ventana - si tú no quieres dormir, yo sí - le dijo y se abrazó a Dúo que lo miró preocupado ¿por qué no era así de cariñoso cuando estaban solos?
- Papá mío - le reclamó pero no hizo nada, siguió mirando la ciudad que se veía pequeña a la distancia.
- Este pequeño nos va a dar muchos dolores de cabeza - le dijo Heero al trenzado apoyado en su pecho - creo que vamos a necesitar una buena dotación de aspirinas.
- Así como va, creo que sí - lo secundó Dúo abrazándolo - descansa, yo lo vigilo.
- Mm - le dijo y casi de inmediato se durmió.
Las cosas iban bien, pero eso de armarse de paciencia cansaba a Dúo, primero estaba lo del preservativo, Heero insistía que era para cuidarse, y lo otro era que cada mañana despertara a solas en su cama, el japonés descansaba un rato a su lado después de hacer el amor, seguramente esperaba que se durmiera, y luego se levantaba en silencio y se iba a su propia cama ¿qué tenía de malo la suya? Es más, estaba calientita, y la suya no, entonces ¿por qué lo dejaba?
- Dúo - le dijo Heero entrando en su habitación ya vestido - ¿todavía no te vistes?
- No quiero levantarme - le dijo dándose la vuelta.
- Dúo, no puedes hacer eso - le dijo sentándose junto a él.
- ¿Por qué no? No me siento con ánimos de nada.
- Estaba pensando en ir a la ciudad, nos invitaron a una fiesta en el rancho de los Khusrenada y no tengo nada formal que ponerme y quería que me acompañaras.
- Heero - le reclamó - no me digas que le aceptaste la invitación.
- Bueno, no conozco a los vecinos, pensé que era una buena idea.
- Ese tipo es un... coqueto irresponsable e incorregible.
- Si no quieres ir puedo llamar y avisar que no iremos - dijo desilusionado.
- Pensé que no te gustaban las fiestas - le recordó.
- No es la fiesta la que me interesa, sólo quiero conocer más gente. Además, no está mal relacionarse un poco con los vecinos ¿no te perece?
- Pero Traize no es la persona más indicada para ser tu amigo... - dijo pensativo.
- A mí me han dicho que tú no eras la persona indicada para ser mi esposo y yo creo que se equivocan - se acercó más a él - vamos, quiero ir de compras.
- Mm - hizo un gesto - no debería hacerte caso.
- Pero lo vas a hacer ¿verdad? - dijo con su aliento en su boca.
- Esto se llama chantaje - dijo cerrando los ojos.
- Pero te gusta - replicó apoyando su boca en la suya suavemente - ¿que me dices ahora?
- Mm, tal vez con otro beso me convenzas - le rodeó el cuello con las manos.
- Ah, quieres aprovecharte - le dijo sonriendo y lo empujó contra la cama subiéndose sobre su cuerpo - pues yo quiero más que un beso.
- Pues no creo que sea buena idea, en especial si dejaste la puerta abierta.
- Me desquitaré después - le dijo levantándose - ahora vístete para que vayamos de compras, a la hora de la siesta me lo cobraré.
- Pues espero que tu hijo quiera dormirla, porque desde que llegamos de Japón que nos vigila con ojo de lince y ni un beso nos deja darnos tranquilos.
- Pues creo que es igualito a ti en demasiadas actitudes - le dijo desde la puerta - no me gustan sus mañas.
- No es culpa mía, yo no era así - le dijo muy seguro.
- Pues espero que sea cierto - replicó saliendo y cerrando la puerta a su espalda - no quisiera tener otro hijo igual - murmuró y se retiró.
Era extraño, pero Koji se había decidido a dormir la siesta, cosa hizo ver el cielo en su momento a Dúo, pero no le duró demasiado ya que les pidió que los dos durmieran con él, era como si supiera que lo querían dormido para hacer cosas de grandes, a solas.
- Deberíamos tratar de entrenarlo para que hiciera todo lo contrario - dijo el trenzado en voz baja enlazando los dedos con los de Heero - me gustaría que en vez de interrumpirnos cada vez que puede nos hiciera juntarnos más ¿no crees?
- Tienes un sueño imposible - le dijo Heero acariciando sus dedos - es como pedirle que se duerma temprano sin haberle contado un cuento primero.
- Tal vez debiéramos llevarlo al psicólogo para que nos ayude.
- Capaz que lo vuelva loco - negó con la cabeza - además, habría motivos para que tu ex hablara mal de mí y de Koji, si de por sí lo hace.
- Esa es una bruja, ya viste lo que le dijo al niño.
- Pues les he pedido a los trabajadores que no la dejen pasar, haga el escándalo que haga, sin la autorización de alguno de nosotros.
- Me gustaría que se borrara de manera definitiva de mi vida.
- Yo también quisiera que se hiciera humo de manera definitiva, ella es tan... pesada - se soltó y le acarició la mejilla con ternura - aunque entiendo que te persiga, eres tan hermoso.
- Pero a ella no le importo yo, le importa mi fortuna.
- Pues no creo que encuentre marido así como es, después de todo es tan fea.
- Y dices que no debo decir cosas malas de ella delante de Koji.
- Pero él está dormido - se trató de separar un poco - al menos eso creía.
- Tousa - lo abrazó con fuerza antes de volverse a Dúo - papá.
- ¿Quieres escuchar un cuento? - le dijo Heero.
- Tousa cuenta - dijo recostándose en el hombro de Dúo.
- Pero me dejas un ladito - le dijo empujándolo hacia el otro lado recostándose en el pecho de Dúo también.
- ¿Qué le vas a contar?
- Cierren sus hermosos ojos y escuchen - le dijo acariciando su rostro y luego los del niño - les contaré la historia de la bella y la bestia:
"Era una vez en un reino lejano, allí vivía un joven príncipe muy hermoso, pero era muy egoísta, en su reino no tenía cabida aquello que no fuera hermosos como él, así que cuando una harapienta mujer fue a pedirle alojamiento a cambio de una simple rosa, simplemente ordenó a sus guardias que la sacaran de allí. Ella, enfadada, se mostró como verdaderamente era y lo maldijo convirtiéndolo en una horrible bestia que se mantendría así hasta que encontrara el amor, sin embargo, para ello había un límite de tiempo, cuando cayera el último pétalo de la rosa al cumplir los 21 años sería así para siempre"
- Creo que yo sería la bestia - sonrió Dúo acariciándole la espalda.
- No interrumpas - lo miró a los ojos.
- Lo siento - se disculpó dándole un beso en la frente.
"De inmediato el castillo y todos sus habitantes cayeron bajo el mismo hechizo que atrapaba a su amo, cada uno se convirtió en aquella cosa o herramienta que utilizaba para cumplir sus labores y el palacio que hasta ese momento había sido el más hermoso, se volvió en el lugar más tétrico y horripilante jamás visto.
El joven príncipe se amargó al verse reflejado en los espejos de su palacio y los destruyó junto con todas las imágenes que mostraban su belleza anterior pues creía que era imposible que alguien lo amase con esa horrible apariencia que ahora tenía, aunque comprendía que era sólo su culpa"
- Tenía malas pulgas el tipo ¿eh?
- ¡Dúo! - lo volvió a regañar - así no voy a terminar nunca.
"Pasó el tiempo y el hermoso castillo fue olvidado por la gente y a poca distancia un pueblito comenzó a nacer, pero no había nadie que se aventurara a entrar al oscuro bosque que decían era habitado por fantasmas, nadie era lo bastante valiente... o tonto para ir a investigar.
Al pueblito llegó una familia, era un inventor con su hermosa hija, una chica muy inteligente y curiosa que no se sentía bien en el pueblo porque era muy distinta a las demás. Pero allí había un joven pretencioso que opacaba su belleza sin cerebro con su presumida forma de ser, a él le gustaba la chica, que se llamaba Bella, y la acosaba siempre que la veía, lo que había hecho que las chicas que lo pretendían la odiaran, aunque ella no le prestara atención.
El inventor preparaba un gran invento, algo que le haría rico y le permitiría darle a su hija una vida mucho mejor, pero la feria de inventores era en un pueblo lejano y se perdió en el camino llegando al castillo embrujado. Allí fue recibido atentamente por toda la servidumbre del castillo que por muchos años no había atendido a nadie, pero el amo del mismo se enfadó muchísimo y lo encerró en una mazmorra.
Bella se preocupó mucho por su padre al ver que el animal de tiro regresaba a casa y salió en su busca. Llegó a la puerta del castillo y entró pese a lo lúgubre que se veía. Subió lentamente por las escaleras hasta encontrar a su padre mirando todo a su alrededor, allí vio unos cuadros destrozados y espejos rotos, y cuando al fin lo encontró y lo liberó se encontró con el amo del lugar que lo liberó a cambio que ella se quedara allí.
El anciano inventor fue sacado del castillo y regresó al pueblo en busca de ayuda para su hija, pero todos lo tomaron por loco y él partió solo a tratar de rescatarla.
Mientras, Bella trataba con la Bestia y lentamente comenzó a darse cuenta que, pese a su horrible aspecto, allí había un ser necesitado de afecto y poco a poco se fue encariñando con él, para alegría de los habitantes del castillo, y se sintió contenta aunque a ratos echaba de menos a su padre. Una noche, la anterior al cumpleaños 21 de la Bestia, le pidió que la dejara ir, que su padre la necesitaba, y como él la amaba por encima de todas las cosas, la dejó partir aunque ello significara ser así para siempre"
- Pobrecito - susurró Dúo.
- Dúo, cállate - le dijo Heero sin mirar a Koji.
"Bella regresó al hogar y se encontró que su padre estaba enfermo y que lo querían declarar loco y encerrarlo. Ella se enfrentó con la gente diciéndoles que él no estaba loco, que la Bestia existía y que era una buena persona, pero el galán del pueblo sintió celos de él y dijo que él atacaría el pueblo y los devoraría, así que encerraron a Bella y a su padre en un sótano y fueron por la Bestia.
Bestia estaba muy triste por haber perdido su oportunidad de ser feliz y librarse de la maldición, así que cuando los sirvientes le avisaron que los atacaban, no hizo nada, se quedó allí llorando. Los sirvientes se armaron para defender su hogar, si su amo moría sería aún más imposible librarse de la maldición. Se ordenaron por todos lados y dejaron a los aldeanos entrar en el castillo atacándolos con lo que tenían. Sin embargo, el galán los esquivó y comenzó a subir a la torre donde la Bestia estaba llorando en silencio.
Mientras, Bella fue liberada por uno de los sirvientes del castillo que había llegado de polizón en su bolsa, y corrió a salvar a la Bestia, él la había cuidado mucho y el monstruo no era él sino el galán del pueblo. Ella corrió por el bosque y entró corriendo hacia la torre donde sabía estaba su amigo y alcanzó a hablarle cuando el cazador, arma en mano, iba contra él tratando de matarlo. La Bestia, se defendió como pudo sin herirlo y regresó con Bella tratando de sonreír, pero el malvado le enterró la daga en el costado hiriéndolo de muerte, sin embargo, al retroceder, resbaló y se cayó al vacío. Bella ayudó a Bestia a recostarse en su regazo mientras él le decía que no llorara, que ella era muy Bella para hacerlo. Bella no quería que se muriera y le dijo: "Bestia, te amo", pero él cerró lo ojos y dejó de respirar justo en el momento que la rosa perdía su último pétalo"
- Heero - intentó interrumpirlo Dúo.
- Déjame terminar - lo silenció.
"Pero una extraña luz rodeó a la Bestia que de inmediato comenzó a tomar una forma humana y volvió a ser aquel joven hermoso de antaño. Bella lo miraba asombrada y puso sus manos en su rostro entendiendo que era la misma persona a la que amaba, lo abrazó y le dio un dulce beso de amor, de inmediato el castillo recuperó su antiguo esplendor y sus habitantes se vieron liberados de la maldición mientras un gran arco iris se dibujaba en el cielo. La alegría regresó al lugar, el joven príncipe encontró el amor y aprendió una gran lección, la belleza no es valiosa si no va acompañada de la bondad. Fin"
- Hace rato que Koji está dormido - le dijo Dúo somnoliento.
- Me hubieses avisado - le dijo Heero.
- Me hiciste callar cuando lo intenté - le recordó - y me diste sueño a mí.
- Duérmete entonces - le dijo intentando enderezarse pero Dúo lo retuvo a su lado - ¿qué quieres ahora?
- ¿No vas a dormir con nosotros?
- Como quieras, pero me debes algo, recuérdalo.
- Ojalá y Koji quiera dormirse temprano - murmuró y se durmió.
Ciertamente Koji se había dormido temprano esa noche, pero Heero se había sentido mal toda la tarde y Dúo no se atrevió ni a proponerle que se acostaran juntos, Heero estaba molesto, pero no podía hacer nada, le dolía la parte baja de la espalda y le costaba estar de pie, menos sentado ¿cómo iba a hacer el amor con su Dúo en ese estado? Si que tenía mala suerte.
Dúo se sentó junta a él en la cama y le puso la mano en la frente, estaba preocupado, estaba muy pálido pero no tenía fiebre, no tenía ningún síntoma visible de enfermedad y no sabía qué hacer para ayudarlo.
- Llamaré un médico - le dijo al fin poniéndose de pie.
- No, no es nada serio - le dijo tratando de detenerlo, tenía una ligera sospecha de lo que se trataba - ya se me pasará.
- Pero, amorcito, estás todo adolorido.
- Necesito descansar - le dijo.
- Pero, Heero, estás mal, ese dolor no es natural, tal vez te dañaste la espalda haciendo alguna cosa - le dijo preocupado.
- ¡Quédate conmigo, por favor! - lo jaló hacia él.
- Está bien, pero si mañana te sigue doliendo, llamaré al médico te guste o no.
- Creo que deberías hablar con el arquitecto y poner una clínica también en el pueblo, sería bueno para todos que hubiera un médico residente y no que tuviéramos que enviar por él o ir a la cuidad cada vez que alguien se enferma u ocurre un accidente - le dijo esperando que se acostara a su lado - además, estando en mi habitación te aseguras que despertaré entre tus brazos ¿no te parece?
- Algo bueno que salga de todo esto - murmuró acostándose al fin.
Heero se acomodó en su hombro tratando de relajarse, al fin entendía por qué su madre siempre se quejaba del síndrome premenstrual, tal vez él no tuviera período con sangramiento, pero el médico le había advertido que sí habría fases dolorosas cada cierto tiempo y que desde allí podría sacar cuentas aproximadas de su período fértil. Tendría que buscarse un especialista, pero no la prima de su esposo, aquello no sería bueno. Se acomodó mejor y sintió el calor de la mano de Dúo en su espalda y al fin pudo relajarse y dormir.
La fiesta en la hacienda vecina era ¿cómo decirlo? Demasiado fastuosa para los ojos de Heero, y Dúo se sentía demasiado simple en medio de ella, pero lo que más le molestaba era que todos anduvieran como moscardones detrás de su esposo, ya era demasiado que le dijeran que tenía suerte y buen gusto, pero era demasiado que coquetearan descaradamente con él en su presencia.
- Pareces molesto, querido Dúo - le dijo una voz femenina a su espalda, una que él odiaba - pero deberías saber qué clase de chico tienes.
- Relena - dijo entre dientes.
- Ah, por supuesto, de seguro tú sólo conocías el lado bueno de tu amorcito ¿verdad?
- Cállate, bruja - le contestó y se acercó a su esposo.
- Dúo, querido - le sonrió Heero - le decía al Sr. Traize que tú eres un gran esposo y un magnífico "amigo" - le dijo rodeándole el cuello con los brazos - eres lo mejor que me pudo pasar.
- Yo digo lo mismo - dijo Dúo ruborizándose por sus palabras.
- Lástima que no te conocí primero - dijo el aristócrata - de haber sabido dónde estabas habría viajado a Japón antes.
- Le voy a volar los dientes - le dijo Dúo a Heero al oído.
- Ah, pero dudo que hubiese conseguido conquistarme con la misma facilidad que Dúo - le dijo el japonés ignorando a Dúo - mi esposo es una verdadera maravilla.
- Es porque no me has visto en acción.
- En acción mis puños - le dijo Dúo furioso al fin.
- Tranquilo, amor - le dijo Heero - el Sr. Traize bromea ¿verdad?
- Más le vale - lo tomó de la mano y se lo llevó - te dije que era un coqueto sin remedio, no me agrada la manera en que te mira.
-A mí tampoco - admitió - se supone que debería respetarme por ser tu esposo.
- Estos tipos no respetan nada - le dijo tomando una copa de la mesa - ya te darás cuenta de por qué el abuelo no quiso que me casara con alguno.
- Pero habría permitido que te casaras con la bruja - dijo aceptando la copa que Dúo le pasaba.
- Relena era un caso especial, ella es mujer y el abuelo creía que yo podría controlarla, pero ella sólo se hacía la dulce con el abuelo, yo la conozco bien - tomó otra copa - allá está con su hermano mayor, otro aristócrata europeo que compró tierras en América para dárselas de gran señor y rajadiablos.
- Khusrenada me lo presentó como Zech Marquize.
- Así se hace llamar aquí, pero su verdadero nombre es Miliardo Peacecraft, aunque en realidad no sé por qué no lleva el mismo apellido de su hermana.
- No me agrada ninguno de los dos - dijo Heero al fin - ¿por qué no mejor bailamos? Estoy un tanto aburrido de los coqueteos vanos y las palabras insulsas de esta gente.
- Como quieras - dejó ambas copas sobre la mesa y se fueron a la pista.
La música era bastante movida y comenzaron a bailar mirándose a los ojos tomándose de las manos a ratos moviéndose al compás sin darse cuenta que los demás los miraban atentamente, sus movimientos sensuales hacían soltar suspiros a hombres y mujeres por igual, pero los dos estaban tan centrados en el ritmo de la música que no lo notaron hasta que terminó y los aplaudieron.
- Espero que no te moleste si invito a tu esposo a bailar - le dijo Zech.
- Siempre que sea sólo para eso - le replicó molesto el trenzado mirando con malos ojos al rubio.
- Puedes bailar conmigo mientras - le dijo Traize.
- Así que ahora me vas a coquetear a mí - le dijo molesto.
- Anda, Dúo, no seas así, ya sé que contigo no sirven mis encantos.
- Y tampoco te van a servir con Heero - le dijo retirándose de la pista vigilando de reojo a su esposo - como tampoco al rubio insípido ese.
- Creo que eres demasiado egoísta, mi querido Dúo, no quieres compartir al hermoso chico te tienes por esposo con nadie, aunque te entiendo, si fuera mío no lo dejaría salir de mi habitación bajo ninguna circunstancia.
- Friégate - replicó fastidiado.
Heero volteó la mirada hacia su esposo y se sintió mal por él, Dúo y los empleados de su hacienda tenían razón, estos tipos no valían el esfuerzo de conocerlos y ya estaba cansado de frenar sus avances, así que se regresó con su esposo y se apoyó en su hombro fingiendo cansancio.
- ¿Nos vamos a casa? Estoy cansado.
- Claro, vamos - dijo Dúo entendiendo su estrategia )
- Pero aún es temprano, la noche es joven - dijo Traize intentando detenerlos.
- Ya van a ser las doce - dijo Heero fingiendo un bostezo.
- Ah, y la bella cenicienta puede perder su carroza ¿verdad?
- No soy cenicienta, soy uno de sus ratoncitos - le dijo sarcástico - vamos Dúo, Koji nos debe estar echando de menos.
- ¿Quién es Koji? - dijo Traize sorprendido.
- Nuestro hijo ¿o Relena no te lo dijo? - le dijo Dúo - Heero y yo tenemos un pequeño y está con Nany en casa, por eso no salimos mucho.
- Ella no nos dijo nada - dijo Zech asombrado - deberías habernos contado de tu joyita, Dúo, eres no solo eres esposo, sino un respetable padre de familia - el rubio le rodeó los hombros.
- Pero es mío - le dijo Heero separándolos - y nos esperan.
- Vamos - dijo Dúo divertido y salieron de la casa abrazados - que tipos más antipáticos ¿verdad?
- No me los des ni regalados ¿quieres? - dijo Heero subiendo al auto.
- De ninguna manera - asintió divertido sentándose a su lado encendiendo el motor - yo tampoco los quiero, no se los daría ni a mi peor enemigo.
Para Dúo la semana se le hizo un verdadero calvario, con la excusa de querer conocer a su hijo habían llegado todos sus vecinos a visitar su casa y a Heero, cosa que no lo hacía nada de feliz, ya que no sólo iban en los momentos que podían estar juntos, sino cuando él estaba trabajando y tenía que comerse los celos sin decir nada. Además, estaba el hecho que Koji no quería estarse en casa y quería acompañarlo a las faenas, pero Heero no lo permitía dado que en esos momentos andaban metidos entre los animales y le podían dar una patada o algo parecido.
Pero Heero tampoco estaba contento, la mayoría le decía cosas que preferiría escuchar de los labios de su esposo, lo invitaban a comer, a visitar sus casas, le hacían regalos a Koji y volvían a repetir que era hermoso, que Dúo tenía suerte, que había ganado un gran esposo ya que se notaba de lejos quien era el que llevaba las finanzas en la familia y eso sí terminó por fastidiar a Heero, su Dúo no era un inútil, simplemente los números no se daban con él y punto, pero se notaba que era un buen patrón.
- Lo único malo de todo es que él te haya conocido primero - dijo Zech.
- Si él no me hubiese conocido, yo no estaría aquí - le replicó y vio como Koji se subía sobre la mesa - No, te puedes caer - lo bajó - ¿quieres algo de aquí?
- Pastel - le dijo señalando un bollo con crema.
- No sé cómo aprendiste tan rápido el inglés y el japonés apenas y lo pronuncias.
- Eres un padre dedicado - señaló el rubio mirando al niño - debes querer mucho a Dúo como para tener un hijo que se le parezca tanto.
- Es mera coincidencia - le dijo Dúo entrando en la sala - hola, Koji Chan.
- Papá - sonrió y se arrojó a sus brazos.
- Espero que te hayas portado bien frente a las visitas - le dijo acariciando su cabeza - venga, vamos a bañarnos antes de cenar ¿te parece?
- Ok - le dijo feliz abrazándose a él.
- Dicen que la sangre tira - dijo el rubio - pero con esos.
- Son padre e hijo, no se le puede negar el parecido, aunque Dúo diga que no es cierto, sacó demasiado de él.
- Bueno, es mejor que me vaya, Traize se pondrá furioso cuando sepa que he estado aquí toda la tarde sin avisarle.
- ¿Hay algo entre ustedes? - le dijo Heero alzando una ceja.
- A mí me gustaría decir que sí, pero él... bueno, ya lo viste en acción, es así con cuanto chico nuevo se le para al frente, aunque normalmente vuelva conmigo sin haber logrado nada, pero ahora está encaprichado contigo y no me presta ni la más remota atención, por eso vine a verte, para fastidiarlo.
- Y fastidiar a Dúo, de paso ¿o me equivoco?
- Bueno, Traize anduvo un buen tiempo tratando de conquistar al trenzado, pero él era más seguro de si mismo de lo que este esperaba y se le escapó con eso que se comprometió con mi hermana, claro que yo sabía que no iban a llegar al matrimonio, Dúo no está tan loco como para caer en las garras de una viuda negra como ella, pero eso lo puso fuera de su alcance.
- ¿Es tu hermana y la llamas la Viuda Negra?
- Es un peligro público para los hombres ricos, su difunto esposo murió de una manera extraña y mucho se murmuró que ella tenía la culpa, claro, nada se pudo probar, pero yo no metería las manos al fuego por ella, es demasiado ambiciosa.
- Mm, me ha fastidiado demasiado últimamente como para no creerte - suspiró - incluso trató de poner a Koji en contra de la relación que mantenemos Dúo y yo.
- Bueno, intentaré hacer que desista de su empeño, aunque dudo que lo consiga, no hay en la región un chico más rico que él.
- Y dile a Traize que deje de intentar algo conmigo o le quitaré las ganas de la peor manera que se me pueda ocurrir.
- Le daré tu recado, aunque dudo que me crea - sonrió - y se pondrá celoso.
- Los celos de Dúo son los que me preocupan, Traize puede hacer lo que mejor le parezca con los suyos.
- ¿No me dirás que el trenzado loco es celoso?
- No quiero ni hacer la prueba, de por sí Koji es celoso, así que supongo que él lo es también, no quiero tener que lidiar con eso también.
- Bueno, despídeme de tus amores y espero que aceptes mi invitación a comer mañana.
- Sólo si Dúo me acompaña - le dijo acompañándolo a la puerta.
- Ah, pero de seguro él estará muy ocupado para acompañarte.
- Si él no puede ir, yo tampoco - le contestó - no salgo de casa sin él.
- Bueno, entonces llámame para avisarme si no vas.
- Dúo te llamará si es que vamos - le replicó despidiéndolo al fin.
Dúo estaba sentado en la cama, se había despertado al dejar de sentir el calor de su esposo a su lado, de seguro había regresado a su habitación como siempre lo hacía luego de hacer el amor. Debía de existir alguna de manera de convencerlo de quedarse con él toda la noche, además, así Koji nunca se iba a acostumbrar a verlos juntos.
Se volteó a su derecha y se fijó en que el cajón del velador estaba abierto, era el cajón donde estaban los preservativos, de seguro a Heero, que era quién los sacaba y tan deliciosamente se los colocaba, se le había olvidado cerrarlo, no quería que Koji, curioso como era, viniera y los sacara, así que lo cerró.
Apagó la luz y escuchó un fuerte ruido proveniente de la habitación del pequeño, así que volvió a encenderla y se puso la bata a la carrera y entró abriendo la puerta y se quedó helado al ver al niño sentado en un rincón abrazado del cuello de un Heero pálido como papel, que abrazaba a su hijo protectoramente mirando la ventana rota.
- Heero, Koji ¿están bien? - dijo agachándose hacia ellos y Heero le rodeó el cuello preocupado pero sin decirle nada - Vamos a mi habitación, aquí hace frío - lo ayudó a ponerse de pie con el niño aún entre sus brazos.
- Alguien entró en la habitación de Koji - le dijo Heero cuando al fin pudo volver a hablar - y quería matarlo, estoy seguro.
- Entonces, es mejor que llame a la policía - intentó salir de la alcoba.
- No, sea quién sea aún anda por aquí y podría hacerte daño - le dijo reteniéndolo por un brazo, Dúo lo miró entendiendo su temor y se sentó en la cama, podía usar su móvil para llamar - ¿qué haces?
- No podemos dejar las cosas como están, si los atacaron ahora, quién sabe si lo vuelvan a intentar de nuevo - le dijo - Con el Teniente Chang, por favor - le dijo a la mujer que le contestara del otro lado de la línea - Hola, amigo, perdona que te llame a esta hora.
- ¿Quién más que tú me iba a llamar a estas horas a mi casa y preguntar por el teniente Chang? - le replicó molesto.
- No seas tan mal genio, amigo mío - le dijo el trenzado - te llamo porque hace poco atacaron a mi hijo en su habitación y.
- ¿Cómo dices? - prácticamente le gritó.
- Como lo oyes, Heero dice haber visto a alguien, pero se fue antes que yo llegara, sin embargo no debe andar muy lejos.
- Quédate tranquilo, de inmediato conseguiré que te manden una patrulla y un par de detectives a investigar.
- Pero que sea pronto, no se vaya a escapar mientras tanto.
- Lo enviarán de inmediato - le colgó.
- Este chino ni se despide - gruñó apagando el aparato - bien, conseguí ayuda, así que mejor ahora se acuestan los dos conmigo.
- Pero tú debes estar cansado, nosotros podemos ir a mi habitación.
- Ni hablar - lo interrumpió - puede que el que intentó hacerle daño a Koji antes vaya allá y te haga quién sabe qué cosas, aquí estarán seguros.
- Gracias, Dúo - se acostó con Koji que no parecía ni haberse enterado de su atentado - espero no estarte dando demasiadas molestias.
- Oye, eres mi esposo, es mi deber protegerte hasta que la muerte nos separe, pero no quiero que ocurra tan pronto ¿de acuerdo?
- Está bien, pero ponte un pijama, no querrás que tu amigo te veas medio desnudo al llegar ¿verdad?
- Bueno - se sonrojó - suelo dormirme así - se disculpó y tomó el pijama de la almohada - además, no me gusta cambiarme al despertar por la mañana.
- Tal vez sea más rápido para levantarse, pero no quiero que otros vean lo que me pertenece ¿de acuerdo?
- Ok, no te pongas en ese plano - sonrió sacándose la bata para ponerse la camisa - Además, Wufei está felizmente casado y espera su primer hijo, jamás se fijaría en mí.
- Que sea lo que quiera, pero no sólo vendrá él a vernos - le recordó - creo que es mejor que bajemos juntos, Koji está dormido, pero no quiero dejarlo solo.
- Mejor lo bajamos con nosotros - asintió y tomó una de las frazadas de su cama y lo ayudó a envolverlo con ella - vamos.
Media hora más tarde llegaba la policía en dos patrullas y, mientras Wufei interrogaba a Heero, se dedicaron a investigar la casa y los alrededores por lo que todos los habitantes de la casa grande se despertaron y fueron a la biblioteca a averiguar qué pasaba.
- Ya se lo dije - dijo Heero molesto - yo fui a ver a mi hijo que dormía profundamente cuando vi una sombra que estaba de pie en la ventana del niño, iba a encender la luz cuando se rompió la ventana y el tipo se abalanzó contra la cama de mi hijo, a duras penas alcancé a sacarlo de allí y lo hice soltar el cuchillo que encontraron tirado en el suelo, botamos la lámpara de la mesa y Dúo llegó corriendo y el tipo huyó.
- Y yo no vi nada, sólo a Heero con el niño en sus brazos y la ventana rota, ya te lo dije - dijo el trenzado molesto.
- Cálmate, sólo quiero cerciorarme que entendí bien las cosas - le dijo.
- Pues eres un poco duro de mollera - le replicó bostezando.
- Pues te estás pareciendo al niño, estás de mal humor porque estás muerto de sueño - lo abrazó Heero contra él - creo que es hora que te duermas.
- ¡Tengo que preocuparme de ustedes!
- Cálmate, Maxwell, mis hombres han acordonado la zona, por lo menos por esta noche estarán a salvo, puedes dormirte si quieres.
- ¿Ves? - le acarició la cara Heero - vamos a descansar, ha sido una larga noche.
- Pero se quedan conmigo - le dijo en voz baja.
- Dejaré unos cuantos policías para cuidarlos el resto de la noche - le dijo - así estarán a salvo.
- Gracias, teniente Chang - le dijo Heero haciendo una leve reverencia mientras levantaba a su hijo que dormía como piedra - espero que encuentren al agresor.
- Vamos, Heero, tengo sueño - lo jaló Dúo y al poco rato los tres dormían en la cama matrimonial de Dúo.
El intento de ataque al pequeño Maxwell muy pronto se supo en todos lados y todo el mundo andaba de cuatro ojos con eso de ver cualquier posible extraño que se acercara al niño o al esposo del patrón con malas intenciones, así que las visitas eran restringidas, había un control en la entrada que avisaba a la casa grande cada vez que alguien venía y los vigilaban todo el trayecto, a algunos los divertía, pero a otros les molestaba sobremanera, decían que no podían pensar que creyeran que gente importante como ellos fueran capaces de atentar contra un bebé indefenso.
Pero habían pasado cinco días y no había una pista que los llevara al agresor, excepto que habían visto a Relena más furiosa que de costumbre cuando se enteró que el atentado había fallado, cosa que la puso en la mira de los detectives, aunque no hubiese bada más que una sospecha.
Era sábado cuando avisaron a la casa grande que había visitas, Heero preguntó quién era y le respondieron que el joven Winner y su novio, Heero ordenó que los dejaran pasar y mandó llamar a Dúo que estaba trabajando en el campo y había llevado a Koji a montar. Pero aún no estaban de regreso cuando se encontró con el primo de su esposo y su pareja.
- Perdonen la manera de recibirlos - les dijo al saludarlos - no hace una semana atacaron a Koji y todos se han sentido detectives intentando encontrar al agresor - se disculpó.
- No hay problema - le sonrió el rubio árabe - entiendo que cuiden mucho al hijo del patrón, mi gente siempre es así conmigo.
- Tú eres Trowa ¿verdad? - miró al joven más alto - sean bienvenidos, mi esposo y Koji andan vigilando la ordeña y aprovechando de montar, espero que regresen pronto, ya se les avisó de su presencia.
- No te apures, estaremos varios días - le dijo Quatre.
- Dúo nos dijo que te conoció poco más de dos años - le dijo Trowa - y tienes un hijo ¿qué edad tiene?
- Koji tiene un año cinco meses, pero es un niño muy avanzado.
- Me gustan mucho los niños - dijo Quatre - cuando Trowa y yo nos casemos al fin tendremos unos cinco.
- Antes quería una docena - dijo Trowa divertido.
- Aún puedo tenerlos si quiero - le dijo - seré yo quién se embarace.
- Mm, y quién sufra al tenerlos - dijo Heero mirando hacia la puerta.
- No me digas que tú también... - dijo mirando al niño que entró corriendo y abrazó a Heero feliz pero todo sucio.
- Koji Chan, ellos son tus tíos Quatre y Trowa - lo presentó mirándolo - ¿acaso se revolcaron con los cerditos?
- Papá cochino también - le señaló al trenzado que se sacudía la ropa afuera.
- ¿Qué les pasó? - le dijo a Dúo preocupado.
- Caímos caballo - le dijo al niño como si nada.
- Entonces, como castigo, los dos irán directamente a bañarse, en este mismo instante - miró a Dúo preocupado - ¿no te hiciste daño?
- Caímos en un charco - se encogió de hombros - hola. Chicos, perdonen que no los salude como se debe ahora, estoy hecho un asco, venga, vamos a bañarnos - le dijo a Koji tendiéndole la mano.
- Dos Maxwell de tomo y lomo - dijo Trowa divertido mientras subían por la escalera y se perdían de su vista - así que también eres uno de esos raros casos de hombre fértil, tú lo trajiste al mundo.
- Si - asintió - pero Dúo no se ha percatado de eso, es un despistado, Ilena le dijo que quería estudiar mi caso, pero él no entendió por qué, le he dicho que el niño se le parece mucho y dice que es pura coincidencia y cada vez que toco el tema del nacimiento de Koji, me sale con que no quiere saber nada de la tonta que nos rechazó.
- Es que somos casos muy especiales - dijo Quatre - se supone que se da un caso en varios millones, es difícil para él pensar en algo así.
- A mí me lo dijo su hermana cuando nos hicimos novios - le dijo Trowa - por eso su padre no se molestó con nuestra relación, de todas maneras tiene asegurada la descendencia por la línea masculina.
- ¿Y tu abuelo no lo sabía?
- El abuelo no aceptaba nada que viniera de mí - suspiró - solía decir que me parecía demasiado a mi padre, que era demasiado tranquilo para ser un Maxwell.
- Vengan, mejor les muestro sus habitaciones, esos dos se van a tardar un buen rato en estar listos, en el baño, juntos, suelen tardarse horas.
- Veo que ya les conoces las mañas - le dijo Trowa siguiéndolo.
Después de comer Quatre se llevó a Koji al jardín y se puso a jugar con él , al poco rato Trowa se les unió haciendo reír al pequeño con sus acrobacias y morisquetas, le encantaba al niño estar con Quatre tío y Trowa tío, pero a Dúo no le agradaba verlo así con ellos, era tan fácil quererlo, lo admitía, pero que se dejara querer así le dolía, a ellos les permitía cariño, en cambio con él y con Heero era una peste con patas.
- Oye, Dúo - le dijo Heero sentándose a su lado - ¿te pasa algo?
- Es que Koji jamás es así con nosotros.
- Es lógico - le tomó la mano - Koji no siente que le vayan a arrebatar tu amor o el mío, es amor que para él no tiene relevancia ¿ves?
- Es demasiado complicado para mí.
- Oye¿tú has pensado cuantos hijos te gustaría tener? - le dijo de improviso.
- Siempre he sabido que soy gay - le respondió - así que hace mucho descarté los hijos de mi vida.
- Sí, pero supongo que te gustaría tenerlos ¿o no?
- Con Koji me basta - le dijo poniéndose de pie - ¿o me vas a decir que tienes otro hijo?
- ¿Por qué te pones en ese plano?
- ¿Por qué me preguntas esas tonterías? - replicó sin responderle.
- Sólo lo decía porque Quatre quiere tener cinco hijos, pensé que tal vez tu tuvieras deseos de tener más hijos.
- Yo jamás te sería infiel - lo cortó y se marchó molesto.
Heero lo miró molesto también, estaba cansado de tratar de tocar el tema de su fertilidad sin asustarlo, pero Dúo no lo dejaba, era como si pusiera un muro entre ellos cada vez que hablaba de hijos, diablos, si no le explicaba aquello pronto, se daría cuenta de la peor manera del motivo por el que usaban preservativos.
- ¿Papá? - le dijo Koji al verlo solo.
- Se enojó - dijo suspirando - tiene demasiado mal genio.
- Tiene sueño - aseveró Koji convencido.
- Seguramente, pero no por eso se va a desquitar conmigo.
- Tousa malo - le dijo - no cuida papá.
- Tu papá es el malo - se defendió - yo solo intentaba decirle algo.
- Dúo es un cabeza dura - le dijo Quatre - ya se calmará.
- Sólo espero que no se tarde demasiado en recapacitar - suspiró.
Heero había decidido ir a la fiesta de la ciudad por el aniversario y había hecho que Dúo, Quatre y Trowa lo acompañaran, no era que le empezaran a gustar las fiestas, pero era que no quería que los creyeran cobardes como para dejar al niño solo en la casa, además, Koji estaba bien cuidado, con quince personas pendientes de él iba a ser muy difícil que le pudieran hacer algo.
- Espero que esta vez respeten la propiedad privada - dijo Dúo molesto.
- ¿Propiedad privada? - repitió Quatre divertido.
- Heero es muy bien cotizado y le coquetean descaradamente, aunque yo esté presente, en especial Traize y Zech.
- Y yo que pensaba que ese tipo estaba enamorado de ti.
- Dúo, ya te dije que no tengo interés en él - le dijo Heero - ni en Zech, él solo lo hace para provocar a Traize.
- Y de paso provocarme a mí también - gruñó.
- Eres demasiado posesivo, Dúo - lo regañó.
Al primero que se te acerque con malas intenciones le voy a sacar los ojos.
- Eres más testarudo que Koji - suspiró - solo espero que puedas controlar tus impulsos asesinos, no quiero terminar la noche en la comisaría intentando explicar que mi esposo se haya vuelto asesino.
- No voy a matar a nadie - le replicó.
- Eso espero - le sonrió y miró a Trowa - pareces molesto.
- Lo estoy, a mi Quatre también lo acosan siempre - le dijo mirando al rubio que se sonrojó - y es molesto andar apartando a los moscardones.
- Al menos alguien que me entienda.
- Pero supongo que a Trowa le basta una mirada asesina para espantarlos.
- Pero no siempre le resulta - dijo Quatre divertido - la última fiesta a la que fuimos Trowa le tumbó los dientes a un duque francés de un golpe y tuve que pagar una fuerte suma para sacarlo de la cárcel y el arreglo de los dientes.
- El tipo salió ganando, le arreglaste los dientes con el mejor dentista de Francia.
- Heero no me dejó tumbarle los dientes a Traize.
- Si yo me hubiese dado cuenta de sus intenciones, también lo habría detenido.
- Ya llegamos, y no quiero que me montes una escena de celos ¿de acuerdo?
- Lo voy a intentar, pero no te prometo nada - le dijo Dúo.
- Completamente de acuerdo - dijo Trowa mirando al trenzado.
- Ni que fueran ellos los primos - dijo Quatre resoplando.
Pero tal como había presentido Dúo, Heero y Quatre habían sido el centro de atención de la fiesta, todos querían bailar con ellos, por más que dijeran que estaban acompañados, y tampoco dejaban de coquetearles, pese a las miradas asesinas de sus respectivas parejas, por allí más de algún manilargo estuvo a punto de ganarse un buen golpe, pero nada pasó a mayores. Sin embargo, pasada ya la media noche, había algunos pasados de copas que se pusieron pesados de más y terminaron sentados en el suelo.
- Que haya gente que no entienda - dijo Trowa molesto sentado en una mesa con Quatre pegado a su costado con las cadenas de sus brazos.
- Están bebidos - los disculpó Quatre mirando a Heero que vigilaba a Dúo que bailaba más allá con Traize - parece que ahora eres tú el celoso - señaló.
- Zech me dijo que Traize le había hecho empeño a mi trenzado en el pasado y también está medio ebrio y no quiero que se lo vaya a "robar" como me insinuó hace un rato ¿quién se cree que es?
- Pues ve por él - le dijo Trowa atrayendo todavía más a Quatre.
Heero se puso de pie y se acercó al aristócrata que intentaba besar a su trenzado. Molesto, los separó de golpe y el trigueño fue a caer en los brazos de Zech, que tampoco estaba nada de contento ya que lo jaló con fuerza y se lo llevó casi a la rastra hacia su propia mesa.
- Je, Zech si que iba a pegarme - le dijo Dúo divertido - ya me veía sin los dientes en un dentista pretendiendo hacerme un injerto y yo sin poderme quitar de encima al pegote ese.
- Pues yo estaba más que dispuesto a borrarle esa sonrisa sobradora de un buen golpe - dijo Heero abrazándolo - creo que mejor nos vamos a casa, ya estoy harto de todo esto ¿las fiestas son todas iguales aquí?
- Las de la "alta" sociedad, sí - asintió apoyándose en su hombro - prefiero nuestras fiestas privadas.
- Bueno, Quatre está medio dormido ya ¿regresamos a casa?
- Completamente de acuerdo - dijo Dúo - seguiremos la fiesta sin público.
- Tipo celoso - dijo Heero, pero salieron del salón y se subieron al vehículo partiendo rumbo al rancho - Dúo, no te duermas - le advirtió, pero ya era tarde, estaba dormido apoyado en su hombro - te voy a matar.
- Así que Quatre no es el único en la familia que tiene esa bendita costumbre - le dijo Trowa - siempre se duerme cuando más ganas tengo.
- Dúo se quedó dormido en nuestra noche de bodas - le dijo.
- Debe venirles en los genes de los Maxwell, para Navidad, estando yo todo alborotado, Quatre se quedó dormido, pese a toda su excitación.
- Pero después me desquité con creces, sólo que él no está muy contento de usar preservativo, pero no estoy muy seguro aún de cuando estoy fértil.
- Tampoco Quatre, yo también tengo cuidado, pero estoy cansándome de esperar que su hermana doctora nos dé el pase para casarnos, desgraciadamente tengo que esperar que Quatre cumpla 21 años y sólo tiene 20.
- Ya les falta menos, ten un poco de paciencia. Además, igual pueden hacer vida matrimonial ¿no?
- Desde que nos comprometimos hace cuatro años - asintió.
- Tú conociste al abuelo de Dúo ¿verdad? - el latino asintió - ¿me puedes decir cómo era? - lo miró por el espejo.
- El abuelo Maxwell se parecía mucho a Dúo, era un tipo muy fácil de querer pero complicado de conocer, a ratos parecía querer mucho a Quatre y en otros, los trataba como si fuera la peor de sus maldiciones, creo que a mí me respetaba porque era capaz de enfrentarlo sin temblar, pero Quatre siempre fue un chico consentido, por ser el menor de todos y el único varón de una familia numerosa... y yo tengo en parte la culpa también, yo lo he protegido mucho desde que lo conocí - sonrió - y no suelo contarle a nadie de estas cosas.
- Supongo que es porque yo no tuve que sobrellevarlo - dijo deteniendo el auto frente a la casa - pero Dúo también es muy cambiante, aún así lo amo y le daré más hijos un día de estos.
- Tendrás que hablarle de tu fertilidad primero.
- Y que cambie de colonia, mira que la pasé mal durante el embarazo de Koji, ciertos olores me hacían volver el estómago de golpe.
- Tal ves deba decirle a Quatre que se embarace para que nos veamos obligados a casarnos, así ya no podrían evitar lo inevitable.
Dúo se despertó cómodamente acurrucado con un delicioso calorcito rodeándole la espalda desnuda ¿desnuda? Se quedó dormido en el auto, según recordó, así que Heero debió llevarlo a su cuarto y se quedó con él en venganza por arruinarle la fiesta privada que iban a tener. Se movió para mirarlo un poco pero Heero lo dio vuelta y lo dejó de espaldas sobre el colchón con las manos sobre la cabeza y todo él sobre su cuerpo.
- ¿Qué haces? - le dijo preocupado mirando cómo le ataba las manos a la cabecera - ¿no pretenderás?
- Medio difícil, porque espero contar con tu colaboración - le dio un beso en los labios y terminó de sujetarlo.
- Pero ¿no sería mejor si me soltaras?
- Es mi venganza por quedarte dormido sin cumplir tus promesas.
- No lo hice intencionalmente - se defendió.
- Intencional o no, te dormiste otra vez y voy a cobrármela.
- Pero no así - le suplicó intentando safarse, pero Heero lo había amarrado bien.
- No te muevas tanto, vas a apretar los nudos - lo besó de nuevo - lo disfrutarás.
Dúo se le quedó viendo mientras Heero abría el cajón de los preservativos, no le gustaba estar abajo, pero alguna vez debería estarlo ¿no? Pero nada más lejos de las intenciones de Heero, simplemente los dejó de lado y comenzó a besarlo por la cara, el cuello, el pecho, lenta y minuciosamente, mordiendo levemente, acariciando con su lengua chupando y dejando la piel enrojecida, dejando u reguero de besos por la piel que parecía de fuego con cada roce. Lentamente comenzó a bajar, se detuvo en el pezón de su derecha y se entretuvo torturándolo mientras Dúo se retorcía de placer, luego se deslizó hacia el otro arrastrando la lengua dejando un sendero húmedo pero que parecía lava candente en la piel del trenzado que respiraba cada vez más agitado. Luego comenzó a bajar lentamente, viajando de un costado a otro acariciando con sus labios toda la piel hasta llegar al ombligo donde introdujo seductoramente su lengua. Mientras, sus manos habían llegado al orgulloso y se dedicaban a torturarlo sin darle caricias más firmes, Dúo sentía que no podía más, pero Heero se seguía entreteniendo en acariciar las zonas aledañas sin querer tocar su parte más sensible.
- ¡Heero! - gimió desesperado queriendo atraparlo y sin lograrlo.
- Tranquilo, amor, tenemos tiempo - le sonrió y bajó la cabeza tomando con firmeza su miembro entre sus dedos pero sin frotarlo y comenzó a acariciarle la cara interna de los muslos.
Pero Dúo ya no podía más y comenzó a respirar de una manera extraña. Heero escuchó el silbido de su pecho y se detuvo preocupado.
- ¡Heero malo! - lloriqueó Dúo recobrando la respiración.
- Me asustaste - le dijo y volvió a lo suyo tomando esta vez el miembro entre sus labios comenzando a acariciarlo de arriba abajo chupando y arrastrando con los dientes la piel sensible pasando la lengua suavemente por la punta.
- ¡Heero... voy... a acabar! - gimió desesperado y Heero se detuvo de inmediato poniéndole el preservativo - ¿qué... haces? - dijo sin aire pero más calmado.
- No lo quiero así - se sentó sobre sus caderas y lo hizo penetrarlo - mm, me gusta tenerte dentro - se inclinó y le atrapó los labios - vamos - dijo subiendo hasta casi sacarlo de su interior para volver a bajar luego hasta golpear su trasero contra los testículos de Dúo - ¡ah! - gimió extasiado.
- ¡Heero! - gimió Dúo a su vez sintiendo como Heero cabalgaba sobre él llevándolo a la gloria, pero sintiéndose impotente de participar más allá de eso.
- Dúo... malo... no... se... vuelve... a dormir... sin... hacerme... el amor - le dijo Heero con voz entre cortada - o la... próxima... vez... me doy... placer... solo.
- Dúo... no... vuelve... a dormirse - le dijo de la misma manera - palabra... de... Maxwell.
Pero a cada arremetida Heero sentía más necesidad que el trenzado participara, así que se detuvo un poco y le soltó las manos. Dúo, ni lento ni perezoso, de inmediato tomó el control y lo puso debajo de él y comenzó a moverse lentamente entrando y saliendo de Heero mientras sus manos tomaban el miembro de Heero necesitado de atención frotándolo con la misma intensidad de sus embestidas que comenzaron a aumentar de velocidad poco a poco haciéndose cada vez más violentas y rápidas hasta que ambos sintieron que no podían detenerlo más y acabaron en un mar de sensaciones sin nombre y con fuegos artificiales a su alrededor mientras luchaban por recuperar la respiración.
- Sabes a gloria - le dijo Dúo saliéndose de él - te quiero.
- Me gustaría que me lo hicieras de nuevo - le dijo coqueto abrazándolo.
- Bien, estoy listo - le sonrió y volvió a la carga.
Dúo estaba contento al fin, Heero había accedido a compartir la habitación con la condición que no se durmiera sin hacerle el amor por lo menos una vez por noche, cosa que lo tenía verdaderamente contento, no era tan difícil guardar un reto de energía para hacerle cariño a su amado. Claro que seguían teniendo problemas con Koji, no le gustaba verlos juntos, pero ya no hacía berrinches cuando ellos se tomaban de la mano.
Quatre y Trowa se habían ido a Bahamas a revisar la construcción de un nuevo hotel de las empresas Winner y los habían invitado a ir con ellos, pero Heero les dijo que más adelante porque primeo debían solucionar otros problemillas. Trowa se sonrió cuando le cerró un ojo y le dijo al oído que Quatre había accedido a embarazarse para acelerar el matrimonio y que esperaba que se decidiera pronto a decírselo a Dúo para que no tuviera problemas luego. Heero se sonrió y asintió, claro que Dúo se había puesto celoso.
Heero andaba en esos momentos fuera de casa, los negocios lo habían forzado a viajar a Boston parra arreglar algunas cosas, Dúo hubiese querido ir con él, pero no podía dejar el rancho solo y Koji estaba demasiado entusiasmado con los potrillos como para sacarlo de casa, así que viajó solo.
Dúo estaba revisando la correspondencia del rancho en la biblioteca mientras Koji, extrañamente ya, dormía la siesta muy tranquilo, cuando un sobre amarillo le llamó la atención, la letra era femenina y estaba dirigida a su Heero. Leyó el remitente y notó que venía de Japón, de una tal Sally Poe y no le gustó ¿quién era ella que se atrevía a escribirle a su casa a su esposo¿Sería acaso la madre de Koji que había averiguado que ahora era un exitoso hombre de negocios y le pedía dinero? Y los celos comenzaron a comérselo de nuevo, nunca quiso saber nada de ella, no era tan importante si no la conocía, pero ella ahora lo buscaba ¿y si ella era capaz de quitarle el amor de Heero de nuevo prometiéndole otro hijo? Después de todo Heero le había estado hablando de tener más hijos y ella sís se los podía dar ¿no? Dejó la carta a un lado y subió a su habitación en silencio, dolía demasiado saber que había estado viviendo una fantasía que podía romperse en cualquier momento. Sabía desde que vio al pequeño que Heero era bisexual, pero había esperado que una vez casados fuera en exclusiva suyo, sin pensar que siempre habría un recuerdo del pasado, que a Koji jamás lo podría odiar pese a ser el recuerdo de un amor que no había sido suyo. Se desvistió y entró en la ducha abriendo los grifos, el ruido del agua ocultaría sus sollozos y el agua taparía sus lágrimas.
- ¡Heero! - dijo golpeando los azulejos de la pared hasta hacerse daño en los nudillos y se dejó caer al suelo llorando - ¡no me dejes, por favor! - gritó, pero su voz fue ahogada por sus sollozos.
Heero había conseguido cerrar un buen negocio en Boston, aquellos abogados pensaban que se lo podrían comer, pero él era más astuto y los dejó ahorcarse con su propia cuerda, así que había terminado ganando. Además, había visitado al fin a un especialista y había descubierto como calcular a ciencia cierta sus períodos fértiles, ya no serían tan necesarios los preservativos, sería una gran noticia para Dúo, que se quejaba de querer sentirse realmente su dueño acabando en sus entrañas. Se bajó del avión y se despidió del piloto luego de bajar su equipaje y el regalo que le traía a su hijo.
Al legar a la casa descubrió que Kojki dormía voluntariamente la siesta y que Dúo estaba tomando un baño, así que subió a la habitación que ahora compartían, iba a ayudar a Dúo a bañarse, pero extrañamente Dúo le había puesto seguro a la puerta y no pudo entrar. Molesto por su sorpresa arruinada, bajó a la biblioteca y vio sobre la mesa junto al resto de la correspondencia del rancho una carta con un matasellos japonés. La levantó y sonrió al reconocer la letra de la doctora Sally Poe, ella lo había ayudado a traer al mundo a su hijo. La abrió y la leyó con calma, ella le decía que debía visitar un especialista y que llevara también a Koji, no fuera a ser que el pequeño hubiese heredado, aunque fuese difícil, su capacidad de ser fecundado. Además, le recordaba que debía hacerse un chequeo completo ya que no se lo había hecho antes de salir de Japón.
- Mm. Tal vez debiera llamarla - miró la carta una vez más antes de tomar el teléfono y marcar - espero que Dúo no se entere de esta llamada, de nada se pone celoso - del otro lado le contestaron en japonés y pidió hablar con la doctora.
- Habla la doctora Poe - le dijo la mujer,
- Hola, Sally, tanto tiempo - le dijo Heero recostándose en el sillón.
- Si, Heero, ya pensaba que te habías muerto - bromeó.
- He estado un poco ocupado, mi hijo, mi esposo y los negocios no me dejan mucho tiempo, pero ya encontré un especialista - siguió hablando en japonés sin notar que Dúo estaba parado en el marco de la puerta - ¿en serio crees que Koji pueda haber heredado aquello de mí?
- Existen pocas posibilidades de que sea así, pero es mejor asegurarse ahora y no que lo descubra como lo hiciste tú.
- Tendría que viajar con Koji, lo que no es fácil teniendo en cuenta lo apegado que está a Dúo - suspiró - a veces pienso que lo quiere más que a mí.
- Es su padre, después de todo, y seguramente él lo consiente más que tú.
- Supongo que es verdad, hasta le enseñó a montar y se mete al barro con él a jugar y luego lo baña cuando los regaño.
- Eres una madre demasiado protectora, creo que el niño, pese a su asma, no es de cristal, debes dejarlo llevar una vida de niño normal.
- Eso debieron decírselo a mi padre cuando yo era niño - suspiró - de cualquier nada estaba en el médico.
- Por lo mismo deberías evitar ser igual a tu padre.
- Tienes razón, nunca me gustó como me trataba mi padre y vengo y hago lo mismo con mi hijo - se enderezó y vio a Dúo de pie en el marco de la puerta - ¿Dúo? - lo miró y lo vio darse media vuelta - te llamaré otro día ¿de acuerdo? Creo que voy a tener problemas con mi esposo.
- Está bien, pero como a esta hora, cuando se ha terminado mi turno.
- Claro, adiós - se despidió y colgó para ir por Dúo.
Dúo entró en la caballeriza en silencio y le puso la montura a su caballo negro, le dolía demasiado saber que aquella mujer tenía tanto poder sobre su esposo, no podía soportarlo, quizás si se alejaba un poco de ellos pudiera controlar el dolor que se enraizaba en su alma intentando destrozarla. Sacó al animal de su casilla y lo montó partiendo rumbo a los cuarteles de invierno que estaban vacíos ya, allí encontraría el silencio y la soledad que necesitaba para llorar. Picó los íjares de su animal y se echó a correr a galope tendido sin notar que Heero aparecía por el costado de la caballeriza.
- ¡Dúo, espera! - lo llamó, pero Dúo se alejó a toda velocidad.
Dúo dejó que las lágrimas corrieran por su rostro libremente, el viento soplaba sobre su rostro llevándoselas, pero nuevas ocupaban su lugar de manera instantánea, no podía ni quería detenerlas.
El animal siguió su loca carrera cruzando el estero sin que el trenzado notara que su cauce era mayor del normal, simplemente quería encontrar un sitio donde esconderse a llorar y no salir jamás, al menos no hasta que se pasara la tormenta que arreciaba en su pecho, hasta que el dolor fuera menos y más soportable, cuando al fin pudiera aceptar que Heero no era en exclusiva suyo y que había alguien más que había sido dueña de su corazón.
- ¡No, no quiero, Heero es mío! - dijo llorando con más ganas - ¡sólo mío!
Y comenzó a subir la colina hasta llegar hasta los cuarteles de invierno. De una patada abrió el portón y entró con todo y animal, desmontó y lo amarró en una de las estacas bajo techo, cerró la puerta y caminó lentamente hacia el fondo, allí no había recuerdos de su Heero, después de todo él no iba allá desde el día de su boda y nunca habían estado juntos.
- Heero, yo te amo - dijo llorando y se sentó entre la paja - no me dejes, ella los rechazó, ya no tiene derecho a pedirles que regresen con ella - y dejó que los sollozos le robaran el aliento hasta cansarse.
Heero miraba angustiado como Dúo se perdía en la distancia, podría jurar que lloraba mientras corría, pero no le dejó explicarle lo que había escuchado, pero lo que más le preocupaba era el color del cielo, hacia el norte se veía una gran mancha blanca hacia el norte y hacia el sur todo comenzaba a ponerse negro, presagio de una gran tormenta, quizás imitando la que estaba en el alma de su esposo. Era una estupidez, pero Dúo nunca le había dejado explicarle las cosas, simplemente había asumido como debían serlas y se había quedado sufriendo con eso dentro. Quizás él había visto la carta de la doctora y había sacado sus propias conclusiones, las que se habían visto reafirmadas por lo que escuchó de su conversación con ella.
- Patrón, los del centro meteorológico nos llaman - le dijo Peter preocupado - dicen que se viene gestando una gran tormenta eléctrica y que tengamos cuidado con las represas dado que aumentarán los cauces en los ríos y esteros.
- Abran las compuertas menores - ordenó volviendo hacia la casa - Joe, ve que los animales estén bien encerrados, las tormentas eléctricas los ponen nerviosos.
- Sí, patrón - le dijo y salió corriendo hacia los corrales.
Koji miró a su Tousa adormilado y se abrazó su pierna con fuerza. Heero se agachó hacia él y lo levantó en sus brazos para regresar adentro mientras el pequeño apoyaba su cabeza en su hombro con una manito en la boca.
- ¿Papá? - le preguntó aún medio dormido.
- Salió - suspiró, no podía decirle al niño que lo había visto llorar - espero que esté en un lugar seguro, no se vaya a resfriar si lo pilla la lluvia.
- Búscalo - le ordenó el niño - papá en casa, no lluvia.
- Peter - llamó y vio que estaba en la radio - Dúo partió rumbo al estero ¿a dónde crees que haya ido?
- Del otro lado del estero están los cuarteles de invierno, patrón, quizás fue allá.
- ¿No será peligroso? - dijo pensativo - cuando ocurrió la tormenta en enero cayeron rayos por todos lados y tuvimos tres grandes focos de incendio, medio pueblo quedó destruido, no quiero ni pensar que será del pueblo ahora si pasa lo mismo - suspiró - ¿puedes comunicarte con Dúo?
- Lo siento, patrón, cuando bajamos los animales de los cuarteles bajamos el equipo de radio por órdenes del patrón, dijo que se podían oxidar si se quedaban allí sin uso.
- Voy a tener que irlo a buscar, entonces.
- Pero, patrón, usted mismo ordenó que abriéramos las compuertas menores de le represa, en estos momentos el estero tiene más cauce del natural y sería casi imposible cruzarlo, y vadearlo significa recorrer un camino de dos horas de ida y dos de vuelta, el señor Maxwell estará seguro allá hasta que se pase la tormenta.
- No me gusta que esté solo allá - dijo yendo a la cocina con Koji que lo miraba preocupado - tu papá es una cabeza hueca, mira que salirse así cuando el clima está tan malo.
- Papá loco - le dijo el niño.
- Si, está bien loco - aceptó dejando al niño en su silla en la cocina - Nany, quiero que me prepares un termo con café caliente, voy a arreglarme para ir por Dúo a los cuarteles de invierno.
- ¿Qué hace el joven allí si no hay animales? - le dijo la mujer.
- No tengo tiempo de explicárselo, corre peligro y no tengo tiempo que perder, si se desata la tormenta antes que llegue allí seré yo quien corra peligro.
- Bueno, yo me encargo del niño - dijo la mujer comenzando a preparar lo solicitado mientras Heero subía a cambiarse. Se puso una abrigo grueso, tomó el de Dúo, porque de seguro su trenzado loco andaba solo con suéter, una frazada y volvió a la cocina a recoger el termo - tenga cuidado, joven Heero.
- Lo tendré, pórtate bien, Koji, voy por tu papá - le dio un beso en la frente y salió de la casa contra las recomendaciones de los capataces.
El camino había sido difícil, la tormenta amenazaba cada vez más con caer, pero se quedaba en eso, así que llegó en menos tiempo a los cuarteles de invierno. Claro que había sido más precavido que Dúo, había tomado un radio trasmisor en caso de necesidad.
Entró en los establos y vio al animal amarrado en una cerca bajo techo comiendo alfalfa tranquilamente, pero de su jinete no había ni luces ¿dónde estaba el trenzado loco ese? Se acercó al animal y este movió la cabeza a modo de saludo.
- Hola, Shinigami - le acarició la cabeza - de casualidad ¿sabes dónde está tu dueño? - el animal pareció asentir y le señaló con la cabeza el interior de los establos - gracias - le dio una suave palmada en la cabeza y entró.
Pero había comenzado a oscurecerse cada vez más y no veía el camino, así que tuvo que volver al vehículo, ponerlo a resguardo y sacar una linterna junto con la chaquete del americano. Avanzó en silencio, no quería que intentara esconderse de él sin haber hablado antes, pero no se veía por ningún lado.
- ¡Dúo, dónde estás! - lo llamó pero este no le respondía - ¡anda, sal, que se nos viene una tormenta encima!
Dúo lo veía a contra luz, no quería que Heero lo viera en ese estado, no quería mostrarle que era débil, que no era capaz de soportar el dolor, por lo mismo se mantenía oculto entre los pocos fardos de alfalfa que quedaban allí, sólo que sabía que pronto comenzaría a estornudar a causa de la misma.
- Dúo, Sally no es lo que piensas - dijo Heero al fin cansado de jugar a las escondidas - ella no es la madre de Koji, es la matrona que lo trajo al mundo.
- ¿En serio? - respondió al fin tratando que la voz no le temblara.
- Por supuesto que no - le respondió iluminando hacia donde creía escuchaba la voz - Sally es 10 años mayor que nosotros, es especialista en embarazos especiales, como fue el de Koji.
- Entonces ¿no me vas a abandonar y llevarte a Koji?
- ¿Cómo se te pudo ocurrir tamaña idiotez? - le dijo encontrándolo al fin y sentándose a su lado mientras le ponía la chaqueta sobre los hombros - Ni Koji ni yo te vamos a abandonar, ella sólo me decía que llevara a un chequeo a Koji, nada más - lo atrajo hacia su pecho.
- Entonces ¿quién es la madre de Koji? - dejó salir al fin la pregunta que tanto lo había hecho sufrir desde que conociera al niño.
- Yo - contestó levantándole el mentón y mirándolo a los ojos.
- ¿Cómo? - lo miró totalmente sorprendido.
Continuará...
Lo sé, lo dejó en lo mejor, pero he decidido que el siguiente sea el final, creo que Heero ya se canso de tratar de hacerlo sacar las conclusiones correctas y he abusado ya bastante del despiste de Dúo en la historia. En fin, dijo lo mejor para el final y espero que les haya gustado el lemon, poquito pero bueno.
Ah, Gran Señor y Rajadiablos es una expresión muy chilena pero muy antigua que se usaba para señalar a los grandes patrones que eran muy mujeriegos y jaraneros, también es una novela muy buena que leí de Eduardo Barrios que me gustó mucho (P se las recomiendo), que ilustra muy bien a algunos terratenientes que aquí puse.
Gracias por los comentarios y espero que me muchos den más aún D.
Shio Chang.
Ah, el fic es de Dúo y Heero, por eso Quatre y Trowa sólo aparecen de refilón, como Wufei y algunos otros.
