Aquí va el gran final, espero que les guste tanto como el resto y que no me pidan un epílogo, aún debo terminar otros dos fics (mi faraón y de lo que sería capaz por ti), así que voy a juntar las ideas de los últimos dos capítulos en uno, así que creo que este será algo largo en comparación con los anteriores.
Se los dedico a todos los que me han dejado comentarios, no les nombro porque son demasiado y no quisiera olvidar a alguien.
Aquí va el capítulo.
Nuestro hijo, nuestra alegría.Dúo seguía mirando asombrado a Heero con la boca totalmente abierta sin que su mente pudiera asimilar lo que su esposo le había dicho, le parecía que era una soberana tontería, parecía una broma de muy mal gusto, pero su Heero no era aficionado a ellas, al contrario, a veces era un tipo demasiado serio.
- No te entiendo – dijo cuando al fin pudo hablar.
- ¿Recuerdas en lo que se especializa tu prima Ilena? – le dijo intentando aún que dedujera por su cuenta.
- En casos especiales de embarazos – replicó sin entender aún.
- ¡Gr! – lo miró molesto, Dúo era un caso serio – en casos de embarazos en varones, en jóvenes que son prácticamente hermafroditas – le informó y se apuntó – y resulta que yo soy uno de esos casos ¿Por qué crees que quería estudiarme?
- Mi prima es un poco extraña – se defendió levantando la mirada.
Afuera, la lluvia comenzaba a caer intensamente formando pequeños riachuelos que bajaban la colina pero ninguno de ellos parecía escucharla, simplemente se miraban a los ojos intensamente, en los violetas había total confusión, realmente quería creer lo que Heero le decía, pero en su mente no podía asimilarlo, en cambio en los cobaltos había seguridad y amor.
- Entonces, razona ¿por qué los preservativos si el médico nos dijo que estabas en perfectas condiciones? – le atrapó el mentón con una mano para que lo mirara a los ojos – Sally te puede comprobar que es verdad lo que te digo ya que ella me atendió cuando nació Koji. Además, yo no sé con certeza cuando estoy en mis períodos fértiles, sólo cuando está acabando puedo hacer un cálculo aproximado del siguiente, pero no son muy regulares que digamos – le besó los labios.
- Me cuesta tanto creerte, pero voy a intentarlo – suspiró y sonrió abrazándose a él con fuerza – aunque hay otras maneras de probarlo mientras la volvemos a ver ¿no te parece? – trató de sacarle la camisa de los pantalones.
- No seas tonto – lo detuvo mirando al fin hacia afuera – no hay tiempo que perder, debemos regresar a casa antes que la tormenta se declare con intensidad y sea imposible regresar.
- ¿Por qué no vamos a poder regresar? – lo miró extrañado.
- He ordenado que abran las compuertas menores de la represa para evitar que la crecida se la lleve.
- Entonces es mejor que nos larguemos de inmediato – dijo poniéndose de pie mientras le tendía la mano para ayudarlo – podemos agrandar la familia más tarde, ya hicimos un hijo fuera de la cama, el siguiente lo haremos como se debe – le dijo coqueto guiñándole un ojo yendo hacia la puerta – pero ¿qué haremos con Shinigami?
- Buena pregunta – replico Heero mirando al animal – no quiero que lo vayas montando porque te mojarás hasta la médula y no quiero que te enfermes, pero tampoco podemos dejarlo aquí, sería peligroso para él.
- Se me ocurre algo, lo soltaré y le ordenaré que regrese por su cuenta a casa.
- Pobre animal, podría perderse.
- Shinigami tiene sus instintos. Además, casi podría jurar que es más astuto que yo en ocasiones – le replicó mirando al animal.
- Lo que no dice mucho ni de él ni de ti – dijo entre dientes recordando lo despistado que podía llegar a ser su trenzado acercándose al animal que comía alfalfa tranquilamente – dime, Shinigami ¿te crees capaz de volver a casa solo? – el animal asintió – genial, ahora soy un idiota que habla con un caballo y que más encima cree en sus respuestas – lo soltó y lo llevó hacia la puerta – anda, regresa a casa, yo me llevo a tu dueño – soltó la riendas y el animal se echó a correr ladera abajo.
- Vamos, de seguro el camino se comienza a cubrir con agua – le dijo abriendo la puerta del auto por el lado del copiloto. Heero lo miró extrañado, pero se sentó al volante en silencio y salió al camino de regreso a casa.
- Parece que ya no podemos pasar por allí – le señaló el puente que comenzaba a cubrirse de agua.
- Todavía no sube tanto – le dijo mirando en aquella dirección – inténtalo, confío en ti.
- Mm – miró el otro camino, ir por el otro lado era más seguro, pero deberían subir la colina y bajar por el otro lado pasando por las tierras de Traize, lo que significaría hacer un recorrido de más de una hora y arriesgarse a encontrarse con este – de acuerdo – dijo y se puso de inmediato el cinturón de seguridad – pero quiero algo especial a cambio.
- Mientras no sea ir a otra fiesta de "sociedad", estoy de acuerdo.
- Esto no tiene nada que ver con una fiesta de "sociedad" como tú la llamas – le dijo acelerando mientras ponía la tracción en las cuatro ruedas, no quería derrapar y el camino se notaba que estaba bastante resbaloso – después que lleguemos te diré qué es, ahora ponte el cinturón – le dijo a modo de advertencia.
Dúo se abrochó el cinturón y vio como comenzaba a subir la velocidad a medida que se acercaban al puente, al parecer Shinigami ya lo había pasado, sus huellas estaban en el barro del otro lado, pero el agua comenzaba a subir poco a poco y se veía venir una ola de agua desde arriba. Heero aceleró todo lo posible viendo de reojo como bajaba el agua en grandes cantidades y a gran velocidad por el estrecho cause, también notaba cuan tenso estaba Dúo a su lado, el mismo estaba tenso, quería llegar del otro lado antes que el agua alcanzara el puente, pero ya no podía acelerar más sin el peligro de darse un trompo en medio del camino, aquello sería fatal ya que podían caer y de allí no los sacaría nadie.
En esos segundos Dúo se dio cuenta de lo idiota que había sido con Heero, desde que lo conoció había hecho una estupidez tras otra en su afán de conquistarlo, pero la peor estaba frente a sus ojos ya que nunca se atrevió a poner sus temores a descubierto frente a él por miedo a no ser digno de llamarse su compañero, no quería que el japonés pensara que era débil o cobarde y quisiera abandonarlo por no ser digno de él, pero ello había provocado que hubiera muchas tensiones y secretos entre ellos. No quería morir ahora, no cuando había averiguado que era el primer y único amor de Heero.
Heero respiró profundo tratando de calmarse un poco para no fallar, el camino estaba haciéndosele eterno, y el agua avanzaba demasiado rápido estero abajo para su gusto. Miró por el espejo retrovisor un segundo a su amado esposo y lo vio pálido, quizás él estuviera igual, pero debía sacar fuerzas de donde fuera, por él, por su hijo y por ambos. Aún quedaban demasiadas cosas por decirse, sueños por realizarse, planes por llevar a cabo, esperanzas por nacer y una familia por crecer. Respiró profundo y se decidió, era todo o nada, y apretó el acelerador a fondo llegando hasta el otro lado apenas y con tiempo antes que el agua arrasara con el pequeño puente.
- Por poco y no la contamos – le dijo Dúo en un susurro temblando de pavor casi imperceptiblemente y pálido como papel.
- Vamos a casa, deben estar preocupados por nosotros.
- Cierto, Shinigami debe haber llegado solo a casa y se deben estar preguntando dónde andamos metidos – suspiró un poco más tranquilo, ya había pasado lo peor, mirando el puente – quizás debiéramos construir un puente más alto para cuando vengan las crecidas, no me gustaría volver a pasar por lo mismo.
- Y no tener que pasar por las tierras de Traize si algo así sucede – agregó Heero.
- Si hubiese estado solo, no me habría molestado ir, pero...
- Ni que estuvieras solo te lo permito – le dijo molesto mostrando sus celos otra vez – ese tipo te sigue haciendo empeño y no se lo voy a tolerar, primero le tumbo los dientes.
- Por lo visto Koji no sólo sacó mis celos, sino los tuyos también – se rió al ver como se sonrojaba violentamente – con razón el crío es como es – siguió riéndose – tiene mucho de los Maxwell pero también tiene muchas actitudes tuyas, a veces me hacía sentir extraño, pero ahora lo entiendo todo.
- Cállate – le dijo molesto.
- No te enfades – se soltó el cinturón y lo abrazó con fuerza – te amo mucho.
- Yo también – detuvo el vehículo frente al portón de los establos – pero creo que debemos entrar en la casa ¿no te parece? – se soltó abriendo la puerta de su lado – Deben estar esperándonos.
- De acuerdo, tu guarda el auto y yo iré a prepararnos un baño – le dijo el trenzado bajándose del otro lado guiñándole un ojo echándole una mirada lasciva mientras se echaba a correr rumbo a la casa. Heero sólo movió la cabeza negativamente y cerró las puertas antes de llevarse el auto hasta dejarlo estacionado en la cochera.
Dúo miró al pequeño Koji que tan pronto él se sacó la chaqueta mojada se echó a sus brazos llorando asustado, intentó calmarlo para que le dijera qué era lo que le pasaba, pero el niño lloraba cada vez con más ganas y con mayor intensidad aferrándose a él con fuerza. Suspirando derrotado, se sentó en un sillón con él en su regazo abrazándolo con ternura mientras lo dejaba llorar y le acariciaba el cabello con ternura tratando de imitar los métodos de Heero.
Heero entró en la casa a los pocos minutos y se sacó la chaqueta mojada para subir a darse su merecido baño con su Dúo para intentar hacer un nuevo encargo cuando escuchó claramente el llanto de su hijo en la sala y las palabras con las que su amado trenzado intentaba consolarlo sin conseguirlo. Obviamente al niño le habían dado un gran susto y no atinaba a explicarle correctamente a Dúo que y quién lo había atacado, porque incomprensiblemente balbuceaba tanto en japonés como en inglés palabras sueltas que Heero solo entendía por deducción. Se acercó a ellos en silencio sentándose junto a Dúo en el sillón acariciando el cabello del pequeño y este levantó su mirada violácea hacia él.
- ¡Tousa! – gimió volviendo a empezar con su llanto con mayor intensidad.
- Sh, mi amorcito, tu papá y yo estamos contigo – le acarició los hombros – ambos te queremos mucho – miró a Dúo y este le pasó un brazo por la espalda a él abrazándolos a ambos.
- Yo también te quiero mucho, Koji Chan – le dijo Dúo.
- Hombre malo – dijo al fin apoyando la cabeza en el hombro de Dúo – cuchillo.
- Otro intento de herirlo – gruñó Dúo entre dientes mirando a Heero intentando controlar la ira – pásame el teléfono, Wufei debe venir de inmediato.
- No me gusta nada todo esto – dijo el japonés enderezándose y tomando el aparato de un costado – es el segundo intento que hacen, me dijeron que tenían una sospecha pero aquella persona era demasiado hábil y se les escapó.
- Se aprovecharon que nosotros no estábamos en casa y que los trabajadores estaban preocupados de la crecida de las aguas – dijo Dúo molesto y furioso – pero debemos atraparlo de inmediato, antes que se escape.
- Deja que yo me haga cargo – le dio un beso en los labios con suavidad y luego depositó otro en la frente de su hijo – llama al Teniente Chang y que estén listos para apresar al culpable, como sea se los voy a traer.
- Te cuidado, no creo que sólo quiera asustar a nuestro hijo y anda armado, la vez pasada lo desarmaste, no creo que ahora te la deje tan fácil, no creo que se deje sorprender una segunda vez.
- Descuida, no sólo soy una cara bonita – le guiñó un ojo sonriendo.
- Sé que tienes mucho cerebro y que eres muy fuerte, pero eso no quita que me preocupe por tu bienestar – replicó preocupado – cuídate.
Heero le dio un ultimo beso en los labios y subió al segundo piso sin hacer ruido mientras Dúo llamaba por teléfono a la estación de policía. Heero tenía razón al respecto, hablaría con su amigo respecto a poner una comisaría en el pueblito y hablaría con el arquitecto para agregarla a la clínica que todavía estaba siendo estudiada en el Servicio de Salud.
- Estación de Policía – le dijo la operadora.
- Habla Dúo Maxwell – le dijo – necesito comunicarme con el teniente Chang.
- Un momento, por favor – le dijo transfiriéndolo.
- Maxwell ¿qué pasa ahora? – le respondió el chino
- Volvieron a atacar a Koji – miró a su hijo que se había dormido en su pecho cansado de tanto llorar – Heero tiene una sospecha de donde se oculta el bandido en el segundo piso y ha ido por él para que no se nos escape una vez más.
- ¿Acaso tu esposo esta loco? El tipo puede estar armado – chilló Wufei.
- Lo sé, por eso quiero que vengas luego, Koji dijo que lo había atacado con un cuchillo pero podría tener otra arma, después de todo él no conoce de estas cosas, es demasiado pequeño – le dijo mostrando su preocupación en su voz – mi esposo está un poco loco ¿sabes?
- Lo supe desde el momento que se casó contigo – le cortó.
- Con amigos con este, quién quiere enemigos – dejó el aparato en su lugar.
Heero estaba en silencio acechando entre las sombras de las cortinas de la habitación de su hijo, estaba más que seguro que el tipo estaba aún dentro de la casa, no podía haber salido de ninguna forma porque en el momento del susto al pequeño ellos regresaron o lo habría herido sin que nadie pudiera evitarlo, todos estaban pendientes de su llegada ya que Shinigami llegó solo lo que lo había dejado sin escapatoria y ese era el mejor lugar para ocultarse, de seguro a nadie se le ocurría buscarlo en el mismo lugar del intento de asesinato.
- Ese chiquillo es demasiado escurridizo para ser tan pequeño – gruñía una voz femenina a lo que parecía ser un micrófono en la solapa de su ropa oscura – no lo pude atrapar a tiempo, ellos llegaron a la casa antes de lo planeado.
"¿Una mujer tratando de matar a mi hijo?" dijo Heero preocupado.
- Lo sé, pero la otra vez el querido esposo del trenzado apareció de improviso y no pude hacer gran cosa, no me lo esperaba y me desarmó – seguía diciendo.
"De seguro está hablando con la bruja esa"
- Si, ya sé que también lo tengo que sacar del medio como sea, que no debe haber herederos de los Maxwell que reclamen las tierras a su muerte.
"¿Acaso planean matar también a Dúo?" se dijo mirando la grabadora que estaba activada bajo la cama de Koji, había sido una buena idea dejarla activa mientras el niño dormía la siesta. "Si tan sólo dijera el nombre de la otra persona del otro lado, tendría lo que necesita para encerrarla en la cárcel" pensó intentando controlarse para que ella se ahorcara sola con la soga de su lengua.
- No, querida mía, quédate tranquila, no me atraparán, tanto el trenzado como su esposo ya llegaron, así que todos se han despreocupado de la casa ahora y han vuelto a sus labores – hubo un silencio extraño, de seguro al otro lado le hacían una recomendación – si, ahora tendré que esperar un mejor momento para poder atacarlos, pero me desharé de ellos de todas maneras – otro silencio molesto – que mala eres, querida Relena – se rió bastante fuerte – sabes que sería capaz de cualquier cosa por ti.
"Maldita bruja" dijo Heero apretando entre sus manos la cortina que lo ocultaba con tan mala suerte que tiró la lámpara de la mesita de noche ya que estaba enganchada a una de sus patas y la hizo trastabillar. Casi de inmediato había sido encañonado por el arma de la chica de largos cabellos rubios que lo miraba con sus fríos ojos celestes que brillaban con ira.
- Vaya, así que has escuchado todo – le dijo ella sacándole el seguro al arma puntando a su pecho – pero no tendrás ocasión de contarle nada a nadie, morirás aquí y ahora.
- ¿Qué es lo que pretendes lograr matándome a mí y a mi hijo? – intentó ganar tiempo mientras llegaba la policía.
- Relena iba a casarse con Maxwell antes que tú aparecieras en escena y luego lo sacaríamos del medio como hicimos con Darlean – sonrió divertida – fue tan fácil engatusar al hombre ese y el muy estúpido se creyó el cuento que tenía una mujer legal y una amante sin que ellas se enojaran por eso, sin saber que sólo era una forma de llevarlo a la tumba – se rió – la vanidad del hombre le cavó su propia tumba sin que tuviéramos que hacer mucho.
- Pero a Dúo no lo van a tener nunca – dijo sin amilanarse por el arma, estaba seguro que el amigo de Dúo estaba al llegar – Dúo sólo la aguantaba para complacer a su abuelo ya que este no sabía de sus preferencias sexuales, pero él ya no está para hacer presión sobre Dúo para que se case con ella.
- Y por supuesto, está el mocoso ese tuyo que se le parece tanto, pero no es un Maxwell de verdad – se burló.
- Si no lo fuera ¿por qué le tienen tanto miedo? – replicó de la misma manera.
- El trenzado estúpido ese está demasiado encariñado con él por ser tu hijo, lo ama porque te quiere a ti.
- Koji también es hijo de Dúo – le dijo molesto – una prueba de ADN lo demostrará con certeza – le informó burlón – ambas están totalmente equivocadas. Además ¿Qué les hace creer que si yo muero Dúo no va a sospechar de ella tiene algo que ver aunque no probaran nada? No se casó con ella antes de conocerme, así que no lo hará ahora.
- Te gusta decir muchas mentiras, pero ya no importará, Relena será la dueña de todo esto – señaló a su alrededor – y luego nos daremos la gran vida sin el trenzado.
- Sueña – le dijo levantando la mano a gran velocidad y le sujetó la mano con el arma – Yo no soy de los que se dejan matar y haré que ambas se pudran en la cárcel – le dijo haciendo que doblara el brazo hacia su espalda mientras soltaba el arma – la policía debe estar por llegar.
- Maldito – le dijo tomando el cuchillo de cinturón, el que él no había visto, y atacó con la otra mano a Heero – no me mandarás a la cárcel, morirás antes de eso – le dijo tratando de tomar el arma del suelo, pero Heero, herido en el costado, la lanzó de una patada lejos – desgraciado – gritó furiosa.
- No debiste meterte con Heero Yuy – le dijo lanzándose contra ella tratando de tomar el arma antes que ella y un fuerte ruido se escuchó por toda la casa...
Dúo estaba en la sala con Koji cuando la policía llegó a la casa, había sido bastante rápida su venida, pese a la distancia, tal vez debido a que se trataba de uno de los mayores contribuyentes de la zona, quizás a que era un Maxwell o que simplemente era amigo de uno de los oficiales mejor catalogados, pero aquello perdía importancia, en especial cuando Dúo tenía la sensación que su amado esposo corría peligro de muerte con el atacante en la parte alta de la casa, pero no había querido subir sin el apoyo policial. Hizo pasar a los policías rápidamente dejando a Koji dormido en el sillón bajo el cuidado de Nany y Peter que se veían preocupados sin comprender nada.
Iban los policías junto con Dúo subiendo lenta y silenciosamente por las escaleras cuando el ruido de un disparo pareció retumbar por la casa. Dúo miró hacia fuera con la esperanza que fuera un trueno el que rompiera el silencio, pero vio que pese a la lluvia no había señas de tal y echó a correr escaleras arriba a todo lo que le daban las piernas.
- ¡Maxwell, espera! – gritó Wufei corriendo detrás de él.
Pero Dúo no escuchaba, tenía miedo, un miedo atroz que su esposo estuviera mal herido o muerto, no podría soportar perderlo para siempre, su mundo no tenía sentido sin su presencia, no quería quedarse sin él. Además, le había prometido a su suegro cuidarlos siempre ¿qué clase de esposo era que no era capaz de cuidar en su propia casa a los suyos? Y lo peor, no podía ayudar a su familia en momentos de angustia.
Se detuvo frente a la puerta de la alcoba de su hijo resollando de cansancio y sin aire en los pulmones y miró a los policías mientras su corazón parecía detenerse al ver que ellos derribaban la puerta de golpe encañonado hacia adentro y veía a su esposo y a una mujer de largos cabellos rubios tirados en el suelo con un charco de sangre a su alrededor.
- ¡Heero! – gritó sin poder evitarlo y sintió que el mundo se ponía totalmente negro a su alrededor antes de desmayarse.
Dúo abrió los ojos en una habitación blanca, claramente de una clínica, y se sentó angustiado ¿dónde estaba su Heero?
- Tranquilo – le dijo Quatre a su lado sonriendo – él está bien – le señaló la cama del otro lado – sólo descansa.
- Pensé que esa mala mujer le había matado – dijo en un susurró.
- No, el arma se disparó al intentar tomarla ella y se hirió a si misma – miró a Heero muy tranquilo – ella está en el hospital bajo custodia policial, Trowa ha tomado el caso a su cargo y el Teniente Chang tiene en su poder una cinta de lo más incriminatoria.
- Heero siempre le pone la grabadora a Koji Chan, dice que habla dormido.
- Pues ha resultado ser lo que la policía necesitaba para arrestar a Relena.
- No me asombra de esa bruja – suspiró recostándose de nuevo– siempre ha querido la riqueza de los Maxwell.
- Al parecer esa mujer era su cómplice, la autora material.
- ¿Cómo está Koji? – dijo preocupado recordando a su niño – no le ha pasado nada malo ¿verdad?
- Ha estado muy inquieto desde el ataque, eso de no verlos a ninguno de los dos lo hizo pasar mala noche ayer, pero no podía permitir que los viera en este estado – miró de nuevo al esposo de su primo – Heero tiene un feo corte en el costado izquierdo, nada serio de todas maneras pese a la sangre, y tú estabas en shock, habría sido terrible para él.
- Pero se ha portado bien ¿verdad?
- Claro que sí, pero ha llorado mucho, tuvo una pequeña crisis asmática esta mañana, pero lo han autorizado para visitarlos dentro de poco y se ha calmado y se ha restablecido bastante – sonrió – ¿te contó Heero su secreto?
- ¿Acaso tú lo sabías? – lo miró asombrado.
- Verás, querido primo, yo soy como él, por eso mi Trowa me cuida tanto, yo crecí sabiendo que era un varón fértil, tal vez por eso nunca he sido tan duro como quería mi padre y el abuelo. Y estoy feliz de serlo – sonrió complacido.
- ¿Y se puede saber el motivo de ello? – lo miró intrigado
- Claro, estoy embarazado – le tomó la mano sonriendo – aunque todavía no se lo digo a Trowa, pero sospecho que lo sabe porque fue su idea no usar protección esa noche allá en Nassau.
- Ah, hiciste a tu hijo bajo el cielo tropical – se sentó mejor de nuevo – así que al final van a forzar el matrimonio ¿eh?
- No quiero tener que esperar otro año para formalizar nuestra relación.
- Tu primo está bastante loquito – le dijo Heero divertido abriendo los ojos.
- ¿Cómo te sientes, amor mío? – le dijo levantándose y sentándose junto a él ignorando la presencia de Quatre y su amable sonrisa.
- Bien, un poco adolorido, pero ansioso de regresar a casa con mi familia – le dijo apoyando su cabeza en su hombro – sabes que no me gusta estar lejos de ustedes más del tiempo estrictamente necesario.
- El médico dijo que el corte no era nada serio, un poco profundo pero nada de cuidado, en unos días sanará por completo – le informó Quatre poniéndose de pie – le avisaré a Trowa para que traiga a Koji, está ansioso de verlos a ambos.
- Gracias, Quatre – le dijo Dúo abrazando a su esposo – me diste feroz susto en aquella habitación, pensé que estabas muerto.
- Lo siento, sólo me desmayé del susto y la pérdida de sangre, aunque sabía que el disparo no me había llegado a mí.
- ¿Por qué no esperaste a la policía para actuar? Te habrías evitado esta visita – le dijo un tanto enojado..
- Ellas hablaban y no pude evitar la ira, enganché mis dedos a la cortina y boté una lámpara, eso la alertó de mi presencia y me atacó.
- Íbamos subiendo las escaleras cuando escuchamos el disparo – lo abrazó con fuerza – pensé que me moriría sin ti.
- ¿Cómo pudiste pensar que yo iba a dejarlos así como así? – le rodeó la espalda con los brazos – te amo y me debes algo ¿recuerdas? Una fiestecita privada y otro hijo, pero en una cama.
- Claro, tan pronto te den el alta lo haremos – le sonrió dándole un apasionado beso en los labios.
- ¡Papá malo! – gritó Koji enfadado subiéndose a la espalda del americano tirándole del cabello tratando de separarlos.
- Vamos a tener que enseñarle a ser menos celoso – dijo Dúo molesto a su vez volviéndose para soltarse de su hijo ya que lo tironeaba bastante fuerte del cabello y dolía.
- Eres un todo un caso, Koji – le dijo Heero sonriendo mirando a Quatre y a Trowa abrazados en la puerta dovertidos – tu papá me está cuidando porque tu Tousa está enfermito.
- ¿Tousa enfermito? – repitió soltando al fin a Dúo.
- Si, y necesita que tu trenzado papaíto lo cuide mucho.
- Pero papá no besa a mi tousa – le dijo molesto.
- ¿Y se puede saber por qué no?
- Porque hace hermanito y ya no quiere más Koji Chan.
- ¿Quién te dijo que si tenías hermanos no te querríamos más? – le dijo Dúo sorprendido mirando alternativamente a su esposo y a su hijo.
- Mm – el niño lo miró pensativo tratando de recordar – no sé.
- En realidad no importa mucho, Koji – le dijo Heero acariciando su cabello con ternura – ni Dúo ni yo te vamos a dejar de querer por agrandar la familia, al contrario, siempre serás nuestro hijo querido por ser el primero. Además, un beso no hace un hermano ¿entiendes? Hay que hacer un encargo a la cigüeña para que ella nos lo traiga desde París...
- ¿Y ya lo hicieron como Quatre y Trowa tíos? – los miró con inocencia.
- ¡Koji Chan! – dijo el rubio escandalizado y rojo como tomate.
- Nany me dijo que llamaron a la cigüeña – agregó ignorando a su tío.
- Este Koji – se rió Trowa divertido – si, tendrás un amiguito para jugar en unos seis meses, cuando la cigüeña llegue con el encargo.
- Demora mucho – le dijo – ¿No viaja por vía rápida?
Los cuatro se rieron divertidos, Koji era muy adelantado para su año y medio, pero ¿se debería a la cruza de Genes? Que iban a saber, tal vez debiera hacer lo que le decía Sally, un par de pruebas no le haría mal y así se sentiría más tranquilo, en especial si el niño no salía como él.
- Quizás se demore menos – le sonrió pensativo – tu encargo se demoró sólo ocho meses, así que podría adelantarse.
- Mucho tiempo – insistió el pequeño – llamen ahora.
Heero estaba sentado en el comedor revisando las cuentas, aún estaban pendientes los pagos de algunas facturas del rancho, en especial las del veterinario, había ocurrido un caso extraño entre el ganado vacuno, habían nacido gemelos de una vaca haussler y la pobre por poco se muere en el parto, claro que el toro que la preñó parecía pasearse orgulloso por los potreros como diciendo yo fui el causante de tan lindos terneros. Claro que este había hablado con su esposo porque quería instalarse en el pueblo junto con su esposa y pequeño hijo, en especial ahora que se iba a instalar una escuela para los chicos del pueblo y el consultorio. Además, corrían rumores que se pondría una estación de policía en el poblado cuando ascendieran al, hasta el momento, teniente Chang, en especial luego de solucionar tan exitosamente el atentado contra el pequeño Maxwell, aunque todavía no se realizaba el juicio contra las agresoras.
- ¿Ya llegaron los resultados de los exámenes de Koji? – le dijo Dúo sentándose a su lado apoyando la cabeza en el hombro de su esposo.
- No, estaba revisando la solicitud del veterinario para poner una clínica veterinaria en el pueblito – apoyó la mejilla en su frente – creo que sería más fácil para el rancho tenerlo cerca – le entregó un sobre – el ministerio autorizó la escuela y nos recomiendan a alguien para que se haga cargo, también han autorizado el consultorio, siempre que paguemos su construcción, y la estación de policía.
- Fantástico, así los chicos del pueblo no tendrán que madrugar cada día para ir a la escuela todas las mañanas, estarán más cerca de sus casas, no habrá tanta deserción escolar, tendremos la seguridad que el pueblito seguirá vivo y tal vez más adelante podamos poner una escuela especializada agrícola ¿te imaginas? Gente especializada en la crianza de los mejores animales, no sólo vacunos y caballares, sino que también podremos regresar a estas tierras a las ovejas, agrandar la crianza de aves, no sólo las gallinas, sino también pavos y patos, y... – un beso lo silenció – Heero – le reclamó.
- Koji me preguntó hace un rato cuando llegaría la cigüeña – le sonrió.
- ¿Y? ¿Tenemos noticias suyas? – le sonrió también.
- No estoy cien por ciento seguro, pero lo más seguro es que nos haga una visita dentro de algunos meses – le tomó una mano y la apoyó en su vientre.
- ¡Maravilloso! – exclamó feliz – esta vez vamos a compartir tu embarazo, aunque de verdad espero que sea una niña, así tendríamos la parejita ¿no crees? – dijo divertido – y que se parezca a ti, sería hermosísima.
- No te hagas muchas ilusiones al respecto.
- ¿Por qué no? – lo miró intrigado.
- Cuando me embaracé la primera vez me advirtieron que era prácticamente imposible que tuviera una mujer, que lo más probable es que fuera varoncito.
- Pero podemos seguirlo intentando ¿no crees?
- ¿Cuántas veces crees que debamos intentarlo?
- Hasta que nos resulte – lo besó en los labios con dulzura.
- ¡Papá malo! – le dijo Koji separándolos – Tousa llama cigüeña.
- Calma, hombre – le dijo el trenzado sonriendo divertido – estamos esperando su respuesta.
- Cigüeña lenta ¿verdad? – se subió en su regazo.
- Todas las cosas que merecen la pena deben esperarse, Koji – le dijo Heero volviéndose hacia él – pero creo que su respuesta va a ser positiva.
- Perdone, joven Heero, pero hay una dama que quiere verlo – le dijo Peter dejándola pasar.
- ¡Sally! – le dijo Heero sonriendo contento – que alegría volver a verte.
Dúo se puso de pie en un gesto defensivo y poco amable, no se le quitaba la costumbre de sentir celos de cualquiera que fuera a visitar a su esposo, más cuando esta persona surgía de su pasado y Heero se alegraba tanto de verla.
- Dúo, no tomes esa actitud – le dijo Heero sonriendo – él es mi esposo, el padre de mis hijos – y se sonrió al verla asombrada – le hicimos un segundo encargo a la cigüeña, sólo esperamos su respuesta.
- Ah, de eso se trata este sobre – se lo entregó al trenzado que aún la miraba con malos ojos, pero ella se agachó frente a Koji que la miraba con la misma mala cara que el americano – te pareces más a tu papá trenzado de lo que se ve a simple vista ¿sabías?
- Mm – le contestó imitando un gesto huraño de Heero.
- No, lo siento, no es tanto – se rió divertida – también eres un Yuy.
- ¿Sabes algo acerca de...?
- El niño no es como tú – le sonrió al ver sus nervios enderezándose – puedes estar tranquilo al respecto, pero eso no quiere decir que el siguiente niño salga bien librado al respecto o que los hijos de él no tengan esa posibilidad, al parecer es un gen recesivo.
- ¿Y las posibilidades que sea una niña esta vez? – la miró Dúo sonriendo al leer el reporte médico, Heero estaba realmente embarazado.
- Bueno, en una mujer las posibilidades que sea varón son del 50, pero en los casos de embarazos como los de Heero, las probabilidades aumentan al 75, casi 80, lo que no quiere decir que sea imposible que tengan una nena.
- Pero es difícil – sonrió el trenzado echándole una mirada lujuriosa a su esposo.
- Vamos a terminar teniendo una docena de niños – suspiró Heero – no es que me queje, me gusta estar con Dúo, lo difícil no es hacerlos, es tenerlos.
- Papá – le dijo Koji sintiéndose ignorado por todos.
- Venga, es hora de tu clase de equitación – lo levantó – ¿me cuida a Heero? Este chico se me escapa de casa cada vez que lo dejo de mirar.
- Eres enormemente posesivo – le replicó Heero divertido – no vayan a montar muy lejos, no quiero un accidente.
- Claro que no, quizás un poco de barro – le sonrió el trenzado y salió.
- Este par de locos – movió la cabeza divertido – ese Dúo es demasiado osado y me temo que Koji es igualito, así que lo más seguro es que regresen tapados de barro hasta las orejas.
- Has formado una familia muy bonita – sonrió ella – supongo que él al fin se dio cuenta de su situación ¿verdad?
- ¡Qué va! – suspiró – mi Dúo es un despistado total, le hice miles de insinuaciones al respecto, pero jamás se dio por aludido, ni siquiera porque su prima estudia casos como el mío, lo es tanto que ni sabía que su primo estaba en las mismas condiciones que yo.
- Me dijiste que encontraste otro especialista en tu embarazo – le recordó.
- Si, el doctor Howard me está tratando porque dice que me puedo evitar ciertas molestias del embarazo – se sentó en uno de los sillones invitando a Sally a que lo imitara – lo más molesto son las nauseas matinales y el asco a ciertos olores fuertes, aunque este último aún no me ataca.
- Bueno, mejor así, tal vez sea porque no es el primer embarazo que se te ha estabilizado mejor el organismo.
- Te vas a quedar ¿verdad? – se puso de pie y pidió que le arreglaran una habitación – Dúo es celoso hasta de su sombra pero creo que al fin e ha dado cuenta que no tiene de qué temer, aunque yo también lo soy.
- Supongo que siendo ambos tan guapos deben de tener muchos pretendientes.
- Suelen invitarme a muchas fiestas – admitió – pero siempre me niego diciendo que si Dúo no me puede acompañar no voy, aunque Dúo tiene su pretendiente también – apretó los puños – y el tipo no sabe respetar la propiedad ajena, cada vez que se le acerca me dan ganas de borrarle la sonrisa de un buen golpe.
- Y supongo que tu esposo reacciona igual.
- Y eso que nuestros vecinos son pareja, pero vaya que les gusta hacer pasar rabias al otro, Zech me persigue a mí y Traize a Dúo, pese a que los ignoramos siempre hay situaciones y lugares en los que nos vemos y cada cual va a la carga – sonrió – en la última fiesta Zech quería matar a Dúo, pese a que él me coqueteaba a mí.
- Me ibas a contar del ataque a tu hijo cuando me llamaste.
- Cierto, creo que me he contagiado de Dúo – suspiró – verás, Dúo tenía una pretendiente que fue su prometida antes de conocerme, pero terminaron y se fue a Japón donde nos conocimos y pasó lo de Koji. Bueno, a ella la conocen como la viuda negra y se le estaba acabando la fortuna de su difunto esposo, así que quiso hacerse de la de Dúo, para ello contaba con que una "amiga" la ayudara a deshacerse de nosotros. Atacó a Koji una vez pero yo llegué a tiempo y la detuve, pero la desgraciada se me escapó, la segunda vez fue hace poco más de un mes, se desató una tormenta y Dúo estaba en los cuarteles de invierno sobre la colina al otro lado del estero, así que lo fui a buscar, Koji estaba durmiendo la siesta y se aprovecharon de nuestra ausencia, sin embargo el pequeño la vio y se asustó por lo que corrió a buscar nuestra protección, yo subí a detenerla pesando que se trataba de un hombre, pero la muy tonta habló demasiado sin saber que había una grabadora bajo la cuna y con ello se incriminó y arrastró a la otra.
- Y resultaste herido en el proceso ¿verdad?
- No me esperaba que tuviera más de un arma en su poder – suspiró – la hice soltar la pistola pero me enterró un cuchillo en las costillas.
- Debiste pensar que si era una asesina debía de tener más de un arma.
- Ella hablaba no sólo de matarnos a Koji y a mí, querían deshacerse también de Dúo, no querían dejar un Maxwell que reclamara su fortuna – suspiró – pero yo he cambiado bastante las cosas aquí, el abuelo de Dúo nos amarró a nosotros con las empresas Maxwell, no podemos vender hasta que Koji cumpla seis años, sin embargo, si le llegamos a faltar Quatre y Trowa pasarán a ser sus tutores legales o cualquiera de las hermanas Winner y él, si al cumplir los 18 no quiere hacerse cargo de ellas, puede hacer lo que mejor le parezca.
- Simplemente espero que no quede huérfano, he escuchado que las empresas Maxwell están recuperando todo su antiguo esplendor.
- Dúo sólo se dedica al rancho, no se mete en el "mundo de los tiburones" como él lo llama – se puso de pie – en realidad soy yo quien administra los dineros de la familia y la saca adelante.
- O sea que eres el soporte de tu hogar.
- Tanto como eso, no, pero hago lo mejor que puedo.
Pasaron otros tres meses antes que el juicio a Relena y Dorothy se efectuara, ambas eran parte de la "alta sociedad" del lugar y tenían el dinero suficiente para pagar a los mejores abogados y ellos habían hecho un buen trabajo retrasando el juicio lo más posible, pero ello también había dado la oportunidad a la fiscalía de recopilar más datos incriminatorios en su investigación que abultaban bastante el expediente.
Heero estaba sentado en la oficina del fiscal con Koji sentado en su regazo pese a que su estado de gravidez era más que notorio, lo que llamaba la atención de todo el mundo, pero él no daba explicaciones de nada.
Dúo sonreía cuando alguien le preguntaba acerca de con qué alimentaba a su esposo que este había cobrado peso, pero tampoco daba explicaciones de nada, aunque sí estaba molesto porque decían que no lo hacía mantener la línea, claro que se había mordido la lengua antes de decir que muy pronto la recobraría cuando naciera su segundo hijo.
Wufei estaba sentado junto a ellos en silencio, esperaba que los jueces hiciera justicia con ese par de brujas, sabía que se sentían protegidas por el hecho de ser parte de la sociedad, pero también era cierto que habían metido la pata al atacar al hijo del mayor dueño de la zona. El dinero de los Maxwell podía contrarrestar el de ambas, así que esperaba que aquello no pesara en el juicio.
- Creo – le dijo el chino al trenzado al oído – que no debiste traerlos, en especial en su estado, yo dejé a mi esposa en casa.
- ¿Acaso quieres que Heero me mate? – cuchicheó – dijo que quería asegurarse que se pudrieran en la cárcel. Además, me amenazó con que me haría dormir solo una semana si no lo hacía.
- Entonces, ya se sabe quien manda en tu casa – se burló.
- Ya te quiero ver a ti durmiendo un solo día sin tu esposa – le replicó molesto.
- Oh, vamos – se rió – no seas vengativo.
- De seguro tú dices la última palabra en tu casa – le dijo fastidiado.
- Por supuesto que sí – contestó orgulloso.
- "Claro que sí, mi vida, como tú digas" – le dijo Heero remedándolo burlón.
- ¡Oye! – le reclamó el chino molesto.
- Ah, Heero le acertó – dijo Dúo divertido al fin.
- No me hace gracia – le dijo el chino cruzándose de brazos molesto.
Heero sonrió a su lado y miró a su esposo que a duras penas se aguantaba la risa y luego al chino que se había amurrado en su asiento, al parecer no había andado muy lejos en sus apreciaciones, comprendía perfectamente quién mandaba en esa casa, la mujer era la que llevaba las riendas, simplemente le hacía creer al policía que acataba sus órdenes.
En eso entró el juez que llevaría el caso y todos se pusieron de pie mientras la sala quedaba en silencio mientras se escuchaban los alegatos de ambas partes.
El fiscal se sentó delante de la familia Maxwell y un olor penetrante llegó a la nariz de Heero que sintió que el estómago se le revolvía, subía y bajaba violentamente amenazando con soltar todo su contenido de un viaje. Bruscamente dejó a Koji en los brazos del trenzado y salió corriendo hacia el baño antes que el Juez llamara al inicio del juicio.
- ¿Qué le pasa a tu esposo? – le dijo el chino siguiendo con la mirada su salida.
- Seguramente el perfume de alguien lo ha hecho tener náuseas – le dijo el trenzado preocupado – espero que esté bien.
Heero se sentó afuera de la sala, desde allí se podía escuchar perfectamente el alegato y él no tenía que sentir el aroma de aquella loción que le hacía volcar el estómago, sólo que percibía que su hijo no estaba muy tranquilo frente a quienes quisieron matarlo, obviamente el pequeño se sentía desprotegido pese a la presencia de uno de sus padres y esto estaba siendo ocupado por la fiscalía para reafirmar que ellas eran las que atentaran contra él.
Dúo afirmó bien a su hijo cuando la fiscalía llamó a declarar a la rubia, él había dado un respingo y se había refugiado en sus brazos ocultando el rostro contra su pecho mientras comenzaba a temblar notoriamente.
El juez miró al niño y luego a la mujer que le miraba con ojos fríos y cargados de odio antes de tomar una decisión.
- Señor Maxwell ¿qué edad tiene su hijo?
- Koji tiene un año y nueve meses, Señoría.
- Bien, pues creo que es traumático para él estar aquí, mejor lo saca de la sala.
- Como ordene, Señoría – dijo poniéndose de pie con Koji aún entre sus brazos para luego salir de la sala seguido de un claro murmullo.
- ¿Cómo se les pudo ocurrir a esas dos atacar a un niño tan pequeño?
- Orden en la sala – dijo el Juez golpeando la mesa con el martillo – Fiscal, puede empezar con su interrogatorio.
Heero vio a Dúo venir hacia él con el pequeño en sus brazos y lo tomó apegándolo a su pecho con delicadeza y ternura, sabía que era demasiado para él pero aquello abogaría en su causa y seguramente pesaría contra ellas que el niño les temiera.
- ¿Estás bien, corazón? – le dijo Dúo sentándose a su lado.
- El perfume del fiscal no me gustó – le sonrió – sabes que los olores penetrantes me revuelven el estómago – se apoyó en su hombro – ¿Qué pasó adentro?
- Bueno, el fiscal presentó la cinta que se grabó el día del atentado y llamó a Dorothy Catalonia a declarar, creo que verla no le hizo nada de bien a Koji, ya ves como se puso.
- Mi pobre pequeño, sólo espero que el juicio no sea muy largo, yo tampoco quiero soportarlas mucho tiempo.
- Creo que mejor nos regresamos a casa, Heero, Wufei nos contará como va el juicio, tú no tienes buena cara y creo que tampoco es bueno que Koji las enfrente de nuevo – se puso de pie – además, estoy completamente seguro que el juez no las dejará ir fácilmente, Koji hizo un buen trabajo con ellos allá adentro.
- Ni que lo hubiera hecho adrede – lo regañó.
- Por supuesto que no – sonrió – vamos, regresemos a casa.
Los casos, incluso en la mejor de las justicias, son tediosos, ya llevaban más de una semana en los alegatos y la defensa seguía insistiendo en la inocencia de sus defendidas pese a todas las pruebas que había presentado la fiscalía, así que esta decidió hacer escuchar la cinta que presentara en un principio como prueba principal, cosa que molestó a la defensa.
"- Ese chiquillo es demasiado escurridizo para ser tan pequeño – gruñía una voz femenina– no lo pude atrapar a tiempo, ellos llegaron a la casa antes de lo planeado – un silencio – Lo sé, pero la otra vez el querido esposo del trenzado apareció de improviso y no pude hacer gran cosa, no me lo esperaba y me desarmó – seguía diciendo – Si, ya sé que también lo tengo que sacar del medio como sea, que no debe haber herederos de los Maxwell que reclamen las tierras a su muerte. – un nuevo silencio – No, querida mía, quédate tranquila, no me atraparán, tanto el trenzado como su esposo ya llegaron, así que todos se han despreocupado de la casa ahora y han vuelto a sus labores – hubo un silencio extraño, de seguro al otro lado le hacían una recomendación – si, ahora tendré que esperar un mejor momento para poder atacarlos, pero me desharé de ellos de todas maneras – otro silencio molesto – que mala eres, querida Relena – se rió bastante fuerte – sabes que sería capaz de cualquier cosa por ti – se escuchó el ruido de la lámpara caer y romperse – Vaya, así que has escuchado todo – le dijo ella mientras se escuchaba como le sacaba el seguro al arma – pero no tendrás ocasión de contarle nada a nadie, morirás aquí y ahora.
- ¿Qué es lo que pretendes lograr matándome a mí y a mi hijo? – se ecuchó la voz de Heero
- Relena iba a casarse con Maxwell antes que tú aparecieras en escena y luego lo sacaríamos del medio como hicimos con Darlean – sonrió divertida – fue tan fácil engatusar al hombre ese y el muy estúpido se creyó el cuento que tenía una mujer legal y una amante sin que ellas se enojaran por eso, sin saber que sólo era una forma de llevarlo a la tumba – se rió – la vanidad del hombre le cavó su propia tumba sin que tuviéramos que hacer mucho.
- Pero a Dúo no lo van a tener nunca – se volvió a escuchar a Heero – Dúo sólo la aguantaba para complacer a su abuelo ya que este no sabía de sus preferencias sexuales, pero él ya no está para hacer presión sobre Dúo para que se case con ella.
- Y por supuesto, está el mocoso ese tuyo que se le parece tanto, pero no es un Maxwell de verdad – se burló.
- Si no lo fuera ¿por qué le tienen tanto miedo? – replicó de la misma manera.
- El trenzado estúpido ese está demasiado encariñado con él por ser tu hijo, lo ama porque te quiere a ti.
- Koji también es hijo de Dúo – le dijo molesto – una prueba de ADN lo demostrará con certeza – le informó burlón – ambas están totalmente equivocadas. Además ¿Qué les hace creer que si yo muero Dúo no va a sospechar de ella tiene algo que ver aunque no probaran nada? No se casó con ella antes de conocerme, así que no lo hará ahora.
- Te gusta decir muchas mentiras, pero ya no importará, Relena será la dueña de todo esto y luego nos daremos la gran vida sin el trenzado.
- Sueña – le dijo – Yo no soy de los que se dejan matar y haré que ambas se pudran en la cárcel – se escuchó como soltaba el arma cayendo al suelo – la policía debe estar por llegar.
- Maldito – le dijo mientras un ruido y un gemido se escuchaba – no me mandarás a la cárcel, morirás antes de eso – se escuchó como Heero pateaba algo alejándolo – desgraciado – gritó furiosa.
- No debiste meterte con Heero Yuy –un fuerte ruido se escuchó seguido por un grito de parte ambos.
Luego se escuchó como se pateaba la puerta y entraban bruscamente los policías y luego la voz de Dúo gritando "¡Heero!" y otro golpe más"
Y el fiscal detuvo la cinta mirando a las acusadas.
- ¿Me van a decir que no es su voz, señorita Catalonia?
- La cinta puede estar adulterada – dijo ella molesta.
- Pero el pequeño Maxwell le tiene miedo ¿por qué iba a ser si no fue usted quien intentó matarlo? – le dijo – además, a usted la encontraron dentro de la habitación del pequeño herida de bala con el joven Yuy herido en el costado por un cuchillo que usted aún sostenía en su mano – señaló la foro y luego el cuchillo – la sangre de esta coincide con la del joven, eso no hay quien pueda negarlo.
- ¡Somos inocentes! – gritó Relena molesta.
- Señora Darlean, desgraciadamente para usted el arma que utilizó la señorita Catalonia se encuentra inscrita a su nombre y las balas de la misma tienen sus huellas digitales ¿qué más se necesita para probar su culpabilidad? – se volvió hacia los jueces – el médico que constató las heridas del joven Heero Yuy nos entregó esto – puso una nueva fotografía junto a resto de las pruebas – esto muestra la herida recibida por el mencionado por este cuchillo.
- Protesto – dijo el defensor molesto – aquello no está señalado en el catastro.
- Denegado – dijo el juez – debería leer los memos que le llegan.
El abogado apretó los labios y se volvió a sentar.
- Llamo a Heero Yuy de Maxwell a declarar – le dijo el fiscal y el japonés se puso de pie avanzando hacia el estrado.
- ¿Jura decir la verdad y nada más que la verdad? – le dijo el ayudante poniéndole la mano sobre la Biblia.
- Lo Juro.
- Bien, díganos señor Yuy lo que aconteció en las dos ocasiones que atentaron contra usted y su hijo – le pidió.
Heero respiró hondo y procedió a contar detalladamente los acontecimientos de ambos atentados, como la primera vez consiguió desarmarla y hacerla huir debido al ruido y que Dúo se apareció y como la segunda vez ella lo atacó a mansalva sin saber que él tenía una grabadora para su hijo ya que este solía hablar dormido y quería probárselo a su esposo, que podía probarlo si rebobinaban una vez más la cinta más allá de donde estaba la grabación que incriminaba a las mujeres, de seguro estaban los balbuceos en japonés de su hijo.
- Muy bien, es todo.
- ¿Señor defensor? – le cedió el turno.
- Supongo que usted sabe que mi defendida y que su esposo estuvieron comprometidos antes que ustedes se casaran.
- Lo sé – dijo intentando adivinar a qué venía eso.
- ¿Se puede saber cuando se conocieron usted y e joven Maxwell?
- El 30 de marzo hace dos años en una fiesta de la primavera en mi país.
- ¿Y sabía si estaba comprometido?
- No, después me enteré de aquello.
- Así que usted fue la causa de su ruptura ¿no cree?
- No lo fui, Dúo hizo una reservación al hotel donde yo trabajaba y por lo que supe habían terminado un año atrás allí mismo, la propia Relena me lo dijo.
El abogado se quedó en silencio, aquello no le servía de mucho.
- Pero usted se casó con el joven Maxwell un año después.
- Mi hijo sufre de la misma dolencia de Dúo – replicó – es asmático y yo no podía pagarle el tratamiento ni los medicamentos, pero Dúo no sabía de su existencia hasta ese momento.
- Así que se buscó un esposo rico para que hiciera las veces de padre de su hijo.
- Dúo no hace las veces de padre de Koji – dijo molesto entendiendo hacia donde dirigía los tiros, quería hacerlo ver como un caza fortunas – Dúo es el padre biológico de Koji – afirmó.
- ¿Perdón? – lo miró intrigado.
- No muchos conocen de mi situación, muchos piensan que he perdido la cintura por la buena vida que me da mi esposo, pero yo soy capaz de tener hijos – un murmullo asombrado recorrió la sala – puedo probar que Koji es un Maxwell de tomo y lomo y si me casé con Dúo fue porque lo amo, no por su dinero.
- ¿Y por qué no lo buscó antes de saber de la enfermedad de su hijo?
- Dúo y yo tuvimos lo que se diría un mal entendido y nos separamos, tengo orgullo y él lo había herido – dijo mirándolo – y no creo que esto venga al caso ¿verdad, su señoría?
- ¿Qué pretende probar? – dijo el juez al abogado.
- Simplemente que el joven Yuy actúa así por celos.
- ¿Por celos? – dijo este divertido – perdone que me ría, pero cualquiera le puede decir en el Poblado Maxwell que mi esposo siempre ha sido gay y que si aceptó el falso compromiso con ella fue porque su abuelo lo presionaba al respecto. Además, del único que podría sentir celos es de mi hijo, es el único que acapara a Dúo el tiempo suficiente para que se despreocupe de mí.
El abogado volvió a apretar los labios.
- No más preguntas – dijo fastidiado y se sentó.
- Bien, puede retirarse – le dijo el Juez – esta corte tomará un receso de una hora y tendremos un resultado.
- Espero que al fin se acaben los alegatos – dijo Heero saliendo tomado del brazo de su esposo saliendo de la sala hacia donde Quatre y Trowa estaban sentados jugando con Koji. El árabe estaba más que redondo con sus casi seis meses de embarazo y se veía radiante, en especial desde que se había casado con su prometido de tantos años. Trowa se veía igual de contento, le encantaba saber que pronto sería padre y estaba orgulloso de ser el padre de la siguiente generación de Winner.
- ¿Cómo se ha portado mi briboncito?
- Ha estado muy tranquilo, se puso contento cuando sintió a su primo moverse allí dentro – le dijo Trowa sonriendo con ternura – espero que no sea señal de que ya quiere salir, es muy pequeño todavía.
- ¿Falta mucho?
- ¿Para qué? – le dijo Dúo intrigado.
- Papá tonto – le dijo insolente – la cigüeña.
- Que mal hablado estás – lo regañó Heero – debes esperar un poco más.
- Cigüeña lenta – reclamó.
- Si, casi tanto como la justicia – suspiró Dúo sentándose haciendo que Heero se sentara a su lado – espero que se decidan pronto.
- El abogado quiso hacerme ver como un caza fortunas – dijo Heero molesto – pero creo que le salió el tiro por la culata.
- Sí, pero no era necesario que todos se enteraran que estás embarazado – lo regañó Dúo atrayéndolo hacia su pecho – claro que eso nos va a librar de algunos indeseables.
- ¿Sabes? – dijo pensativo – me admira que Koji aún no reaccione a que esté en tus brazos – se acomodó mejor.
- Está más entretenido con su primito – le dijo acariciando su cabello.
- Tousa malo – le cuchicheó a Quatre – cansa luego y duerme todo día.
- Me pasa lo mismo – le dijo Quatre divertido – el encargo gasta tus energías.
- Cigüeña cansa, no tío.
- La cigüeña quita energías para poder traer el encargo – le dijo sonriendo.
- Por eso tousa duerme – dijo mirándolo.
- Exactamente – le sonrió Quatre – como yo.
- ¿Y saben qué es lo que va a ser? – les dijo Dúo divertido viendo como su hijo le frotaba el estómago a su tío.
- Mi padre estaba dando brincos de felicidad cuando se enteró – se rió Quatre – dice que por mi condición lo más seguro es que yo sea capaz de darle a la familia todos los varones que hagan falta y mis hermanas andan ofendidas conmigo, dicen que deshonré la familia al casarme apurado, pero papá ha desestimado su opinión diciendo que yo seré quién prolongue el apellido.
- Me gustaría que tu padre escuchara mi opinión al respecto – dijo Trowa acariciando la cabeza de Koji – después de todo yo también soy padre de aquella criatura ¿no te parece?
- Lo siento, Trowa, es que papá está demasiado emocionado con lo su nieto varón con su apellido que se olvida de ti.
- ¿Y dónde piensa tenerlo? – le dijo Heero – aquí en América hay muchos centros clínicos aunque dudo que atendieran casos como los nuestros.
- Papá dice que debe nacer en nuestro país, pero yo le dije que la decisión se la iba a dejar a Trowa porque lo hizo a un lado con lo de los apellidos.
- Pues yo pienso que deben nacer aquí – dijo Trowa mirando hacia la sala – después de todo, así tendrá lo que le hace falta de Maxwell.
- El abuelo estaría contento de tener tantos nietos – sonrió Dúo.
- Quién sabe cómo hubiera tomado nuestra capacidad de embarazarnos – le dijo Heero – parece que se acabó el receso – señaló a los jueces – espero que al fin haya una resolución, esto comienza a aburrirme.
- Venga – dijo Dúo poniéndose de pie – veamos que dicen.
- Nos quedaremos aquí con Koji – dijo Trowa mirando a su sobrino que aún "jugaba" con su primito.
- Muy bien – dijo Heero imitando a Dúo entrando con él en la sala.
El jurado estaba conformado por 12 personas, 6 hombres y 6 mujeres, de manera de hacer equitativa e imparcial la decisión final, pero estaban todos muy molestos y serios, aquello no le gustaba a Heero, pero no dijo nada para no preocupar a su Dúo que miraba con mala cara que Traize y Zech se hubiesen aparecido en el juicio cuando iban a dar el veredicto.
- Se abre la sesión – dijo el juez dando un golpecito sobre la mesa – creo que ya hay un veredicto – miró al jurado.
- Así es, su señoría – dijo el presidente del jurado – este honorable jurado ha encontrado unánimemente a ambas acusadas culpables...
- ¿Qué? – chillo Relena furiosa – no pueden hacernos esto.
- Silencio – ordenó el juez – prosiga.
- De asesinato e infanticidio frustrado en dos ocasiones contra las personas de Heero Yuy de Maxwell y Koji Maxwell respectivamente, por lo tanto pedimos para ellas la pena de cárcel de 20 años.
- ¡No pueden encerrarnos! – gritó Dorothy furiosa.
- Silencio – volvió a decir el juez – han sido encontradas culpables y se les aplicará la pena solicitada. Caso cerrado – dijo golpeando el mazo por última vez mientras se ponía de pie para abandonar la sala.
Relena y Dorothy seguían alegando que aquello no podía ser, que iban a apelar, pero nadie les prestaba atención, todo estaba centrado en los esposos Maxwell y en la presencia de Traize y Zech en la sala, tal vez ellos no sabían de la facultad del japonés de embarazarse, pero esperaban una espectáculo de su parte.
- Lamento lo que les hizo mi hermana – dijo Zech apenado de verdad – hubiese esperado cualquier cosa de ella, pero no que atacara a un niño indefenso.
- No te preocupes, Zech, no es tu culpa que sea como es – le dijo Heero.
- Me habían dicho que habías cobrado peso – le dijo Traize notando su barriga – pero yo pensé que era broma, de seguro un chico tan guapo como tú debe saberse cuidar para mantener la línea.
- Mira, Traize – le dijo Dúo amenazadoramente – a ti debe importarte poco la línea de mi esposo, simplemente dedícate a lo tuyo.
- De seguro en semejante estado no debe de complacerte mucho.
- ¡Te voy a cerrar la bocota de un golpe! – le dijo furioso Heero – ¡no estoy gordo de comida, estoy embarazado otra vez!
- Eso es imposible – dijo Zech asombrado.
- Es absurdo que intentes convencerme de algo así, ahora te quitaré a Dúo.
- ¡Me estás sacando de paciencia! – levantó el puño pero Dúo lo contuvo, todo el mundo los miraba entre divertidos y sorprendidos – me las vas a pagar – le dijo saliendo de la sala siendo arrastrado por el trenzado que a duras penas se tragaba la risa – no debiste detenerme.
- ¿Y que salieras en primera plana mañana por haberlo golpeado?
- ¿Qué pasó allá adentro? – le dijo Quatre intrigado – tardaron mucho en salir.
- Ese maldito de Traize con todo descaro me amenazó con quitarme a Dúo porque, según él, yo he perdido la línea – dijo Heero furioso – pero espera que me cruce de nuevo con él, ya va a saber quién es Heero Yuy.
- ¡Que genio! – se rió Dúo a carcajadas – ni que yo me fuera a dejar.
- Espérate a ver lo que te hago si siquiera te atreves a considerarlo.
- Y yo que pensaba que Trowa era celoso – se rió Quatre – ande, vámonos a casa, este ha sido un día agotador.
- Y no seas tan celoso, corazón mío, sabes que sólo te amo a ti.
- Lo sé – sonrió Heero al fin tomando a Koji en brazos que los miraba intrigado, pero se acomodó en su hombro y se durmió de puro aburrido que estaba.
Los días pasaban demasiado rápido para Heero, sentía que este bebé pesaba más que Koji cuando lo esperaba, tal vez porque ahora estaba más relajado o tal vez porque ahora hacía menos esfuerzo físico, pero así como iba se lo iba a dormir todo, se cansaba con demasiada facilidad, de cualquier cosa se mareaba y le dolía la cabeza. El resto de los síntomas eran los mismos, tanto así que Dúo había desistido de usar lociones o perfumes después del baño o no podía acercarse a su esposo ni a cien metros.
Quatre y Trowa se habían quedado en la hacienda en espera del nacimiento de su primer hijo y Heero le había pedido a Sally Poe que les viniera ayudar con su parto mientras el médico encargado no se hiciera cargo de la clínica que apenas se estaba construyendo dado que el pequeño árabe estaba en las últimas.
- Quatre está enorme – dijo Dúo en voz baja – pareciera que va a tener gemelos.
- No seas pesado, lo que pasa es que el bebé es bastante grande – le dijo Trowa – además, tu esposo también se va ver así cuando lleguen los últimos días.
- Heero tiene dos meses menos que Quatre.
- Pero igual me siento como globo aerostático – le dijo este – no sé como dejé que me convencieras de embarazarme de nuevo.
- Si te ves hermoso – le dijo el trenzado acariciando su pancita y ser sorprendió al sentir que su hijo se movía – ah, sabes que es papá ¿verdad?
- ¿Hermano movió? – dijo Koji acercándose a Heero.
- Si ¿quieres sentirlo? – le tomó la mano y la apoyó en el vientre y el pequeño volvió a patear – creo que va a ser pateador de los Rangers – se quejó – Koji no se movía tanto.
- Entonces, ya tienes los resultados de la ecografía – le dijo Trowa viendo como Quatre se sentaba con cuidado a su lado.
- Le dije a Dúo que no se hiciera ilusiones, es varoncito.
- ¿Pregunta cigüeña? – lo miró Koji preocupado.
- Si, le preguntamos para preparar las cositas para tu hermano – le dijo Heero acariciando su cabello – si quieres me puedes ayudar a preparar el cuarto para el bebé, aunque todavía tenemos un par de meses.
- Yo siento que voy a reventar en cualquier momento – se quejó Quatre apoyando su mano en el vientre – la doctora Poe dice que casi estoy listo, que él ya está ubicado para nacer, pero no pasa nada.
- Ten paciencia, en el momento menos pensado va a llegar la cigüeña, no suele avisar muy bien cuando, pero llega.
- Quiero ver cigüeña – dijo Koji muy serio mirando a su papá.
- Es un poco difícil, corazoncito – le dijo Dúo – no suele mostrarse a los niños pequeños, pero quizás cuando traiga a tu hermano se te aparezca.
- Cigüeña mala – dijo molesto y volvió a mirar a Heero – tousa, sueño.
- Está bien, vamos a dormir – se puso de pie y lo tomó de la mano – ¿Quieres un cuento? – le preguntó mientras subían la escalera.
- ¿Con una cigüeña? – lo miró ansioso y Heero sintió que le caía una gota por el costado, su hijo estaba obsesionado con ella.
- De acuerdo – le abrió la puerta de la habitación y lo ayudó a acostarse sentándose en la cabecera – esta es la historia de un elefantito que la cigüeña debía entregar a la señora Jumbo, pero como el paquete era tan pesado, se tardó mucho y cuando llegó a su destino el circo, que era donde estaba ella, se había trasladado y tuvo que viajar en medio de la tormenta hasta encontrarla.
- ¿Llegó cigüeña tonta?
- Si, llegó y entregó al pequeño en medio de un montón de otras elefantes, sin embargo, el pequeño tenía un defecto, tenía una enormes orejas y estas lo entorpecían y por eso lo llamaron Dumbo...
Quatre apoyó la cabeza en el hombro de su esposo al sentir un fuerte dolor en su cuerpo, Dúo lo notó de casualidad y le tomó el tiempo mientras seguían conversando acerca de sus planes para el futuro.
- Me dijeron que, apenas comience el año escolar comenzará a funcionar una escuela en el pueblito ¿es cierto? – le dijo Trowa fingiendo no percatarse que Quatre sentía dolores.
- Así es, así los chicos no tendrán que ir tan lejos a clases ni levantarse tan temprano, aunque por el momento sólo tengamos la primaria, pero dentro de un par de años tendremos secundaria y preparatoria junto con un excelente hospital.
- Y una clínica veterinaria, por lo que supe – dijo Quatre.
- Sí, el veterinario tiene un hijo pequeño, creo que es un poco menor que Koji, y quiere tener a su familia cerca y como pasa más tiempo en mi hacienda, creo que es prudente lo tengamos a mano en caso de emergencia.
- ¿Y que hay de la estación de policía?
- Heero hizo la solicitud y, luego de lo que pasó con Koji, la autorizaron y mi amigo Wufei será ascendido y dejado a cargo. Claro que tengo que agregar su casa al poblado, él también tiene familia y un pequeño recién nacido, aunque no lo he conocido aún, con lo que pasó estaba preocupado de dejarlos solos en la casa y no saber si les pasaba algo malo.
- Te pusiste aprensivo con tu familia – le dijo Trowa.
- Recuerda que perdí a mis padres siendo pequeño y de una manera muy trágica, jamás regresé a mi casa en Boston, donde trabajaba mi padre, creo que debe estar cubierta de polvo y muy dañada, no me he animado a venderla ni nada.
- Supongo que debe traerte muy malos recuerdos – dijo Quatre – según nos dijo el abuelo, tú estabas allí ese día en que tus padres murieron ¿verdad?
- Si, ellos habían ido a un baile de caridad y a mí me habían dejado en casa a cargo de una niñera, incluso recuerdo el vestido de mi madre, ella se veía tan bonita – sonrió con tristeza – ella siempre fue una mujer hermosa, aunque no era vanidosa y mi padre decía que había tenido suerte de conocerla.
- Los quisiste mucho ¿verdad? – le dijo Heero sentándose a su lado.
- Claro que sí – le sonrió abrazándolo – ¿Ya se durmió el bribón?
- Si, le estaba contando la historia de Dumbo, pero no alcancé a contarle mucho cuando ya estaba dormido – se apoyó en su hombro – creo que me contagió el sueño, debí haberme recostado también.
- Ah – se quejó Quatre y los tres lo miraron.
- ¿Estás bien, mi pequeño? – le dijo Trowa preocupado.
- Sólo un pequeño dolor – dijo él más tranquilo.
- No te apures – le dijo Heero tranquilamente – la primera vez suele ser demasiado lenta, recuerdo que cuando tuve a Koji estuve casi 10 horas sintiendo pequeñas contracciones antes de estar listo.
- ¡¿TANTO! – dijo Trowa.
- Es algo natural, deberá soportarlo hasta que esté listo, Sally me dijo que no me podía suministrar un calmante hasta que ya estuviera listo o dañaría a mi hijo o detendría el proceso.
- Mi pobre Quatre – lo abrazó hacia su pecho – no te vuelvo a embarazar.
- La vez siguiente será más fácil – le dijo.
- No quiero que sufras.
- No seas tonto, nuestros hijos compensaran cualquier dolor – le lanzó una mirada a Heero como diciéndole "bocón".
- Je, je – sonrió Dúo divertido – va a ser cosa de irse armando de paciencia.
Y el pequeño Hajmed Winner Barton nació de madrugada, claro que a Trowa no le había agradado para nada el nombre de su hijo, que se llamara como el abuelo paterno de Quatre era una cosa, pero que llevara primero su apellido agravaba la herida a su orgullo latino y se lo hizo saber a su esposo sentándose lejos de ambos mientras Heero y Dúo permanecían junto a ambos.
- ¿No quieres cargar a tu hijo? – le dijo Dúo imprudentemente.
- No – le dijo este poniéndose de pie acercándose a la ventana.
- Trowa – le dijo Quatre dolido – es tu hijo también.
- Pues debiste haberte acordado de ello cuando decidiste el nombre del bebé.
- Yo le había prometido a mi padre que lo llamaría así.
- Pudiste haberme consultado, tal vez hubiese estad de acuerdo.
- Bueno, yo... lo siento, Trowa.
- ¿Lo sientes? – le dijo volviéndose hacia él – como si no fuera ya bastante la ofensa de que mi hijo tenga un nombre que suena a bastardo, le agregas el insulto de no consultarme nada sobre él.
- No era mi intención ofenderte – se defendió casi llorando.
- Puede que no, pero ahora entiendo a tu abuelo Maxwell, jamás te opones a lo que dice tu padre, ni aunque esté yo de por medio.
- ¡Trowa! – se puso a llorar – no seas así conmigo – le rogó, pero Trowa estaba sentido y se salió de la habitación sin haber mirado siquiera a su hijo.
- Creo que es mejor que lo dejemos solo – dijo Heero señalando la puerta – tal vez no fue lo más prudente de su parte, pero trata de comprenderlo – tomó al pequeño y se lo entregó a Dúo para tratar de calmar a Quatre – él también es de una sociedad machista y has vivido con él largos años haciendo el papel femenino de la pareja y con esto lo has despreciado y herido en lo más hondo.
- Yo no quería que se enojara conmigo, lo amo mucho.
- Venga, tranquilízate – lo abrazó – Trowa sólo necesita tiempo para calmarse, después de todo también te ama, pero le va a costar superarlo, debes tener paciencia, por los dos y por tu hijo.
- ¿Crees que me abandone por esta ofensa? – lo miró.
- No lo creo, dale tiempo, verás que te perdona.
Pero las cosas no eran tan fáciles, Trowa estaba profundamente herido y se sentía humillado, sentía que había hecho las veces de un simple semental para la familia Winner, alguien que engendraría la siguiente generación y lo demás no tenía importancia, a Quatre poco le importaba lo que le tuviera que decir, después de todo, para qué lo quería a él si tenía a su padre para que tomara las decisiones importantes tanto de su vida como de su trabajo.
Y, a todo esto, habían pasado casi dos meses y Heero era quien esperaba la llegada de la cigüeña, claro que a Koji ya no le interesaba tanto la presencia de esta como la presencia de su pequeño primo, aunque notaba que su tio Trowa se mantenía lejano con ellos.
- Patrón, llegó el señor Winner en el avión, dice que llegará dentro de una hora – le dijo Peter – ¿Le informo al joven Quatre?
- Creo que esto va a acarrear más problemas con Trowa – suspiró – está bien, avísale y ordena que se prepare una habitación para él.
- ¿Se siente bien? Se le ve pálido, si quiere le digo al joven Dúo...
- No te preocupes, estoy un poco cansado, nada más – se puso de pie – iré a dormir la siesta, por si Koji pregunta.
- Claro – le sonrió y salió a cumplir lo que le ordenara.
Estaba por salir cuando se encontró de frente con Trowa que lo miró alzando una ceja interrogativamente.
- Ok, me descubriste, pero las contracciones aún son muy espaciadas para preocuparse – le dijo cruzándose de brazos.
- Dúo debería saberlo.
- Cuando sea hora le diré.
- Te estás portando igual que Quatre – le dijo con amargura – Dúo merece saber lo que te pasa con tu hijo.
- Está bien, le diré, no te pongas en ese plano, simplemente no quiero angustiarlo antes de tiempo.
- Pero, dime, ¿Para quién ordenaste una habitación?
- Para tu suegro – le dijo luego de dudarlo un poco, no sacaba nada con ocultar su presencia, de todos modos se iba a enterar de su venida.
- Mm, viene a untarle más sal a la herida.
- ¿Por qué no perdonas a Quatre y dejan ambos de sufrir? Además, el pequeño no tiene la culpa de lo que pasó, los necesita a ambos.
- No puedo, amo a Quatre, pero me siento usado, humillado, dolido ¿por qué él le toma el parecer a su padre y no me escucha cuando soy yo quién se casó con él? Por años he sido yo quien lo ha protegido, quien ha enfrentado los problemas, quien ha administrado sus bienes, quien dejó a su familia y ha vivido según sus costumbres para complacerlo ¿crees que puedo soportar semejante puñalada por la espalda? – le dijo con los ojos llorosos.
- Sé lo que sientes, cuando yo conocí a Dúo no me quiso dar ni su nombre, sin embargo, yo le entregué mi primera vez y cuando desperté por la mañana encontré tan solo una nota que decía en inglés "Adiós, querido" y nada más, me hizo sentir como si fuera un vil prostituto y, para colmo, estaba embarazado. Las pasé muy mal, me tuve que ir de la casa porque mi padre amenazaba con matarme si no le decía quién era el padre y trabajar para mantenernos, de todas maneras tuve suerte ya que donde trabajaba la dueña me trató muy bien y pude llevar mejor mi embarazo y luego el nacimiento de Koji. Cuando Dúo me encontró de nuevo lo rechacé, tenía el orgullo herido y no le dije nada de Koji, pero después me vi obligado, por la salud de mi hijo, a buscar su ayuda – suspiró – sufrimos bastante y todo por nuestro orgullo, yo no quería decirle directamente que era capaz de tener hijos y él tenía miedo que la supuesta madre de Koji viniera por nosotros y nos alejara de su lado – sonrió – sé que normalmente no hablo tanto, pero creo que ahora comprenderás que el orgullo no lleva a nada.
- No es mi orgullo el herido, es mi corazón, Quatre ha jugado con lo que siento, yo no seré el simple engendrador de sus hijos, quiero ser su pareja en todo el sentido de la palabra – suspiró – cuando nos comprometimos me hizo una promesa, que nunca iba a dejar que nadie interfiriera en nuestro amor y que tomaríamos las decisiones de común acuerdo, sin embargo, en algo tan importante como nuestro hijo ha tomado el parecer de su padre y no el mío y para mí aquello significa que no ha sido capaz de cumplir su palabra ¿cómo puedo confiar en él ahora?
- Así que no es orgullo ni falta de amor, sino falta de confianza – dijo pensativo – pero, si a ellos les pasara algo ¿les fallarías?
- Por supuesto que no, amo a Quatre y a nuestro hijo, pero eso no quita que me sienta defraudado – miró el reloj – y para colmo está por llegar su padre.
- Tal vez debieras hablar con él.
- ¿Hablar con mi suegro? Se nota que no lo conoces, no quiero otra pelea con él, ya bastante he tenido de ellas para el resto de mi vida, si por mí fuera, jamás lo visitaríamos en su casa.
- Un suegro molesto – dijo en voz baja – mi padre jamás será así con Dúo, él me dijo que había elegido muy bien, tanto con el corazón como con la cabeza, con quien compartir mi vida, que él me daría todo lo que necesitáramos.
- Prefiero tu padre al de Quatre ¿te cambiarías por él? – le dijo bromeando al fin
- ¿Qué me ofrecerías a cambio? – le siguió el juego.
- ¿Qué te gustaría tener?
- ¡¿QUÉ ESTÁN JUGANDO USTEDES DOS! – gritó Dúo furioso yéndose contra el latino que lo miró asombrado.
- Trowa y yo estábamos bromeando – le dijo Heero haciendo un gesto – además, debo decirte algo.
- ¿QUÉ COSA? – siguió gritando molesto.
- Se me han hecho más seguidas las contracciones – volvió a hacer otro gesto.
- Dios, Heero – se olvidó rotundamente de su enfado – te llevaré a la clínica de inmediato ¿te podrías hacer cargo de Koji y de mi tío, Trowa?
- Supongo que sí – suspiró molesto – si no me queda de otra, tendré que soportar a mi querido suegro.
- Bueno, supongo que gran parte de la culpa es de él por ser tan impositivo, incluso ni el abuelo se lo tragaba mucho, decía que mi tía era muy tonta al amarlo.
- Pues yo le creo – dijo Trowa molesto – anda, llévate a Heero o va a tener a tu hijo en esta misma sala.
- Ok, te dejo a cargo de mi casa y mi hijo – tomó a Heero y se lo llevó.
Al menos ahora el parto había sido más fácil que el anterior, suspiró Heero cuando al fin fue derivado a su habitación a esperar que le entregaran a su hijo, Dúo había permanecido todo el tiempo a su lado, aunque a ratos parecía que iba a desfallecer, pero había sido tan lindo que lo apoyara en ese momento. Aunque ahora estaba sentado a su lado pálido como papel.
- Anda, no es para tanto – le sonrió.
- Yo no sería capaz de soportar tanto dolor – le dijo al fin – no sé como lo haces.
- Bueno – volvió a sonreír – no es tan difícil, después de todo el dolor se pasa y nos quedan nuestro hijos – suspiró – aunque dudo que Koji tome muy bien el no haber visto la cigüeña de nuevo.
- Debe estar preocupado, querrá mucho a Trowa y a Quatre pero siempre está preocupado por nosotros.
- Mm, tampoco le va a gustar que pase unos días en la clínica, no suelo estar mucho tiempo lejos de él.
- Le diremos que la cigüeña le trajo a su hermanito pero como viajó demasiado, él está cansado y se quedará aquí un par de noches para que no se enferme.
- Ojalá y te crea, eres un pésimo mentiroso.
- Le diré a Trowa que se lo diga.
- Mm, me preocupa Trowa y tu primo, su relación parece estarse viniendo abajo por culpa de romper la confianza del latino.
- Nunca había visto a Quatre decidir algo por si mismo...
- Y al parecer no lo hizo, le pidió el parecer a su padre y no tomó en cuenta a su esposo, por eso Trowa está dolido.
- Y mi tío está en la casa – dijo preocupado poniéndose de pie para mirar por la ventana – espero que no la hayan reducido a cenizas.
- No seas exagerado.
- No lo hago, nunca los has visto pelear – suspiró volviendo a sentarse – Trowa es un tipo tranquilo, celoso, cierto, pero no suele enojarse con facilidad. Pero el padre de Quatre es capaz de sacar de paciencia a cualquiera. Hace tres años, que fue la última vez de que nos visitó, la armaron de Troya porque mi tío quería que Trowa durmiera en el pueblo lejos de Quatre, él no estaba dispuesto a dejarlo a la merced de su padre y se negó en rotundo, así que quiso echarlo de la casa, mi abuelo se negó y Trowa comenzó a gritarle que era un infeliz, que lo único que quería era torturar a Quatre y él le dio feroz golpe – se estremeció – pero Trowa no lo iba a dejar así, se puso de pie y le dio feroz golpe en el estómago y lo dejó inconsciente. Quatre quiso ayudar a su padre y el abuelo se enojó con él, Trowa también lo hizo y se fue del rancho. Pocos días después supimos que habían vuelto a pelear en Arabia y que mi tío le había lanzado una bomba y por poco lo mata, así que no me asombraría una nueva confrontación.
- Y Quatre está tan acostumbrado a obedecer a uno o a otro que cuando se ve enfrentado al dilema de decidir, inclina la balanza hacia su padre.
- Olvidémonos de ellos, parece que traen al bebé – sonrió viendo como la puerta se abría – ¿Cómo lo llamaremos?
- La vez anterior escogí yo solo el nombre de nuestro hijo, es tu turno.
- Bueno, yo quisiera que se llamara como tú – le sonrió – si estás de acuerdo.
- Y se llamaría como mi padre – suspiró – si es lo que quieres, así se llamará.
- Entonces, lo voy a inscribir como Heero Maxwell ¿No suena hermoso?
- Sí tu lo dices – le dijo y tomó al pequeño del carrito recostándolo en su pecho – ¿Qué dices tú, Heero? – y el niño sonrió – bueno, mayoría gana.
- Por eso te quiero tanto – se inclinó y lo besó con suavidad en los labios – iré a cumplir con el trámite y luego iré a casa, no quisiera encontrarla por la noche en el suelo y sin mi otro hijo.
- Bueno – le sonrió – Heero y yo te esperamos aquí.
Dúo llegó a la casa cuando apenas anochecía pero se encontró con que Trowa y los dos niños estaban sentados en la puerta abrazados y con una frazada encima y la pañalera del bebé a un costado. Preocupado, se bajó del auto y se sentó junto a Trowa que mecía suavemente a su hijo mientras intentaba hacer que Koji dejara de llorar.
- ¿Qué pasó aquí, Trowa?
- Mi querido suegro llegó gritando a medio mundo y cuando Koji le dijo que no era él quien mandaba en esta casa sino su papá o su Tousa por poco y le pega, yo me puse en medio y le dije que no podía andar haciendo eso en una casa ajena y me dijo que no me metiera ya que para lo único que servía are para darle nacimiento a la siguiente generación de Winner. Esperaba, quizás ilusamente, que Quatre lo refutara, pero se quedó callado y no pude más, le dije que yo no estaba dispuesto a ser su juguete, que si era lo que quería, no debió casarse conmigo y buscarse a alguien que fuera estúpido de verdad, que yo no iba a permitir que mi hijo creciera en semejante ambiente y lo saqué de la cuna y tomé a Koji y me los llevé de la casa al pueblo, pero creo que son ellos los que deben irse, no nosotros, Koji es tu hijo y él no tiene derecho a decir nada sobre él.
- Tranquilo, esto no se queda así – dijo Dúo molesto – vengan adentro, no quiero que se resfríe nadie.
Entraron en la casa que estaba en absoluto silencio, pero cuando llegaron a la biblioteca fue como si se hubiesen encontrado con el mismo demonio en persona porque ambos niños se pusieron a llorar.
- Así que te diste cuenta que no eres nada sin Quatre.
- Tío, cierra la boca – le dijo Dúo – sabes perfectamente que si te recibo es única y exclusivamente por mi primo ¿Cómo se te ocurre tratar mal a mis invitados y a mi hijo? – había tanta ira en sus ojos que el hombre retrocedió – mi hijo viene saliendo apenas de una situación traumática, intentaron asesinarlo dos veces y tú, con tu actitud, lo has asustado de nuevo – miró a Koji que no dejaba de llorar – y, al parecer, levantaste la mano contra él, si Heero se entera de esto va a quedar la crema, él no es sumiso como Quatre, él es de armas tomar y no va a razonar, va a defender a sus cachorros con garras y dientes.
- Mira, Dúo, tu no me das ordenes a mí...
- Pero esta es MI CASA – le recalcó – y aquí no vienes a dar órdenes porque tú no eres un Maxwell y si la situación no te gusta, allí está la puerta, ni creas que porque el abuelo no está yo voy a tener que soportar tus atropellos y humillaciones, no señor, si vamos a empezar con eso, te vas de inmediato de mi casa ¿qué te has figurado? Tal vez no sea el "gran macho" que mi abuelo quería, pero si me doy a respetar – dijo furioso levantando a su hijo – y deberías tener cuidado con lo que dices, tío, Trowa podría quitarle el niño a Quatre y criarlo solo, porque, según ustedes, ha sido usado.
- ¡No es cierto! – dijo Quatre – yo amo a Trowa.
- ¡Vaya manera que tienes de demostrarlo! – le dijo este molesto – yo siempre he defendido nuestro amor a brazo partido contra viento y marea ¿y con qué me encuentro? Que mis opiniones no te valen nada, cuentas con tu padre para las grandes decisiones.
- Yo... – dijo apagando la voz – le tengo miedo.
- ¡¿Y ACASO NO ESTOY YO PARA PROTEGERTE! – dijo exaltado – ¿ACASO NO FUE ESA LA PROMESA QUE TE HICE HACE CUATRO AÑOS, CUANDO NOS COMPROMETIMOS?
- Lo siento, Trowa, sé que eres capaz de protegerme de lo que sea, pero él me amenazó con dejarnos sin nada y yo no podía permitir que nos dejara en la calle.
- Desgraciado – dijo Trowa bajando la voz mirando a su suegro – le dio en el punto débil, se nota que lo conoce, pero ¿sabe? Quédese con la fortuna de los Winner, me importa un rábano si deshereda a Quatre, después de todo yo no soy tonto, he ahorrado durante todos estos años y comprado acciones con mi dinero y ya no necesitamos depender de su familia.
- ¿Trowa? – lo miró Quatre preocupado.
- No voy a permitir que siga amedrentando y avasallando a mi esposo, ya fue suficiente, como tampoco voy a permitir que haga lo mismo con mi hijo o con algún otro que tengamos más adelante – se giró hacia Dúo – es mejor que se vaya ahora por las buenas si no quiere verme realmente enfadado. Y tú, Quatre – le dijo a su esposo – vas a tener que decidir si seguir a mi lado y tomar tus propias decisiones o te vas con tu padre y no nos vuelves a ver más.
- Me quedo con ustedes – fue y se abrazó a él – me importa poco la fortuna de los Winner, podemos empezar juntos de cero.
- Ni crean que han ganado – dijo el padre molesto – esto no se queda así.
- Querido tío – le dijo Dúo con sarcasmo – no estamos en tu país, así que no hagas amenazas, aquí no vas a salir bien librado si tratas de matar a Trowa, así que ten cuidado o te acusaré de terrorista.
El hombre apretó los labios y salió de la casa dando reverendo portazo que asustó al bebé que comenzó a llorar y Koji lo imitó de inmediato.
- Menos mal que me vine a casa, pretendía quedarme con mis Heero toda la noche – suspiró Dúo sentándose con Koji en su regazo en un sillón de la sala – y ustedes ¿están bien?
- Dios, nunca me había opuesto a lo que dijera mi padre – dijo Quatre – pero yo siempre voy a preferir a Trowa. Además, siempre podemos volver a empezar.
- Pero sin los grandes lujos que nos daba la fortuna de tu familia – le dijo este – el dinero que tengo no es tanto como para mantener los palacetes el Londres o en Paris, además, están a nombre de tu padre.
- Pero aún tenemos algo de lo que nos dejó el abuelo, como la cadena hotelera – le sonrió Quatre – y tendremos más tiempo para nosotros.
- No se preocupen por eso, si quieren administrar una petrolera, de seguro Heero se las ingeniará para traspasárselas, son demasiado para él.
- ¿Y como está el resto de tu familia? – le dijo el rubio recordando al recién nacido.
- Bueno, el pequeño se llama Heero Maxwell y es igualito a él – sonrió acariciando a Koji que lo miraba – es bastante grandecito, aunque Sally dice que nació más prematuro que su hermano, pero Heero me dijo que ella sacaba mal las cuentas, que él sabe perfectamente cuando lo hicimos.
- ¿Y no vi cigüeña? – dijo Koji molesto.
- Bueno... – dijo pensativo – la cigüeña perdió el camino y tuvimos que irla a buscar – improvisó, ya ni se acordaba que era lo que habían hablado con Heero de contarle – y por lo mismo tu tousa y tu hermanito van a permanecer un par de días en el hospital.
- ¿Cómo bebé y tío Quatre?
- Si, como ellos – suspiró.
- La cigüeña cansa tousa, por eso duerme hospital ¿no?
- Que chico más inteligente – sonrió Dúo más aliviado, había entendido mejor de lo que esperaba – bueno, ahora vamos a dormir, mañana iremos a verlos ¿te parece?
- ¿Lo dejarán entrar?
- No creo que se lo prohíban, es el hijo del dueño – sonrió Dúo.
Trowa había puesto al bebé en la cuna luego de dormirlo, era tan pequeñito y hermoso, era tan parecido a su Quatre, la diferencia era que tenía los ojos verdes como los suyos, pero hasta la sonrisa le había sacado a su "madre".
- Espero que tengas mejor futuro que nosotros, mi pequeño – le dijo dándole un beso en la frente para cubrirlo luego – Quatre – dijo asustado de verlo de pie detrás de él observándolo con ternura y se puso rojo hasta la raíz del cabello – ¿pasa algo malo?
- No, pero me gustan esos gestos tiernos tuyos – se acercó a él – yo quiero pedirte disculpas, Trowa, por ser tan cobarde y dejar siempre que mi padre me humillara y te hiriera por mi culpa – suspiró – no esperé nunca que las cosas llegaran a tanto, supuse que así los protegería a los dos, pero sólo estaba evitando la confrontación final, ahora, al menos, ya no temeré a su sombra, aunque no tengamos lo que antes teníamos.
- Estaba pensando, Quatre mío, que tal vez no haga nada en nuestra contra.
- ¿Por qué lo dices? – lo miró extrañado.
- Bueno, porque no tiene otro heredero varón y dudo que tus hermanas, que tanto te quieren y consienten, se queden de brazos cruzados viendo como trata de destrozarnos – sonrió – ¿recuerdas que nos arruinó nuestro primer aniversario?
- Si, mis hermanas casi se lo comieron.
- ¿Ves? Y era algo sin mayor importancia, después lo celebramos en grande ¿Te imaginas la reacción que tendrán ahora si se enteran que estuvo a punto de hacernos romper?
- No sé como se llegarían a enterar de algo semejante.
- No es necesario, simplemente podrías deslizarle la amenaza y ya.
- Eres muy astuto – lo abrazo sonriendo – te amo.
- Yo también – lo abrazó tomándole el mentón entre los dedos y besándolo en los labios con pasión – yo también – susurró mientras lo guiaba a la habitación que compartían sin notar la sombra que rápidamente salió de la habitación dejándolos con su privacidad, después de todo, sólo tenía curiosidad de saber si se habían arreglado los problemas entre ellos, no verlos haciendo "cositas", se dijo sonriendo entrando en su habitación. La noche iba a ser muy larga para él, pero de seguro para su primo y su esposo, no.
Dos días más tarde Heero Yuy y Heero Maxwell estaban instalados en su habitación en la casa grande, Koji estaba mirando a su pequeño hermanito atentamente, era muy chiquito todavía, pero tenía unos pulmones.
- Gritón – le dijo frunciendo el ceño.
- Tu eras peor – le sonrió Heero divertido – además, tiene hambre, tú también pides de comer.
- Pero no así – le rebatió.
- Porque ya sabes hablar, Koji, él debe aprender a hacerlo.
- Cigüeña equivocó con hermano.
- Oh, vamos – le acarició el cabello – es lo que le encargamos con Dúo – le sonrió – venga, voy a alimentarlo y verás que se queda calladito.
- ¿Un tapón?
- Algo así – se rió Heero – a propósito de tapones ¿y tu papá?
- Anda babeando por allí – se encogió de hombros imitando a Trowa y Heero no pudo evitar la carcajada – ¿por qué ríe?
- Por nada, Koji, por nada – acarició la carita de Heero y comenzó a alimentarlo, pero lo cierto era que se había imaginado a Dúo en semejante estado y la imagen lo había hecho reír. Pero era cierto que Dúo andaba todo orgulloso de su segundo retoño y a cuanto se le cruzaba en su camino y tenía la ocurrencia de preguntar por ellos les contaba el cuento del lindo hijo que habían tenido.
- ¡Al fin estoy aquí! – dijo Dúo entrando en el cuarto del bebé – ah, lo estas alimentando, yo quería cargarlo – dijo haciendo un gesto y se volvió hacia Koji – ¿qué tal si vamos a jugar un rato mientras tu tousa alimenta al nene?
- ¿Montamos? – dijo entusiasmado.
- Vayan, se va a tardar un poco y también debo mudarlo.
- Bien – sonrió levantando a Koji – ah, me encontré con Zech y Traize – se volvió a sonreír al ver su gesto de enfado – por supuesto les conté del bebé y se les ocurrió, que desgracia ¿no? Que debíamos presentarlo, que teníamos que hacer una fiesta, pero les dije que primero iba a consultarlo contigo y después haría invitaciones en caso de ser la respuesta positiva.
- Me parece bien que hagamos una fiesta para presentar a Heero, pero primero haremos una para los niños, ellos son el futuro – le dijo sentándose en una de las mecedoras del cuarto.
- ¡Me haré cargo de inmediato! – sonrió mirando a Koji – pero primero iremos a montar – se llevó al niño en brazos.
- Dúo es un papá contento – dijo Quatre entrando en la habitación de su sobrino con su hijo medio dormido – igual que Trowa, pero él no parece andar babeando por el bebé.
- Dúo es un Maxwell ¿recuerdas? – le dijo el aludido entrando también.
- ¿Qué piensan ustedes? ¿Estará bien que hagamos una fiesta para presentara los niños con nuestro vecinos?
- Así les hacemos saber que siempre habrá herederos del rancho – dijo Quatre.
- Y no me han contado como arreglaron todo con tu padre – le dijo al rubio.
- Ah, bueno – sonrió Quatre divertido – me citó a un restaurante muy fino en la ciudad para decirme que iba a quitarnos a nuestro hijo si yo no me iba con él y renunciaba a Trowa. Hubieses visto su cara con mi respuesta – se rió – creo que parecía semáforo. Se puso de todos colores y al final accedió.
- Pero ¿qué le dijiste? – insistió el japonés.
- Bueno, que lo haría, pero que les diría a mis hermanas que mi separación era forzada porque él no quiere a Trowa.
- ¿Y eso?
- Es muy simple, fueron sus hermanas las que decidieron que yo era el esposo perfecto para Quatre – le dijo Trowa sentándose en una silla mientras Quatre se sentaba en la otra mecedora – él no estaba de acuerdo y me hizo soberano drama, pero ellas se mantuvieron en sus trece y lo obligaron a aceptarme como yerno. Y vaya que le ha costado.
- Pero ellas son mujeres.
- Si, es cierto, pero sus esposos son los principales colaboradores de mi padre – le explicó – y son adoradas por ellos, casi siempre hacen lo que ellas quieren ¿te imaginas que pasaría con lo negocios de mi padre si perdiera el apoyo de todos sus otros yernos? Creo que eso fue lo que lo hizo entrar en razón y nos dejará en paz por un buen tiempo.
- Vaya tipo, creo que prefiero a mi padre.
- ¿Vendrá a conocer a su nieto?
- No lo sacaría más de aquí – suspiró – creo que sí, él adora a Dúo y a Koji, sé que fue muy estricto conmigo, pero también me cuidó mucho de niño, quizás nunca tuve una muestra de afecto de su parte y por eso no había confianza entre ambos, pero estoy seguro que está superado.
- ¿Y tu madre?
- Ese es un cuento aparte, ya que cuando mi padre supo que yo estaba embarazado se pelearon y se separaron, mamá no quiere a Dúo por lo que me hizo ni parecía tener intenciones de perdonarlo, pero creo que sí querrá conocer a su nuevo nieto.
- Las cosas se van solucionando de a poco – dijo Trowa poniéndose de pie – venga, acostemos a nuestro retoño y salgamos a tomar un poco de aire ¿te parece?
- Creo que parecen tortolitos – se burló Heero y sonrió al ve que se sonrojaban – de seguro pronto hacen crecer la familia también.
- ¡No seas malo! – le dijo Quatre más rojo si se puede.
- Si, estos dos van a ponerse en campaña luego para un nuevo encargo – le sonrió al bebé mientras lo mudaba – se quieren demasiado.
Fin.
Ahora si, al fin acabe, anduve sacando un par de cositas del armario y guardando otras y creo que la historia quedó tan diferente a como la había planeado en un principio, pero creo que me gusta más así.
Chipita, lo siento, no te puse lemon 3X4, no tenía cómo, pero te prometo que en las otras historias lo habrá, aquí estaba tratando de enfocar la historia entre Dúo y Heero y, o había uno de ellos de mirón o Quatre contaba las incidencias de una noche de pasión a Dúo, no sé, pero me sonó de mal gusto para la historia, después de todo Koji andaba por allí con las antenitas atentas.
Y a todas las demás, espero que disculpen que tardara tanto en actualizar, no había tenido la inspiración ni el tiempo para escribir, como me pasa con las otras historias, y sólo espero que la espera haya valido la pena.
Los quiero Mucho, mucho y dejen sus comentarios ¿OK?
Shio Chang.
Ah, Wing Zero también les manda saludos, está en un recambio de aceite.
