El Código Verdolaga
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Capitulo I
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James, Él James Potter
Estaba recargado en el asiento, la mirada aburrida, fija clavada en la ventana. Traía la mas larga cara de sueño y monotonía con que jamás había sido visto James Potter. Era como si Snape no existiera y no tuviera otra diversión y entonces el mundo era una porquería de simplicidad.
Así parecía. Simplemente sentado, con la mano diestra acariciando el pecho derecho de Helenna Vetolla, y con la otra masajeándose la cabeza.
¡Ag! Como odiaba los viajes en tren. Al menos, en ese tren. Jamás podía hacer nada divertido... siempre había prefectos por allí, y la señora del carrito, y uno que otro maestro canturreando canciones desconocidas y vigilando como leonas hembras.
Y el, James Potter, ciertamente no había nacido para estar quieto mirando por la ventana en un viaje de todo el día, luego de la escuela.
Era el final del 6° curso, y por fin... vacaciones. Regresaba a casa. Ese era el único motivo por el que hasta ahora permanecía sin causar una explosión o mofándose de los imbéciles de Slytherin.
Por fin a casa, y luego... Empezaba de nuevo la batalla con aquellas chicas hermosas, y sus sensuales caderas contoneándose al andar, el rebote de sus pechos al alzar las manos...
¡Ah...! Pero el año entrante, no. Séptimo seria dedicado únicamente a una.
Estaba decidido. Todo el, magnifico y todo, seria por completo para Lilianne Evans.
Por mas que le costara, lo haría. Total, el premio seria no solo su codiciada virginidad, sino también el primer lugar en el juego de los Códigos, permanentemente...
Y esa simple idea lo excitaba. Era mera emoción y le estimulaban de sobremanera aquellos pensamientos.
El primer lugar en el juego de los Códigos. En el Código Verdolaga, que era mucho mejor.
Sonrió de lado al imaginarlo:
Se retiraría de la escuela como una leyenda. El mejor jugador de Quidditch en los últimos tiempos. El alumno mas destacado después de Lilianne Evans, la prefecta. Y, por si fuera poco, un Merodeador.
Sin mencionar los premios por trabajo al colegio, ser un animago ilegal, un excelente cazador, (De animales y damitas, que para el, no había tanta diferencia) Y un adulador profesional.
¡Ah, como adoraba su vida!.
Eso era, para eso había nacido, y ¡Valla que lo hacia bien!. No había hombre allí que no quisiera ser como el, ni mujer, niña o señorita que no diera una pierna por estar con el.
Después de todo, el era un Merodeador, un Potter, y –mejor aun - un James Potter.
Helenna Vetolla respiro profundo con un sonido acompañado. Era asqueroso, pero tenia lindo cuerpo.
James por primera ves desde que la había dejado fatigada, la miro. No era muy bonita. Tenia el cabello negro, un negro sucio y sin brillo. Una carita brutal y grotesca; los labios delgados, y cejas espesas. ¡Ah, pero que lindo culo tenia!.
Uno de los mejores. Además, la vestimenta que traía resultaba única.
Un vestido café entallado, con un corte liberal y un pronunciado escote. De hecho, tan pronunciado, que solamente cubría los pequeños pezones erectos por el frió.
James dejo de masajear su cabeza y acaricio una de las mejillas de la chica que dormía en su regazo. Luego, cuando se hubo cansado, bajo su mano lentamente, acariciándole el cuello. Acaricio la clavícula.
Eh igual de imperceptible, extendió su mano en la parte superior del pecho expuesto. Introdujo su mano bajo el apretado vestido y acaricio el pezón.
Helenna se movió, sin la menor intención de despertar. Parecían gustarle las caricias...
.§.
¡Calla!. Calla ahora.
No quiero escucharte mas.
Piérdete en el olvido,
Que ni aun al recuerdo
Le puedo pertenecer.
De lo poco de vida
Que me queda, diera
Con gusto todo, y la eterna
Por un poco de libertad.
Es que, aunque te ame,
y... ¡Cuánto te amo!.
No puedo estar contigo.
No me pongas esa jaula
Endemoniada. Y tu, amor,
No te ates aun sueño.
El sueño no esta hecho para eso...
.§.
HEY mundo. Nada, por aquí pasándola bien. Y ustedes?. Cuéntenme... les ha gustado?
