Hace tiempo que no publico un fic de este tipo, pero en sí este fic lo tengo en escrito desde hace mucho… en esta historia intento plasmar humor sin mucha lógica. Es un fic es ligero y un tanto exagerado, que tiene de protagonista a Matt en su faceta de papá; el narrador que empleo se mete mucho en la trama, pero es con intención de darle a esta historia un toque de ironía. Otra cosa, este fic retoma un poquito la idea del epílogo de digimon 02, es decir, salen los hijos de los elegidos, por eso retomé los nombres que usé en mis fics Memorias borradas y Fusión prohibida, aunque no es necesario que leas esos fics para entenderle a este.¡Ah, otra cosa, esta historia la hice con la colaboración de mi amiga Dadaiiro.

Al borde de un ataque

Por CieloCriss

U N O

Si entraste a leer esta historia para contagiarte de ternura, quiero que sepas que aquí no hallarás mucho de eso. Puede que sí tenga algo de ello, después de todo cuando un bebé nace irradia simpatía, nos contagia de amor y todo lo demás… sin embargo, como narradora de esta historia, quiero advertirte que más que ternura, este es el cuento de un hombre al borde de un ataque.

Érase una vez, en la casa de la familia Ishida, un orgulloso padre mecía la cuna de su hijito recién nacido.

Mientras movía la camita, tocaba con la armónica una melodía tranquila para que el bebé se quedara dormido.

El padre veía y volvía a ver a su chiquito: un niño con cabello rojizo muy bonito que apenas tenía unos cuantos días de nacido.

Bien, pues ustedes podrán imaginarse que Yamato Ishida, el progenitor del bebé, estaba muy contento de volver a ser papá, ya que para él, la llegada de este nene, era como una doble maldición… ¡perdón, perdón, quise decir bendición.

Tan embobado estaba el papá con su hijito, que cuando sonó el timbre quedó estático en la cuna.

—Yama, cariño¿puedes abrir? – preguntó la esposa del señor Ishida, quien les comunico desde ahorita que es Sora, antes Takenouchi, ahora Ishida -, Es que Mayumi y yo estamos ocupadas.

Ah, otro dato más para esta historia: Mayumi es la hija mayor de Yamato y Sora, tiene cuatro añitos.

El caso es que Yamato no contestó pero se dispuso a abrir. Todavía no se alejaba del cuarto de su bebé cuando el timbre volvió a sonar.

—¡Ya voy! – renegó Yamato, y se puso a mascullar porque sólo las personas maleducadas tocaban el timbre varias veces.

Se iba a alejar cuando su bebé comenzó a llorar, pues ya no había música para él.

—No, no, Ko-chan, papá ahorita regresa – dijo, pero cuando Ko-chan lloraba, se le rompía el corazón y le dolía la cabeza.

Ko-chan lloraba demasiado a veces.

Yamato decidió que si tenía que ir a abrir la puerta no por ello iba a dejar a Ko-chan solito. Así que lo levantó de la cunita y lo acomodó en sus brazos de manera paternal (imaginen la escena… ¡Ahhhhh, qué lindo).

Entonces Yamato Ishida salió de la habitación del bebé, bajó las escaleras y caminó por la estancia de su casa de piso bien tallado, de madera fina, según le habían dicho los que le habían entregado la casa días atrás.

No están ustedes para saberlo, ni yo para contarlo, pero los Ishida, además de tener nuevo bebé, están estrenando casa. Yamato trabaja en la NASA de Japón y Sora es diseñadora de modas, así que podrán imaginar que a los desgraciados les va bastante bien.

Cuando Yamato iba a abrir, el timbre sonó por tercera vez.

—… - Yamato iba a decir algo, pero mejor se abstuvo, giró la perilla.

Abrió la puerta lentamente. Primero asomó la cabeza, y al ver a una masa de personas estancadas en la entrada de su casa se puso pálido y feliz al mismo tiempo.

—Holaaaaa, vinimos a visitar al nuevamente padre – dijo de repente Taichi Yagami, empujando la puerta para abrir la casa desgraciadamente eso le costó a Yama un golpe en la cabeza, pero al bebé no le pasó nada

—Ahhhh, pero qué bonita casa - dijo Miyako.

—Mhhh, huele a comida – agregó Daisuke - ¿Qué hicieron de comer hoy, Yama?

—Pero a ver¿dónde está el bebé que no lo veo? – mencionó Hikari - ¡ahh, ahí está¡Qué hermoso!

Yamato quedó con la boca abierta de la impresión. Eran más de los que pensaba. Ya sin la puerta, todos los visitantes podían ver en el interior de la pulcra casa.

—Hola muchachos… -dijo mientras le daba palmaditas a Ko-chan.

—¡Pero qué precioso bebé! – gritó Miyako.

—¡Mi primito! – dijo emocionado Seiyurito Takaishi, el sobrinito de Yamato y Sora.

Takeru alzó a su hijito de seis años.

—Hola hermano¡Muchas felicidades! – Takeru entonces le dio a Yamato un pequeño regalo empaquetado de azul. - ¡tienes un hijo encantador, pero eso ya te lo había dicho ¿Verdad?

—Er… bienvenidos – mencionó Yamato - ¿por qué no pasan…?

Las visitas inesperadas no se hicieron esperar, como un ventarrón de humo, o más bien como una manada de elefantes en estampida, entraron a la casa.

Yamato se quedó en la entrada, con los ojos muy abiertos, dándole palmaditas a Ko-chan. Los únicos que se habían detenido a saludar con educación habían sido Ken y Cody…

—¿Quién es, Yama?

—¡Ahh, y ¿dónde está la nuevamente madre! – gritó Tai.

—¡La nuevamente mamitaaaa! – le hizo coro Taiki, el hijo de Taichi.

Yamato se dio la vuelta y avanzó hacia al lobby arrastrando los pasos.

—¡Qué bárbaro Koushirou, cómo se te ocurre comprarle al bebé este trajecito¡Te dije que era un varoncito y no una nena!

—Pero es que tiene un borreguito, Mimi¡los borreguitos son unisex! – A Yamato se le erizaron los vellos de la piel al escuchar esa conversación.

—¡Ahh, hola Yamato! – dijo Mimi, interrumpiendo el regaño que le hacía al pelirrojo Izumi - ¡Felicidades por este nene, es una lindura.

—Sí, está divino – complementó Sora, quien venía entrando desde la cocina, de la mano traía a su hijita, Mayumi. – me tiene tan feliz tener a Ko-chan en la casa. Con él ya estamos completos.

—No mamita, nos falta el perrito – avisó Mayumi, pero nadie le prestó atención (qué crueldad…).

A Yamato lo que lo tenía nervioso no era tener a sus amigos de visita… de hecho ese punto le daba gusto, el problema era que se les había ocurrido venir a todos al mismo tiempo y con todos sus hijos.

En esos momentos ni los dedos de sus manos podían contar la cantidad de gente que había en su casa: estaban los Kido, los Yagami, su hermano e hijo, los Izumi, Tachikawa, Motomiya, Hida, Ichijouji… cielos… fácil había en su sala de estar más de 10 niños, sin contar a su hijita y al recién nacido.

Era como de no creerse.

—¡Ay chicos, qué lindo que hayan venido! – dijo Sora, mientras recibía regalos de todos.

—¡Pero claro que íbamos a venir, además están estrenando casa – agregó Daisuke.

—Yama, cariño, habrá que traer las sillas del jardín – sugirió Sora.

—… Está bien… - dijo Yamato quien sólo quería un fin de semana tranquilo para disfrutar de sus hijos y esposa.

—Sora, yo le ayudo al Imbécil – dijo Taichi, besando la mejilla de Sora. Yamato no se ponía celoso porque sabía que Tai era el mejor amigo de su esposa. – y déjame felicitarte, te has sacado un diez con este bebé.

Yamato le prestó el bebé a Taichi, quien lo sostuvo unos segundos y se lo pasó a Sora.

—¡Gracias Tai! – dijo Sora – Kotaro es un amor. Es tan buen niño, nunca da lata…

—Sora… - susurró Yamato

—Ok, ok, la verdad es que el algo llorón, pero eso es normal en los niños.

—Vamos por las sillas entonces; ven a ayudarnos, Koushirou – Koushirou Izumi dejó en el piso a su hijita y se dispuso a ayudar a sus amigos.

Los tres fueron por sillas al jardín, y al comedor, y a cualquier lugar en donde hubiera sillas.

Sora sonrió y le mostró el bebé a su mejor amiga, Mimi.

—Ayy, pero qué tierno – admitió Mimi, dándole a Sora un par de regalos – Mira Sora, este, el del empaque bonito es mío, y este es de Koushirou… sin comentarios, le di las mejores indicaciones y creo que te trajo una camisetita de niña…

—Eh, no hay problema Mimi, la intención es lo que cuenta – dijo Sora, muy contenta por las visitas -. Amigos míos, están en su casa.

La docena de amigos asintió.

Y fue así como comenzó la visita más larga de toda la historia de la vida de Yamato Ishida…

Bueno, ya siguiendo con el fic, les diré que después de que Koushirou, Taichi y Yamato fueron por sillas, la familia Ishida y sus visitantes tomaron asiento y comenzaron a charlar de los viejos tiempos.

—Sora, te ves muy bien, mucho mejor que en el hospital – dijo Hikari, sosteniendo a su hijito en brazos, un niño de pelo castaño y tranquilo que de ahora en adelante llamaremos Toshiro.

—Pues claro que se ve bien, un hijo es la bendición más grande del mundo – dijo Jun, esposa de Joe.

—Ahh, yo quiero cargar al bebé¿me dejas papito? – preguntó una nena que se movía 10 veces por segundo de los brazos de su papá, Ken.

—No, hija – negó Ken.

—Kurumi-chan, no puedes cargar al bebé porque se te cae y se le rompe la cabecita – dijo el sobrino de Sora y Yamato, Seiyuro.

—Sei, no digas esas cosas – aconsejó Takeru.

—¡Pero es la verdad, papá, tú me dijiste que si intentaba cargar a mi primito se me iba a caer porque estaba chiquito, y que entonces se le iba a romper la cabecita en pedacitos y que entonces tío Matt te iba a romper la cabecita a ti y entonces me iba a quedar sin papito y entonces…- Takeru tuvo la brillante idea de taparle la boca su hijito y sudar de la vergüenza.

—Ahhh, estos niños de hoy, tan imaginativos¿Verdad hermano? – dijo Takeru con voz temblorosa.

Yamato puso los ojos en blanco.

—Claro, Takeru – respondió algo cansado.

—Pero aunque no podamos cargar al bebé¡yo quiero saludarlo! – dijo el hijo de Taichi, Taiki.

—Mi hermanito no se va a dar cuenta porque está chiquito – informó Mayumi.

—Yama, cariño – sugirió Sora, enternecida por la curiosidad de los niños por conocer a su bebé - ¿Por qué no le presentamos a nuestro hijo a todos sus amiguitos?

—¡SÍ! – gritaron los infantes.

—Buena idea, Sora – dijo Taichi. -, vamos todos al jardín niños, vamos a que conozcan a Ko-chan.

Los niños que estaban en la estancia del hogar corrieron al jardín de los Ishida. Yamato respiró aire puro y sus oídos descansaron parcialmente del ruidazo que hacen los críos.

—Ahh, cuánta paz sin los niños¿verdad Sora?

—Claro que sí, Miyako – respondió la pelirroja.

—Seguro debes estar cansada de tanto trabajo, tener un hijo no es cosa de todos los días – agregó Hikari – Yo todavía recuerdo cuando nació mi Toshi, era todo tan cansado… mi marido me ayudaba, pero…

—Qué va, los hombres nunca hacen lo suficiente – renegó Mimi -, seguro que hace siglos que no sales de la casa, a que te dé el sol, Sora.

—Bueno… la verdad es que no he salido mucho desde que mi embarazo se puso grueso…

—Pues ahora que estás recuperada deberías dar una vuelta¿no? – propuso Miyako.

De repente, señoras y señores, Mimi Tachikawa se puso de pie de manera desafiante, y sus ojos brillaron de malicia.

—¡Tengo una idea!

—¿Qué cosa?

—¡Hay que celebrar el nacimiento de Ko-chan con una fiesta!

—¿Qué no estamos celebrando ya? – preguntó Daisuke.

—Además Mimi, no le estén metiendo ideas raras en la cabeza a Sora – renegó Yamato.

—Bueno, esta es una visita, pero pienso que hoy es un lindo día para festejar que hace quince días Ko-chan vino al mundo¡podríamos hacer una comida!

—¿Y…?

—Que entonces las mujeres nos vamos de compras para traer lo necesario¿qué les parece chicas?

—Pues… no sé… - mencionó Sora – No sé si esté bien salir de casa con Ko-chan tan pequeño…

—Ah, pues te diré algo amiga – dijo Mimi - ¿Acaso tú no trajiste a Ko-chan en tu vientre por largos nueve meses?

—De hecho el parto se atrasó una semana – recordó Sora, pensativa.

—¿Acaso no sufriste los dolores de parto?

—Oh, sí, estuve en labor por más de diez horas…

—¿Y qué hizo tu esposo a cambio?

—Bueno, Yama estuvo conmigo…

—Pues sí, porque es un buen marido y ama a su esposa y bebé, pero no sufrió lo que tú, así que creo que Yamato y los demás bien pueden cuidar de Ko-chan y los demás mientras vamos de compras.

—Buen punto – agregó Hikari.

—Claro¿verdad Ken que no habrá problema?

—Este… ¿qué no hay comida en la casa? – mencionó Ken en voz bajita.

—¡Ya está decido, nos vamos de compras para que la pobre de Sora vea el sol y para buscar un pastel gigante en honor a Ko-chan.

Las mujeres presentes Mimi, Sora, Jun, Miyako y Hikari tomaron sus bolsos y sin siquiera despedirse se marcharon de la enorme y hermosa casa de los Ishida.

¡TRAZ! Sonó la puerta. Los varones elegidos parpadearon un par de veces y suspiraron.

—Pero qué escandalosas son las mujeres – opinó Daisuke. – menos mal que no vino mi esposa…

Yamato quedó parado en la sala, con el bebé en brazos.

—¡Papá, los niños están esperando para conocer a mi hermanito! – comentó Mayumi, asomándose desde el jardín.

—Cielos… tendremos que cuidar a los chicos… yo me las arreglo bien con Kurumi y Zetaro, pero ahorita estamos hablando de 12 niños – dijo Ken, medio martirizado.

—¡Bah, son niños¿qué tan difícil puede ser? – dijo Tai – Primero vayamos con los chicos para que conozcan a Kotaro, andando Matt, acompáñanos Takeru.

Taichi, Yamato y Takeru salieron al jardín, en donde la invasión de chiquillos estaba como panal de avista en mero apogeo.

—¡Hey, niños, vengan acá! – llamó Taichi –Si quieren conocer a Ko-chan, hagan una fila.

Los niños comenzaron a obedecer, pero al mismo tiempo se empujaban los unos a los otros para ir primero.

—¡Yo primero, que soy el primito!

—¡Pero yo soy más bonita!

—¡Yo gané!

—¡Buuuuaaaaa, Seiyuro me empujó… buaaaaaa

—Ya cállate, Llorón.

Takeru, Taichi y Yamato quedaron impresionados al ver a tanto infante queriendo ganar la formación ideal.

Ea, tranquilos, el orden de los factores no altera el producto – dijo Taichi, entonces todos los niños se le quedaron viendo raro.

—Está medio loquito tu papito, Taiki – dijo hijito de Joe, Doguen.

—¡No es cierto! – gritó Taiki

—Ya, ya… lo que quiso decir el tío Tai es que no importa quien sea primero, porque de todas maneras Ko-chan va a querer igual a todos¿Verdad Yamato?

—Sí, por supuesto, Takeru.

—A ver, tú primero, preciosa – dijo Takeru, agarrando de la mano a la niña más pequeñita de todos.

—¡Oye¿y porqué ella va primero! – renegó Kyouke, hijo de Daisuke.

—Porque O-chan se portó bien y nosotros nos portamos mal¿cierto tío Tai?

—Cierto, Toshiro.

Takeru avanzó con la nena hasta el porta-bebés en donde Ko-chan descansaba en los brazos de su papá. Osen Izumi, mejor conocida como O-chan, era pelirroja, bajita y tenía los ojos tan negros como su papá, Koushirou, contaba con tres añitos recién cumplidos.

—Mira Osen, él es el hermanito de May, Kotaro, pero le puedes decir Ko-chan.

—¿Ko-chan? – preguntó la nena de apenas tres añitos.

—Sí – dijo Takeru.

—¡Holla Ko-chan! – saludó Osen, moviendo la manita como un saludo. -¡Holla!

Después cada uno de los niños comenzó a saludar al nuevo miembro de la pandilla… bien, espero que esta parte no les parezca aburrida, pero piensen que es necesario que presente a cada uno de estos mocosos ¡quiero decir, niños, para que no se vayan a confundir. ¿De acuerdo, bueno, comencemos entonces:

—Seiyuro (hijo de Takeru. Este niño es rubio, lindo, hiperactivo y muy "parlanchín", tiene 6 años.): Yo soy tu primo mayor y te voy a contar muchos cuentos mágicos y entonces iremos a jugar al parque y aplastaremos gusanos… papá dice que cuando estés más grande sí te voy a cargar a todas partes y que entonces tía Sora me prestará la carriola y nos aventaremos por la resbaladilla.

—¡Seiyuro! – gritaron Yamato, Taichi y Takeru al mismo tiempo.

—Seiyuro: bueno, por la resbaladilla no… pero de todas maneras te va a gustar…

— Kyosuke (hijo de Daisuke. Se parece a su padre, es inquieto, competitivo y simpático, tiene la misma edad que Seiyuro): Yo soy Kyo, Ko-chan, y mi papá tiene muchos restaurantes, así que cuando vayas yo te voy a regalar comida, pero no mucha porque te haces gordito… y también te voy a prestar mis googles, pero sólo si te portas bien¿eh, y cuando vayas a aplastar gusanos al parque con Sei¡vas a ver que yo aplasto más que él porque soy muy fuerte!

—…- los tres adultos quedaron sin comentario ante los saludos del hijo de Dai. Ahh, y hablando de los demás elegidos, pues resulta que como comenzaron a aburrirse dentro de la casa, decidieron salir al jardín para acompañar al desgraciado anfitrión… después de todo ellos pensaron que era más divertido ver qué hacían los chicos para saludar a Ko-chan que ver el pulido piso de caoba de la nueva casa de los Ishida.

—Yuriko (hija de Cody. Esta niña tiene 5 años, sus ojos son verdes y su cabello castaño): Hola Ko-chan, me llamo Yuri y tengo… tengo… déjame ver… uno… uno… ¿qué sigue?... Ahh, sí… uno… cuatro… dos… y… y… ¡cinco¿Verdad papá que tengo cinco? – (La niña volteó a ver a Cody, quien la miraba de reojo; al ver que su progenitor le asentía, ella prosiguió su saludo) – mi papá es el señor que ayuda a los de la cárcel de robachicos si son buenos¡pero sólo si son buenos!... y en casita mi papi y mi mami van a abrir un 'Yojo'¿verdad papá?

—En realidad, Yuri-chan, se dice dojo, "D O J O"

—Yuriko: Sí, sí papá, por eso, un Yojo. Así que cuando te hagas más alto puedes ir a mi yojo,

—Ayyy, Yuri… - Cody se cubrió el rostro, apenado, sus amigos le sonrieron amenamente, Yuriko simplemente se fue del lugar saltando hacia las jardineras.

—Benjamín (hijo de Mimi. Este pequeño tiene apenas 4 años, el cabello lo tiene de color miel y ondulado, parece un niño bastante adorable y tierno)¡Mira qué chiquito¡Bebé, mira, soy yo, yo soy Benji, Hello, mamita dice que yo no tengo hermanitos, porque daddy está en su casita y mamita en la mía, pero ¿y si tú eres mi hermanito, mira¿y si le pegunto a May-chan?

Ben meció suavemente el porta-bebés con simpatía, los adultos, aún si quererlo, terminaron enterneciéndose.

—¡Y que lo digas, este niño se parece a su madre! – opinó el doctor Kido, viendo la sonrisa del pequeño Ben.

—Sí, sí, como sea¡el que sigue! – dijo Daisuke.

—Taiki (hijo de Taichi. Este inquieto hombrecito tiene 4 añitos y es una calca bien hecha de su padre)¡Bebé¡bebé¡bebé¡BEBÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉEÉ!

—¡Shhhhhh, Taiki, lo vas a hacer llorar – regañó Taichi, al ver que tanto Matt como el mentado bebé se estremecían por el grito.

—Taiki: Es que no me responde el bebé¡bebééééééé!

—Taichi¿qué no le explicaste a tu hijo que los bebés no hablan?

—Taiki¿Ah, no¿No dicen nada?... mh, qué aburrido… pero bueno¡mira bebé Ko-chan, te traje un regalito!

Taiki sacó de su sudadera azul un trozo de chocolate lleno de pelusa y lo acercó "mortalmente" al cunero en donde Kotaro Ishida descansaba.

—¡NOOOOOOOOOO, dame eso, niño – regañó Taichi, quitándole el dulce a su hijo - ¿Qué no ves, Taik, que los bebés no comen eso, los bebés toman lechita de mamá¡los chocolates les caen mal.

—Taiki¿no comen pocholates¡qué aburrido!

—Kurumi (esta niña tiene 7 años, es la hija mayor de Ken y de Miyako): Hola Ko-chan¡ay, qué lástima que eres niño, si fueras niña yo te traería vestiditos de mis muñecas, y aparte un moñito aquí, mira, tienes un cabello tan bonito y lisito… ¡ah! y verás que LINDO te ibas a ver… y podríamos ir al centro comercial juntos – (A Yamato y a los demás no les daba buena espina esta conversación) – ya me acordé que cuando Zet estaba chiquito yo quería ponerle vestiditos pero mamá no me dejó… ¡pero esta vez…!

Yamato Ishida miró a Ken y telepáticamente le dijo "Aleja a tu hija de mi bebé antes de que siga hablando de vestiditos y moñitos", Ken, como es taaaannnn listo, captó rápidamente.

—Eh, Kurumi¿por qué no vas a jugar con Yuri-chan en las jardineras?

—Kurumi¡Pero si aún no le hablo de todo lo que quería, mira qué bonito se vería con un moñito¡o una estrellita! Y…

—Ven hija, vamos a que JUEGUES con tus amiguitos…

—Kurumi¡Adiós, Ko-chan!

—Toshiro (hijo de Hikari. Este pequeño tiene seis años, tiene el cabello castaño y los ojos rojizos. Es de los más tranquilos del grupo): …

Pasaron largos segundos y el hijo de Kari no decía nada, sólo miraba atentamente al bebé que descansaba en un porta-bebés que estaba en brazos de Yamato… bueno, ya que todos estaban a punto de exasperarse, Toshiro abrió su boca y…

—Toshiro: Me llamo Toshiro, mucho gusto Ko-chan, espero que seamos buenos amigos – (el niño hizo una leve reverencia y se retiró bastante complacido).

— - los sorprendidos varones elegidos se le quedaron viendo al niño con los ojos abiertos, como diciendo ¿Ese fue el saludo de un niño de seis añitos?

—Doguen (hijo de Joe y Jun. Tiene 5 años, se parece a su papá, porque usa lentes y tiene el cabello azuloso): Hola Kotaro-chan, yo soy Doguen, pero no entiendo, oye papá… ¿y si el bebé no habla para qué le digo quien soy?

—Porque el bebé quiere conocerte, y te escucha, sólo si los niños como tú le hablan aprenderá a hacerlo también. – comentó Joe.

—Doguen: Ah, bueno. – (entonces Doguen miró al bebé, el cual de repente abrió los ojos y vislumbró al niño de antiparras). - ¡Papá, el bebé me está viendo raro!

—Zetaro (hijo menor de Miyako y Ken. Tiene 3 años, los ojos azules y el cabello como la mamá): Hola Ko-chan, me llamo Tetaro, pero me dicen Tet porque stoy chiquito, soy hermanito de Kurumi, mamá dice que como tú también tienes una hermanita grande podemos jugar juntos después, pero antes come mucho para que crezcas rápido y así jugar mucho.

Zetaro se despidió del bebé con la manita y corrió a las piernas de su papá. Ken se sintió tan orgulloso en esos momentos, su pequeño parecía ser el más cuerdo de todos los demás niños.

—Mayumi (hija mayor de Matt y Sora. De cabellos rubios, ojos azules y 4 años): Hola Kotty¿qué tal hoy, oye, ya no llores tanto, porque van a decir que mi hermanito es llorón.

Mayumi se acercó y besó a su hermanito, luego se alejó para alcanzar a sus amiguitos.

En fin, ya con el turno de Mayumi, queridos lectores, hemos llegado al término de las presentaciones, de ahora en adelante el fic va a fluir mucho más… eso sí, nuevamente quiero advertirte que de ahora en adelante esta historia va a tener su lado amargo y espeluznante, que le pondrá los pelos de punta a nuestro protagonista, Yamato Ishida, quien podría llegar a estar al borde de un ataque…

Bueno, mi deber era advertirles, pero si fueron tan valientes como para seguir la lectura los felicito… y mejor nos vamos a ver qué pasa¿no?

Dos minutos después, todo parecía marchar en orden en el jardín de los Ishida. Digamos que las cosas se habían relajado un poco. El jardín, primeramente, era un patio amplio, con césped, un juego de jardín y muchas plantas. Había el suficiente espacio para que los niños corrieran libremente, por el otro lado los padres, quienes estaban sentados alrededor de juego de jardín (habían tenido qué traer de vuelta las sillas que se habían llevado a la estancia) podían charlar a gusto sin perder de vista a los hijos.

—Yo no sé porqué Mimi exagera con nosotros – dijo Daisuke -, los padres podemos hacer las mismas cosas que las madres¿apoco nos creen incapaces de cuidar a los niños?... bien, pues aquí entre nos les diré que mi hijo me hace más caso a mí que a mi mujer.

—Bah, le demostraremos a las mujeres que somos todos unos genios con los niños, ya lo verán – animó Joe - ¿cierto Yamato?

—Oh, sí, claro – dijo Yamato, quien ya traía los hombros más relajados y todavía no le quitaba la vista de encima a su pequeña criatura.

—Pero… no les parece un poco "seca" la velada, deberíamos traer un poco de sake para festejar al recién nacido.

—Qué absurdo argumento, Dai, porque Ko-chan es quien menos disfrutaría de tu gusto por el sake – dijo Iori, irónico.

—Nah, a Ko-chan le encantará vernos celebrar – entonces Daisuke Motomiya se levantó de su asiento y se asomó al porta-bebé, que estaba en el centro de la mesa de jardín - ¿Verdad que quieres que el tío Dai celebre tu llegada? – entonces Daisuke comenzó a hacer una cara graciosa para entretener al niño, puso los ojos chuecos y sacó la lengua. - ¿Verdad, Ko-chan?

—¡BUAAAAAA¡BUAAAAAA¡BUAAAAA!

—¡DAISUKE! – gritaron en coro - ¡ya lo hiciste llorar!

—¿Qué le hiciste a mi hijo? – reclamó Yamato.

—¡Nada!

—¡BUAAAAAAA¡BUUUAAAA¡BUUUUAAAAA!

Baka… Daisuke, lo asustaste – dijo Takeru.

—¡Ahora para que se calle va a estar difícil, la última vez Sora y yo le estuvimos adivinando el pensamiento toda la noche uu

—Ay, qué exagerado, en un instante lo resolvemos…

Mientras Kotaro Ishida estaba estrenando sus pulmones… y su garganta y sus cuerdas vocales y todo lo demás (en fin, el bebé lloraba, chillaba y berreaba), los pequeños descendientes de los elegidos tenían sus propios problemas.

—¡AHHH, un monstruo! – gritó Yuri Hida, alejándose de una jardinera de rosas blancas que tenía Sora - ¡Papá, papito!

La niña corrió a toda velocidad hacia los adultos y le jaló el pantalón a su papá.

—¡Papá, hay un monstruo en el jardín!

Entre tanto ruidazo, provocado por el llanto de Kotaro, Cody no hizo mucho caso de su pequeña.

—Yuri-chan, papá está ocupado, ve a jugar con los demás.

—¡Pero papá¿y si me pica?

Entonces Cody no respondió, y Yuri se retiró muy triste a un rincón en donde se sentó en la hierba, agachó la cabecita.

Vio el pasto verde y bonito, como en los cuentos de hada, pero mientras veía, un obeso bicho de color café resplandeciente voló hacia una de sus rodillas.

—¡Ahhh! – gritó la nena - ¡me come!

Se levantó aprisa y se quitó el animalito con las manos, luego corrió lo más que pudo, pero tropezó con un par de niños.

—¿Qué pasa, Yuri-chan? – preguntó Toshiro, hijo de Kari.

—Mira, está asustada. – agregó Seiyuro Takaishi.

—¡Es que hay un monstruo y papá no quiere ayudarme! – aseguró Yuri Hida, con las manos en la boca.

—¿Dónde? – preguntó Toshi, con los ojos temerosos.

—¡Ahí¡ahí! – gritó Yuri, señalando el tronco de un arbusto.

—Ese es un escabarajo, qué malo – dijo Seiyuro - ¿y te asustó?

La niña hija de Hida asintió.

—¿Y te atacó? – preguntó Toshiro, dubitativo.

La nena volvió a decir que sí.

—¡Ah, pues qué malo¿verdad Toshi?

—Sí, muy malo Sei, porque mamá dice que nunca hay que asustar a las niñas.

—¿Y tu papito no te va a salvar?

Ahora Yuriko Hida negó, desconsolada.

—¡No temas Yuri-chan, que nosotros te protegeremos! – mencionó Seiyuro, agarrando del suelo un palo, como si fuera un gran caballero - ¡a la carga Toshi!

Seiyuro lanzó el palo hacia el escarabajo, pero no le atinó. Toshiro recogió varias piedras y le dio la mitad a su amiguito.

—Vamos a defender a Yuri-chan con esto

—¡Sí!

Así que los niños, muy quitados de la pena ellos, comenzaron a lanzar pedradas hacia los arbustos con la esperanza de masacrar al pobre escarabajo que había osado en atacar a la damisela Yuri-chan. Doguen miró lo que hacían sus amiguitos y quedó paralizado de la impresión.

Al fondo, los elegidos seguían lidiando con el llanto de Ko-chan.

—…¡Debe ser que quiere jugar con la sonaja! – dijo Koushirou.

—… no, lo que necesita es dejar de ver a Daisuke¡seguro que le tiene pavor!

—¡Qué bárbaro, Ichijouji!

Bla bla bla, el caso es que no podían callar al chamaco.

En otra parte del jardín…

—Mira lo que me compró mi papito – presumió Kyosuke Motomiya, sacando de su pantalón un juguete.

—¡Yo tengo uno así! – dijo Taiki Yagami, extrayendo de su chamarrita el mismo juguete que Kyosuke, pero embarrado de 'pocholate', como decía él.

—¡Qué bueno¿y sabes jugar con él?

—Poquito, papito dijo que es un tompo

—No no, se llama "trompo", y es muy bonito, es como un triangulito con una puntita y sale en la tele¿lo jugamos?

—Sí, sí!

—Pero aquí no se puede porque hay pastito, vamos a buscar un lugar bonito para jugar.

—¡Sí!

Kyo y Taik caminaron sigilosamente hacia el interior de la casa, la pequeña Osen Izumi los vio y le preguntó a los niños que estaban alrededor de ella:

—¿She van a jugad?

—Ahh¿no saben? – dijo Kurumi Ichijouji, saliendo de donde parecía haber estado jugando.

—No… pero quiero id

—Es que ellos están jugando a las escondidillas¿Quién quiere jugar?

—¡Sí! – gritó Osen.

—¡Y yo! – dijo Ben Tachikawa.

—¡Y yo, hermanita! – agregó bebé Zet.

—Pero si son tan chiquitos y no saben jugar bien… pero no se preocupen, que yo les voy a enseñar – dijo como si fuera una buena samaritana– Mientras yo cuento muchos números ustedes se van a esconder en todas partes y yo los voy a encontrar… y si los hallo, entonces ustedes serán… ehhh, los malos.

—¡Yo no quiero ser malo!

—¡Yo tampoco! - admitió Ben.

—Pues vayan a esconderse que los voy a hallar.

Fue así como los niños se separaron todavía más. Kurumi se recargó en la pared y se tapó la cara. Como ya sabía contar muy bien algunos números se puso a repasarlos mientras cerraba con fuerza los ojos. Los pequeños, en tanto, corrieron desesperados por todo el patio. Osen se metió a unos arbustos, Ben y Zetaro corrieron hacia el interior de la casa como loquitos… mientras tanto Kotaro seguía llorando, tenía tan buen pulmón el chamaco —o sea, el niño— que ya estaba empezando a desesperar a los señores.

Jeje, sólo imaginen esta escena: un bebé de quince días llorando sin razón aparente en el centro de una mesa redonda… a su alrededor estaban ocho hombres que no paraban de mirarse entre ellos para encontrar la solución para callar al nene.

—¡Listos o no, allá voy! – gritó la hija mayor de Ken.

En el patio, en tanto unos jugaban y otros buscaban cesar el llanto del bebé, la pequeña Mayumi Ishida había caído en cuenta de que se había quedado solita. La nena sonrió un momento y miró hacia arriba, el cielo…

—¿Cómo estará pajarito ahora? – se preguntó cuando comenzó a caminar hacia la salida de su hogar.

—Mira, Toshi, dale fuerte.

—Pero si ya casi lo exploto, Sei-chan.

—¡El monstruo!

—Yuri-chan – dijo por enésima vez Seiyuro - ¡Yo te defiendo!

Ambos niños, el canelo y el rubio, se agacharon para recoger más piedras, o sea, más cargamento. Y ya que iban a disparar hubo una interrupción:

—¡Niños malos, dejen de tirar piedras! – advirtió Doguen Kido.

—Ah, pero si es el Llorón – rió Sei -, para tu información, vamos a pegarle al monstruo malo porque asustó a Yuri-chan y Toshi y yo la protegemos.

—¡Pero es que ustedes son los malos¡Él es un ser viviente, un animalito de diosito, cómo pueden aprovecharse de su debilidad, son unos abusivos¡¡Yo lo defenderé con mi cuerpo! – aseguró poniéndose en medio del objetivo

—…

Los tres niños miraron un instante a Doguen, quien iracundo defendía al escarabajito porque era una criatura del señor, luego, encogieron los hombros y Toshi y Sei se miraron entre ellos.

Sin embargo sus miradas percibieron algo en el arbusto y al voltear vieron que el bichito se comenzaba a mover.

Entonces Seiyuro, conmovido por el hecho de proteger a Yuri, gritó:

—¡Se escapa!

Y a su grito lo acompañó un nuevo lanzamiento de piedra hacia el monstruo, pero desgraciadamente el disparo se desvió un poquito y…

—¡AHHHHHH!

—¡Quítate!

El proyectil de Sei Takaishi voló y voló, no hacia el escarabajo, sino hacia Doguen Kido, quien al ver la piedra en vez de moverse abrió más la boca y gritó del miedo.

¡TRAZZZ; PLASSS; ZAZZZ!

Doguen cayó de espaldas al suelo.

—¡Órale, se tragó la piedra! – opinó Toshiro, acerándose. -… oye… ¡oye!

Y entonces Doguen se levantó como vendaval de un salto. Yuri, Toshi y Sei retrocedieron horrorizados al ver que Doguen tenía los labios ensagrentados, y lo peor de todo¡tenía un hoyo en la boca y de apenas un hilito se sostenía un dientecito!

Seiyuro se tapó los oídos para lo que venía, Yuri y Toshi suspiraron. Doguen estiró las manos y comenzó a moverlas como si fuera pajarito.

—¡PAPÁÁÁÁÁÁÁ¡BUAAAAAA¡ME PEGÓÓÓÓÓ¡ME DUELEEEE!

El berrido se escuchó tan alto que el hecho azoró e interrumpió a los elegidos, porque la combinación del llanto del recién nacido no era muy armónica con los gritos del niño Kido.

Doguen comenzó a correr hacia su papá, quien al escuchar a su hijo volteó a verlo.

—¡Doguen! – exclamó Joe muy asustado.

—Válgame el cielo¿qué le pasó al niño? – dijo Daisuke.

Joe se inclinó hacia su chiquito para revisarlo.

—¡Seiyuro me pegó¡buaaaaa¡buaaaaa!

—¡Yo le quería pegar al monstruo! – se defendió el aludido.

Sei y Toshiro soltaron inmediatamente las piedras, Yuri abrió más sus ojitos verdes. Takeru achicó la mirada y volteó hacia su travieso hijo.

—¡Dios mío! – gritó Joe, sacando una piedra de la boca de su hijo - ¡Esta piedra le rompió el diente!

—¡Buuuaaa¡Buaaaaa¡Mi diente!

—¡El diente¡Su pobre diente!

Ahora en vez de rodear al bebé, los adultos estaban dirigiendo su atención a Doguen, y a sus encías sangrantes.

Joe vio el pequeño diente de leche colgando de un pedazo de cuerito, entonces, con la mano temblorosa agarró el dientecito y lo miró por largo rato con los nervios de punta mientras Doguen lloraba. Luego de manera enfermiza comenzó a tratar de encajar el diente por donde había caído.

—Yamato…

—¿Sí, Joe?

—Er… tú… Ehh¿no tienes pegamento que me prestes? – preguntó sin dejar de tratar de insertar el diente en su lugar.

—¡Joe, no me digas que se lo quieres pegar! – se admiró Cody.

—¡Joe, eres médico¡Es sólo un diente de leche, le va a salir otro! – regañó Koushiro.

—Sí, da gracias de que el niño no se tragó la piedra y las cosas no pasaron a mayores – dijo Ken

—¡Pero es que el diente!

—El diente nada, es sólo un diente Joe, los muchachos tienen razón, no puedes pegarle el diente al niño, ya se le cayó.

—¡Pero es que el diente¡Jun me va a matar!

—¡BUAAAAAAAAA¡BUAAAAAAAA! – lloró Kotty, quien seguía musicalizando el ambiente.

—¡Papito, me duele mucho¡Y me fale fangre! – dijo Doguen horrorizado, al notar que la saliva le sabía a sal y estaba roja (como buen hijo de médico sabía que la sangre ¡Era sangre!).

Toshiro pestañeó un par de veces, volteó hacia Sei y Yuri, quienes se veían igual de incómodos que él, después de todo¿qué había de divertido en todo eso, nada, nada era divertido si Doguen tenía sangre y estaba llorando.

—Vámonos – sugirió a sus amiguitos, quienes empezaron a retroceder muy despacito, para no perturbar la discusión que se estaba armando entre Joe y los otros señores, que lo regañaban por quererle pegar un diente de leche a su amiguito.

Sei suspiró, estaba a punto de huir cuando la imponente figura de su papá les bloqueó el camino.

—¿A dónde creen que van, niños? – dijo Takeru con voz seria, Seiyuro tragó saliva.

—A jugar, papito.

—Sí, sí, a jugar, señor – agregó Toshiro.

—Nada de eso, Sei, estaban escapando de las responsabilidades.

—Papá¡yo no quería pegarle a él¡Quería darle al monstruo!

Takeru negó un tanto desesperado… ¿por qué siempre tenía que pasar por esto?

—Jugar con piedras puede causar accidentes, Sei, ya lo sabes, es peligroso. No quiero que vuelvas a hacerlo¿queda entendido?

—Sí papito.

—Y también, cuando todo esto se calme, quiero que le pidas una disculpa a Doguen y a su papá¿no viste que fue peligroso, por suerte sólo fue un diente, pero el susto ¿quién se lo quita?

—¡Papá!

—¿Queda entendido, Sei?

—Sí…

—¿Seguro que sí?

—Sí papito, ya sé…

—Bien, pues ahora quiero que se porten bien, MUY BIEN, recuerda Sei que estamos en casa de tío Yamato y debes de darle buen ejemplo a tu primito Ko-chan; quiero que se pongan a jugar con tranquilidad – entonces Takeru observó que en los arbustos la pequeña Osen Izumi gateaba de manera inocente -, sí, váyanse a jugar, allá está O-chan, vayan con ella y pórtense bien¿queda claro?

—¡Sí, señor! – dijeron los niños.

—Ah, y Sei, hablaremos en casa sobre lo de hoy, aunque por ahora ve a jugar.

—¡Sí, papá!

Seiyuro salió disparado hacia los arbustos, en breves segundos se olvidó del regaño y se dedicó a hacerle caso a su papá¡iba a jugar con O-chan!

Yuri y Toshi también lo siguieron, pero en el camino a las jardineras Toshi se detuvo súbitamente.

—Mira Yuri-chan¡el monstruo! – señaló en el pasto. La hija de Cody dio un salto hacia atrás.

—¡Qué feo, no se va porque nos quiere comer!

Sin tocarse el corazón, Toshiro dejó caer su zapato para apachurrar al bicho, el cual quedó reventado con el impacto.

—¡Órale, explotó! – dijo muy orgulloso el hijo de Kari, Yuriko Hida puso rostro de admiración y ambos niños se hincaron para ver la composición interna del monstruo, pues le había salido una cosa amarilla al pobre cadáver.

—Joe, puedes llevar a Doguen adentro para curarlo, hay un botiquín de primeros auxilios en el estudio. – avisó Yamato, quien traía en los brazos a su bebé con la esperanza de callarlo.

—Sí, será mejor que le pares tanto sangrerío – opinó Daisuke, cuando Doguen oyó eso comenzó a llorar con más fuerza.

Joe tomó a su hijo en brazos y entró a la casa sin fijarse en que adentro estaban ocurriendo… ¡cosas!

Si ustedes son curiosos se preguntarán¿qué cosas son las que están ocurriendo adentro de la casa, jeje, la verdad es que les diré con gusto, pero para que me entiendan mejor, vamos a retroceder en el tiempo unos minutos…

Doce, once, diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno¡cero!

¡Bien, creo que con doce minutos basta, aunque ya dependerá de cómo ustedes le hayan calculado. Según esto, estamos en el momento en el que Kyosuke Motomiya y Taiki Yagami entraron a la casa para jugar al trompo y cuando Kurumi propuso jugar a las escondidillas y Zetaro y Ben también entraron a la vivienda de los Ishida. Entonces partiremos de ahí…

Zetaro Ichijouji y Benjamín Tachikawa, entraron presurosos a la sala de la morada, iban agitados, como si estuvieran huyendo de algún secuestrador. Ben se adelantó y al ver un sofá se metió debajo de él, seguro que la pequeña Kurumi no lo iba a encontrar a ahí.

A Zet, por el contrario, se le nubló el entendimiento. Jugar a las escondidas era complicado, y él sólo tenía tres años. Con presurosa prisa dio una vuelta por los alrededores del living de los Ishida, pero no creyó conveniente esconderse en ningún lugar. ¡Su hermanita Kurumi era muy inteligente y seguramente lo encontraría!

Sin saber qué hacer ante tal problema, bebé Zet comenzó a sollozar en silencio, pero al parecer Ben se dio cuenta y salió de su escondite.

—¡Oye! – le dijo preocupado - ¡Si te haya tu hermanita te vas a hacer malo! – recordó que eso había dicho Kurumi.

—Es que no sé adónde ir... – lamentó el nene, secándose las lágrimas.

Ben, el hijito de Mimi, se rascó la cabeza y después de hacer una mueca pensativa salió de su escondite.

—Mira, tú estás chiquito, así que escóndete ahí – dijo Ben con la más firme decisión de un niño de cuatro añitos.

—Pero… ¿y tú? – mencionó Zet.

—Yo sé de un mejor escondite todavía, pero no será divertido si tu hermanita nos encuentra¡así que escóndete!

Zetaro Ichijouji asintió muy agradecido.

—¡gaaachiaaas! (léase, gracias)

—¡Shhh, ahí viene, escóndete – indicó Ben, huyendo de la sala hacia el patio de servicio y lavado. Él sabía que no debía tardarse nada de nadas porque podían hallarlo y entonces el juego de las escondidillas no sería divertido. Aún así, a pesar de estar en tan grave 'peligro', el pequeño Benji traía una ancha sonrisa en su carita sonrosada porque sabía que haberle cedido su lugar a Zet había sido algo muy bueno, y su mami siempre le decía que los niños debían ser buenos con las demás personas.

Con ese atento pensamiento que le hizo recordar fugazmente a su mami Mimi, Ben corrió hacia el lavadero y buscó un hueco en donde meterse para no ser descubierto.

—¡Listos o no ahí voy! – escuchó que había dicho la hermanita de Zetaro, Kurumi.

—¡Tengo que esconderme¡Ya viene! – exclamó asustado; porque no veía por donde ocultarse. Miró el tendedero… no, no podría fingir que era ropita; miró el lavadero, pero no, era un lugar en donde no cabía… pero luego, luego… luego miró atentamente la lavadora. Ben sabía que si abría la tapa de cristal podría caber en ese lugar donde mamá echaba sus pantalones y camisetas para que se lavaran. El chico se dirigió al aparato y asomó su carita a un óvalo de cristal que ofrecía una vista completa del interior de la lavadora; al parecer no había nada; Ben sin pensarlo mucho abrió la puertecita, se metió a la lavadora y la cerró.

Y fue justo a tiempo, porque en esos instantes Kurumi pasó por ahí con la mirada trucha y penetrante de quien busca pistas.

—¡Ajá! – gritó de repente, inspeccionando debajo de la lavadora - ¡Ushhh, no, no hay nadie¡¿dónde pudieron haberse metido, mejor debí proponer jugar a la hora del té… jojo, pero nadie me va a engañar, soy la más grande de todos y la más bonita.

Ben suspiró agradecido, y miró que Kurumi se alejaba por un pasillo angosto porque según ella, había detectado huellas… claro que lo que Kurumi no sabía era que ese era un atajo que daba al frente de la casa, por tanto, a la calle.

—¡Este es el mejor escondite de todos! – dijo muy contento Benjamín

Kyo y Taik llevaban caminando algún tiempo en busca del mejor lugar para jugar trompo, habían subido a la planta alta, habían revisado cada uno de los rincones, sin embargo hallaron la solución en la estancia de la casa, la cual era un salón espacioso que era conexión del comedor y la sala. Ahí casi no había muebles, sólo un liso y fino piso de caoba y un piano del año de la bisabuelita de May.

—Hey, Taik¡mira, aquí está todo lisito!

—¡Sí¡vamos a jugar!

—¿Ya sabes tirar el trompo?

—¿Cómo¿Así? – Taiki aventó el juguete, pero éste cayó de cabeza y raspó la madera.

—No Taik, cayó de cabeza¿ves la puntita? –Kyo mostró su juguete con orgullo y señaló la punta de metal del mismo -, primero lo amarras con la soga y luego ¡zum, lo lanzas al piso para que baile.

—Ah, sí, yo ya sabía – mintió el hijo de Taichi, agarrando su trompo de suelo.

(¡ejem, aquí quiero hacer un paréntesis, porque no sé si todos ustedes saben lo que es un trompo… bueno, pues el trompo es un juguete en forma de rombo, pero redondeado, al cual enrollas en una hilaza y lanzas al suelo para que baile… algo así como los aparatitos que salen en Beyblade).

Taik enrolló el trompo junto con Kyo, y al mismo tiempo lo lanzaron al suelo. El juguete de Kyosuke comenzó a dar vueltas y vueltas, el de Taik volvió caer de cabeza pero dio varias vueltas que eran clara señal de que el nene iba avanzando.

—¡Ay, qué aburrido, el mío no da vueltitas!

—Si quieres yo te digo cómo

—¡No, yo solito!

Lo más curioso para los niños era el caminito que iban formando los trompos en el piso de Yamato; aunque para lo que ellos era un camino, para Yama y Sora era su fina madera rayada vilmente por alguien perverso.

Siguieron varios minutos así, pero por más que Taiki intentaba y lanzaba el juguete, siempre caía de cabeza y le hacía un hoyito al piso.

—¡Ya me cansé!

—¡Pero si es muy divertido!

—Mejor hay que jugar a ver quien lo lanza más lejos, seguro que yo gano.

—No ganas, yo lanzo mejor que tú porque soy más grande, Taik.

—¡Pero yo tiro muy bien!

Los chicos corrieron y agarraron sus trompos, al mismo tiempo los lanzaron con todas sus fuerzas al suelo hasta desgarrarlo.

—¡Mira mira Kyo, yo gané!

—¡Otra vez!

Y así siguieron jugando, cada vez más con más entusiasmo… era como si cada raspón y rayadura en la madera los inspirara a seguir adelante.

Por otra parte el pequeño Zet, quien según su punto de vista llevaba siglos escondido en el sofá, estaba empezando a aburrirse. No era divertido esperar a que lo encontraran, aunque ¿y si nadie lo encontraba?... no quiso seguir pensando en ello, sólo se recostó en suelo que había debajo del sofá para ver las pelusas, pero más que pelusas y basuritas, Zetaro vio algo que hizo que le brillaran los ojos: una caja de crayones.

—Mira qué bonito – dijo agarrando la caja de colores y saliendo del sofá. Seguramente los crayones debían de ser de May, pero Zet no pensó en eso, sólo los miró un rato con ilusión… después, por instinto, miró hacia atrás y se topó con una hermosa, enorme y blanca pared que esperaba por él… en esos momentos todo estaba muy claro entre Zet y los crayones¡al diablo con las escondidillas!

Fue en esos instantes cuando Joe entró a la casa con Doguen en brazos y el diente en la otra mano. Caminó por la estancia y la sala sin ver el piso destruido y la pared decorada; él sólo pasó por ahí y subió por las escaleras para llegar al estudio donde estaba el botiquín. '¡El diente!' pensaba Joe en cada escalón que subía, '¡Me fale fangre!' gemía Doguen, al patalear en los brazos de papá.

Afuera, en el jardín, las cosas no habían mejorado mucho. El bebé seguía llorando como si lo estuvieran degollando, y nuevamente los adultos estaban alrededor del nene, tratando de ayudar.

—¡A lo mejor si le tocas una melodía! – sugirió Takeru – eso me animaba a mí cuando era chiquito.

—¡No, no, el niño lo que quiere es dejar de ver a Daisuke.

—¡Basta, Ichijouji, ya no eres gracioso!

—No, yo creo que tiene frío¿y si le traemos una mantita? – propuso Koushirou.

—Sora acaba de lavar la ropa de Kotaro, está en el cuarto de lavado.

—Iré por ella, recuerdo que a Osen siempre le daba mucho frío¿por qué no me acompañas, Daisuke, a lo mejor así dejas de discutir con Ken.

—Sí, sí, como sea Kou. De todos modos que Ichijouji ni crea que quedo contento con sus comentarios.

Koushirou y Daisuke entonces se retiraron con paso lento de los demás. Ken emitió una risa algo… triunfante.

… En fin, hay que dejar a los elegidos con sus problemas y vayamos con los niños…

Yuri y Toshi seguían analizando el cadáver del bicho escarabajo y Seiyuro había corrido a las jardineras donde la pequeña Osen Izumi estaba escondida.

—¡Hola O-chan¿Qué haces? – preguntó Sei, agachándose con su amiguita.

—¡Estamos jugando a las escondidas! – aseguró Osen muy contenta.

—¿De veras, yo quiero jugar!

—¡Pues escóndete, Sei¡Kurumi nos está buscando!

—¡Claro, yo me escondo! – Seiyuro salió de los arbustos y corrió desenfrenadamente hacia el cuarto de lavado…

Sei entró al cuarto de servicio y abrió la boca de la impresión. Era un lugar grandísimo con muchos sitios para esconderse. Eso de jugar a las escondidillas era emocionante, pero ¿dónde podría esconderse?

—¡Allá arriba! – dijo emocionado, al ver un closet-ropero arriba de la lavadora.

El niño se subió entonces al lavadero y saltó a la lavadora, la cual sonó de manera rara pero Sei no le prestó importancia. Cuando ya iba a trepar al closet, escuchó a lo lejos unas pisadas muy sospechosas.

—¡Es Kurumi, y me va a encontrar! – gritó asustado. Entonces con la prisa quiso dar un salto, pero las agujetas de su tenis quedaron atoradas en la fastidiosa palanca de la lavadora que había trepado. -¡tengo que apurarme, yo quiero ganar el juego!

Le dio un jalón a la palanca y quedó liberado, luego cayó al suelo y se introdujo a la casa de su tío Matt sin pensar que había hecho algo malo, muy, pero muy malo…

Ben no había dicho nada cuando había visto a Sei entrar porque su escondite era un secreto; luego había sentido que la lavadora temblaba, pero tampoco le había dado importancia…

Sin embargo las cosas no le gustaron cuando de repente todo había comenzado a temblar y a dar vueltas y vueltas sin parar.

Seiyuro había bajado la palanca y había encendido la lavadora.

—Mami… ¡mami! – gritó Ben cuando todo comenzó a dar vueltas… empezó a golpearse. Se impregnó de terror, y el agua comenzó a llenar el tambo motorizado en donde estaba.

Gritó horrorizado, le pegó a la puertita de cristal pero no se abrió, volvió a gritar, y siguió gritando del miedo por algunos segundos.

—¿Dónde dijo Yamato que estaban las cobijas, Daisuke?

Kou y Dai escucharon un berrido que los interrumpió.

—¿Qué pasa¡O cielos, Daisuke, mira eso! – gritó Kosuhirou, señalando la lavadora, la cual estaba funcionando.

—No sabía que estaba encendida – dijo Daisuke.

—¡El niño¡Cómo se metió ahí el niño! – gritó Kou, corriendo hacia el aparato doméstico.

Por breve tiempo Daisuke vio que dentro de la lavadora, por la puertita, no había ni ropa blanca ni de colores¡sino que estaba dando vueltas la cara espantada de un niño¡El de Mimi!

Kou comenzó a moverle a la lavadora, Daisuke fue más hábil y la desconectó. Koushiro entonces abrió la lavadora, con el mayor cuidado posible sacó a Ben. El niño no se movía, sólo sollozaba con fuerza; estaba colorado y húmedo.

—¡Dios mío, pobrecito! – dijo Dai - ¿Estás bien, pequeño?

Ben no contestó de manera inteligible, sino que se talló la cara y dejó de sollozar con fuerza.

—Ya, pequeño Benji, ya estás bien – dijo Koushirou -, mira, vamos a la cocina¿quieres comer¿o tienes sed?

—¿No deberíamos llevarlo con Joe?

—Sí, Dai, pero acuérdate de que Joe está pegándole el diente a Doguen.

—Ahh, cierto.

—¿Benji¿estás bien, verdad¿Qué hacías ahí dentro?

Aunque Benji ya no estaba llorando con fuerza, las lágrimas seguían saliendo de sus ojitos.

—Parece que le comieron la lengua los ratones – dijo Daisuke.

—Es por la impresión que se llevó, yo sólo espero que no se haya lastimado – mencionó Koushirou.

—Ni que lo digas, Mimi nos mata. Además el crío se ve bien¿verdad que sí, Ben?

Como no obtenían respuestas del chico), se dirigieron a la cocina, donde lo sentaron en la sillita especial en donde May tomaba su leche tibia.

—Benji, aquí tienes un poquito de agüita, si te la tomas estarás mejor – entonces Koushirou le dio el vaso, pero Ben no tuvo intenciones de beber.

Daisuke le secó la carita con una servilleta.

—Hay que esperar a que Joe termine con Doguen para que cure a éste – creyó el papá de Kyo, Daisuke.

—Sí, no tenemos más remedio – Entonces Koushirou le dijo al niño: -Mira Benji, tómate tu agua y descansa, al ratito vamos a traerte al doctor Kido para que te revise ¿Sí?

El niño no dijo nada. Tenía los ojos muy abiertos y asustadizos, seguía estando rojo por el vuelterío que había dado y con la ropa húmeda.

Kou le sacó la camiseta al niño, fue al cuarto de lavado y regresó con una playerita de May para ponérsela.

—¿Qué haces?

—Ayúdame a ponerle esto¿no querrás que aparte le dé neumonía, cierto?

—No, suficiente con que se quede sin habla.

Entre Dai y Kou lo vistieron y lo dejaron sentadito en el comedor, con el agua.

—Ahorita venimos Benji, vamos con tío Matt a darle la cobijita para el bebé.

—Oye, Koushiro… ahora que me fijo¿por qué hay tantos platos y vasos rotos en el piso?

—La verdad no tengo la menor idea, pero creo que a Sora y a Matt nos les va a hacer gracia ver tanta vajilla destruida… ¿qué hacemos, Daisuke?

—Mmh, lo mejor será irnos de aquí cuanto antes. Y ninguno de los dos vio nada¿qué te parece?

—Pssss, bien, está bien. – dijo Koushirou, no muy convenido; pero bueno¿acaso era justo torturar a Yamato por la vajilla antes de tiempo, después de todo el pobre hombre ya estaba bastante afligido tratando de callar a su criatura.

Diciéndole adiós al pequeño Ben, quien ni les contestó, los hombres salieron hacia el jardín para seguir ayudando a Yama…

Kurumi Ichijouji, por su parte, había caminado por un angosto pastillo y sus pasitos habían desembocado en la entrada de la casa de los Ishida.

—Pero… ¿en dónde se escondieron todos? – renegó, inspeccionando el frente de la casa. Había un enorme árbol en un pequeño jardín al estilo japonés, con todo y su pequeño estanque. Kurumi se quedó mirando largo rato los toscos peces que nadaban por ahí, en el fondo.

Cuando se cansó, se levantó y se sacudió el vestido, luego miró a la salida de la casa y notó que cerca de la reja de la entrada, había un moñito en forma de girasol.

—¡Ajá! –rió contenta y levantó el adorno para el cabello - ¡Seguro que es de alguien que estoy buscando¡debe ser de la pequeña Osen!... Ahh, pero qué bonito moñito - admitió ilusionada, se lo guardó y se dio simpáticos golpecitos en su mejilla - ¡No, Kurumi, el moñito no es tuyo, además estoy buscando a mi hermanito y los demás… ¡Ajá, todo está clarísimo, ellos se escondieron fuera de la casa para que no los hallará… muajajajaja, pero no me engañarán¡iré a buscarlos!

Y fue así como, sin pensar en las consecuencias, la niña Ichijouji salió del hogar Ishida rumbo a lugares desconocidos para buscar a sus amiguitos.

Y bueno, dejen les doy una mala noticia: a pesar de que los adultos habían arropado a Ko-chan con la cobijita, éste no se había callado, por el contrario, el pequeño lucía más contrariado y colorado.

—¡Kotaro Ishida, hazle caso a papá y deja de llorar¡Hijo, se te van a acabar las lágrimas que tenías guardadas para toda tu vida!

—¡BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA¡BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

—No creo que a mi sobrinito le parezcas muy convincente – dijo Takeru, tomándolo en brazos para arrullarlo -. La verdad, yo creo que Ko-chan está llorando porque lucimos estresados¿no han oído que los nenes son muy perceptivos y sensibles?

—Es que no podemos estar tranquilos cuando llora – dijo Ken

—Bueno, si nos tapamos los oídos a lo mejor…

—Taichi, no seas idiota. – regañó Yamato.

—Deberíamos ponernos en el lugar de Ko-chan; a lo mejor necesita algo… ya saben, cosas de bebés – dijo Daisuke.

—¡Eso es Dai, por fin tuviste una buena idea – dijo Iori – a mí se me hace que Ko-chan necesita un biberón¿no tendrá hambre¿cada cuánto come?

—Pues… la verdad es que Sora lleva el conteo de esas cosas…

—Sí, creo que Cody tiene razón, debe ser hora de que tome mamila - analizó Taichi.

—¡Seguro y es eso! – dijo Yama, algo ilusionado - ¡Gracias Iori, iré por la leche de Kotaro, en breve regreso.

—…Errr… ¿y vas a la cocina por ella? – preguntó Daisuke.

—Sí¿por qué?...

—Emmm, nooo, por nada¿no Koushirou?

—Ehh, sí… nada de nada – el Izumi pensó que no sería agradable cuando Yamato viera toda la vajilla en pedazos regada por toda la cocina… y ahora que lo pensaba¿qué no era peligroso para los niños haber dejado tanto vidrio tirado?... volteó a ver a Osen, afortunadamente su hijita estaba feliz, entre las jardineras. Tragó saliva y espero que el pobre anfitrión no explotara del coraje…

—Takeru, cuida a mi hijo, en breve regreso.

Yamato no sabía porqué, pero tenía un mal presentimiento. Caminó con algo de prisa hacia la cocina. Primero entró por el cuarto de lavado… suspiró, aunque la lavadora estaba abierta y había pisadas de lodo por el lugar, al menos todo parecía bien. El rubio trató de tranquilizarse; en primera tenía que estar contento por el cariño que le demostraban tener sus amigos a su nuevo bebé y a la familia en general. Cerró la lavadora, con el trapeador inmaculado de Sora desparramó el lodo de las pisadas, luego siguió su camino hacia la cocina, ya que por ahí estaba la entrada.

De nuevo se le subió el pulso, a lo mejor sentía otro mal presentimiento… y la verdad que más que presentimiento era una verdad bastante perturbadora. Matt no pudo describir la acidez que sintió en el vientre cuando entró a su cocina y vio la vajilla nueva de Sora echa trizas… el pobre se llevó una mano al cabello para jalárselo¡ese había sido el regalo de su suegra la navidad pasada, Sora iba a degollarlo vivo por no haber cuidado bien de la casa. Estuvo a punto de gritar, pero de repente, a lo lejos, volvió a retumbar el llanto de Ko-chan.

—El niño, sólo debo pensar en callar al niño – murmuró suavemente, pateando los cristales de la vajilla hacia una esquina.

Llegó hasta la alacena. Todavía estaba pensando en cómo los platos, vasos y demás cosas habían llegado a estrellarse. -¡El biberón, tengo que llevar la mamila.

Yamato Ishida abrió la alacena, pero quedó paralizado por lo que vio.

—¡Shhhh, tío, me van a descubrir si abres la puerta – dijo su sobrino Seiyuro, el cual, para infarto de Yamato, estaba adentro de la estantería, donde debía estar la vajilla nueva de Sora.

Por un corto período de tiempo, los ojos azules de Matt se estancaron en el travieso de Seiyuro. Sin decir siquiera "pío", el señor Ishida alzó los brazos y bajó a Sei de la alacena de manera mecánica, dejándolo en el suelo.

—¡Pero tío Matt, Kurumi-chan me va a descubrir!

Yamato miró al chiquillo con desaprobación, luego agarró el biberón que estaba en la alacena y sin hablar se retiró todo zombi de la cocina. Al salir sobó la cabecita de Ben, quien era espectador de todo el suceso… luego volvió a patear más vidrios hacia la esquina.

—¡Padiez, a veces no comprendo a los grandes… ¡Ay no, seguro que Kurumi-chan va a hallarme! – Seiyuro corrió hacia la mesa de comedor y se metió debajo de ésta…

—¡Yupi¡El trompo es muy divertido, Kyo!

—¿Verdad que sí, y ya sabes bailarlo.

—¡Sí, gira y gira y da muchas vueltas – dijo Taik Yagami muy contento mientras él mismo giraba su cuerpecito.

—¡Ahora vamos a jugar competencias¡A ver quien hace el camino más bonito en el piso!

—¡Sííí!

Bueno, dejemos a este par de diablos destruyendo el piso de Matt y pasemos al mural que Zet está haciendo para los Ishida.

El pequeño Ichijouji estaba muy entretenido, por no decir extasiado, pintar era más divertido que jugar a los carritos y que cualquier otra cosa que hubiera hecho antes en su 'larga' vida.

Había pintado un gran sol, arbolitos, casitas¡hasta había dibujado a Ko-chan!... sí, para Zet, pintar en las pareces era mejor que comer muchos dulces.

—A ver Ko-chan, abre la boquita, mira¡aquí viene la nave espacial modelo 570-B que papá tripulaba en su juventud! – dijo Yama, acercando el botellón repleto de leche.

—¡BUAAAAAAAAAAAAAAA¡BUAAAAAAAAAAAAAAAAA!

—Es inútil, hermano, creo que Kotaro no tiene hambre…

—O a lo mejor quiere de la auténtica leche materna – opinó Daisuke.

—Es muy extraño… ¿pues qué tendrá el bebé? – se preguntó Koushiro.

—No lo sé, pero si sigue así se va a quedar afónico.

—¡Silencio, Tai, mi hijo no va a quedarse afónico.

—¿Qué pasa, Ko-chan¿por qué no le dices al tío Takeru qué quieres?

—Sí, hijito, compadécete de estos ocho hombres que tienes a tu merced… ya te arrullamos, te cantamos, te cobijamos, te dimos de comer…-¿Qué otra cosa puede necesitar un bebé?

—¡Lo tengo! – dijo de repente Ken, aplaudiendo.

—¿Qué cosa! – preguntaron los demás, ansiosos.

—Lo único que Ko-chan necesita, es… c a m b i o d e p a ñ a l

—¡Cierto, cambio de pañal! – dijo Koushiro - ¿cómo no se nos ocurrió antes?

—Mhh, ahora que lo mencionas – entonces Takeru olió a su sobrinito – creo que Ko-chan sí necesita ser cambiado.

—Mmh, lo que me faltaba – renegó Yamato.

—Pobre Yama, eso de cambiar pañales es algo tan horrible – se burló Taichi.

—¿De qué te burlas, bestia, cuando Taiki estaba chico lo cambiabas¿Qué no?

—Sí, pero hace tanto tiempo de eso…

—Pues para que se te quite, tú vas a ayudarme.

—¿YO?

—Deja voy por los pañales a la recámara del bebé.

—… Maldición… - gruñó Tai, más divertido que molesto por la encomienda.

Yamato de nuevo se dispuso a entrar a su aposento con la mayor concentración posible. Cuando pasó por la cocina intentó no pensar en el tiradero, cerró los ojos un instante… lo primero era silenciar a Kotaro, lo primero era que Ko-chan se durmiera o algo así. De nuevo se fijó que el pequeño Benjamín Tachikawa estaba sentadito al lado de un vaso con agua… de hecho Matt podría haber jurado que estaba en la misma posición que antes, pero eso era algo difícil de precisar porque los niños de 4 años son muy inquietos. No analizó mucho los ojos impresionados del niño, ni las mejillas empapadas en llanto, sólo le sobó la cabecita y siguió su camino hacia la estancia, en donde lo distrajo un estruendo que sonó de repente.

—¿Qué diablos…? - comenzó a cuestionarse, pero al instante otra vez quedó paralizado ante lo que vio en el interior se su nuevo y costoso hogar.

El tremendo ruido que se había escuchado parecía provenir del viejo y elegante piano que su abuela francesa le había regalado en su boda, no le dio buena espina ver a Taiki Yagami arriba de su mueble, agarrando una bola redonda con un pico que bien sabía que se llamaba trompo, porque estaba de moda en los niños.

Yamato apretó los puños, giró su cabeza un poquito y vio a Kyo Motomiya, tirado en el suelo, rayando el piso con otro juguete giratorio… de hecho, el Ishida notó con congoja que su flamante y liso piso de madera era ahora algo parecido a un mapa de carreteras y caminos de cualquier lugar.

Frunció el entrecejo y siguió avanzando, listo para regañar a los infantes, cuando…

—¿Dónde quedó el azulito¡hay que poner muchas nubecitas! – oyó que dijo una vocecita dulce.

Yama se mordió los labios, se asomó a la sala de su casa y apretó todavía más los puños, de hecho se puso tan colorado, como un tomate o como su hijo que lloraba en el jardín.

¡Su pared¡Su preciosa, enorme y BLANCA pared era ahora un graffiti de un pequeño de tres años!

Esta vez no pudo soportarlo. Sin decir nada salió corriendo y subió las escaleras hasta llegar a la segunda planta.

—… - Yama hubiera querido decir que lo primordial era silenciar a su hijo, pero en vez de pensar corrió a su habitación, estrelló la puerta con histeria y…

—¡AHHHHHHHHHH… GRRRRRRR… ¡AHHHHH! – gritó y gritó y gritó tan fuerte, que seguramente lo habían oído en el Digimundo.

En la estancia…

—Taik¡yo creo que el señor Ishida está enojado! – dijo Kyo, enrollando su trompo.

—Pero si ya nos vio y no nos dijo nada…

—Seguro está enojado porque no tiene un juguete tan bonito

—¡Y no sabe tirar para que dé vueltas!

En la sala…

—La la la la la la¡mira, aquí está el azulito¡Ahora, verde y amadillo!

En el jardín…

—¿Ese no es Yamato, gritando? – preguntó Taichi.

—Seguro que notó la vajilla destruida – creyó Daisuke…

—Pobre Yama, parece no pasarla muy bien – dijo Takeru.

—¡BUUUUUUUUUAAAAAAAAAA¡BUUAAAAAAAA!

—Pues yo sólo espero que regrese pronto con el pañal – admitió Iori.

Toshi y Yuri seguían viendo al bicho…

—Toshi¿los bichitos muertos se hacen fantasmas?

—No, Yuri-chan, se van al infierno de los monstruos…

—¿Y no gritan?

—No, Yuri-chan, el que gritó fue el tío Matt, el bichito ya no sabe gritar.

—Ahhh

Y bueno, volvamos con el pobre de Yamato Ishida, quien acababa de ver destruida su pared, su vajilla y su piso.

Después de gritar un par de minutos. Yama salió de su alcoba con una pañalera en brazos.

—Yamato¿estás bien? – preguntó Joe, había salido de estudio tras el grito, todavía traía en una de sus manos el dientecito de Doguen.

—Sí. – respondió Yamato, comenzando a bajar las escaleras con la mayor calma posible.

Ya abajo se dirigió a la sala, en donde Zetaro estaba coloreando la pared. Sin tocarse el corazón llegó hasta el niño y le arrebató los crayones, incluyendo el que el pequeño traía en la mano. Luego se dio la vuelta para caminar hacia la estancia.

Zet, al ver inconclusa su obra corrió hacia Yama y le jaló el pantalón.

—Señor Ishida¿son suyos los colores¡me voy a potar bien si me deja pintar!

Matt miró al niño, negó, luego llegó hasta Taiki y Kyo… así como le arrebató los crayones a Zet, les quitó los trompos a los infantes, quienes reclamaron al instante y comenzaron a seguir a Yamato, que acababa de salir al jardín con pañalera, trompos y crayones en mano.

Seiyuro salió de su escondite porque era bastante cansado, por no decir aburrido, estar ahí.

—¡Qué aburridas son las escondidas! – se quejó, poniéndose de pie - ¡ya no juego!

El pequeño rubio se sacudió su camiseta verde, se dispuso a abandonar la cocina, pero un pequeño bulto lo detuvo.

—¡Ahh, hola Benji! – saludó, acercándose al pequeñito de encantadores cabellos color miel.

Ben seguía con los ojos llorosos e irritados, tenía la mirada hundida en algo imaginario, pero ya no estaba rojo, sino pálido y lívido.

—¿Estás enfermito? – preguntó Sei, dudando - ¡No, seguro que también te aburrieron las escondidas¡Ya sé, ya sé!... mejor nos vamos a jugar con un juguete bien bonito que mi tío le compró a mi primita Mayumi.

Sin esperar la respuesta de Benjamín, Sei le tomó la mano al pequeño Tachikawa y comenzó a arrastrarlo tras él.

En ese momento, cuando ese par salía de la cocina, Toshiro y Yuriko acaban de entrar a la misma. Toshi Yagami traía una hojita verde en donde descansaban los restos del monstruo que habían matado.

—Toshi¿seguro de que es muy buena idea?

—¡Sí, Yuri-chan! – dijo Toshi, dejando el ataúd de escarabajo en el piso. – ¡Vamos a hacer una receta secreta para que todos coman, una vez mamá me dejó preparar un pastel con ella, haremos uno más rico.

—¡Hurra!... oye Toshi¿pero por qué traemos al monstruo?

—Ingrediente especial, Yuri, lo vi en la caricatura de Timón y Pumba

(Sin comentarios con este par…)

¡Sí, ya sé, seguro que quieren saber si el cambio de pañal fue la solución al llanto de Kotaro Ishida, así que no postergaré más ese ansiado momento…

Después de que Yamato salió al jardín con Kyo, Taiki y Zet reclamándole en fila india, fue hacia donde estaban los demás y comenzó a cambiar el pañal de Kotaro con la ayuda de Taichi (quien no se veía muy complacido, la verdad). Nadie había dicho nada del grito, Yamato tampoco había dicho nada del desastre, sólo se dedicaba a terminar de cambiar el pañal…

—¿Cómo es que les sale tanto a estas criaturas? – dijo Tai, asombrado.

—¡Calla y ayuda!

—Sí, sí… paciencia Yama… ¡Hey¿no te sorprende, Ko-chan se está calmando. – avisó Tai

—¡Papá, yo quiero ver!

—No Taik, un pañal sucio no es muy emocionante – comentó Taichi -. Y por cierto¿por qué no se van a jugar por ahí?

—Es que el señor Ishida nos quitó los trompos – renegó Kyo.

Zet iba a reclamar, pero entonces vio que a lo lejos su amiguita Osen lo llamaba, así que se olvidó de los crayones y se fue con ella.

—Su razón habrá tenido para quitarles los juguetes – regañó Dai – así que abran paso y no estorben a los cambia pañales…

Para cuando Yama Ishida había terminado de cambiar el pañal, Kotaro estaba suspirando nada más, nada de berridos, nada de llantos.

—¡Viva, lo único que necesitaba era un cambio de pañal¡eres un genio, Ken! – dijo Kou.

—Bueno, además de Yama, soy el único que tiene dos hijos.

Yamato tomó en brazos a Ko-chan, quien comenzó a dormitar.

—Hay que acostarlo¿no hermano?

Yamato dejó a Kotaro en el porta-bebés y luego se dejó caer en la silla.

—Ahhh, Sora no hubiera tardado tanto en callarlo…

—¡Bah, no pienses en eso.

—¡Papá, quiero mi trompo!

—Ya te dije, Kyo, que si Yamato te lo quitó debió ser por algo.

—¡Ahora que recuerdo, Dai, dejamos al pobre Ben en la cocina – recordó Koushiro – Deja me asomo a ver como sigue…

—¿Por qué¿Qué tiene el niño? – preguntó Taichi.

—Err… perdió el habla – optó por decir Davis.

—¡Hola Osen!

—¡Holla Zet!

—¿Qué haces?

—Mhh, estaba jugando a las escondidas, y era muy bonito – admitió Osen- pero ahora ya no me gusta, me dio sueño… pero papito no me hace caso…

—¡Podrías dormir en una camita de agua! – dijo Zetaro – en casita mamita me compó una camita de agua para estad ahí en la fiesta (aquí el niño quiso decir siesta).

—No, yo no tengo camita de agüita…

—¿No tienes? – preguntó Zetaro - ¿y quiedes una?

—¡Sí!

—Pues yo te voy a enseñar una muy bonita¡vamos a bucala! (quiso decir, buscarla)

—¡Sí!

Los pequeñitos (aparte de Ko-chan eran los más chicos) corrieron hacia interior de la casa con intenciones macabras.

—Acabo de asomarme, pero Ben ya no está en la cocina – dijo Koushiro – sólo están Toshi y Yuri sentaditos y tranquilitos (jaja, pobre iluso).

—Ahora que lo pienso¿en dónde están todos los demás niños? – se preguntó Takeru - ¿En dónde estará Seiyuro?

—JA – dijo de repente Matt, recordando el escondite de Sei con amargura… ¡su alacena¡Su piso¡Su vajilla¡Su pared!

—Deberíamos recolectarlos – propuso Dai.

—Sí, la cocina es un desastre – dijo Koushirou.

—¡Es verdad, como Ko-chan estaba llorando los descuidamos un poco, pero es hora de poner el orden en la casa, no hay que causarle problemas a Matt – dijo Ken.

—¡De acuerdo, entonces empieza la 'operación de captura' – dijo Tai.

—Querrás decir la caza de niños – rió Takeru.

—Hey, estamos hablando de nuestros hijos, no de animalitos salvajes – reprendió Iori.

—Mira Tai, empecemos con nuestros diablos.

—Cierto Dai

Los dos ex líderes se acercaron a Kyo y Taik, a quienes habían desterrado al arenero, en donde estaban construyendo un castillito para que fuera la casa de los trompos.

—Oye, mi Taik, ven para acá.

—¿A dónde, papi?

Tai tomó la mano de Taik, lo mismo que Daisuke la de Kyosuke.

—Vamos a jugar a un nuevo juego – dijo Dai.

—¿A cuál¿A cuál? – gritó emocionado Kyo.

—¡Pues a los indios y los vaqueros¿cierto Taichi?

—Muy cierto, mi muy querido Daisuke.

—¡Yo quiero jugar, papito! – expresó Taiki

—¡Y yo!

—Ahh, pues qué bueno. – rió Tai, mientras él, Daisuke y sus vástagos se acercaban a un árbol de cerezo -. Miren chicos, en el juego Dai y yo somos Indios norteamericanos¡de esos que usan plumas y caras pintadas!

—¡Woooow! – dijo Kyo.

—¿Pero dónde están las plumas y las caritas pintadas? – preguntó Taiki.

Taichi entonces se agachó y sostuvo a su hijo de los hombros. Lo miró con intensidad.

—¿Cómo¿es que no las ves? – preguntó.

Taiki observó detalladamente a su papá y en él creció la magia.

—¡Si es cierto, ahí están las plumas¡y te pintaste la cara de rojo, papito!

—Ay, no es cierto, no tiene nada – reclamó Kyo.

—Hijo, ya no vas a jugar tanto a los videojuegos porque te secan la imaginación- dijo Daisuke, con los ojos en blanco.

—El caso es que si Daisuke y yo somos los indios, Kyo y tú, hijo, son los vaqueros.

—¡Sí¡los vaqueros! – gritaron los niños.

—Entonces el juego empieza en que los indios capturaron a los vaqueros.

—¿De verdad? – preguntó Taik.

—Sí, claro, y los amarraron en el árbol… - Tai se acercó al oído de su amigo Dai- Pts… ya los tenemos, ve por una soga…

—… es que no sé donde hay – secreteó Daisuke.

—Mh, pues rompe el tendedero de la ropa, a estas altura no creo que Yamato se enoje.

—Ok – Daisuke entonces salió disparado hacia los tendederos de ropa.

—¿Y qué más dice el cuento, señor Yagami?

—Ahh, pues… que los indios capturan a los vaqueros valientes.

Daisuke llegó con una soga que antes era un tendedero. Acomodaron a los niños alrededor del tronco del árbol y los amarraron sin ningún tipo de remordimientos, ni siquiera las miradas reprobatorias de los otros elegidos los frenaron.

—¡Papito¿y ahora qué, me voy a aburrir si me quedo aquí – dijo Taiki.

—Ah, pues ahora van a venir a salvarlos otros vaqueros.

—¿De verdad?

—claro que sí, Kyosuke.

—Pero papito¿cuándo vendrán?

Taichi rió con cinismo y acarició la rebelde cabellera de su hijito.

—Paciencia mi Taik, ya vendrán un día de estos.

Taichi y Daisuke se alejaron del árbol y fueron adonde estaba la mesa de jardín.

—¡Yahoo, ya tenemos a dos – dijo Daisuke.

—A cuatro, porque Yuri y Toshi están en la cocina muy calmaditos – recordó Koushiro.

—Pues en ese caso a seis, porque Zetaro y Osen están jugando en los arbustos, los acabo de ver – aportó Ken.

—Hay que dispersarnos entonces. Yo iré por mi diablejo, seguro Sei anda haciendo algo no muy recomendable – suspiró Takeru.

—Yo puedo quedarme a cuidar a Ko-chan – propuso Iori, sacando un libro para leer.

Todos los elegidos se dispersaron para buscar a los pequeños… los pobres no sabían que aún les quedaba mucho por sufrir…

¡Muajuajuajuajajajajajajajaja!

Continuará…

Podrá Yama sobrevivir a esta invasión de niños en su casa?

Qué pasará cuando Sora y las demás regresen y vean el desastre?

Rescatarán los demás "vaqueros" a el hijo de Tai y el de Dai?

Dónde se metió la hija de Yama?

Hay muchas preguntas por resolver, y muchas infamias por relatar en la parte final de este fic.