A golpe de recuerdo.

En carne viva

Con la rabia de mis años, como me enseñaste a hacer.

Con un grito en carne viva te amaré.

Lo mejor sería guardar todas sus cosas mientras aún estaban en clases. Aunque ahora lo detestaran, Remus no quería tener que enfrentarse a las miradas de quienes habían sido sus únicos amigos ahora que sabían la verdad.

Sabía lo que eran las miradas de odio de aquellos que año tras año lo visitaban en su casa, las horribles personas del ministerio, quienes no lo conocían. Si esas miradas dolían, no quería ni pensar en cómo se sentiría ver las miradas de James, Peter y Sirius, a quienes había considerado sus amigos.

Al empezar a guardar su ropa sintió la innegable sensación de las lágrimas en los ojos, pero las mantuvo a raya. Tendría que ir con el profesor Dumbledore a disculparse, decirle que no sabía como era que se habían enterado, decirle que había sido muy cuidadoso y volver a su casa.

Tanto que le había gustado estar en Hogwarts y aprender, todas las clases… incluso las bromas con sus amigos y las detenciones que habían servido juntos.

Terminaba de guardar sus libros en el baúl cuando entró Sirius entonces, casi sin aire y despeinado, como si hubiese estado corriendo.

- ¡Remus! – exclamó, apoyándose en sus rodillas mientras trataba de recuperar el aliento. – No… te… espera… - enderezándose nuevamente hacia la puerta, el Black gritó. - ¡Jim! ¡Pete! ¡Está aquí!

Y acto seguido se dejó caer en su cama. El licántropo se preocupó. ¿Lo atacarían? ¿Lo forzarían a decirle a todos los demás sobre lo que era?

- Te estuvimos buscando, desconsiderado. – dijo Sirius una vez que recuperó el aliento unos momentos después, viéndolo fijamente. – Espero que entiendas que por tu culpa nos saltamos el almuerzo, que madame Pince probablemente no nos vuelva a dejar entrar a la biblioteca (aunque eso puede ser bueno) que asustamos a unas criaturas del profesor Keetleburn y que perdimos treinta puntos.

- Cuarenta y cinco. – dijo James, quien también parecía cansado. El pobre de Peter resollaba, tratando de no dejarse caer y seguir junto a James. – Nos encontramos con el profesor Nott y tropezamos con él.

- Amenazó con usarnos para poción. – dijo Peter, con una sonrisa. - ¿Dónde estabas, Remus?

- ¿Planeas vacaciones y no nos invitas? – James observó la maleta del otro estudiante para sentarse a un lado.

- Yo diría que nos debe mucho chocolate por todo lo que nos ha hecho correr.

- Te mandan chocolate cada semana ¿y quieres más chocolate, Sirius?

- ¡Estoy en crecimiento, Pete! ¡Se necesita el chocolate!

- ¿Crecimiento hacia los lados?

- Es un grupo alimenticio. Cerveza de manteca, cosas salidas de Honeydukes, pastel de calabaza y ranas de chocolate.

- ¿No entraría ese en cosas salidas de Honeydukes?

- Peter, las ranas de chocolate son su propio grupo alimenticio.

- Si tú lo dices…

Le molestaba y sorprendía la habilidad que tenían para estar en la cama (Sirius se había dado la vuelta y parecía escuchar muy interesado a James, quién podía comer más comida sin nada de valor nutritivo que todos ellos juntos, y Peter veía muy incrédulo al Potter) e ignorar lo que habían estado hablando antes de que él entrara a la habitación, sobre cómo sabían que él era un licántropo.

¿Cómo podían comportarse tan normales? ¿Cómo, sabiendo lo que él era?

Remus apretó las manos un momento antes de volverse a su equipaje, quitando las piernas de James para poder meter sus suéteres.

- Iré con el profesor Dumbledore y me disculparé… siento que se hayan tenido que enterar, debía ser un secreto. Sé que debe de molestarles, pero creo que sería mejor que no dijeran nada… por el profesor, al final de cuentas.

- ¿Vas a ir con Dumbledore para qué? – preguntó Sirius, sentándose en la cama y sentándose a la indio.

- Porque ustedes… saben…

- ¿Sabemos? – James inclinó la cabeza, parpadeando. - ¿Sabemos… herbología? ¿CCM? ¿DCAO? ¿Encantamientos? ¿Transfiguración? ¿Cómo hacer una Parkin's Pincer?

- Yo no sé mucho de Encantamientos. – ofreció Peter. – En pociones, si el profesor Nott no se fija en mi, puede irme decente…

- Y yo no pienso tocar la tierra en herbología. Y la Parkin's Pincer sólo la sabe hacer Jimmy James aquí presente.

¿Por qué jugaban así con él? ¿Por qué fingir demencia? Lo hacía sentir furioso que pudieran tratar algo tan importante para él de una manera tan… vacía.

- Los escuché en la mañana. Saben lo que soy. – dijo en tono molesto, cerrando la maleta. – Comprendo que no querrán pasar otros seis años en compañía de un… licántropo, pero no tendrán que hacerlo. Quisiera pedirles que esto quedara sólo entre nosotros, mi padre acaba de empezar un nuevo trabajo, y si se enteran de lo que sufro podría perderlo.

Al terminar su petición hubo un silencio incómodo que pareció estirarse. Remus trató de terminar de guardar sus cosas lo antes posible, viendo simplemente hacia el interior de su maleta. Sentía una presión en el pecho que le era familiar: era la misma que le surgía cuando tenía que mentirles.

Peter habló levemente.

- Pero… pero no es todo lo que eres, Remus. – dijo el dulce niño. – Eres estudioso, gentil, paciente…

- Tienes gusto pésimo en la música y eres un desastre en pociones. – añadió James.

- Eres lector compulsivo. Y agenda compulsiva. Siempre nos estás recordando los deberes. – Sirius se enderezó y se paró frente a él, sonriendo. - ¿Qué tiene que seas un hombre lobo?

- Estaban hablando sobre… problemas… incomodidades…

James soltó una carcajada. – Remus, amigo, la próxima vez que quieras escuchar conversaciones, asegúrate de escucharla toda. – dijo, su sonrisa amplia. – Molestias que sin querer pudimos haberte provocado… cómo los pies de Sirius, por ejemplo. Con tu nariz, no quiero imaginar lo que debe de haber sido olerlos.

- ¡Hey!

- Lo siento en el alma Sirius, pero tus pies deberían estar clasificados como veneno.

- Las incomodidades eran por… ¿por qué no nos lo dijiste? – preguntó Peter con ternura. – Empezábamos a pensar que tus padres te pegaban… o cuántos parientes podrías tener que cada mes uno estuviera enfermo o muerto.

- Y luego de eso siempre regresabas más cansado. Estábamos tratando de ver alguna forma para poder ayudarte luego de tu transformación. Traerte comida, o los deberes…

- Eres nuestro amigo, Remus. – dijo Peter levemente. – Esto no cambia nada.

- ¡Sí lo cambia! – dijo Sirius de repente, serio, para luego sonreír. – Significa que tengo que vender todo lo que tengo de plata. En serio Remus: pudiste haberte lastimado seriamente. Cuando uno tiene alergias, las dice para ser evitadas.

- Como la alergia de James por el polen.

- O la alergia de Lily a James.

- ¡Una alergia mutua!

- ¿No pueden callarse?

Los vio fijamente, bromear y reír casi sin poderlo creer. Había pensado que cuando se enteraran de lo que era, lo odiarían.

Remus se tapó los ojos con la mano, sintiendo como su barbilla temblaba. Lo siguiente que sintió fue como uno a uno, sus amigos lo abrazaban en fraternal silencio.