A golpe de recuerdo.
Al caer de cada noche esperaré
A que seas luna llena y te amaré.
Y aunque queden pocos restos y señal de lo que fue…
Seguirás cerca y muy dentro te amaré.
Pocos restos.
Durante un momento, al enfrentarse a la vieja estatua que protegía el túnel secreto a Honeydukes, Remus contuvo el aliento, tratando de convencerse de que no recordaba el hechizo. Habían sido años, casi una vida atrás desde la última vez que lo había dicho.
Si él no lo recordaba, no había forma en que él lo hiciera. No habiendo estado en Azkaban por doce años. Y aunque lo recordara, no tenía una varita…
El primer mago en escapar de Azkaban. Recordó las palabras de El Profeta con la misma dolorosa claridad con la que escuchó la voz de James susurrar "¡Dissendio!", a pesar de que lo dijo con su voz.
Durante un momento, al ver la estatua moverse, se sintió nuevamente adolescente, y hubiese querido cerrar los ojos para permitirse recordar a sus amigos, sentirlos nuevamente un momento, aunque eso le matara. Morir era mejor a vivir con sólo el recuerdo de su voz y la soledad de recordar y ansiar sus caricias y no tenerlas.
No podía darse ese lujo en ese momento. No cuando Si… cuando Black había entrado a la torre Gryffindor con un cuchillo para matar a Harry.
Ese pensamiento era el que dolía más que ningún otro, porque recordaba cómo era que Sirius había jugado con Harry de pequeño, cómo lo había querido.
Darse cuenta de que podía e iba a matar al hijo de James y Lily era otro golpe fatal para todos los recuerdos que tenía, que se desmoronaban como un castillo de arena en el mar.
No era momento para tenerse lástima; era momento para enojarse y para acabar con todo de una buena vez.
- ¡Sirius, maldita sea, sal de una vez! – dijo, iluminando con su varita el túnel, recorriéndolo.
El silencio parecía hacer eco de años pasados y no sólo de su voz.
Tenía que estar ahí. No lo iba a perdonar. Ya no.
Lo mataría, lo mataría como debía de haberlo hecho hacía doce años, al enterarse que los había traicionado. Debía de haber olvidado todo sobre él, sus besos, su piel, sus manos y recordar que había matado a James, a Peter y a Lily, que quería matar a Harry, que ayudaría al Dark Lord a regresar.
Lo mataría y entonces sí quedaría él sólo con sus recuerdos sin que nada los perturbara, y seguiría viviendo para poder proteger a Harry como sus padres habrían querido, y como Sirius, antes de que fuera llamado por la fuerza de la sangre, lo hubiese hecho. Sentía la luna gritar en su piel, y podía casi ver mentalmente cómo iba creciendo hasta ser llena por completo.
No ayudaba el hecho de que Moony, a pesar de todos los años que habían pasado, siguiera extrañando a su manada.
Su propia voz preguntando por Sirius, una cruel parodia de otros tiempos, fue su única respuesta.
