HARRY POTTER Y EL LADR"N DE ALMAS
Resumen: Todos saben que existe la cámara secreta ¿Pero saben de verdad para que servia? La Orden Del Fénix debe investigar unas desapariciones y para ello contaran con una ayuda inesperada. ¿Podrán ellos resolver las desapariciones? ¿Tendrán algo que ver con el misterio de la cámara?
Parejas: DM/HP SS/LM y ya irán saliendo más. (Se aceptan propuestas)
Disclaimer: Los personajes pertenecen a J.K. Rowling
Avisos: Este fic va a contener Slash mas adelante. Habrá un poco de violencia y violaciones pero no será muy explicita (no me gusta recrearme en detalles) y tampoco creo que hayan muchas.
Capitulo 1: MARCADO
Un suave cántico se escuchaba a través de las sombras. Él gran salón estaba lleno de hombres y mujeres enmascarados y con túnicas negras que entonaban aquel cántico oscuro. En el centro del círculo que formaban había un joven de piel pálida y cabellos dorados sin máscara. Nada más llevaba puestos uno pantalones negros. Estaba arrodillado enfrente de un gran sillón donde estaba sentado un hombre de ojos rojos rodeado por una aura oscura.
Voldemort hizo un gesto pidiendo silencio y con un aire elegante se levantó y se acercó a él. El joven no pudiendo ocultar el torrente de emociones que le invadían en ese momento apartó la mirada de ese ser imponente. Sentía una mezcla de excitación, de miedo y de confusión. Ahora que había llegado ese día que tantos años había esperado, no sabía que hacer. Empezaban a asaltarles las dudas. ¿Eso era lo que deseaba realmente?
Voldemort le agarró del brazo izquierdo y con la varita le trazo la Marca Oscura en el antebrazo. En el rostro del chico se dibujo un rictus de dolor y unas lágrimas le resbalaron de los ojos mientras un gemido de dolor escapaba de sus labios entreabiertos. Cuando Voldemort aparto la mano se pudo ver en aquella piel blanca una calavera y una serpiente negras.
-Esta es la Marca Oscura. Todos mis seguidores la llevan. Con ella podrás aparecerte cuando te llame. En el momento en que sientas mi llamada deberás dejar lo que estés haciendo y venir en seguida. No me gusta que me hagan esperar.- le advirtió.- Ahora ya eres uno de los nuestros. Espero que hagas un papel tan bueno como el que ha hecho tu padre. Y nunca pienses en traicionarme, nunca. No querrás saber lo que les pasa a quien no me es fiel.
El joven asintió levemente. Se podía imaginar muy bien lo que les hacia a los traidores y no deseaba encontrarse en esa situación. Buscó los ojos de su padre que lo miraban orgulloso y preocupado. Él siempre había admirado a su padre, siempre había querido ser como él. Su padre había intentado evitar ese momento o por lo menos aplazarlo hasta que estuviera preparado, pero Voldemort había insistido. En la última guerra había perdido muchos de sus antiguos servidores y ahora quería reclutar a magos jóvenes.
La ceremonia continuó unos minutos más con un discurso de Voldemort dirigido a todos. Cuando terminó de hablar los mortifagos empezaron a salir en orden inclinándose ante él. Pero antes de que el joven saliera Voldemort mandó a su padre que se quedara un momento.
-Espérame a fuera, Draco. Ahora saldré.- Draco obedeció a su padre y salió detrás del último mortifago.
Al salir se encontró en un largo corredor con puertas a ambos lados. Entre puerta y puerta había retratos de todas las épocas. Draco, sin saber que hacer, empezó a observar los cuadros. El estilo y la pintura eran muy diferentes pero todos tenían en común lo mismo. Todos parecían de la misma persona: un hombre de aspecto oriental de ojos marrón verdoso y de cabellos caoba. El hombre le recordaba a alguien, pero por más que intentaba recordar de que, no lo conseguía.
Draco siguió recorriendo el corredor apretándose el brazo que de vez en cuando le escocia. Hasta que por fin llego al final donde una puerta diferente a las demás le llamo la atención.
El marco estaba decorado con runas. Probó de descifrarlas pero eran muy antiguas y solo logró traducir alguna palabra suelta. Entonces, se fijó en el escudo que había en el centro de la puerta: dos serpientes entrelazadas. Una imagen le vino a la cabeza. Ya había visto antes ese escudo antes, pero ¿donde? Sin poder evitarlo, acerco la mano al escudo y acarició las serpientes. El escudo se ilumino y la puerta empezó a abrirse.
-Pasa.- susurro una voz imperativa desde dentro.
Draco se asomo un poco para ver que había dentro. La habitación estaba oscura a medias. En el fondo, las velas iluminaban un altar. Y, sobre un diván, entre las sombras, se hallaba un hombre que lo miraba directamente con una sonrisa que haría estremecerse a cualquiera. Los ojos negros brillaban de expectación.
De golpe, algo tiró de él agarrándolo por el brazo y lo arrastró fuera de la habitación mientras se escuchaba la risa del hombre de ojos negros. Draco se dio la vuelta para enfrentarse a la persona que lo había tratado de esa manera y no pudo dejar de sorprenderse al ver que el hombre que tenía delante era el mismo que el de los cuadros.
-Nadie puede entrar aquí.- le reprendió con un acento exótico. Pero más que enfadado parecía sorprendido.- ¿Como has podido entrar?
-La puerta se abrió sola.-contesto tembloroso. Desde que había abierto la puerta tenía una sensación extraña.- Ese hombre me invitó a entrar. Yo no he hecho nada, señor.
-Muy bien. Voy a tener...- el hombre empezó a hablar para el mismo en otro idioma que Draco desconocía haciendo gestos exagerados con los brazos.
-Edik, deja ya de refunfuñar.- se escucho otra vez aquella voz a través de la puerta entornada. Era una voz áspera pero con un toque suave a la vez. Parecía divertido con todo aquello.- Que tengas un buen día.- dijo dirigiéndose a Draco para luego añadir en un susurro- mi querido Alexander.
Draco iba a protestar por el nombre, pero antes de que pudiera hacerlo la puerta se cerró con un golpe seco. Draco se quedo un rato allí parado. El hombre oriental también se había ido sin que él se diera cuenta.
Que extraño le parecía todo esto. Primero el escudo. Luego, el hombre de ojos negros. Y, por último, el modo que se había despedido de él. No era la primera vez que lo llamaban así, de eso estaba seguro. Y, después, estaban esos sueños. Pero, ¿Que significaban? ¿Tenían alguna relación? La cabeza empezaba a dolerle.
-¿Donde te habías metido? Llevo un buen rato buscándote.- preguntó una voz conocida a su espalda.
-Perdona, Severus. Padre me dijo que le esperara y aproveche a mirar los cuadros.
-No deberías ir solo por aquí. El dueño de la casa es una persona muy extraña.- le explico su padrino.- Tu padre me ha dicho que ha tenido que marcharse y que te llevara a casa.
Los dos salieron juntos de la casa y se desaparecieron. En un abrir y cerrar de ojos ya se encontraban en la entrada de la Mansión Malfoy. Severus acompaño a Draco hasta el laboratorio y allí le dio una poción para el dolor que provocaba la marca aún reciente.
-Dentro de un rato ya no te escocerá.- le dijo mientras se la extendía por el antebrazo.- ¿Como te sientes?
-No lo se. Siempre había querido esto, ahora ya no estoy tan seguro. De pequeño quería ser como él. -dijo refiriéndose a su padre.- pero insistió tanto en que no lo hiciera. ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué no quería que me convirtiera en uno de ellos?
-Tu padre solo quiere protegerte. Resulto ser algo que no se imaginaba y ahora quiere apartarte de eso. No quiere que te conviertas en un esclavo como él. Quiere que seas libre.
-Pero si tanto le molesta ¿Por qué no lo deja como tu?
-Lucius es demasiado orgulloso para pedir ayuda a alguien. Además, sería muy peligroso. El Lord no pararía hasta verlo muerto. También te pondría en peligro a ti.
-Pero tú cambiaste de bando...
-Yo cambie de bando porque deje de creer en los ideales que el Lord defendía. Tu padre ha dejado de creer en él, pero no en esas ideas.
-Entonces ¿que tengo que hacer yo?
-Eso lo tienes que decidir por ti mismo. No dejes que nadie te diga lo que debes pensar. Pueden obligarte a hacer algo contra tu voluntad, pero nadie puede obligarte a pensar lo mismo que él. Pero quiero que sepas que elijas el bando que elijas, nosotros te apoyaremos.
-Antes todo me parecía más fácil. O eras del lado oscuro si defendías la pureza de sangre o del lado de la luz si defendías a los muggles.
-Ya aprenderás que la vida no es tan fácil como uno cree al principio. Ahora mejor será que vayas a descansar. Mañana tienes un largo viaje hasta Hogwarts.
-Hasta mañana. Espero que no tengas que esperar mucho rato despierto.- le dijo con una sonrisa pícara.
-Eso mismo espero yo.- le contestó riendo.- Buenas noches.
La luna llena brillaba en lo alto del cielo iluminando tenuemente el camino que pasaba entre los viejos árboles. Las ramas estaban inmóviles. Nada se movía. Todo parecía demasiado quieto y silencioso. Ninguna muestra de viento, ningún canto de pájaro, ningún animal entre los arbustos...
El chico rubio miró hacía los lados preocupada con sus ojos verdes, pero no vio nada. Todo parecía muy sospechoso. Tenía una sensación de peligro. Sentía que algo lo vigilaba de cerca. Sacudió la cabeza para hacer desaparecer esa idea. ''Debería dejar de leer tantos libros de miedo- pensó el chico intentando tranquilizarse.- todo forma parte se mi imaginación. '' Con ese pensamiento, continuó su camino a casa más calmado, pero esa sensación no lo abandonó.
El bosque cada vez se hacia más espeso. La luz se hacía más débil. Escucho un crujido que lo sobresaltó. Volvió a mirar a los lados y, entonces, noto una presencia detrás suyo. Se giro temblando y lo que vio hizo que le cayeran las cosas al suelo. Allí, había una figura toda vestida de negro. Pero lo que le asustó no fue el aspecto que mostraba, pues no parecía muy fuerte, sino el poder oscuro que desprendía. Un aura negra lo envolvía. Los ojos caoba brillaban con malicia.
-Es muy tarde para andar solo por el bosque. Es un lugar peligroso para los niños. Acompáñame.- dijo la figura con una voz hipnotizante.- Yo te llevare a un lugar seguro. Mi señor desea ayudarte. Ven conmigo, pequeño.
El chico se acercó a él sin voluntad alguna. La figura lo envolvió con un brazo y así, juntos, desaparecieron.
