Capitulo 11: Hermandad.

A la mañana siguiente, Ron despertó en medio de gritos y risas. Al descorrer las cortinas de la cama se dio cuenta de que sus hermanos, Hermione y Harry, todos en pijama, estaban en medio de una guerra de almohadazos.

— ¡Miren! — exclamó Fred — ¡Ron ya despertó, ¡contra él!

Todos se fueron contra Ron, el cual se paró sobre la cama y con dos almohadas intentaba defenderse de todos al mismo tiempo.

— ¡¿qué está sucediendo aquí!

Los muchachos se quedaron paralizados. En la puerta estaba la profesora McGonagal, la cual los miraba enojada.

— No puedo creerlo... tres prefectos, dos de ellos premios anuales... éste comportamiento lo abría esperado de los señores Fred y George Weasley, pero no de usted, señorita Granger, ni de ustedes — dijo mirando a Bill y a Charlie.

— Vamos profesora! — exclamó George — es reunión familiar... hace un año que no veíamos a nuestro hermanito ni a Harry ni a Hermione!

La profesora apretó los labios en señal de autocensura — bueno, por esta vez dejaré pasar...

— ¡¡¡BRAVO! — aplaudieron los gemelos — ¡¡tres hurras por la profesora, hip hip

—¡HURRA!

—hip hip

—¡HURRA!

— hip hip

— ¡HURRA!

— Ya — dijo la profesora conteniendo una sonrisa — guarden silencio antes de que me arrepienta, tengo un anuncio importante que hacerles de parte el profesor Dumbledore.

Los muchachos en seguida guardaron silencio.

— El profesor Dumbledore ha dado su autorización para la petición que han hecho ayer, pero pide que sea un secreto, dado que son privilegios que no se pueden dar a diario.

Fred y George se miraron con una sonrisa de oreja a oreja.

— Pierda cuidado — dijo Charlie poniendo ambas manos sobre los hombros de los gemelos — intentaré mantener a éste par calmado.

— Y si no, de perdida los amarramos a una silla — secundó Bill.

— En todo caso, me retiro —anuncio la profesora — que disfruten su día, no lleguen tan tarde.

— Si, gracias, y también déle las gracias al profesor Dumbledore de nuestra parte.

La profesora salió de la habitación. Acababa de salir cuando Bill y Charlie chocaron las manos, después Fred y George soltaron una risita traviesa mirando a los hermanos mayores. Harry, Ron y Hermione los miraban seriamente.

— ¿qué petición hicieron? — soltó Ron

— la petición de que nos permitan sonsacarlos a celebrar el cumpleaños de Ron en familia a Hogsmeade — respondió Bill.

— Entonces no los esperamos — dijo Hermione — es probable que lleguen tardísimo.

— ¿esperarnos? — preguntó Charlie — ¿no quieren ir?

— Es en familia — dijo Harry

— Por eso, ustedes, aunque no se apelliden Weasley, son parte de la familia

— Gracias — respondieron Harry y Hermione sonriendo.

— Entonces, ¡ya oyeron! — exclamó Fred — hay que ponernos guapos para salir a celebrar los 18 de Ronnie

— Pero...

— Pero ¿qué, Hermione?

— Es que hoy tengo una reunión con el profesor Flitwick para ver lo de las clases extra que he tomado... piensa que yo podría dar asesorías a los alumnos mas jóvenes, y tenía pensado que hoy viéramos eso...

— Mira, no hay problema — respondió Bill — si quieres tu arréglate, ve a ver al profesor y te esperamos, además que supongo que todos nos vamos a bañar, así que realmente vamos a tardar cerca de una hora y media.

— En serio, bueno, gracias, entonces ya me voy, adiós!

La muchacha salió corriendo.

— Entonces, ¿en qué orden nos vamos a bañar?

— Del mas grande al mas chico — propuso George — para que así nadie se pelee por el baño.

— Muy bien genio, pero en nuestro caso, ¿quién se baña primero? — preguntó Fred.

— Pues... si quieres tu primero y yo después.

— No... mejor tu primero.

— Ok

Así lo hicieron. Bill se fue a bañar, mientras los chicos esperaban en la sala común platicando; cuando salió, fue el turno de Charlie. Justo se acababa de ir Charlie cuando salió Hermione de la habitación de las chicas y se fue a su reunión con Flitwick.

— Bill, tú eres muy bueno en ajedrez, ¿no? — preguntó Harry.

— Mas o menos, en realidad Ron y Charlie son los que realmente son buenos en ajedrez.

— Nah — exclamó Ron haciendo un ademán de que no era cierto.

— ¿Podrías ayudarme a ser mejor en ajedrez? — pidió Harry.

— Por supuesto, aunque no te prometo que vas a aprender, como ya dije, Ron y Charlie son los buenos. Ron, préstame tu tablero de ajedrez.

Ron así lo hizo, y se sentó al lado de Harry para ver cómo era enseñado por Bill.

En eso, Charlie salió de bañarse, dejando a George el baño libre. Charlie se sentó al lado de Bill y comenzó a ayudar a Bill en la clase de ajedrez.

— Pero ¿cómo hago si me atacan desde acá?

— Pones el alfil, que es bueno contra ataques por un lado

— Oh... pero...

— pero ¿qué?

— pero, ¿y si me atacan por el otro flanco?

— ¡usas el otro alfil!

— oh... los estoy sacando de quicio, ¿verdad?

— Un poco.

— George! — gritó Fred desde la puerta del dormitorio de los chicos — ya está el baño.

— Voy!

George fue corriendo a la habitación de los chicos.

— Bueno, después de la interrupción...

Los chicos siguieron ayudándole en el ajedrez a Harry por un buen rato, hasta que Ron miró su reloj.

— Oigan, como que George se está tardando mucho.

— En realidad estaba a punto de llamarte — dijo George sacando medio cuerpo por la puerta — ya está el baño listo.

Ron fue a la habitación, entró y cerró la puerta. Fred y George estaban sentados en una de las camas, ambos muy seriecitos y muy quietecitos, cosas extrañas en ellos.

Ron prefirió no preguntar, tomó su ropa y entró al baño. Abrió la regadera, se desnudó. Estaba a punto de entrar cuando decidió cerrar la puerta con llave; ver a sus hermanos tan calmados no le inspiraba nada de confianza.

Al terminarse de bañar, salió de la regadera con una toalla amarrada a la cintura y se miró al espejo, algo que hacía mucho que no hacía por asco a tener que ver la marca de Malfoy en su torso.

— Malfoy me odiaba... — pensaba mientras se vestía — ¿por qué ahora habrá cambiado tanto en su forma de ser?... tal vez es como el doctor Jekyl y Mr. Hyde, su lado malo es Malfoy, el maldito, insoportable, estúpido, arrogante, engreído, violador; y su lado bueno es Draco, el chico con el que puedo platicar, el que me respeta, que es gentil, amable...

Terminó de vestirse y salió del baño. Sus ojos se toparon con algo que realmente no debería haber visto.

Fred y George estaban a medio vestir encima de la cama de Ron, Fred estaba acostado, mientras que George estaba sentado encima de él rodeándole los hombros con sus piernas, gimiendo bajito de placer con cada mordisquito que Fred le daba a su órgano viril.

— Pedazos de... — murmuró Ron acercándose a ellos. Los gemelos en seguida se separaron y se sentaron en la cama. — ¡Son unos estúpidos, buenos para nada, par de calenturientos desgraciados, pedazo de imbéciles desocupados! — susurraba Ron — ¿no se podían aguantar, ¡¿qué hubiera pasado si Harry hubiera entrado y los hubiera visto!

— Lo hubiéramos invitado — dijo Fred sonrientemente.

— Ey! — se quejó George — tu dijiste que sólo me querías a mi para cojer.

— Pero de vez en cuando podemos invitar a alguien más, ¿no?

— ¡¡No! — los reprendió Ron en un susurro — ¡¡no es broma!

— Ya, pero no te enojes...

— Si, sí me enojo, deberían aprender a comportarse de vez en cuando. Acomódense bien la ropa, Harry va a venir a bañarse y mas les vale portarse bien; si me entero de que Harry los vio hacer algo indebido, los mato, ¿quedó claro?

— ¡Como el agua, mi general! — dijeron al unísono los gemelos.

Ron salió de la habitación y cerró la puerta de un portazo. Bill estaba fumando cerca de la ventana mientras Charlie aún seguía enseñando a Harry unas estrategias excelentes para el ajedrez. Cuando Ron llegó, los tres muchachos voltearon a verlo.

— Ron — lo llamó Harry al verlo sentarse al lado de él — ¿estás bien?

— Si...— suspiró Ron — el baño ya está desocupado.

— Ok, entonces voy a bañarme

Harry se levantó y se fue a la habitación de los chicos.

Bill aventó los restos de su cigarrillo por la ventana, sacó un chicle y se lo metió a la boca — Ron ¿qué te sucede?

— Nada — dijo Ron levantándose. Caminó hasta la repisa de la chimenea, sobre la cual se apoyó para ver los restos de ceniza de la noche pasada. Cerró sus ojos...

En eso, sintió un brazo alrededor de su cintura y otro alrededor de sus piernas. Bill cargó a Ron, lo llevó hasta el sillón y se sentó poniendo a Ron sobre sus piernas.

— Ya no soy un niño pequeño para que sigas haciendo esto, Bill!

— Ron, a veces aún te comportas como un niño pequeño — rió su hermano mayor.

— además, sigues siendo lindo — rió Charlie, el cual se puso de cuclillas a su lado, se acercó y le dio un suave beso en los labios.

— No hacías eso desde de que tenía seis años — murmuró Ron.

— Oh... Locuras de juventud — suspiró Bill acariciando el cabello de Ron — pero eso no es lo importante ahorita, lo importante es que queremos saber qué tienes

— Ya les dije que nada!

— Si, ajá, nada — asintió Charlie sarcásticamente.

— ¿Estás enojado porque dijimos que Hermione era tu novia? — preguntó Bill.

— Tu sabes que es broma, Ron, nosotros sabemos que nunca podrías ser novio de Hermione.

— Sé que lo saben — asintió Ron — no es eso lo que me molesta, es otra cosa que no les puedo decir.

— En serio Ron, ¿después de tantos años aún no puedes confiar en nosotros? ¿no puedes confiar en quienes te arrancamos tu virginidad a mordidas?

— Oh... cómo olvidar aquellos tiempos... — suspiró Charlie — hace dos años durante el verano, nosotros cinco solitos en casa mientras Ginny y mis papás iban a visitar a la señora Cronwells... nunca podré olvidar a Fred y a George con esas fabulosas cadenas con sabor a chamoy que inventaron para ese día...

— Y las cerezas y el chocolate se te olvidan

— Oh... cómo quisiera repetir esa experiencia... los cuatro jugando a las comiditas encima de Ron...

— ... Oh, si... pero nos estamos saliendo del tema — dijo Bill saliendo de su ensoñación — queremos ayudarte, Ron, en serio no te veo bien.

— Entonces compra lentes — le aconsejó Ron, algo molesto.

— Yo me refiero a que traes algo que no nos quieres decir.

— ¿te molesta tener hermanos de tutti fruti? — preguntó Charlie.

— En realidad creo que Ginny si es heterosexual — comentó Bill.

— Si lo es, ella y Percy salieron "normales"

— y los demás... bueno, hay a quienes nos gustan de ambos o hay a quienes nomás les gusta de uno, como a Fred...

— Como a ti, pequeño Ron — rió Charlie dándole un rápido beso en la nariz.

— No me molesta eso... — murmuró Ron — de hecho, es agradable tener hermanos que lo apoyen a uno, pero no es agradable que anden de calenturientos urgidos...

— nosotros no andamos de calenturientos urgidos! — se quejó Charlie — sólo nos aprovechamos de las ventajas que tenemos por ser muchos hermanos, porque entre nosotros nunca tuvimos que buscar fuera de nuestra familia para aclarar nuestras dudas sexuales, al igual que nunca tuvimos que salir fuera de nuestra familia para experimentar, pero esto no quiere decir que seamos una bola de calenturientos urgidos.

— No lo digo ni por ustedes ni por eso, sino por Fred y George, que cuando salí de bañarme los encontré en plena acción...

— ¿te molesta que no te hayan invitado?

— No, me preocupa que...

— ¿qué te preocupa?

— me preocupa que... me preocupa que Harry se pueda enterar.

— Y ¿qué tiene de malo que Harry lo sepa? — preguntó Bill.

— Tengo miedo de que piense que soy igual... que no lo acepte.

— ...Creo saber a dónde va Ron ... tu dices que tienes miedo, ¿tienes miedo de que no te hable pensando que tu también tienes alguna desviación?

— ...la verdad, si

— Pero Ron — se quejó Charlie — si tu eres el mas gay de nuestra familia... bueno, tampoco eso, pero la verdad no te quedas atrás de Fred.

— ... a ti te gusta Harry, ¿verdad? — preguntó Bill con una sonrisa pícara.

A Ron se le encendieron las mejillas — ¿qué?... no, claro que no... bueno, tal vez poquito... bien, si, lo acepto, amo a Harry mas que a nada en este mundo, ¿ya están contentos?.

— Lo sabía... esas miradas que le echabas sabía que significaban algo.

— ¿Tienes miedo de que él se aleje de ti si se entera? — preguntó Charlie.

Ron asintió con la cabeza, luego se levantó del regazo de Bill y fue a sentarse en un sillón frente a ellos.

— No creo que sea capaz de discriminarte — le animó Charlie— es decir, eres su amigo de toda la vida...

En ese momento el retrato de la dama gorda se abrió y entró Hermione — ¿ya están listos, chicos?.

— Ya casi — respondió Ron — Harry está terminando de bañarse.

— Ok, si quieren ustedes vayan a desayunar, yo mientras espero a Harry.

— Gracias... ah, y también esperas a Fred y George...

— No hay problema.

Bill, Charlie y Ron salieron de la sala común. Iban los tres caminando, cuando en eso, Ron escuchó que sus hermanos venían murmurado algo.

— ¿de qué hablan?

— Oh... de nada, pequeño Ron — respondió Charlie.

— Sólo venimos diciendo que tienes piernas muy bonitas... — dijo Bill.

— Y que tienes muy buen cuerpo.

— Y que, en fin, te has puesto buenísimo en los últimos años.

— En serio que ya dejaste de ser "el pequeño Ron".

Ron se sonrojó mientras sus hermanos le dedicaban una picara sonrisa.

— De hecho pienso que no estaría nada mal hacer un trío antes del desayuno — dijo Bill tomando por la cintura a Ron — hay que apurarnos antes de que alguien aparezca.

— ¡¿qué! — chilló Ron — ¿quieren hacerlo aquí mismo, a medio pasillo?

— Si... ¿por qué no?

— Porque alguien podría pasar...

— Casi no hay nadie en el castillo... además realmente que, desde tu "fiestecita de quince años", no hemos vuelto a "jugar" a las manitas calientes contigo.

— Pero...

— Nada de peros... además, la verdad, no creo que después de hace dos años te hayas vuelto a meter con alguien mas.

Ron bajó la vista — Uh... si supieran... — pensó para si.

A una señal de Bill, Charlie abrazó a Ron por detrás y comenzó a besarle el oído. Bill le abrazó por delante y le dio un húmedo beso, en el cual Ron sintió cómo el chicle de Bill pasaba de una boca a la otra y sucesivamente. Las manos de Bill bajaron por la espalda de Ron, llegando a la parte interna de sus muslos. En seguida, las manos de Charlie comenzaron a buscar la parte delantera del pantalón de Ron.

Ron gimió en el momento en el que sus hermanos tocaron un lugar estratégico por diferentes lados. Bill comenzó a mover su mano mientras Charlie comenzaba a abrir la bragueta, cuando...

— ¿Oyeron eso? — preguntó Charlie deteniéndose.

— ¿qué cosa? — preguntó Bill despegándose del cuerpo de Ron

— Ése ruido...

— ¿cuál ruido?

— No se, era como el siseo de una serpiente... pero al mismo tiempo parecía un gruñido...

— Entonces creo que fue mi estomago — respondió Bill — la verdad es que tengo mucha hambre.

— No es que no me esté gustando, pero ¿y si posponemos por ahora esto, así luego tendremos mas tiempo para...

— ¿Para qué, Ron? — preguntó pícaramente Bill.

— Para... "jugar".

— Ok, entendido — respondió Charlie — nos quedaremos entonces con las ganas... porque en serio que te has puesto muy bueno, Ron.

— Gracias.

— ¿y qué quieres que diga si es la verdad, Ron? — dijo Charlie y lo besó.

— Ey! — se quejó Bill — no coman pan delante de los pobres.

Los tres Weasley sonrieron. Los tres muchachos se abrazaron y se dieron un largo y húmedo beso.

— ¿quien me está agarrando el trasero? — preguntó Ron.

— Yo — dijeron al unísono los dos hermanos mayores, se miraron, sonrieron y dijeron — bueno, los dos.

Los tres muchachos rieron, luego se separaron y fueron a desayunar.

Capitulo 12: El trío dinámico.

— Bueno, ¿ya estamos todos listos?

Harry y los demás habían llegado hacía un rato y acababan de terminar de comer mientras eran esperados por Ron, Bill y Charlie. Ya estaban todos levantándose de la mesa y comenzaron a salir del gran comedor, dirigiéndose al vestíbulo. Allí, el conserje Filch ya los estaba esperando con su típica cara de hastío para abrirles la verja que separaba el colegio del pueblo.

Los chicos salieron por la verja muy felices, todos riendo de tonterías que Fred y George venían diciendo.

Al llegar a Hogsmeade, lo primero que hicieron fue ir a Zonko, a donde los gemelos tenían muchas ganas de ir.

— ¡Pero si ustedes tienen su propia tienda de bromas! — exclamó Ron.

— Si, pero también estamos en proceso de expandirnos a otros mercados.

Y tenían razón, porque al llegar fueron directamente a hablar con en gerente de Zonko para ver algo sobre unas mercancías de la tienda Weasley que los gemelos le proveían a la tienda. Esta operación llevo varios minutos, pero los Weasley, Harry y Hermione aprovecharon para ver artículos de broma.

Después de esto, fueron a la casa de los gritos.

— ¿Recuerdan cuando descubrimos que Scabbers era Peter?

— ¿Recuerdan cuando Sirius casi me arranca una pierna? — Ron sonrió, pero después se tapó la boca de un golpe. Acababa de meter la pata. — Lo... lo siento, Harry.

— No te preocupes, estoy bien — aseguro Harry.

— No fue mi intención hacerte sentir mal recordando a Sirius...

— En serio estoy bien, Ron. Después de algunos años, he comprendido que llorar por él no lo traerá a la vida, sin embargo, vivirá si recuerdo con alegría los buenos momentos que pasamos, como el de aquel día, cuando supe que era inocente — Harry miró a Ron, dedicándole una sonrisa — además, él no querría que yo estuviera triste por su causa.

Los muchachos guardaron silencio durante largo rato, observando la cabaña.

Harry rió — ¿recuerdan cuando aventamos a Snape por los aires?

Todos soltaron una carcajada.

— Oigan, Fred y yo queríamos hacerle un regalo a Ron.

— ¿Un regalo? — pregunto el muchacho — ¡pero si ya me han dado uno!

— lo sabemos — dijo Fred — pero aun así, George y yo queremos llevarte a comprar otro.

— Ok, ustedes tres vayan a comprar el regalo — dijo Charlie — nosotros los esperamos.

— O aún mejor, me pueden acompañar a la tienda de instrumentos musicales — propuso Bill a los demás.

Harry, Hermione y Charlie asintieron.

— ¡Entonces nos vemos luego! — dijeron los gemelos tomando a Ron por ambos brazos y lo arrastraron calle arriba.

— Ven, Ron — dijo Fred una vez que estuvieron fuera de alcance — te queremos comprar una túnica nueva para tu graduación.

— Gracias, pero la que me regalaron todavía me queda...

— Eso no importa — interrumpió George — nosotros queremos que lleves una nueva, porque uno sólo se gradúa una vez en la vida, y no nos podemos permitir que un Weasley tan guapo ande con cualquier cosa puesta el día de su graduación.

— Gracias — Ron no pudo evitar sonrojarse un poco. Cada que sus hermanos se comportaban así con él, lo abrumaban.

Fueron a una tienda de túnicas muy caras, en la cual Fred y George se divirtieron buscando algo que quedara perfecto para su hermano menor.

— Mira Ron, éste te quedaría muy bonito, pruébatelo.

— Pero es muy caro...

— No importa, no hemos trabajado estos años como burros para guardarnos el dinero para nosotros solos, los Weasleys tenemos que ser compartidos los unos con los otros.

Ron entró muy serio en el vestidor, se quitó la ropa y se puso la túnica, luego salió del vestidor.

— Que bien te vez con esa túnica, Ron — dijo George.

— En serio, te vez guapísimo — secundó Fred.

— Gracias... — dijo Ron viéndose en el espejo. En realidad no se veía nada mal, de hecho se veía bien... muy bien.

La imagen del espejo le chifló.

— Bueno, creo que me llevo éste.

Ron entró nuevamente al vestidor para quitarse la túnica, pero antes de que pudiera comenzar a hacerlo sus dos hermanos entraron en el vestidor y cerraron la puerta.

— ¿Qué hacen? — preguntó Ron.

— Venimos a pedirte una disculpa — dijo Fred.

— ¿Disculpa?

— si — asintió George — Bill y Charlie nos contaron de que estabas molesto porque tienes miedo de que Harry descubra el secreto Weasley.

— Bueno, es que a veces ni aunque uno les diga se aguantan.

— De hecho no — rió Fred acercándose peligrosamente a Ron — pero en verdad nos sentimos muy, pero muy culpables...

— Y queremos pedirte disculpas... — dijo George arrinconando a Ron.

Los gemelos le quitaron cuidadosamente la túnica, dejándolo solo con sus boxers Después comenzaron a besar su cuerpo. Los gemelos, al tiempo que lo besaban, se quitaban sus ropas, quedando en las mismas condiciones que Ron.

— Fred...ah...George... ah... chicos... nos puede ver el empleado de... ah... de la tienda.

— No te preocupes, Ron — aseguró George — no pasará nada si cierras tu boquita y no gimes como acostumbras.

— Aunque tus gemidos son realmente excitantes... — dijo Fred — será mejor acallarlos por precaución.

— Déjame a mi hacerlo — se ofreció George, el cual comenzó a besar a Ron de tal forma que parecía que sus lenguas estuvieran peleándose.

Fred se quitó sus boxers y se recargó contra la pared — trae para acá a Ron, George, y de pasada quítate también los boxers.

Fred humedeció con saliva dos dedos y luego los introdujo en Ron, luego lo penetró. George, mientras tanto, con sus manos estimulaba el miembro de Ron. Fred comenzó a moverse rítmicamente, mientras con sus manos le hacía una puñeta a George.

Después de algunos segundos, los tres hermanos estaban completamente agitados y empapados de fluidos.

— Wow... — suspiró Ron — esto fue, sin lugar a dudas, la mejor disculpa que jamás me hayan pedido.

— Qué bueno que te haya gustado, Ron — rió Fred — además, también era la segunda parte del regalo de cumpleaños.

— Con regalos como estos, cualquiera quiere que sea su cumpleaños! — dijo George.

— No te preocupes, lo bueno es que solo falta un mes para nuestro cumpleaños y podemos organizar algo muy bonito.

— Bueno, ya es hora de salir, los chicos deben estar preguntándose dónde estamos — dijo Ron apresurándose a vestirse.

Los tres muchachos se vistieron rápidamente, usaron el hechizo fregotego para limpiar el vestidor y salieron a pagar la túnica de Ron.

Capítulo 13: El festejo de los compromisos

Al salir de la tienda los muchachos iban platicando alegremente.

—Ron, pierde cuidado respecto al secreto Weasley, te aseguro que Harry nunca se enterará — aseguró George.

— De hecho creo que nunca ha sospechado nada del secreto Weasley desde que fuiste novio de Angelina.

— No me la recuerdes, que por ella hubiera dejado de ser bisexual.

— ¿Y abandonar a tus hermanitos, George? — chilló Fred.

— Eso nunca — dijo George — la familia es la familia ante todas las cosas... por eso quisimos pedirte una disculpa, Ron.

— Y además queríamos darte ánimos para que le eches ganas a lo de Harry.

— Esperen — interrumpió Ron — ¿qué saben ustedes de lo de Harry?

— Sabemos que lo amas, que te mueres por él... nada más.

— ¡¿"Nada más"! — exclamó Ron — ¡lo dices como si todo esto fuera una cosa muy simple!

— Es una cosa simple, Ron — dijo Fred — haces mucho barullo por un sentimiento tan normal como es el amor. Si lo amas, solo hay que aceptarlo y decirlo, en realidad es algo muy simple.

— No, no lo es... ustedes no saben lo que es enamorarse a primera vista, no saben lo que es ver a la persona que amas enfrentando los peores retos del mundo, no saben lo que es que esa persona te mire y te diga sus anhelos, sus temores, sus tristezas, no saben lo que es escuchar cada uno de sus sentimientos y no poder hacer nada más que darle unas palmaditas en el hombro y decirle que estas con él, cuando en realidad quisieras abrazarlo y llorar con él, intentando protegerlo del mundo con tus brazos... y sin embargo yo tengo que conformarme con solo darle esas palmaditas en el hombro y decirle que siempre seré su amigo. No saben lo que es aconsejarle como conquistar a una chica cuando tú te estás muriendo por conquistarlo a él... Ustedes no saben lo que es querer dar la vida para que esa persona no se sintiera a veces solo, no se sintiera a veces triste, no saben lo que es sentir que esto que yo siento, esto que día a día me carcome el alma... con tal de que sólo durante un segundo me mirara o pensara en mi como yo lo hago por él, yo sería capaz de dar mi vida...

Ron sintió que sus ojos se empañaban... hacía años había prometido no llorar mas por ello, pero aun así no pudo evitar que en ese momento sus tristezas se le agolparan otra vez.

— Dicen que los excesos son malos porque pueden crearse problemas a la larga... — murmuró Ron — pero si amarlo en exceso es malo, entonces prefiero crearme todos los problemas del mundo por ello.

Los gemelos guardaron silencio, sorprendidos de lo que Ron acababa de confesarles.

— Creo que Charlie tiene razón. Ron ya se ha convertido en todo un hombre. — dijo George mirando a Ron y sonrió.

— Perdón si te dije que el amor es algo muy simple, Ron — dijo Fred — en realidad yo lo decía así porque me fue más fácil al enamorarme de George, pero en tu caso es muy diferente... realmente me has hecho recordar que el amor no es solo sexo y todo eso, sino también las cosas bellas de la vida que puedes compartir con esa persona. Realmente espero que algún día Harry se dé cuenta de tus sentimientos, porque estoy seguro de que lo harás muy feliz.

Ron sonrió y miró a sus hermanos, aunque después frunció el ceño — oye Fred, ¿cómo está eso de que amas a George?

Ambos gemelos se pusieron muy rojos de la vergüenza.

— Pues... — intentó explicar Fred — normalmente se supone que el propósito del secreto Weasley es solo echarnos la mano en algunos asuntos cuando nos sentimos muy presionados o que necesitamos una buena levantada de "animo", pero fuera de eso... yo... realmente... amo a George.

— Creí que ya se te había olvidado — dijo George — hacía años que no me lo decías.

— Algo como eso nunca se me podría olvidar... oigan, ¿podemos ir a una tienda que está por allá, necesito comprar algo.

Los tres chicos fueron a una tienda de forjaduras donde se hacían forjaduras para varitas de metal, unas varitas realmente raras que muy pocos magos podían utilizar.

Al entrar a la tienda, Fred fue directamente con el forjador, con el cual estuvo hablando un rato mientras George y Ron veían varitas, accesorios y joyería que tenían en la tienda.

Después de un rato, el forjador desapareció por una puerta que había al fondo de la tienda, y después de unos minutos salio con un paquetito para Fred.

Fred pagó por el paquete, los tres chicos salieron de la tienda y siguieron caminando hacia la tienda de instrumentos musicales.

— George, vámonos de viaje a Canadá — pidió Fred

— ¿Para qué?

— Sé que esto lo dije solo una vez cuando teníamos ocho años... pero es algo que nunca se me ha olvidado y Ron acaba de darme el valor para repetirlo — dijo Fred abriendo el paquetito que acababa de comprar, del cual sacó un anillo — cásate conmigo, George.

George sonrió — ¡claro que si, imbécil!

— y si dices que si, ¿por qué me insultas?

— Porque no puedo creer que te hayas olvidado por mas de once años de todo lo que alguna vez me dijiste.

— ¡Nunca lo olvidé, pero es que no sabía qué hacer porque ése día tu te quedaste cayado, luego te reíste y continuamos jugando gobstones.

— Bueno, tengo que aceptar que al principio creí que estabas bromeando, pero después me di cuenta que no, y luego ya no supe si había sido verdad o mentira porque nunca lo volviste a repetir.

— Oigan ¿cómo fue que sucedió todo eso y yo nunca me enteré? — interrumpió Ron.

— Cosas que suceden... — rió Fred.

— Oigan tengo una idea — anunció George — ¿por qué no la noche de bodas invitamos a Charlie, a Bill y a Ron y hacemos lo mismo que hicimos en la fiesta de los quince de Ron?

— ¿por qué todos quieren repetir esa fiesta? — preguntó Ron sorprendido.

— Porque estuvo muy buena, en verdad — respondió Fred — la verdad me parece una idea excelente.

— Oigan, pero ahora ustedes van a estar casados — dijo Ron — ¿que no se supone que ahora solo van a tener sexo entre ustedes dos?

— ¿Por qué tendría que ser así? —preguntó George — el hecho de que nosotros nos amemos no quiere decir que por eso no podamos invitar a la familia a una bonita y sana convivencia.

— Uh, si, ¡"Súper-sana"! — rió sarcásticamente Ron.

— Oye Fred, pero te faltó un anillo — dijo George — te faltó tu anillo.

— No hay problema — Fred tomó el anillo de George y por medio de un hechizo hizo uno igual. Ambos gemelos se pusieron sus anillos el uno al otro y luego rieron a carcajadas.

— ¡Que payasos nos vimos, Fred!

— ¡Si, ya hasta parecemos una cursi pareja heterosexual!

Al llegar a la tienda de instrumentos musicales, todos los muchachos y Hermione aun estaban ahí, porque Bill estaba comprando una guitarra nueva.

— ¿Qué te regalaron tus hermanos, Ron? — preguntó Harry al verlos llegar.

— Una túnica de gala nueva para la graduación — dijo Ron mostrando el paquete que traía en brazos.

— ¿La puedo ver?

— No, es sorpresa — rió Ron.

— ¿Otra sorpresa, realmente creo que al final de curso nos quieres dejar completamente sorprendidos, porque si contamos el paquete negro y el sobre de esta mañana ya son tres sorpresas.

A ron se le fue inmediatamente la sonrisa y se puso pálido. Pensaba que Harry ya había olvidado el paquete negro y al parecer no pensaba olvidarlo.

— Listo, ya podemos irnos — anunció Bill muy sonriente con un envoltorio grande entre las manos.

Al salir, se dieron cuenta de que ya eran las dos de la tarde y ya empezaban a tener algo de hambre, por lo que fueron a un restaurante llamado "Las mil y una delicias". Una vez ahí, pidieron varios platillos para llevar, porque tenían ganas de hacer un picnic cerca de la casa de los gritos.

Después de un rato les entregaron la comida y fueron a hacer su picnic. Para eso, Charlie se encargó de aparecer una mesa grande y varias sillas, en las cuales todos se sentaron y comenzaron a comer.

Estaba tan rica la comida que Ron se sirvió tres veces.

— Wow, ¡eso si es comer! — exclamó Harry cuando Ron ya se estaba acabando el tercer plato.

— Es que tenía hambre — respondió Ron — necesitaba reponer fuerzas.

— ¿Reponer fuerzas de qué? — preguntó Hermione — si ni has hecho nada, nada mas has estado de flojo.

— Claro que no — se quejó Ron — si he hecho cosas... como por ejemplo asesorar a Harry en el ajedrez.

— Claro que no, los que lo asesoramos fuimos Bill y yo — dijo Charlie desde el otro extremo de la mesa.

— Bueno, si no me quieren creer, ya no me crean, pues — rió Ron mitad enojado mitad alegre.

Terminaron de comer después de un rato y Charlie hizo desaparecer las mesas y las sillas. Todos se sentaron en grupitos en el pasto. Fred y George se acostaron en la hierba el uno al lado del otro, Charlie se sentó con Hermione debajo de un árbol a platicar sobre lugares donde podría informarse de diferentes trabajos que podría tomar con sus estudios, Bill se sentó en el tronco de un árbol a afinar su nueva guitarra, mientras que Ron y Harry fueron hacia un árbol y se sentaron bajo su sombra, apoyándose en el tronco del arbol. Harry se acostó sobre la hierba y se estiró, luego bostezó y se sacudió el pelo, llenándoselo sin querer de pasto.

— Tu hermano toca en una banda de rock, ¿verdad?

— Si — asintió Ron — se llaman "Brujos del sur"

— Algún día sería interesante ir a uno de sus conciertos

— Cuando tengan uno, te aviso para que vayamos juntos.

— Ok.

Ambos guardaron silencio. Bill había terminado de afinar su guitarra y comenzaba a tocar una canción.

— "Hace falta que te diga

que me muero por tener algo contigo,

es que no te has dado cuenta de lo mucho

que me cuesta ser tu amigo.

Ya no puedo acercarme a tu boca

sin deseártela de una manera loca

necesito controlar tu vida

ver quien te besa

y quien te abriga "

Harry se enderezó hasta quedar otra vez sentado y susurró a Ron — Tu hermano toca bien .

El aliento caliente de Harry hizo que Ron se estremeciera y que sólo pudiera murmurar — eh... si, ¿verdad?

Ron miró de reojo a Harry y se dio cuenta de que en el cabello traía, además de pasto, una pequeña florecita que se había atorado en un mechón de su cabello. Con un movimiento rápido, Ron se la quitó y se la ofreció.

— ¿Para mí? — preguntó extrañado Harry tomando la florecita — eh... gracias...

— Es que la traías atorada en el pelo — explicó Ron a modo de excusa.

— Ah, órale...

Mientras tanto, Bill seguía cantando

— "Hace falta que te diga

que me muero por tener algo contigo,

es que no te has dado cuenta de lo mucho

que me cuesta ser tu amigo.

Ya no puedo continuar espiando

día y noche tu llegar adivinando.

Ya no se con que inocente excusa

pasar por tu casa.

Ya me quedan tan pocos caminos

y aunque pueda parecerte un desatino

no quisiera yo morirme sin tener algo contigo."

— ¡¡Bravo!— gritó Hermione cuando la canción se acabó.

— ¿Y desde cuándo te gustan las canciones de Vicentico? — preguntó extrañado George.

— Es que a Tonks le gustan — explicó Bill — y es lógico que me las tuviera que aprender.

— Vaya, ya veo que el compromiso con Tonks a tenido frutos — rió Fred.

— ¿compromiso? — preguntó Ron sorprendido — ¿cual compromiso, ¿tu también te vas a casar, Bill?

— Este... pues dentro de unos añitos tal vez — respondió Bill — un momento... ¿cómo que "tu también"? ¿te vas a casar, Ron?

— ¡¿Yo, ¡claro que no, yo lo decía por... unas personas que sé que se van a casar.

— ¿quienes?

— Estee... es secreto — fue lo único que Ron pudo decir.

— Esto me huele a misterio — dijo por lo bajo Charlie.

— ¡qué misterio ni que rayos! — gritó Fred — si se querían enterar, se los digo, ¡yo me voy a casar!... pero no se lo digan a mamá y papá.

Todos miraron atónitos a Fred.

— ¡y no me lo dijiste! — gritó George — ¡qué mal hermano eres!

Ron pudo ver cómo los gemelos se guiñaba un ojo.

— ¿y quien es "la afortunada"? — preguntó Charlie de una forma sarcástica que solo los Weasley pudieron entender.

— Luego les digo — dijo muy serio Fred — no quiero arruinar la sorpresa.

— ¡Bueno, esto hay que celebrarlo! — exclamó Bill.

— ¡¡Si! — gritaron los gemelos — ¡¡súper-peda Weasley!... y amigos, ¡por supuesto!

Eran las cinco de la tarde cuando los cinco Weasleys acompañados de Harry y Hermione se dirigieron a "las tres escobas" y pidieron un mini-barril de hidromiel y siete cervezas de mantequilla.

— No te preocupes, Rosmerta — le dijo Bill a la preocupada mujer detrás del mostrador — los chicos ya son mayores de edad, y además tu sabes que nos sabemos cuidar.

— Si, se saben cuidar... — murmuró la señora Rosmerta — eso mismo dijeron el día que hicieron su mezcla de cerveza de mantequilla e hidromiel y sin querer chocaron con sus escobas en el techo del establecimiento de al lado.

— ¡Éramos jóvenes, Rosmerta!

— ¿Y no lo son todavía?

Al final, la señora Rosmerta les sirvió lo que pedían y todos fueron felices, todos menos Hermione.

— No es correcto... ¿y si se da cuenta McGonagal cuando regresemos?

— No se va a dar cuenta — aseguró George — todo gracias a los señores Lunático, Canuto y Cornamenta.

— Si, gracias profesor Lupin, gracias Sirius, gracias papá — dijo Harry brindando con los ojos hacia el cielo.

— ¿que no eran antes cuatro? — preguntó Charlie.

— Eh... no que yo recuerde — rió Harry cambiando una mirada de complicidad con Ron

— Si, desde que Harry venció a quien-ustedes-saben ya nos olvidamos de Colagusano — comento Fred — y que buen duelo de magos fue ese con, lo recuerdo aun como si hubiera sido ayer.

— Por cierto, ¿qué se habrá hecho de Peter? — preguntó con curiosidad Ron.

— ¿Por qué la pregunta, Ron, ¿extrañas a "tu ratita"? — rió Bill — ¿era buena compañía en las frías noches de invierno cuando te sentías solo?

— ¡No, solo preguntaba porque desde el duelo con quien-ustedes-saben fue como si la tierra se lo hubiera tragado.

— De hecho es curioso que hablen de Peter — comentó Hermione — porque yo vi una rata ayer en el castillo y me acordé de él.

— La próxima vez que la veas, písala — sugirió Harry — no vaya a ser que sea Peter y nos esté espiando.

— Oye, ¿cómo que písala? — preguntó riéndose Charlie — ni que fuera gallo!

Varios en la mesa se rieron, pero otros no entendieron el chiste.

— Nah, típico chiste entre magi-zoólogos — dijo Ron a Hermione, que no había entendido — realmente no tiene gracia, solo es una comparación con los gallos, que tienen que pisar a las gallinas para que pongan.

— ¡Ah, ¡ya entiendo! — rió Hermione — pero de todas maneras no creo que haya sido él, porque la rata era negra...

— Que raro que Hermione no haya entendido el chiste — murmuró Harry

— Efectos de la cerveza de mantequilla con hidromiel — explicó Bill — con un solo trago tienes para empezar a confundirte.

— Con razón yo tampoco lo entendí — rió Harry — ¡salud!

Así duraron varias horas, entre chistes malos, cervezas de mantequilla e hidromiel; hasta que dieron las ocho y media. Los cuatro hermanos Weasley tenían que tomar el tren mañana a las seis de la mañana, por lo que decidieron regresar al castillo para no desvelarse tanto.

Iban todos tan contentos con los efectos del alcohol que llegaron hasta las nueve al castillo, y, gracias a Fred y a George, no fue necesario pasar frente a las puertas de entrada, sino que tomaron un pasadizo secreto y llegaron a la sala común felices y contentos sin ser descubiertos.

Hermione, que era la que venía menos borracha, fue a su habitación y puso el despertador a las cinco de la mañana; pero los muchachos venían tan mareados que ni siquiera subieron a los dormitorios, simplemente se tiraron en los sillones de la sala común y se quedaron dormidos.

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