Catorce Atardeceres

Introducción

"…Y la esperanza, es algo muy peligroso para perder."

—Sayid

Normalmente recordaba cortos lapsos de tiempo, menos de un minuto de lo ocurrido luego de que la turbulencia los chocó. Por lo menos tenía la seguridad de todo lo que estaba escrito en su diario era verdad, que en realidad su avión cayó en esa isla. De esas imágenes debía de recurrir cada vez que se encontraba con alguien, que la saludaban o le dedicaban una sonrisa. A veces se detenía y le preguntaba a quien sea que le esté hablando, cómo se conocieron, cómo actuaron cada uno en ese momento. En especial el día, debía de ordenar todas esas cosas cronológicamente, así todo sería mucho más fácil. El problema es que ya no estaba el señor Locke cerca para ayudarla, como lo hizo hace un tiempo mientras ensamblaba la cuna para su bebé. El señor Locke había muerto. Ese día lloró, en cambio, en el funeral de Boone unos días antes, no se mostró triste. ¿Cómo podía estarlo? Su hijo nació sano. Una vida por otra, un horrible pensamiento. Pero no podía sacarlo de su cabeza. Justo el mismo día.

Preguntas a las que hay que buscarles respuestas con esfuerzo. Y hay veces que se debe de entender que tal vez allá afuera, no hay tales respuestas. Ni siquiera para nuestros propios actos. Mucho menos para los de otros.

Hace un par de días había tenido sueños extraños. En estos aparecía ese tal Ethan, de quienes todos hablaron por un largo tiempo. El tipo que Charlie mató y que enterraron hace no mucho. Aparecía. Los miraba. Los miraba. No estaba sola, eso era reconfortante. El problema es que dos no podrían enfrentarse solos contra ellos. Como si no supiera de las conversaciones entre Sayid y Shannon. Todos hablan de eso, la mayoría de las veces es su amigo británico quien cuenta, aunque nunca se sabe quién es una buena fuente de comunicaciones con el exterior de las cuevas. Más allá, por la playa, ocurrían tantas cosas extrañas como dentro de la jungla, en el corazón del bosque. Hay otros en la isla. Muchos están consientes de ello, pero la mayoría no lo cree. ¿Por qué? Siguen viviendo en su sueño, piensan que los rescatarán, que si se quedan con ese fuego encendido alguien al fin los verán. Ella ya perdió la fe. Nadie vendrá. Nadie los verá. Nadie pasará.

Sólo se debe de pensar un poco, cualquier grupo de personas en su sano juicio que quedan atascadas en una isla prenden fuego, buscan ayuda, usan transmisores; cualquier cosa por volver a la civilización, a su rutina y costumbre. La francesa lo hizo, eso es seguro, pero durante dieciséis años nadie llegó. Nadie escuchó su pedido de auxilio. ¿Cuál es la diferencia con ellos? Al fin y al cabo, tampoco saben dónde buscar. Más de mil kilómetros de distancia se desviaron de su curso.

Continuando con sus sueños; hay muchos susurros. Y dolor. Lágrimas.

Nadie escuchaba a una mujer embarazada, nadie la tomaba en serio. Mucho menos ellos. Sea lo que fuesen, no tenían corazón.

Esa laguna en su memoria se había llenado. Son varios días en los que estuvo sola. Sola rodeada de otros seres. ¿Acaso eso es posible? Sí, lo es. Él no estaba ahí. Ella no estaba con él. Durante catorce atardeceres.

Esta es sólo una prueba, si alguien lo lee y le gusta, lo seguiré. Espero que no sólo sea una persona.

No se preocupes si son lectores de Heartplace, ya que lo continuaré más rápidamente que este.