Capítulo 2
El nuevo aprendiz de caballero fue presentado por Shion esa misma mañana, aprovechando la unidad del grupo que sólo se daba tres veces al día: desayuno, almuerzo y cena. De inmediato se convirtió en el centro de atención de los pequeños y los no tan pequeños que ocupaban la sala, y no era para menos pues con sólo ver su aspecto supieron que se trataba de un espécimen ciertamente único y singular. Shaka no dijo mucho, se quedó observando cómo el público le devolvía la mirada en una combinación de asombro e incomodidad, saludó amablemente dibujando una encantadora sonrisa en sus labios y se sentó nuevamente junto a su maestro y Aioria. Un molesto murmullo se apoderó de la sala de repente, no es que hubieran muchas personas y no es que todos estuvieran hablando pero el silencio que a penas era interrumpido por un inconstante chocar de cucharas contra los tazones de cereal, hacía que unas pocas vocecillas se transformaran en un ruido insoportable. El pequeño hindú echó un vistazo rápido al comedor y a los ocupantes del mismo levantando la mirada por sobre el tazón, mientras permanecía con la cabeza levemente agachada anunciando otra cucharada de cereales a su boca. No podía verlos con claridad, pero la imagen que proyectaba en su mente a través de su cosmo era suficiente para que pudiera no sólo diferenciar a unos de otros, sino identificar a cada uno de ellos. Entonces, lo que pudo distinguir por medio de sus párpados cerrados fue a un niño callado y solitario que comía diligente su desayuno, a su lado otro un tanto más alto y robusto que charlaba animadamente con el que le seguía, y a este último, un chico un poco más grande de edad y que no evitaba que Shaka se diera cuenta de que estaban hablando de él enviándole alguna mirada cínica de vez en cuando. Al otro lado de la mesa, unos jóvenes mayores que aprovechaban el tiempo intercalando desayuno con una entretenida conversación, no le prestaban más atención de la que merecía al recién llegado pues ya estaban más que acostumbrados a las exotismos de otras tierras. Uno era el hermano de Aioria, del cual ya sabía bastante pues el pequeño aprendiz de leo le había hablando durante casi toda su camino hacia el comedor de él, de los otros poco y nada sabía a excepción de la deducción que resultaba de que por su igual físico dos de ellos eran gemelos. Por último se encontraba el patriarca ubicado en la punta de la larga mesa y a su lado un hombre de tez cobriza y cabellos castaños no perdía palabra de lo que le estaba diciendo. Suspiró dejando que tras soltar esa bocanada de aire se fueran sus nervios y justo cuando iba a ingresar la cuchara en su boca una idea se le cruzó por la cabeza al observar el esfuerzo de Aioria por parecer educado y diligente en la comida que consumía con la velocidad que posibilitaba aquel cuidadoso ir y devenir de la cuchara del tazón a su boca. La concentración que tenía el niño le causaba gracia y asombro, no comprendía por qué se tomaba tan en serio una cosa tan simple como esa, y casi se podía decir que estaba tratando de imitar a los caballeros más experimentados incluso en ese aspecto. Sonrió a sus adentros cuando vio con destreza cómo acercaba una vez más el cubierto a sus labios y al momento en que la iba ingresar concentró allí su poder y lo detuvo. Rápidamente viró la cabeza a un lado para no ser descubierto cuando al cambiar la expresión de Aioria de un apacible niño disfrutando del alimento a un extrañado y furioso leoncito que ya echaba humo por las orejas soltó una risita contenida por sus manos. El aprendiz de leo levantó la cabeza y contempló minucioso la sala con ojos escudriñantes buscando al bromista y por supuesto no encontró nada más que un comedor repleto de caballeros y aprendices distraídos en sus asuntos. Se giró hacia su compañero que hasta hacía unos segundos había logrado dominar su risa y ahora comía con indiferencia su cereal.
-Sh...Shaka...-llamó al rubio con un tono de pocos amigos.
-Si?-inquirió en respuesta haciéndose el desentendido.
-QUÉ...ES...ESTÓ...?-preguntó Aioria tratando de sonar severo y acentuado cada palabra a medida que fuera dicha.
-De qué hablas Aioria...?-el pequeño aprendiz de virgo, quien hacía un instante enfocara su vista nada más que en el tazón que tenía en frente, decidió virar la cabeza hacia lo que el dedo acusador de Aioria señalaba.
-ESTO....-respondió el leonino apuntando a la cuchara flotante que reposaba bajo su mentón.
Shaka levantó las cejas y lo miró divertido mientras luchaba una vez más por ocultar una carcajada que pujaba por salir bajo una sonrisa burlona.
-Sólo quería ayudarte a comer...-respondió al fin displicente quitándole importancia al asunto.
-Ya está bien de bromas Shaka!quiero terminar de desayunar así que mejor que sueltes la cuchara!-exclamó Aioria algo exasperado y comenzando a tirar del cubierto que permanecía en la misma posición sin parecer inmutarse si quiera de la fuerza inflingida por el aprendiz.
-Pero Aioria...
-Dale Shaka!Soltala de una vez!-dijo tirando aún más del utensilio que ya empezaba a tambalear dejando algún rastro de leche en la mesa.
-Está bien...
Y a penas liberó al metal de su poder psíquico, el cereal con leche que se encontraba en él salió disparado y fue a dar de lleno al rostro sorprendido de Aioria. Shaka se cubrió la cara con las manos en una risa apagada, anticipando lo que vendría a continuación.
-Esa fue tu última broma pequeño demonio...-murmuró el leonino espetando una mirada llameante y levantándose de pronto de la mesa.
Aioria tomó el tazón del pequeño rubio entre sus manos y lo echó de golpe sobre la cabellera blonda. Éste abrió la boca sorprendido por el líquido frío que recorría su rostro y sin pensarlo dos veces se levantó frente a Aioria. Más que enojado estaba comenzando a divertirse cada vez más que con el impulsivo muchacho y no podía evitar pensar que las malas expectativas que tuviera del santuario antes de llegar a él no habían sido más que incoherentes especulaciones sin sentido. Pasó un dedo sobre su cara pegajosa y cubierta de cereales y la introdujo a su boca desafiante.
-Mmmmh....delicioso...creo que ahora te toca a ti probarlo...
Tomó el tazón de Aioria y sin tener el más mínimo reparo a las miradas que ya se hacían presas de las travesuras de aquellos niños, lo vertió triunfante sobre la cabeza del leonino. Un ´´ahhhh´´ general, la risita malévola de Shaka y los puños de Aioria que ya no se contendrían más a los costados de su cuerpo, fueron los detonantes para que Shion se pusiera de pie súbitamente y tomara a los dos niños por las orejas. El patriarca le hizo una seña a los maestro de los jóvenes y los cinco salieron hacia la entrada del comedor. Un duro regaño a ambos pequeños fue suficiente para que se disculparan por los disturbios causados y prometieran no volver a ser partícipes de ese tipo de infantilismos. Shion se apartó un momento y habló a solas con Aioros y el maestro de Shaka, y a continuación cada uno partió a sus respectivos y templos y el patriarca de regreso al comedor.
Templo de Virgo
-Shaka, Shion ha sido bueno contigo y no te ha castigado como merecería cualquier chiquillo que hiciera una cosa como la que haz echo tú.
El pequeño rubio bajó la mirada avergonzado ante las verdades que le profesaba su maestro. Se sentía apenado por haberse dejado llevar una vez más por ese instinto bromista que se apoderaba de él sin poder razonar un segundo las consecuencias, sin poder pensar que aquello podría costarle su puesto no sólo a él sino también a su maestro. Pero no siempre había sido así y no sabía el porqué de su repentino deseo de volver a su molesto carácter...debía ser algo que le producía Aioria, ese niño simplemente lo cautivaba de alguna manera.
-Si, maestro...lo sé...no volverá a pasar...perdón...
-De todas formas, que haya sido piadoso contigo no quiere decir que no vayas a ser castigado. Las reglas del santuario como tú bien sabes son muy estrictas y es el deber de todo patriarca justo infligir una especie de sanción que te haga recapacitar sobre alguna futura travesura que salga de tu cabeza.
Shaka abrió los ojos levemente asustado. El no saber qué tanto podría significar aquello le causaba un cierto nerviosismo.
-Sé que no es de tu agrado practicar con otros y es por eso que hemos decido que tendrás a uno de los aprendices de caballero como uno de tus oponentes durante un tiempo.
El hindú se mordió el labio pero no emitió queja alguna. Los astutos hombres habían dado justo en el clavo sin siquiera levantar un puño. Nunca supo el porqué pero simplemente no soportaba estar acompañado durante sus entrenamientos y menos por gente que no conocía siquiera.
-Además debes practicar tus ataques y reflejos con los ojos cerrados, es por eso que llevaras una venda y no podrás ver a tu enemigo y conocerlo hasta que seas capaz de ver a través de tu espíritu mientras estás en movimiento.
El rostro del pequeño se contrajo preocupado. Aún no había conseguido afinar su poder y por ello no tenía la habilidad requerida para ver a través de su cosmo en pleno combate. Según las expectativas de su maestro, no lo haría hasta unos años más tarde, cuando el paso de tres o cuatro le otorgara el poder suficiente para hacerlo. No era justo!tendría que enfrentarse a alguien mejor entrenado que él por estar en el santuario durante un período más largo de tiempo y además aquello de la venda era una gran desventaja.
-El entrenamiento comenzará a partir de mañana cuando decidamos finalmente quién será tu contrincante...por hoy no hablaremos más del asunto, es mejor que vayas a meditar un poco o descanses por el largo viaje que hemos hecho hasta aquí...mañana va a ser un largo día y tendrás que levantarte temprano así que anda haciéndote la idea de que no has venido aquí para divertirte sino para estudiar y mejorar tus técnicas...es hora de que empieces a tomar esto en serio, como lo que realmente es...un paso previo a tu futura batalla como caballero dorado.
Shaka no dijo nada. Sabía que un sermón como ese era justo lo que se merecía y probablemente el castigo de tener otro discípulo a su lado también. En realidad esa compañía podría haber llegado a soportarla al fin de cuentas, pero tener que aguantar que se burlaran de él cada vez que cayera al suelo derrotado por su ceguera?...eso no sabía hasta que punto podría sobrellevarlo y menos desde que un chico mayor había puesto sus ojos en él...y no eran muy amistosos que digamos. Hubiera deseado que Aioria fuera su contrincante pero sabía que esa posibilidad era muy remota, su maestro probablemente había supuesto tras esas ligeras peleas una visible amistad comenzaba a aflorar y era más que seguro que el entrenamiento no iba a ser otra cosa que una reunión de dos niños dispuestos a pasar el rato divirtiéndose.
