Capitulo VII
Una sombra en la oscuridad
Al día siguiente Kagome despertó muy temprano y necesitaba encarecidamente un baño, así que le pidió a Sango que la acompañara hasta un río que Shippo le indico que encontraría cerca de ahí, el kitzune en silencio las siguió resguardándolas de cualquier peligro. De este modo, ambas se refrescaron sobre todo Kagome quien necesitaba un buen baño de agua fría para recuperar con ello, algo del temple de hielo que le estaba haciendo falta para enfrentar al hanyou que había conseguido la noche anterior que su equilibrio peligrara.
Salieron del agua y mientras Kagome permanecía sentada sobre la hierba, Sango que se encontraba arrodillada tras de ella le cepillaba suavemente el cabello, esperando alguna palabra por parte de su amiga o de lo contrario seria ella, quien debería abordar el tema de la conversación pendiente con Inuyasha.
-Hoy hablaré con él – pronuncio decidida Kagome, ante la sorpresa de su amiga, no esperaba que fuese la joven quien hablara.
-Estas segura que deseas hacerlo hoy?- pregunto la taijina algo preocupada
-No hay otro remedio…- suspiro Kagome – después de todo él es el único que puede saber como encontrar el bendito diario de Kikyo.
-Si comprendo…- respondió Sango mientras terminaba de cepillar el largo cabello de su amiga – Ya esta.
Caminaron en dirección al campamento en el que habían dejado a Miroku y Shippo, al llegar se encontraron con una pequeña sorpresa que no esperaban… maldición, pensó Kagome y nuevamente se molesto por mal decir aunque fuera en sus pensamientos, Inuyasha se encontraba junto a ellos.
-Miren chicas – dijo el monje con un aire de victoria, ante las dos jóvenes que lo miraban perplejas, el hanyou en tanto cruzado de brazos y pies permanecía en silencio – fui en busca de Inuyasha así le ahorraba el trabajo a la srta. Kagome – una amplia sonrisa adornaba su rostro, que aunque fingía inocencia, sabía bien que al menos una de las dos muchachas estaba planeando como asesinarlo, o tal vez las dos.
Sango camino hacia su esposo y lo tomo firmemente por el brazo, regalándole una dulce sonrisa, ante la cual Miroku comprendió que no debía resistirse, pues si lo hacía su vida correría verdadero peligro, se puso de pie y acompaño a su mujer en silencio adentrándose en el bosque
, Shippo por su parte desapareció en cuanto vio a Kagome, no sin antes decirle muy bajito al hanyou, se cauteloso, no la dañes… Inuyasha a pesar del afecto que le tenía al kitzune, lo miro tan duramente que logro atemorizarlo, claro que no se lo demostró, eso era parte de lo que había aprendido de él, jamás demostrar temor ante un adversario.
Cuando Kagome e Inuyasha se encontraron solos, frente a frente con varios metros entre ellos, ella con toda delicadeza se sentó acomodó su cabellos hacía un lado, lo que dejó a la vista aquella marca que él hizo en su cuello la que se había vuelto a mimetizar con el tono claro de su piel, haciéndose casi imperceptible, claro que no para los ojos del hanyou que la observó con detenimiento mientras ella en absoluto silencio y con la vista baja buscaba en su bolsillo la carta que le había dejado Kikyo, Cuando la encontró levanto la mirada dirigiéndola a los dorados ojos de quien se convertía en ese minuto en su único auditor así que comenzó a leer.
"…no puedo decirte mucho mas, todo lo que necesitas para encontrarla esta en un diario que lleve por unos años, junto a el esta un fragmento como el que tu llevas, deberás unirlos y con ellos podrás purificar la perla, solo existe una persona que te puede ayudar a encontrarlo y tu sabes bien quien es…"
Kagome termino de leer y volvió a doblar la carta, para encontrarse nuevamente con los ojos del hanyou que tenía su mirada fija en ella.
-Como verás… aquí dice que necesitaré tu ayuda – dijo ella dejando escapar un suspiro de resignación, esperando alguna respuesta por parte de Inuyasha.
-Te vas a casar? – fue la pregunta que recibió en lugar de lo que ella esperaba escuchar, era obvio que mientras sostenía la carta en sus manos, él había tenido todo el tiempo del mundo para contemplar el anillo que portaba, Kagome abrió sus ojos, visiblemente sorprendida por la pregunta del hanyou que estaba frente a ella sin quitarle la vista de encima en ningún momento, el tono que había usado para dirigirse a la joven, no era agresivo ni nada que se le pareciera, pero sin embargo, su porte y su estampa, como hijo de uno de los youkais mas poderosos que habían existido, se reflejaba en la decisión con que había planteado su inquietud sin darle opción a la mujer delante de él, para evadir la respuesta.
Ella no pudo evitar sentirse atraída por la prestancia que el demostraba con su actitud, realmente había cambiado ahora era mas fuerte, lo observo por unos segundos con detenimiento, sus facciones eran mas adultas, ya había dejado de ser un jovencito, lo mismo sucedía con su cuerpo su contextura era mas fornida de lo que recordaba se alcanzaba a notar levemente bajo su haori luego de este detallado examen hecho a la figura y actitud de Inuyasha, Kagome abrió de forma mínima sus labios, como intentando sacar de ellos la respuesta adecuada a la respuesta tan directa que le había entregado el hanyou.
El por su parte estaba haciendo su propio examen de la joven, la observaba con detenimiento y concluyo algunas cosas, sus caderas eran ahora mas amplias y su cintura mas estrecha y definida, sus formas eran las de una hembra adulta, pensó, bastante atractiva por cierto y las facciones de su rostro eran mas delicadas menos redondeadas, mas definidas, sus labios tenían ahora un delineado natural y sus pestañas largas y oscuras eran el marco perfecto para sus ojos.
-Eso no es lo que necesitamos discutir ahora – respondió ella intentando restarle importancia a la pregunta que le hiciera el hanyou, sacando con sus palabras a Inuyasha del análisis que estaba realizando
-No me evadas – dijo con determinación – quiero una respuesta … te vas a casar? – volvió a decir sin dejar espacio para que la chica lo evadiera nuevamente
-Maldición… - dijo furiosa, que derecho tenía él de venir a interrogarla de ese modo – eso a ti que te puede importar? – poniéndose de pie enfrentando de ese modo la mirada dorada de Inuyasha, volví a mal decir, pensó y frente a él, mald….
-Solo responde! – exclamo él con igual determinación, levantándose del lugar en el que estaba acortando rápidamente la distancia entra la joven y él.
-No tengo que hacerlo – dijo Kagome intentando controlar la molestia que sentía al ser interrogada de este modo.
-Te lo exijo! – continuo insistiendo con una voz decidida e intimidante, tomando la mano en la que ella llevaba el anillo y levantándola para observar la pieza con mayor detenimiento, mientras el simple contacto con la piel de la joven confundía sus emociones, obligándolo a contenerse, el aroma de Kagome se hacía mas intenso.
-Y si es así que! – mascullo ella, tirando de su brazo, para que él la soltara, pues estaba sintiéndose nuevamente inquieta como la noche anterior, quizás el tomaría aquella respuesta como un sí y la dejaría en paz.
-Eso quiere decir que es así?- continúo preguntando sin soltar la muñeca de Kagome a pesar de la lucha que ella mantenía, para ser liberada, la observo a los ojos muy de cerca, podría haberle robado un beso de haber querido y claro que lo deseaba, pero no permitiría que ella notara sus ansias.
-Pues sí ¡! – dijo mientras observaba a intervalos los labios que se encontraban peligrosamente cerca.
-Ya te uniste a él? – pregunto con un tono de voz mas bajo, pero con igual determinación sin dejar de observar sus ojos que le parecieron diferentes a como los recordaba, ya no tenían aquel brillo destellante, ahora esa luz se encontraba en lo profundo de ellos, como oculta al mundo, pero él la había encontrado.
Kagome se sorprendió por la pregunta, comprendía perfectamente a que se refería con aquel "te uniste", era su forma de preguntar si habían hecho el amor, como responder a esto, se pregunto, sin dejar de observar la dorada mirada que se estaba adentrando inquisidoramente en ella, como buscando algo que no lograba comprender, pero justo cuando se comenzaba a sentir perdida y entregada a sus emociones ante la fuerte mano del hanyou, vinieron a su mente los recuerdos de aquel día en que el la había despreciado, ese día en que su mundo completo se había transformado en un pequeño infierno y la ira se apodero de su razón y su mirada se endureció.
-Sí me uní a él – respondió con determinación – he sido suya muchas veces – continuó recuperando de un tirón la muñeca que Inuyasha mantenía aprisionada, pues él había aflojado un tanto la presión en ella, quizás no se esperaba la respuesta que había recibido – es lo que querías saber no?... pues esa es la respuesta – concluyo ella, sobando su mano
-Si creo que si…- contesto con un debilitado hilo de voz, mientras se daba la vuelta para internarse en el bosque.
-Hey, espera…- intento detenerlo, pero el simplemente no respondió perdiéndose de su vista.
Ahí se quedó Kagome, se volvió a sentar en la hierba, debía sentirse triunfadora, había dejado a Inuyasha desconcertado y tal vez herido en su orgullo, pero no lograba encontrar placer en haberlo hecho, tonta se dijo, no tenia por que preocuparse por los sentimientos de alguien que no los poseía, pues no le había costado nada romperle el corazón y dejarla en las condiciones en que había quedado, claro que había mucho de lo que ella sufrió que él desconocía que no podría siquiera imaginar, pero bueno que importa ahora, y decidió partir a su época unos días hasta que todo se calmase, Inuyasha ya sabía el papel que jugaba en esta travesía , le daría el tiempo necesario para insistir, pero por ahora debía ir a casa e informar a su familia del tiempo que permanecería fuera y de pasó inventar una buena excusa para Yuko y así ausentarse por el período que esta nueva aventura le requería.
Aviso a sus amigos, los que volvieron con ella hasta la aldea, de ese modo Sango y Miroku podrían estar con sus hijos durante los día que Kagome estuviese en su época, Shippo en tanto se quedo encargado de la tarea de hallar a Inuyasha y mantenerlo cerca para poder comenzar en cuanto la joven volviese.
El Sengoku se observaba en completa calma, pero en el centro de un alto volcán se veían cientos de huevos de un color ambiguo, como cafés y verdes, una mezcla algo extraña, pero eso no era lo relevante, algunos se movían como si estuvieran cobrando vida y estaban siendo vigilados por grandes insectos alados, que revoloteaban entre ellos, como si estuviesen chequeando que todo estuviera en perfecto orden.
Kagome llego de mañana a su casa, en cuanto entró su teléfono celular sonó y su madre se lo entregó presurosa, pues el aparatito no había dejado de hacer ruido desde que la muchacha partió, ella solo se limito a sonreír amablemente mientras tomaba el objeto y lo contestaba.
-Hola Yuko… si… lo siento…- se produjo un silencio en el que Kagome solo se limito a escuchar la molestia que sutilmente intentaba demostrar su novio, luego de dos días sin saber de ella - … cenamos hoy?...- pregunto ella dulcemente, consiguiendo un perfecto si - … pasa por el departamento como a las… si a las siete estaría bien… si yo también… adiós.
La joven le explico a su familia lo sucedido, así que ya todos estaban al tanto de que ella debería partir nuevamente por un tiempo que aún desconocía.
Llegó al departamento que compartía con Ayumi, ubicado en el quinto piso de un condominio bastante central, al entrar saludo a su amiga sin recibir respuesta, por lo que asumió que se encontraba fuera de casa, camino unos pasos hasta la mesita del recibidor, para dejar sobre ella sus llaves, como acostumbraba hacerlo y se encontró con una nota doblada en dos, con su nombre así que la leyó.
-Bueno Ayumi no volverá hasta el lunes … pufff – dijo sin mucho animo, dada las circunstancias ella también tendría que dejar una nota, pues lo mas probable es que no alcanzara a ver a su amiga que tardaría casi una semana en volver.
La muchacha salió a hacer alguna compras, pues necesitaría medicinas y otros artículos con los que debía contar durante su estadía en el Sengoku, algunas prendas de ropa algo mas deportiva, pues sabía bien que el uniforma de la escuela nunca fue lo mas adecuado para sus recorridos, algunos petos, unos tenis nuevos, ropa interior de encajes, un momento, por que estaba pensando en ropa interior?... suspiro, definitivamente su subconsciente se estaba haciendo demasiado consciente estos últimos días.
Pensó en llevar una bicicleta, pero el solo pensamiento de aquella niñita ingenua le revolvió el estómago , lo cierto es que en ocasiones odiaba el haber parecido bajo algún aspecto una niña desprotegida y sobre todo ante aquel hanyou… se reprendió por estar pensando nuevamente en él, en unas horas tendría una cita con su novio y no podía quitar de su cabeza a aquel que había desenterrado en ella sensaciones que se empeñaba en olvidar.
Así pasaron las horas y su novio llegó por ella al departamento, un hombre alto, cabellos castaños, intensos ojos verdes y rasgos muy varoniles, vestido con un elegante traje de algún diseñador famoso, Kagome por su parte traía un traje largo, de terciopelo negro, con sus hombros descubiertos, dos aberturas que permitían una incitante vista de sus piernas bien formadas, tacones altos y un moño tomado con orquillas que dejaban caer en su espalda dos delgados rizos, tomo su bolso de mano y luego de depositar en los labios de aquel atractivo joven un beso, se colgó de su brazo y cerró la puerta dejando el departamento en penumbras, solo la luz de la luna creciente era lo que iluminaba la sala.
Horas mas tarde se sentía tras la puerta, las risa alegres de dos jóvenes que venían de haber compartido una grata velada, Kagome abrió la puerta y como ya era costumbre dejo sobre la mesita del recibidor sus llaves , volteándose para llegar al interruptor que encendería la luz de la sala, pero Yuko la tomo por la cintura sin permitirle avanzar aprisionándola contra el borde de la pared que permitía la entrada a la sala de aquel departamento que estaba siendo iluminado solo por la luz que entraba a través de la ventana del balcón que estaba abierta permitiendo que las cortinas se balancearan con la suave brisa nocturna.
La estola que sostenía la joven entre sus brazos cayo al piso silenciosamente mientras el muchacho se acercaba a los labios de la joven, para arrebatarle un beso, ella no intentó poner resistencia, respondiendo sin problemas a la caricia que él había iniciado, una vez más parecía inminente el que su novio y ella hicieran el amor, ya habían estado tantas otras veces en esta misma instancia y el resultado siempre fue el mismo.
-Yuko… no… lo siento…- dijo ella con la voz entrecortada
-Pero Kagome… mi amor…- respondió él de igual forma – ya pronto nos casaremos… yo te amo…
La joven escuchaba las palabras de aquel hombre, siempre había sido tan dulce y romántico con ella, era algo así como un príncipe azul, y sin embargo, no había logrado amarlo jamás, lo quería ciertamente, pero también quería a Buyo, era una triste comparación, pues se preguntaba si querer sería suficiente, solía pensar que su negativa a compartir el lecho con él se debía únicamente a que no quería cometer el mismo error dos veces, quería hacer las cosas bien, no era la primera vez que estaba tan cerca de hacer el amor con algún chico, pero siempre en los momentos previos se sentía muy extraña, ajena, obligada a rechazarlos, era como si todo en su interior luchara por no intimar.
-No me amas…- continúo él, con la voz algo triste, sentía que la joven que ahora se encontraba aprisionada entre sus brazos era la mujer de su vida, pero también percibía en ella la falta de aquella chispa necesaria para encender el amor, se conformaba con que con el tiempo llegara a amarlo tanto como el a ella.
-No Yuko, no es eso, te quiero…- se sentía muy mal por no poder corresponder a sus sentimientos como el lo merecía y un suspiro escapó de sus labios- … solo quiero esperar… - diciendo esto, ella deposito un tierno beso en la frente de su novio, para calmar un poco la situación.
-Esta bien – contestó él… te amo y respetaré tu decisión – tomo las manos de la muchacha entre las suyas y puso en ellas un beso muy intenso, con el que pretendía transmitirle todo su amor a la que sería su esposa – pronto nos casaremos y todo estará bien – concluyó intentando convencerse de lo que decía.
Kagome lo acompañó hasta la puerta cerrándola justo después que él se despidió besando con calma sus labios… buenas noches … le dijo y ella respondió de igual manera había inventado una buena excusa para ausentarse el tiempo suficiente.
Se quedó sola, se acercó un poco a la ventan cruzando un tanto sus brazos, observo el cielo estrellado y respiro profundamente, intentando despejar todas sus inquietudes como si el aire pudiera limpiar todo lo que quería sacar de su mente, se dio la vuelta, quitando con cada mano una de las orquillas que sujetaban su cabello, las dejo sobre una mesita y luego lo comenzó a escarmenar con sus dedos, dejándolo caer libremente por su espalda y hombros, le llegaba algo mas debajo de la cintura, los rizos bailaron un poco cuando el azabache contrasto perfectamente con la pálida piel.
De pronto y sin previo aviso, sintió desde atrás, como una mano la rodeaba firmemente su cintura, mientras que otra le cubría la boca evitando que emitiera cualquier sonido que pudiera alertar a alguien, el intruso la apretó con fiereza contra su cuerpo permitiéndole notar que era un hombre fornido y alto luego una voz se acerco a su oído y le susurro sensualmente.
-Tú eres mía…
Reconoció la voz de inmediato y en cuanto volteo para mirar a su agresor, se encontró con unos ojos dorados que la miraban con intensidad.
-Shhhhh…- fue el sonido que emitió el hanyou, al momento en que retiraba sin temor su mano liberando la boca de Kagome.
Continuara
Pásense de inmediato al siguiente, jejeje
