Capitulo XVI

Lo que perdí

-Ay… Inuyasha..hay tanto que no sabes… tanto de mi que desconoces…- dijo esto con una tristeza enorme.

-Entonces cuéntame…

Inuyasha y apretando con fuerza sus vestimentas intentaba musitar palabras que él oiría perfectamente, el hanyou por su parte la aferro a su cuerpo intentando darle confianza para comenzar con su relato, que de alguna manera presentía que sería doloroso, tanto para ella recordarlo, como para él conocerlo, "… entonces cuéntame…"aquellas palabras se repetían en su mente haciendo eco en ella, era una gran tentativa, contarle todo lo sucedido, pero le temía tanto a que aquellos dorados ojos que la habían observado con ternura y comprensión terminaran rasgando su pecho con desprecio, desprecio que de algún modo sentía que se había ganado, pero aún así comenzó su relato y al paso de los dolorosos recuerdos ella iba describiéndole con detalle cada momento vivido, lo cierto es que sentía como la sangre circulaba lenta y dolorosamente por sus venas, como si fuera espesa y densa.

Las palabras fluían resignadas y él prestaba a ellas toda su atención, relatando el modo como por semanas luego de su partida se estaba dejando morir, casi sin consumir alimentos, abandonando su cuerpo sobre la cama adoptando una inercia que tenía a su familia al borde de la desesperación, nada de lo que hacía cambiaba la situación, ni la visita de sus amigos de la escuela, ni los pequeños regalos que su madre le traía, que en el pasado le habrían causado gran alegría, ni siquiera el amoroso jugueteo de Buyo con su cola en el rostro, el único momento en que la señora Higurashi se sentía algo mas tranquila, era cuando estaba junto a ella su amiga Ayumi, la que pasaba gran parte de su tiempo a su lado leyéndole hermosas historias, su rostro demacrado y su cabello opaco, tanto como su piel, daban claras muestras de lo que habitaba en su alma, desolación, su madre incluso llego a barajar la idea de internarla en alguna institución que pudiera ayudarla, pues ella ya no tenía armas para combatir el abandono en el que se había sumido…Hasta que de pronto un día en el que se levanto sin muchas fuerzas al baño, se quedo apoyada en el borde del mueble que estaba bajo el espejo y observo en él sus hundidos ojos, su brillo ya no existía estaba tan débil que le costaba incluso articular palabras, sus pensamientos eran ahora un torrente de ideas confusas, en instantes comenzó a sentir una desagradable sensación en su estomago, acompañado de un horrible mareo, como si no pudiera soportar los deseos de vaciar el inexistente contenido en el y entonces como una chispa de lucidez que inundo sus sentidos, recordé que su período ya estaba atrasado, no sabía bien por cuanto, sintió como la sangre bajaba hasta sus pies, dándole la sensación de un frío sepulcral a todo su cuerpo y entonces ya no pudo evitar mas el reflejo en su estomago, que se hacía cada vez mas inevitable.

Una vez que aquella espantosa sensación disminuyo, se encontró con el rostro afligido de su amiga, que pronunciaba, probablemente palabras de preocupación que ella simplemente no lograría escuchar, hacía mucho que sus sentidos habían perdido agudeza, solo se limito a pedirle que corriera a la tienda y le trajera un "test", debía saber si sus sospechas eran ciertas.

-Positivo… - fue lo que logro musitar y por primera vez en todo este tiempo de oscuridad un hilo de luz se dejo ver en sus ojos, estaba nuevamente esperanzada, el amor que le tenía a aquel hanyou, estaba floreciendo en su interior, dando pasó a una posibilidad de vida para ella.

Ayumi se sorprendió al notar la pequeña sonrisa en el pálido y hundido rostro, su amiga estaba volviendo, lo podía sentir, Kagome miro la bandeja con frutas, jugos, galletas, plagada de sanos alimentos, que su madre se empeñaba en dejar junto a ella cada día, habiendo algunos en que los recipientes volvían a la cocina en las mismas condiciones en que habían salido, a lo mas con algún pequeñísimo trozo menos, pero esta vez extendió su mano y tomo uno de ellos, una roja y apetecible manzana y comenzó a comerla en silencio, bajo la mirada alentadora de su amiga, con calma trituraba y con dificultad intentaba pasar el alimento, pero su estomago no lograba resistir mas de dos mordidas, antes de devolver el contenido, el largo tiempo de ayuno , había logrado terminar con él convirtiéndolo en un órgano inútil.

Horas mas tarde, una vez que la muchacha que solía acompañarla, se había marchado y en casa ya todos reposaban, se escabullo apoyada en las paredes descansando por tramos, en dirección al pozo, sabía que era probable que él no se interesara en lo que estaba sucediendo en su interior, pero sentía que debía comunicárselo, lo cierto es que no le importaba tener que enfrentar la situación sola, lo único que le hacía realmente feliz era saber que la semilla del ser que ella mas amaba se encontraba creciendo en su vientre.

Una vez que logro con mucho esfuerzo bajar por la escaleras del pozo, comprendió que este no se abriría por mayores que fueran sus esfuerzos, recordó entonces que no poseía ningún fragmento, o al menos es lo ella creía, y que de ese modo no había forma de cruzar, como había podido omitir aquello, se arrodillo derramando profundas y atormentadas lagrimas… en cuestión de minutos se vio hundida en un charco de sangre.

Fue lo último que recordó de aquel día , luego de ello despertó en una clínica, completamente rodeada de máquinas que intentaban devolverle la salud, " su cuerpo estaba demasiado debilitado como para sostener a una criatura…", dijo el médico dirigiendo estas palabras a la madre de la joven, mientras cerraba una bitácora medica que luego colgó al final de la cama.

Pasaron días antes que la muchacha ya bastante mejorada físicamente, gracias a los cuidados profesionales, regreso a su casa con variados medicamentos que le habían recetado para mantenerla mas tranquila, al menos hasta que el especialista que la estaba tratando decidiera lo contrario, fue entonces, cuando abatida por completo y sin encontrar un motivo para existir decidió sobre medicarse mientras tomaba un baño de tina… si no hubiera sido por la oportuna visita de Ayumi, este habría sido su final, definitivamente Kami no la quería con él, la había rescatado de la muerte ya dos veces, sin contar la cantidad de oportunidades en las que casi perdió la vida en la búsqueda de los fragmentos.

-Lo perdí! – le grito con todas las fuerzas que encontró, ya no soportaba mas con aquel secreto que le había estado devorando las entrañas, mas aún ahora que estaba aquí en el Sengoku otra vez, siendo presa de todos sus recuerdos, de la culpa que sentía por no haberse cuidado, por no haber previsto que podía llevar en el vientre un hijo de Inuyasha.

No sabía como tomar lo que estaba sucediendo, se sentía tan confundida entre sus sentimientos de alegrías nuevas y tristezas pasadas, que se aferraban a ella con insistencia, cortándole inclusive la respiración sin poder evitar, exteriorizar los pensamientos que agobiaban su mente.

-Quería tanto ese bebé, tanto… si solo hubiera sabido antes… no me habría importado tenerlo sola… era parte de ti, maldición … lo quería … - las palabras salía ahogadas de su garganta, entre sollozos que no lograba controlar, evitaba en todo momento cruzar su mirada con los dorados ojos de su amado, no sería capaz de soportar el desprecio, ella había sido la culpable de que ese bebé no naciera, nadie mas que ella…y con cada nueva recriminación que se hacía mas lagrimas caían desde sus ojos inundando por completo su rostro.

-Fue mi culpa… - decía mientras sentía como sus piernas se iban debilitando amenazando con dejarla caer en cualquier momento, pero lo cierto es que no le importaba – … si solo… si yo…- no lograba darle fin a ninguna truncada frase -… OH Kami…

Inuyasha por su parte intentaba digerir la situación, sentía dentro la mayor ira que nunca había experimentado, mayor que la que sintió cuando se entero de la trampa que Naraku le tendió a Kikyo y a él…como había podido el egoísmo de la mujer que alguna vez amó causar tanto daño, necesitaba despojarse de este sentimiento horrible de venganza,… si tan solo ese día no la hubiera dejado marchar, nada de esto habría pasado, tarde o temprano todo se habría aclarado y no tendría un padecimiento tan enorme… sabía que la joven frente a él lo necesitaba, así como opto por el silencio, poso sus labios en la frente de una llorosa Kagome y la atrajo de la mano, para que ella se sentará junto a él.

-No llores mas – le dijo en un tono calmo intentando controlar la vorágine de sentimientos que se acumulaban en su interior - … no fue tu culpa…

Pero a pesar de sus palabras, sentía que le había fallado, que el haber perdido a ese niño la situaba en el peor lugar que pudiera imaginar, solo suplicaba escuchar una palabra de parte del hanyou , algo que la reivindicara en el mundo, su vida luego de aquello nunca volvió a ser igual, su carácter cambio, se volvió seria y adulta, adulta con solo dieciséis años, miro de reojo a Inuyasha que mantenía sus ojos fijos en algún lugar desconocido, su semblante era sereno, pero tenso, como si estuviera manteniendo una ardua batalla en su interior, bueno de cualquier forma ella ya sabía que a él le seria muy difícil masticar todo lo sucedido, este había sido un largo día , demasiado quizás, se movió un poco ya mas tranquila, las lagrimas se habían detenido, pero su rostro estaba completamente cubierto de las marcas dejadas por ellas, quería susurrarle lo que su corazón le gritaba, quería decirle que lo amaba y lo amaría siempre, que era su razón de vida que ahora comprendía que durante todos estos años se mantuvo adherida a aquella promesa de amor que le hizo la noche en que se unieron bajo las leyes de los youkais, que el saber que ahora estaba nuevamente floreciendo la vida dentro de ella, era simplemente una bendición de Kami, una segunda oportunidad para compartir sus día con él sabía bien que lo mejor habría sido que lo dejara solo para que pensar con tranquilidad en todo lo que ella le había relatado y concluyera finalmente algo de todo esto, pero lo cierto es que no tenía energías, ni deseos de separarse de él, solo un minuto mas… se decía, solo un minuto mas…

Con mucha dificultad se iba apaciguando la ira que se estaba anidando en su alma, sabía que en todo esto existía una única responsable y esa era Kikyo, también sabía que la joven que en ese momento comenzaba a acurrucarse tiernamente junto a él, quizás para cobijarse de la que amenazaba con ser una extrañamente fría noche o tal vez con el único propósito de encontrar un albergue para su deteriorada alma.

Por algunos instantes había tenido únicamente pensamientos para su rabia y padecimiento, que egoísta, sabía que el tiempo sin Kagome se le convirtió en una condena, pero que de ella?...era cierto ahora tenía un novio, recordó en el momento en que fijo su mirada en el anillo que aún portaba, pero no podía culparla por ello, después de lo que le había contado, no podía reprochárselo, merecía ser feliz… pero un momento… un sorpresivo pensamiento irrumpió en él, …Kagome tenía síntomas como los de Sango …y sus ojos destellaron de pronto, olvidando en cuestión de segundos todos los sentimientos negativos que amenazaron en algún momento con crear un hogar en su corazón, ella… ella estaba embarazada…

La miro esta vez buscando sus profundos ojos cafés, para poner en ellos la sonrisa mas dulce que habitara en sus labios, pero la muchacha se había dormido, el cansancio, las nauseas, aquellos dolorosos recuerdos habían logrado acabar con la escasa energía que aún le quedaba y comprendió que lo mejor sería no despertarla, este simplemente era un momento para contemplarla, la atrajo lo mas posible a su cuerpo, pero noto que ella temblaba a causa del frío imperante, decidió volver con ella al campamento, tomándola entre sus brazos con suavidad para no despertarla, no permitiría que nada mermara en ella, nada que pudiera dañarla o poner en riesgo su salud, la amaba, claro que si y esta vez se encargaría que todo estuviera bien, el sabía que ella era suya, que lo había sido siempre.

Una vez que la había acomodado en aquella bolsa en la que solía dormir, se quedo observándola bajo el silencio de la noche, pues ya todos dormían y se quedo ahí junto, acaricio su cabello y luego su mejilla, muy suavemente con el dorso de su mano, mientras los ojos comenzaban a cerrárseles víctima del cansancio.

Al amanecer del siguiente día, un nuevo movimiento de tierra los alerto abruptamente…

Continuara…