Capitulo XVIII
Te
salvaré
… al levantar la vista se halló
con el hombre completamente desprovisto de vestimenta y sus rasgos
eran exactos a los de Naraku!...
-Nos volvemos a encontrar Inuyasha – fueron las palabras que salieron de los labios de este nuevo Naraku, sin duda, había sido creado conservando los recuerdos y el negro corazón del anterior.
El hanyou gruñó ante la malévola sonrisa que se dibujo en el rostro de su enemigo, se puso de pie protegiendo a Kagome, que aún estaba algo aturdida con la situación, temía lo peor, no permitiría que este engendro del mal dañara lo mas preciado que poseía, puso su mano sobre la empuñadura de colmillo de acero, en posición de batalla, dispuesto a defender lo que consideraba suyo, los demás se mantenían a corta distancia por lo que pudiera suscitarse, se les hacía cada vez mas difícil respirar, era como si el aire se atorara en sus gargantas, era la presión en el ambiente la que no les permitía llenar por completo sus pulmones, el silencio se había apoderado del lugar y la expectación se hacía insostenible, no sabían que nuevo ataque podría efectuar Naraku en este nuevo cuerpo, que aunque no variaba demasiado del antiguo, por alguna razón que no comprendían el temor se hacía presente en ellos, algo escondía este personaje.
No alcanzaron a aclarar sus sospechas, cuando de pronto ante la sorpresa de todos a excepción del recién llegado a la fiesta, la barrera que Kagome había creado para retener a los insectos se comenzó a desvanecer dando paso a estos, en ese mismo instante la inminente batalla dio inicio, Naraku extendió un tentáculo salido desde aquella marca en su espalda, para atacar al hanyou que estaba frente a él, esperando algo como eso, Miroku comenzó a defenderse de los insectos que ha pesar de ser muchísimos, no representaban gran problema a la hora de eliminarlos, pero si les estaban quitando demasiado tiempo, Sango, Shippo y Kirara, ayudaban al exterminio de aquellos intrusos, mientras que Inuyasha luchaba embravecidamente con Naraku, quien ya estaba mostrando su nuevo potencial de batalla, cada vez, uno tras otro los tentáculos brotaban desde su espalda, cuatro para ser exactos, los que junto con sus brazos y piernas formaban ocho extremidades, las ocho patas de una araña.
Kagome comenzó a concentrar su energía en el fragmento que tenía en su mano intentando con sus poderes atraer a su igual, que permanecía alojado en su pecho, resultaba muy difícil obtener la concentración que requería entre el sonido del báculo de Miroku, las llamas azules de Shippo, el sonido del hiraikotzu de Sango cortando el aire y la espada de Inuyasha que golpeaba una y otra vez los tentáculos de Naraku, quien una vez que puso la perla de Shikkon en el centro de su pecho, dejándola levemente manifestada, logro que sus extremidades se transformaran en un duro metal, difícil de cortar incluso para colmillo de acero.
Kagome por su parte comenzaba a experimentar un dolorosa extracción del fragmento que permanecía en ella, quitándole el aire por momentos, el hanyou no pudo evitar observarla a pesar de la batalla, le preocupaba la muchacha, pero aquella simple mirada, aquel segundo en el que desvió la vista para observar a la joven, basto para que Naraku le diera un certero e inquietante golpe demasiado cerca de su corazón, atravesó su pecho de lado a lado, Kagome solo arrojo un grito de histeria al ver al joven que ahora yacía inconsciente.
-No Inuyasha!...- fue lo único que logro salir de su garganta en el momento exacto en que el fragmento incrustado en su pecho se libero de su prisión, Kagome soltó el aire, como aliviando la presión que se estaba ejerciendo en su cuerpo, miro a Naraku que mantenía aquella horrorosa sonrisa en su rostro, sus amigos reaccionaron ante el grito de espanto que arrojo su amiga, pero se vieron imposibilitados de ir en su rescate, pues el contingente de insectos, parecía aumentar a cada momento, la verdad es que no se explicaban de donde salían tantos de ellos.
Naraku aprovechando lo indefenso que se encontraba el hanyou en ese momento, sangrando de manera alarmante, extendió uno de sus tentáculos rodeando el cuerpo lánguido de su enemigo y de este modo alzarlo, ciertamente Kagome no tenía muy claro que pretendía el youkai maligno, con aquel acto, pero sabía perfectamente que no sería nada bueno, la única finalidad de ese ser en este mundo era la destrucción y el sufrimiento, así que con una rapidez que brotaba en ella solo en situaciones extremas, la muchacha tomo el arco que llevaba en su espalda y una de las flechas que tenía junto el y apunto directo a la perla casi completa que tenia Naraku en su pecho, purificando el aire a su paso acercándose certera al lugar que había sido enviada, pero su sorpresa fue amplia al ver como la flecha a pesar de la energía que llevaba, no lograba atravesar una especie de coraza que el engendro aquel había creado, la flecha brillaba y destellaba intentando traspasar hasta su objetivo, mientras que Naraku con todas sus extremidades abiertas reía a carcajadas, mostrándose ante la joven e indicándole que no había nada que pudiera dañarlo.
Kagome comenzó a sudar frío al ver como su mejor flecha había caído sin hacerle el mas mínimo rasguño a su enemigo, como podría entonces unir los fragmentos que en este momento oprimía en su mano, miraba con impotencia el cuerpo de su amado hanyou en manos de la ponzoña de Naraku… maldición … pensó, el no permitiría que a ella le sucediera nada y ella le correspondería, claro que si, de alguna manera lograría rescatarlo de esta situación y adquiriendo una fuerza que inclusive a ella le resultaba asombrosa se puso de pie observo los fragmentos en su mano y los unió a la punta de una de sus flechas, elevando una oración a Kami, para que su plan funcionara.
Naraku en ese mismo instante, se disponía a darle el golpe final a un desfallecido Inuyasha que comenzaba a abrir con dificultad sus ojos, haciendo esfuerzos por liberarse del fuerte lazo que lo mantenía prisionero de aquel maldito y entonces se alerto, donde estaba Kagome, estaba bien, acaso este maldito la habría dañado?... pero todas sus inquietudes se tranquilizaron en el momento en que diviso a la muchacha en posición de ataque, pero por Kami… que intenta hacer, pensó
-Este será tu final, híbrido! – fue lo que exclamo e Inuyasha no pudo evitar dirigir su mirada al ser que lo apresaba intentando con mayor ahínco liberarse – serás testigo de la muerte de este despreciable hanyou – dijo despectivamente dirigiéndose a la joven que lo apuntaba amenazadoramente con una simple flecha si la anterior no lo había dañado en lo mas mínimo, por que ahora sería diferente?...
-Pues ese hanyou es mío, - Inuyasha sin perder la alerta que tenía frente al inminente ataque de Naraku, movió sus orejas al oír tales palabras de los labios de Kagome – me costo mucho recuperarlo y no lo volveré a perder por tu causa – concluyo
-Entonces aquí, estoy – dijo entre un sin fin de carcajadas, abriendo nuevamente sus extensiones y ofreciéndole a la joven su pecho descubierto, completamente confiado que en esta oportunidad al igual que la anterior nada sucedería.
Kagome respondió en forma inmediata al ofrecimiento del nocivo ser frente a ella, no podía perder la oportunidad que el mismo le estaba ofreciendo en este momento, así que como el arco se mantenía tensado entre sus manos, lo único que debía hacer era soltar aquella flecha en la que iban depositadas todas las cortas oraciones que alcanzo a elevar además de todas sus esperanzas y por que no decirlo las de sus amigos también, la saeta surcaba el aire mientras giraba sobre su propio eje, llevando consigo un cargamento que se había convertido en su unida posibilidad de victoria, Naraku la esperaba confiado, una torpe chiquilla aprendiz de sacerdotisa no sería nunca capaz de terminar con él, … la flecha impacto justo en el blanco, tanto o mas certera que la anterior, pero no lograba abrirse paso a través de la coraza que cubría el pecho del youkai.
-Corre Kagome! – fue lo que grito con todas sus fuerzas el hanyou, entre las risas ensordecedoras de su apresador, al ver que el plan de la joven había fracasado, pero ella no se movió ni un ápice, - maldición Kagome, corre! – volvió a gritar Inuyasha con el mismo resultado, acaso la impresión había paralizado a la muchacha, se preguntaba, pero de pronto se sintió cegado por una potente luz de color rosa que comenzó a brotar desde el lugar en el que se encontraba la perla.
Fue solo cuestión de segundos, cuando la risa de Naraku que se había convertido en un estruendo que reinaba por todo el lugar, se apago, Inuyasha fue liberado sin mayor esfuerzo acercándose rápidamente a la muchacha que continuaba observando la situación, el ser que hasta minutos atrás les parecía casi invencible, comenzó a derretirse dejando sobre el piso una viscosa masa la perla quedo completa y suspendida en el aire, esperando la mano de su guardiana, Kagome se acerco y la tomo con delicadeza aprisionándola con su puño y retrocediendo con premura, pues la masa en la que se había convertido el monstruosos ser, comenzó a incinerarse por si misma, mientras el resto e los capullos y los insectos custodios corrían la misma suerte, parecía que finalmente podrían respirar aliviados y olvidarse del mal que significaba el nombre Naraku, pero no todo podía ser tan fácil, el una de las paredes de la enrome cueva, se escucho un bullicio que los alerto y de pronto, notaron como comenzaba a fundirse la roca, así que sin mas preámbulo Inuyasha utilizo varios ataques con colmillo de acero haciendo una salida de emergencia improvisada, ya que el camino que había utilizado para llegar no les daría el tiempo que necesitaban para escapar.
Una vez ya fuera del peligro, retozaban nuestros amigos a la orilla de un hermosos lago, que reconfortante era ver que nada había cambiado en el Sengoku, mas que le erupción de aquel volcán que al fin solo sirvió para dejar bien enterrado cualquier vestigio de Naraku, la escena era tranquilizadora, Shippo quedaba boca abajo durmiendo tirado literalmente sobre la hierba junto a Kirara como una pequeña gatita que estaba también estirada junto a él, Sango y Miroku tenían sus pies metidos en la reconfortante agua cristalina mientras que Kagome e Inuyasha se encontraban apoyados, como ya tantas veces a lo largo de este recorrido, en el tronco de un árbol.
-Kagome yo quisiera…- no logro terminar con lo que intentaba decir, cuando sintió los suaves dedos de la muchacha sosteniendo las palabras dentro de su boca.
-Aun no…- le indico como adivinando lo que el hanyou quería decirle, con sus ojos brillantes y dulces, había recuperado aquel hermosos destello que poseía – hay cosas que debo arreglar – le indico acariciando luego su mejilla, el tomo la mano y la acerco delicadamente a sus labios para depositar en ella un beso, el beso que debía esperar por sus labios, pero ya la había esperado tanto y sabía bien que podría esperarla por siempre.
-Esta bien…- respondió con toda calma, una calma que probablemente había adquirido con los años, volteo a observar a sus amigos y sonrió levemente, sentía que ahora si podía llenar sus pulmones a plenitud, había dejado de ser un jovencito irreflexivo e impetuoso, ahora ya era un hombre.
Kagome viajo a su época a arreglar los asuntos que tenía pendientes y a pesar de que Inuyasha no estaba muy de acuerdo con dejarla partir, lo hizo, lo cierto es que a él no le importaba en lo mas mínimo que ese novio que ella había dejado, se quedara esperando por siempre, pero sabía que a su mujer le gustaba hacer las cosas correctamente, aunque un dejo de celos se dibujo en su rostro al imaginar las artimañas que podía utilizar aquel hombre que parecía tan interesado n "unirse" a su mujer, para que ella permaneciera junto a él, pero prefirió ignorar al menos en parte sus temores, por su parte haría un pequeño viaje y seguro estaría de vuelta antes que Kagome regresara pues ella aseguro que volvería en el transcurso de dos días.
Al volver luego de haber ido a rescatar un preciado tesoro que hacía ocho años le había pedido a Totosai que le forjara y que debido a las circunstancias prontamente le solicito guardara, llego junto a sus amigos, esperando que la mujer que llenaba por completo todos sus sentidos apareciera muy pronto llenando el aire con ese inconfundible aroma a "ella", pero al entrar en a la cabaña se encontró con una aceleradísima Sango y las caras de Shippo y Miroku con una expresión francamente inexplicable.
-Debes correr con Kagome, ella dijo algo de una boda y que debía ir – lo cierto es que ni ella comprendía muy bien el recado que le estaba dando al hanyou, solo sabía que Kagome había insistido en que él partiera –
Kagome?... una boda?... es que acaso ella se casaría finalmente con ese novio suyo…?
-Maldición!... sabía que no debía dejarla ir…
Continuara…
