Notas iniciales: (la autora se seca las lágrimas de sus ojos) En verdad les agradezco mucho, no esperaba tanto apoyo. La verdad ni le imaginaba un sólo mensaje a este fict... Sólo espero que luego... no me odien XP Ejem... Yendo a otro punto de la historia. Sobre la situación en la que quedó el capítulo anterior dejemos todo a su libre mente (no sean curiosos, que en eso no se basa la historia, sólo fue un detalle más para un mayor impacto que vendrá después y mejor ni sigo platicando de ello o se me va la lengua. No, por si acaso Helga no queda embarazada y ahora sí, no digo más.)
Bueno, les contesto antes que nada a sus reviews. Existieron comentarios sumamente interesantes que me gustaría responder.
Rosy: ¿Lees rápido? Creo yo, no sé si mal, que apenas tenía unos minutos de publicado el fict y ya tenía mi primer valioso mensaje. ¡Cómo me emocioné! Mucha gracias! Y yo también creo que si Helga tuviera un trato un poco más decente no fuera tan arrebatada y más amable, aunque esto le quitaría parte de su esencia. Helga es mi personaje predilecto y en los capítulos de Hey, Arnold en que ella no sale la historia me es aburrida.
Arinayed: La verdad no pensaba en hacer otro fict de Hey, Arnold. (La maratón, fue culpa de la maratón. Y comenzaron con Matrimonio, mi capítulo predilecto sin duda alguna.) Espero que el desarrollo de la historia no te sea brusco.
Sarahi: No, no se arrepentirán... creo XP Y la continuación vendrá sin duda alguna, es cuestión de luchar contra el tiempo y contra la loca inspiración (que pienso aprovechar al máximo!)
Sucky – El Otro Yo: Oh! Muchas gracias! Sí, Helga es intensa, alocada y apasionada! Me encanta como personaje! ¿La declaración de amor? Bueno, iba a comenzar con la trama fuerte del fict en este capítulo, pero como me pusiste a pensar en una declaración de amor entonces la escribí en este capítulo. ¿Qué tal te pareció? Y lo del aroma varonil... Pues la verdad he conocido a hombres que siempre tienen una esencia impactante. Sí, me refiero a su perfume. Hay veces en que identifico quien está cerca de mí por su aroma y afortunadamente me he topado con algunos que siempre, siempre huelen divino que dan ganas de abrazarlos fuertemente. Y sobre el olor a hombre, al natural, también es rico el aroma, en especial cuando salen del baño, ese olor a limpio que dura por horas. Para el caso del fict... digamos que es debido al perfume.
Number6: Me suena tu nick. XP Brainy me es simpático. Hay que admitir que el buen discurso de loco amor de Helga no está completo sin la aparición de Brainy. Y la verdad sí puedo creer que luego de tantos años Helga no se de cuenta que le gusta a Brainy. Para ella sólo existe Arnold, y su vida es alejar a cualquier aprovechada que lo ronde XP. Y otro detalle en el cual me dejaste con la boca abierta: Su familia no es TAN mala en el show. Oh! Excelente punto de vista, y a eso iré en los siguientes capítulos. La perspectiva que quise dar en el primer capítulo fue la de Helga, y si bien es cierto que ellos no son verdaderamente malos con ella, hay que admitir que sí tienen inmensas fallas. Y para terminar ¿Te encantan los ficts de aventura? A mí también. Tengo en mente un par de proyectos sobre Hey Arnold (Y vuelvo a insistir: Culpen a la maratón) y uno justamente es romance/aventura. Lo haré apenas acabe con este fict. No quiero estar aquí como en otros fandoms (tantos ficts publicados y pocos terminados ¬¬)
YaShi–mgj: Muchas gracias! A veces se me alteran demasiado las neuronas del romance (¿A veces? Ja!) Y bueno, la trama no se irá exactamente a lo que ocurrió en esos 14 años (En el próximo capítulo me explicaré mejor, sin duda alguna). Cómo Helga y Arnold finalmente están juntos en este fict espero haberlo contestado con este capítulo.
Shinji Langley: Oh, sí, sin duda el romance inunda en los ficts (en especial los míos, a veces soy demasiado empalagosa...) Por favor, dime los detalles en los que piensas que debo desarrollar. No está nada mal unas críticas constructivas, acepto sugerencias con mucho gusto. Aunque la trama de este fict ya la tengo fríamente planeada (Jo! me pareció graciosa la frase) las ideas que me des puedo desarrollarlas para otro fict.
Natty: Lindo, sutil y elegante, me encantó esa descripción. Y concuerdo contigo, yo también respeto mucho a los escritores de lemons. Me pica la verdad el género, más que por el tema, por el estilo. Hay que tener mucho cuidado para no ser grosero, porque después de todo los lectores generalmente se involucran en la historia (al menos yo soy así) y uno puede salir con un mal sabor. ¿Linda historia? Umm... ya me dirás después si sigues pensando lo mismo, ok?
Para finalizar mis mini–notas: los quiero mucho, un intenso abrazo a quienes leen el fict y doble a quienes dejen review n_n
Ah! Queda la advertencia, me voy a poner malosa en los siguientes capítulos, no en este, que aún tengo alta la adrenalina del romance.
Capítulo 02: Un despertar como ninguno
Helga no quería abrir los ojos en aquella mañana, por más que el canto de los pájaros la llamaran a palpar su realidad, simplemente no deseaba despertar.
¡Que la muerte venga y se la lleve en esos instantes! La verdad no le importaba. Podría exclamar orgullosa que todo lo que vivió fue magnífico.
Tan magnífico como escuchar el latir del corazón de Arnold, tan magnífico como sentir su blanca piel debajo de la de ella.
Al diablo con el calor que inundaba la mañana. Más calidez sintió la noche anterior, y no sólo en lo físico. Lo sucedido invadió incluso lo espiritual.
Helga abrió con pesadez los ojos, de inmediato los volvió a cerrar, jugueteando mentalmente si despertarse o no.
Quizá había muerto la noche anterior y ya estaba en el paraíso, después de todo en los últimos años se ha portado demasiado bien.
¡Y qué perfecto era el Edén en el cual estaba ahora!
La rubia soltó un profundo suspiro de felicidad perfecta. Casi al instante se escuchó otro suspiro, que claramente despojaba tensión.
– ¿Qué fue eso? – extrañada preguntó Helga sin moverse ni un milímetro de su sitio. Arnold deslizó con cuidado sus manos por los largos y dorados cabellos de la joven que estaba sobre su pecho – ¿Acaso estás arrepentido?
La pequeña risa que dio Arnold terminó de despojar la tensión que en él habitaba.
– Se supone que yo debería preguntarte eso – le contestó aprisionándola más entre sus brazos – La verdad pensé... que tú pensarías... que yo... quise aprovecharme... bueno... de la situación.
Ahora fue Helga la que se rio brevemente.
Su risa como el canto de los ángeles. Llena de vida y pasión al mismo tiempo. Me entregó tanto sin exigir nada a cambio. Desde siempre fue así.
– Arnold... te conozco desde prácticamente toda mi vida – respondió ella acurrucándose con ternura entre sus brazos antes de murmurar perfectamente entendible – Sé muy bien que si hubieras querido hacer algo así, me hubieras emborrachado.
– ¡Helga! – expresó Arnold entre asombrado, divertido y perturbado.
Ella atinó a levantar su rostro y a acercarse al de él para brindarle un breve beso.
– Sabía que reaccionarías así – le susurró suavemente.
Arnold frunció el entrecejo.
– ¿Acaso soy tan predecible?
Helga asintió con una amplia sonrisa.
– Predecible y en el buen sentido. Te prefiero así. Así me enamoré de ti y así seguiré amándote. El día en que cambiaras, y para mal, te desconocería totalmente. Creería firmemente que mi Arnold murió, y yo también fallecería en ese instante.
Las mejillas de Arnold se tiñeron de rosa. Aún no se acostumbraba del todo a los halagos por parte de ella. Se supone que es él quien tiene que dárselos y no recibirlos. A pesar de ello no podía evitar que las palabras de Helga le hicieran sentir tan importante. ¿A qué hombre no le gustaría sentir eso? Ser el punto de apoyo de su amada, fortaleza de su mundo, esperanza del mañana.
Y parecía que el don de la palabra siempre estaba de parte de la rubia. Porque él simplemente no sabía cómo responderle a sus frases. A veces Arnold pensaba que Helga leía demasiados libros de poesía, historias de amor o seguro obtenía un montón de ficts impresionantes sobre Hr–H en la red y de ahí obtenía unas frases impactantes. Otras veces creía que él era su fuente de inspiración, vida y eternidad, y en esos instantes temía no poder corresponder a sus sentimientos dignamente, en instantes como esos temía que Helga lo amara más que él a ella. No quería hacerle daño.
Pero él la adora, sin duda alguna. La vida de Arnold carece de sentido sin Helga. Ella le brinda la pasión, chispas de locura y la intensidad que él necesita sentir, brindar y recibir.
Helga volvió a recostarse en su pecho, simplemente para disfrutar más las miles sensaciones que a ambos envolvían el encontrarse así, juntos, en paz, sin problemas ni preocupaciones.
Arnold volvió sus manos hacia la larga melena dorada de su chica, compartiendo con ella ese sentimiento de bienestar, dejando que el tiempo transcurriera sin límites. ¡Qué más da que sean las ocho, nueve o diez de la mañana! No importa, no interesa. Sólo están él, ella y el amor que sienten.
El amor que él comenzó a disfrutar hace dos años atrás, cuando descubrió lo fatal que se sentiría sin ella, lo terrible que era el hecho de que Helga simplemente salga de su vida, que otro tipo se meta en la vida de ella.
Flash Back
La centésima fiesta que ofrecía Rhonda era prácticamente igual a la que siempre hacía: llena de personas 'elegantes' según la anfitriona. Claro que todo era sólo palabras. Después de la lección que Arnold le había dado a Rhonda, a ella jamás se le ocurrió volver a hacer distinciones entre sus amigos quienes, a pesar de todo, la soportan.
¿Y cuál era la diferencia esta ocasión? Para todos, absolutamente todos, era una fémina de una belleza hasta ahora descubierta, para desconcierto y enojo de la misma Rhonda, quien buscaba el mínimo error en la vestimenta de Helga, para autonombrarse la reina del baile.
Pero parecía no existir el mínimo defecto en el espectacular vestido rojo de la rubia, su escote de espalda era atrevido, no vulgar. El maquillaje perfecto: el rosa de sus mejillas le daban un aire de siempre ruborizada. El azul de sus párpados eran la envidia del cielo. Y muchos presentes ya se preguntaban el sabor de sus labios rojos. Ni qué decir de su peinado de lujo, aquellos mechones dorados que caían delicadamente alrededor de sus mejillas le quedaban precisos para atraer la atención de todos los hombres de la fiesta.
Demasiadas miradas, a decir verdad.
– ¿Esa es Helga G. Pataki? – preguntó Gerald simplemente perturbado, como prácticamente todos los hombres del sitio.
Efectivamente era ella. La mujer de la noche, la reina del sitio.
– Para mí que se hizo cirugía por todos lados. No es posible todo eso estuvo escondido dentro de ella en todos estos años.
Arnold hubiese querido asentir ante las palabras de Harold. Si no fuera por el extraño tonito que encontró en la frase.
– Yo creo que es una hermana perdida de Helga – replicó Sid – ¡Y vaya hermana! A mí me daría pena que fuera mi hermana.
– Insisto en la cirugía. Ojalá que también se habrá operado la actitud.
– Dejen de hablar así – les cortó Arnold antes que Sid replicara las palabras de Harold.
– ¿Así? ¿Así cómo? – preguntó Stinky rascándose la nuca en clara señal de incomprensión.
– Así... como... así como... – Arnold apretó fuertemente los puños antes de soltar de golpe – ¡Como si fuera la primera vez que la vieran!
– Es que es la primera vez que la vemos – dijo Sid descaradamente – Al menos de esa forma.
Lorenzo, quien en esos instantes le servía una bebida a la rubia, no le quitaba los ojos de encima ni un sólo segundo. Es más, parecía no pestañear. Y eso que el celular del joven sonaba constantemente.
Sid estuvo a punto de hacer otro comentario 'de hombres', pero se detuvo al sentir la mirada de advertencia de cierto rubio con cabeza en forma de balón.
A Arnold simplemente no le gustaba, no soportaba que otros la miraran de esa forma que sólo otro hombre comprendería. ¿Qué demonios pasaba por la cabeza de Helga al venir así tan... tan...?
Arnold sacudió la cabeza en señal de auto reproche. Él no podía pensar de esa forma. No, para nada. Aún tiene mucho de caballero, a diferencia de los presentes, incluyendo en este grupo al propio Lorenzo quien parecía que ya se tiraba encima de la rubia.
– Algo extraño está pasando aquí – le comentó Gerald en voz baja.
– Tienes razón – Arnold apretó fuertemente el vaso de cristal que tenía, con tal fuerza que los nudillos eran blancos – Y sé cómo averiguarlo.
– Yo me refiero a otra cosa – dijo el moreno mirándolo suspicazmente.
Arnold se encogió de hombros y fue directo hacia la única persona presente que podía darle soluciones. Y vaya que quería respuestas. Gerald se limitó a seguir a su amigo, para ser fiel testigo de sus acciones y luego comentarlas, como siempre lo hacían.
– Phoebe ¿Qué le pasó a Helga?
La chica entrecerró los ojos ante tal pregunta del rubio, ella obviamente quiso dar un semblante de extrañada por la cuestión.
– Yo no le veo nada fuera de lo normal – contestó Phoebe lo más neutral posible.
– ¿Cómo que no? – Arnold apretó los dientes en cada palabra pronunciada, conteniendo la ira por la indiferencia que Phoebe trataba de mantener ante la situación – ¿Acaso no te das cuenta de cómo estos animales la babean?
– Hasta ahora no veo que nadie le haya faltado el respeto a Helga – Tentado estaba Arnold de decirle las cosas que pasaban por la mente masculina en esos instantes para hacerla reaccionar, pero eso sería traición a su 'raza' y además no sería nada caballeroso. Phoebe no se percató que Arnold quería decirle tantas cosas, por ello siguió hablando – Lo que ocurre es que simplemente Helga comienza a actuar como lo hace cualquier joven, de 21 años, soltera y sin compromiso alguno.
– ¿Coquetearle a todo el mundo en un baile? – protestó Arnold haciendo sobresaltar tanto a Phoebe como Gerald.
Gerald le tomó un hombro a Arnold, seguramente con la intención de volverlo a la realidad: la joven con quien habla no es Helga, por ende no es a quien debe reclamarle. Y aunque fuera Helga, Arnold tampoco tiene nada que reclamar. ¿O sí?
– Oye, viejo... Cálmate – dijo Gerald dándole unas cuantas palmadas en el hombro para hacer más notoria su presencia – Ni que estuvieras celoso –
Gerald estuvo a la expectativa de la reacción de Arnold. Pero no obtendría respuesta alguna, porque las 4 últimas palabras que el moreno había dicho hacían eco en la mente del rubio.
¿Celoso? ¿Él? ¿De Helga Pataki?
¡No! ¡Celos, no! Lo que sucede es que no le parece decente que todos estén mirándola como una muñeca sensual que pisa por primera vez la tierra, cuando todos la conocen desde hace muchos años. Tampoco le parece que ella se vista y comporte de esa manera tan... tan... tentadora, casi rayando en mujer fatal. ¡Demonios! ¡Helga no es así!
Tampoco le parece que cualquier estúpido venga ahora y, porque quedó prendado de su belleza, comience a llenarle la cabeza de falsas fantasías y promesas de amor que no podrá cumplir. Le harán daño y ella no se lo merece.
Porque amar a Helga es más que un reto. Es entregar la vida sin pensarlo ni un instante, es aceptarla con sus virtudes y defectos, con sus impulsos y arrebatos, con sus comentarios que buscan ser hirientes. Es saber descubrir que ella está pidiendo a gritos ser amada por creer que el único hombre que ama no le corresponde.
¡Estúpida Helga! ¡Está completamente equivocada!
– ¡Yo no estoy celoso! – replicó Arnold fastidiado – Simplemente me enoja que cualquier imbécil vea en sus escotes y en sus labios tentadores virtudes espirituales que siempre ha reflejado su personalidad, que sólo yo puedo leer, porque yo sí la comprendo. Porque no es necesario que se vista tan divinamente como hoy para que...
Arnold detuvo abruptamente sus palabras, fácilmente su mente completaba la frase con « ...despierten mis sentimientos hacia ella»
No sólo Helga estaba equivocada al creer que él no la amaba. También él lo estaba al creer que no sentía nada por ella, al pensar que no estaba celoso, cuando su subconsciente le estaba gritando desde que Helga entró al salón de baile '¡Alerta! ¡Te la van a quitar! ¡Y todo por ser un patético idiota enamorado reprimido!'
Helga jugó sus cartas finales. Fácilmente le restregaba en la cara a Arnold 'Esto es de lo que te estás perdiendo... Esto es lo que te atreves a rechazar. Verás cómo otro no me desprecia'
Ella entonces conseguiría un nuevo admirador esa noche, su vida tomaría otro rumbo con aquel pretendiente, así se alejaría definitivamente de Arnold. No más reclamos sin fundamentos, ni eternos pleitos de palabras al chocarse en cada esquina. No más sucesos extraños cada vez que él salía con alguna chica y extrañamente Helga rondaba por ahí.
No más Helga en su vida. No más sus palabras, no más sus celos, no más su amor incondicional que creció con más fuerza en todos esos años. Arnold podía sentir ese intenso sentimiento de Helga en cada encuentro de sus labios. Claro, esos besos fueron siempre circunstanciales: Obras de teatro, rodajes de mini–series (que en verdad nunca llegaron a la luz pública), cuando Helga quería ayudarle a quitarle de encima a alguna chica que a Arnold le cayera tan bien como una patada en el estómago, o también los besos accidentales que se daban cuando lo que quería Helga era darle un simple beso en la mejilla y él, siendo un aprovechado de primera – como Helga le reclamaba después – desviaba el rostro y por ello eso jamás volvería a ocurrir.
Simplemente no más Helga y todo lo que ella implica.
¿No más Helga?
¡Ni que estuviera loco!
Arnold dejó a su mejor amigo con la mejor amiga de su Helga para dirigirse hacia su rubia. Y, para mayor asombro de Rhonda y de todos los presentes, incluso de la propia Helga y del mismo Arnold, él la tomó abruptamente de los hombros, la volvió contra sí y entonces...
¡La besó!
Algunos inconscientemente buscaron las cámaras de video, porque si bien era cierto que no era la primera vez que los veían besarse de tal manera también era cierto que eso sólo había pasado algunas veces, cuando ambos estaban filmando escenas de alguna novela, comenzando con la ocasión en que protagonizaron la obra de Romeo y Julieta, cuando apenas eran unos muchachos de escuela. Claro que nadie estuvo presente en los otros encuentros de labios que ambos tuvieron.
– ¿Q... qué... qué está pasando aquí? – preguntó Lorenzo notablemente perturbado.
Arnold se separó con brusquedad de la rubia y la puso detrás de él, como si la protegiera de alguna horrible amenaza. Helga, por su lado, se lleva una mano al corazón y trata de recuperar todo el aliento que la acción de su amado rubio le había quitado. El sonrojo natural de su rostro opacaba al maquillaje que ella usaba como rubor.
– Ocurre que tú y todos los demás – Arnold miró con fiereza a todos los hombres del sitio – Van aprendiendo que a ella no la miran más de esa manera.
– ¿De qué manera? – insistía Stinky confundido.
– Oh, Arnold... no imaginaba esos gustos – mordazmente dijo Rhonda mordisqueando ligeramente la uña de su meñique derecho.
Helga, si hubiese tenido control de todos sus sentidos, mínimo mandaba a la anfitriona a pasar la noche en la más cara clínica de la ciudad. Pero ella seguía ahí, ruborizada hasta la médula, paralizada de la impresión. Las voces llegaban a sus oídos, pero se perdían al instante. Su mente quedó simplemente estancada en el instante en que Arnold la besó de aquella forma en que sólo ella sabía hacerlo.
Rhonda de inmediato evitó hacer cualquier otro comentario. La mirada intensa que le dio Arnold claramente declaraba que si sus ojos bastasen para asesinarla, lo haría sin duda alguna.
– No te metas con un celoso enamorado – le comentó Gerald seriamente, aunque en su interior ya imaginaba los miles de comentarios cómicos que le gastaría a Arnold por su impulsiva acción – Mucho menos con la mujer de su afecto. No te agradarán las consecuencias.
– Definitivamente la interacción diaria que conlleva con Helga han influido enormemente en su comportamiento – dijo Phoebe con aquel tono solemne que sólo ella podía entonar.
– ¡Oh! Esto es simplemente divino – exclamó Lila exaltada llevándose las manos entrelazadas a su mejilla derecha – El imaginar perder a Helga ha provocado que el inmenso sentimiento de amor de Arnold finalmente aflore.
– ¿Arnold y Helga? – exclamó Sid tan perturbado como si le dijera que en su casa se hospedará el gemelo malvado.
– ¡Sí! ¡Arnold y Helga! – repitió el rubio en voz alta para que todos lo escucharan – ¡Ella y yo! ¡Y quien tenga algún problema con eso se las verá conmigo!
Helga sentía desmayarse en esos precisos instantes. Ella temía hasta de moverse siquiera un milímetro. No sea que se descubra en su cama, en otro de sus alocados sueños de cómo Arnold declarará su amor por ella. Claro que en su imaginación todo había quedado en hazañas heroicas, luego de que él la rescatara... o que ella por centésima vez le abriera los ojos ante la farsa de alguna aprovechada... o luego de una intensa travesía por el Amazonas...
Pero nada se comparaba con Arnold gritando a todo pulmón que ella está prohibida para todos los hombres del planeta porque le pertenece exclusivamente a él.
Arnold se estaba comportando posesivo, arrebatado, apasionado e intenso.
Se estaba comportando como ella.
Y la verdad no le desagradaba en lo absoluto, aunque esto la dejó sin palabras.
Poco a poco los invitados dejaron de prestarle atención a la pareja, aunque se escuchaban cuchicheos tipo 'cuando finalmente descubrimos el bombón perfecto viene el dueño de la dulcería'
Helga seguía detrás de Arnold quien miraba fijamente a cada ser del género masculino que inundaba el salón. Ella seguía sin salir del trance en el que estaba envuelta. Y posiblemente no hubiera reaccionado sino fuera porque Phoebe se acercó a los rubios y le tocó el brazo a la congelada de Helga.
– ¿Estás bien? – Phoebe le preguntó en un suave murmullo. Arnold se volvió hacia Helga para apreciar cada mínima palabra o acción que la rubia mostrara.
Helga asintió débilmente mientras dos cristalinas lágrimas escapaban de sus ojos.
Arnold, sintiéndose culpable de las lágrimas de Helga, atinó a tomarla de los hombros y voltearla hacia él.
– Yo... lo... yo lo lamento tanto... – le tartamudeó nervioso – ...No fue mi intención...
Helga se apartó con brusquedad mientras clavaba su mirada en el piso.
– ¿No fue tu intención? – pudo finalmente articular sintiendo que todo se revolvía en su mente: beso, amor, pasión, miedo, temores, nervios, baja autoestima. – ¡¿Entonces por qué lo haces?! ¿Por qué me ilusionas de tal manera si vas a arrepentirte en definir tus sentimientos? No me hagas pensar que me amas si realmente no lo haces. ¡Déjame entonces alejarme de ti! ¡Ya estoy cansada de todo esto!
Y Helga atravesó todo el salón para irse del baile. Arnold no esperó ni cinco segundos para seguirla. Phoebe intentó seguirles, pero Gerald le detuvo. De inmediato la joven de melena negra comprendió la situación. Los dos rubios debían poner en claro su situación de ahora en adelante.
La conversación que se inició entre Arnold y Helga, desde la casa de Rhonda hasta el parque, llevó arrastrando un montón de sentimientos que ambos acumulaban. Arnold insistía en que él no se arrepintió de besarla ni lo que declaró, sino la forma en que ocurrió y le reprochaba a Helga que la culpa fue de ella, por ir de esa manera.
Helga estaba enfadada porque él tuvo que ser tan testarudo. Justo que estaba decidida a apartarlo de su vida ahora él le venía con que la amaba. Era una cruel tortura, y lo peor de todo es que estaba dispuesto a soportarla, por ello su enojo. Aún no podía creerse cuánto adoraba a ese estúpido cabeza de balón. Lo único que ella suplicaba en su interior, con todas sus fuerzas, es no salir lastimada. Ya estaba harta de noches de llanto sin remedio.
Entonces, luego de frustraciones expresadas, celos admitidos, miedos compartidos... ellos comenzaron su romance. Helga anhelaba no estar soñando, y si así fuera, no quería despertar nunca.
Y su sueño le ha durado veinticuatro benditos meses.
Continuará...
