Notas iniciales: Estas palabras son para todos ustedes! Los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo–los–amo.

¡Estoy sumamente feliz! Creo que estoy llevando bien las cosas (Hikari da brincos en su asiento) aún tengo algunas sorpresitas más que darles (dejen pensar qué me invento XP)

Y es justo que se merezcan una explicación, se han portado tan lindos conmigo. Mi trabajo de Auxiliar Contable provocó que comenzara bien laboriosa el año, no vale la pena explicar todo lo que hago, pero sí fue más de lo que podía soportar físicamente. Si me ponía a escribir el fict en esos momentos no iba a salirme algo que valiera la pena (y ustedes se merecen un escrito de calidad buena hacia arriba). Ahora, entregado lo que me solicitaban en mi trabajo, vuelvo a disfrutar de mi tiempo libre para dedicarlo a esta historia.

Number6: ¡Ay! Provocas que me sonroje horriblemente! Me encantan tus comentarios, eres un gran lector de mi fict ¡Y un indudable admirador de esta serie! Bueno, Oskar me cae mal, como personaje, así que debía deshacerme de él de inmediato. Puede que tenga todas las ganas de cambiar, pero no por ello las cosas le van a salir fácil ¿Te preocupa Helga? ¡A mí también! Espera sólo un poco más, please. Y bueno, Lila como personaje sí es simpática, lo admito. Lo único que no me agrada de ella (pero al mismo tiempo sí XP) es cómo le corta las alas a Arnold, esto porque me recuerdo al capítulo en que Arnie terminó con ella y cómo Lila le dijo así, directa y fríamente al rubio lindo que sacara su mano del hombro de ella y le recalcó por centésima vez (creo yo) que sólo le gustaba como amigo. (¡Que Arnold reaccione ya! ¡Me desespera!) ¡Oh! ¡Sí! Antes que me olvide... me has asombrado al adivinar que Gino le tiene puesta una gran trampa a Gerald, esto te lo digo ahora porque justo se verá en este capítulo.

YaShi–mgj: ¡Otra belleza! ¡Es que los amo! ¡Son tan lindos! Veré si Colgate me acepta un contrato, pero eso tendrá que ser en el capítulo final. Bueno, como eres una persona tan linda, de una vez declaro: el final de la historia lo tengo muy bien planeada, y no creo cambiar de opinión. Así que no estoy indecisa sobre eso, sino en publicarlo (en especial el penúltimo capítulo)... es que me va a dar un no–sé–qué ¡Aunque también ando con unas locas ganas de saber qué opinan! ¿A qué me refiero con ello? A que las fábricas de pañuelos van a subir su capital XP

Celen Marinaiden: Los abuelos de Arnold aún tienen que hacer en este fict, aconsejar al cabeza de balón, guiarlo, hacerle entender algo que Arnold apenas comienza a comprender... y salir con sus locuras XP Gracias por tu lindo comentario. ¡No te pierdas!

Arinayed: El título del fict... Ummm... eso sería irme más adelante en la historia, no puedo adelantar en ello, lo siento mucho por no poder decírtelo, pero estás muy bien que más adelante le hallarás relación. ¡Y sí! Soy una loca fan de la serie! (¡Maratón! ¡Otra maratón!) En lo personal considero que cambiarle la perspectiva a una historia, de su papel natural, hace que sea interesante (Tengo una idea casi parecida para Harry Potter XP). Lo complicado es darle un argumento creíble, ponerse malosa si es necesario. Y seamos sinceros, el cabeza de balón le ha salvado el pellejo a más de uno. ¡Nos vemos en la siguiente actualización!

Natty: De nada, cuando quieras tómate un helado a mi nombre XP Tampoco yo creo que Oskar cambie (o quien sabe, puede que si tuviera hijos entonces reaccionaría) pero me era necesario sacar a todo mundo de la casa de huéspedes (ya me imagino... Hikari le grita a todos 'Desalojen, que necesito a Arnold solo por unos capítulos' XP) Feliz Año Nuevo a ti también y prometo no demorar mucho, para mí no hay vacaciones, trabajo, pero eso sí, no dejaré de escribir.

Arlet: Sí, estoy completamente de acuerdo contigo. Los hombres son muy posesivos, cuando sienten que le quieren quitar lo suyo se ponen peor que fieras n.n Sobre el romance, soy una romántica de primera (y por más que me quiten el azúcar de la sangre igual mis neuronas crean más dulce XP) y tenlo por seguro que me apuraré en terminar este fict (le quedan pocos capítulos) para comenzar con otro que ya me pica la mente y con otro más que ya tengo la idea armada, y esperemos que las ideas se me alboroten terriblemente con esta serie. Estoy sumamente encariñada con los lectores de 'Hey, Arnold' ¡Jamás pensé que fueran tan divinos! Ya dejo el parloteo para que leas el fict.

Bonny: Aaaaawwww te gustó más el capítulo anterior? A mí también me encantó por la plática entre la familia Pataki y Arnold (Hikari brinca de gusto) pero hay otro que me encanta más, que pronto vendrá. Todo se le pondrá difícil a Arnold, en especial con cierta rubia. ¿Cómo me las ingeniaré para arreglar todo? Buena, muy buena pregunta. Pero confío en que algo se me ocurrirá. Muchos besos. Buen provecho con los helados (mi postre predilecto sin duda alguna)

Shinji Langley: Gino no se ve muy a menudo, es que el tipo hace mal su papel que en este fict ya mismo se va XP je, trato de darle participación a todos en el fict, aunque sea por breves instantes. Hey, Arnold no sólo consta de Helga–Arnold (ya quisiera yo n.n) y Phoebe–Gerald. Espero que este capítulo llene tus expectativas. No te pierdas, besos y abrazos a montón. (Ando muy melosa... mejor dejemos eso para el fict)

Mimi Star: ¡Oh! Una lectora del fandom de Digimon (Hikari recuerda tiempos anteriores y sonríe nostálgica) Bueno, de Digimon terminaré algunos ficts pendientes y salgo de ese fandom. Siento que mi etapa en ese sitio ya pasó. Me verás más a menudo aquí y en Harry Potter (¡Harry–Hermione!) Sé lo que es no tener Internet en casa T.T y te comprendo perfectamente. Me alegra que hayas leído esos ficts, aunque a mí no me gustan mis primeros escritos, no los siento tan desarrollados como ahora, pero no los borro porque me hacen sentir que he mejorado. Claro que aún debo seguir mejorando, tengo fallas en coordinar las ideas y debo ser más constante con los escritos. Comentarios como el tuyo me animan a seguir. ¡Cuídate bastante, y estudia mucho! (Idea aburrida, lo sé, pero sé consciente de que es tu futuro el que te estás forjando)

Este fict no será muy extenso, si me adentro en cada una de las ocasiones en que Arnold influyó en cada personaje realmente jamás acabaría. Pero sí pienso adentrarme en los momentos más destacables. Ya que la vez anterior comieron helado en mi nombre ahora les pido que se tomen su bebida preferida ya sea cálida o con mucho hielo (chocolate caliente, coca–cola helada, jugo de naranja con hielo... depende del clima en que se hallen)


Capítulo 06: El tiempo no es aliado de los problemas


Gino le miró de pies a cabezas, como si fuese la primera vez en la vida que lo hallara.

– ¿Quién eres? – preguntó el joven empujando al adolescente en el proceso de que se dirigía al rubio – Y más aún ¿Cómo te atreves a llamar a nuestro rey por su nombre?

¿Gerald? ¿Aún metido en ese bendito juego de niños? No, no era posible.

– ¡Esto es absurdo! ¡¿Cómo demonios pueden estar metidos en una estupidez por catorce años!? Es simplemente imposible.

– No te atrevas a insultar el juego de Nuestro Rey G. M. Johanssen – Gino le desafió empujándolo. Arnold no se intimidó. No eran unos niños de 9 años, y si así lo fueran el rubio no iba a dejarse intimidar por él, más aún cuando tiene que salvar a su amigo, así sea que en ese mundo no sean amigos.

– Es un estúpido juego con estúpidas reglas y más estúpido es quien se deja caer en este vicio, a menos que exista el estúpido dinero de por medio – replicó Arnold firmemente. Gino estuvo a punto de dar dos pasos hacia atrás, se le notaba vacilante ante la actitud de ese rubio aparecido de la nada.

Involuntariamente Gino se pasó la mano por la frente, secando el sudor de los nervios. Y esto no pasó desapercibido para Arnold.

Desde pequeños Big Gino siempre tuvo un aire de ambicioso, nadie en la escuela PS118 se atrevía a pedirle prestado dinero sin estar seguro de devolvérselo completamente, no a menos que quiera verse en graves problemas.

– Tienes atrapado a Gerald en una de tus trampas sin salida – dijo el rubio entrecerrando los ojos. Gino quiso adoptar una actitud intimidante, pero nadie puede contra la verdad.

– ¿Qué es lo que está pasando? – declaró el moreno Gerald al asomarse por una ventana. Su mirada era dura y en nada se parecía a la de un cálido y extrovertido vendedor de relojes.

– Rey Johanssen – declaró Gino con notable voz temblorosa – ¿De... des... desde cuándo... desde cuándo ha estado ahí presente?

Gerald miró al adolescente de 14 años que se aferraba al libro de reglas, luego en Gino quien sudaba a chorros su nerviosismo... y finalmente reparó en la presencia de Arnold.

– Ven, sube – le ordenó al rubio quien frunció el entrecejo ante el tono imperativo que usaba Gerald, pero no le quedó otra que hacerle caso. Gino comenzó a seguir a Arnold, pero el moreno lo detuvo – Te quedas ahí. Hoy no hay juego.

Gino asintió y miró al adolescente, su actitud déspota volvió al instante y lo echó en un abrir y cerrar de ojos.


Obviamente el traje infantil de Rey no le quedaría a un hombre de 23 años, además los gustos cambian con la época, pero la presencia de ser superior era indispensable para darle una sensación de temor al contrincante. Por ello Gerald llevaba puesto un traje blanco, con bordes dorados, simulando ser el rey de un desconocido país.

– ¿Qué es lo que está sucediendo contigo, muchacho? – indagó Gerald sentándose en el trono real, dejando a un lado la corona que llevaba e invitando al rubio a sentarse en el puesto que generalmente era destinado para el retador.

– ¿Qué sucede conmigo? – repitió Arnold alarmado – ¡Mira lo que ha pasado contigo, Gerald! Estás envuelto en una trampa con Gino, no sales de tu problema con esos relojes...

– Ambas cosas están enlazadas – declaró el moreno – Debo ganar dinero extra para poder pagar los envíos de las cajas que me llegan a casa.

– Saturaste el mercado – observó Arnold con pesadumbres.

– Sí, sí... eso ya lo sé – respondió Gerald mientras acomodaba los codos en la mesa, enlazaba sus manos y apoyaba en ellas su barbilla – Sé los problemas que tengo. Lo que quiero saber es qué sucede contigo.

– ¿Conmigo? – se extrañó Arnold – Conmigo no pasa nada malo.

– Creo que sufres un caso de soledad crónica, o de súper héroe recién descubierto – dijo Gerald como si estuviese platicando de cualquier cosa, le faltaba calidez a sus palabras – Andas involucrándote en la vida de los demás, queriendo resolver todos los problemas en un abrir y cerrar de ojos, como si eso fuera posible. Seguro que debes ir a un psicólogo, eso te ayudará a canalizar la muerte de tus abuelos de una forma productiva para ti.

Arnold no podía creer que Gerald hablara de aquella forma. La mente del rubio trabajó al máximo, recordando cada problema que el moreno tuvo en su existencia.

– ¿Sigues teniendo problemas con Jamie O.? – preguntó Arnold.

A Gerald la pregunta le tomó por total sorpresa, pero de inmediato imaginó que su padre debió comentarle algo en algún instante.

– Parece que mi padre no puede mantener los problemas de familia en casa – dio como respuesta incorporándose en su asiento.

– ¿Y qué tal te llevas con Timberly? – preguntó el rubio recordando que la hermana menor de Gerald antes le sacaba de quicio, pero con el paso de los años aprendieron a sobrellevarse.

– No sé a dónde viene todo esto.

– Vamos, Gerald. No tienes más reino que el de tus propios problemas. No sales de la venta de relojes, andas involucrado en un juego de apuestas, tienes roces con tu hermano mayor y jamás aprendiste a apreciar a tu hermana. Eres un amargado envuelto en problemas y más problemas.

– ¡No te metas en mi vida, Arnold! – reclamó Gerald golpeando con firmeza la mesa.

– ¿Y Phoebe? – indagó el rubio – ¿Qué hay de Phoebe?

Esto sí confundió totalmente a Gerald, la incomprensión llenó sus facciones.

– ¿Quién es Phoebe?

Arnold se percató que Gerald dijo esas tres palabras sin tartamudeo alguno, el sonrojo no lo invadió ni le temblaba la mandíbula al mencionarla.

– Phoebe Heyerdahl – dijo Arnold con firmeza – ¿A qué otra chica con ascendencia asiática conoces?

Gerald pareció recordarla de algún lado.

– ¿Y qué tengo que ver con ella? – preguntó Gerald aún extrañado y comenzó a explicar las razones por la cual nunca tendría algo que ver con ella – Es una cerebrito que sólo vive metida con la nariz en un libro. No ha le visto desde que recibió el premio de mejor alumna al terminar la secundaria.

Arnold cerró los ojos unos instantes.

Phoebe es la mejor amiga de Helga. Pero en esta realidad Helga no permite que nadie se le acerque. Ambas no son amigas... Helga no sacó a Phoebe de su mundo de conocimiento.

Arnold se percató que en este mundo nunca ha visto a Phoebe.

– Esto último me demuestra lo completamente desquiciado que estás – Gerald se levantó y le abrió la puerta de la habitación – Hazte un favor, no vuelvas a meterte en los asuntos de nadie, puedes salir mal parado.

Arnold se dirigió a la puerta. No se puede ayudar a alguien que no quiere ser ayudado.

– Y hazte un favor – Arnold no podía seguir diciendo que era amigo de Gerald si no lo aconsejaba (así el moreno no quisiera escucharlo) – Vuelve a ser el gran amigo que eras. Deja esos relojes, eres tan astuto para vender relojes incluso para alguien que no los quiere – Arnold sacó los 3 relojes que el moreno le había vendido anteriormente – Y no eres lo suficientemente listo para salir de ese círculo vicioso. Te aprovechas de adolescentes que buscan un título que detrás de esa puerta no vale nada, permites que Gino maneje tus inversiones y no eres capaz de confiarle a tu familia ni siquiera en los problemas en que te hayas envuelto.

Gerald abrió desmesuradamente los ojos ante tales regaños. Arnold tomó aire antes de soltar sus últimas palabras:

– Simplemente deja de ser tan patético.

Y el rubio salió como un huracán de la habitación.


Arnold anduvo sin rumbo fijo por algunas horas. Jamás imaginó cuánto cambiaría la vida de las personas con tal sólo unas palabras suyas.

– Eres el milagroso.

Siempre se lo había dicho su abuelo, desde pequeños, aunque la mayor parte del tiempo le insistía en que se comportara como alguien de su edad.

– Una persona sí puede cambiar el mundo, y esa persona eres tú.

Arnold se puso las manos en la chamarra, ya casi era de noche y no había probado bocado alguno en todo el día. Ni siquiera había regresado a la casa de huéspedes a ver cómo estaban las cosas. No quería encontrarse con el señor Potts adorando silenciosa y eternamente a una mujer que debería ser su esposa. Menos imaginaba verle el semblante al señor Hyunh quien seguro jamás encontró a su hija (Arnold creía que el Señor Bailey al final se había compadecido de él y buscó a Mai Hyunh aquella noche de Navidad, que el milagro de aquella ocasión había sido que el corazón de Bailey se había envuelto del sentimiento de la época)

– Todos los problemas se acumulan y crecen desmedidamente a través de los tiempos.

– Ya lo sé, abuelo – Arnold se llevó las manos a la cabeza al ver a Oskar Kokoshka caminando desanimado hacia The Sunset Arms (El rubio ya ni ganas tenía de decirle que no podían cambiar las cosas de la noche a la mañana) El aire frío corría con mayor fuerza.

Pookie comenzó a intentar arrancar flores para dárselas a su nieto y así animarlo, pero su mano no era sólida y se perdía como el viento al traspasar el tallo de las plantas.

El anciano hombre se puso junto a Arnold y miró al rubio cada vez más decaído.

– Hey, Arnold... ¿No ibas a buscar a cierta rubia que estaba en una clínica?

Arnold se incorporó en su asiento y bajó la mirada antes de admitir pesadamente.

– Tengo miedo, abuelo – Arnold soltó un pesado suspiro que no se llevó sus temores – Si con los demás sucedió todo esto... no quiero imaginar qué será con Helga... Ella ni me conoce.

– Quizá debiste haber ido con ella y no detenerte en los demás – dijo el hombre cruzándose los brazos de forma pensativa – Posiblemente con tu novia Helga hubieses tenido mejores resultados y no te hubieses deprimido de esta forma.

– O posiblemente me hubiese mandado por un tubo al quinto infierno – Arnold soltó abruptamente – Si Helga conociéndome es sarcástica y poco amable, ahora que no me tuvo en su vida...

Las ideas se aclararon en la mente de Arnold. No quería pensar en esa posibilidad. No quería imaginar que sin él ahora Helga era indiferente, reaccionando sólo para alejar a las personas de su vida. Pero eso parecía ser lo que pasó.

– Creo que Helga no se enamoró de alguien amable cuando era pequeña – finalmente soltó Phil mirando cada una de las reacciones de su nieto – Ella nunca se fijó en cierto rubio con cabeza de forma de balón porque él simplemente no quiso preocuparse por nadie.

Arnold se levantó y sin querer traspasó la fantasmal imagen de su abuela cuando se dirigía a la clínica. Ambos fantasmas levitaron y trataron de llevar el ritmo acelerado que tenía el rubio.

Casi quince minutos después Arnold se hallaba en la recepción y timbraba inquietamente el botoncito llamando así a la enfermera encargada de atender.

¡Qué falta de consideración! Y se supone que ese sitio es la mejor clínica de toda la ciudad.

Arnold estuvo a punto de ingresar por los pasillos cuando dos enfermeras salieron apresuradamente.

– ¡Debes ayudarnos! – recriminaba la de melena rojiza y llena de ondas aprisionando contra sí una pequeña carpeta. Arnold la reconoció de inmediato como la enfermera que se había llevado a Helga en horas de la mañana, cuando había visto por primera vez a la rubia.

– Mi deber es atender aquí, ya perdí mucho tiempo – decía la otra enfadada mientras se recogía en un lazo sus mechones negros.

– Pues parte de tu deber es vigilar la entrada – dijo la pelirroja mordazmente. Se la notaba terriblemente asustada.

– Esa muchacha no va a ser lo suficientemente estúpida para escaparse de la clínica por la puerta principal, ten un poco de razonamiento.

De repente ambas mujeres repararon en la presencia de Arnold.

– Eh... Buenas noches, lindo... ¿Algo en lo que pueda ayudarte?

– No – dijo Arnold y comenzaba a caminar lentamente hacia los pasillos, pero no perdía alguna palabra de las enfermeras.

– Hay que llamar a su familia – finalmente dijo la de cabello rojizo – No queda otra.

– Bob Pataki nos va a demandar, ya lo verás.

Arnold ya sabía que ambas mujeres estaban hablando de Helga, se atinó a arrimarse a la pared fría y blanca para seguir escuchándolas hablar.

– Es lo de menos – dijo la pelirroja – Me tiene preocupada esa muchacha, pobrecita. ¿Y si comete una estupidez? ¡Tiene tendencias a ser una suicida!

– ¿Que qué? – la enfermera se tapó la mano con una boca para amortiguar su sorpresa. Arnold hubiese soltado esas mismas palabras de haber intervenido en la conversación. – Yo pensé que era un accidente... Aquí mismo lo puse en su registro.

La pelirroja asintió con tristeza.

– Y la psicóloga Blins nos ordenó exclusivamente no descuidarla... Pero ella se encerró en el cuarto, pensé que quería estar sola.

– ¡Hey, Arnold! – gritó su abuelo tan intrigado como las enfermeras que lo vieron salir abruptamente de la clínica – ¿A dónde vas?

Continuará...