Notas iniciales: De una vez declaro, me voy a refugiarme, porque me van a querer colgar del palo mayor con este capítulo.

Este es el penúltimo capítulo. Estoy verdaderamente sonrojada hasta la médula por este fict y estaré siempre agradecida por lo buenos lectores que han resultado con esta loquilla de la serie. Como recompensa, en el capítulo final les hablaré del siguiente proyecto que tengo para esta serie, dedicado con mucho cariño a todos ustedes, es que... ::Hikari comienza a llorar:: ...sin ustedes ¡yo soy nada!

Otra cosita, no se esperen actualizaciones de mi parte entre los primeros días del mes y fines de mes, que es cuando más me exprimen en el trabajo por un montón de reportes que debo entregar y me dejan tan cansada que mi inspiración viene como se le da la gana.

¡Y algo más! Sé que he tardado horriblemente en actualizar el fict, y quiero redimirme por ello, ustedes de verdad se merecen que deje todo en mi vida real y me siente a escribirles historias con dedicación. Pero no puedo hacerlo, así que, y de paso para comprometerme, esperen que tengo planeado algo que entregarles, y no es un fict. Pero no quiero hablar mucho de ello, quiero que se sorprendan. Les haré saber en el último capítulo, así que de paso, para irles preparando ese detalle que quiero entregarles, les aviso que el capítulo final tardará un poco porque además de redactarlo (y de que tenga un final convincente XD) quiero terminar eso que quiero darles y mejor ya dejo de hablar de eso o salgo soltando lo que es.

Y ya que tomaron sus bebidas preferidas, picaron con bocaditos... pues... Umm... ¡Ah! ¡Ya! Corran a comprar pañuelos XP

Natty: Pues el final del capítulo anterior... lo confieso, corté el capítulo, porque con lo despistada que soy me olvidé de avisar que eran los capítulos finales, y no quería que de pronto vieran Fin del fict y me quedarán O.o! Y en definitiva soy miel y azúcar, literalmente hablando, aunque admito que me encantan grandes dosis de drama. Sólo falta un capítulo más, trataré de actualizar lo más pronto posible, porque quiero iniciar ya con otro proyecto de Hey, Arnold que tengo en mente.

Shinji Langley: Arnold está desesperado e impulsivo. Además él actúa como siempre (él siempre fue de la teoría Hay que decir las cosas) eso sí, quedó como precipitado en esta realidad. Sobre el final... ya falta poco, casi nada, en el siguiente espero me hagas saber si algo así te imaginabas. Muchas gracias, de todo corazón, por seguir esta historia.

Number6: No podía faltar tu valioso mensaje. ¿Sabes? A veces me das tanto miedo, porque hay cosas que yo sé, o que yo creo sobre la serie y no las pongo en el fict, apenas doy una idea de ello, y vienes tú y me das el discurso bien dado que me deja con la boca abierta. Es que yo creo que Bob Pataki piensa lo que dijo Helga en el fict: Él no esperaba tener otro integrante en la familia, aparte de Olga, y si así fuera, sería hombre. Y llegué a esa conclusión justamente luego de ver el capítulo Olga se compromete. Lo de Magic Show eso fue más perspectiva de parte de Helga, al no sentirse valorada por su padre, pero ahora lo tengo más presente desde que lo mencionaste. También creo que Bob sí ama a su hija, pero simplemente no sabe cómo acercarse a ella, porque él, Miriam y Helga están envueltos en un círculo vicioso: Bob no trata con cariño a su hija porque ella no es amable, y ella no es amable porque su padres no son considerados con ella (teniendo como referencia de consideración a Olga) Por otro lado, me dio tanta risa con tus opciones, tentada estaba a hacer una de ellas para la historia, pero me quedaría algo cómico y no provocaría el impacto que quiero conseguir.

Hikaru–Anna–Asakura: Bueno, vi algunos capítulos de Shaman King (¡Yoh–Anna!) y conozco la base de la historia, pero no vi algunos episodios por cuestiones de trabajo ¬¬ y en mi país la serie ya no la dan. Sobre la comparación de Ren y Helga... Umm... tienen ciertos parecidos, pero realmente Helga es tierna y cubre eso con una máscara de frialdad, como ella misma lo ha dicho. En cambio, considero que Ren quiere ser así para dar una apariencia de superioridad ante sus adversarios. Y por lo que a mí respecta, en cuestiones de romance: una buena opción para contrarrestar el fuego de Ren es el hielo de cierta muchacha de cabello azul (Ja, ja, ja... me imagino a cierto chico de cabello azul infartándose por ello, aunque su hermana simplemente lo manda a callar XD)

Sailor angel 7: Más vale tarde que nunca, bienvenida a... los capítulos finales de esta historia. Lamento no complacerte en alargar más el fict, si lo hiciera esto pasaría a ser relato de relleno, darle más vueltas a un asunto que ya debe terminar, porque la historia de este fict se basa en el simple hecho de una perspectiva de Arnold sin involucrarse en la vida de los demás. Es un concepto sencillo y al mismo tiempo importante. Pero pienso seguir escribiendo ficts de Hey, Arnold, así que no tienes pretexto para no seguirlos.

Sarahi: Demasiado corto, ¡Te apoyo en eso! Lo siento, es que esto iba a ser un largo capítulo, lo anterior más este de aquí era el penúltimo capítulo y no me pareció justo no avisar con anticipación (Hikari anota firmemente esto en su cabeza: Estar más pendiente de la extensión de sus historias) Y sobre si Helga siente algo por él... lee y obtendrás la respuesta, ja, ja, ja... y me lo comentas en el review, ok?

Nancy–Hiwatari–17: No sé si me equivoque pero creo que el review se te cortó, y eso ocurre cuando pones el símbolo de menor que. Te recomiendo, por experiencia propia, este símbolo para expresar enojo: ò.ó Lo que sucede con el mayor que y el menor que es que son símbolos usados para la programación, y por ello el sistema toma lo que está entre ellos como códigos de programas. Y sobre el fict, pues imagínate que algunas de mis autoras favoritas me pegaron una extraña enfermedad denominada haz sufrir en los ficts a tu personaje predilecto. Helga es mi personaje favorito, y creo que por ello le doy tan duro.

Bonny: ¡Si pudiera agarraba un avión y me iba a donde estás para darte un abrazo como no tienes idea! ¡Muchas gracias por tus palabras lindas! Y sí, tengo en mente un par de ficts de Hey, Arnold, los haré de a poco aprovechando que la inspiración por esta serie está en unos niveles altos.

Arlet: ¡Wow! ¡Enigmático! ¡Me ha encantado la palabra! Y te apoyo ciegamente en ello, de paso confesando, yo me quedo sin aliento cuando Arnold habla con firmeza, con decisión (En la película, tengo la opción de escucharlo en la versión inglesa, pero me quedo con la mexicana, aunque el tono en ambos es determinado y ambos te dejan sin aliento) Y sip, en un capítulo más se acaba. No te preocupes, que comprendo el impacto. Y sobre los guardias de seguridad... al final de este capítulo me dirás, ok? Eso de que el fict mío y que respetas mis decisiones... me recordaste a lo que yo escribo en los reviews de las historias que me gustan y que de pronto me dan mala espina. Y la verdad, me ha encantado estar del lado de yo sé y tú no XD Y espero que el final te agrade, que el próximo te deje un buen sabor de boca, porque creo que este... ¡Besos y abrazos!

Andrea Sumeragi: ¡Aaaaaahhhhhh! ¿Tú por aquí? (Hikari enrojece hasta la médula!) No le des duro a la pared ;_; mira que me vas a abochornar más de lo que ya estoy. Es que estoy feliz, tenemos gustos parecidos, y no me hacen sentir ni tan solita ni tan loca XP Y sobre los ficts de este fandom la verdad tampoco he leído en este fandom (Hikari anota: Leer ficts de Hey, Arnold) culpa a Harry Potter. No recuerdo cuándo fue la última vez que leí un fict que no estuvo relacionado con Harry aquí en fiction, y la verdad no ayuda que haya tan buenas historias. ¿Próximos capítulos de este fict? Este... pues... como que aparte de este de aquí hay uno más y luego.. finite

Quiclla ampi: ¡Angie! Así que te encantó 'El amor ideal' No está bien que lo diga, pero a mí también me fascinó. Más que este proyecto. De mis historias prefiero los one–shot, son más relajantes y te dan la libertad (en mi caso) de escribir bastante para que el lector tenga una buena lectura. Los ficts que tienen más de un capítulo yo no sé dónde acabarlos, a veces me salen capítulos largos, otras veces cortos, y siempre tengo que pensar en dejar con ganas de que sigan leyendo. Pero ¡Me has dejado review por cada capítulo! ¡Muchas gracias! En verdad me has ayudado a visualizar el fict desde el principio y me di cuenta que, aunque la historia fue un tanto brusca en cuestión a la trama, también sé que la supe llevar de una manera aceptable. Es una pena que no tengas cable, afortunadamente yo sí lo tengo. Si me confiara a ver en señal abierta en mi país simplemente no podría, porque en esas horas estoy rumbo a casa desde mi trabajo y prácticamente vuelvo a salir por las mismas debido a mis clases. La ventaja del cable es que repiten la serie en la madrugada, y si no están las bellas maratones. El de Helga mirando a la Luna es debido a un capítulo en que Arnold visita a su primo, el capítulo es una realidad paralela de todo lo que acontece, todos los personajes tienen su personalidad cambiaba, aunque en el caso de Hilda (la contraparte de Helga en ese capítulo) para mi concepto es la verdadera personalidad de Helga si ella supiera llevar bien sus emociones. Este capítulo es el que menciono al final de El amor ideal, el sueño que tuvo Arnold sobre Hilda. Nuevamente gracias por dejar un comentario por capítulo.

Arashi8: Yo tampoco sabía que existían aquí los ficts de Hey, Arnold. Un día los descubrí de casualidad (aunque no me he dado tiempo para leer uno, seguro que me pierdo de cosas buenas) y de que escribo, escribo, pero tengo tantas cosas pendientes. Si me vieras, abro un archivo, le modifico, y de pronto se me ocurre algo para otro fict, y ando en ese abrir y cerrar archivos a cada rato.

Bkpets: ¡Ay! (Hikari se coge constantemente la cara para quitarse el rojo que la inunda) ¡Muchas gracias por tu bello comentario! Lo tendré siempre presente! No envías muchos reviews, pero cuando lo haces, ¡Wow! ¡Lo haces simplemente espectacular! ¡Envídiame Gabo! XD Y bueno, qué mejor persona para describir a un hombre que una mujer. Es que los detalles son detalles, eso he aprendido de mis autoras favoritas de ficts. No me he olvidado del fict, y me remordió horriblemente la conciencia al ver que dejaban más y más mensajes, mil disculpas por el retraso.


Capítulo 08: El Ocaso


La brisa se movió lentamente entre los alrededores, alborotando los cabellos cortos y dorados de ambos jóvenes. Helga clavó su mirada en el lago, en el reflejo de la luna, como si desde ahí obtendría respuestas a lo que acababa de escuchar.

Se escuchaba el jugueteo del pasto con el frío viento, perfecto ambiente para un momento romántico, pero escenario más doloroso para la rubia.

Es una broma ¿verdad? – finalmente pudo articular ella, abrazándose más a sí misma, aprisionando sus manos con mayor fuerza – Dile a Los Pataki que su forma de entrometerse en mi vida y su intento desesperado por ingresar a ella ha traspasado todos los límites.

La voz le temblaba a cada sílaba pronunciada. Los ojos le brillaban con intensidad, pero mayor era el orgullo de la joven por retener cada una de las lágrimas. Su forma de mirar demostraba odio, fastidio, irritación, cansancio y más que nada incredulidad.

Era una pena que alguien tan joven tenga tantos sentimientos negativos acumulados en su alma, aunque también es razonable (pero no buena) su actitud reacia a creerle.

Ellos no me enviaron – replicó Arnold decidido, la voz de él tambaleaba ligeramente, pero no era porque dudaba lo que expresaba. Se percató tardíamente que fue un error el soltarle de esa forma brusca sus sentimientos. Eso podría provocar que ella se apartara más – Helga... – la llamo intentando acercar una mano a su brazo, y no se equivocó en su suposición, porque ella le rehuyó al instante, como si el simple contacto le lastimaría.

Arnold desistió en el momento, sintiéndose dolido.

– ¡Si no es por ellos pues diles de mi parte a Berman y sus secuaces que esta me la pagan! – amenazó intentando esta vez alzar la voz, sin embargo en vez de un tono jovial le salía un susurro irritado – Nadie se mete conmigo y sale como si nada.

Estoy aquí por mi propia voluntad – declaró Arnold poniendo a funcionar todas las neuronas de su cerebro en una idea para llegar al corazón de la rubia. – Helga, tenemos que hablar.

Las palabras le produjeron un notable escalofrío a la joven, que se estremeció de inmediato. Por unos momentos parecía que le costaba hasta respirar, porque inhalaba y exhalaba grandes cantidades de aire de manera forzosa.

Helga abrió los labios para hablar, le temblaban terriblemente las manos.

– ¿... T–tú... me a..mas? – logró pronunciar en un débil gemido. Arnold cautelosamente puso una mano en su brazo derecho mientras asentía suavemente, como si alguna acción brusca de su parte le provocaría algún daño físico. – ¿Por qué? – logró preguntar con mayor firmeza aún con la voz rasposa, seguramente (creyó Arnold) al querer contener todas las lágrimas que deseaban escapar de sus ojos cada vez más vidriosos.

Arnold cerró brevemente los ojos. ¿Por qué la amaba?

Eres una persona muy valiosa, decidida y apasionada – le respondió Arnold tratando de ser objetivo, aunque con el amor jamás se podrá ser objetivos. Él evitó mencionar la dulzura que escondía en su alma porque bien estaba consciente de que esta rubia no tenía dulzura que entregar. Era sólo un simple alma vacía de afecto y llena de negatividad.

Aun así, a pesar de que la actitud de la rubia que ahora tiene presente es totalmente diferente a su novia, Arnold no podía dejar de sentir que la amaba. ¿Por qué? Porque igual es Helga, porque sabe que ella tiene mucho que dar y recibir, y no ser lo que es ahora: una patética imitación de ser humano.

– Valiosa, decidida y apasionada – repitió Helga ya sin poder evitar que por sus mejillas resbalaran dos gruesas lágrimas, ella la secó con un puño mientras soltaba una risa irónica y fría. Arnold no pudo evitar el recordar la risa llena de vitalidad de Helga, la que él siempre comparaba con el canto de los ángeles y nunca se lo dijo. – Seguro que hablas de otra persona.

– Por supues...

– Aunque mi pregunta... – le interrumpió Helga mirando brevemente la mano de Arnold apoyada en ella, y no pareció disgustada por ello adquiriendo en esos instantes la indiferencia que la caracterizaba en esa realidad – ... se refería a que por qué ahora me vienes a decir esto.

Arnold bajó la mirada, ya imaginaba por dónde iban las cosas.

– Creo que te vi en la casa de... – a la rubia se le quebró más la voz aún, inhalaba y exhalaba grandes cantidades de aire, tratando de calmar su llanto silencioso – ... Pookie... ¿Eres el nieto de ella?

El nieto de Pookie.

Por supuesto, recordó Arnold, él es para todo el mundo el nieto de una anciana mujer que se enfrentó a una industria de última tecnología y derrumbó esos planes de desalojar a varias familias.

Y un gran pensamiento pasó por la mente del rubio, atravesándole el pensamiento como si fuese una daga que se atravesaba por su piel.

– ¡Voz ronca! – sentenció Arnold, logrando por primera vez en todo ese tiempo obtener una reacción de parte de Helga mostrando la esencia que él sabía que existía en ella.

Helga se abrazó más a sí misma, parecía una niña pequeña sorprendida en plena travesura por su hermano mayor preferido (que generalmente le cubre las travesuras bajo la eterna promesa de 'no volveré a hacerlo')

– De qué... d... de... q... qué hab...blas – tartamudeó débilmente, tanto su voz como sus labios temblaban, y esto era independiente del helado viento que corría por el lugar.

Arnold estuvo a punto de decir 'Me ayudaste' pero se rectificó antes de hablar.

Ayudaste a mi abuela... a salvar el vecindario. Le diste esa información... – Arnold respiró profundamente sin saber si lo que iba a decir estaba del todo correcto – ... sobre el documento de la guerra de los tomates. En dónde encontrar la llave, la guiaste por toda la empresa Industrias Futuro...

Arnold respiró profundamente, intentando calmarse porque ese semblante de Helga (que era el mismo de aquel día hace muchos años atrás, cuando ella le confesó su más preciado e íntimo secreto) le estaba perturbando y agitando de una manera inimaginable.

Helga le rehuía la mirada, parecía no sentirse capaz de hacerlo, se sobaba los brazos aunque las manos aún las tenía hecha puños. Si Arnold le quitaba unos años de encima, además de su aspecto de fragilidad, entonces tendría frente a él aquella chiquilla de nueve años que temerosa y acorralada no tuvo otra opción de confesarle cuánto lo amaba.

– ¿De dónde has sacado esas cosas? – le reprochó Helga perturbada y sin poder ocultarlo. Temblaba con mayor fuerza, como si recién saliera de un lago helado. Y la helada noche le incrementaba más su frío.

Helga – le llamó Arnold acercándose más, logrando envolverla entre sus brazos a pesar de que ella hizo un brusco movimiento por quitárselo de encima. – Helga, por favor... tú no eres así.

– ¿Qué sabes de mí? – indagó fastidiada, dejando de forcejear al instante que la calidez del cuerpo del rubio parecía llenarla lentamente.

Sé que no eres feliz, y que no quieres seguir así – le susurró Arnold acariciándole el cabello corto, acomodándoselo con delicadeza, dejando ver su rostro cada vez más pálido – Helga, me importas mucho, yo te amo y lamento horriblemente en haberme dado cuenta... en no saber apreciarte como te mereces.

La joven se aferró a él, ocultando su rostro entre sus brazos y echándose a llorar como una chiquilla de 3 años. Arnold sobresaltó al sentir que Helga le tomaba la espalda con una mano y la otra la seguía manteniendo hecha puño, con la cual le clavó sin desearlo.

Helga estuvo a punto de apartarse toscamente de él, notablemente arrepentida de su impulso, pero el rubio la aferró más contra su cuerpo, le sobaba la cabeza buscando tranquilizarla e incluso la meció levemente.

Helga sollozaba, provocando que cada instante Arnold se envolviera más en un extraño contraste de dolor y felicidad. Le lastimaba el verla llorar, desahogándose todo lo que ha estado ocultando por tantos años sin que nadie supiera interpretar su actitud, pero al mismo tiempo le llenaba de satisfacción al haber logrado romper esas paredes imaginarias en la cual ella se había encerrado y no dejaba entrar a alguien, privándose de afecto y negándose a entregarlo.

– Ironía del destino... – murmuró Helga débilmente entre sus sollozos cada vez más calmados y suspiros profundos – ...o más bien crueldad.

Arnold le levantó el rostro tomándola del mentón y la interrogó con la mirada, pero ella se apartó de él con lentitud y miedo enlazados perfectamente.

– Me hubiese gustado... – dijo Helga mordiéndose el labio inferior. Arnold presentía que lo que ella iba a decir no le iba a gustar. Y no se equivocaba – ... me hubiese gustado amarte... aunque sea un poco de lo que tú dices amarme.

De todas las cosas terribles que Arnold vio en esta realidad, lo peor ha sido el que Helga no lo ame. No podía culparla. Tarde supo descubrir que él se ganó el cariño y respeto de Helga por causa de la preocupación desinteresada y anhelo por su bienestar que él le demostraba (aunque lo que Arnold sentía cuando eran pequeños era sólo eso, un profundo aprecio. Luego, con el transcurso de los años ese sentimiento se volvió en algo más profundo e intenso que ni él mismo se dio cuenta de cuándo, pero ya estaba ahí, latiendo con intensidad junto a su corazón)

Tenemos mucha vida por delante, ambos somos jóvenes – al terminar de decir esta frase, una parte de su mente, esa que siempre le insiste ayudar a quien lo necesita, le recordó que hay una Helga que él conoce, que espera por él y que lo ama tanto así como está herida por su crueldad contra ella.

El corazón de Arnold se agitó con brusquedad. Así él deseara regresar a su mundo... en esta realidad estaba Helga, su Helga (así sea cual sea la realidad alterna en la que él se halle) y no podía dejarla en ese estado. No sería digno de él, no sería lógico después de asegurarle que la amaba.

Pero Arnold ya no tuvo tiempo de seguir divagando en cuestiones dimensionales, porque Helga le negó con la cabeza y se afirmó más a él.

– No... Arnold... ya no hay tiempo.

Arnold, intrigado ante su frase, la obligó a darle la cara, a no esconderse más, y fue cuando ella le muestra su mano hecha puño, abriéndola para mostrarle su contenido.

Un pequeño frasco vacío.

Y Arnold ni siquiera tuvo que leer qué era lo que había contenido con anterioridad, le bastó el logotipo de una calavera roja para saber que era veneno.

¡Helga! – le recriminó desesperado tomándola en peso para llevarla a una clínica. La obligó a pasar sus brazos alrededor de su cuello para poder cargarla mejor – ¡Por todos los cielos! ¿Qué has hecho?

Helga se arrimó a su pecho, respirando calmadamente. No se encontraba perturbada y parecía dejarse llevar por un profundo sueño.

Ahora Arnold entendió bien el porqué de su voz silbante y débil, el porqué de la palidez acentuada de su piel, su respiración entrecortada.

– Lo siento mucho... – dijo Helga recostándose más en su pecho, sintiendo el viento golpear contra su rostro mientras Arnold corría lo más rápido que podía a través del parque – ...creía que nadie me quería... si tan sólo alguien... alguien me hubiese apreciado la milésima parte de lo que me has dicho sentir...

No permitiste que nadie se te acercara – Arnold sentía que el cuerpo de ella se volvía cada vez más pesado. La visión se le nublaba al joven a causa la impotencia que quería escapar de su cuerpo en forma de lágrimas – Helga, por favor, resiste.

– Nadie quería acercarse a mí – se justificó ella en susurros cada vez más débiles – soy la lacra de la humanidad.

¡No! ¡NO! – le contradijo Arnold subiendo con dificultad la loma, le estaba faltando el aire y comenzaba a sentir que su vida se escapaba con la de ella.

Helga cerraba los ojos y Arnold le suplicaba que no lo hiciera.

– Sólo voy a dormir un ratito – le dijo ella mientras sus brazos caían lentamente de su cuello.

Por favor, Helga – le suplicó Arnold cayendo de rodillas, tratando de que Helga no se lastimara aunque no debería preocuparse por ese detalle. Hay veces en que uno puede contra el destino pero en otras ocasiones es verdaderamente inútil ir en contra del mismo cuando es demasiado tarde para actuar.

Si Arnold se hubiese enterado con anterioridad de lo que ella había hecho... muy bien pudo haberla llevado a una clínica a desintoxicarla.

Arnold abrazó el cuerpo de la rubia, que tan sólo escasos segundos anteriores había dejado de respirar. Sin poder soportarlo más, se aferró a ella y lloró mucho más de lo que ella había llorado en instantes anteriores.

Arnold – le llamó la anciana voz de Phil – Tranquilo, Arnold.

Abuelo... no puedo... es que... ¡Esto no es justo! ¡Ella tenía demasiada vida por delante!

A diferencia de tu abuelo, que vivió los mejores años de su vida, que tuvo una vejez feliz junto a su nieto sorprendente que jamás le trató mal y que siempre fue motivo de orgullo infinito.

Arnold levantó el rostro lloroso y vio a su fantasmal pariente junto a su abuela, quien en ese instante se arrodilló frente a él y acarició (o al menos trató de acariciar) la frente de la infeliz rubia.

Sí, abuelo – admitió Arnold. El hombre se acercó a él, tan sólido como el humo, pero tan firme en sus palabras como la roca.

La muerte no es mala, Arnold, no cuando nosotros no la buscamos. No cuando nos llega en un momento de calma total – el rubio sentía que el nudo de su garganta por la causa de la muerte de sus abuelos comenzaba a ceder – Créeme, muchos desearían morir de la forma en que nosotros lo hicimos: Junto al ser amado, durmiendo, en paz.

Pero fue demasiado sorpresivo para mí.

La muerte siempre toma por sorpresa a los vivos – reflexionó el anciano – Los que fallecemos ni siquiera nos damos cuenta, para nosotros es un simple proceso. Quizá a algunos le duela... – meditó en voz alta rascándose la barbilla en señal de estar verdaderamente intrigado – ... yo no puedo decirte eso, porque por mi lado ni me di cuenta de cuándo pasó.

Arnold miró a Helga, parecía una muñeca de cera y no una joven que estaba en un profundo sueño sin fin.

Te doy toda la razón en lo que dices: ella era joven, llena de vida y con mucho futuro por entregar. Nadie tiene derecho a quitarse la vida, porque esa es la más grande cobardía. – El anciano posó una mano en el hombro de Arnold, intentando en vano que el rubio sintiera su presencia de manera física – Pero la misión de cada uno de nosotros es hacer sentir valorado a los demás, no ver en cómo nos sentimos nosotros ni en cómo nos irá mejor. Eso es un sentimiento meramente egoísta.

Arnold sintió que dos lágrimas gruesas resbalaban por su rostro, pero no hizo nada por secarlas.

Por eso tú eres el joven del milagro, Arnold, porque llevabas el concepto de 'yo me preocupo por ti' a donde sea que fueras, y lograbas que las personas cambiaran.

Abuelo... yo sólo hago...

Lo que se debe hacer – dijo Phil – Sí, claro... ¡Tienes razón! Tú no haces nada en especial, si no que haces lo que los demás no hacemos. Y esa es la diferencia.

Arnold comprendió finalmente a lo que se refería su abuelo desde el primer instante en que lo transportó a ese mundo. Una persona sí puede hacer la diferencia.

Y si todos los demás hiciéramos lo que deberíamos hacer, este mundo puede ser un lugar mejor. Ese es el verdadero milagro de cada persona, el milagro de cambiar lo negativo, por lo positivo.

Lo has comprendido, ¿verdad? – dijo el hombre con una sonrisa de satisfacción.

Arnold asintió levemente y se levantó por impulso, percatándose en ese instante en que no estaba en ningún parque, ni mucho menos con su rubia muerta entre sus brazos. Arnold simplemente se hallaba en la nada.

Abuelo... debo volver por Helga, por MI Helga, vivir por ella ¡Luchar por ella! Desear que... cuando muera, sea a su lado, o luego de haberla hecho inmensamente feliz.

El abuelo le sonrió ampliamente.

Me alegra escucharte hablar así – declaró el hombre dándole unos golpes en la costilla con el codo. Claro que era lo mismo que tratar de cortar un pastel de chocolate con un cuchillo de humo. – ¿Sabes? Llegué a temer que quisieras quedarte en esta visión, sólo por el hecho de querer estar junto a tu querida e impulsiva novia... ¡Ops! ¡Se me escapó algo que no debí decirte!

Arnold captó totalmente el significado de aquellas palabras y buscó a su abuelo con la mirada para echarle un reproche de primera. Pero se hallaba en el mismo espacio en blanco.

Continuará...