El Velo de la Muerte

1ª Parte: El Conjuro

La noche se había cernido sobre los terrenos de Hogwarts envolviéndolos en la oscuridad. La luz de la luna y las estrellas se veía oculta tras un mando de nubes.

Tendido en la cama con la mirada perdida en ningún punto en particular del techo, se encontraba Harry. No podía dejar de recordar su charla con Dumbledore de hacía unas horas.

- Flashback -

Un joven de cabellos azabache paseaba con cierto nerviosismo por el despacho del director a la espera de que llegase. Su mirada vagaba de uno a otro de los extraños objetos que allí se encontraban. Normalmente sentía curiosidad por la utilidad de las maravillas que se guardaban en aquel despacho. Sin embargo en aquella ocasión la curiosidad había sido vencida por el deseo de salir de allí cuanto antes. Al terminar la cena la profesora Mc Gonagall se había acerco hasta él para decirle que debía pasar por el despacho de Dumbledore antes de subir a su dormitorio, ya que el director debía hablarle sobre un asunto de suma importancia. Y ahora, ahí estaba él, esperando a que hiciera acto de presencia. Estaba seguro de que iba a prohibirle ir a Hogsmade, aunque eso no era necesario puerto que su tío había "olvidado" firmar su autorización. Claro que también podía ser que quisiera prohibirle jugar al Quidich o tal vez había pensado en ponerle una escolta permanente. Se imagino con 2 guardaespaldas, uno a cada lado, siguiéndole muy de cerca a todas partes mientras lanzaban miradas suspicaces a todos. Se encontraba pensando aun en esto cuando la puerta se abrió y el anciano director entro con una sonrisa.

- Por favor, siéntate Harry – indicó Dumbledore señalando a una silla frente a su sillón al otro lado del escritorio.

El chico obedeció sin decir nada y espero a que siguiese hablando.

- Sin duda te estarás preguntando porque te he hecho venir con tanta urgencia – dijo el director mirándolo por encima de sus gafas de medialuna.

- Si es porque quiere que deje el equipo de Quidich…. – comenzó a decir Harry adelantándose a esa posibilidad.

- No, no, no es nada de eso – lo interrumpió Dumbledore – Se trata de algo mucho más importante.

- ¿Y de que se trata entonces? – pregunto el joven de ojos esmeralda sintiéndose intrigado por primera vez en la noche.

- Antes de nada, prométeme que vas a escucharme hasta que haya terminado, porque es muy importante que entiendas algunas cosas antes de que te revele cierta información.

Harry asintió en señal de conformidad y el director comenzó su relato.

- ¿Recuerdas el velo negro en la Sala de la muerte del Ministerio? – pregunto, aunque ya sabía cual sería la respuesta.

Como no hacerlo. Aquel estúpido trozo de tela en apariencia inofensivo, le había arrebatado a Sirius y se había convertido en fuente de muchas pesadillas. Así que aquello iba de eso, porque si era así, no estaba seguro de querer seguir escuchando. Pero ya había prometido escuchar hasta el final, por lo que asintió y el relato prosiguió.

- A ese velo se le conoce por muchos nombres, aunque ha llegado hasta nuestros días como el Velo de la Muerte. Se trata de un capturador de almas que fue creado por un mago tenebroso no se sabe bien cuando – Dumbledore hizo una pausa para asegurarse de que Harry aun le prestaba atención y no se había sumergido en sus pensamientos – Él sabía que las almas encerraban gran parte del poder de sus dueños, por eso ideo este sistema para robarlas. Pero el velo no permitía usar ese poder de manera indefinida. Pasado un tiempo el poder que otorgaban las almas cautivas se desvanecía. Lo que sucedía es que al ser separadas de sus cuerpos de forma no natural, el poder de las almas se iba debilitando y finalmente se extinguía. Era algo así como un préstamo temporal.

-Perdone, pero no sé a donde quiere ir a parar – dijo Harry comenzando a impacientarse.

- Ten paciencia, ya casi llegamos – lo tranquilizo el viejo mago antes de seguir – El caso es que en ese tiempo, en que el alma aun conservaba su poder, podía ser liberada y devuelta a su cuerpo haciendo que la persona recobrase la vida. Esto era posible porque durante ese tiempo, el cuerpo permanecía en una especie de letargo tras el cual moría.

A Harry le dio un vuelco el corazón, casi no podía creer lo que estaba oyendo.

- ¿Quiere decir que…..que hay un modo……..de salvar a Sirius? – pregunto temeroso de no haber entendido bien.

- Así es, Harry.

- ¡Dígame que tengo que hacer! Haré lo que sea – suplico el joven.

- Veras, para liberar el alma, hay que pronunciar un conjuro que se perdió hace demasiado tiempo. Por eso el velo estaba guardado en aquel sitio, para evitar accidentes.

No podía creerlo, estaba tan cerca y ahora parecía que la respuesta se le escapaba entre los dedos.

- Pero usted tiene que conocerlo. Dígame que lo conoce – rogó desesperado.

- Lamento decir que no es así, de lo contrario ya habría hecho algo hace mucho.

- ¿Entonces para que me cuenta todo esto?

- Aun no he terminado, Harry. Yo no conozco ese conjuro, solo sabía la historia. Sin embargo recordé de alguien que tal vez si supiera algo más – diciendo esto Dumbledore saco de un cajón 3 hojas de pergamino y se las tendió a Harry.

El chico las tomo intrigado. En la esquina superior izquierda de las 3 había un emblema que no había visto nunca antes. En la parte superior de la primera hoja, más o menos hacía el centro, había un dibujo muy exacto del velo. Harry sintió al verlo que un escalofrío le recorría el cuerpo.

- El conjuro que necesitas esta ahí, pero lamento decir que no ha sido capaz de descifrarlo – dijo el director con un deje de tristeza en su voz.

Harry siguió mirando el primer pergamino más a bajo del dibujo y enseguida comprendió a que se estaba refiriendo Dumbledore. El conjuro estaba escrito con una serie de símbolos que no había visto antes.

- El conjuro esta escrito en una especie de runas muy antiguas. He consultado a varios expertos y ninguno ha sido capaz de descifrar lo que esta ahí escrito – aclaro el hombre de las gafas de media luna.

- ¿Quién le dio esto? Tal vez él sepa como leerlo – sugirió Harry.

- obtuve esos 3 pergaminos como devolución a un gran favor prestado hace mucho, y creeme si te digo que ya ha sido un pago muy generoso, se podría decir que ahora soy yo quien esta en deuda. No puedo pedir más. Tendrás que encontrar tú el modo de leerlos.

Harry miro una vez más las hojas y pensó en las palabras del director. Había pedido la un gran favor para ayudarlo a él. No podía pedirle más.

-No se preocupe, ya me las arreglare. Gracias – dijo con sinceridad.

- Una cosa más. Debes mantener la existencia de esos pergaminos en secreto. Puedes contar con ayuda, pero ten cuidado. Y cuando termines, debes devolvérmelos para que pueda regresarlos a su dueño. Cualquier dato escrito que guardes relacionado con este conjuro, desaparecerá en el momento en que deje de serte útil para tu misión. Y puesto que ya ha pasado algún tiempo desde lo sucedido en el ministerio, solo tienes 2 meses para descifrarlo.

Algo en el tono de voz del anciano mago le hizo pensar que 2 meses no iba a ser mucho tiempo.

- Cuanto más tiempo pase, más probable será que el conjuro no funcione – añadió Dumbledore volviendo a llamar su atención - Siento no poder hacer más.

Estaba seguro de haber distinguido una sombra de culpabilidad en aquellos ojos azules. Pero si era sincero, tenía que reconocer que el único culpable era él y su arrogancia.

- No, ya ha hecho mucho para arreglar lo que yo estropeé. No voy a dejar que la respuesta se me escape – dijo Harry con convicción.

- Eso esta bien. Ya puedes regresar con tus compañeros. Y recuerda todo lo que te he dicho.

Harry asintió y doblo las 3 hojas para guardarlas bien antes de salir. A esas horas apenas si había alguien por los pasillos, solo quedaban unos pocos alumnos rezagados de camino a la sala común de su casa. Inmerso en sus pensamientos llego hasta el retrato de la Dama Gorda.

- Solo 2 meses – pensó para si deteniéndose frente al cuadro.

- ¿Contraseña? – pidió la Dama Gorda.

- ¿Qué? Ah, Mandragula – respondió volviendo a la realidad.

El cuadro se movió dejando al descubierto el agujero que daba paso a la sala común de Griffindor. Al entrar en la sala común se detuvo perplejo al ver el caos reinante. Harry no había visto tanta gente junta en la sala común nada más que cuando el equipo de Quidich ganaba un partido. Los alumnos subían y bajaban corriendo por las escaleras, todo el mundo hablaba a gritos y parecía que un huracán hubiese pasado por la sala común, nada estaba en su lugar. Ron se esforzaba por cumplir sus funciones de Prefecto y hacer que todos fuesen subiendo a sus habitaciones, pero nadie le hacía caso. Claro que tampoco era tan extraño, lo sorprendente hubiese sido que en medio de aquel jaleo alguien hubiese podido escucharle.

- Ron, ¿qué es lo que pasa aquí? – pregunto acercándose a su sulfurado amigo.

- Ah, Harry ya has vuelto. ¿Qué quería Dumbledore? – pregunto Ron olvidándose de poner orden al verlo.

- Te lo contare cuando no haya tanta gente.

- Ah bien, entonces vamos para la habitación. Dean, Seamus y Neville están por ahí en alguna parte del salón, lo que pasa es que no puedes verlos porque se los ha tragado esta marea humana.

- ¿Pero ya no estas ocupado?

- Bah, total nadie me escucha.

- Entonces vamos – dijo el pelirrojo algo molesto.

Los 2 chicos comenzaron a subir las escaleras en dirección al dormitorio de los chicos. Harry subía los escalones a toda prisa deseoso de llegar a la habitación para poder contarle a Ron lo que Dumbledore le había dicho. "2 cabezas piensan mejor que una" se había dicho al ver a su amigo. Mientras subían el pelirrojo se iba quejando.

- Esto no es justo. A mi no se me da nada bien poner orden. Estas cosas las hace mejor Hermione, pero la muy listilla se ha largado a su habitación en cuanto hemos llegado con los de primero – se quejo Ron.

Una vez en la habitación Harry le había contado todo lo que Dumbledore le había dicho, pero Ron había puesto la misma cara que él al ver los extraños símbolos. No tuvieron mucho tiempo para hablar, pues no mucho después de que Harry concluyera su historia, habían escuchado las voces de sus otros 3 compañeros de habitación y rápidamente habían guardado los pergaminos.

- Fin del Falshback -

- Tranquilo Harry, seguro que encontramos una solución - le había dicho Ron antes de quedarse dormido.

Ojalá él también hubiese podido quedarse dormido. Si tan solo la sala común hubiese estado algo más vacía, podrían haber esperado a que los últimos se marchasen y habrían tenido más tiempo para hablar sobre los extraños símbolos. Recordó lo que había dicho Ron ¿Por qué había tenido que escoger Hermione precisamente aquel momento para despreocuparse de sus deberes como Prefecta? De repente se dio cuenta, fue como si alguien encendiera la luz y la respuesta que siempre había estado ahí, oculta por la oscuridad, apareciera ante sus ojos.

- Hermione – dijo en voz alta logrando que Ron soltase un ronquido más fuerte a modo de protesta - Hermione estudia los dibujitos esos que se parecen tanto a los de los pergaminos – pensó para si – Seguro que ella tiene alguna idea de cómo leer el conjuro.

Tenía que habérsele ocurrido antes, después de todo Ron y él siempre recurrían a ella cuando tenían algún problema con los deberes. Bueno, esto era algo diferente y mucho más importante. La verdad es que ya habían intentado descifrar el conjuro expertos en runas y ninguno había dado con la solución. Pero algo le decía que su amiga encontraría la respuesta, estaba convencido de ello. Solo lamentaba tener que esperar a la mañana para pedirle ayuda. Trato de buscar una postura cómoda y cerro los ojos esperando que el sueño llegase pronto a él.

A la mañana siguiente salto de la cama en cuanto vio los primeros rayos de sol entrar por la ventana. Ron aun estaba dormido, pero no podía esperar a que despertase y tampoco podía largarse sin avisarle. Estaba seguro de que se quedaría dormido y se perdería la mitad de las clases de la mañana si se iba de allí sin llamarlo.

- Ron – susurro en voz muy baja para no despertar a los otros chicos.

Pero el pelirrojo ni se inmuto. Probó entonces a moverlo un poco, hasta que perdió la paciencia y lo zarandeo con más fuerza. Ron gruño en respuesta y con pesadez abrió los ojos.

-Harry ¿por qué me despiertas tan temprano? Estaba teniendo un sueño maravilloso – protesto Ron.

- Ya sé como descifrar los dichosos garabatos esos – dijo Harry con una sonrisa.

- ¿En serio? – pregunto Ron incrédulo.

- Si. Venga, vamos – le respondió el chico de los ojos verdes mientras se dirigía a la puerta – Te espero a bajo, date prisa.

Ron no entendía bien lo que pasaba, pero tampoco le preocupo demasiado, era demasiado temprano para entender nada y aun estaba medio dormido. Echo in vistazo hacía las camas donde dormían sus otros 3 compañeros y por un momento le hubiese gustado ser uno de ellos para seguir durmiendo un rato más. Se vistió y bajo a la sala común antes de que Harry se impacientara.

- ¿Por qué no pensé en ella desde el principio? – pensó para si – Si fueses más inteligente se te habría ocurrido mucho antes – le respondió una voz en su cabeza.

Por fin vio bajar a Ron y se acerco a grandes zancadas hasta él.

- Venga vamos, Hermione ya esta en el Gran Comedor, me lo ha dicho Ginny – le dijo comenzando a caminar hacía el retrato esperando que su amigo le siguiera.

- ¿Qué Hermione esta en el Gran Comedor? Y que más da. Creía que ya tenías la respuesta al enigma del conjuro – dijo su amigo desconcertado sin moverse.

- Hermione es la respuesta – se volvió a decirle – Acuérdate que ella estudia Runas antiguas.

- ¿Pero no se supone que ya lo habían visto otros antes? Otros más sabios quiero decir.

- Si, se supone que ya lo han intentado magos con experiencia en runas antiguas, pero estoy seguro de que ella podrá ayudarnos.

- Por preguntarle no pierdes nada – dijo Ron encogiéndose de hombros.

Los 2 chicos bajaron las escaleras a toda prisa, como cuando iban tarde alguna clase. Los pasillos estaban desiertos, no se veía a nadie por allí.

- No me extraña, la gente normal se estará despertando ahora – pensó Ron sintiéndose algo molesto con Harry por sacarlo de la cama tan temprano.

Bajaron la gran escalinata y tomaron el pasillo que llevaba al Gran Comedor. El Gran Comedor estaba casi tan vació como los pasillos por los que habían pasado antes. Solo había un par de Slytherins, un grupito de Ravenclaw y 4 chicos de Huffelpuff. En la mesa de Griffindor solo estaban Hermione y Ginny sentada una frente a la otra y unos 2 alumnos de primero. Harry se sentó a lado izquierdo de Hermione y Ron se sentó frente a él.

- Buenos días – saludo Ron – Espero que la conciencia te haya dejado dormir bien después de dejarme tirado con todo lo que había liado en la sala común – añadió aun enfadado por el hecho de que Hermione se hubiese escabullido la noche anterior.

- Ron ¿qué es lo que te molesta realmente? ¿Qué me largase o que me adelantase a lo que tu ya habías pensado hacer? – le contesto Hermione acertando de lleno.

Las orejas de Ron comenzaron a ponerse del mismo color que su pelo.

- Por cierto, Ron, como es que estas levantado tú tan temprano – le pregunto su hermana.

- ¿Qué pasa? ¿No puedo madrugar? – contesto él en tono molesto.

- Poder puedes, pero tratándose de ti no es normal. Es más probable que te hayas caído de la cama – dijo Ginny con una risita.

- Eh, ya vale. No me he caído de la cama, es que Harry me ha despertado –explico Ron comenzando a servirse unas cuantas tostadas.

Los alumnos de primero terminaron de desayunar y pasaron junto a ellos muy deprisa seguramente para buscar el aula de su primera clase.

- Hermione, cuando terminemos de desayunar ¿podrías ayudarme con unos deberes que no he podido acabar este verano? – dijo Harry mientras untaba de mermelada una tostada.

- ¡No, los deberes! ¡Los he olvidado en mi habitación! – grito Ginny de repente echando a correr.

Los 3 amigos la vieron salir, Harry y Ron sonrieron divertidos.

- Claro, Harry. En cuanto acabemos vamos a la biblioteca y te ayudo a terminarlos si quieres – dijo Hermione volviendo a la conversación de antes.

- Bueno, en realidad no son exactamente unos deberes – dijo el chico de pelo negro bajando mucho la voz.

La joven de cabello castaño levanto una ceja y lo observo con curiosidad.

- Antes no podía decírtelo porque estaba aquí Ginny. No es que no confíe en ella, pero cuantos menos sepan esto mejor – se apresuro añadir Harry.

- ¿Y de que se trata entonces? – pregunto Hermione intrigada.

- De esto – dijo él sacando la primera hoja de los 3 pergaminos de su mochila que estaba sobre la mesa.

Puso mucho cuidado en que nadie más la viera, tapándola de la vista de las otras mesas. Aunque nadie parecía estar prestándoles atención.

- Necesito que me ayudes a descifrar estas runas – dijo Harry a la vez que le dejaba ver los símbolos que había escritos en el pergamino.

La reacción de su amiga no se hizo esperar. Harry no sabría decir si fue cuando dijo aquella última frase o cuando vio las runas, pero Hermione palideció al instante y comenzó a temblar. Definitivamente aquella no era la reacción que había esperado de ella.

- No……no puedo……él no…...no puedo – balbuceaba Hermione mientras recogía algunas de sus cosas apresuradamente – No puedo ayudarte, Harry – dijo finalmente antes de salir casi corriendo del Gran Comedor murmurando incoherencias.

Ron y él la vieron alejarse atónitos, sin comprender que es lo que le había pasado. Parecía dispuesta ayudarles, pero de repente se había…..¿asustado?

Continuara……..

Hasta aquí el primer capitulo. Esta es mi primera historia de HP. Os agradecería que dejarais reviews con vuestra opinión, tanto si os gusta como si no, para tener una idea de si voy por buen camino. Gracias por adelantado. Los personajes de Harry Potter son propiedad de J.K. Rowling.