El Velo de la Muerte
5ª Parte: "Alohomora" Y la puerta se abrió
Cuando unas horas más tarde, Ron y Harry regresaron del campo de Quidich, Hermione les contó todo lo que había averiguado en el bosque prohibido. Al principio Harry se enfado un poco, pero en seguida se le paso. Al terminar su historia, Hermione se mostró bastante preocupada ante la perspectiva de no ser capaz de leer las runas.
- Ni si quiera me he atrevido a mirarlas otra vez. Temo que al verlas me de cuenta de que no podré ayudarte - dijo la chica apenada.
- Cuando Dumbledore me dio los pergaminos, supe desde el principio que tú podrías leerlas - le dijo Harry
- Pero…… - comenzó a objetar Hermione.
- No, Harry tiene razón y yo también creo que puedes leer los dibujillos esos. Desde que te conozco nunca ha habido algo que no hayas podido hacer- le dijo Ron.
- No son dibujillos, ron. Son runas. Y gracias por vuestro apoyo - dijo ella con un ligera sonrisa sintiendo algo más de confianza en si misma.
- Venga, vamos a subir a dejar las escobas y los 3 bajamos a cenar. Ya mañana habrá tiempo de comprobar lo que sea - dijo Harry antes de que él y Ron subieran a su habitación.
Hermione decidió esperarlos en la sala común donde ya no había nadie, de vez en cuando bajaba alguien para ir a cenar, pero nada más. La chica miro su mochila donde guardaba los 3 pergaminos, Harry tenía razón, mañana era sábado y tendría tiempo de comprobar tranquilamente si era capaz o no de descifrar las runas. Si, mañana tendría tiempo, pero ella no podía esperar tanto. Se aseguro de que no bajaba nadie en ese momento y se apresuro a ocupar una de las mesas vacías. Abrió la mochila y saco los pergaminos de conjuro.
- Solo un vistazo rápido, no hace falta que intente leerlo, así podré ir pensando en que runas son las que busco - se dijo.
Recorrió la primera página con la mirada antes de centrar su atención en la primera runa. No le decía nada. Se fijo en la de a lado y tampoco. Decidió entonces observar la primera frase completa, pero tampoco parecía dar resultado. Inhalo y exhalo aire tratando de tranquilizar un poco su acelerado pulso. Recordó lo que le dijo la arpía sobre la intuición, y decidió ponerlo en marcha. Se concentro en algunos de los tipos de runas más antiguas y al igual que ocurrió en el pasillo de la sexta planta, la respuesta pareció clara. Tomo un trozo de pergamino y comenzó a escribir. Cuando Harry y Ron volvieron a bajar encontraron a Hermione aun sentada en la mesa en un rincón algo apartado.
- Vamos, Hermione - la llamo Ron, pero ella ni siquiera lo escucho
- ¿Hermione? - dijo esta vez Harry tratando de captar su atención sin conseguirlo.
La vieron con la vista fija en algo que tenía sobre la mesa. Los 2 se miraron confundidos y se acercaron hasta donde se encontraba su amiga. Cuando llegaron junto a ella pudieron ver que lo que atraía tan poderosamente su atención, sobre la mesa estaba la primera hoja del conjuro y a su lado un pergamino garabateado con la letra de Hermione. En la mano tenía su varita.
- Lo has…. -comenzó a decir Ron sorprendido.
- Aun no estoy segura. Es un poco raro - dijo ella en voz baja.
- Haz la prueba - pidió Harry impaciente sin apartar la vista del pergamino.
Hermione asintió y apunto con su varita a la cabecera de la hoja. El pulso le temblaba, respiro hondo y los 3 contuvieron la respiración.
- Alohomora - dijo la chica con voz clara y alta.
Escucharon un chirrido como de un cierre y atónitos vieron como el dragón del escudo parpadeaba y agitaba las alas. El dragón volvió la cabeza hacia la primera línea y soplo una especie de fuego de pequeños destellos. Las primeras runas se iluminaron y comenzaron a cambiar. Las runas se convirtieron en algo que hasta Harry y Ron pudieron leer, se convirtieron en letras normales.
- "Este conjuro te ayudara a revertir el efecto del Velo de la Muerte" - leyó Ron en voz alta.
- Solo es la primera línea - dijo Hermione.
- Puede, pero ahora sabes que puedes leer esto - dijo Harry con una gran sonrisa.
- ¿A caso lo dudabas? Ella siempre lo sabe todo - dijo Ron en tono burlón y los tres se echaron a reír.
- Bueno, por hoy ya esta bien. Aun hay mucho tiempo, así guardemos esto y bajemos a cenar - dijo Harry recogiendo los pergaminos de la mesa para guardarlos en su habitación.
Sabía que si se los dejaba a Hermione era capaz de pasarse la noche en vela para traducirlos. Después de que Harry regresara, el trío bajo por fin al Gran Comedor. Hermione les explico que según creía ella, las runas no eran el conjuro, sino pequeños hechizos que revelaban fragmente a fragmento el conjuro completo. Una vez llegaron al comedor, les fue imposible seguir hablando de lo sucedido momentos antes, aunque por el momento no había mucho mas de lo que hablar. En mitad de la cena el chillido de un pájaro hizo que todo el comedor quedase en silencio y alzasen la vista para ver entrar un halcón. La rapaz voló hasta la mesa de los profesores. Al verla llegar el profesor Nils se puso en pie y alzo un poco el brazo para que el ave se posara. Hasta ese momento nadie le había visto un gesto tan serio. Con el halcón apoyado en su brazo volvió a sentarse con todas las miradas fijas aun en él. El director dirigió una mira a los alumnos y el murmullo regreso. Algunos siguieron mirando a la mesa de los profesores, pero la mayoría regreso a su cena.
- Es un poco tarde para el correo, ¿no? - comento Ron sin darle mucha importancia.
- Lo es. Me pregunto que habrá recibido - dijo Hermione intrigada sin apartar la vista del profesor.
- A lo mejor alguna carta de su casa - sugirió Harry.
- Tal vez - acepto Hermione no muy convencida.
La mañana del sábado, Hermione despertó bien descansada después de un reparador sueño sin pesadillas. Era la primera vez después de muchos días en que un mal sueño no la despertaba en mitad de la noche. Aquel fue un día bastante más tranquilo, el más tranquilo desde que había regresado a Hogwarts. Los 3 empezaron hacer sus deberes en la biblioteca bastante pronto, tenían un buen montón de deberes y debían empezar pronto si querían acabarlos todos. El domingo no contaba, ya que había partido de Quidich, por lo tanto solo tenían el sábado para hacerlos todos. Como de costumbre Hermione fue la primera en empezar y no mucho después se le unió Harry. Ron seguía en el Gran Comedor desayunando. Hermione se volvió al notar que alguien se apoyaba en el respaldo de su silla.
- Hola - la saludo Harry con una sonrisa.
- ¿Ya has desayunado? ¿Y Ron? - pregunto ella al ver que el pelirrojo no lo acompañaba.
- Sigue en el comedor, repitiendo su desayuno - respondió el chico mientras apartaba la mochila de Hermione de la silla que había junto a ella y se sentaba.
- Es verdad, olvidaba que hoy ponían su desayuno preferido - respondió Hermione divertida.
- Si. Oye Hermione ¿qué tal has dormido esta noche? - pregunto Harry con la culpabilidad reflejada en su mirada.
- Pues la verdad es que si - respondió ella con sinceridad.
- ¿En serio? ¿No has tenido pesadillas? - pregunto Harry no muy convencido.
- No, ni una sola - dijo Hermione aliviada.
- Me alegra oír eso. Te agradezco mucho tu ayuda, aunque en realidad tu lo estas haciendo todo, jejeje - rió el nerviosamente pasándose la mano por el pelo - Ojala pudiera hacer algo por ti, para que dejaras de tener pesadillas por ejemplo, sé que en parte las tiene porque las runas del conjuro te recuerdan a……..bueno, tu ya me entiendes - dijo en un tono más serio.
- No te preocupes, estoy bien, en serio. Esto, me ayuda a superarlo. No fui capaz de salvar a mis padres, pero si consigo ayudarte a salvar a Sirius, quizás deje de sentirme como una inútil - dijo ella con una amarga sonrisa.
- Tu no eres una inútil - dijo Harry como si fuese lo más obvio del mundo - Dejaste KO a dos mortífagos, pocas brujas de tu edad hacen eso. Además eres la persona más inteligente que conozco, yo no habría descifrado esas runas en la vida - añadió Harry muy convencido.
- Gracias.
Cuando Ron llego, Harry y Hermione ya habían empezado los deberes y él ocupo el lugar que habían guardado para él a regañadientes. La biblioteca no era el sitio preferido del pelirrojo. No mucho después las mesas de la biblioteca empezaron a llenarse de alumnos. Las semanas en que había partido de Quidich se notaban especialmente, porque los sábados en la biblioteca no cabía un alfiler. Hermione tenía amontonados en la mesa a su al rededor libros de todas las asignaturas, formaban algo así como un escudo tras el cual era casi imposible verla. En la misma mesa se encontraban Neville, Seamus Dean, y un poco más aya, Ginny y Luna. La chica rubia de mirada soñadora le mostraba un mapa a la pelirroja que se limitaba asentir mientras la escuchaba. Luna había marcado en el mapa los lugares que había visitado ese verano cuando había ido con su padre a buscar los snorkack de cuernos arrugados. Ellas eran de los afortunados que no tenían demasiados trabajos y habían tenido tiempo de acabarlo el viernes.
- El profesor Nils me sugirió que buscase un poco más al sur de esta zona - dijo Luna señalando por debajo de un área marcada por un circulo rojo.
Ron bufo molesto apretando la pluma contra el pergamino.
- ¿Te pasa algo? - le pregunto Ginny.
- Ese profesor, es un poco raro ¿no os pares? Yo creo que oculta algo - dijo Ron dejando la pluma sobre la mesa y sacando su varita para borrar un rayajo que había hecho sin querer.
- No sé, a mi me gusta - dijo Ginny encogiéndose de hombros.
- Si, claro, a todAs os gusta - dijo Ron poniendo especial énfasis en la a - pero eso es solo porque es mono - añadió.
- Ahí te has quedado corto, ron. Es mucho más que mono. Solo estas celoso - le respondió su hermana entre risitas haciendo que volviese a resoplar.
- Eso te pasa por meterte donde no te llaman - le dijo Harry divertido - Anda, mejor sigue con tu tarea, que aun te queda un rato.
- ¿Hermione, tu no crees que oculta algo? - pregunto el pelirrojo tratando de buscar el apoyo de su amiga.
- No lo sé, Ron. Puede, todos tenemos algún secreto. Lo que es seguro es que si no te pones hacer los deberes en serio, no los acabaras nunca. Y luego no vengas a pedirme que te deje copiar los míos - le dijo la castaña.
Ron no tuvo más remedio que seguir haciendo sus deberes. De vez en cuando lo oían murmurar por lo bajo cosas inteligibles.
Por la tarde, Hermione logro convencer a Harry para que le dejase los pergaminos del conjuro. Después de que hubiese pasado toda la mañana haciendo los deberes, el chico opinaba que era mejor descansar un poco. El problema fue encontrar un lugar tranquilo. Finalmente, fue Ron quien les dio una solución, la sala de los menesteres. Así fue como convirtieron aquella habitación, que les había servido el curso anterior como lugar para sus reuniones del ED, en una sala de estudio. Había una enorme mesa en el centro de la sala sobre la que Hermione tenía algunos libros, hojas en blanco, un bote de tinta y los pergaminos, cualquier cosa que pudiese ayudarla. Alrededor de la mesa había varias sillas bastante cómodas, y en el resto de la habitación un par de sillones. Pasaron allí algunas horas, sin que la joven de ojos miel lograse ningún resultado positivo. Al parecer, aquello iba a ser más difícil de lo que suponían.
En los siguientes días no avanzaron mucho más. Las siguientes líneas no fueron tan fáciles de traducir como la primera y después de 3 días solo había llegado a la mitad del primer pergamino. Tal y como había supuesto Hermione, las runas eran hechizos que al pronunciarlos revelaban una nueva parte del conjuro. Algo parecido al mapa del merodeador, un hechizo que revela el verdadero contenido, algo así como una clave. No siempre se unían las mismas runas y la verdad era bastante complicado ver la conexión. Por más que la chica había intentado explicarles el modo en que las runas se unían, ninguno de los 2 chicos lograba verlo. Por lo tanto solo podían ayudarla buscando en los libros o en cosas así, y se pasaban más rato sin hacer nada. Entonces a Harry se le ocurrió algo.
- ¿Y si usamos el "Revela tus secretos"? - pregunto Harry entusiasmado con la idea de poder ser útil.
- No sé Harry, no creo que sea tan fácil - dijo Hermione no muy convencida.
- ¿Qué es el "Revela tus secretos"? - pregunto Ron.
- Es un hechizo para hacer que las cosas ocultas o escritas con tinta invisible aparezcan - explico Hermione - Es bastante sencillo, solo apuntas al papel y pronuncias el conjuro.
- Ahm. Pues podemos probar, por intentarlo no perdemos nada - dijo Ron.
- Claro. A ver, déjame. Revela tus secretos - dijo Harry apuntando con su varita al pergamino que ya estaba medio traducido - Aaaa- se quejo el chico del pelo azabache sintiendo como si alguien le quemase y retiro la mano instintivamente con un gesto de dolor.
- ¡Harry! - chillo su amiga.
- No es nada - trato de tranquilizarla él.
- Déjame ver - dijo ella tomando su mano para ver unas pequeñas quemaduras en las yemas de los dedos - No parece muy grave, creo que con un poco de ungüento bastara - añadió estrechando la mirada.
- A lo mejor es porque este ya estaba empezado. Déjame probar con uno de los otros - dijo el pelirrojo cogiendo el segundo de los pergaminos.
Antes de que alguno de sus amigos pudiese hacer algo para de tenerlo, Ron pronuncio el hechizo. Acto seguido el pergamino se enrollo sobre si mismo y comenzó a golpearlo en la cabeza siguiéndolo por toda la habitación como si una mano invisible lo elevase en el aire. En un acto reflejo, Harry en volvió con sus brazos a Hermione, usando su cuerpo a modo de escudo, mientras Ron corría por toda la habitación perseguido por el pergamino. Después de un rato, pareció cansarse o tal vez pensó que ya había recibido suficiente castigo, y cayo al suelo. Harry no soltó a Hermione hasta que no vio el trozo de papel enrollado tirado en el suelo.
- Vaya amigos que tengo, podríais haberme ayudado - dijo el pelirrojo en un tono algo molesto.
- Lo siento Ron, pero te has puesto a correr como un loco y no he sabido que hacer - se defendió Harry.
- ¡Porque me perseguía un pergamino psicópata! - chillo Ron enfadado.
- No exageres Ronald, solo era un trozo de papel, no ha podido hacerte daño - le dijo Hermione.
- Claro, como a ti no te ha atacado. Seguro que me sale un chichón - respondió Ron ofendido.
- Vale, Ron. Ya te hemos dicho que lo sentimos. En cualquier caso, será mejor no volver a utilizar ese hechizo - dijo Hermione sin que ninguno de los chicos objetase nada al respecto.
Horas más tarde los tres regresaron a la torre Gryffindor para dejar sus cosas antes de ir a cenar. Ron aun iba refunfuñando mientras subían las escaleras hacía las habitaciones de los chicos por la paliza que le había dado el pergamino, aunque su amigo no parecía estar escuchando una sola palabra.
- ¿Harry, me estas escuchando? - pregunto Ron mal humorado.
- Que si Ron, ya te he dicho que te dejare mi trabajo de transformaciones - respondió el moreno.
- No hablaba de eso, hablaba de cuando casi me mata un pergamino asesino y tu no hacías nada para ayudarme - le dijo el chico de ojos azules frunciendo el ceño.
- ¿Pero todavía sigues con eso?
- Claro que si. ¿En que diablos pensabas tu? No me lo digas, deja que adivine, pensabas en Hermione - dijo Ron adivinando los pensamientos de su amigo.
- Pues si ¿cómo lo has sabido? - pregunto el otro chico algo sorprendido.
- Vamos Harry, esa era muy fácil. Últimamente estas muy pendiente de ella - dijo el pelirrojo - O crees que no me di cuenta de que no me ayudaste porque estabas más ocupado protegiéndola a ella - añadió al ver que Harry abría la boca para protestar.
- Tengo un mal presentimiento, como si algo malo le fuese a pasar - admitió el moreno en tono serio.
Para su sorpresa el pelirrojo no pensó que estuviese volviéndose loco o que fuese un paranoico, sino todo lo contrarío.
- Seguro que es el profesor nuevo - dijo Ron muy convencido.
- ¿Qué? Venga ya, Ron. Hablo en serio - le dijo Harry entre risitas.
- Si, y yo también. Píenselo bien, ha llegado aquí desde no se sabe donde, es muy misterioso, siempre sonriendo y además esta más pendiente de Hermione que de los demás o no has visto las miradas que le echan Lavander y Parvati.
- No sé, Ron.
- Que si, hombre. A ver, que otro profesor recibe correo en plena noche - dijo Ron recordando el halcón que días atrás apareció en mitad de la cena - Ese tipo, es muy raro, puede que sepa lo de los pergaminos y ande detrás de ellos.
A Harry las teorías de Ron no le convencían demasiado, sabía que en parte su amigo decía todo aquello porque el profesor Nils no le caía nada bien. Pero la verdad era que aquel profesor se había ganado la simpatía de muchos alumnos, en especial de las chicas. En una ocasión Neville le había entregado los deberes de Encantamientos por error, y el profesor lo había buscado para devolvérselo y que el chico pudiese darle los deberes correctos. Si, tal vez sabía muchas cosas y puede que ocultase algunas, pero Dumbledore también lo hacía a veces y nadie pensaba que tramaba algo malo.
Los días siguieron pasando, Hermione cada vez se obsesionaba más con el asunto del conjuro y Harry cada vez se preocupaba más. Comía poco y dormía aun menos, no quería que la molestasen mientras trabajaba en las runas del pergamino, y estaba especialmente irritable. Pero a Harry eso no parecía importarle demasiado, siempre estaba pegado a ella, era como su sombra con la diferencia de que él además hablaba. Al final Hermione termino explotando, le grito a Harry que la dejase en paz y desapareció por el resto del día. Después de no haberla visto durante la cena, decidió esperarla en la sala común, en el fondo debía admitir que se le había ido un poco la mano, tras dos semanas soportando aquello, era normal que Hermione estallase de ese modo. Él mismo no soportaba que lo tratasen como un niño pequeño y eso era precisamente lo que había hecho con su amiga. La sala común se fue vaciando poco a poco cuando uno tras otro, todos los Gryffindor fueron subiendo a sus habitaciones, pero ni rastro de Hermione. Espero y espero hasta que el cansancio le venció y se quedo dormido en un sillón.
- Harry - lo llamo una voz que le resultaba familiar - Harry - volvió a decir y alguien lo movió.
- ¿Hermione? - dijo abriendo los ojos con la vista algo borrosa.
Allí estaba la chica a la que había estado esperando por horas, agachada junto a su sillón con una tímida sonrisa de culpabilidad y la preocupación reflejada en sus ojos.
- ¿Has llegado ahora? ¿Qué hora es? - le pregunto incorporándose de un salto haciendo que Hermione acabase sentada en el suelo - Uhi, perdona - dijo ayudándola a levantarse.
- No pasa nada. Y no, no he llegado ahora - le dijo ella y Harry se fijo en que llevaba puesto el pijama - Llegue hace horas, pero tu estabas hablando con Ron y ninguno de los dos os disteis cuenta. Pensé que te irías a dormir cuando te entrase sueño. Lo siento - se disculpo.
- No tiene importancia ¡Ehi! Se supone que era yo quien tenía que disculparse - dijo Harry recordando porque se había quedado dormido en un sillón y ahora tenía un dolor horrible de cuello.
- ¿Por qué? ¿Por preocuparte por una amiga? ¿No se supone que es eso lo que hacen los amigos? - le dijo ella sintiéndose aun más culpable.
- Si, pero te he molestado y no era eso lo que pretendía.
Hermione negó con la cabeza.
- Soy yo la que te debe una disculpa, no debí gritarte y debí haberte dicho algo cuando subí a mi habitación, debería haber supuesto que eres demasiado cabezota como para desistir - dijo la chica algo apenada.
- No pasa nada, estas perdonada, pero no lo vuelvas hacer - dijo él fingiendo un tono serió mientras se llevaba una mano al cuello que lo estaba matando.
- Vaya, gracias ¿Te duele?
- ¿Qué? No, que va.
- Ya claro. No me extraña que te duela. Anda ven, te daré un masaje - Dijo Hermione mientras obligaba a su amigo a sentarse en el sofá frente a la chimenea.
- No, Hermione, si esto se va solo de verdad. No hace falta que…… - las protestas de Harry cesaron en el momento en que las manos de Hermione se posaron en sus hombros e hicieron desaparecer el dolor casi al instante.
- ¿Mejor? - pregunto Hermione deteniéndose aunque todavía con las manos aun en los hombros de Harry cuando noto que toda la tensión había desaparecido.
- Si. Gracias. Por cierto ¿para que has bajado?
- ¿Tengo que decirlo o lo adivinas? - dijo la chica con una forzada sonrisa mientras se sentaba junto a su amigo.
- Te despertó otra pesadilla, ¿no? - dijo Harry algo preocupado.
- Si, y cuando me desperté se me ocurrió la absurda idea de que tu podías seguir aquí - dijo ella mirándolo de reojo.
- Si, ya ves que absurdo. ¿Hermione, no hay alguna forma de que no tengas pesadillas? ¿Alguna poción o algo? - preguntó él sin muchas esperanzas.
- No. Bueno, en realidad si que lo hay, la piedra de Idrisil, pero es demasiado rara y difícil de encontrar. Ya la busque este verano y nada.
- ¿Y porque no la sigues buscado?
- Harry, además de ser casi imposible de encontrar, ¿imaginas lo que pueden pedirte por ella? Además ya me estoy acostumbrando.
Siguieron hablando hasta que Hermione casi se quedo dormida en el hombro de Harry y decidieron regresar a sus dormitorios.
Al día siguiente Harry y Ron caminaban hacía el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras. Ron aun seguía en sus trece de que el profesor de DCAO tramaba algo en secreto. Llegaron casi diez minutos antes, ya que la clase anterior, que había sido la de Adivinación, había terminado diez minutos antes, la profesora Trelawney decidió acabar un poco antes cuando a Neville se le cayó su tercera taza. Al llegar encontraron la puerta del aula un poco abierta, y les pareció oír voces en el interior. En teoría a esa hora, no debía haber clase. Ron se acerco un poco más a la puerta y puso la oreja con cuidado de no empujarla para no abrirla.
- ¿Qué haces Ron? - dijo Harry en voz muy baja.
- ¿A ti que te parece? Intento oír lo que dicen - respondió Ron también en voz baja.
- Si te pillan te la vas a cargar.
- Harry, se supone que ahora no hay clase, así que con quien demonios puede estar hablando el profesor Nils - le dijo a Harry dispuesto a demostrarle que él tenía razón acerca del profesor - Además, ayer lo vi hablando con Snape - añadió logrando convencer a su amigo para que se uniera a él.
- Yo me ocupo de ella, ya esta todo listo, lo tengo todo bajo control - lo escucharon decir en un tono irritado que nunca antes le habían oído emplear.
Harry y Ron se miraron y sin pensárselo dos veces abrieron la puerta de golpe irrumpiendo en el aula.
- ¡Lo sabía! - le grito Ron.
- ¿Qué? - atino a decir el profesor a la vez que se volvió para mirar a los dos chicos completamente confundido.
- ¡No permitiremos que lo haga! - volvió a gritar el pelirrojo.
- ¿Hacer el que? - pregunto Héctor aun más confundido.
- Hacerle daño a Hermione - dijo Harry furioso apretando los dientes.
- Si, ahora no se haga el tonto. Hemos oído perfectamente como decía que se ocuparía de ella y que todo estaba bajo control - le dijo Harry.
- Si, eso. ¿Con quien hablaba? ¿Dónde esta? - exigió saber Ron.
- ¡Ah, eso! No hablaba de la señorita Ganger, me refería a una de las clases. Estaba preparando una clase práctica para ahora y me estaba dando algunos problemas.
- Perdone pero creo que no le entiendo - dijo Harry más calmado y ahora también confundido.
- Hablaba solo, a veces cuando estoy muy concentrado en algo voy diciendo las cosas que estoy pensando en voz alta sin darme cuenta, supongo que me ayuda a mantener la cabeza centrada cuando tengo demasiadas cosas en las que pensar - les explico el profesor con una sonrisa amable.
Los dos chicos se miraron y se sintieron tremendamente avergonzados por lo que acababan de hacer. Harry se recrimino haber dejado que Ron lo convenciera.
- Pero no pongáis esa cara, solo ha sido una confusión - dijo el profesor tratando de animarlo.
- Lo sentimos mucho profesor Nils - dijo Ron con las orejas casi tan rojas como su pelo.
- No pasa nada. Ya que estáis aquí, podéis ayudarme, aun tengo que apartar las sillas y las mesas, además hay que guardar las diapositivas y el proyector para que no se rompa.
Los dos le ayudaron a despejar la clase agradecidos de que no los hubiese castigado ni tampoco quitado puntos a su casa por entrar de aquella forma.
Por la noche después de la cena, regreso a la sala de los menesteres. Iba ya por el segundo de los tres pergaminos. Tenía especial urgencia por descifrar el fragmento siguiente. Estaban en la última semana de septiembre, por lo que todavía tenían tiempo de sobra. Pero no se trataba de eso, el fragmento anterior había resultado realmente inquietante. "Para realizar este conjuro, el mago debe hallarse en el mismo lugar que el velo de la muerte. Sin….." y ahí terminaba aquel fragmento. Para poder estar delante del velo, deberían ir a Ministerio de Magia, y eso significaba salir de Hogwarts. A Hermione no le agradaba nada esa idea, sabía que era muy arriesgado y también sabía que no habría forma de impedir que Harry fuese allí si era necesario para realizar el conjuro. Pero tenía la corazonada de que aquel "Sin ……" significaba que tal vez había otro modo de hacer el conjuro sin tener que estar delante del velo. Le quedaban a penas un par de runas cuando Harry apareció en la sala de los menesteres.
- ¡Hermione! Ya esta bien, deja eso de una vez - dijo muy enfadado con ella temiendo que pudiese caer enferma por un exceso de trabajo.
- Solo un momento, y ya termino - dijo Hermione sin si quiera mirarlo.
- No - dijo con firmeza y le quito los pergaminos.
- ¡¿Qué haces! ¡Dámelos! - grito la chica poniéndose en pie y tratando de arrebatarle las hojas.
- No te los voy a dar. Ahora mismo te vas a ir a descansar - respondió el moreno esquivando a su amiga.
- Cuando acabe - decía ella tratando de alcanzar los pergaminos que escondía a su espalda.
Harry trataba de apartarla con un brazo y el hombro mientras en la mano del brazo contrario sostenía firmemente agarradas las 3 hojas.
- ¡Dámelos Harry! ¡Son míos! - le gritaba mientras se estiraba al máximo para alcanzarlo.
- Dumbledore me los dio a mí dijo Harry dándole un poco la espalda para que su cuerpo hiciera de barrera mientras se preguntaba como era posible que tuviese tanta fuerza.
- Pero no eran para ti - dijo Hermione dando un pequeño salto y subiéndose a la espalda de Harry para alcanzar su objetivo.
Estaban tan ocupados en su disputa que no advirtieron la llegada de dos pelirrojos. Harry se esforzaba por mantener el equilibrio y los pergaminos lejos de Hermione, mientras que ella ponía todo su empeño en recuperarlos sin que pareciera importarle demasiado la precaria situación de equilibrio en que se hallaban.
- Estas convirtiendo esto en una cruzada personal, Hermione.
- Por supuesto, si es personal para ti también lo es para mi - respondió ella sin darse mucha cuenta de lo que decía.
- Harry, Hermione ¿qué estáis haciendo? - les pregunto Ginny desde la puerta con una expresión de extrañeza.
Su hermano por su parte se limitaba a mirar a sus dos amigos con la boca abierta. Cuando Harry había dicho que iba a buscar a Hermione, Ron y Ginny había decidido seguirlo momentos después. El pelirrojo había olvidado por completo que su hermana no sabía nada de los pergaminos. El chico de los ojos verdes se sobresalto al oír la voz de la menor de los hermanos Weasley y estuvo apunto de perder el equilibrio por completo. Hermione para no caerse paso sus brazos alrededor del cuello de Harry, quien dejo caer los pergaminos y sujeto sus piernas para evitar que cayera.
- ¿Ginny, qué haces aquí? - pregunto Hermione subida a caballito a la espalda de Harry.
- Creo que será más interesante que me digáis porque peleabais vosotros - dijo la pelirroja no cayendo en el intento de la otra chica para desviar el tema.
- Pues……. - y no se le ocurrió nada que decir.
- Es que Hermione no quería prestarme su trabajo de Pociones - invento Harry.
- Ahm. ¿Os creéis que soy tonta? Anda Hermione, baja de ahí antes de que te hagas daño y empezad a contarme la verdad si no queréis que me enfade - dijo Ginny entrando en la habitación.
Fue entonces cuando Hermione se dio cuenta de donde estaba, se sonrojo un poco pero en seguida lo disimulo. No les quedo más remedio que decirle la verdad, sin embargo se sintieron mucho mejor por no tener que volver a inventar excusas para no tener que explicarle a Ginny a donde iban cada vez que desaparecían durante horas. Luego fue Hermione quien explico a todos el motivo de su obsesión por seguir traduciendo las runas. Finalmente, Ginny convenció a Harry para que la dejase acabar después de que Hermione prometiera tomárselo con más calma.
- Draconform - dijo Hermione apuntando con su varita al pergamino.
El Dragón en margen izquierdo salio del escudo y voló sobre la línea que acababa de traducir dejando una estela que a su paso transformo las runas en letras.
- "Sin embargo, es posible realizar este conjuro a distancia si se abre un portal que conecte el lugar donde se encuentra el velo con el punto donde este el mago" - leyó Hermione sintiéndose más tranquila.
Ya solo quedaba un pequeño problema, Hogwarts estaba protegido con hechizos que impedían aparecerse dentro de los terrenos, y por supuesto, esto también afectaba a los portales mágicos. Tendrían que ir a Hogsmeade para poder abrirlo.
Continuará………..
ElwingCiryatan: Ten paciencia, ya no queda mucho para el final.
EmmaRiddle: Perdona si no lo he continuado antes. Gracias por tu reviews.
Ya no queda mucho para el final, es casi seguro que termine en el próximo capitulo. Siento si no actualizo antes, ya me gustaría a mí poder tener tiempo para escribir más rápido, pero de verdad que es imposible. No olvidéis dejar reviews.
