El Velo de la Muerte

6ª Parte: Para que están los amigos

La primera visita a Hogsmaede se había fijado para el primer fin de semana de octubre. En el castillo todos los afortunados que disponían de tal privilegio hacían planes sobre los lugares que visitarían y todo lo que pensaban comprarse. Sin duda lo más entusiasmado eran los alumnos de tercero pues ese sería el primer año en que les permitiesen salir del colegio aunque tan solo fuese por unas cuantas horas. La mañana de la salida a Hogsmaede unas nubes grises cubrían por competo el cielo y una suave brisa helada balanceaba las copas de los árboles ya casi sin hojas. Algunos habrían preferido un tiempo algo más calido para la primera excursión, pero aun así no eran muchos los que se habían echado atrás. Harry y Ron caminaban junto con el resto de sus compañeros hacia el pueblo. Hermione había decidido no acompañarlos en aquella ocasión, pues había prometido ayudar a Ginny y Luna con sus trabajos de Astronomía. Además, tan solo unos días después de descubrir que podían abrir un portal desde Hogsmeade, Hermione descifro la parte siguiente "No obstante, al usar un portal, el tiempo del que se dispone, se reduce al aumentar la distancia real entre el circulo de conjuros y velo". Eso los dejaba con dos semanas menos, a penas unas tres semanas más para acabar de traducir los pergaminos y dominar el conjuro. Para sorpresa del pelirrojo y de la propia Hermione, Harry no había insistido ni si quiera un poco en que los acompañase, algo bastante extraño, puesto que él era quien más repetía a la chica que no debía de obsesionarse tanto.

- Podrías haber insistido un poco para que viniera - se quejo Ron algo molesto por el poco apoyo recibido cuando trataba de convencer a su amiga para que los acompañase a Hogsmeade.

- ¿Ya has olvidado lo que vamos hacer hoy en Hogsmeade? - pregunto Harry aunque no le hacía falta para saber cual sería la respuesta.

- ¿Hoy? - Ron puso gesto pensativo y de repente recordó - Espera, ¿no íbamos a buscar hoy la piedra esa? - Harry asintió con una sonrisa divertida - Uhi - fue lo único que alcanzo a decir el pelirrojo al darse cuenta de que había estado apunto de meter la pata.

- Si, eso, uhi menos mal que Hermione no se dejo convencer - añadió el otro chico.

- Lo siento, se me olvido por completo - se disculpo Ron.

- No te preocupes, lo importante es que encuentre la piedra esa para que Hermione deje de tener pesadillas.

Desde la primera vez en que Hermione le hablo de la Piedra de Idrisil no había dejado de pensar en algún modo de conseguirla. Pero tal y como le había dicho la chica del pelo castaño, era un objeto mágico bastante raro, solo existían a penas una veintena de estas piedras repartidas por todo el mundo. Seamus le había hablado de una tienda en Hogsmeade donde vendían objetos mágicos poco comunes. Harry y Ron caminaron por el pueblo siguiendo las indicaciones que su compañero de habitación les había dado. La tienda se encontraba en una zona por la cual no solían pasar demasiado, ni ellos ni ningún alumno de Hogwarts, pues no había nada de interés por allí.

- Y ahora a la derecha - dijo Ron mirando el trozo de pergamino en el que Seamus les había dibujado un pequeño mapa.

Al doblar la esquina vieron un pequeño establecimiento al final de la calle con un gran cartel sobre la entrada que decía "Artículos mágico poco frecuentes". Desde fuera parecía un sitio bastante pequeño y poco llamativo, de no haber sido porque lo andaban buscando, habría pasado por allí sin tan si quiera verlo.

- ¿Seguro que es aquí? - pregunto Ron mirando de nuevo el plano dibujado por Seamus no muy convencido de que allí dentro pudiese haber nada interesante.

- Tiene que serlo, lo pone en el cartel. Además, has sido tu quien ha leído el plano - respondió Harry con la misma sensación.

- Según el dibujo este, tiene que ser aquí - dijo el chico de ojos azules sin terminar de convencerse.

- Bueno, pues entremos.

El aspecto interior de la tienda no tenía nada que ver con su apariencia exterior. Para empezar era mucho más amplia, Harry supuso que la habrían ensanchado con magia. Había estanterías de madera que contenían todo tipo de objetos. Nada más entran, te encontrabas con un pasillo formado por dos estanterías, la de la derecha tenía, botes de todos los tamaños con líquidos de diferentes colores, mientras que a la izquierda había frascos con diferentes sólidos en su interior, algunos flotando en líquidos y otros no. En el lateral de las estanterías había una placa que decía "Ingredientes para pociones". Un poco más hacía la derecha había otro pasillo que contenía una gran cantidad de objetos bastante curiosos que ninguno de los dos chicos había visto antes. Sus utilidades eran bastante diversas. En otro había tipos especiales de tintas que repelían ciertos conjuros. Harry y Ron se olvidaron por completo de lo que habían ido a buscar allí y comenzaron a curiosear por un pasillo que contenía objetos para defensa, protección y detección de Artes Oscuras. Pero en las estantería solo estaban los ingredientes menos extraños, algunos incluso podían encontrarse de vez en cuando en otras tiendas de magia. Los ingredientes y objetos más raros e infrecuentes se guardaban en el almacén, o eso decían varios carteles repartidos por toda la tienda. Harry arrastro a Ron hasta el mostrador para poder preguntar por aquello habían venido a buscar, pues imaginaba que algo así se consideraría lo bastante raro para no estar en las estanterías, y aun cuando estuviese allí, tardarían horas en revisarlas todas y encontrarlo.

- Buenos días ¿en que puedo ayudaros? - les saludo un tipo mayor al verles acercarse.

- Bueno vera, nosotros estamos buscando algo un tanto especial - habló Harry.

- ¿Y de que se trata? ¿Tal vez algún ingrediente para la clase de pociones avanzadas? Porque sois de Hogwarts, ¿verdad? - cuestiono el hombre.

- ¿Cómo ha sabido que somos de Hogwarts? - pregunto Ron sorprendido.

- Era fácil de suponer, por aquí no vienen muchos magos de su edad y menos aun si no son de Hogwarts - explico el anciano amablemente.

- Ahm - dijeron los dos chicos asombrados.

- Y bien, ¿que ingrediente necesitáis? Os ayudare a buscarlo.

- No se trata de un ingrediente para Pociones, es otra cosa - dijo Ron.

- Si, buscamos la Piedra de Idrisil, ya sé que es muy rara pero teníamos la esperanza de encontrarla aquí - añadió rápidamente Harry.

El hombre los observo con gesto mitad sorprendido mitad complacido.

- Vaya, no esperaba algo así desde luego. Si, tienes razón, es muy rara y difícil de conseguir, llevo más de 30 años trabajando en esto y solo he visto esa piedra en dos ocasiones - dijo el hombre sin perder la sonrisa, aunque las esperanzas que Harry tenía de encontrar la piedra allí comenzaban a desvanecerse - Una fue hace ya 19 años y la segunda fue hace unas semanas - añadió el anciano ensanchando su sonrisa al ver como a los dos chicos se les iluminaba el rostro.

- ¿Y la tiene aun? - pregunto Ron mirando a Harry y luego al dependiente.

- Si, pero su precio no es nada barato - dijo el hombre torciendo el gesto pues sabía lo que sucedía siempre que decía a un cliente lo que costaba.

- Eso no importa, yo necesito esa piedra, es muy importante para mí - dijo Harry con determinación.

- Esta bien, esperad aquí un momento - les dijo el hombre y desapareció en la puerta que había tras él para ir a buscarla.

Unos minutos después el señor mayor regreso con un pequeño estuche negro en las manos que dejo sobre el mostrador. El dependiente lo abrió y los dos chicos se inclinaron sobre el mostrador expectantes. Ante sus ojos brillo una especie de pequeño cristal de un tono azul turquesa. Harry reconoció de inmediato la piedra que había visto en las fotografías de los libros de la biblioteca del colegio.

- ¿Cuánto cuesta? - pregunto Ron saliendo del trance.

- 40 Galeones - respondió el hombre.

- ¡¿40! ¿Por esa piedrecita? Pero si es enana - chillo Ron volviendose a mirar a Harry.

- Ya os dije que era caro. Normalmente su precio es mucho mayor, pero quien me la vendió no pidió mucho a cambió, creo que no sabía bien lo que era. Por eso su precio es algo menor de lo usual - les aclaro el anciano - Al principio pensé que era falsa, pero solo me basto un vistazo para ver que era autentica, por eso creo que no sabía cual era su verdadero valor, puesto que solo pidió un frasco de unas raras semillas.

Harry miro a su amigo y luego la piedra. Lo pensó unos segundos antes de decidirse finalmente.

- Como le he dicho antes, esto es muy importante para mi, el precio no es lo más importante - dijo Harry convencido.

Minutos después los dos chicos salían de la tienda con el estuche negro bien guardado en un bolsillo del pantalón de Harry.

- Más vale que le guste a Hermione, porque sino me va a oír - decía Ron con fingido enfado.

- Gracias, Ron. No tenías porque haberme ayudado a comprarlo - le agradeció Harry.

Durante el verano, Ron había estado ayudando a Fred y George con su tienda cuando una avalancha de pedidos los había desbordado. Ron había usado la mayor parte del dinero que había ganado para pagarse los libros del nuevo curso y sus hermanos le habían regalado un uniforme y una túnica nuevos. Aun así a Ron le había quedado algo de dinero, y cuando Harry le hablo de la piedra, no dudo ni un instante en colaborar. Era cierto que Harry disponía de una pequeña fortuna que sus padres le habían dejado, pero aquel era todo el dinero del que disponía para comprar todo el material y libros que necesitara para el colegio.

- Ya te lo dije, también es amiga mía y no eres quien para impedirme ayudarla - dijo Ron en tono serio.

Aquel había sido su mejor argumento para que lograr que el moreno aceptase su ayuda. Aunque Harry no le dejo gastar todos sus ahorros ya que había sido idea suya.

- Aun así gracias - volvió a repetir el chico de ojos verdes.

- Claro, claro, lo que tu digas - dijo el pelirrojo haciendo un gesto con la mano restando importancia al asunto

- Bueno, ¿y ahora a donde vamos? - pregunto Harry.

- Tengo que comprar tinta que no me queda ni gota. Eso ha sonado como si lo dijese Hermione ¿no te parece? - dijo Ron.

- Si un poco - corroboro Harry antes de que los dos se echasen a reír - Yo necesito abrillantador para la escoba - dijo cuando dejaron de reírse.

- Si, yo también necesito de eso - añadió Ron llevando su mano derecha a la barbilla en gesto pensativo - Haremos una cosa para ganar tiempo. Tu vas a la tienda de artículos para el mantenimiento de escobas, mientras yo voy a por la tinta y te alcanzo allí en cinco minutos o cosa así.

- Vale. Allí te espero - le dijo Harry antes de que ambos tomasen caminos diferentes.

De vuelta de la tienda de plumas y tinta, Ron subía por la calle principal cuando algo capto su atención. Volvió brujamente la cabeza para asegurarse de que su vista no le había engañado y pudo ver al profesor Nils caminando hacía Cabeza de Puerco acompañado por un hombre con una capa negra con capucha que escondía su rostro. Ron regreso rápidamente tras sus pasos, pero antes de que alcanzase su objetivo escucho que alguien le gritaba detrás de él.

- ¡CUIDADO!

Ron se giro y acto seguido algo le golpeo en la cabeza. Se tambaleo mareado y finalmente termino sentado en el suelo viendo como toda la calle le daba vueltas.

- Ai Ron lo siento mucho, ¿te has hecho daño? - le preguntaba una mancha borrosa que por la voz supo identificar como Neville.

- Que va, casi nada - balbuceaba Ron mientras oscilaba de un lado a otro amenazando con caerse de nuevo de no ser porque seguía sentado en el suelo.

- Lo sentimos mucho Ron, estábamos probando un nuevo artículo para entrenar al quidich que acabábamos de comprar y se nos descontrolo un poco - le dijo Dean desde su derecha.

- Creo que reboto contra aquel edificio - dejo Seamus tratando de encontrar una explicación.

- No pasa nada, estoy bien - repetía Ron con la vista aun algo nublada aunque ya medio distinguía quien le hablaba.

- ¿Qué ha pasado? ¿Se encuentra bien, señor Weasley? - pregunto el profesor Nils acercándose al grupo.

- Anda, si es usted ¿y su amigo el encapuchado? - pregunto Ron con una sonrisa tonta sin duda afectado aun por el golpe.

El profesor alzo una ceja en un gesto confundido similar al de los otros tres chicos.

- Qué dices Ron, ese tipo no iba con el profesor Nils - dijo Seamus pensando que el golpe había dejado a su amigo peor de lo que parecía.

- ¿Ah no? - pregunto él sacudiendo la cabeza para tratar de despejarse la mente.

- No, el profesor Nils entro en correos y el encapuchado siguió hasta Cabeza de Puerco - añadió Dean.

- Oh, lo siento entonces - se disculpo Ron sintiendo que sus orejas se volvían rojas.

- No tiene importancia. ¿Cree que podrá levantarse? - pregunto Héctor con gesto amable.

- ¿No estoy ya de pie? - cuestiono Ron confundido.

- No, Ron, sigues sentado en el suelo - le aclaro Neville.

- Ahm, ya decía que os veía a todos demasiado altos - dijo Ron apoyándose en Neville y Seamus para levantarse.

Después los chicos se despidieron del profesor y acompañaron a Ron hasta la tienda de quidich donde Harry lo esperaba ya en la puerta.

- Ya era hora - le dijo Harry al verle llegar.

- Ha sido culpa de estos que me han noqueado con una mini-bludger loca - se quejo Ron.

- Ya te hemos pedido perdón, Ron - murmuro tímidamente Neville.

- No le hagáis caso, se le pasara en seguida - dijo Harry intentando que Neville se sintiera mejor.

- Ehi, Ron, tengo una idea. Venid con nosotros a Las Tres Escobas os invitaremos a lo que queráis, a Harry por hacerle esperar, y a ti por el golpe - ofreció Dean.

- Bueno vale - acepto Ron y los cinco se encaminaron hacía Las Tres Escobas.

No regresaron ha Hogwarts hasta la hora del almuerzo. Al llegar fueron directamente al Gran Comedor, donde ya se encontraban Ginny y Hermione. Aparte de ellas dos, no había muchos Gryffindors más en la mesa que no fuesen alumnos de primero o segundo, casi todo el mundo seguía en Hogsmeade. No les resulto nada fácil convencer a Hermione de que aceptase su regalo, pues la chica imaginaba lo que debían haber gastado en la piedra que no era mucho mayor que una pequeña canica. No obstante finalmente lograron que cediera argumentando que a la salud no se le ponía precio y que solo querían ayudarle igual que ella había hecho tantas otras veces por ellos. Aquella noche por primera vez en varios meses pudo dormir sin el temor de que la sombra de un recuerdo la despertase en mitad de la noche. Tuvo un sueño algo extraño, no era una pesadilla, pero a la mañana siguiente lo único que podía recordar era una voz que la llamaba. No le dio demasiada importancia, pues después de todo solo había sido un sueño. Lo que realmente le preocupaba ahora era que el tiempo se le terminaba. Al usar el portal, el tiempo del que disponían se reducía considerablemente, dejándola con apenas dos semanas más para terminar de traducir los pergaminos y preparar el conjuro. Se sentía como si hubiesen adelantado la fecha de un examen sin previo aviso. Aun les quedaba la opción de ir hasta el Ministerio de Magia, pero aquello era algo que pretendían evitar a toda costa. El propio Harry estaba considerando seriamente darlo todo por perdido si no lograban estar listo en ese plazo de dos semanas, puesto que aun recordaba bien lo sucedido el curso anterior y no quería arriesgarse a terminar peor de lo que ya estaba. Perder a Sirius había sido duro, pero no arriesgaría las vidas de sus dos mejores amigos para recuperarlo. Por suerte parecía que Hermione había logrado dominar por fin aquellas runas y entre la mañana y parte de la tarde del domingo, logro acabar el segundo pergamino y empezar el tercero. El tercer pergamino era el más corto de los tres, no ocupaba ni la mitad de la página, sin embargo era algo más complejo y Hermione de nuevo avanzo algo más despacio.

El lunes por la mañana a primera hora, como de costumbre, tenían clase doble de Pociones con Slytherin. Aquella mañana Draco Malfoy había decidido divertirse a su costa. Había ocupado un lugar cerca de donde se encontraban Harry y Hermione, hacia el final de la clase. Los dos Gryffindor estaban demasiado ocupados en preparar la poción como para darse cuenta de las miradas de malicia que el Slytherin dirigía a su caldero. Harry estaba apunto de agregar una pizca de polvo de raíz de asfódelo que había estado machacando por más de 20 minutos. Había estado pesando con mucho cuidado la cantidad exacta que ahora se disponía añadir con una cucharilla. Tal vez hubiese sido buena idea haber dejado el resto de la raíz pulverizada sobre la mesa, porque ese fue el momento que escogió Malfoy para "tropezarse" y chocar contra él. El botecito con los polvos de raíz de asfódelo voló por los aires y cayo dentro del caldero. El caldero tembló como si fuese a explotar, y la poción se volvió de un tolo lila que no tenía nada que ver con el naranja que debía de tener. Hermione se mordió el labio inferior y miro a Harry horrorizada antes de darse la vuelta para rebuscar entre sus cosas los ingredientes que iba a necesitar para arreglar el desastre. Harry por su parte, que se había quedado helado al ver como el botecito se le escapaba de las manos, salio del trance y se volvió hacia Draco dispuesto a darle una paliza.

- Vaya, que patoso eres Potter - dijo Malfoy con una sonrisa malévola disfrutando de la visión lila del caldero de Harry.

El moreno estaba apunto de responderle cuando apareció Snape y termino con la disputa.

- Potter vuelve al trabajo y arregla eso o tendré que ponerte otro cero - dijo Snape, aunque estaba claro que no lamentaría tener que ponerle el cero - Y 5 puntos menos para Gryffindor por distraer a un compañero - añadió con una sonrisa maliciosa.

A Harry no le quedo más remedio que darse la vuelta y ayudar a Hermione para intentar enderezar la poción antes de que acabase la clase. Estaban enfrascados en su trabajo cuando Hermione tuvo la sensación de que algo pasaba volando muy cerca. Sintió una especie de brisa y se volvió buscando la causa, pero no pudo ver nada. Instantes después un botecito con un líquido cristalino se precipitaba al interior del caldero de Draco que al momento hacia explosión cubriendo todo el aula de pociones de un moco naranja. Snape, cubierto de pies a cabeza por el moco naranja, fulmino al chico rubio con la mirada. Si hubiese sido de Gryffindor, ya estaría de camino a la enfermería pero en lugar de eso, el profesor limpio todo con un movimiento de varita y la clase continuo. Draco estaba convencido de que había sido Harry o Hermione quien había arrojado el bote a su poción en venganza por haber arruinado la suya antes. Estaba decidido hacérselo pagar, y encontró su momento cuando entraban a clase de DCAO. Harry, Ron y Hermione caminaban delante suyo, no había nadie que pudiese verlo si les lanzaba un maldición. Saco su varita y apunto al grupo, dejaría que azar eligiera a su victima. Pero antes de que pudiese abrir la boca, sintió una suave corriente de aire y un fuerte picotazo en la cabeza que le hizo soltar la varita. Los tres Gryffindor sintieron la corriente de aire pasar junto a ellos y se giraron pero no vieron nada más que a Draco quejándose con la manos en la cabeza.

El miércoles por la tarde, cerca de la hora de la cena, Hermione decidió dar un paseo por el castillo. Su cerebro se había declarado en huelga y llevaba horas atascada en la misma palabra. Pensó que un paseo le despejaría la mente y además de paso buscaría a Crokshank, a quien hacia un buen rato que no veía. Cada tarde, en cuanto se ponían hacer los deberes, Crokshank desaparecía y no regresaba hasta la noche. Hermione sentía cierta curiosidad por saber donde se metía durante esas horas. Caminaba en silencio por el pasillo de DCAO cuando escucho un maullido que se le hizo conocido. Se acerco hasta la puerta del aula de Defensa Contra las Artes Oscuras que estaba abierta de par en par y se asomo. El profesor Nils estaba sentado frente a su mesa corrigiendo trabajos, mientras Crokshank trataba de atrapar la punta de su pluma.

- Crokshank, malo, eso no se hace - le grito Hermione entrando en el aula corriendo.

El gato dejo de intentar atrapar la pluma y se sentó en la mesa mirándola con aire molesto.

- Lo siento mucho profesor, espero que no se la haya roto - dijo la chica acercándose a la mesa.

- No se preocupe, solo juega a darle con la pata, nunca la muerde ni nada - respondió el hombre con una sonrisa amable.

- Así que es aquí donde se mete todas las tarde, ¿no?

- Si, su gato me hace compañía mientras corrijo los trabajos y me ayuda a poner las notas - dijo Héctor medio en broma.

Hermione estaba apunto de decirle que un gato no puede corregir los deberes cuando volvió a sentir la brisa de días atrás. Se giro sin esperar encontrar nada, pero el chillido de un halcón sobre su cabeza le hizo alzar la vista. Aquel era el mismo halcón que semanas antes había entrado al Gran Comedor en mitad de la cena.

- Seguramente es su mascota - pensó Hermione mirando al pájaro que ahora se encontraba posado en una percha cerca de la mesa con la mirada fija en ella.

En ese momento Hermione recordó algo que Ron le había contado de su visita Hogsmeade. A Ron le había dado la impresión de que el profesor iba acompañado de un encapuchado, pero según Dean, él había entrado en correos mientras que el encapuchado había seguido hasta Cabeza de Puerco. Pero para que iba a ir hasta correos si tenía un halcón que podía llevar su correo, y por que no usaba una de las lechuzas de la escuela

- Este es Fogo, me lo presto una amiga, pero no me hace mucho caso. Solo le gusta exhibirse. Ya lo vería el otro día durante la cena. Estoy seguro de que espero hasta que vio el comedor lleno para entrar - dijo el profesor divertido como si hubiese podido adivinar lo que estaba pasando por la cabeza de Hermione.

El pájaro chillo y agito las alas ofendido con un gesto que parecía decir "eso es mentira". Hermione se disculpo por haber interrumpido su trabajo y tras despedirse continuo su paseo. En cuanto desapareció por la puerta el gesto de Héctor se volvió serio e hizo un gesto a Fogo que alzo el vuelo y salio por la puerta en la misma dirección que se había ido la chica del cabello enmarañado.

En los días siguientes Hermione continúo avanzando con un ritmo algo desigual. El último de los pergaminos tenía unas 25 líneas. El jueves, había terminado las diez primeras, pero sin duda, el día más provechoso había sido el viernes por la tarde cuando había logrado terminar siete más en unas cuantas horas. La mañana del sábado, después de desayunar, se fue directamente a la sala de los menesteres. Ginny la miraba con atención, esperando que descifrase el fragmento siguiente para no perderse la nueva reacción del pergamino pues a medida que se iba acercando al final, se iban haciendo más espectaculares. Harry y Ron habían salido a pasear por los terrenos de Hogwarts dándole un poco de tranquilidad para que pudiese concentrarse, pues los chicos estaban tan impacientes que cada medio segundo le preguntaban si tenía algo nuevo. Aunque no podía culparlos, ella misma estaba impaciente por terminar. Ese era uno de los pocos días soleados que habían tenido, desde que dio comienzo el otoño los días se habían vuelto más fríos, grises y lluviosos. Hermione volvió la mirada hacía la ventana imaginando lo agradable que sería estar paseando por los terrenos del colegio con el tibio sol acariciándole la piel.

- ¿Seguro que no prefieres dejar esto un rato? Seguro que ahí fuera se tiene que estar muy a gusto hoy - dijo Ginny imaginando lo que estaba pensando su amiga.

- Prefiero terminar con esto, ya me queda muy poco - dijo Hermione con resignación apartando la vista de la venta para volver a centrarse en su tarea.

La tarde si la paso sola, o al menos en su mayor parte, puesto que el equipo de quidich decidió aprovechar para entrenar. Se podía decir que había tenido una mañana bastante productiva, ya solo le faltaban un par de líneas. Las dos últimas líneas se transformaban con una misma palabra, y tras lo que le pareció una eternidad y parte de otra, por fin consiguió su premio. Alzo su varita apuntando a las dos últimas líneas. No recordaba haber estado tan nerviosa desde que descifro la primera.

- Piro - dijo Hermione con cierto temor por si el pergamino salía ardiendo.

Pero no sucedió nada de eso, las últimas runas brillaron y estallaron como si fueran unos pequeños fuegos artificiales haciendo que cayera sobre ella una lluvia dorada. Después de eso, aparecieron las últimas instrucciones y un dibujo del círculo de conjuros que ocupaba la mitad vacía del pergamino. Recogió sus cosas a toda prisa dentro de su mochila y los pergaminos bien doblados y guardados en un bolsillo de su túnica, antes de salir corriendo hacía los campos de quidich.

Entre tanto, Harry y los dos Weasley caminaban de vuelta al castillo con las escobas al hombro. Habían estado jugando un partido amistoso contra Ravenclaw para entrenarse.

- Harry - lo llamo Cho que venía detrás de ellos haciendo que se detuvieran - ¿Tienes un minuto, Harry? - pregunto la chica con un tono amable al llegar a su altura.

- Eh, si, claro - dijo Harry no sonando muy seguro - Os veo luego en la sala común - añadió volviéndose a ver a sus dos amigos.

Ron se encogió de hombros y comenzó a caminar hacia el castillo acompañado por Ginny mientras Harry y Cho se retiraban un poco del camino para poder hablar con calma.

- Bueno, tu dirás - dijo Harry deseando terminar con aquella conversación cuanto antes.

- Veras, yo solo quería disculparme, no pretendía que lo nuestro terminase como lo hizo. Y me gustaría saber si podríamos ser amigos otra vez - dijo la chica morena.

- Si, porque no, tampoco toda la culpa fue tuya - acepto Harry.

- ¿Entonces amigos? - pregunto la chica con una gran sonrisa ofreciéndole la mano.

- Si, amigos - respondió el aceptándola.

- No sabes cuanto me alegra oír eso. Llevo queriendo hablar contigo desde que empezó el curso……¿Harry me estas escuchando?

Pero Harry ya no escuchaba ni media palabra porque ahora algo más había captado todo su atención. En la puerta del castillo estaba Hermione hablando con Ron y Ginny, quien daba saltos abrazada al cuello de su amiga. Harry no necesitaba escuchar lo que decían para adivinar lo que estaba pasando.

- Disculpa Cho, si ya has terminado, tengo que irme, tengo un poco de prisa - dijo Harry muy deprisa y sin esperar respuesta echo a correr hacia la puerta del castillo.

Cho lo voy alejarse molesta por haberla dejado con la palabra en la boca y aun más molesta por el hecho de que la hubiese dejado para ir hablar con Hermione.

- ¡Hermione! - le grito casi sin aliento cuando estaba a pocos metros de ella.

- ¡Harry! ¡Ya lo tiene! - le grito Ron tan contento como cuando en segundo curso suspendieron los exámenes finales.

Casi sin frenar Harry llego hasta donde estaba Hermione y la abrazo levantándola del suelo.

- Eres un genio - dijo él sin soltarla.

- No es para tanto - dijo Hermione sonrojándose devolviendo el abrazo.

Ginny quiso saber que había sido la transformación del último fragmento. Hermione se lo explico con tofo lujo de detalles mientras se dirigían a la torre Gryffindor.

Después de la cena, cuando la sala común se quedo vacía, los cuatro estuvieron discutiendo sobre lo que iba a necesitar para el conjuro y donde podían llevarlo a cabo. A Ginny se le ocurrió que podían hacerlo cerca de la casa de los gritos, ya que para abrir el portal se necesitaba un lugar al aire libre. Además el lugar contaba con dos importantes ventajas, podían llegar hasta él a través del pasadizo que había bajo el sauce boxeador, y por otro lado era un sitio tranquilo, al que casi nunca iba alguien cuando era de día, y aun menos en mitad de la noche. Ese era otro punto, resultaría más fácil escabullirse poco después de que empezara la cena. En cuanto a lo que necesitaban para realizar el conjuro, en principio lo más complicado parecía ser obtener algo de la sala donde se encontraba el Velo de la muerte. Sin embargo Ron encontró pronto una solución para eso, pidió ayuda a los gemelos. Nunca le darían como lo consiguieron pero unos días más tarde recibieron un pequeño trocito de un banco de la sala. Pero aun les faltaba otro pequeño detalle, no sabían donde se encontraba el cuerpo de Sirius, aunque estaban seguros de que Dumbledore si lo sabría. Puesto que Harry había sido quien más veces había visitado el despacho del director, decidieron dejarle esa tarea, después de todo, había siso a él a quien le había entregado los pergaminos. No se equivocaron en sus suposiciones, Dumbledore no hizo demasiadas preguntas y le dijo que el cuerpo de Sirius se encontraba en una habitación de Grimmauld Place 12. Llevar el cuerpo hasta Hogwarts resultaba bastante complicado, por lo que Hermione decidió que abrirían un segundo portal que conectase con la habitación de Sirius. Eso les ahorraba tener que dar un montón de explicaciones. Esta vez recurrieron a Lupin para conseguir un objeto de la habitación en la que se encontraba Sirius, pues era uno de los pocos que sabía que Sirius todavía no había muerto del todo. Aunque conseguir su ayuda les costo tener que contarle todo lo que habían estado haciendo desde que regresaron a Hogwarts. El martes por la mañana al fin tuvieron todo listo, y decidieron que no esperarían más, ya que si algo no salía bien, aun tendrían tiempo de volver a intentarlo una vez más antes de que se le agotase el tiempo.

Continuará………..

AlexiaRiddle: Gracias.

Laura P.E.: Siento mucho haber tardado tanto en continuar.

Calixta: Según lo que le dijo la arpía así debería de ser.

Potter5: Muchas gracias.

Ante todo pediros disculpas por haber tardado tanto. En teoría esta debería de haber sido la última parte, pero me di cuenta de que salía un capitulo demasiado largo y si lo acortaba no quedaba bien. Lo bueno es que la siguiente parte esta casi terminada, porque iba a ser el final de esta y solo tengo que hacerle unos retoques, por lo tanto espero no tardar demasiado en subirla.