Frío
Capítulo 2: Un error
No le despierta para comer. Ni siquiera lo llama cuando pasan las ocho horas que, teóricamente, le correspondería dormir, aun de propina. No aparece durante la siesta, ni a media tarde, ni siquiera cuando llega, y pasa, la hora de la cena. Cuando le dejan la bandeja, con la mejor comida que ha probado en mucho tiempo, junto a la cabecera de la cama, es Ron quien la lleva, quien se sienta a su lado, quien le saluda con una sonrisa incómoda.
- Mamá ha dicho que no te despertáramos – se justifica cuando lo ve despierto en la cama.
Harry sonríe levemente, sin ganas, y vuelve la vista al techo. Lleva casi una hora en esa postura. Despierto. Consciente. Viéndolo todo cada vez más claro, si más vueltas le da. Y van unas cuantas.
- Gracias – susurra, sin girarse hacia él. – Es... tarde, ¿verdad?
Ron asiente y gira la mano para consultar su muñeca.
- Las siete – informa, con una mueca. – No te hemos esperado para cenar.
Lo dice con un tono de disculpa que hace que el otro se sienta súbitamente cansado. Claro que no lo han esperado para cenar. Normalmente ni siquiera está allí. ¿Por qué debería ser diferente? Estaba agotado. Necesitaba dormir. Han sido maravillosos dejándolo descansar tanto como ha necesitado; claro que no podían esperarlo para cenar. No podían contar con él. No sabían a qué hora saldría. Además, ¿qué importaba? No es como si que él cenara entre ellos fuera a convertirse en una costumbre, de repente. No mientras siguiera desapareciendo durante semanas sin fin, para pasar sólo unos días allí.
La perfección de la familia Weasley, comparada con su ausencia constante, lo agota.
- No pasa nada – masculla, y se obliga a incorporarse en la cama. – No sabíais a qué hora me despertaría.
Ron concede con una mueca y se remueve, cruzando las piernas, para afianzar su asiento sobre la cama, mientras él se pone las gafas.
- Mamá ha hecho sopa – explica, innecesariamente: el olor lo ha precedido. – Igual está un poco pasada, pero...
Le da igual. Su estómago se queja ruidosamente mientras se acerca el tazón caliente. Sopa. Ni imaginan lo que un detalle tan sencillo significa para él. Lo toma entre las manos, cierra los ojos mientras le calienta los dedos, siente que se desentumece poco a poco.
- Gracias – susurra otra vez, y alza los ojos del caldo a su amigo. – Seguro que está buenísima.
Ron se encoge de hombros y le sonríe tímidamente, como disculpándose. Algo en su gesto habla de vergüenza, aunque no queda claro si por la apreciación que hace su amigo de algo tan vano, o porque lo ruboriza haber tomado por sentado algo tan vital como la comida, cuando tanto le faltaba a él.
Harry, mientras, toma la cuchara de la bandeja, se inclina hacia delante y se dispone a probar la deseada cena. Hunde la cuchara un par de veces, remueve la pasta, alza la mano y se lleva el primer bocado a la boca. Es la infame sopa de Molly Weasley, la más deliciosa que él ha probado jamás, y la encuentra a la temperatura justa. Como el rey que probó la sopa de ajo, su hambre la hace parecer aún más deliciosa, y pronto se encuentra ignorando todo rastro de decoro que se pudiera dudosamente exigir entre él y su mejor amigo para comer tan ávidamente que se le empañan los cristales de las gafas con el vapor que desprende el tazón. Se pregunta si eran muchos para cenar, hoy, si habrán ido los gemelos, si se habrá presentado Bill por sopresa. O, lo que viene a ser lo mismo, si Molly habrá hecho sopa de sobra, si puede repetir, si no los pondrá en un compromiso al pedir una segunda ración. Sin dejar de comer, hecha un vistazo a la bandeja que ha subido Ron, para inspeccionar el resto de su contenido. Hay un segundo plato, tapado para que no se enfríe, y un gran trozo de pastel como postre. Alza la vista hasta su amigo, que lo observa en silencio, mordiéndose distraídamente el labio inferior, le sonríe, con la boca cerrada mientras traga, y se encoge de hombros, como preguntándole sin palabras en qué piensa.
- ¿Qué? – empieza Ron, al ver su gesto, con entonación retórica, únicamente una manera de comenzar a hablar. - ¿Te quedarás mucho, esta vez?
- No lo sé – responde, con una mueca de impotencia. – Como siempre, supongo. Tres o cuatro días, hasta que haya descansado.
- Ahora te vuelves a dormir, ¿eh? – le dice, con una mirada casi paternal que en él parece casi caricaturizada. – Tienes que recuperar el sueño perdido.
Asiente levemente y deja de lado el tazón de sopa, ya vacío.
- No estoy cansado – lo tranquiliza. – Sólo necesito estirar un poco las piernas, ahora, y luego me meteré otra vez en la cama, ¿vale?
Ron asiente y vuelve a morderse el labio inferior, con la vista fija en el suelo, mientras Harry ataca el segundo plato, que destapa para descubrir, encantado, un generoso trozo de carne asada, supone, de la comida. No tarda en hacerla desaparecer, igual que la sopa, y ya está a mitad del postre cuando Ron vuelve a abrir la boca.
- Entonces, ¿qué? ¿Ha ido... bien?
Harry asiente, traga y deja el bizcocho de lado un instante para responderle.
- Como siempre – explica, con un deje cansado. – Extremo, a ratos, y ridículamente paranoico a otros. Pero ha estado bien.
- ¿Has aprendido mucho?
- Bastante – asegura, sin ninguna duda. – Moody sabe lo que se hace.
Ron asiente levemente, pero no hace ningún comentario sobre el viejo Auror y su peculiar personalidad, lo que a Harry le parece, cuanto menos, notorio. En cambio, vuelve a guardar silencio mientras a Harry le da tiempo de acabar de cenar.
- ¿Y por aquí? – pregunta él, por fin, en vista de que Ron no tiene muchas ganas de hablar. - ¿Tus hermanos están todos bien?
El pelirrojo alza la vista, lo mira un instante, fijamente, a los ojos, y luego vuelve a observar una mancha del suelo.
- Como siempre – susurra, sin ganas. – Ya los conoces.
- Sí – responde Harry, también en un susurro. - ¿Y tus padres? ¿Siguen tan ocupados...?
- Estamos todos bien – le corta Ron, aún con la vista baja. – Hermione bien, con ganas de verte, y todos bien, bien. O tan bien como tú los dejaste, al menos – acaba.
Para ser sincero, a Harry no se le escapa el tono agrio de las últimas palabras, que hacen que mire a Ron con las cejas alzadas y una preocupación incipiente en el pecho.
- ¿Qué... quieres decir? – articula, bajando la voz para ocultar su alarma.
- Pues eso. Que algunos estamos mejor que otros – suspira, y le dirige una mirada mesurada. - ¿Te lo has pasado bien?
- No iba a pasármelo bien – le replica, algo molesto por su ironía. – Pero, dentro de lo que cabe, no, no ha estado mal, gracias.
Ron alza las cejas mientras masculla un 'de nada' tenso.
- Ir con Moody es un paraíso, ya se sabe – sigue, sarcástico, mientras lo recoge todo en la bandeja. – Unas vacaciones pagadas.
- Y en compañía – añade Ron.
Inmediatamente, Harry cierra los ojos, como si el dolor fuera físico.
- No es cosa tuya, Ron – le amenaza. – No te metas donde no tienes nada que ver.
- ¿Que no es cosa mía, tío? ¡¿Cómo que no es cosa mía?!
- No eres tú quién puede echarme nada en cara – responde Harry, lentamente.
Su cuidado es inútil, puesto que el color de la cara de Ron se ha disparado igualmente, y está envarado.
- Y te has asegurado de que ella no lo haga – dice, con la mandíbula encajada.
- Yo no he hecho nada – protesta Harry débilmente. – Ron, Ginny es mayorcita...
- No puedo creerlo – gruñe Ron, tapándose los ojos con los puños. – Merlín, Harry, ¿sabes cómo he soñado con que pasara esto? ¡Creía sinceramente que sólo tú la sabrías hacer feliz! ¡Que, si lo intentabais, iría bien, no sería como los otros...! ¡¡Merlín, Harry!! ¡¡Te lo has cargado todo!!
- Ginny es mayorcita – repite y gira la cara a un lado para no tener que enfrentarse a Ron. - ¿No lo entiendes? Fue un error. Sólo fue un error.
Un error. Igual que decirle una cosa así a alguien como Ron.
- ¿Mi hermana fue un error? – pregunta, alzando la voz. – ¡¿Ginny fue un error?!
- ¡Lo que pasó fue un error! – estalla Harry. – ¡Sí, lo fue! ¡Tú no sabes cómo fue! ¡No entiendes nada! ¡¿Crees que hubiera dejado que pasara una cosa así?! ¡¡Estaba cansado, estaba muy cansado, todo era una mierda, el mundo se derrumbaba a mi alrededor!! ¿Crees que me gusta todo esto? ¿Que no estoy harto? ¿Que no me agota no saber si acabará jamás? Ella... ella estaba allí. ¡Estaba allí! ¡Y era justo lo que necesitaba! ¡Dulce, cálida...! Fue un error. Lo fue. ¡Lo fue, Ron! ¿No lo entiendes? ¡Nunca debí de dejar que pasara!
- ¡Pero pasó! – rebate Ron, inclinándose en la silla para encararse mejor con Harry. - ¡Pasó! ¡¡Ella te quiere!!
Harry vuelve a cerrar los ojos un instante, aunque esta vez la cara es tan sólo de impaciencia.
- ¡No digas tonterías! – grita, prácticamente. - ¡No sabes nada de ella! ¡¡No tienes ni idea!!
Esa acusación toma por sorpresa a Ron, que se echa atrás un instante.
- ¿No... te quiere? – pregunta, parpadeando lentamente, como si no hubiera considerado la posibilidad. – Estaba loca por ti...
La inocencia de su amigo consigue tranquilizar relativamente a Harry.
- De eso hace años, Ron – explica, con el ceño fruncido con pena. – Era sólo... cuando era una niña. Mira, Ginny y yo... – suspira, y mira a su amigo mientras hace una pausa. – Nos queremos mucho – admite. – Desde las vacaciones hemos hablado mucho, y...
- Os pasáis el día juntos – observa Ron, como pensando en voz alta.
- Bueno, tú tienes a Hermione – le recuerda Harry – y Ginny está aquí casi todo el día. Cuando vengo a descansar me hace compañía, y eso...
- Ya – asiente. – Os habéis hecho amigos. Eso no justifica...
- No – interrumpe Harry. – No. Sé que no. Es... complicado, Ron. De verdad que sí.
El pelirrojo se sienta más atrás en la silla, acomodándose, y se limita a observar a Harry. El mensaje es claro: tiene todo el tiempo del mundo. A Harry le cuesta disimular una mueca de hastío.
- Vale – cede, al fin. – Siento mucho no habértelo explicado todo antes. Lo siento mucho. De verdad. Sé que debería habértelo explicado cuando pasó. Lo sé. Pero tenía que marcharme y, bueno, no encontré el momento...
- ¿Cómo fue? – reencamina Ron.
Harry asiente levemente para sí mismo, dándose tiempo y haciéndose a la idea de explicarle una cosa así a Ron.
- Estábamos solos en casa – comienza. – Tu madre está muy ocupada, últimamente, ayudando a los gemelos, y todo, y, bueno, pasamos todo el tiempo solos...
- Nunca creí que te aprovecharías así, tío – rezonga Ron en voz baja como respuesta.
- ¡¡No me aproveché!! – salta Harry a la defensiva. - ¡Dios, Ron, no fue así, para nada! ¡Que te lo diga ella!
- ¡¿Entonces?!
- ¡No sé! ¡Estábamos hablando, estábamos en el sofá y, no sé, de verdad! Una cosa llevó a la otra, la besé, la abracé, ¡¡yo qué sé!!
- Bueno. ¡¿Y luego?!
Harry le mira con las cejas alzadas, preguntándose cuántos detalles quiere su mejor amigo. Por suerte, él deja claro que no quiere ninguno con una sola mirada huraña.
- Mira, Ron... Yo... – duda – no siento eso por Ginny. Aquello... pasó. Fue bonito, y pasó. Pero ya está. Ya está. No... n-no había nada más detrás. Quiero a Ginny como a una amiga, tanto como a ti, o a Hermione...
- Porque aún no has superado a Cho – ofrece Ron.
Harry asiente y mira a su amigo, que sigue pareciendo ligeramente hostil.
- Aún la quiero – explica, con la vista perdida en las sábanas que lo cubren. Suspira, y hace una pausa para tragar saliva. – Dios, Ron, no sabes cómo me sentí después de que pasara eso con Ginny... – murmura débilmente. – Tu hermana era la persona con la que pasaba más tiempo, aparte de Moody, era con quien lo hablaba todo, ¡prácticamente era como vivir juntos! Dios, Ron... – repite, y vuelve a suspirar. – Pasó, y me arrepiento, claro que me arrepiento. No porque sea Ginny. Ella... sé que no la merecería jamás. No, no es por ella. No te enfades conmigo – le pide, mirándole con las cejas arrugadas, contrito. – Quiero a Ginny, y la respeto. No la... despreciaba.
- No – otorga Ron. – No era... eso.
Harry lo mira, sorprendido.
- ¿Entonces? – prueba.
- Bueno, es mi hermana. Pero tú eres mi amigo. Esperaba... que me lo contaras.
- Tuve que irme con Moody – se justifica rápidamente.
- No – interrumpe Ron. – No pasa nada. Es que... lo decía en serio, que había... – duda – esperado que acabarais juntos durante mucho tiempo.
Harry sonríe amargamente, frunce los labios y se aovilla en la cama, doblando las piernas sobre el colchón.
- ¿Ginny y yo?
- Ajá – confirma él. – Ella... bueno, es mi hermana pequeña. Supongo que soy... un poco protector con ella.
Harry no puede disimular una mueca de pasmo, con los ojos muy abiertos y el cuerpo rígido.
- ¡¿De verdad...?!
La exageración de su tono consigue que Ron se ría un poco, a la vez que arruga la nariz.
- Vale, vale – cede. – Demasiado protector, con ella – corrige, con una carcajada grave. – Pero es que no lo entiendes, Harry: ¡quiero verla feliz!
Harry asiente levemente, deja caer un brazo muerto sobre sus muslos y se observa el pantalón.
- Lo sé – murmura. – Yo también.
- Creía que tú...
- No – lo corta. – Yo no.
- Pero como os hacíais amigos, y todo...
- Pero no – insiste. – Yo... está Cho.
- Ya – dice Ron, vencido. – Lo siento, tío. Creía que ya no tanto.
Harry alza las cejas con escepticismo.
- Pues sí. Y Ginny... creo que tampoco. Que fue sólo porque los dos lo necesitábamos... Porque salió así.
- No sé – admite Ron. – Tienes razón: superó lo tuyo hace años.
- Y tanto – coincide Harry. – Era una niña.
- Lo siento – reitera Ron. – De verdad, lo siento mucho, tío. Me hubiera gustado que me lo explicarais uno de los dos, pero... siento haber insistido. Es que, bueno, no podía encontrar a nadie mejor para mi hermana que mi mejor amigo...
- La enrollarías con 'Mione – sigue Harry, como si concluyera la frase de Ron – pero, claro, eres un tipo celoso.
Ron ríe suavemente.
- Supongo que sí. Entonces, ¿cómo la ves...? ¿Crees que está bien?
Harry le mira, sorprendido.
- Aún no la he visto, después de... todo aquello. Bueno, esta mañana, ¿no? – corrige, – pero estaba completamente sopa. Ni siquiera hemos hablado. ¿Cómo la ves tú?
- Bien – responde Ron automáticamente, con una expresión convencida. – No está rara, ni parece triste, ni nada. Yo diría que está bien. Demasiado bien, creía yo, para saber que habías pasado parte del entrenamiento con Cho, pero quizás tú tienes razón y no le afecta. Y no hay nada entre vosotros. Y está, sencillamente, bien. Ojalá, ¿no?
- Y tanto – coincide Harry, y se ajusta las gafas, que iban resbalándole por el puente de la nariz. – Ojalá esté perfectamente. Es lo único que importa, ahora, ¿eh?
¡Muchas gracias a todas por vuestros comentarios! ¡Todos son muy bonitos y os los agradezco mucho! Me alegro de que os vaya gustando la historia. Y, sobre lo de poca acción... bueno, ésa era justo la idea para el primer capítulo. Era justo así, lento, puramente descriptivo. Con un fin, por supuesto. Este sitúa mucho más la historia. También premeditadamente. Y el siguiente...
¿Queréis que sigamos viajando juntas, a ver dónde nos lleva la historia?
Prometo actualizar mucho más pronto a partir de ahora - he tenido una temporada un poco ajetreada.
¡Besos a todas, y gracias por leer!
(Arreglado lo de 'protectivo' - el inglés me afecta demasiado. Gracias, campeón.)
