El cuerno de plata
La batalla que libró Boromir justo antes de partir al Concilio de Gondor
Todos los personajes principales pertenecen a JRR Tolkien. Los personajes secundarios inventados para este fanfic tienen nombres tomados del Silmarilion
Capíitulo 2 "Estratagemas a favor y en contra"
Con el alba, las tropas aprestadas en Gondor dejaron la ciudad con Faramir al frente. Frente a las puertas, Boromir se despidió de su hermano y partió con un pequeño grupo de caballeros hacia el este, al tiempo que el ejército tomaba rumbo al oeste.
El viaje de Boromir no es difícil, después de todo todavía están en tierra amistosa. No obstante, el atravesar las montañas de Ered Nimrais resulta muy difícil. En todo el trayecto tienen que enfrentar una violenta tormenta de nieve que apenas les deja visibilidad, unido a un profundo frío, atípico en esas condiciones. En una oportunidad un guerrero quedó colgando al borde de un precipicio, al perder el equilibrio por una violenta ráfaga y no ver el abismo a su lado. Lo rescatan y hacen el resto del viaje atados por una cuerda, tomando grandes precauciones y avanzando muy lentamente.
Al acercarse a Isengard notaron la presencia de una guardia de honor. Curumir la presidía y los recibió con afectuosas palabras
¡Saludos, Boromir hijo de Denethor, señor de Gondor! Tu visita me produce profundo regocijo y pongo mi humilde estado a tu disposición.
Los capitanes que acompañaron a Boromir pudieron apreciar toda la amabilidad en el recibimiento. Curumir no parecía acordarse de los términos sutilmente orgullos de su mensaje y afirmó estar a disposición, él, su ejército y su señorío, de lo que Gondor gustara.
Después de la cena de gala Boromir ha pidió reunirse con los capitanes de Isengard y Curumir los convocó. Presentó a Boromir como el líder indiscutible que los llevará a la batalla y los capitanes vitorearon.
Retirándose, Boromir pregunta en aparte a Gildor.
Amigo Gildor¿has conocido algo que deba saber?
Los hombres parecen sinceramente alegres –le respondió aquel.-Más aún, aliviados.
¿Aliviados, de?
Ha habido ataque de orcos a algunos poblados. No se sabe bien de dónde vienen. Curumir no actúa con suficiente energía. Los hombres confían en que usted ayude a poner fin a ello.
Al día siguiente partió el ejército. La poderosa tropa portaba los emblemas de Isengard y Gondor. Parten buscando el camino a Gondor, pero una noche, al acercarse a las montañas, Curumir sugirió un cambio.
Las condiciones de vuestro viaje por las Ered Nimrais- dijo a Boromir- fueron suficientemente difíciles para una pequeña compañía. Para un ejército puede ser extremadamente oneroso el paso, y podrían morir algunos hombres en los despeñaderos.
Lo señalado por Curumir no es descabellado- reconoció un capitán, consultando a Boromir.
¿Qué nos propone nuestro buen amigo?
Podemos bordear las montañas por el norte y pasar entre éstas y el Pantano de los Muertos. El noble Theoden no le molestará que pasemos por la frontera sur de su reino en refuerzo de un ejército donde combatirá su hijo, y le mandaríamos un mensajero con nuestros respetos. Hay caminos seguros entre el Pantano y las montañas, y un emisario ligero puede notificar a Gondor del cambio. De todas maneras los ejércitos se deben reunir en Morannon, no en Góndor.
Creo que es la mejor opción- se pronunció Boromir. –Sigamos el sabio consejo.
El ejército avanzó los dos días siguiente según el nuevo rumbo. En la noche del segundo día, Boromir le comunica a Gildor que debe salir solo
En el pueblo de Marach no es seguro andar solo de noche, señor. Ha de ir con usted una mínima escolta.
¿Y tú cómo pretendes saber a dónde voy?
Apelo a su comprensión, señor. Denethor me encargó con especial cuidado que velara por su seguridad. Y es imposible que usted pase por Marach y no se llegue allí.
Vendrás tú, entonces. ¿Alguien más sabe…?
No, señor. A no ser. Quizás, el mago Curumir, que tiene medios que escapan a los mortales.
Vamos, entonces.
Partieron en silencio en rumbo cercano al norte, hasta llegar a un pequeño campito donde un grupo de modestas lápidas revelaban los nombres de personas que yacían bajo la tierra.
Boromir se aproximó a una tumba lentamente y depositó sobre ella algunas flores. Gildor permaneció alejado respetuosamente durante los minutos que Boromir permaneció meditando, arrodillado al lado de la tumba.
Antes de tomar el camino de vuelta al campamento, Boromir y Gildor se aproximaron a una casita cercana y tocaron a su puerta.
Por un pequeño orificio lo miran unos instantes antes de oírse el correr de grandes cerrojos.
¡Nealeth! No sabía que se vivía con tantas precauciones en Marach –dijo Boromir, mientras les daban paso al interior
Noble Boromir –le respondió el aludido –desde los tiempos en que enterramos a nuestra amada hija esta tierra se ha vuelto sombría e insegura. Pero recibe nustras bendiciones, como siempre, y nuestra humilde hospitalidad.
La esposa del hombre les trae un ligero refrigerio y un hijo de Nealeth le alcanza algo al padre. Éste se lo tiende a Boromir; es un pequeño medallón, con un retrato dentro.
Lo encontramos hace poco entre sus pertenencias, sabemos que pensaba regalárselo…
Gildor, de acuerdo a la actitud vigilante que había mantenido en todo el trayecto, había vuelto a salir de la cabña. De pronto entró precipitadamente.
¡Orcos!
Los dos guerreros salieron a apreciar la situación
¡Son demasiados, señor¡Hemos de huir!
¡Poneos a salvo!-les dijo Nealeth
¿Y dejar esta familia indefensa¡Nunca!
¡No podemos solos, señor, nos atraparán!
¡No harán tal! Tú, espera agazapado y, cuando veas el camino libre, corre al ejército y llama a mi escolta. ¡Yo los distraeré unas horas!
Boromir montó en su caballo sin esperar respuesta y parte al galope. Los orcos venían por el sur y se interponían entre ellos y el campamento. Boromir imprimió impulso a su cabalgadura y cargó contra un grupo adelantado de orcos por un lateral. Derribó a varios, otros escaparon hacia el núcleo principal, que aceleró el paso hacia el caballero. Boromir emitió, orgulloso, las notas de su cuerno y se alejó escapando de la lluvia de flechas que respondió a su provocación. Los orcos emprendieron su persecución.
Gildor entró en el campamento y sin parar totalmente el galope, comunicó la noticia. No había dado la vuelta por completo, cuando un grupo de hombres esforzados ya se había unido a él y partían a toda velocidad.
Boromir era perseguido de cerca por los orcos. Después del desconcierto inicial, se distribuyeron en dos grandes alas que Boromir no podía atacar por separado. Adicionalmente, el rumbo lo hizo penetrar en una zona pantanosa donde no podía sacar provecho de la velocidad de su cabalgadura y con gran frustración, no podía evadir el abanico de orcos que se cierne sobre él. Tuvo que continuar seguir huyendo, alejándose de su ejército y sonando su cuerno de cuando en cuando.
Los rescatadores pasaban la llanura a todo galope. Sobre ellos cayó sorpresivamente una andanada de flechas y luego un grupo de orcos los obligaron a trabar un breve combate. Llegaron con cierto retraso a la zona pantanosa, donde también tienen que andar más despacio. La velocidad de todos los corredores estaba bastante pareja en ese momento; los orcos perseguían a Boromir mientras eran perseguidos a la vez por la escolta.
Mientras, en el campamento, Curumir y los demás han sido avisados. Curumir se dirigió al ejército.
Amigos queridos, nuestro querido Boromir ha sufrido un pequeño percance del que no dudamos saldrá muy pronto. Sé que su deseo sería que emprendiéramos la marcha lo antes posible en pos de nuestro objetivo. Los brillantes capitanes que salieron a apoyarlo serían de la misma opinión y seguramente esperarán a unírsenos ya bien avanzados en el camino. Solo queda una cuestión pendiente. ¿Cuál de los valerosos guerreros aquí presentes puede hacerse cargo del mando hasta la llegada del invicto Boromir?
Los hombres se miraron. De hecho, con la ausencia de Boromir y varios capitanes, salidos en su búsqueda, por parte de Gondor solo quedaban oficiales de menor jerarquía, sin la calificación para tomar un mando semejante al lado del mismo Curumir. Un oficial terminó reconociendo esto y proponiendo a Curumir dirigir las tropas hasta la llegada de Boromir.
Es un homenaje inmerecido el que me hacéis –respondió este – y lo acepto, solo por el bien común y hasta que el bravo Boromir regrese felizmente a nuestro lado, como sin duda hará muy pronto.
El ejército preparado inicialmente en Gondor salió de la ciudad encabezado por Faramir. Las gallardas tropas portaban los temidos armamentos conque habían protegido esta región de la Tierra Media durante tantos años. No era un ejército muy numeroso aún, pues no estaba previsto que fuera el que diera la batalla final y se habían dejado tropas en la ciudad. Imrahil y Theodred se incorporarían también poco más adelante.
Saliendo de las fronteras de Gondor en dirección a Morannon el paisaje empezaba a presentar huellas de deterioro. Algunos habitantes seminómadas de la zona más allá del Anduin los miraban pasar y los gondorlingas veían con compasión sus maltratadas estampas. Faramir dio órdenes de socorrer a los que se vieran especialmente necesitados.
Las patrullas de exploración reportaban grupos aislados de enemigos que escapaban rápidamente ante el avance de Gondor, pero que informaban indudablemente a sus superiores. Así, Faramir ordenaba exhaustivas medidas de precaución para el avance del ejército y la fortificación cuidadosa de cada campamento para pasar la noche.
En el consejo se había decidido que Faramir haría una primera incursión de tanteo del enemigo y luego se replegaría a Ithilien, para reunirse con los refuerzos de Rohan, Imrahil e Isengard. Una vez que los ejércitos se reunieran, presentarían batalla decisiva al odiado Angmar. Habiendo penetrado una distancia considerable en territorio enemigo sin gran resistencia, Faramir reunió a su Estado Mayor para tomar decisiones.
Cuando los capitanes estuvieron reunidos, Faramir dio comienzo al consejo solicitando los últimos reportes.
Las patrullas de exploración, en general, han seguido encontrando pequeños grupos de enemigos que arrojan un puñado de flechas y escapan a galope –inició su reporte un oficial. –Un fortín en un caserío resistió al avance de un batallón nuestro y lo tomamos por asalto. Perecieron cuatro de nuestros guerreros y una decena de hombres de Haldir.
¿Hicisteis prisioneros?-intervino Faramir.
Un puñado escaso.
¿Les interrogasteis¿Por qué cambiaron la táctica, se sabe por qué opusieron ahora resistencia?
Al parecer para dar tiempo a replegarse a una fuerza mayor, han dicho. Esto coincide con observaciones de nuestros exploradores, que han visto hoy mayores movimientos enemigos, a lo lejos, que en otras ocasiones.
¿Algún otro hecho irregular?
Desde la cima de una colina han visto humo de incendios y movimientos de las tribus varias leguas más adelante, pero muy lejos para poder juzgar.
En ese momento entró en la tienda un guardia y pidió permiso para trasmitir un mensaje urgente.
Un lugareño solicita ver al señor con urgencia –explicó.-Dice que nos viene encima un gran ataque.
Hacedlo pasar –replicó Faramir.
El lugareño, visiblemente agitado, fue introducido a la tienda y le indicaron a quién debía dirigirse. Repitió entonces
Sus señorías, mi nombre es Halmir hijo de Gwindor. El ejército de Haldir está en marcha forzada hacia acá. Llegarán en poco tiempo, mañana al atardecer tal vez.
Faramir miró pensativo por una ventana. Un capitán preguntó
¿Cómo sabes estas cosas?
El hombre iba a articular una respuesta, pero se quedó callado finalmente.
¿Eres un desertor de Haldir, o un espía, quizá? –
¡No soy un espía!
¿Por qué nos ayudas? –interrogó Faramir.
¡Su Señoría ha sido generosa con mi pueblo! Cuando las tropas de Angmar pasaron, tuvimos que ocultarnos para que no nos mataran. Sin embargo, dispararon a nuestros animales y quemaron nuestras casas. En cambio sus servidores nos suministraron comida y nos dejaron un caballo para la labranza. Este invierno no moriremos de hambre gracias a su gracia.
Registradle –ordenó Faramir
No tiene armas, señor-dijo confuso un guardia.
No busco armas. Sé que se la habríais retirado. ¿Qué guarda debajo de esa capa humilde?
Los guardias le retiraron la capa. Una vestimenta militar se reveló debajo. El hombre se echó de rodillas.
¡He sido reclutado a la fuerza, señor¡Sí, he desertado, quería escapar y unirme a usted¡No me matéis, por piedad¡Lo que le dije de mi familia es cierto!
Retiradlo –ordenó Faramir- y custodiadlo, pero no le maltratéis,y alimentadle si lo desea.
El consejo se reanudó.
¿Pensáis que debemos creerle? –preguntó Faramir
Es muy arriesgado. Puede ser un espía –arguyó uno
Puede ser igual de arriesgado no creerle. Handir¿hay condiciones para una rápida retirada?
¡Las tropas de Gondor no huyen, señor!
Faramir enfocó la vista más fijamente sobre su interlocutor
¿Creéis que hablo de huidas? Luego os aclararé mejor ese punto. Ahora, responded¿hay condiciones para una rápida retirada?
El confundido oficial explicó
No, señor. Las tres últimas jornadas han sido a través de parajes de difícil paso; frecuentemente hemos avanzado en estrechas columnas, vulnerables en una retirada.
Muy bien. Ahora veis que no es cuestión de elección. Faltan dos días para que las tropas de Imrahil, Rohan e Isengard lleguen a Ithilien. ¿Qué tiempo le llevaría a un jinete nuestro llegar allí?
Un jinete solo, a toda velocidad, iría y regresaría en menos de cuatro jornadas.
Queda solo una alternativa. Angmar ha escogido bien el momento del ataque, pero no debe haber previsto encontrarse con la totalidad de las tropas. Un mensajero debe partir en la madrugada con el aviso. Nosotros resistiremos aquí los días que les tome llegar a nuestros aliados. El campamento ha de convertirse en una fortaleza inexpugnable.
Los capitanes partieron a sus tiendas dando las órdenes pertinentes por el camino.
Al amanecer, Faramir fue a evaluar el reforzamiento de las obras de defensa del campamento. Los hombres trabajaban ya con intensidad. Un cercado era reforzado con puntiagudas estacas, algunas de cuyas puntas se dirigían hacia fuera. En el exterior se profundizaba un foso. Sobre el parapeto los arqueros estudiaban sus arcos y los ángulos de disparo y los infantes aprestaban espadas y armaduras.
Faramir entró en la tienda del prisionero.
¿Te han tratado aceptablemente mis soldados?-le preguntó
Han tenido más ganas de matarme que de abrazarme, pero me han respetado- respondió aquel.
Bueno, Halmir, has sido soldado. Sabrás excusar a los míos si no han sido demasiado rudos.
Perdone, señor, no quise decir eso. Mantengo lo dicho anoche sobre el agradecimiento y mi familia.
Bien. He de hacerte algunas preguntas. Creo que conoces bien el lugar.
He vivido en él toda mi vida.
Por eso te puedes mover rápidamente y llegar a todas partes antes que los demás.
Si cuento con un buen caballo…
El más rápido de este ejército lo ha tomado ya un mensajero con el encargo urgente que puedes imaginar. El segundo más rápido lo puedes llevar tú, con el mismo mensaje.
Honraré el servicio del señor.
Y Gondor recompensara tus oficios o penalizará tus faltas. Ven conmigo.
Faramir salió seguido de aquel hombre. Un magnífico corcel los esperaba y Halmir lo montó rápidamente. Un ayudante le alcanzó un paquete y Faramir le entregó un pliego.
Aquí tienes algunas provisiones y el mensaje que has de llevar al campamento de Ithilien. Parte pronto y honra tu palabra.
El hombre partió en rápido galope.
