Un tesoro enterrado
Capítulo 3: La fiesta
El sábado por la noche Michael pasó a recoger a Rukawa para ir a la fiesta que se celebraba en casa de Brian. Para la ocasión estrenó una camisa azul oscuro que se había comprado hacía unos días y unos pantalones negros. Por la mirada que le dedicó Michael al entrar en el coche, supo que había acertado, segundos después sus palabras se lo confirmaron.
- Estás rompedor – dijo Michael antes de darle un beso.
- Gracias… tú tampoco estás nada mal… - no lo dijo por cumplir, Michael también iba muy elegante con una camisa roja y unos pantalones beige.
Llegaron a casa de Brian en diez minutos, un piso de estilo occidental situado en el centro de la ciudad. El mismo Brian les abrió la puerta y les invitó a pasar, lo cual les costó un poco a causa de la cantidad de gente que había dentro. La música estaba casi al mismo volumen que en una discoteca. Michael cogió a Rukawa de la mano y lo condujo a la sala de estar donde se encontraban Megumi y unas amigas.
- Hola chicos! Qué guapos estáis!
- Hola Megumi – saludó Michael – Tú también, como siempre.
- Como va todo, Rukawa?
- Muy bien, gracias.
- Ey, no nos los presentas? – preguntó una de las amigas de Megumi.
- Claro que sí. Este yanqui de aquí es Michael Green, compañero de trabajo de Kenji, y él es Kaede Rukawa, su pareja.
Rukawa no pudo evitar ruborizarse un poco al escuchar a Megumi presentarle como la pareja de Michael, habían pasado tres semanas desde que se besaron por primera vez pero hasta ahora no se había parado a pensar en que tipo de relación tenían porque no se había presentado la ocasión. Miró de reojo a Michael para ver su expresión pero esta no había cambiado.
- Y dónde se ha metido Kenji, por cierto? – preguntó el chico rubio después de saludar a las amigas de Megumi.
- Lo tienes ahí mismo, sentado en el sofá.
- Entonces vamos con él.
- Ok, dentro de un rato vendré con vosotros.
- Hasta ahora.
Michael cogió de nuevo la mano de Rukawa para ir junto a Kenji, pero no habían dado ni tres pasos cuando Rukawa se detuvo. No quería quedarse con la duda.
- Qué pasa? – preguntó Michael.
- Me consideras tu pareja?
Michael le miró divertido. Luego le soltó la mano para abrazarle por la cintura.
- Sólo si tú quieres.
Rukawa asintió y sonrió.
oooooooo
- Seguro que te encuentras bien, Hana? – preguntó Yohei a su amigo del alma. Ambos chicos habían quedado para cenar en el Danny's ese sábado.
- Sí… - contestó el pelirrojo distraído mientras bebía una coca-cola.
- No lo parece…
- Por cierto, que tal con Haruko? – preguntó Sakuragi para cambiar de tema.
- Pues… mañana hemos quedado por primera vez a solas. Tal vez la lleve al cine, o a tomar unos helados, no sé…
- Te vas a declarar?
- Que va… aún es pronto. Primero quiero tantear el terreno para ver si tengo alguna posibilidad.
- …
- Y tú que tal con Rukawa?
Sakuragi escupió toda la coca-cola que estaba a punto de sorber en ese momento en la cara de Yohei.
- P-pero qué dices! – exclamó con la cara tan roja como su pelo.
- No te hagas el tonto que conmigo no te vale – replicó Yohei muy serio mientras se secaba la cara con una servilleta.
Sakuragi se dio cuenta de que era verdad, además necesitaba desahogarse.
- Tanto se nota? – preguntó tristemente.
- No te preocupes… aunque se te vea tan decaído últimamente no creo que nadie excepto yo se haya dado cuenta de que es por Rukawa.
- …
- Has hablado con él de tus sentimientos?
- No digas tonterías.
- No es una tontería.
- De qué serviría?
- El 'no' ya lo tienes.
- Pues claro que tengo el 'no': me he pasado el último año y medio metiéndome con él, el kitsune debe odiarme… lo único que conseguiría es que se riera de mí… además a él le gusta ese estúpido yanqui con el que sale…
- Aún así deberías decírselo… Además por lo menos sabes que es gay…
- Por cierto… - el pelirrojo parecía avergonzado de nuevo.
- Dime.
- A ti… a ti no te molesta que yo… que yo… también lo sea?
- Claro que no, porqué tendría que molestarme?
- …
- Si no me molestó el que mi hermano lo fuera, porqué tendría que ser diferente contigo?
- Nani? Tú hermano es gay?
- Sí.
- Desde cuando lo sabes?
- Me lo contó a finales del año pasado. A mis padres se lo dijo hace un par de semanas.
- Y cómo se lo han tomado?
- Bastante bien… aunque creo que no les quedó más remedio.
Sakuragi se quedó pensativo. Cómo se lo tomaría su madre? Quizás al principio se quedaría en shock, pero en el fondo estaba seguro de que al final le comprendería y le daría todo su apoyo, igual que Yohei.
- Porqué no intentas de momento llevarte mejor con él? Tal vez por lo menos consigas ser su amigo.
- Lo intentaré.
- No te desanimes.
- Sabes una cosa, Yohei?
- Dime.
- Tú eres el mejor amigo que se podría tener.
oooooooo
Estuvieron charlando con Kenji y otros dos amigos que Rukawa conocía casi una hora antes de que Megumi se reuniera con ellos. Media hora después vino Brian.y le pidió a Michael que le ayudara a traerles bebidas. Rukawa observó como se marchaban y no pudo evitar sentir celos, ya que le molestaba mucho que aquellos dos se llevaran tan bien sabiendo que habían sido pareja en el pasado. Pero había una cosa que le molestaba aún más, y era la manera en que a veces había pillado a Brian mirándole. Al principio pensó que era Brian el que tenía celos de él porque quizás aún seguía enamorado de Michael, pero cuando les había abierto la puerta hacía hora y media, Rukawa se había sentido como si le desnudara con la mirada.
- Te pasa algo, Rukawa-kun? – preguntó Megumi interrumpiendo sus pensamientos.
- Eh… no, nada.
- Seguro? Así como les mirabas cualquiera diría que estás celoso.
- Debería? – el mismo Rukawa se sorprendió al realizar esta pregunta.
Megumi se puso a reír.
- Eso depende de lo liberal que… - no pudo seguir porque Kenji le dio un codazo.
- A qué te refieres? – preguntó Rukawa con el ceño fruncido.
Pero Megumi no contestó porque en ese momento llegaron Michael y Brian cargados con botellas y vasos y empezaron a repartirlos. Michael se sentó de nuevo al lado de Rukawa y Brian comenzó a llenar los vasos con vodka. Cuando llegó al de Rukawa éste lo apartó.
- Yo no quiero, gracias – dijo secamente.
- Porqué no? – preguntó Brian.
- No me gusta el alcohol.
- Pero lo has probado alguna vez?
- No.
- Entonces cómo sabes que no te gusta?
- No necesito probarlo para saber que no me gusta.
- Pero…
- Déjalo en paz, Brian. Te ha dicho que no quiere y ya está – interrumpió Megumi.
- Yo sólo le animo a que lo pruebe.
- Y porqué tiene que probarlo ahora? Sólo tiene dieciséis años, tiene toda la vida para convertirse en un alcohólico como nosotros! – dijo la chica riendo.
- Es cierto, se me olvidaba que sólo eres un niño – dijo Brian en un tono burlón que no le gustó nada a Rukawa.
- No te pases, Brian – intervino Michael.
- Ponme – dijo Rukawa alargando su vaso.
Todos le miraron extrañados menos Brian que le sonrió y le llenó el vaso hasta la mitad.
- Con qué lo quieres? Con limonada o con naranjada?
- Con limonada.
Rukawa se llevó el vaso ahora lleno a sus labios y empezó a beber. Le escocía la garganta, pero no quiso que nadie lo notara y volvieran a decir que era muy joven para beber alcohol, y menos que Michael pensara lo mismo. Llevaba ya medio vaso cuando la mano de su novio le detuvo.
- Te va a sentar mal si te lo bebes todo de golpe – dijo Michael.
Pero Rukawa sólo le miró desafiante y continuó bebiendo. Cuando se lo terminó lo dejó en la mesa y Brian se lo volvió a llenar, pero decidió esperar un poco para demostrar que era capaz de bebérselo de nuevo. Lo cierto es que no hacía ni diez segundos que había tomado alcohol por primera vez y ya se sentía extraño.
Los demás también estaban ya bebiendo mientras charlaban, los que más Brian y Megumi. Incluso Michael llevaba ya tres combinados cuando Rukawa decidió beberse su segundo, al que siguió un tercero.
- Vamos a bailar? – le preguntó Michael de pronto.
- Qué dices! – exclamó Rukawa.
- Porqué no? Venga, ven.
Michael se levantó del sofá y obligó a Rukawa a hacer lo mismo, quien ya estaba demasiado mareado por el alcohol como para resistirse. Lo arrastró hasta el comedor donde había mucha gente bailando y empezó a bailar también frente a él. Para Rukawa era un regalo divino tener a Michael tan cerca y observar como se movía con espectacular sensualidad.
- A qué esperas? – preguntó el chico rubio al ver que Rukawa permanecía quieto.
- No sé bailar…
- Cualquiera sabe bailar, sólo tienes que escuchar bien la música y dejarte llevar por ella.
Rukawa le hizo caso y decidió prestar atención al sonido que le envolvía. Poco a poco empezó a mover su cuerpo experimentalmente, acompasando sus movimientos al ritmo de la música. Le sorprendió descubrir lo fácil que le estaba resultando, quizás era el alcohol que le hacía sentir tan desinhibido. Michael le observó complacido y se acercó aún más a él hasta atraparlo por la cintura.
- Q-que haces? – preguntó nervioso Rukawa.
- Bailo con mi novio – contestó ya completamente pegado a él, sus sexos rozándose a través de la ropa.
- Pero hay mucha gente…
- Te da vergüenza?
- U-un poco…
- No te preocupes, aquí todos son muy liberales, ni siquiera se fijarán en nosotros.
Ese comentario hizo que Rukawa recordara lo que le había dicho Megumi casi una hora antes, pero no tuvo tiempo de pensar en como hablarle a Michael sobre ello porque de pronto su boca fue invadida por una lengua hambrienta que parecía no querer dejar ni un solo rincón sin explorar. Rukawa se aferró con fuerza a la camisa roja de Michael, podía notar su miembro ardiendo contra el suyo. Pero la cabeza empezaba a darle demasiadas vueltas y no era sólo por la excitación.
- No me encuentro bien – murmuró separándose a duras penas del agarre de Michael.
- Has bebido mucho – dijo el chico rubio sin soltarle.
- He bebido lo mismo que tú…
- Pero yo ya estoy acostumbrado al alcohol.
- Creo que… necesito sentarme.
Rukawa empezó a tambalearse y dejó que Michael lo guiara, sin darse cuenta de que alguien los observaba atentamente.
- Dónde vamos? – preguntó Rukawa al ver que pasaban de largo de la sala de estar.
- A un lugar más tranquilo.
Entraron en una de las habitaciones del piso, por la falta de decoración parecía un dormitorio de invitados. Rukawa estaba ya tan mareado que no tuvo tiempo ni de ponerse nervioso. Michael le atrajo hacia él y empezó a besarle mientras con una mano recorría su espalda bajo la camisa.
- Qué quieres, Kaede? – susurró entre beso y beso.
Rukawa aún no había contestado cuando sintió la mano de Michael meterse en sus calzoncillos, para a continuación introducir un dedo en su entrada. Ahogó un gemido mezcla de dolor, placer y sorpresa.
- Quieres esto? – preguntó de nuevo Michael empezando a mover su dedo.
- S-sí – jadeó Rukawa.
- Perfecto…
Michael le desabrochó la camisa y la arrastró por sus hombros hasta que cayó al suelo. Empezó a besar el pálido cuello y las clavículas mientras se quitaba el cinturón. De pronto Rukawa sintió otros labios besando su espalda y unas manos que le abrazaban por la cintura desabrochándole los pantalones.
- Pero qué…?
- Tranquilo… - susurró una voz conocida.
Era Brian.
- Qué… que estás haciendo?
- Tú sólo déjate llevar…
Rukawa cada vez tenía los sentidos más embotados, empezó a pensar que estaba soñando, no podía ser que aquello estuviera sucediendo de verdad. Unas manos, no supo si de Michael o de Brian, le bajaron los pantalones para después hacer lo mismo con sus calzoncillos. Segundos después se encontraba sentado en la cama recostado contra el pecho de Brian, quien le succionaba el cuello con tal fuerza que le hacía daño, mientras Michael se encargaba de dilatarle con dedos ágiles.
De pronto su apoyo desapareció y cayó de espaldas en la cama, el súbito movimiento le mareó aún más y cerró fuertemente los ojos para no ver como el techo de la habitación daba vueltas sobre su cabeza. Los volvió a abrir de golpe cuando sintió que le abrían la boca y le metían algo que… no, no podía ser.
Sí que lo era.
Intentó resistirse y alzó las manos a tientas, ya que su vista ya no enfocaba apenas, pero estas fueron fuertemente agarradas por las muñecas y sujetadas contra la cama. Entonces sintió un fuerte dolor entre las piernas que parecía querer atravesarle todo el cuerpo. Quiso gritar, pero evidentemente no podía. Cerró de nuevo los ojos ya que de nada le servía mantenerlos abiertos, sus otros sentidos tampoco funcionaban… oía algunos jadeos y frases entrecortadas, pero no entendía lo que decían… Lo único que sentía con claridad era ese dolor que le estaba partiendo el alma… Había perdido la noción del tiempo, no sabía si habían pasado minutos u horas desde que todo aquello había empezado… hasta que finalmente perdió la conciencia.
oooooooo
N/A: tachánn! Ya les traje el siguiente capítulo. Como ven solo he tardado tres en fastidiar al pobre Rukawa, pobrecito mío, acaba de descubrir que a su novio le van los tríos… Para el 4 me tardaré un poquillo porque estoy de exámenes.
Besos
Khira
