Un tesoro enterrado

Capítulo 5. Una semana de nervios

En una pequeña sala de espera Rukawa y Sakuragi esperaban nerviosos a que les llamaran. Se encontraban nada más y nada menos que en la sede de la asociación de gays y lesbianas más famosa de Tokyo.

- Cómo es que conoces este sitio? – preguntó Rukawa cuando entraron.

- Leí sobre él en internet – respondió el pelirrojo – De casualidad – añadió rápidamente.

En otras circunstancias Rukawa quizás se habría puesto a reír, pero en ese momento sólo tenía ganas de llorar. No tenía ni idea de qué hacer en caso de que la prueba diera positiva. Suponía que lo tendría que contar en su casa… su madre se pondría a llorar y su padre seguramente le daría una paliza… o no, con un poco de suerte no se atrevería a tocarlo por miedo a contagiarse también… Si alguien más se enterara tendría que abandonar la escuela, y por consiguiente el equipo… Si la gente apenas se le acercaba estando sano, como lo tratarían en caso saberle seropositivo? Y por mucho que la ciencia avanzara, seguramente no pasaría de los treinta o cuarenta años… Claro que se estaba poniendo en lo peor, si Michael o Brian le habían contagiado algo lo más probable seria una enfermedad venérea, tal y como le habían dicho en la asociación. Lo cierto es que en ese sitio habían sido muy amables: sin apenas hacer preguntas, le habían informado de todo.

Sakuragi se revolvía incómodo en el asiento, demasiado nervioso para permanecer quieto. Rukawa en cambio estaba sentado con la vista en el suelo mordiéndose las uñas.

- Te vas a hacer sangre – dijo Sakuragi apartándole la mano de la boca.

- Estoy nervioso.

- Ya lo sé, pero no lo pagues con tus uñas.

Rukawa iba a replicar pero entonces se dio cuenta de algo y se ruborizó un poco. Sakuragi lo notó y después de mirar al mismo sitio que el kitsune, él enrojeció hasta las orejas: aún no le había soltado la mano. Su primer impulso fue dejarla ir, pero algo se lo impidió. La mano de Rukawa, en contra de lo que se esperaba, era suave y cálida. No le apetecía en absoluto soltarla, así que no lo hizo, y miró hacia otro lado para no tener que enfrentarse a unos ojos azules que ahora le miraban extrañados.

Rukawa no comprendía lo que estaba pasando. Porqué el doa'ho no le soltaba la mano? Quizás sólo era un gesto amable para que se tranquilizara. Si era eso, lo cierto es que estaba funcionando. De esta manera ambos chicos permanecieron esperando con las manos entrelazadas hasta que una puerta blanca se abrió y por ella apareció un hombre de treinta y pocos años con perilla.

- Podéis pasar – dijo.

Sakuragi y Rukawa se levantaron y entraron por la puerta. La habitación era exactamente igual que una consulta de hospital.

- Quien de los dos necesita hacerse la prueba?

- Yo – dijo Rukawa.

- Túmbate en la camilla.

- Prefieres que espere fuera? – preguntó Sakuragi a su ex-rival.

- No. Quédate, por favor.

- Como quieras.

Rukawa se tumbó en la camilla y Sakuragi se sentó en una silla junto a la puerta.

- Arremángate la camisa - dijo el hombre de la perilla mientras sacaba una jeringuilla esterilizada.

Sakuragi no pudo evitar apartar la vista cuando el hombre empezó a sacar sangre del pálido brazo de Rukawa. Nunca le habían gustado las agujas. En unos segundos terminó y Rukawa se incorporó de nuevo.

- Toma – dijo dándole un pequeño papel – Necesitarás esto cuando vengas a buscar los resultados.

- Cuando estarán?

- Dentro de una semana.

- Una semana!

- Lo siento, nuestro laboratorio es pequeño y no eres el único.

- Lo comprendemos – intervino Sakuragi acercándose – Volveremos la semana que viene.

Sakuragi y Rukawa salieron del edificio y se dirigieron a la estación. Rukawa estaba muy abatido. Cómo iba a soportar una semana de incertidumbre? Sakuragi lo notaba pero no sabía como consolarle. Esperaron el tren en silencio y nada más llegar y entrar en él, sonó un móvil.

- Es el mío – murmuró Rukawa revolviéndose los bolsillos.

Finalmente sacó el aparato y Sakuragi observó extrañado como la cara de Rukawa se volvía más blanca que el papel al mirar la pantalla.

- Que pasa? – preguntó.

- Es… Michael.

- Tu ex?

- Sí…

Y porqué te llama ese capullo, pensó el pelirrojo, pero no lo dijo.

El móvil seguía sonando pero Rukawa no parecía tener intención de responder a la llamada.

- No lo vas a coger? – preguntó Sakuragi.

- No… - contestó Rukawa. Suspiró y apretó el botón rojo en lugar del verde.

Unos asientos quedaron vacíos en la primera estación y se sentaron en ellos. Estuvieron callados todo el trayecto, cada uno sumido en sus pensamientos. Rukawa se preguntaba que podía querer ahora Michael de él, mientras que Sakuragi pensaba qué hacer con sus sentimientos.

Pero ahora lo importante es conseguir que Rukawa pase esta semana lo más tranquilo posible, se dijo a sí mismo.

oooooooo

Rukawa no quería ir al entrenamiento, pero Sakuragi le convenció diciendo que no sacaría nada de quedarse en casa mordiéndose las uñas. Durante la práctica todos se quedaron alucinados viendo como los dos rivales se hablaban como dos amigos de toda la vida, en especial la gundam del pelirrojo (excepto Yohei), pero todas las preguntas fueron contestadas por la misma simple frase: 'Me reconcilié con el kitsune'. También fue motivo de comentarios el retorno de la actitud apagada del jugador estrella.

Sakuragi se esforzaba para distraer a Rukawa, no le dejaba un momento a solas, incluso le invitó a cenar varias veces y también al cine. Rukawa se lo agradecía pero la semana pasaba inexorablemente lenta y él se sentía cada vez más histérico. Que Michael le llamara tres veces más durante esos días no hacía más que aumentar su malestar.

Pero en esta vida todo llega, y también llegó el día de ir a recoger los resultados de la prueba.

Rukawa temblaba entero cuando recogió el sobre que le entregaron en la recepción de la sede.

- No vas a abrirlo? – preguntó Sakuragi suavemente al ver que el kitsune se quedaba mirando el sobre entre sus manos temblorosas.

- Preferiría no hacerlo aquí…

- Lo entiendo – dijo el pelirrojo mirando a su alrededor. Había varias personas saliendo y entrando del edificio, y la chica que les había dado el sobre no les quitaba el ojo de encima – Vamos a un parque que está por aquí cerca, te parece?

- Vale…

Una vez que llegaron al parque se sentaron en un banco de piedra, uno frente al otro. Rukawa cogió aire, abrió el sobre y empezó a leerlo. Sakuragi también contenía la respiración mientras esperaba una reacción por parte del chico moreno. Pero la cara de Rukawa no mostraba ninguna expresión, ni siquiera cuando levantó la vista para clavarla en los ojos castaños que le miraban expectantes.

- Y bien? – preguntó Sakuragi con el alma en vilo.

- Es… negativa. Todo es negativo.

Sakuragi suspiró y se pasó una mano por la cabeza.

- Ves como todo ha… - se interrumpió al ver que Rukawa bajaba la cabeza y se echaba a llorar – Pero qué te pasa ahora?

Rukawa no contestó, simplemente se tapó la cara con las manos y comenzó a llorar aún más fuerte, sus hombros sacudiéndose en espasmos violentos. Sakuragi lo miró unos segundos indeciso pero después lo abrazó fuertemente contra su pecho.

- Tranquilo… - le susurró al oído mientras le acariciaba la nuca. Sin embargo el propio Sakuragi no estaba precisamente tranquilo al tener a Rukawa tan cerca.

Pasaron muchos minutos antes de que el chico de ojos azules se calmara. Cuando por fin lo hizo, se quedó inmóvil con la cabeza apoyada en el pecho del pelirrojo. Se sentía tan bien… podía notar sus fuertes brazos rodeándole, su respiración acompasada y los fuertes y rápidos latidos de su corazón. Fuertes y rápidos?

- Parece que el corazón te fuera a explotar… - murmuró sin moverse.

Sakuragi se sintió descubierto y le apartó suavemente.

- Yo también estaba asustado… - dijo mientras se levantaba y miraba hacia otro lado.

Rukawa se limpió la cara de lágrimas con una manga y después observó al chico pelirrojo.

- Sakuragi… gracias. Gracias por todo, de verdad…

- No hay de qué…

- Me has ayudado a pesar de lo mal que te caigo…

Sakuragi volteó a mirarle de nuevo.

- No me caes mal.

- Ah no?

- Bueno… quizás al principio. Pero hace tiempo que ya no.

Rukawa se levantó también y esbozó una hermosa sonrisa que desbocó completamente el corazón del número 10 del Shohoku.

- Nos vamos ya? – preguntó mirando de nuevo a otro lado para evitar que el kitsune se diera cuenta de su sonrojo.

- Sí.

Evidentemente durante el camino de vuelta estuvieron mucho más animados que una semana antes, pero sólo charlaron de trivialidades. Al bajar del tren Sakuragi estuvo a punto de invitar a Rukawa a tomar algo, pero como ahora ya no tenía excusa para querer distraer al zorro, no se atrevió. Caminaron un rato juntos y se despidieron en una esquina para dirigirse cada uno a su casa.

Kuso!, maldecía mentalmente Sakuragi mientras daba una patada a una lata tirada en la calle, qué debo hacer ahora? Gracias a lo que ha pasado he podido hacerme amigo de Rukawa pero… un momento! Cómo puedo dar gracias porque dos tipos le violaran? No, lo que tengo que hacer es encontrarlos y partirles la cara, ya que Rukawa no parece dispuesto a hacerlo…

Por cierto… el kitsune nunca me pareció alguien capaz de dejar las cosas así… además en ningún momento me ha hablado mal de ese tal Michael…

Mierda…

No será que aún después de lo que le ha hecho, le sigue queriendo?

oooooooo

Rukawa entró en su casa aliviado de que no hubiera nadie. Subió directamente a su habitación y se dejó caer en la cama; los nervios de toda una semana le habían dejado agotado. Sabía, tal y como le había dicho Sakuragi y los de la asociación, que los resultados de una prueba del VIH no eran fiables hasta pasados varios meses del posible contagio. Aún así tenía razón el pelirrojo, pues de momento estaba mucho más tranquilo.

Y ahora que ya no tenía sentido preocuparse por ello hasta entonces, no pudo evitar que sus pensamientos se volcaran de nuevo en él.

En Michael.

Porqué me ha llamado tres veces durante esta semana, pensó encogiéndose en la postura fetal, Qué quiere de mi ahora? Burlarse? O acaso cree que tan sólo tengo una rabieta y que voy a perdonarle?

No quiero verle nunca más.

Nunca más…

Ya no le veré nunca más?

Oh kami… cómo es posible que después de lo que me ha hecho, quiera verle de nuevo? Que añore sus labios, sus caricias, sus abrazos… la forma en que me mira, me sonríe…

Cómo es posible que después de lo que me ha hecho, le siga queriendo?