2.- Huellas en la nieve

Una curiosa lluvia arrancó sorpresivamente durante la primera semana de diciembre, esa era la oportunidad perfecta que tenían los alumnos de Hogwarts para confortarse con una taza de chocolate caliente frente al fuego y olvidarse por unos segundos de los deberes, los exámenes, los castigos o lo que fuera.

También estaba la gran oportunidad de dar una vuelta por los terrenos del colegio, para los que disfrutaban de la lluvia en vivo y en directo, sintiendo el agua congelada cayendo sobre ellos. O para los que sencillamente estaban parados en medio del camino sin sentir nada, solo pensando.

Siempre pensé que el invierno era mejor para ordenar las ideas que el verano.

Harry Sirius estaba parado en medio del camino hacia Hogsmeade, tenía el cuello cubierto por su enorme chalina, un mullido gorro y la túnica impecablemente cerrada. No se movía y tenía los ojos clavados en el suelo, de cuando en cuando movía los labios, articulando palabras sin sentido.

Invierno... se me ocurre que va a nevar muy pronto... nieve... huellas en la nieve. "El camino estaba completamente vacío, excepto por la larga fila de huellas sobre la nieve, que recién formadas, le indicaban que no era la primera persona en pasar por ahí; pero era imposible que.."

.-.Harry!-

Una voz femenina llamó su atención. Harry se incorporó de golpe y se volvió hacia la única persona que lo podría haber llamado.

.-.Que haces ahí parado? Te vas a congelar.. aunque con todo lo que traes puesto...-

.-.Duncan ¿No te vas a quedar en Hogwarts?-

.-.No- respondió su mejor amiga, mirándolo con extrañeza- pensé que tú te ibas a quedar-

.-.No, quiero irme a casa-

La muchacha asintió, acercándose más a su amigo y reiniciando la marcha con él. Ambos vivían en Hogsmeade así que con frecuencia se hacían compañía a pesar de que la mayor parte de esa fuera (también con frecuencia) en silencio.

Duncan Lovegood, la chica con nombre de varón. En todo su cuerpo no había casi ningún rastro de su apellido, tenía los ojos normales, el cabello castaño y un carácter de lo más cuerdo. La oveja negra de los Lovegood ostentaba el título con gusto, aunque por momentos era presa de los arranques inevitables de la sangre.

.-Que hacías ahí parado?- preguntó la muchacha al cabo, incapaz de contener su curiosidad.

.-Nada- mintió Harry con mucha vergüenza sobre las mejillas, sabía que no era la primera vez que Duncan lo encontraba así, es más, sabía que no era la primera vez que alguien lo encontraba parado y moviendo los labios

.-Estaba pensando- admitió finalmente- en cosas... de la escuela..-

La muchacha asintió, formando una sonrisa en sus labios.

Continuaron el camino en silencio, no tenían mucho que decirse, no había pasado gran cosa en el día para comentar o sencillamente, querían estar callados.

El clima era el ideal para una caminata, las gotas de agua golpeaban el pedazo descubierto de sus rostros y no estaba ese sol molesto que abochornaba y hacía desear que el camino fuese más corto.

Cuando llegaron a Hogsmeade se detuvieron, mirando a puntos distintos.

.-.Ya me tengo que ir- anunció Duncan.

.-.Yo también- Harry sonrió.

.-.Hasta mañana-

.-.Cuídate-

Ambos se dieron la espalda y emprendieron caminos distintos hasta sus casas.

5 minutos más tarde, Harry abría la puerta de su casa con cautela, no quería molestar a su papá y eso le daba el chance de ir a su cuarto directamente sin interrogatorios previos. Pero cuando entró, una extraña sensación de soledad lo sobrecogió.. dio un par de pasos silenciosos y miró a todos lados, esperando encontrar por lo menos una pista de donde estaba la gente que vivía ahí.

.-.Papá- preguntó, sin más remedio- Pa'! Estás ahí?- avanzó aún más- Papáaa!

Segundos pasaron y ninguna respuesta.

.-.Ron? Hermione¡No hay nadie!... no- finalizó para sí mismo.

Así que suspirando, se dirigió a la cocina, llenó un vaso con agua y subió a su habitación.

Tenía muchas cosas que desahogarse, tantas que estaba seguro que esta vez sí le iban a funcionar.

Cerró la puerta de su habitación con un conjuro anti-espías, lanzó su mochila sobre su cama, se sentó en su escritorio y tomó un pergamino de los cientos que tenía en su cajón. Se fijó cuidadosamente que no tuviera nada escrito por ningún lado, ni con tinta invisible.

.-.Vamos a ver...-

No, no había nada escrito en lo absoluto. Sonrió y rápidamente tomó una de las plumas que estaban regadas sobre la mesa, la mojó con tinta y empezó a garabatear con furia.

Un ciento de ideas le habían venido desde el desayuno, las había estado barajando, estudiando, mejorando, incluso fantaseando con ellas conforme avanzaba el día, en miles y se reproducían a toda velocidad, haciéndolo buscar con vehemencia lugares en los que pudiera estar solo y empezar a escribir a sus anchas. Desde Adivinación hasta Historia de la Magia, pasó por una especie de tortura que le pareció eterna, tenía tanta información que pensaba que ese era el momento indicado, que por fin, después de tanto simulacro y tanta falsa alarma había llegado. Gruñó cada vez que alguien le dirigió la palabra y ni bien terminaron las clases, corrió Hogwarts afuera sosteniendo sus ideas y repasándolas en la medida de lo posible.

Era la cuarta vez que le pasaba eso en la semana, pero esta tenía que ser la vencida.

Las horas corrieron como segundos mientras corría la pluma, tachaba, escribía encima, en las esquinas, notas para recordar, aclaraciones, volvía a tachar, ahora no solamente un reglón, si no todo un párrafo, luego trataba de leer lo que decía ahí y lo copiaba en otro, encerrándolo en un cuadradito que tenía una flecha gorda que decía "información para los próximos capítulos". Repetía los diálogos que había estado trabajando en su cabeza, los mejoraba, avanzaba veloz y sin embargo, su mente siempre le llevaba la delantera, formulando muchos "Y si's" curiosos, útiles y enriquecedores, pero apenas podía escoger entre unos pocos de ellos, porque por la falta de tiempo a los otros se los llevaba el olvido.

No oía nada de lo que pasaba a su alrededor, no oyó cuando su padre entró a la casa, ni cuando una lechuza picoteó a su ventana insistentemente por minutos. No se oía ni respirar a sí mismo, estaba inmerso, absorto, tan dentro de su historia... era envidiable.

CRASH!

.-.HARRY?-

El cristal de la ventana haciéndose pedacitos y su padre gritando lo despertaron y lo arrojaron de una patada fuera del mundo en el que estaba.

.-.Demonios!- masculló, guardando su pergamino y tirando la pluma de prisa. No quería que su papá lo viera escribiendo- Finite incantatem!- tomó su varita y señaló al picaporte de la puerta, dejándola libre de conjuros

.-.Sirius?- preguntó su pap� desde afuera de la habitación.

.-.Está abierto-

-Alohomora-

La puerta se deslizó, dejándole el camino libre a Harry Potter