Dedicado a: Saku (sin la cual el autobús noctámbulo no hubiera tenido hogar. Gracias a tu mamá por recibirnos en su casa, pasé una muy linda tarde)

2 Hogwarts --------

Esa mañana Harry despertó con mucha energía... Era primero de Septiembre y luego de dos meses recluido en el número cuatro de Privet Drive finalmente regresaría a Hogwarts, su verdadero hogar. No existía un lugar más seguro en el mundo de los magos que la escuela que regentaba Albus Dumbledore, el único hechicero que podría comparar sus poderes con los del Señor Oscuro. Harry Potter, el que había vencido al Inombrable, no podía más con la ansiedad. Por supuesto que se había enterado de los sucesos que se dieron la noche de su cumpleaños, y eso le mantenía con el corazón en la boca. Un muchacho de aproximadamente 17 años de edad había aparecido muerto en una playa al sur de Londres... Salió en las noticias Muggles, como un curioso caso de asesinato, pero Harry sabía que eso no podría haberlo hecho un simple humano demente... O quería creerlo. En la televisión sólo salió una bolsa de plástico cerrada en medio de la arena, sin embargo, el muchacho pudo notar un par de dedos tirados en la escena del crimen. El tener presentes a los Dursley en la salita de estar (ya que ahora sí podía ver las noticias con calma, gracias a Moody) le obligaba a tomarse las cosas con sangre fría... Tío Vernon se mostró muy afectado por lo que había pasado y dijo algo sobre la policía de Inglaterra y que la ineficiencia permitía que los locos anduvieran sueltos. Tía Petunia no hablaba... Su cara se hallaba blanca como el papel, y de inmediato le prohibió a su hijo salir de la casa... Duddley armó tal escándalo que la mujer tuvo que retractarse muy pronto de sus palabras... Harry se llevaba sorpresa tras sorpresa desde su regreso luego del desastroso quinto año en Hogwarts... El día siguiente a su cumpleaños despertó muy temprano con unos ruidos desusados en su cuarto... Con cuidado entreabrió los ojos, listo a tomar la varita y atacar antes de preguntar. Se trataba de un tintineo... Alguien estaba a su lado y cuando el chico observó con toda la claridad que sus defectos visuales le permitían, fue capaz de distinguir la delgada silueta de su tía, quién le dejaba un paquete sobre la mesa y se marchaba sin decir nada. Cuando se supo solo, Harry se puso sus gafas y tomó el paquete...

- ¿Un regalo? -. Con cuidado rasgó el papel de envolver corriente y no lo pudo creer. Se trataba de una pluma muy extraña... Era blanca y larga... El estilete estaba bañado en plata y se exhibía perfectamente peinada "¿Qué sucede aquí?" En ese momento una tarjeta de papel cayó sobre la cama.

FELIZ CUMPLEAÑOS HARRY ----------------------

A Harry se le antojó una broma muy macabra... Su tía Petunia jamás le había hecho un regalo de verdad, y considerando que hacía más de cinco años ni siquiera se había acordado de la fecha, el que de pronto llegara con un regalo le parecía extraño... Podría tratarse de una trampa, pero la idea pronto fue desechada. Lord Voldemort no tenía ni idea de dónde se hallaba, Dumbledore le había dicho que ese era el sitio más seguro del mundo para él... La única vez que Harry se acercó a su tía para agradecerle la pluma, Petunia se había quedado callada y observándolo con expresión bovina. Luego regresó a sus quehaceres y envió a su sobrino a cortar el césped y tirar la basura...

De más está decir que el chico no pudo entrar hasta ya muy tarde; sólo quería dormir porque estaba demasiado cansado para hacer otra cosa. Desde el incidente de los Dementores, Vernon Dursley tenía estrictamente prohibidos todos los medios de comunicación con el mundo mágico, pero Harry se las arreglaba para transgredir la prohibición. Las lechuzas llegaban muy tarde, en medio de la madrugada y Harry las despachaba rápidamente para no despertar a sus tíos... Con Pig, la mensajera de Ron, las cosas eran mucho más difíciles, porque la criaturita no dejaba de gorjear emocionada por todo, aunque se conociera la pieza de Harry de memoria. En más de una ocasión el muchacho tuvo que taparla un rato con la almohada, corriendo el riesgo de matar al animal, pero no se le ocurría otra manera de acallarla. Las cartas de sus amigos eran ahora muy cortas, pero claras. Luego del cumpleaños de Harry Potter las cosas habían cambiado. El muchacho dejó de recibir El Profeta diariamente, lo que le dio mala espina. Hermione le contaba que mucho no sabía porque estaba en la Inglaterra Muggle con sus padres, y que a ella tampoco le llegaba el diario y Ron le decía que a lo mejor la lechuza ya no quería hacer un viaje tan largo... o se perdía ¿Pero todos los días?. A pesar de sus súplicas disimuladas, sus amigos no soltaban prenda y siempre decían que no se perdía nada del otro mundo, que el diario estaba centrado en los escándalos de la bajista de las Brujas de Machbeth, ya que al parecer era engañada y otras frivolidades y que como Lord Voldemort no se había manifestado, el mundo mágico ya regresaba a su ritmo habitual... La cicatriz seguía doliendo constantemente, pero ya no tenía ramalazos cada vez que Voldemort sentía algo. Lo que pasaba era que Harry entendió finalmente que Snape le había proporcionado su única arma para mantenerse a salvo y practicaba la Oclumancia lo más que le permitía su corta experiencia con el Profesor de Pociones. Severus Snape odiaba a Harry y Harry lo odiaba a él. Jamás había confiado del todo en el maestro, porque él en otra época fue un Mortífago como Lucius Malfoy... Malfoy... ¿Estarían aún los Mortífagos en Azkabán?... Debía ser así, ya que sus amigos le decían que nada pasaba... Y él creía en la palabra de los chicos. Además, tenía muchas ganas de comenzar con las clases. Había recibido sus resultados en las MHB y resultó sacar nueve; más que suficiente para seguir con su carrera de Auror. Se detuvo un momento a pensar en la que cara que podría Snape cuando lo viera en su aula de Pociones durante todo otro año... Ya Harry no iba a permitir que Severus lo molestara, se iba a concentrar.

Pero bueno Harry... No deberías sentirte azorado, estás a muy pocos minutos de enterarte. En King's Cross averiguarás todo lo que quieras" dijo una vocecita en su cabeza. El tiempo apremiaba y él aún no tenía listas todas sus cosas... Tenía tareas pendientes y su ropa no se hallaba en el baúl... De todas maneras no me sirve se dijo El regalo de los gemelos me es bastante. Toda la ropa que Fred y George le habían regalado le quedaba perfecta. Harry supuso que habían pensado en que él y Ron tendrían más o menos la misma talla y por eso no erraron con las compras.

Los Dursley se quedaron boquiabiertos cuando Harry Potter bajó las escaleras luciendo un buzo último modelito de color negro y zapatillas nuevas. Conteniendo la risa, el muchacho notó que su primo entrecerraba los ojos de cerdito, escandalizado. Esa ropa salía muy cara. Ya Vernon estaba furioso porque le tocaría ir a dejar a su sobrino a la estación de trenes. Una carta certificada que llegó por correo Muggle le avisaba que no podrían recogerlo este año como le habían prometido y que por favor lo llevaran... La carta iba firmada por Dumbledore y tía Petunia, recordando muy bien los incidentes del verano anterior tuvo que convencer a su marido de hacerlo. Por eso, la nueva tenida de su sobrino lo irritó rápidamente.

- ¿De dónde sacaste eso? -. Le inquirió tío Vernon, el rostro de ese color púrpura-indignación que Potter conocía tan bien.

- ¿Esto... ? Fue un regalo de cumpleaños -. Replicó el muchacho con naturalidad- Del hombre que habló contigo la otra vez... No sé si lo recuerdas... El del sombrero -. Puntualizó, casi con placer maligno. Su tío resopló acobardado. Por supuesto que recordaba a ese engendro con un ojo sacado de una película de terror, en sus palabras. No se hizo un comentario más durante todo el desayuno, aunque Duddley no le despegaba los ojos de encima a Harry, henchido de envidia y rabia por la suerte de su primo. Subir las cosas de Harry fue otro lío. Tuvieron que cubrir el baúl con una manta, y Harry escondió su Saeta de Fuego con la capa invisible de su padre. Cuando se subió al auto, Tío Vernon parecía al límite de su resistencia y tía Petunia se volteaba convulsivamente hacía las otras casas, temiendo que alguien les observara y pensando en los comentarios... Harry recordó el despelote el día de su cumpleaños y dio gracias a Dios porque no se había armado un escándalo y su tía no pudiera dar con la razón que hacía que sus vecinos le rehuyeran en el supermercado.

El camino a King's Cross fue una tortura. Un embotellamiento de tráfico a causa de una cañería rota en la calle retrasó a Harry demasiado tiempo... Así que no le quedó de otra más que escuchar la verborrea de su tío sobre su "anormalidad". Potter tenía un fuerte dolor de cabeza que no hizo más que aumentar y se obligó a pensar en cualquier cosa durante el trayecto... El que Duddley no los acompañara fue un gran alivio. El chico tenía que golpear a muchas personas en compañía de su pandilla y sencillamente no tenía tiempo de andar en esas tonterías... Al llegar a la estación Harry alcanzó a poner sus cosas en el carrito y salir disparado hacia el pilar que existía entre los andenes 9 y 10.

- ¡Por Dios Harry! -. Exclamó la Señora Weasley en tanto Bill y Charlie acomodaban las cosas en el vagón - El tren ya casi va a partir-

- Es que había un embotellamiento -. Se explicó el chico subiéndose al tren, que se iba y no parecía dispuesto a esperarlo. Ni siquiera pudo despedirse bien de los Weasley y se contentó con contemplarlos un minuto antes de perderles de vista. Ya estaba en el tren, así que se hizo el ánimo y ocultando la tristeza que le provocaba el no ver a PadFoot en la plataforma como el año anterior, partió a buscar a Ron y Hermione. Con la primera persona que Harry se encontró fue con Neville Longbottom. Se veía preocupado y miraba el piso sin pestañear siquiera, inclinado como todos los años...

- ¿No has visto a Trevor?-. Le inquirió nervioso. - Parece que nuevamente lo olvidé -.

- No. Recién he llegado... Pero búscalo bien, debe andar por allí -. Replicó el muchacho, sin mirar a su compañero a los ojos. Neville era el otro chico del que hablaba la profecía de Harry... Neville podría haber sido El Niño Que Sobrevivió, pero por alguna razón ese destino lo alcanzó a él, a Harry, y en el fondo le daba algo de rabia que Longbottom tuviera una vida normal... De inmediato Harry se recriminó por haber pensado en ello. Él también había perdido a sus padres, a manos de los Mortífagos, de Bellatrix Lestrange, y de seguro para Neville era más terrible, porque mientras Harry Potter tenía a sus padres muertos, los de Longbottom estaban internados en el Hospital de San Mungo, completamente enloquecidos por el Cruciatus de Lestrange. Intentando no pensar más en ello, Potter comenzó a buscar a sus compañeros... Poco a poco, el muchacho pudo sentir la tensión en el aire... No era normal. Por lo general, el Expreso de Hogwarts solía ser un lugar muy bullicioso, con los muchachos de primero haciendo bromas y los mayores pasándose de un vagón a otro para saludar a sus compañeros y contarse las últimas novedades del verano, pero ahora no era así. Todo estaba sumido en un silencio inquieto y oprimente que le recordaba mucho a Harry el día en que el tren se detuvo para recibir a los Dementores cuando buscaban a Sirius Black. No había un alma en el pasillo, y mientras pasaba frente a los vagones llenos, todos, sin excepción alguna reparaban en su figura a través del vidrio de la puerta, susurraban y buscaban la cicatriz en forma de rayo que lo distinguía de los demás con una expresión muy extraña en sus rostros...

- ¡Harry! -. Exclamó alguien y este casi dio un respingo de susto. Se trataba de Ernie Macmillan, uno de los prefectos de la casa de Hufflepuff, saliendo de uno de los vagones de la mitad del tren... - ¿Cómo has estado? -.

-Bien- respondió algo aturdido- ¿Qué pasa? ¿Por qué todos están tan callados? -. Ernie lo miró con una expresión estúpida, como sino pudiera creer que Harry le preguntara algo así...

- ¿Cómo que qué pasa?- Le inquirió extrañado... Y luego sus cejas se arquearon, pareció entender algo - Ven. En el vagón te lo explicaré todo con detalles -. El compartimento estaba lleno de miembros del ED. Harry los contempló a todos con mirada escrutadora. ¿Qué era lo que él no sabía y los demás sí?

- Las cosas van terribles Harry - Dijo escuetamente el prefecto - Hace algunas semanas El-Que-No -Debe-Ser-Nombrado entró a Azkabán, como si fuera su casa, y sacó a sus seguidores por la puerta. Fudge dijo que había sido un terrible error, que habían recibido noticias de que Voldemort estaba en otro sitio y pensaba atacar... La prisión se quedó sólo con los Dementores, pero ya sabes que eso es como no tener a nadie ahora vigilando las puertas -. Le enteró con rapidez... El dolor de cabeza de Harry aumentaba y lo invadía una sensación de mareo... Se estaba empezando a enojar.

- Pues no me enteré -. Terminó diciendo Harry, como si admitiera que era tonto. El Profeta dejó de llegar a mi casa y... -. Entonces cayó en la cuenta. Alguien estaba interceptando al mensajero para que la información no le llegara. La Orden del Fénix estaba detrás de esto. Pero ¿Cómo pueden hacerme algo así otra vez? pensó indignado. Se supone que ya no habría más secretos, que ya lo sabía todo, que estaría al tanto de ahora en adelante... Los demás lo miraban sin poder creer que él no supiera nada.

- La gente está muy asustada- Intervino Seamus Finnigan. Harry recién pareció reparar en que estaba rodeado de chicos. La furia lo había enceguecido por un momento - Mi madre prácticamente me obligó a subir en el Expreso esta mañana. ¿Pero cómo no te diste cuenta? El andén era un hervidero -.

- Me retrasé esta mañana -. Se explicó Harry con lentitud, conteniendo a duras penas la ira en sus palabras- Había un embotellamiento de tráfico y me subí al tren justo cuando partía -.

- Como sea- Intervino una muchacha de cabello negro y largo que Harry no conocía, pero que por la ropa parecía ser de Ravenclaw - Ahora todos te ven a ti y a Dumbledore como sus salvadores. El Ministro está muy preocupado y teme por su cargo. Hay mucha tensión, porque luego de que escaparan no han habido más asesinatos... -.

- ¿Asesinatos? -. Le interrumpió Potter.

- El día en que Voldemort liberó a sus seguidores mataron a un Muggle en la playa... Incluso se dieron el lujo de invocar La Marca Tenebrosa, como en los Mundiales -. Entonces yo tenía razón. El chico que apareció en las noticias debió de ser ése...

- ¿Cuándo fue? -.

- El 31 de Julio, por la noche -. Replicó la muchacha con calma.

- Harry -. Intervino tímidamente Seamus - ¿Las reuniones del ED continuarán ¿No es así? -.

- Por supuesto - Contestó este con rotundidad - ¿Dónde están Hermione y Ron? -

- Deben estar al final del tren - Ernie se notaba bastante incómodo.

- Gracias. Nos veremos en Hogwarts más tarde y entonces decidiremos en día de la primera reunión- Dijo escuetamente y sin más salió al pasillo. Los pasos de Harry retumbaron en todo el tren, como si fueran de gigante. Cada metro que avanzaba hacía que su enojo aumentara más y más... Sus amigos se hallaban casi al final del tren y Harry corrió la puerta con brusquedad. Aparte de Weasley y Granger había una persona más, pero como Harry sólo vio una túnica negra y la portada El Quisquilloso, supuso que se trataba de Luna Lovegood.

-¿Por qué me mintieron otra vez?-. Dijo en voz baja para que los demás pasajeros no se enteraran de lo que sucedía. - ¿Por qué no me contaron que Voldemort fue a Azkabán, liberó a sus Mortífagos y asesinaron a un Muggle? -. Hermione se revolvió incómoda en su asiento y Ron le miró con miedo. Ambos conocían muy bien a Harry cuando se enojaba.

- Por favor Harry... Estos no son el momento y lugar más indicados -. Murmuró Hermione, atemorizada.

- ¿Ah, no? ¿Y cuándo va a ser el momento? ¿Cuando Voldemort nos mate a todos? -.

- Bo... Bonito buzo -. Trató de desviar la conversación Weasley, incapaz de soportar la tensión. Su amigo lo fulminó con la mirada.

- Dumbledore nos lo prohibió. No quería que pensaras en salir de la casa de tus tíos... -. Dijo Hermione con voz queda.

- ¿Vamos a estar como el año pasado? -. Replicó Harry, sintiendo que la sangre se le subía a la cabeza. Sus ojos verdes centellearon de manera siniestra- ¿Qué quiere ahora? ¿Volverme loco? -. Su enojo era incontenible - Yo soy El Niño Que Sobrevivió, se supone que ya no deberían ocultarme nada... -.

- ¡Ah!... Debes estar orgulloso de ser El Niño que Sobrevivió ¿No es así? -. Era una voz fría que arrastraba las palabras. Harry se volteó para toparse cara a cara con su peor enemigo en Hogwarts (después de Snape, claro está). Secundado por Crabbe y Goyle, como siempre, Draco Malfoy se veía muy mal este año; Su cabello había crecido mucho y estaba casi del largo que solía usar su padre. Estaba mucho más alto, y pálido. Marcas oscuras demacraban sus ojos grises, pero en ellos se alojaba el mismo odio y rabia de siempre. Empuñaba las manos, parecía indignado.

- Pues... No tanto como lo estoy de haber enviado a tu padre a Azkabán -. Dijo el chico con voz segura. - ¿Debieron montar fiesta en tu casa cuando Lucius regresó, no?. Finalmente toda la familia reunida... -.

- No te rebajes a su nivel, te está provocando! -. Susurró Hermione, tan enojada de ver a Draco como Ron.- Harry, por favor... -. Suplicó.

- Cuida tus palabras Potter, soy un prefecto- Susurró alegremente indicando su insignia - Por lo menos yo tengo a mis padres vivos... No soy un sucio huérfano criado por asquerosos Muggles -. Malfoy se contenía para no caerle a golpes a Harry... Se notaba, porque temblaba de ira.- Y ni siquiera te atrevas a llamar a mi padre por su nombre... Humillaste a mi familia, Potter, y te juro que me las vas a pagar todas juntas... -.

- Hola!... -. Lunática Lovegood empujó a Draco y entró en el vagón, pasando por el lado de Harry, que parecía estupefacto. Si la que estaba leyendo el Quisquilloso no es Luna... ¿Entonces quién mierda es?.

- ¡Qué horrible aroma! -. Dijo la persona detrás del Quisquilloso, con voz un poco enronquecida, mientras Luna se sentaba al lado de Ron, como si nada pasara. Todos se voltearon a mirarla, pero ella no bajó su revista - Pensé que ya no sentiría ese olor nunca más... Olor a 'Malfoy'... ¿No te han dicho que no debes pelearte delante de los Maestros, Drakito? -. Entonces la chica se dejó ver. Se trataba de una mujer de no más de veinticinco años de edad. Su rostro era alargado, de piel algo morena y de rasgos especiales, nariz recta y algo respingada y pómulos ligeramente abultados. Una larga cabellera negro azabache enmarcaba su rostro con elegancia, escalonado y llegando hasta el pecho en guedejas majestuosas. Sin embargo lo que más llamaba la atención eran sus ojos un poco rasgados y de color azul eléctrico con ribetes grises. A Hermione se le antojó de inmediato alguien que no era completamente humano... La mujer sonrió, satisfecha del efecto que había provocado en el orgulloso chico. Este le miraba con un odio muy similar al que le profesaba a Harry, más porque ella tenía un cargo superior al suyo y sus mejillas se colorearon de ira.- Parece que tu padre no te ha enseñado sus exquisitos modales aristócratas, después de todo -. La ligereza con la que hablaba era casi insultante - Apuesto mi fortuna a que Sevvy te tiene todo malcriado... -. Ron movió los labios "¿Sevvy?". La mujer miró a Draco de pies a cabeza, como si mirara una pared llena de suciedad - Era de esperarse. Cuando lo veas, dile que la nueva maestra de DAO tendrá mucho gusto en hablar con él sobre tu comportamiento de hoy... Y por cierto, son quince puntos menos para Slyhterin cuando lleguemos a Hogwarts. Ahora vete a tu vagón, por muy prefecto que seas debes acatar las normas y esto te ayudará a entender el mensaje -. Susurró amenazante. Draco tuvo que tragarse todo su odio y marcharse. Crabbe y Goyle tenían sus rostros adornados por una genuina expresión de sorpresa.

Harry la hubiera besado. Todos sonrieron con disimulo. Jamás nadie le había hablado a Draco en ese tono. La profesora McGonagall era la que había estado más cerca...

- No pensé que me toparía al famoso Harry Potter en el tren. Pensé que tendrías tu propio compartimiento privado -. La chica se puso de pie... Era mucho más pequeña que todos, pero su presencia resultaba imponente. A Harry se le colorearon las mejillas. - Permiso, voy a quitarme el olor a Malfoy de la nariz. El paisaje está propicio para fumar un poco- Empezó a avanzar por entre los chicos, pasó al lado de Potter y se detuvo.

- Ah... Señorita Granger, Mi nombre es Agatha Vane -. Y se fue. Harry aún estaba parado en la entrada del compartimiento, con una cara de lelo que echaba de espaldas.

- ¿No creen que es una mujer muy simpática? - Terció Luna con aire distraído.

El resto del trayecto no presentó mayores sobresaltos. Harry se fue enfurruñado todo el camino, mirando el paisaje sin verlo e ignorando olímpicamente cualquier palabra de sus amigos. Estaba tan furioso con ellos que no quería ni hablarles. Cuando Hermione y Ron fueron al compartimiento de los prefectos, Crookshanks se le acercó tímidamente, pero él también fue rechazado. El gato regresó a los brazos de Ginny muy ofendido.

Al bajar del tren se armó el despelote acostumbrado. Draco bajó junto a Harry en Hogsmeade y no perdió la oportunidad de hacerle algo. Lo empujó con tal fuerza que lo tiró al piso a la salida de la estación. Harry quedó todo embarrado, porque justo estaban cerca de una poza. Los de Slyhterin se rieron a carcajadas.

- ¿Qué pasa? -. Era Agatha.- Potter levántate ¿O acaso estás esperando que venga alguno de tus fans a recogerte? -. De inmediato Harry se puso de pie. Agatha le lanzó un hechizo y nuevamente su uniforme de colegio quedó limpio, como antes. De ahí la perdió de vista hasta un rato después. Harry se sentía muy confundido. ¿Por qué esa mujer lo defendió de Draco si después iba a humillarlo delante de todos, como lo hacía Snape?. ¿Qué era lo que se proponía con esa actitud?. Hermione y Ron se preocuparon de ayudar a los alumnos despistados del primer curso, que temblaban de miedo ante Hagrid, el guardabosque. El hombre se veía muy recuperado, aunque algunas cicatrices evidenciaban que Grawp no se hallaba completamente domesticado... Con rapidez el muchacho se desplazó hasta los carruajes, tirados por los Thestrals, criaturas que sólo él y Luna podían ver, ya que ellos conocían la muerte de muy cerca... Luna perdió a su madre siendo muy pequeña y Harry los veía sólo desde el año anterior, luego de presenciar la muerte de Cedric Diggory, un muchacho de Hufflepuff ultimado de un Avada Kedavra por Colagusano. A Harry se le revolvía el estómago de pura ira al pensar en él... Si hubiese permitido que Remus y su padrino le asesinaran cuando tuvieron la oportunidad, Voldemort no hubiera recuperado jamás un cuerpo tangible y su padrino estaría aún con vida... Al igual que Diggory. Ahora pagaba muy caro el tener piedad de un Mortífago y por supuesto que eso no se volvería a repetir en el futuro. Como iba distraído el chico tropezó con alguien. Nuevamente en el piso, pidió disculpas antes de alzar la vista. Un gato maulló y se perdió en alguna parte.

- No te preocupes -. No había tirado al piso a una persona, sino a dos. Una de ellas era Cho.

Potter sintió que el alma se le iba al piso.

Con la muerte de su padrino y las elucubraciones de cómo sería el sexto año, Harry no había pensado un sólo momento en Cho Chang N/A... La verdad, es que yo tampoco ;. Ese sentimiento que nació alguna vez en el corazón de Harry por ella había muerto, y aunque al chico no acababa de convencerle la idea, ya existía otra persona que invadía su cabeza cuando se trataba del Ítem ¿Quién te gusta?. Cho nuevamente se había puesto roja como un tomate, pero Harry pasó por alto su rubor. Como dicen por ahí la chica ya no "Le movía el piso".

- Perdona mi torpeza -. Dijo Cho, acercándose a Harry para acomodarle el cabello y ayudarlo con las gafas.

- El torpe soy yo -. Respondió el muchacho, más por fuerza de la costumbre que por otra cosa.

- Ejem, ejem, ¡EJEM! -. Llamó la atención la otra persona que había caído, aún en el piso - Bueno ¿y a mí nadie piensa ayudarme? -. Ron se acercó algo apresurado y ayudó muy cortésmente a Luna a ponerse de pie, limpiándole la túnica sucia.

- Gracias Weasley. Se nota que tú sí eres un CABALLERO, no como OTROS -. Señaló la muchacha muy ofendida. Hermione se sumó al grupo, mirando en todas direcciones.

- Luna... ¿Dónde está Crookshanks? -.

- No Granger, no me quebré ningún hueso, gracias por preguntar -. Replicó Lovegood de mal talante. - Cuando Potter me tiró al suelo salió por ahí -. Tendió un dedo sucio hacia el oriente, donde los coches estaban estacionados. Hermione alzó la vista y no se demoró nada en encontrar a su mascota... Crookshanks se veía muy cómodo en los brazos de Agatha Vane, quien acariciaba a uno de los Thestrals. Harry se quedó sorprendido. ¿Qué muerte había presenciado aquella mujer?.

- ¿Cómo estás, Deeply? -. Inquirió la chica a la criatura que estaba enganchada a uno de los carros - ¿Hagrid te ha atendido bien?... Espero que sí -. El Thestral alzó su cabeza, a modo de respuesta y Agatha sonrió dulcemente. Hermione caminó hasta la profesora y muy cortésmente le pidió que le regresara a su gato.

- Toma... Es un gato realmente muy cariñoso -. Comentó la maestra. Harry avanzó hasta las dos mujeres.

- Usted... ¿También puede verlos? -. Preguntó lentamente, casi sin creer que alguien más pudiera.

- Hace muchos años... -. Respondió ella con voz enigmática - ¿Y tú desde cuándo los ves Harry? -.

- Desde el año pasado -.

- ¿A quién viste morir? -.

- A Cedric Diggory. ¿Y usted? -.

- A demasiadas personas... -. Dijo con algo de tristeza. - ¿Eso quiere decir que viste a Voldemort cuando recuperó su forma humana? . ¿Lo que decían entonces era cierto? -.

- Si... Yo fui parte de la poción que lo ayudó en su regreso -. Masculló el muchacho.

- Será mejor que nos subamos ya al coche -. Señaló Ron con la jaula de Pig en los brazos. Ginny se había agregado al grupo y le entregó su mascota a Ron. Harry entonces reparó en que la niña también le extendía la jaula de Hedwig.

- Gracias Ginny -.

- De nada -.

Todos, incluída la profesora (que insistió en llevar a Crookshanks en el regazo) se fueron en el carro que tiraba Deeply. Cuando llegaron al castillo el grupo se topó con la profesora McGonagall.
- Bienvenida otra vez a Hogwarts, Agatha Vane -. Saludó. Agatha se arrodilló y tomando una de las manos de la profesora depositó un dulce beso en ellos.

- Es un placer volver a verla, Señorita Minerva -. Dijo ella muy dulcemente.

- Sígueme. Debes integrarte a la Mesa Alta esta noche -.

- Muy bien. Adiós muchachos, nos veremos después -. Se despidió y siguió a la profesora con pasos ligeros.

- ¿Vieron? -. Dijo Ron, echando a andar con los demás - Se inclinó y le besó la mano a la McGonagall -. Agregó, escandalizado.

- Eso lo hacen los hombres, no las mujeres -. Dijo Harry, olvidando que estaba enojado con Ron.

- Es extraño, pero de todas maneras en ella se vio encantador -. Opinó Hermione con el gato en los brazos.

- Tienes razón -. Le apoyó Harry. Ron hizo una mueca desaprobatoria. Ginny sonreía muy divertida y Luna nuevamente se había metido en su revista y no les prestaba atención.